http://laesferagris.blogspot.com.es
Patricia Terino
Conferencia (Semana cultural en el I.E.S. Eugenio Frutos)
Presentación
La cuestión tratada en esta charla está referida a "los medios de comunicación y el poder". Está dividida en dos partes:
- la primera de ellas es la que ahora nos ocupa, en la que intentaremos
dilucidar los mecanismos utilizados por los medios de comunicación para
ejercer su papel en la sociedad, así como la relación que guardan con
el poder establecido, por lo que será necesario remontarse a los
orígenes de este fenómeno para intentar comprender las causas que
posibilitaron su surgimiento y su influencia actual en muchos ámbitos de
la realidad.
- La segunda parte versa sobre una exposición, a modo de ejemplo, inspirada en el documental titulado Una mosca en una botella de coca cola,
sobre las grandes sinergias, fusiones y concentración de poder llevadas
a cabo por las grandes compañías de la información y la comunicación en
nuestro país, con el objeto de que su análisis nos resulte así más
cercano al adentrarnos en los entresijos y el funcionamiento de los mass media de los que tenemos experiencia inmediata cada día.
Introducción
Cuando me propusieron encargarme de esta actividad, acepté sin reparos
porque es una cuestión a la que llevo dedicando mi atención y estudio
desde que tengo veinte años, no exclusivamente a los medios de
comunicación, sino a todos aquellos mecanismos con los que cuenta el
sistema y el orden establecido para ejercer su dominio y control sobre
la ciudadanía, evitando así la toma de conciencia por parte de la misma
acerca del funcionamiento de dicho sistema, acerca de las
contradicciones sobre las que se fundamenta y acerca de los grandes
males que asolan el mundo.
Esta perspectiva crítica fue asumida por muchos pensadores y pensadoras,
así como por diferentes corrientes de filosofía, que se dedicaron
fervientemente a la tarea de desenmascarar las estrategias del sistema y
a poner de relieve los peligros ocultos del mismo, especialmente desde
el S. XIX, continuando a lo largo del S.XX y llegando hasta nuestros
días aquel pensamiento heredado que sentó las bases para constituir una
nueva forma de enfrentarse al mundo, de concebirlo y de cambiar todo
aquello que solo tiene validez para una élite absolutamente minoritaria.
Todos estos pensadores y corrientes, a los que iré poniendo nombre a lo
largo de esta intervención, se han convertido en mis maestros y guías
por todo lo que me hicieron descubrir y todo lo que siguen enseñándome
hoy, por lo que me gustaría compartir con vosotros y vosotras muchos de
los conocimientos que me aportaron y que intentaré poner de manifiesto
de la manera más clara posible a lo largo de esta exposición.
Chomsky
Me gustaría comenzar por uno de ellos, uno de esos pensadores
imprescindibles para la comprensión del mundo actual y los sistemas de
poder que lo gobiernan. Se trata de Noam Chomsky, calificado por el New
York Times como el intelectual vivo más importante. Es anarquista de
corazón y lingüista de profesión. Ha ejercido su labor como tal en el
MIT, del que actualmente es profesor emérito a sus 87 años de edad.
N. Chomsky |
Sus teorías acerca del innatismo del lenguaje y de la gramática
universal han revolucionado el pensamiento dentro de la Filosofía del
lenguaje, dando lugar a una nueva corriente dentro de esta disciplina.
Pero hoy lo traemos aquí a colación por el activismo social y político
que le ha caracterizado desde muy temprana edad, resultando de especial
importancia también en el ámbito de los mass media que hoy tratamos.
Un ejemplo de su compromiso lo representa la carta que con tan solo once
años de edad escribió en defensa de la República en plena guerra civil
española; carta en la que no solo expresaba su apoyo al bando
republicano, sino también a todos aquellos ciudadanos, milicianos,
miembros del POUM, anarquistas e intelectuales extranjeros que llegaron a
España a librar una guerra que también era suya porque el fascismo se
extendía entonces por Europa y entendieron que tenían el deber de
arriesgar y entregar incluso su vida por la libertad y la dignidad de
sus hijos e hijas.
De todo ello nos hablaba aquel por entonces niño en esa carta, lo que
pone de manifiesto la amplitud de conocimientos y la actitud crítica que
le acompañaba desde la infancia y que años más tarde le convertirían en
uno de los ciudadanos norteamericanos más peligrosos para su propio
país por poner de relieve, a través de los análisis rigurosos que
realiza y de los documentos desclasificados que expone en sus obras, los
múltiples actos de terrorismo de Estado que los países occidentales,
autoproclamados adalides de la libertad y la democracia, llevan a cabo
cada día.
Toda esta exposición de datos oficiales, de historias que no se cuentan y
que él ha hecho llegar a la población, le han valido varias
carcelaciones e innumerables amenazas de muerte. Pero sus penurias no
han resultado en vano para las generaciones venideras, ya que
consiguieron agitar la conciencia de una buena parte de la ciudadanía
que estaba dormida y que hoy empieza a despertar.
"Los guardianes de la libertad"
Pero hoy hablamos de Chomsky, porque además de querer rendirle mi
pequeño homenaje personal por todo lo que me ha aportado y enseñado a lo
largo de los últimos quince años, escribió, junto con Edward S. Herman,
una obra emblemática acerca de los medios de comunicación y la
influencia espeluznante que ejercen en la sociedad actual en todos sus
ámbitos: político, social, económico o cultural.
La obra se titula Los guardianes de la libertad y se ha
convertido en un hito para el pensamiento crítico que denuncia el
funcionamiento de dichos medios y su estrecha relación con el poder
establecido, haciéndolo a través de ejemplos reales e históricos y
numerosos datos que abalan su exposición; datos que no pretendo
reproducir en el día de hoy. Pero sí voy a permitirme exponer algunos
fragmentos de la obra para ilustrar muchas de las ideas que vamos a
desarrollar:
"Según el postulado democrático los medios de comunicación son
independientes y tienen la obligación de descubrir la verdad e informar
de ella, y no reflejar pura y simplemente la percepción del mundo que
desearían los grupos de poder. Los responsables de los medios de
comunicación afirman que su forma de seleccionar noticias se basa en
criterios objetivos e imparciales y que para ello cuentan con el apoyo
de la comunidad intelectual. No obstante, de ser cierto que quienes
ostentan el poder tienen capacidad para fijar los términos del discurso,
para decidir qué es lo que el público en general puede ver, oír y
pensar, y para "dirigir" la opinión pública por medio de campañas de
propaganda regulares, la opinión generalizada acerca de cómo trabaja el
sistema bien poco tiene que ver con la realidad".
"Los medios de comunicación de masas actúan como sistema de
transmisión de mensajes y símbolos para el ciudadano medio. Su función
es la de divertir, entretener e informar, así como inculcar a los
individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les
harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. En
un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen
grandes conflictos de intereses de clase, el cumplimiento de tal papel
requiere una propaganda sistemática".
"El poder de los anunciantes sobre la programación televisiva se debe
sencillamente a que son ellos los que compran y pagan los programas.
Ellos son los "patrones" que dan las subvenciones a los medios, estos
compiten por su patrocinio, desarrollando equipos especializados para
captar anunciantes, que se ven necesariamente obligados a explicar cómo
sus programas se ajustan a sus necesidades. Las elecciones de estos
patrones afectan grandemente el bienestar de los medios de comunicación,
con lo cual los anunciantes se convierten en lo que William Evan
denomina "organizaciones normativas de referencia" a cuyas exigencias y
demandas deben acomodarse los medios de comunicación si desean tener
éxito".
" (...) Los poderosos pueden utilizar relaciones personales, amenazas
y recompensas para influenciar y coercionar aún más a los medios de
comunicación. Estos pueden sentirse obligados a dar por buenas
historias extremadamente dudosas y a acallar sus críticas para no
ofender a sus fuentes de información y perjudicar su estrecha relación
con estas".
Esta obra se publicó en 1988 y hoy, casi treinta años después, su
análisis sigue siendo de absoluta actualidad, con un par de salvedades, a
mi juicio. La primera de ellas es la referida a la introducción de
nuevos medios de comunicación, tales como el uso casi irrenunciable de
internet y las redes sociales en nuestros días y sobre los que Chomsky
evidentemente no podía hablar en esta obra. Y en segundo lugar, la
ciudadanía actual está mejor preparada para afrontar un análisis crítico
sobre los mass media y percibir de un modo más claro el servicio
que prestan al poder establecido. Por lo demás, las relaciones entre
los diferentes medios se han incrementado y las fusiones y sinergias
entre ellos se presentan a la población como algo tan habitual que pasa
más fácilmente desapercibido su viejo objetivo de conseguir la más
absoluta concentración de poder y en consecuencia, un mayor control
sobre la ciudadanía.
Siglo XIX: surgimiento de los medios de comunicación
Si al igual que Chomsky y que el resto del sentido común ciudadano
pensamos que los medios de comunicación han de prestar un servicio de
información veraz y objetiva a la ciudadanía, han de constar de un
funcionamiento democrático, propio de las sociedades que presumen de tal
espíritu y carácter, es lícito preguntarse cómo es posible que se hayan
convertido en una de las herramientas más eficaces con las que cuenta
el sistema para adoctrinar, manipular y controlar a la ciudadanía, cómo
han podido transformarse en los altavoces del poder, como gusta de llamarlos Chomsky.
La respuesta es sencilla si indagamos en la historia, si leemos entre
líneas, si fijamos nuestra atención en los detalles: nacieron con ese
fin. Por eso vamos a remontarnos al S.XIX y al contexto en el que surgen
los primeros medios de comunicación.
Es el siglo del llamado Positivismo. Todos los ámbitos de la realidad
quieren dotarse del carácter científico y de la metodología propia de
las ciencias naturales, atendiendo a su rigurosidad, a su exactitud,
para lograr así un mayor conocimiento de nosotros mismos y de nuestro
entorno. Pero se equivocaban, como poco después denunciarían los
pensadores de la Escuela de Frankfurt. Si imbuimos a las ciencias
humanas de objetivación, de cuantificación, al estilo de las ciencias
exactas, eliminamos de su entorno la comprensión y la implicación del
sujeto en las mismas en favor únicamente del objeto. Este afán
totalizador de la ciencia y su extensión al resto de disciplinas dio
lugar al cientificismo y a la idea del carácter acumulativo e
infalible de la ciencia, afortunadamente puesto en cuestión a lo largo
del S.XX por pensadores como Kuhn, Lakatos o Feyerabend, entre otros.
Es el siglo de los grandes avances científicos, justificando de este
modo el ya mencionado Positivismo, pese a que a finales de siglo, la
ciencia vive una de las más duras crisis de fundamento en su historia
debido a la aparición de geometrías no euclídeas y al comienzo del
derrumbe del determinismo clásico.
Es el siglo de los grandes inventos, dentro de los cuales destacamos
algunos de los medios de comunicación primigenios, como el telégrafo, el
teléfono o la radio. En 1895 se filmará la primera película-documental,
dando lugar al inicio del cine. Y años después, entrados ya en el S.XX,
surgirá la televisión como medio por excelencia y predilecto para el
sistema, por el poder que ejerce sobre la ciudadanía.
También es el siglo de la instauración definitiva del sistema
capitalista, que llega hasta nuestros días en una versión más compleja y
absolutamente globalizada del mismo, pero con idénticas bases a las que
le vieron surgir: un sistema basado en la concentración de poder, en la
acumulación de riqueza, en su expansión por todos los rincones del
planeta y en la absoluta desigualdad para poder mantener dichas bases.
Un sistema de poder tan ambicioso requiere de un férreo mecanismo de
control que garantice su perpetuación, que asegure la sumisión de la
mayoría, quienes con sus penurias sustentan la riqueza y el poder de la
élite privilegiada. Y es aquí donde entran en juego los medios de
comunicación, que han resultado ser una herramienta muy eficaz para los
fines perseguidos por el sistema.
A estas alturas de la exposición, me resulta inevitable citar a Marx y a
dos de los conceptos que, a mi juicio, representan una de sus
genialidades, independientemente de nuestro corte ideológico personal o
de que nuestra visión del mundo y de la historia se acerque o por el
contrario se aleje de las concepciones marxistas: infraestructura y superestructura, que traigo a colación por la claridad que arrojan sobre la cuestión que tratamos.
K. Marx |
Marx define la infraestructura como el sistema económico de una sociedad
y afirma que esa base económica determina la estructura social, es
decir, según sea el sistema económico así será la organización social, y
no a la inversa. Esto significa que el capitalismo, que surge
originariamente como sistema económico, aunque después sus principios se
extrapolen a otros ámbitos de la realidad, da lugar a un tipo
determinado de sociedad: una sociedad jerarquizada, estructurada sobre
dos clases sociales bien diferenciadas: burguesía y proletariado, llamadas así en época de Marx, y que en términos generales podemos denominar opresores y oprimidos, los de arriba y los de abajo, privilegiados y no privilegiados.
Toda infraestructura requiere de unos medios eficaces que apuntalen su
perpetuidad, su inmutabilidad en sus bases. Toda infraestructura
requiere de una superestructura, de unos mecanismos de control
repartidos por todos los ámbitos de la vida, que permitan aglutinar a la
población bajo el sello de la homogeneización, evitando cualquier
insurgencia o disidencia ante el orden establecido.
Todas las épocas históricas han contado con una infraestructura y con
una superestructura que la sustente. Marx hablaba de la política, las
leyes, la filosofía, la religión e incluso el arte, como elementos que
componían esa superestructura en su contexto particular. La Antigüedad
romana empleó el circo y los grandes espectáculos de masas para
entretener y disuadir a la población de posibles levantamientos contra
el orden social, político y económico impuesto por el imperio. La Edad
Media llevó a cabo un uso de la religión y el miedo sin precedentes
hasta ese momento en un nuevo intento por mantener el status quo vigente.
A partir de la Modernidad, entran en juego factores como la razón
humana, el conocimiento, la ciencia y en nuestros días la tecnología,
puestos al servicio del sistema para dar lugar a mecanismos de control
más complejos y al mismo tiempo más sutiles, con el fin de pasar
desapercibidos para la gran mayoría de la población. Pero en ninguno de
estos períodos someramente citados ha conseguido el poder establecido
acallar por completo la conciencia de la ciudadanía, en ningún momento
de nuestra historia han dejado de existir grandes o pequeños reductos
ciudadanos, mujeres y hombres que resistieron los envites del sistema y
que hoy nos nutren con su legado.
Y el capitalismo evidentemente, también ha elaborado su particular
superestructura, aunque al tratarse de un sistema más complejo que sus
antecesores, requiere de mecanismos de control y dominio más
sofisticados. Los medios de comunicación son un ejemplo de ello.
Ya en el S.XIX, con la prensa escrita accesible a buena parte de la
población, se hablaba de los medios de comunicación como el "4º poder",
por el papel decisivo que estaban destinados a ocupar en la sociedad,
debido a la influencia que eran capaces de ejercer sobre la ciudadanía y
sobre los propios gobiernos.
La Escuela de Frankfurt
Algunas corrientes de pensamiento han continuado esta estela crítica de
filosofía con el objeto de desentrañar el funcionamiento interno del
sistema y mostrar a la ciudadanía su verdadero propósito, cual es
acallar las conciencias a través de todo aquello que nos proporcione una
ilusión de libertad y bienestar, mientras siguen ocultas las grandes
contradicciones y los grandes problemas que asolan el mundo.
Uno de esos grupos de pensadores fue la llamada Escuela de Frankfurt, cuyos miembros se impusieron la tarea de elaborar una Teoría crítica acerca
de la sociedad, la economía, la política, la cultura y la filosofía
heredada de la Ilustración. Consideran que fue durante este Siglo de las Luces cuando
se fraguaron los grandes conceptos, los grandes ideales que conducirían
a la salvación de la humanidad, a su progreso, a su bienestar, a la
salida de la ignorancia, de la minoría de edad, como gustaba de decir Kant. Pero esa razón ilustrada se ha tornado razón instrumental,
razón al servicio del poder. Se ha convertido en un instrumento más de
adoctrinamiento a través de las diferentes esferas del mundo actual,
especialmente de la ciencia, de la tecnología y de lo que se denominó
la industria cultural, la superestructura por excelencia del sistema capitalista, donde incluimos a los medios de comunicación.
Algunos miembros de la Escuela de Frankfurt |
Algunos de los miembros más representativos de esta corriente, como
Adorno, Horkheimer o Marcuse, analizaron profundamente este concepto de industria cultural,
dirigida fundamentalmente al entretenimiento. Su crítica apunta hacia
todos aquellos fenómenos que tienen por objeto ocultar los verdaderos
males del sistema haciendo que la ciudadanía permanezca impasible ante
ellos, mostrando por contra, el mejor de los mundos posibles o la mejor
de las vidas posibles para todos los que disfrutemos del llamado estado de bienestar. A este respecto, resulta muy acertado el análisis que hizo Marcuse de lo que él denominó el hombre unidimensional,
dando nombre a su vez a una de sus obras más conocidas. Se refiere al
sujeto creado por el sistema capitalista, que vive para trabajar y
trabaja para consumir. Es aquel a quien les han sido impuestas una serie
de necesidades que en realidad no son más que nuevos artificios creados
en aras del control y de la homogeneización del pensamiento. Es aquel
que ha roto su vínculo con lo natural, con los rasgos más primigenios de
nosotros mismos y con su propio mundo interior.
Los frankfurtianos se centran en la labor desempeñada especialmente por
la radio, el cine, la publicidad e incluso el arte, del cual alertan que
se ha convertido en una mercancía más, sujeta a las leyes de oferta y
demanda, a las leyes del mercado, con lo que se desvirtualiza, se
corrompe, se somete al poder y a su funcionamiento, pierde su esencia,
su aura, como nos diría Walter Benjamin.
A partir de todos estos elementos, especialmente a través de los medios
de comunicación, se nos transmite una visión determinada del mundo, un
modelo concreto a seguir, una concepción de la vida basada en el consumo
y en los beneficios que reporta para la clase dirigente el estilo de
vida impuesto por este sistema.
Esta crítica y denuncia ante el constructo que hemos creado a nuestro
alrededor al servicio, una vez más, de la perpetuación del orden
establecido, llega hasta nuestros días en la medida en que en el caso
concreto de los mass media, estos siguen concentrando poder,
siguen obteniendo beneficios económicos ingentes a través de las
sinergias corporativas que llevan a cabo, siguen generando riqueza en
medio de la pobreza y la desigualdad más absoluta, siguen controlando la
opinión pública, mostrando un determinado modo de ver o entender el
mundo, siguen estando supeditados a los diferentes gobiernos, bancos y
multinacionales. De especial relevancia son las relaciones mantenidas
con la publicidad en cuanto es esta la que paga y patrocina los
distintos programas televisivos, los debates políticos retransmitidos,
los espacios informativos, por lo que aportan su dinero a cambio de que
los medios proclamen mensajes acordes a sus intereses y perfil
ideológico.
La crítica sigue vigente en la actualidad en la medida en que la
información se selecciona convenientemente atendiendo a intereses de
diversa índole. Es lo que ha dado lugar a la distinción, ya emblemática,
entre víctimas dignas y víctimas indignas, de las que
habla Chomsky en profundidad, aquellas cuya cobertura mediática es
lícita y plausible para la población, y aquellas otras cuyo tratamiento
exhaustivo podría poner en entredicho el funcionamiento de nuestro
modelo económico, político y social.
Incluso aquellos medios de comunicación abiertamente críticos son
asumidos por el propio sistema por los beneficios que reportan para el
mismo, al atraer la atención de un público más inquieto o comprometido,
ofreciendo de este modo nuevamente una imagen de libertad y pluralidad
de opciones, cuando realmente todos forman parte del mismo sistema que
los creó, todos deben responder ante los diferentes gobiernos, bancos,
multinacionales o grandes corporaciones a los que pertenecen los los
medios de comunicación institucionalizados.
El análisis elaborado sobre la industria cultural por la Escuela de
Frankfurt sigue siendo actual, aunque los medios descritos por estos
pensadores se han vuelto hoy más complejos, respondiendo a una sociedad
también más compleja que la que ellos vivieron. Pero sobre todo, estos
mecanismos se han tornado más sutiles y por tanto, más peligrosos, por
la dificultad que entraña poder percibirlos con claridad.
Adorno , Horkheimer y Marcuse no pudieron hablar de internet ni de las
redes sociales y del arma de doble filo que resultan ser en nuestros
días. A través de ellas se produce un acceso a la información como jamás
había ocurrido en nuestra historia; podemos contrastar, averiguar las
fuentes, comparar y sacar conclusiones. Pueden ser usadas para atacar al
propio sistema, son una buena herramienta para la interconexión entre
la ciudadanía y restablecer los lazos democráticos y participativos
arrebatados por nuestro sistema; las usamos para ejercer de manera
directa la crítica y para intentar cambiar aquello que no nos satisface.
Pero también siguen representando un elemento más de todos aquellos con
los que cuenta el poder para seguir ejerciendo su control sobre la
ciudadanía, que nunca ha sido tan viable como en nuestra actual era de
la digitalización. Proporcionan entretenimiento, conexión e intercambio
constante de información que desafortunadamente, en la mayoría de los
casos, se convierte en fuente absoluta de banalidades, manteniéndonos en
un permanente estado superficial que no nos permite adentrarnos en
nosotros mismos, no nos permite pensar.
Todos estos mecanismos se han convertido en un bálsamo perfecto para
afrontar nuestra vida, para colmar la insatisfacción generalizada que va
destruyendo nuestro mundo interior. Son un anestésico para sobrellevar
la condición de ser humano actual, de ese ser unidimensional del
que hablaba Marcuse, proporcionándonos entretenimiento, diversión,
distracción, comunicación constante o información permanente de un mundo
en el que algunos y algunas ya no se reconocen.
Conclusión
Cuando conocemos el funcionamiento real del mundo y el papel que juega
la élite dirigente del mismo, nos sentimos, cuando menos, abrumados, y
en muchos casos derrotados por un sistema que parece indestructible.
Pero como bien decía Alan Moore por boca de V, "no es el pueblo
el que debe temer a sus gobernantes, sino los gobernantes los que han de
temer al pueblo", y ello nos lleva a la toma de conciencia como primera
vía a seguir, como bien apuntaron los grandes revolucionarios del
S.XIX, tales como Marx, Bakunin o Kropotkin, para tener la oportunidad
de convertirnos en ciudadanos críticos, comprometidos y exigir un
trasvase de poder desde las altas esferas del mismo hasta la ciudadanía;
una ciudadanía que lentamente despierta, que ya no permanece tan
fácilmente impasible ante las injusticias, una ciudadanía cada vez más
formada, más activa, consciente de sus orígenes, de sus raíces,
provenientes de un pueblo luchador que reclama para todas y todos,
aquello que por derecho nos pertenece y que no nos resignamos a
entregar: nuestra dignidad.
I.E.S. Eugenio Frutos (Semana cultural) |
https://www.youtube.com/watch?v=SIDrAfArRMY
No hay comentarios:
Publicar un comentario