Yo he conocido esa Corte
Donde el derecho vivía,
Y a su tutela tenía
Toda la Constitución;
No un feudo que se comporte
Ignorando a la Nación.
Tras
un larguísimo período de ostracismo del derecho en el principal
tribunal de la Nación, con una corte que asistió impasible a la
recuperación del sistema constitucional y mucho más a los alcances del
bloque de constitucionalidad; y tras las batallas que dio nuestra
sociedad por un cambio sustancial, en el 2003 se configuró una cúpula
judicial que, aún heredando algunas figuras de sus antecesoras, motivaba
nuestro orgullo como juristas y como ciudadanos.
Dejaba
atrás, y teníamos derecho a considerar que arrojadas al polvo de la
historia, a aquellas patéticas ‘corte del faraón’ y de la mayoría
automática, y a la ‘corte y confección’ a la medida de las políticas que
culminaron en la tormenta final del 2001-2.
La
nueva composición profesional, independiente, creativa y plenamente
dedicada a una articulación entre el control de constitucionalidad y el
derivado de la aplicación de los convenios internacionales de derechos
humanos, se mostraba solvente para compensar algunas herencias,
subsistencias y resabios de un pasado deplorable.
Entre
esas herencias, conviene no olvidar la presencia de Carlos S. Fayt,
quien –nombrado durante el gobierno de Alfonsín- consiguió eternizar su
actividad como ministro mediante la que me parece que es la única
experiencia judicial de una declaración de inconstitucionalidad de una
norma de la propia constitución: la que obligaba a obtener un nuevo
acuerdo para la continuidad después de haber cumplido los 75 años. La
misma norma constitucional , dicho sea de paso, que Zaffaroni no vaciló
en acatar al renunciar oportunamente a su cargo.
Fayt
no tiene culpa alguna del paso inexorable del tiempo vital. Hay que
entender que, a medida que envejecemos, vamos perdiendo conciencia del
alcance de nuestras propias limitaciones, aquellas que los demás no
pueden dejar de ver. Como lo he conocido y tratado lo bastante en su
plenitud intelectual, doy fe de sus dotes y de su capacidad de aporte a
ese cambio casi copernicano que le aconteció en el ejercicio de su cargo
con las nuevas compañías del 2003. Había atravesado esos tristes
períodos previos sin graves reproches a su propia conducta personal,
aunque también sin demasiadas resistencias notables. – Ensañarse con él,
o con lo que de él queda a sus 97 años, transcurridos 22 desde que
debió y pudo revalidar temporariamente su derecho al cargo, es una
felonía que Fayt no merece … como no merece las felonías que se hacen
hoy desde el seno de la propia Corte, simulando su presencia para
completar ese número mínimo funcional de 4 componentes.
Fayt
ha tenido un historial digno, muy signado por su histórico
antiperonismo y anticomunismo. Sostuvo, dirigió y vio crecer con su
conducción y la de sus amigos a la Asociación de Abogados de Buenos
Aires, e hizo méritos para que, aún quienes polemizábamos con él en un
marco de respeto democrático, celebráramos la decisión de ese primer
gobierno superador de la dictadura de llevarlo a la Corte sin haber
pasado por ninguna función judicial previa.
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