Estimado Antonio:
Apelo a tu buena voluntad para que los
integrantes del grupo puedan conocer el discurso que figura a continuación para
que sea conocido por los integrantes del mismo, una breve historia de su autor y
algunas reflexiones de mi parte tanto sobre el discurso como las circunstancias
personales y laborales por las que atraviesa actualmente su
autor.-
1.- EL
DISCURSO:
Días atrás tuve la oportunidad de asistir al acto de entrega de diplomas de los
abogados recibidos el presente año en la Universidad Nacional de
Cuyo de la
Provincia de Mendoza. En la oportunidad, en
representación de los alumnos el mejor egresado, leyó el siguiente discurso:
"Autoridades
de la Universidad
Nacional de Cuyo, personal directivo, docentes y no docentes de
la Facultad
de Derecho, padres, compañeros, amigos: Beethoven decía: “El
éxito se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento
de perseverante aplicación”. Hoy todos nosotros podemos dar fe de ello.
Finalmente llegó el día tan esperado. Semanas, meses, años de estudio hoy ven
coronado su esfuerzo. Hemos recorrido juntos un largo camino, que en algunas
ocasiones ha sido muy grato, y en otras difícil de transitar. Recuerdo ese
primer día de clase, lleno de rostros nerviosos, donde todo era desconocido. De
esos 400 compañeros que éramos al comienzo, por diversas razones, con el correr
de los años el número de nosotros fue disminuyendo hasta quedar reducido a este
grupo de bendecidos que hoy llegamos a la meta y recibimos nuestro
diploma.
Hoy, muchos momentos compartidos quedan atrás. Las horas de clase, los
recreos, las salidas… todo eso ya es parte del pasado. Todos estos momentos
vividos, dentro y fuera de la facultad, nos han convertido en lo que somos hoy:
amigos, alumnos, compañeros..., y nos han formado interiormente para prepararnos
a dar el próximo paso que estamos a punto de concretar. Nuestros recuerdos en
común vivirán para siempre en nuestra memoria y serán el reflejo de una etapa de
estudio y sacrificio, pero también de risas y alegría.
Algunos de nosotros seguiremos viéndonos… Para otros, éste será el último
día que nos veremos cara a cara. Y, sin embargo, nuestros recuerdos, que nos
acompañarán durante toda nuestra vida, harán que permanezcamos unidos para
siempre, más allá del destino que la vida nos depare a cada uno de
nosotros.
La carrera de abogacía, que hoy finalizamos, sin duda alguna es muy
particular. No hemos elegido una carrera fácil, ni corta. ¿Cómo explicar a
nuestras familias y amigos que tenemos que estudiar 2, 3 meses o más una
materia? Los que hemos emprendido este largo recorrido sabemos lo doloroso que
puede ser que en esos momentos de tanto estrés y sacrificio se nos juzgue o no
se nos entienda por no poder ir más rápido. O por no rendir más materias. Estoy
seguro que mis compañeros en este momento están asintiendo conmigo.
Afortunadamente, ninguno de nosotros se dejó vencer por la adversidad o por los
comentarios y dejando muchas cosas de lado logramos nuestro
objetivo.
Tampoco elegimos una Facultad fácil. La Facultad de Derecho es una de las
unidades académicas de la Universidad Nacional de
Cuyo con menor promedio de egresados por año.
Lamentablemente, una de las
principales razones que a varios los lleva a abandonar o a optar por otra
universidad, es la dificultad que encuentran aquellos que tienen que trabajar.
Al mismo tiempo se han multiplicado las facultades privadas de abogacía en
nuestra provincia. Hemos asistido en las últimas décadas a un proceso de
liberalización de la educación que la ha convertido en un bien de cambio, sujeto
a las leyes de la oferta y la demanda. Como egresados de una universidad pública
creo que debemos defender la calidad educativa de la casa de estudios de la que
hoy nos graduamos, ya que la educación como función esencial del Estado es una
cuestión de interés público: la formación de buenos profesionales interesa a la
sociedad toda y por lo tanto no puede quedar librada a los vaivenes de la
realidad económica o al ánimo de lucro de empresarios inescrupulosos. Nuestra
universidad debe ser pública no sólo en cuanto a su régimen de administración y
financiero, sino también en cuanto al servicio que debe prestar a la comunidad,
constituyéndose en un factor de movilidad social ascendente y favoreciendo la
igualdad real de oportunidades de los habitantes del suelo argentino, tal como
lo pregona nuestra Constitución Nacional.
Por todo lo dicho, hoy es un día no sólo para recordar, sino también para
agradecer.
Quisiera entonces en primer lugar dar gracias a Dios, por darme la
vida, la fe y fuerza para nunca bajar los brazos. Quiero agradecer a mis padres,
porque sin la ayuda que he recibido de ellos, tanto económica como espiritual y
moral, alcanzar el objetivo hubiera sido absolutamente imposible. A mi hermana
Mariela que me apoya en todo. A mi novia Mariela por estar conmigo en todo
momento, en los buenos y en los malos. A nuestros profesores, que han sabido
formarnos no sólo en lo académico sino también en lo personal. Quiero agradecer
también muy especialmente a la
Cátedra de Derechos Reales donde fui ayudante durante 2 años y
donde pude desarrollar mi vocación docente junto a un equipo de personas
excelentes, gracias a la convocatoria de las Dras. Fabiana Carlucci y Fabiana
Martinelli. Gracias a mis compañeros por haberme ayudado a transitar y finalizar
este camino. Porque en última instancia nuestros logros no son individuales. En
algún sentido, este ha sido también un trabajo de equipo. Sin ese compañero de
estudio, esa bibliografía prestada, esa duda evacuada la noche antes del examen,
esas palabras de aliento que nos dimos mutuamente en los momentos difíciles, hoy
no estaríamos aquí.
Antes de concluir, quisiera efectuar una breve reflexión sobre la
profesión de abogado. El pasado 29 de agosto, día del abogado, enciendo la
televisión y en uno de los saludos a los colegas una periodista dijo algo así
como: “bueno, muy feliz día a los abogados, especialmente a los que son honestos
y no son corruptos”. Inmediatamente me pregunté el porqué de esa acotación
final.
Al médico no se le dice “feliz día, especialmente a los que no hacen
abortos”, ni al contador “feliz día, especialmente a los que no falsean los
números”. ¿Por qué permitimos, como abogados, que esta profesión haya llegado al
punto de que la sociedad nos mira con recelo, nos llama “cuervos” o tengamos que
destacar al abogado honesto? ¿No está acaso inspirada por un noble propósito:
defender al pobre, al desvalido, al desamparado, a las víctimas de las
injusticias de la vida? Espero que a partir de hoy, como egresados, hagamos todo
lo que esté a nuestro alcance para honrar esta profesión como defensores del
derecho, la verdad y la justicia.
Para finalizar, me gustaría decir que creo profundamente que no son los
logros académicos o profesionales los que nos definen. Un diploma en una pared
no nos hace mejores personas. Un currículum abultado no hizo mejor a Einstein,
ni a Freud, ni a Darwin, ni nos hará mejores a nosotros. Esa no es la vara con
la que se mide nuestra vida, sino, como dice San Juan de la Cruz: “En el ocaso de nuestras
vidas, seremos examinados en el Amor”. Es nuestra actitud frente a nuestros
semejantes, nuestra preocupación y ocupación por el dolor ajeno, nuestro respeto
y consideración en el trato a los demás, sean grandes o pequeños, superiores o
subordinados, iguales o diferentes, correligionarios o adversarios, lo que nos
convierte en hombres y mujeres de bien. Y creo que en el ejercicio recto del
derecho, valga la redundancia, podemos encontrar una vía para concretar esta
vocación de servicio a la que todos los seres humanos estamos llamados. Muchas
gracias.”.-
Como el mismo me pareció de interés, me pareció que era interesante
compartirlo con sus integrantes del grupo, ya que a pesar de la juventud del “joven
abogado”, la profundidad del mensaje que el mismo contiene y la verdad de sus
reflexiones, me llevaron a recordar ese día porque muchos de nosotros estudiamos
abogacía, porque muchos de nosotros le hemos dedicado toda una vida al Derecho
Laboral y, también, porque no, mucho de nosotros, en el camino de la vida, han olvidado los verdaderos objetivos
que los llevaron a emprender tan
maravillosa carrera y a dedicarse al ejercicio del derecho, especialmente, al
Derecho del Trabajo.-
Creo que el “joven abogado” en su discurso no lo pudo decir con mayor
claridad.-
Es
por eso que les recomiendo su lectura.-
Ahora bien, como conozco la historia del “joven abogado”, me parece que resultará de interés para el lector,
que se conozca, también, al menos
parte de su historia, y de esa manera podrán comprender mejor el sentido de sus
palabras expresadas en la oportunidad de realizarse el acto académico al que me
he referido.-
2.- EL
AUTOR:
a.- Nombre:
No importa.-
b.-
Antecedentes: Estudios Primarios. Promedio 10 todos los años. Promedio total: 10. Abanderado de
la Bandera
Nacional. Medalla
de oro.-
c.-
Estudios secundarios: Promedio 10 todos los años. Promedio total: 10. Abanderado de la Bandera
Nacional. Medalla
de oro.-
d.-
Estudios terciarios: Abogado. Egresado de la Facultad de Derecho de
la Universidad
Nacional de Cuyo de Mendoza. Promedio total 9,56. Medalla de oro con mención especial por
ser el promedio más alto en la historia de la facultad desde su
fundación.-
e.- Otros estudios. Profesor de piano.
Promedio 10.-
3.- GESTIONES LABORALES:
a.- En la abogacía: Desde que se
recibió de abogado hace un año se ha entrevistado con no menos de 10 estudios
jurídicos de la provincia especializados en derecho laboral exclusivamente y
dedicados a la defensa de los derechos del trabajador, ya que esa es su
verdadera vocación por formación familiar y por convicción personal. Todas las gestiones realizadas para
incorporarse a alguno de esos estudios fueron negativas, inclusive, en el de los ex socios y amigos de su padre
que dedicó toda su carrera profesional de abogado durante más de 20 años al
Derecho Laboral como asesor de miles de trabajadores durante el transcurso del ejercicio
liberal de la profesión.-
Aclaro que “el joven abogado” no tenía mayores pretensiones. Las mismas se limitaban a poder ejercer
la abogacía en el ámbito del Derecho Al Trabajo y que los honorarios que le
abonaran por su “trabajo”, por lo menos, fueran los del S.M.V.M. por 10 horas de
dedicación diaria de lunes a viernes y, eventualmente, si las necesidades del
estudio lo requerían los sábados y domingos.-
Como expliqué los resultados es esas gestiones fueron todas
negativas. La mejor oferta
“laboral” que recibió fue la siguiente:
- $ 2.500,00 con una carga horaria de 8
diarias de trabajo de lunes a viernes o $ 250,00 por demanda realizada,
terminada y entregada.-
Ante el fracaso de lo que era su verdadera vocación intentó obtener
trabajo en otros estudios jurídicos que no se dedicaran al derecho laboral, ya
que, reitero, por formación y convicción no estaba dispuesto a claudicar y
ejercer la abogacía en defensa de los intereses de la otra parte de la relación
laboral, prefiriendo, en tal caso, dedicarse a otra rama del
derecho.-
- Actualmente trabaja de abogado en un
estudio que se dedica al derecho civil por $ 3.000,00 mensuales con una carga
horaria de 8 horas diarias de lunes
a viernes.-
Resalto, además, que el “joven abogado” está agradecido con el titular de
ese estudio, dado que, al menos, le brindó la “confianza” al incorporarlo al
estudio, y de este modo, poder comenzar a trabajar en la abogacía, aún cuando lo fuera en una
rama del derecho que no era la que le hubiera gustado
ejercer.-
b.- En el profesorado de piano: Tiene
un solo alumno a quien le imparte clases de piano una vez por semana por $
100,00 mensuales y se dedica a “componer” obras clásicas y a “arreglar”
canciones de un estilo musical a otro (Ej. un tango lo convierte en rock) para
“regarle” la obra así compuesta a sus amigos y a la gente que
aprecia.-
c.- Ha rendido en el concurso público
del Juzgado Federal, habiendo quedado entre los 10 primeros en el tramo técnico
jurídico y entre los 10 primeros en el trabajo administrativos, debiendo
acentuarse que en el primer tramo concursó con abogados de entre
30 a 50
años con más de 20 años de experiencia y que en el segundo tramo concursó con
miles de aspirantes. Hasta la fecha no ha sido convocado, siendo incierto si
ello ocurrirá algún día, según le ha sido informado, ya que si bien las vacantes
“estarían” no se sabe cuando las “cubrirían”.-
d.- En otras áreas: Dada la
insuficiencia económica de las ofertas laborales concretadas por los abogados que se
dedican a la defensa de los derechos de los trabajadores pero que no están
dispuestos a pagarles a los suyos ni siquiera un S.M.V.M., el sueldo mensual que percibe
en la actualidad, una vez deducidos los gastos propios para poder realizar su
trabajo (celular, internet, viajes, etc.) le quedan en mano solo $ 1.500,00
mensuales a los cuales suma los $ 100,00 que obtiene como profesor de
piano.-
Ha enviado un sinnúmero de curriculums a distintas empresas para trabajar
ya no de abogado sino como empleado administrativo o de comercio, con resultados, también,
negativos, no habiendo sido convocado ni siquiera por una sola empresa de estas
para una entrevista personal.-
4.- COSTO INVERTIDO EN LA EDUCACION: Teniendo en cuenta los estudios
cursados por “el joven abogado” en
sus dos carreras (abogacía y profesorado de piano) el costo de los mismos
afrontados por sus padres y por el Estado, dado que la primaria y la secundaria los hizo
en colegios privados y la universidad en la U.N.C. de Mendoza, los costos de su
educación al día de hoy, estimativamente y a razón de $ 3.000,00 por mes, y computando exclusivamente lo que sería
una suerte de “cuota pura” y no los
otros gastos anexos que necesariamente se requieren para realizar cualquier tipo
de estudio (primario, secundario y terciario: útiles, viajes, bibliografía,
ropa, etc. etc. etc.) , serían los siguientes. Reitero, a la fecha de hoy, razón
por la cual, no se han computado los intereses desde que el “joven abogado”
comenzó la escuela primaria en el año 1.995 hasta que se recibió de abogado y
profesor de piano en el año 2.013, el gasto hasta la actualidad de capital puro,
sería aproximadamente el siguiente:
1.- Estudios primarios: $ 252.000,00
(afrontados por los padres por haberse cursado en colegio
privado).-
2.- Estudios secundarios: $ 180.000,00 (afrontados
por los padres por haberse cursado en colegio privado).-
3.- Estudios de abogacía: $ 180.000,00
(afrontados por el Estado por haberse cursado en universidad
pública).-
4.- Estudios de piano: $ 108.000,00
(afrontados por el joven abogado mientras los cursó haciendo
“changas”).-
TOTAL: $ 720.000,00 (sin intereses y
sin computar otros gastos necesarios para el cursado de cualquier etapa
educativa: primaria, secundaria y terciaria).-
4.- PROYECTO DE VIDA: Al decir de la Corte Federal en el fallo
“Arostegui…” entre otros, luego de
un año de incesante y sin descanso
búsqueda de un trabajo digno en la abogacía que le fuera remunerado, por lo
menos, con un S.M.V.M. por mes, a pesar de los méritos académicos evidenciados
durante toda su enseñanza primaria, secundaria y universitaria, el importante
tiempo invertido en ello, y la casi seguridad de que a pesar de que aún cuando
siga golpeando puertas no tendrá
ningún resultado positivo, puesto que las que podía golpear ya las golpeó y
ninguna le fue abierta y la desilusión provocada porque que las mejores ofertas
laborales de los abogados laboralistas que pregonan la defensa de los derechos
de los trabajadores no superaron el monto mensual antes indicado y que
actualmente debe trabajar en la profesión de abogado y en la de profesor piano
por una suma conjunta de $ 3.100,00 mensuales (de los cuales como fuera indicado
supra solo le quedan $ 1.600,00 mensuales), su proyecto de vida se ha canalizado
en realizar los trámites legales para emigrar a E.E.U.U. para trabajar “en lo que
sea”.-
En definitiva, si se radica en E.E.U.U. y trabaja “de lo que sea”,
indirectamente, ese país se verá beneficiado con el costo de la educación del
“joven abogado” que realizaron sus
padres y el Estado a través de los impuestos que pagaron todos los ciudadanos en
su educación, toda vez que el fruto de ese trabajo, más allá si es bien
remunerado o no, lo obtendrá E.E.U.U. y la Argentina que fue la que en gran
parte costeó su educación (la otra parte como se ha visto más arriba la
afrontaron sus padres).-
5.- COSTOS PERSONALES QUE PAGA EL JOGEN
ABOGADO: Los costos
económicos que han pagado los padres del “joven abogado” o el Estado para darle
una educación digna y que este ha retribuido con creces considerando las
calificaciones obtenidas en todos los tramos de su carrera educativa (primaria,
secundaria y terciaria) y tanto en las dos carreras estudiadas (abogacía y
profesorado de piano) han sido calculados en forma aproximada en el punto 4,
debiendo resaltarse que en el caso de “el joven abogado” sus padres pudieron
costear parte de sus estudios gracias al esfuerzo y sacrificio que hicieron 3
generaciones de argentinos que trabajaron esforzadamente y honradamente desde
principios del siglo pasado cuando su bisabuelo paterno llegó a la Argentina de España,
luego su abuelo y, finalmente, su padre.-
Sin embargo, el mayor costo que debe afrontar “el joven abogado” no es el
económico sino el personal, dado que este se evidencia en el plano de la
frustración y la desilusión personal, toda vez que como decía una vieja
propaganda: “hay cosas que el dinero no puede comprar porque no tienen precio”,
tales como el haberse sacrificado desde los 5 años hasta los 24 años obteniendo
todos los años las máximas calificaciones educativas en las dos carreras que
estudió, para que ahora deba emigrar a otro país para trabajar “de cualquier
cosa”, ya que en el nuestro, y lo repito, a pesar de los dos títulos obtenidos
por su esfuerzo, empeño y dedicación, el de sus padres y el del Estado, no puede
obtener un trabajo digno en el que se le pague, por lo menos, un S.M.V.M.
mensual y tampoco lo ha conseguido ofreciéndose como empleado administrativo o
de comercio a pesar de haber transcurrido ya un largo año de búsqueda
infructuosa.-
6.- COSTO FAMILIAR: Dejando de lado el costo económico
que realizó la familia de “el joven abogado”, éste y hasta el Estado mismo, para costear los estudios primarios,
secundarios y terciarios, toda vez que cualquier padre y madre de bien, jamás se fijarán, ni pondrían el acento
en ello, y es más, ni siquiera les ocurriría pensar en ello, puesto que los
gastos que insume la educación de un hijo no son una mercancía, ni un bien de
cambio, ni un gasto propiamente, ni siquiera una inversión a futuro, etc. sino
que son, tan algo sencillo y fácil de comprender, como el procurarles un futuro mejor para
ellos y para lo que vendrán después de ellos y no solo en lo económico sino,
fundamentalmente, en verlos
transformados en el tramo final de sus vidas, en hombres y mujeres de bien que
cumplen con sus deberes y obligaciones, que son personas éticas, que son buenos
ciudadanos, que no son amigos de lo ajeno, que respetan la ley y que, en última
instancia, estén en el ámbito que estén, (familiar, laboral, social, etc.)
siempre se limitan a hacer lo “correcto”, etc.-
En definitiva, que son buenas personas, y este es el mayor costo de todos que ahora
paga toda la familia de “el joven abogado”, porque y vuelvo al slogan de la
vieja propaganda: “hay cosas que no se pueden comprar con dinero porque no
tienen precio”.-
En efecto, para un padre y una madre, no tiene precio ver la
desilusión en la mirada del
hijo que durante todos los años y en todas las carreras que emprendió siempre
obtuvo las máximas calificaciones posibles y, ahora, que todas estas energías
puestas por él, por su familia y por el Estado durante casi 20 años de
esfuerzos, empeño, sacrificio, dedicación, estudio, etc. son remunerados por debajo del S.M.V.M, y
si es que consigue a “alguien” que tenga la “generosidad” de
pagarlo.-
No tiene precio para esos padres el no poder decirle que lo siga
intentando, que vale la pena, que más tarde o temprano el sacrificio y el empeño
puesto en todos estos años, “algún día” le serán será recompensado, no
haciéndolo millonario, ya que tampoco eso le interesa ni es lo que desea para
su futuro, sino permitiéndole tener
una vida digna, cuando la verdad es que le estarían mintiendo y no hay peor
canallada que el mentirle a un hijo a sabiendas que se le está mintiendo.-
No tiene precio para esos padres verlo partir a otro país con un dolor
desgarrador no solo por la partida del ser más querido y la lógica incertidumbre
que les provoca el saber que estará en tierras lejanas, lejos de sus afectos, de
sus amigos, de ellos, del país que lo vio nacer y crecer, etc, sino fundamentalmente, por la injusticia
de no poder desarrollar en nuestro país todas las virtudes para las que se
preparó durante largos años y que lo ha llevado a tener que adoptar esa
decisión.-
No tiene precio para esos padres la desilusión personal que sufren al
sentir que todos sus esfuerzos de años fueron en vano y que por más empeño y
dedicación a los que dedicaron todo en sus vidas no lograron poder forjar en
nuestro país un futuro mejor para su hijo, “el joven abogado” y que, por ese motivo,
debe emigrar en busca de un presente que le permita vivir dignamente y de un
futuro que le asegure alguna estabilidad o seguridad tanto para él como para sus hijos.-
No tiene precio para esos padres el solo hecho de pensar que tuvieron que
pasar 3 generaciones desde que el bisabuelo “gallego” y tonelero de “el
joven abogado” que solo sabía leer y escribir (a medias) bajó de un barco que lo trajo de España, a
principios del siglo pasado, para que su abuelo (2 generación) pudiera obtener un título secundario y su padre (3 generación) un título
universitario, mediante el sacrificio, el esfuerzo, el empeño y la
dedicación de todos ellos pero,
también, del Estado que les pagó los estudios
primarios y secundarios con los impuestos de los ciudadanos a los 2 primeros. El universitario del padre se lo pagó el
solo trabajando vacunando pollos,
cosechando uva, cuidando perros, de
cadete, dactilográfo y empleado público y privado. Y que, ahora, “el joven abogado” (3 generación) de
argentinos deba partir de nuestro país a otro en búsqueda de mejores horizontes
porque en estas tierras, ni el
título de abogado, ni el título de
profesor de piano valen el equivalente a un S.M.V.M.
mensual.-
No tiene precio la frustración de esos padres ver como se comportan con
“el joven abogado”, en particular, sus ex socios y amigos del padre de 20 años
de profesión liberal de la abogacía o, en lo general, los otros abogados del
fuero laboral, quienes proclaman diariamente en los pasillos de los tribunales,
congresos, convenciones, conferencias, publicaciones, etc. defender los derechos de los
trabajadores, pero después, en la vida cotidiana, se niegan a pagarle a sus propios
empleados, dicho sea de paso, también, abogados como ellos, salvo que más
jóvenes y, lógicamente, con menos experiencia, por lo menos, el equivalente al
S.M.V.M. mensual. O lo que es más
grave, ni siquiera le dan a “el joven abogado” la oportunidad de ganarse la vida
dignamente con el título de abogado que tanto le costó conseguir, por su trabajo con un sueldo digno, sin
que nunca haya escuchado que nadie levante la voz ante tamaña injusticia y, por
el contrario, avalan con su silencio cómplice semejante inequidad: léase
colegios de abogados, asociaciones de abogados laboralistas, et. etc. Y, no es que el padre del padre de “el
joven abogado” propicie la “dedocracia” para “conchabar” a su hijo en el estudio
de un abogado “amigo” de manera tal de buscarle una salvación individual. Simplemente anhela que se respete y se
reconozca la “meritocracia” y que el trabajo de un joven abogado se
remunerado con pautas de justicia, equidad, ecuanimidad, etc., como cualquier
otro trabajo y no que termine siendo un favor personal que le hacen al padre
“viejo abogado” que lo pide por cuestiones de amistad o conocimiento personal, sino
que lo obtiene “el joven abogado” por méritos propios y que se ganará con su
labor diaria hasta el último centavo que se le pague. Al igual que le ocurre a
tantos nuevos abogados que deambulan todos los días por los pasillos de
tribunales en busca de algún “viejo abogado” que tenga la “generosidad” de
darles un trabajo, habiendo llegado al colmo y al extremo de tener que ofrecerse a trabajar gratis
a cambio del aprendizaje y lo mismo
en algunos Tribunales. Y, lo que resulta más vergonzoso e indignante aún,
existen abogados que aceptan tan
desesperadas propuestas laborales, cuando debería darles vergüenza
“aprovecharse” de la situación laboral acuciante en la que se encuentran sus
“colegas” . A las vez que, nuevamente, las entidades que agrupan a “todos” los
abogados (jóvenes y viejos) y, para decirlo claramente, me refiero a los
colegios de abogados y asociaciones de abogados laboralistas, etc. miran para
otro costado y permiten con su pasividad que se consume una práctica laboral más
propia de la edad media que de pleno siglo XXI. Porqué se produce este fenómeno?. Porque “algunos” (no todos) de quienes
todos los días dicen defender los derechos de los trabajadores no han mostrado
el más mínimo sentido de “protección” para estos jóvenes abogados que si quieren
ejercer su profesión se ven obligados a trabajar por menos dinero de lo que
cobra un “limpia vidrios” o un “cuidada coches” en cualquier calle de las
ciudades de nuestro país (y lo digo no
en tono peyorativo o discriminatorio porque todo trabajo es digno y debe
ser dignamente remunerado, que no se mal entienda, pero tampoco se puede negar
la realidad y, esta es, que tiene
más merito un joven abogado y profesor de piano que estudió durante 20 años y se
recibió a los 24 años con medalla de oro y mención especial que un trabajador
que se dedica a los oficios antes mencionados). La verdad no lo se. Pero lo intuyo. Porque “algunos” y, obviamente, cuando
digo algunos lo ratifico digo “algunos” y no “todos” de sus directivos se siente
eso: “directivos” o “gerentes” como si se trataran de una sociedad comercial y
no de entidades que deberían defender los derechos de sus asociados y de ellos
los de los más “débiles”, es decir, los jóvenes abogados. Y no actuar, tal como si fueran parte de una “elite aristocrática” que se beneficia
directamente de esta nueva forma de trabajo “precarizado”, olvidando que el
“trabajador precarizado” es, también, un “colega” suyo, solo que más joven y
con menos experiencia. Y porqué los
jóvenes abogados aceptan trabajar en esas condiciones de no se revelan ante esta injusticia. Tampoco lo sé, pero nuevamente lo
intuyo. Porque si lo hacen pierden
su trabajo, como en cualquier otro trabajo. La ley de la oferta y la demanda
suele ser implacable y despiadada.
Nuevamente, tan sencillo como eso.
Nada de otro mundo o de una dimensión desconocida.-
Por otra parte, no se me pasa por alto que existen “algunos” “abogados que se dicen laboralistas” a
quienes no se les cae el “principio protectorio” de la boca, o el “principio de
progresividad” o el art. 14 bis de la C.N. o los tratados internaciones con
jerarquía constitucional por mandato del art. 75, inc. 22 de la C.N. y así podría seguir con
la larga serie de principios sobre los que se asienta nuestra materia. Sin embargo, estos loables ideales con
los que “cacarean” todos los días en sus demandas o en las audiencias, se les
termina cuando tienen que meterse la mano en el bolsillo y pagarle un sueldo
digno al joven “colega” que han contratado laboralmente, para tal como si fuera un “sherpa” del Tibet,
les hagan menos pesada la carga de
tener que sobrellevar sobre sus espaldas la defensa de los derechos de los
trabajadores a los que dicen defender.
Sin embargo, tampoco me extraño, ya que normalmente estos son los mismos que nunca están dispuestos
a sacrificar un solo centavo de “su” sacrosanto “pacto de cuota litis”, aún cuando en ello se lleven puesto al
mismísimo trabajador al que
sostienen proteger a capa y espada, cuando la realidad indica que lo han
transformado de un “sujetos de derecho” en un “objeto de comercio”. Que quede
claro estos “abogados que se dicen laboralistas” son un grandísima minoría en el
universo de los abogados que se dedican a esta disciplina, incluso, muchas veces, hasta perdiendo dinero.
Pero no debe dejar de decirse,
también, que mientras los primeros
progresan “mágicamente” y en escasos años de profesión ya son abogados exitosos
con casas en countrys, camionetas 4 x 4, viajes al exterior, etc. Los otros, los
genuinos abogados laboralistas, los que verdaderamente defienden los derechos de
los trabajadores, los que sostienen con el cuerpo lo que dicen con la palabra,
son la gran mayoría.
Lamentablemente, como en todos los órdenes de la vida, su trabajo
silencioso suele pasar desapercibido y, generalmente, no es reconocido, a veces,
ni siquiera por el propio trabajador cuyos derechos debieron resguardar no solo
de la otra parte de la relación jurídica sino, ahora, además, de estos “abogados
que se dicen laboralistas” que a
falta de juicios civiles por daños y perjuicios descubrieron, de un día para
otro, que su real vocación era defender a los trabajadores.-
Es por eso que aprovechando estas líneas, y aun cuando no sean su
objetivo central, me atreveré a hacer un aporte para que no tengamos que seguir
viendo como se van del país nuestros mejores abogados y abogadas y, de paso,
seamos “todos” un poco más “justos” que mal no nos va a venir. Para eso propongo que quienes tengan que
tomar las decisiones pertinentes y siempre si les parezca correcta la
adopten, ya que no pienso cobrar
derechos de autor (obviamente la pueden cambiar, modificar y si no sirve tirar)
incorporar a los códigos de éticas de la abogacía o a las leyes que regulan el
ejercicio de la profesión un artículo que podría decir algo parecido a
esto: “Será considerado una falta
grave a la ética del abogado y así será sancionada la contratación, sea en el carácter que fuere, de otro abogado de hasta 30 años de
edad, cuya remuneración, en concepto de remuneración mensual o en
concepto de porcentaje por
honorarios mensuales, sea
inferior al equivalente a un
S.M.V.M. mensual” (digo uno por decir, bien puede ser uno y medio o dos,
etc.).-
No tiene precio para esos padres la decepción de esos padres pensar que
después de 3 generaciones de argentinos que trabajaron y estudiaron sacrificada
y honestamente en el país nunca menos de 10 horas por día de lunes a lunes y,
por lo menos, trataron de ser buenos ciudadanos, cosa que creo que lograron,
ya que pueden caminar por la calle
con la cabeza en alto y sin nada de que avergonzarse, ya que la primera
generación le fue trasmitiendo a las siguientes que no era tan difícil ser
buenas personas, solamente, se trataba de hacer “siempre” lo “correcto” sin
importar las consecuencias, ahora,
y tal como si la vida fuera un gigantesco “juego de la oca”, tengan que ver
partir a uno de ellos de la 3 generación, y tal vez el mejor de todos por los
méritos y éxitos obtenidos, a un lugar parecido desde donde, a su vez, partió
allá lejos y hace mucho tiempo, su bisabuelo, el tonelero “gallego” que llegó a estas tierras en
busca de un futuro mejor para sus hijos y para sus
nietos.-
Volviendo al tema del “el joven abogado” que ha decidido emigrar, me
pregunto que se le puede reprochar por la resolución tomada. El ya hizo su parte: estudio la
primaria, la secundaria y la universidad, se graduó en dos carreras, obtuvo en
todos las tramos educativos de las dos carreras estudiadas las máximas
calificaciones posibles, fue honrado como portador de la Bandera Nacional en
distintas instancias de su vida educativa por los méritos educativos que realizó
solo y sin la ayuda de nadie, obtuvo todas las medallas de oro por ser el mejor
alumno en todos esos niveles, se recibió en dos carreras, en una de ellas no
solo como mejor egresado, medalla de oro y mención especial por ser el mejor
alumno en la historia de la universidad estatal, hace un año que busca trabajo ya no solo de abogado o profesor de
piano sino, incluso, de empleado de comercio y de administrativo y no lo
consigue, se aviene a trabajar por debajo del S.M.V.M., con lo que cobra por su
trabajo de abogado y de profesor de piano le quedan en la mano para sus gastos
personales solamente $ 1.500,00 y con eso tiene que costearse todos sus gastos
personales y tratar, algún día, de
formar una familia con su actual novia con la que espera casarse y formar una
familia, tal como lo hizo su bisabuelo, su abuelo y su padre.-
El no es un ingrato, ni un resentido, ni un desagradecido, ni un egoísta, con su
país, menos aún, un traidor a la
patria. Solo quiere un presente que le permita vivir con dignidad “hoy” y que lo
puedan hacer “mañana” sus propios hijos. Otra vez, tan simple como eso. Lo que hasta donde yo se siempre quiso y
quiere cualquier argentino de bien para sí y para sus
hijos.
No se que sentirá “el joven abogado” del discurso porque eso está
guardado en su fuero íntimo. Muy
probablemente habrá empezado a aprender que una cosa son las palabras escritas
en un papel y otras muy distintas son la realidad.-
Pero si se lo que siente el padre del “joven abogado”: una tremenda pena,
tristeza, frustración, desilusión,
decepción… En fin… un
sentimiento que no puede explicar con palabras. También, se lo que piensa: algo o mucho
hemos hecho y debemos estar haciendo muy mal los argentinos (todos sin exclusión
de nadie – él se incluye) y desde hace, también, mucho tiempo antes de ahora,
para que después de 3 generaciones
de argentinos que vivieron, estudiaron y trabajaron honestamente y sin mácula
alguna en este suelo, tenga que ver irse del mismo a uno de ellos, seguramente,
el que está en mejores condiciones
de seguir aportándole al país para la
realización de una sociedad mejor, ya que después de todo para eso
estudió durante 20 años para recibirse de abogado y desde ese lugar hacer su
aporte para construir una sociedad
más justa para todos.-
Sí se, también, que el único consuelo que tiene el padre del “joven
abogado”, es que su, a su vez, su padre y su abuelo no tendrán que sufrir lo que
el sufre, al ver como todos los esfuerzos y sacrificios de años y años de una
familia trabajadora y honrada durante casi 100 años en el país, no tuvieron el éxito que ellos querían
para los que vendrían cuando ya no estuvieran y que, insisto, tal vez el mejor
de todos ellos, ahora, deba partir a otras tierras con el mismo objetivo que lo
hizo su bisabuelo el “gallego” tonelero cuando se fue de su tierra para tratar
de forjar un futuro mejor para su familia y para los que vendrían después de
él.-
La única diferencia entre ellos es que ese “gallego” tonelero llegó a
estas tierras en busca de un futuro mejor para sus hijos y nietos en un barco y,
ahora, el “joven abogado”, su
bisnieto, tiene que partir,
también, a otras tierras en busca de un futuro mejor para sus hijos y
nietos, en un
avión.-
Espero no haberlos aburrido ni cansado con la historia. La misma es verídica y refleja fielmente
los hechos. Pido disculpas se me excedí en algunos conceptos o si ofendía o
agravié a alguien con algunos de ellos.
Nunca fue mi intensión.
Solamente quise relatar la historia tal como la había conocido y, tal vez
por eso mismo, la pasión que siempre me puse como abogado litigante (de pura
raza como me gustaba llamarme) me llevó a extralimitarme en mis
ideas.-
No quiero polemizar con nadie. Ni levanto cargos contra nadie. Nadie
tiene porque sentirse injuriado.
Nadie tiene la culpa de lo que le ha pasado a “el joven abogado”, en el fondo,
ha sido su decisión. Y, además, es uno más de lo que todos los días les pasa a
miles de abogados jóvenes en todo el país.-
Sí digo que lo que les pasa a los jóvenes abogados de los cuales “el
joven abogado” del discurso es solamente uno más, no es culpa de este gobierno, ni del
anterior, ni del anterior, ni de la oposición actual, ni de la anterior, ni de
la anterior, ni de los medios de difusión actuales, ni de los anteriores, ni de
los anteriores, etc. En todo caso estoy convencido que la culpa la tenemos todos
como sociedad. La tiene toda la
sociedad, incluido, por supuesto, el padre de “el joven abogado” que también
forma parte de ella y no de ahora
sino desde hace mucho tiempo. Porque lo que nos pasa como argentinos, no lo engendran seres de otro planeta que
vienen escondidos en naves espaciales y se infiltran entre nosotros. También tengo el pleno convencimiento
que no padecemos una maldición egipcia que nos durará 300 años. Al menos no existen pruebas científicas
de ni de lo primero ni de lo segundo hasta donde yo sé. Somos nosotros. Nadie tiene la culpa de lo que nos ha
pasado, pasa y nos pasará. Solo nosotros. Los argentinos. Todos, sin excepción alguna. Somos
nosotros quienes diariamente nos empeñamos en hacernos daños en sus más
distintas y variadas formas. Somos
nosotros quienes estúpidamente nos
empeñamos en expulsar del país a sus mejores hombres y mujeres como el “joven
abogado” del discurso. Somos nosotros quienes haciendo un culto a la clásica
viveza criolla no nos damos cuenta que cada vez decaemos más en todos los
ámbitos de nuestras vidas, de los cuales la educación y el ejercicio de la
abogacía, es solamente una muestra más. No busquemos más culpables. Dejemos de auto engañarnos. Asumamos de una vez que todos nuestros
males los engendramos nosotros solitos como sociedad…
En fin… no quiero filosofar porque no era mi intención. Y, ahora debo pedir perdón por haberme
desviado de mi propósito que, y vuelvo al principio, era que se conociera el
discurso de “el joven abogado” y su historia que seguramente es la misma
historia de miles de “jóvenes abogados” que ven frustrados sus sueños o se
sienten estafados por una sociedad
que les prometió que podrían ganarse la vida trabajando de su profesión
honestamente y, al final de la carrera, descubren que esta termina en un
aeropuerto.-
Con el aprecio de siempre, aprovecho la oportunidad para enviarle a todos
los integrantes del grupo un feliz nuevo año y el estimado coordinador del
mismo, además, un fuerte abrazo.-
Sergio Simó.-
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