LA ASOCIACION PENSAMIENTO PENAL FRENTE AL PLAN DE SEGURIDAD DEL GOBIERNO BONAERENSE
El
gobierno bonaerense termina de anunciar un plan destinado a afrontar la
problemática relacionada con la inseguridad el que, nos anticipamos a
señalar, una vez más se encuentra destinado al fracaso, sumando una
nueva frustración a una desorientada población, necesitada de respuestas
reales y duraderas que mejoren su calidad de vida.
Vaticinio
que se origina en la experiencia acumulada durante años de presenciar
el modo en que se apela a recetas que, lejos de lograr los objetivos
propuestos, suelen acarrear costosas consecuencias que pagan los
sectores más desprotegidos de la sociedad en moneda de derechos y
garantías.
El plan de seguridad abarca, en lo sustancial, los siguientes puntos:
• Declaración de emergencia en materia de seguridad
La declaración de emergencia, por fuera de su rimbombante denominación,
carente de efectos prácticos como no sea para el oído de algún
inadvertido, tiene por objeto esencial (como todas las declaraciones de
emergencia) sortear los escollos burocráticos y administrativos para la
adquisición de insumos, sin necesidad de apelar a procesos
licitatorios, mecanismo que, convengamos, en poco contribuye a la
transparencia de los actos de gobierno.
• Una inversión de 600 millones de pesos para la compra de insumos
El
gobierno anunció que invertirá 600 millones de pesos de sus exhaustas
arcas (recordemos la puja salarial que aún se encuentra en trámite con
los empleados públicos) en la adquisición de patrulleros, chalecos
antibala, armamentos y municiones. No nos oponemos a la renovación de
materiales obsoletos que, suponemos, se encontrará dentro de las
previsiones presupuestarias habituales. Pero a lo que sí nos ponemos es a
la dudosa asignación y prioridad de los escasos recursos económicos,
postergando una vez más la posibilidad de orientarlos a la promoción de
sectores poblacionales que se encuentran en situación de vulnerabilidad
y, por ende, con mayor proclividad de incurrir en conductas sancionadas
por la ley. Y decimos lo precedente no solamente por la mayor
posibilidad que esos ciudadanos tienen de entrar en conflicto con la ley
penal (ya que lo cierto es que hay otros ciudadanos que sin encontrarse
en situación de vulnerabilidad cometen delitos de mayor gravedad), sino
por el imperativo moral y ético de mejorar la calidad de vida de las
personas más desaventajadas.
• La reincorporación de unos 15 mil retirados de las fuerzas de seguridad
Con
la urgente reincorporación de unos 15.000 efectivos que se encuentran
retirados (cuyas condiciones psicofísicas deberías ser revisadas por una
cuestión meramente vegetativa), que se sumarán a los casi 60.000
hombres y mujeres con que cuenta actualmente la Policía de la provincia
de Buenos Aires, el gobierno apuesta fuertemente a una suerte de
militarización del espacio público con el deliberado propósito de
contener a individuos que cometen desmanes de mayor o menor gravedad.
No pretendemos ignorar la existencia de focos donde objetivamente se ha
perdido el control estatal sobre el espacio público y donde los vecinos
se encuentran librados a su suerte. Este es un dato de la realidad
difícil de desconocer. Sin embargo, consideramos que el incremento de
las fuerzas operativas, que suman nuevos costos a los ya indicados, es
susceptible de ser suplido con una reorganización de los recursos
existentes, asignando prioridad a los sitios conflictivos, donde es
necesaria la presencia policial con carácter preventivo. Debate donde
deben considerarse las políticas de descentralización de las fuerzas de
seguridad y la creación de las policías comunales y de proximidad, con
las que en principio nos encontramos de acuerdo como propuesta de
solución durarera para la prevención de cierto tipo de delitos.
• Restricción en la circulación de motos
La
pretensión de restringir la circulación de motos (de cierta clase de
motos, convengamos, preferentemente de baja cilindrada) por el espacio
céntrico, al igual que prohibir que sean ocupadas por dos personas y que
los conductores vitan chalecos reflectantes donde luzca el numero de
dominio del rodado, se inscribe, lisa y llanamente, en los aspectos
bizarros del plan, orientado, evidentemente, a “combatir” a los
motochorros. No negamos que el arrebato de carteras en la vía pública
forme parte de la problemática vinculada con la seguridad ciudadana y
que hay que dar algún tipo de respuesta, racional, a ese tipo de
conflictos. Ahora, pretender restringir la circulación de motos para
paliar esa parte del problema es como limitar el uso de zapatillas y
gorritas porque esta clase de delincuentes las usan. Una medida de esta
naturaleza se inscribe en el “realismo mágico”, que lejos de contribuir,
banalizan los problemas.
• Construcción de nuevos establecimientos penitenciarios
La Asociación Pensamiento Penal se opone a la construcción de más
establecimientos carcelarios, destinados a incrementar la de por si
abultada cantidad de personas privadas de la libertad que tiene la
provincia de Buenos Aires (recordemos que los bonaerenses aportan el 50%
de la población carcelaria de la República Argentina y casi que duplica
la tasa media de encarcelamiento del país). El anuncio de construir
establecimientos para albergar a unos 2.000 presos (ello, en tanto y en
cuanto se respete la capacidad de alojamiento de las prisiones, que no
es la política del gobierno) es demostrativa que la principal política
para responder a los problemas relacionados con la seguridad ciudadana
es la de encarcelar individuos, individuos que responden a un
estereotipo (jóvenes pobres), que cometen cierto tipo de delitos
(delitos contra la propiedad), la mayoría de los cuales (más del 50%) se
encuentran amparados por el principio constitucional de inocencia y
bajo el régimen de la prisión preventiva. Nos permitimos recordar que
la política del encarcelamiento indiscriminado no se ha mostrado idónea,
ni en la provincia de Buenos Aires, ni en ningún lugar del mundo, para
contener los conflictos ciudadanos vinculados con la convivencia.
• Creación de nuevos organismos de persecución penal
El paquete de medidas incluye la creación de una importante cantidad
de fiscalías destinadas, principalmente, a la persecución penal del
narcotráfico. Independientemente de volver a poner de manifiesto las
consecuencias económicas que trae aparejada el incremento de la
burocracia estatal, en desmedro de recursos que se retacean para fines
más constructivos, nos permitimos recordar que en la provincia de Buenos
Aires solo se ha desfederalizado la persecución del menudeo, mientras
que la criminalidad compleja relacionada con este fenómeno permanece
bajo la órbita federal.
• Restricción de las excarcelaciones
Una vez más, como se ha intentado repetidamente desde este gobierno,
siguiendo el tristemente célebre precedente del entonces gobernador
Carlos Ruckauf, se apela al intento de restringir las excarcelaciones
para dar respuesta a la inseguridad, en este caso con relación a los
imputados que hayan empleado armas para cometer sus hechos o que sean
reincidentes. Las circunstancias del hecho, o la condición legal de los
imputados, por más atendibles que resulten, no alcanzar para superar
los estándares constitucionales y convencionales, reiteradamente
reafirmados por la Corte federal y la Corte Interamericana en materia
de resguardo del estatus de los imputados frente al proceso, que no
reiteraremos por obvio y sobreabundante. Pero, por añadidura, nos
permitimos recordar la experiencia cercana de la provincia de Buenos
Aires ante experimentos similares, que culminaron con el drama
humanitario de un encarcelamiento indiscriminado y la orden de la Corte
nacional de adecuar la legislación interna a los estándares
constitucionales y convencionales (caso “Verbitsky”).
• Revisar el régimen de personas menores de edad infractoras a la ley penal
Recurrentemente,
ante la aparición de situaciones agudas de inseguridad ciudadana, se
recurre a la búsqueda de chivos expiatorios, en este caso las personas
menores de edad, a quienes se pretende someter al sistema penal desde la
más temprana edad. Sin embargo, las estadísticas, y no la percepción
intuitiva, demuestran que la participación de personas menores de edad
en hechos delictivos no tiene la relevancia que se le pretende asignar.
En este sentido, para citar un ejemplo, la Procuración bonaerense
termina de anunciar que la participación de personas menores de edad en
los homicidios dolosos durante 2013 fue del 2,7%, dato empírico que, sin
ignorar la existencia de hechos graves con participación de esta
franja etaria, parecería desmentir la necesidad de modificar el régimen
legal.
La
Asociación Pensamiento Penal exhorta al gobierno bonaerense a resistir
los embates mediáticos y las encuestas de opinión con fines electorales,
profundizando la adopción de políticas a largo y mediano plazo y
medidas inmediatas que contribuyan en forma efectiva a garantizar la
coexistencia y la paz ciudadana, abandonando los anuncios virtuales de
soluciones que probadamente han arrojado resultados negativos.
6 de abril de 2014
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