Cuando el Equipo Nizkor decidió preparar el documento "
La cuestión de la impunidad en España y los crímenes franquistas",
partíamos de un análisis de los aspectos más importantes a tomar en
consideración y este inventario se hizo teniendo en cuenta los
planteamientos de las diversas asociaciones que en aquel momento,
finales de 2003 e inicios de 2004, actuaban en el campo de las víctimas
del franquismo.
La perspectiva de análisis tenía que ver con la teoría de la justicia
que pretende dar solución a los litigios sociales en el sentido moderno
del tema. Desde esta perspectiva, y dada la claridad del Plan de Acción y la casuística contenidos en el documento, era posible proceder de forma que no se generaran nuevos conflictos.
Para ello bastaba, a nuestro entender, tener como referencia el
derecho internacional surgido al finalizar la II Guerra Mundial y que el
Estado actuara bajo del principio de buena fe.
Decíamos expresamente:
"El presente informe no pretende ser la solución a la cuestión de la impunidad, sino una
aproximación a la misma y a los problemas aún por resolver. Es también una manera de aportar
una base de análisis y de discurso a las víctimas y sus familiares, abandonados por las instituciones
del Estado, por los partidos políticos y por parte de la sociedad civil, que ha preferido practicar
el olvido. El discurso de derechos humanos y libertades no se recuperó aún de la pérdida de libertades que
significó el alzamiento nacional".
Visto casi 20 años después, al escribir esto es evidente que pecábamos de ingenuidad. El Estado, al
tomar conocimiento de lo planteado, procedió con manifiesta mala fe y la forma de enfrentar la
cuestión de las víctimas se hizo usando la teoría amigo-enemigo de Carl Schmitt, y no la teoría
de la justicia de John Rawls o las ideas del filósofo francés Paul Ricoeur...
La falta de equidad del Estado en el análisis de la casuística presentada en el Informe
Nizkor es tan palmaria que nos aleja de la racionalidad mínima necesaria para examinar los hechos.
En general, el Estado español ha recurrido a la técnica del "ninguneo" y ha logrado dispersar a las
víctimas y a las asociaciones, utilizando la Moncloa como centro de coordinación de una política
deliberada en contra de las mismas...
Es evidente que aún queda por delante un largo camino para superar la naturaleza de este tipo de
problemas que tienen mucho que ver con una matriz cultural impregnada de franquismo y de
nacional-socialismo.
Prácticamente no quedan víctimas españolas vivas de entre quienes defendieron la II República
o sufrieron la persecución del nacional-socialismo alemán durante la II Guerra Mundial.
En vista de la actuación estatal a fecha de hoy, para ellas y para las víctimas de los casi cuarenta
años de Dictadura franquista, no queda más que el recuerdo como arma contra la inanidad.
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