UN RELATO HISTÓRICO QUE BIEN PODRÍA SER UN CUENTO DE LANDRISCINA (formato literal y gráfico)
Pomán, Catamarca, Argentina, UNASUR-CELAC, EL EMILIO, Cultura y Educación.
“En un pago chico llamado Pomán, Dto del oeste catamarqueño ocurrió un hecho muy curioso por lo desopilante justo el día en que se celebraban los 386 años de su fundación.”
Por iniciativa de un entrañable y querido Profesor conocido entre sus compañeros de secundaria con el mote de “Nene“ Jalil quien se había afincado en el lugar desde hacia largo tiempo, llegaron a la Villa como invitados sus compañeros de promoción de la vieja y querida escuela Normal de Maestros de la Capital provincial más conocida como la “Fray” –promoción 1969-.
Aquellos sesentones y nostalgiosos seres que estaban tomando la última curva para enfilar por la recta final de sus tiempos de vida, se reunieron en el lugar como parte de la celebración de sus bodas de Plata de egresados. Este encuentro era uno de los dos previstos por el grupo para ese año como emotivos modos de volver a sentirse vivos recordando aventuras de aquel secundario de adolescentes y jóvenes que alguna vez todos fueron y que colmaron de bullicio aulas y patios del histórico edificio del Boulevar Belgrano y Junín.
El olor a naftalina se iba incrementando en el pueblo a medida que iban llegando los viejos maestros. Los lugarenos tuvieron que acudir a los barbijos ya que no sabian si se trataba de una desinfección preventiva ordenada por el intendente o algun olor raro traido por el viento zonda que suele visitar a menudo el lugar.
Cuando hago mensión a la naftalina no lo digo por que sí. Todos los integrantes de aquella promoción de docentes habían sacado de sus armarios , baules, y roperos, sacos, pantalones, camisas y corbatas pero tambien los viejos zapatos que habían sido arrumbados en el fondo de los mismos porque ya ninguno de ellos pensó que volverían a usarlos. Por suerte no fue así. Otra vez, un acontecimiento demandaba desempolvar los viejos atuendos y volverlos a lucir como cuando las campanas de iglesia de pueblo repican fuerte convocando a una fiesta.
Los afortunados económicamente pudieron mandar las prendas a la tintoreria pero los otros se las tuvieron que arreglar con la plancha y los trapos mojados para sacarle la infinidad de arrugas que las prendas tenían.
No era un detalle menor y menos un acontecimiento más para el pueblo de Pomán que cumplía otro año más de su fundación, tener entre sus invitados y dispuestos a agasajarlos a este grupo de viejos Maestros Normales Nacionales. La presencia de esta promoción “69″ era el testimonio históricamente viviente de lo que había sido el normalismo argentino como proyecto educativo no solo en Catamarca sino del país.
Y allí estaba; el Dr. Ernesto Martínez llevando orgulloso la bandera del establecimiento que los había formado como esos nobles seres humanos que ahora se reunían para dar otra muestra de agradecimiento y afecto para con aquel pasado glorioso que la vida les había regalado.
Todo muy lindo y muy emotivo pero el mundo real de una vida provinciana tiene esos toques agridulces que solo con los años uno aprende a sentirlos como los bellos y graciosos condimentos que le dan sabor a nuestras vidas.
Por eso me quiero detener en la parte central de esta historia.
Luego del izamiento de la bandera patria por parte de las autoridades del Municipio en el mástil de la plaza, dejar la ofrenda floral en el monumento al fundador del pueblo, Dn. Jerónimo Luis de Cabrera, todos se dirigieron a la iglesia para cumplir con la tradicional ceremonia religioso.
En el medio de la ceremonia, uno de los funcionarios del pueblo que estaba ubicado más atrás del lugar asignado para los egresados de la Fray se percató que a uno de los zapatos de uno de los egresados se le había roto el taco (prácticamente estaba suelto). Gentilmente se acercó para comunicárselo siempre en voz baja. Era el zapato derecho del personaje que los compañeros llamaban “Tico“ Martinez.
Tico constató la veracidad del comentario mirando hacia abajo y comenzó a buscar a su compañera para que lo ayudara. Por suerte no pocas esposas y compañeras de rutas de aquellos maestros estaban compartiendo el momento en esta oportunidad junto a sus orgullosos maridos dispuestas a dar junto a ellos testimonio de una historia educativa en un desfile popular de pueblo chico.
La mujer salió corriendo a comprar un pegamento; se lo trajo y el viejo Tico salió de la iglesia rengueando porque al zapato izquierdo lo llevaba puesto pero el derecho –roto- lo cargaba en la mano. Marchó con poco disimulo y raudamente rumbo a la puerta ante la mirada atónita y los cuchicheos risueños de los presentes.
Sentado ya en la Plaza se le acercó un compañero –“Tololo“ Medina- que también salió de la iglesia para ayudarlo ya que era un experto en “pegar zapatos“. Así, como pueden constatar en las fotos, el “Tico Martinez“ pudo recuperar el taco de su zapato derecho y desfilar orgulloso junto a sus compañeros para que todo el pueblo los aplaudiera a modo de agradecimiento por el trabajo docente que no pocos de ellos habían desplegado a lo largo y ancho de la patria.
Allí estaban desfilando, en las tierras de Pomán los que fueron los últimos MAESTRO NORMALES NACIONALES CATAMARQUEÑOS.
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