Angel Gerardo Pisarello
Rafael Dionisio Fagalde
Dardo Francisco Molina
Elda Leonor Calabro
Enrique Gastón Courtade
Jorge Ernesto Turk
Juan Domingo del Gesso
María Cristina Bustos
Mirta Graciela López
Victor Jacobo Noe
El
pasado día 28 de agosto, en el marco del mes del abogado, y a los 35
años del la Noche de las Corbatas, tuve el honor inmenso e inmerecido de
hablar en nombre de la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de
Abogados de Tucumán.
En dicho acto, se entregó un diploma a los homenajeados, en las personas de sus familiares que decía:
“La
Abogacía de Tucumán, al abogado/a _______ en reconocimiento a su
compromiso absoluto con la vigencia del sistema de derechos y garantías
de la Constitución Argentina, el Sistema democrático de gobierno y los
derechos fundamentales de los hombre que habitan el suelo Argentino”
comparto con Uds, por pedido del Presidente del Colegio de Abogados, Abob. Eudoro D. Araoz, el texto leido en dicho acto:
Cuando
presentamos la solicitud al Colegio de Abogados de Tucumán de que se
rindiera homenaje a los Abogados asesinados o desaparecidos por la
Dictadura, el tema parecía tener un número preciso, pero, como
corresponde a un ámbito abierto al debate, voces coherente
propusieron que se incluya a todos los que sufrieron algún tipo de
amenaza, desde la verbal hasta las bombas en sus estudios.
Luego
vimos que los sucesos no respetaban incluso períodos de gobiernos.
Encontramos entonces otro hilo conductor. Y concentrado en preparar
estas palabras vinieron a mi memoria ciertos hechos que me ayudaban a
pensar.
Cuando
Domingo Cavallo propuso un modelo de interpretación de los
conflictos sociales, que denominó “la industria del juicio”, no
hacía más que reproducir lo que los militares, y todos los
autoritarios piensan de la abogacía: Personas molestas que no se
acomodan a las circunstancias, que no entienden de razones, que no
sabe de economía, que no entienden de geopolítica, que no saben de
razones de estado, del ser nacional, y por supuesto no saben
obedecer.
Ciertamente
que el poder, y el poder absoluto de forma absoluta, golpea a todo el
cuerpo social sin distinciones de profesión actividad ni estrato
social, todos hemos sido afectados; Pero la nota distintiva en la
abogacía está dada en que el enfrentamiento con el poder no deriva
de la creencia política, ni la actividad social de la persona, su
enfrentamiento con el poder nace del simple hecho del ejercicio
profesional.
Las
abogadas y abogados que homenajeamos no tenían otros lazos comunes
con sus clientes, que el de ejercer la defensa de sus derechos
esenciales de libertada y vida, derechos laborales, o políticos.
Por
eso, en realidad venimos a rendir homenaje a la Abogacía, ejercida
en su forma más alta y elevada por las mujeres y hombres cuyos
nombres están en nuestra mente y en nuestros corazones y sus lugares
reservados, en este homenaje en las sillas que hemos colocado el
sitial de honor.
Rendimos
también homenaje a los que soportaron amenazas, disparos, bombas,
miedo, terror, homenaje que es expresado por su Colegio Profesional.
La
abogacía de Tucumán rinde homenaje porque no quiere, ni puede
olvidar.
No
puede hacerlo porque en la base misma del ejercicio profesional se
encuentra el conflicto con el poder, de toda naturaleza y entidad.
Pero
además no quiere hacerlo porque no puede traicionar el legado de
quienes ofrecieron su vida.
La
historia no ha terminado, y como proclamaban los reformistas en
Córdoba, los dolores que quedan, son las libertades que faltan, y en
esas luchas, en esa puja, los actores sociales, los luchadores que
hacen correr la rueda de la historia, necesitan de una abogacía
formada técnicamente, pero fundamentalmente que crea en el derecho,
que respete y esté dispuesta a hacer respetar la Constitución.
La
democracia no es natural, la hormigas, las abejas, tiene
organizaciones naturales, escritas genéticamente, los humanos
construimos culturalmente nuestras sociedades, y la democracia es su
construcción más excelsa.
Por
eso este colegio ni puede ni quiere olvidar, porque la natural
tendencia al abuso, que lleva consigo el poder ilimitado y sin
parámetros, no ha desaparecido, pulula por doquier, en las casa, en
las aulas, en las instituciones, en las relaciones de pareja, en el
gobierno, el las legislaturas, el los tribunales, en nuestros
estudios.
La
cultura democrática se construye y se cultiva día a día, y la
lucha por su vigencia es lucha cotidiana también.
Nuestra
lucha presente no tienen la dimensión, ni de los riesgos que tomaron
las y los colegas a quienes rendimos homenaje.
No
estamos cerca de tan gran sacrificio, y ello gracias a que ellos lo
hicieron antes por nosotros y sus frutos están presentes en nuestras
vidas a cada minuto. No necesitamos de tamaños riegos, el precio de
vivir hoy en democracia ya lo pagaron ellos.
Por
eso la necesidad de este acto, porque el recuerdo no basta,
necesitamos del compromiso de la abogacía con los valores que
encarnaron.
Porque
el homenaje no sirve si no abonamos la semilla que dejaron, porque no
nos da la altura para mirarlos frente a frente, pero la conciencia de
nuestras limitaciones nos permite cobijarnos en su sombra.
Porque
no los conocí pero los admiro, porque no son mis amigos pero los
extraño, porque no son mi familia pero los quiero, porque puedo
educar a mis hijos en libertad que Ustedes colegas que hoy honramos,
no disfrutaron, porque no podemos prescindir de Ustedes, por
eso es este acto y este homenaje, porque para este Colegio de
Abogados de Tucumán, al decir sus nombre, respondemos: “presentes”
Cordiales saludos
Pedro
-- Pedro Eugenio Guaraz
Abogado
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