Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- Feminismo, clase y anarquismo - Deirdre Hogan
- La prostitución durante el proceso revolucionario y la guerra (1936-1939)
- 1ª Muestra Callejera de Viñetas Libertarias
- [Vídeo] Las ideas anarquistas y la condición humana
- Código Negro - Compañeros Indonesios Necesitan Ayuda!
- Breve reporte informativo del estado del tiempo
- [CNT Zamora] Camisetas industria socializada IV. Industria cervecera
Posted: 13 May 2019 08:43 AM PDT
La relación entre la sociedad de clases y el capitalismo
La característica que define a la sociedad capitalista es que está mayoritariamente dividida en dos clases fundamentales: la clase capitalista (la burguesía), hecha de dueños de grandes negocios, y la clase trabajadora (el proletariado), que consiste en más o menos todos los demás —la gran mayoría de la gente que trabaja por un salario. Hay, por supuesto, toda una gama de grises dentro de esta definición de sociedad de clases, y la clase trabajadora en sí misma no está hecha de un grupo homogéneo de personas, pero incluye, por ejemplo, trabajadores sin especialización así como la mayoría de lo que comúnmente se denomina la clase media, y puede haber, por ende grandes diferencias en ingresos y oportunidades para diferentes sectores de la clase trabajadora definida ampliamente.
“Clase media” es un término problemático ya que, aunque se usa frecuentemente, rara vez queda claro a quién se refiere exactamente. Usualmente “clase media” se refiere a trabajadores tales como profesionales independientes, pequeños dueños de negocios y administrativos bajos y medios. Sin embargo, estas capas medias no son realmente una clase independiente, ellas no son independientes del proceso de explotación y de la acumulación de capital que constituye al capitalismo. En general están en los límites de una de las dos clases principales, la clase capitalista y la trabajadora.[1]
Lo importante de analizar la sociedad como compuesta de dos clases fundamentales es entender que la relación económica entre estas dos clases, los grandes dueños de negocios y las personas que trabajan para ellos, se basa en la explotación y por ende estas dos clases tienen intereses materiales fundamentalmente opuestos.
El capitalismo y los negocios son, por naturaleza, movidos por la ganancia. El trabajo que un empleado realiza crea riqueza. Algo de esta riqueza se le da al empleado en su paquete salarial, el resto se lo queda el jefe, sumándose a sus ganancias (si los empleados no diesen ganancia no los emplearían). De esta manera, el dueño del negocio explota a sus empleados y acumula capital. Es parte del interés del dueño del negocio maximizar sus ganancias y mantener los costos de los salarios bajos; es del interés de los empleados maximizar su paga y mejorar las condiciones laborales. Este conflicto de intereses y la explotación de una clase por otra clase minoritaria, es inherente a la sociedad capitalista. Loa anarquistas tienen como finalidad abolir el sistema capitalista de clases y crear una sociedad sin clases.
La relación entre sexismo y capitalismo
El sexismo es una fuente de injusticia que difiere del tipo de explotación de clase mencionado más arriba de varias maneras. La mayoría de las mujeres viven y trabajan con hombres al menos parte de su vida; ellas tienen relaciones cercanas con hombres tales como su padre, hijo, hermano, amante, compañero, esposo o amigo. Mujeres y hombres no tienen intereses opuestos de una manera inherente; nosotras no queremos abolir los sexos sino abolir la jerarquía de poder que existe entre los sexos y crear una sociedad donde las mujeres y los hombres puedan vivir libremente y juntos en igualdad.
La sociedad capitalista depende de la explotación de clase. No depende sin embargo del sexismo y podría en teoría acomodarse en gran medida a un tratamiento similar de mujeres y hombres. Esto es obvio si miramos lo que la lucha por la liberación femenina logró en varias sociedades alrededor del mundo en los últimos, digamos, 100 años; en los que hubo mejoras radicales en la situación de mujeres y los supuestos que subyacían sobre qué roles son naturales y están bien para la mujer. El capitalismo, con el paso del tiempo, se ha adaptado al rol y status cambiante de la mujer en la sociedad.
El final del sexismo por ende no llevará necesariamente al final del capitalismo. De la misma manera, el sexismo puede continuar incluso después del capitalismo habiendo sido abolida la sociedad de clases. El sexismo es posiblemente la forma de opresión más temprana que existió, no sólo precede al capitalismo; sino que hay evidencia que el sexismo también precedió a formas más tempranas de la sociedad de clases.[2] A medida que las sociedades se han desarrollado la exacta naturaleza de la opresión a las mujeres, la forma particular que esta toma, ha cambiado. Bajo el capitalismo la opresión de las mujeres tiene sus caracteres propios y particulares donde el sistema ha tomado ventaja de la histórica opresión de la mujer para maximizar sus ganancias.
¿Pero, qué tan realista es el fin de la opresión a la mujer bajo el capitalismo? Hay muchas formas en las que las mujeres son oprimidas como sexo en la sociedad actual —económicamente, ideológicamente, físicamente, etc.— y es probable que continúen las luchas feministas que llevarán a nuevas mejoras en la condición de la mujer. Sin embargo, aunque es posible ver que con la lucha varios aspectos del sexismo van perdiendo fuerza, hay aspectos del capitalismo que hacen muy poco probable la total igualdad económica de mujeres y hombres en el capitalismo. Esto es porque el capitalismo se basa en la necesidad de maximizar sus ganancias en un sistema tal que las mujeres estén en una desventaja natural.
En la sociedad capitalista, la habilidad de dar a luz es un defecto. El rol biológico de la mujer implica que (si tienen hijos) tendrán que tomarse al menos alguna licencia con goce de sueldo en su trabajo. Su rol biológico también las hace en última instancia responsable por cualquier chico que traigan al mundo. En consecuencia, la licencia paga por maternidad, permiso para uno de los padres, licencia de padres, licencia para encargarse de hijos enfermos, guarderías gratuitas y servicios para la atención infantil, etc., serán siempre especialmente relevantes a las mujeres. Por esta razón las mujeres son económicamente más vulnerables que los hombres en el capitalismo: ataques a las ganancias como guarderías, permisos a un padre, etc. afectarán siempre desproporcionadamente más a la mujer que al hombre. Y sin embargo sin plena igualdad económica es difícil verle un fin a las desiguales relaciones de poder entre mujeres y hombres y la ideología asociada al sexismo. Entonces, aunque podemos decir que el capitalismo podría acomodarse a la igualdad del hombre y la mujer, la realidad es que la realización total de esta igualdad será muy poco probablemente lograda en el capitalismo. Esto es simplemente porque hay una penalización económica relacionada a la biología de la mujer, que hace que la sociedad capitalista, movida por la ganancia, sea inherentemente parcial contra la mujer.
La lucha por la emancipación femenina en los movimientos de la clase trabajadora
Uno de los mejores ejemplos de cómo la lucha por el cambio puede acarrear cambios reales y duraderos en la sociedad es la gran mejora en el status de la mujer, sus derechos y calidad de vida; todos logros que la lucha por la liberación femenina ha alcanzado en varios países alrededor del mundo. Sin esta lucha (que yo llamaré feminismo a pesar de que no todos y todas las que lucharon contra la subordinación femenina se habrían identificado como feministas), las mujeres claramente no habríamos logrado los gigantescos avances que hemos tenido.
Históricamente, la lucha por la emancipación femenina fue evidente dentro del movimiento anarquista y otros movimientos socialistas. Sin embargo, como un todo estos movimientos tendieron a tener una relación de alguna manera ambigua con la liberación femenina y otras luchas feministas más amplias.
Aunque siempre ha sido central al anarquismo el énfasis en la abolición todas las jerarquías de poder, el anarquismo tiene sus raíces en la lucha de clases, en la lucha para derrotar al capitalismo, con su aspiración finalista de crear una sociedad sin clases. Como la opresión de las mujeres no está tan íntimamente atada al capitalismo como lucha de clase, la liberación de las mujeres ha sido históricamente y en gran medida continúa siendo vista como un objetivo secundario en la creación de una sociedad sin clases, no tan importante o tan fundamental como la lucha de clases.
¿Pero a quién no le es importante el feminismo? De seguro para la mayoría de las mujeres en los movimientos socialistas la suposición que una transformación profunda en las relaciones de poder entre mujeres y hombres era parte del socialismo era vital. De todas maneras, tendía a haber más hombres que mujeres activos en los círculos socialistas y los hombres jugaron un rol dominante. Las demandas de las mujeres fueron marginadas por la primacía de la clase y también porque mientras los temas que afectan a los trabajadores también afectan a las trabajadoras de manera similar, lo mismo no era cierto para las temáticas particulares de la opresión de la mujer como sexo. La igualdad social y económica de la mujer era a veces vista como algo que entraba en conflicto con el interés material y las comodidades del hombre. La igualdad de las mujeres requería profundos cambios en la división de tareas tanto en el hogar y el trabajo como cambios en todo el sistema social de autoridad masculina. Para lograr la igualdad de las mujeres una reevaluación de la propia identidad debería también hacerse en la que la “identidad masculina” no pudiera ya depender de ser visto como más fuerte o más capaz que la mujer.
Las mujeres tendían hacer la conexión entre la emancipación política y personal, con esperanzas que el socialismo produciría una mujer nueva y un hombre nuevo al democratizar todos los aspectos de las relaciones humanas. De todas maneras, encontraron muy difícil, por ejemplo, convencer a sus propios compañeros que la desigual división del trabajo en el hogar era un tema político importante. En las palabras de Hannah Mitchell, activa socialista y feminista de principios del siglo XX en Inglaterra, sobre su doble turno de trabajo afuera y adentro del hogar:
“Incluso mi descanso dominical se fue ya que pronto descubrí que gran parte del discurso socialista sobre la libertad era sólo discurso y que estos jóvenes hombres socialistas esperaban cenas de domingo y té con grandes tortas caseras, patés de carne y pasteles exactamente como sus compañeros reaccionarios”.[3]
Las mujeres anarquistas en España en la época de la revolución social en 1936 tenían quejas similares al encontrar que la igualdad hombre-mujer no se llevaba bien con las relaciones personales íntimas. Martha Ackelsberg anota en su libro Mujeres Libres de España que aunque la igualdad de las mujeres y hombres fue adoptada oficialmente por los movimientos anarquistas españoles tan temprano como en 1872:
“Virtualmente todas mis informantes se lamentaban de que, sin importar cuán militantes fueran en las calles, hasta los anarquistas más comprometidos esperaban ser “amos” en sus hogares —una queja que hizo eco en muchos artículos escritos en diarios del movimiento y revistas durante este período”.
El sexismo también ocurría en la esfera pública, donde, por ejemplo, las militantes mujeres a veces encontraban que no eran tratadas seriamente ni con respecto por sus camaradas hombres. Las mujeres también enfrentaban problemas en su lucha por la igualdad dentro del movimiento sindical en el siglo XIX y XX, cuando la situación desigual de hombres y mujeres en el trabajo pago era un tema incómodo. Los hombres en los sindicatos argumentaban que las mujeres rebajaban los salarios de los trabajadores organizados y algunos creían que la solución era excluir completamente a las mujeres del trabajo y elevar el salario masculino para que los hombres pudieran mantener a sus familias. A mediados del siglo XIX en Gran Bretaña un sastre resumió los efectos del trabajo femenino como sigue:
“Cuando comencé por primera vez a trabajar en esta rama [cortado de chalecos], había muy pocas sastres empleadas en la misma. Unos pocos chalecos blancos se les daban bajo la idea de que las mujeres los harían más limpiamente que los hombres...Pero desde el aumento de los sistemas de vapor, amos y capataces han buscado por todas partes por manos que pudieran hacer el trabajo por menos que el promedio . Entonces se hizo a la esposa competir con el esposo, y a la hija con la esposa... Si el hombre no va a reducir el precio de su trabajo a aquel de una mujer, deberá permanecer desempleado”.[4]
La política de excluir a las mujeres de ciertos sindicatos a menudo quedaba determinada por la competencia de bajar los salarios más que la ideología sexista, aunque la ideología también jugó un rol. En la industria del tabaco en los comienzos del siglo XX en Tampa en los EEUU, por ejemplo, un sindicato anarcosindicalista, La Resistencia, formado más que nada por emigrados cubanos, buscó organizar a todos los trabajadores a lo largo y ancho de la ciudad. Más de la cuarta parte de sus miembros eran mujeres que deshojaban el tabaco. El sindicato fue denunciado como antimasculino y antiamericano por otro sindicato, la Unión Industrial de Fabricantes de Cigarros que perseguía estrategias exclusivistas y que “muy renuentemente organizaba a las trabajadoras en una sección separada y secundaria del sindicato”.[5]
La fuerza motriz de la liberación de la mujer fue el feminismo
Está en general bien documentado que la lucha por la emancipación de la mujer no ha sido siempre apoyada y que históricamente las mujeres han enfrentado el sexismo dentro de las organizaciones para la lucha de clase. Los logros incuestionables en la libertad de la mujer que se alcanzaron son gracias a aquellas mujeres y hombres, dentro de las organizaciones de lucha de clase así como sin éstas, que desafiaron al sexismo y pelearon por mejoras en las condiciones de la mujer. Es el movimiento feminista en todas sus variantes (clase media, clase trabajadora, socialista, anarquista...) que ha liderado el camino en la liberación femenina y no movimientos focalizados en la lucha de clase. Yo hago énfasis en este punto porque aunque hoy el movimiento anarquista como un todo sí apoya un fin a la opresión de la mujer, aún permanece una desconfianza hacia el feminismo, con anarquistas y otros socialistas a veces tomando distancia de éste porque a menudo carece de un análisis de clase. Y sin embargo es al mismísimo feminismo al que debemos agradecer por cada avance real que las mujeres han hecho.
¿Qué tan relevante es la clase cuando se trata de sexismo?
¿Cuáles son las aproximaciones comunes al feminismo por los anarquistas que levantan la lucha de clases hoy? En un extremo de reacción contra el feminismo tenemos el punto de vista absolutamente reduccionista a la clase: Sólo importa la clase. Este punto de vista dogmático tiende a ver al feminismo como divisionista (¿de seguro que el sexismo no es más divisionista que el feminismo?) y una distracción de la lucha de clases y se agarra de que cualquier sexismo que de hecho existe va a desaparecer automáticamente con el fin del capitalismo y la sociedad de clases.
Sin embargo, un enfoque más común desde el anarquismo al feminismo es la aceptación de que el sexismo sí existe, no va a extinguirse automáticamente con el fin del capitalismo y se necesita luchar contra él aquí y ahora. Aún así, como se mencionó antes, a las anarquistas les cuesta dolores separarse ellas mismas del feminismo “convencional” por su falta de análisis de clase. En su lugar, se acentúa que la experiencia del sexismo es diferente en cada clase y que por ende la opresión de las mujeres es un tema de clase. Es muy cierto que la riqueza mitiga en cierta medida el efecto del sexismo: Es menos difícil, por ejemplo, obtener un aborto si no tenés que preocuparte sobre cómo juntar el dinero para el viaje al exterior; temas sobre quién hace la mayor parte del trabajo doméstico y el cuidado de los niños se vuelven menos importantes si podes pagar a alguien más para que ayude. También, dependiendo de tu trasfondo socioeconómico tendrás diferentes prioridades.
De todas maneras, en este constante acento sobre como la experiencia del sexismo está diferenciada por clase, los anarquistas parecen pasar por alto o ignorar algo que también es cierto: que la experiencia de clase está diferenciada por sexo. El problema, la injusticia, del sexismo es que hay relaciones desiguales entre mujeres y hombres dentro de la clase trabajadora y de hecho en toda la sociedad. Las mujeres siempre están en desventaja respecto a los hombres de su propia clase.
En mayor o menor medida el sexismo afecta a las mujeres de todas las clases; sin embargo un análisis feminista que no enfatice la clase es a menudo objeto de crítica. ¿Pero es relevante la clase para todos los aspectos del sexismo? ¿Cómo es relevante por ejemplo la clase en la violencia sexual? La clase de seguro que no siempre es el punto más importante en todos los casos. A veces hay una insistencia en tomar un análisis de clases para todas las posiciones feministas como si se necesitara darle credibilidad al feminismo, para validarlo como una lucha que valga la pena para los anarquistas que levantan la lucha de clases. Pero esta instancia pasa por alto lo central que es, de seguro, que estamos contra el sexismo, ¿en todas sus formas a cualquiera que afecte?
Si una persona es golpeada a muerte en un ataque racista, ¿necesitamos saber la clase de la víctima antes de expresar rabia? ¿No nos concierne el racismo si resulta que la víctima es un miembro bien pago de la clase dominante? De manera similar, ¿si alguien es discriminado en el trabajo por su raza, sexo o sexualidad, sea esa persona personal de limpieza o un profesor de la universidad, de seguro en ambos casos está mal y está mal por las mismas razones? Claramente, la liberación de la mujer es, por propio derecho, algo por lo que vale la pena luchar como, en general, la opresión y la injusticia son cosas contra las que vale la pena luchar, no importa la clase del oprimido.
¿Mujeres y hombres del mundo unidos contra el sexismo?
Dado que una cosa que las mujeres tienen en común a través de las clases y las culturas es la opresión, hasta cierto punto, ¿podemos nosotras como sexo llamar a las mujeres (y hombres) del mundo a unirse contra el sexismo? ¿O hay intereses de clase opuestos que harían inútil tal estrategia?
Los conflictos de interés de seguro que pueden aparecer entre las mujeres de clase trabajadora y las ricas de clase media o de la clase dominante. Por ejemplo, en Francia, en una conferencia feminista en 1900 las delegadas se dividieron ante el tema del mínimo salario para las sirvientas domésticas, medida que habría lastimado los bolsillos de aquellos que podían pagar sirvientes. Hoy, las consignas por ausencia con goce de sueldo por paternidad o los servicios de guarderías enfrentarán la oposición de los dueños de los negocios que no quieren que achiquen sus ganancias. El feminismo no es siempre bueno para la generación de ganancias en el corto plazo. Las luchas por la igualdad económica con los hombres en la sociedad capitalista necesariamente incluirán una lucha continua y permanente por reivindicaciones —esencialmente una lucha de clase.
Entonces, los diferentes intereses de clase pueden a veces poner obstáculos a la unidad feminista en un nivel práctico. Es de todas maneras mucho más importante para los anarquistas acentuar la conexión con el más amplio movimiento feminista que enfatizar las diferencias. Después de todo, las clases dominantes están en minoría y la vasta mayoría de las mujeres en la sociedad comparten un interés común en ganar la igualdad económica con el hombre. Además, muchas temáticas feministas no están afectadas por tales conflictos de interés basados en la clase pero conciernen a todas las mujeres en distinto grado. En lo que tiene que ver con los derechos reproductivos, por ejemplo, los anarquistas en Irlanda hemos estado y continuamos estando involucrados en grupos pro-choice [por la legalización del aborto] al lado de partidos capitalistas sin comprometer nuestras políticas porque, en lo que tiene que ver con la lucha contra el sexismo que niega a las mujeres el control de sus propios cuerpos, ésta es la mejor táctica. Finalmente, vale la pena también notar que a menudo el rechazo del “feminismo de clase media” viene de los mismos anarquistas/socialistas que abrazan la definición marxista de clase (dada al inicio de este artículo) que ubicaría a la mayoría de las personas de clase media firmemente en el rango de la amplia clase trabajadora.
Reformas, no reformismo
Hay dos enfoques que podemos tomar hacia el feminismo: nos podemos distanciar de otras feministas enfocándonos en la crítica al feminismo reformista o podemos apoyar totalmente la lucha por las reformas feministas mientras permanentemente decimos ¡Queremos más! Esto es importante especialmente si queremos hacer al anarquismo más atractivo a las mujeres (una encuesta reciente del Irish Times mostraba que el feminismo es importante para más del 50% de las mujeres irlandesas). En la visión anarcocomunista de la sociedad futura con su principio guía, a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus posibilidades, no hay parcialidad institucional contra la mujer como la hay en el capitalismo. Además de los beneficios tanto para las mujeres y hombres el anarquismo tiene un montón para ofrecer a las mujeres en particular, en términos de libertad sexual, económica y personal yendo más profundo y ofrece sobre todo más que cualquier igualdad precaria que pueda ser alcanzada bajo el capitalismo.
Deirdre Hogan
[1] Esta descripción de la clase media se toma prestada de Wayne Price. Ver en anarkismo.net «¿Por qué la clase trabajadora?»: http://www.anarkismo.net/newswire.php?story_id=6488
[2] Ver por ejemplo los artículos en Toward an Anthropology of Women, editados por Rayna R. Reiter.
[3] Hannah Mitchell, cita tomada de Women in Movement (p. 135) por Sheila Rowbotham.
[4] Cita tomada de Women and the Politics of Class (p. 24) por Johanna Brenner
[5] Ibíd. (p. 93)
Read more ... |
Posted: 13 May 2019 05:22 AM PDT
Para la militancia anarquista, la prostitución fue un quebradero de cabeza, tanto antes como después de julio de 1936. El movimiento revolucionario parecía tener claro sobre qué hacer con respecto a la Iglesia o a la no privatización de la tierra, pero tuvo que improvisar con un tema milenario como el de las trabajadoras sexuales.
Ninguna organización tenía un programa claro al respecto y no fue, hasta la aparición de Mujeres Libres, que se empezó a trabajar con unos criterios y objetivos definidos. Fueron las anarquistas quienes iniciaron los debates con el fin de establecer un plan conjunto sobre el devenir de la prostitución en el avance de la revolución.
Años antes de julio de 1936, quienes se preocupaban por el tema eran casos aislados, como por ejemplo Caracremada, conocido por ser el último maqui anarquista en ser asesinado, en el año 1963.
Entre finales de los años veinte y principios de los treinta, la cuenca del Llobregat era uno de los centros obreros donde había más resistencia, produciéndose en 1932 un levantamiento de tipo insurreccional. Revuelta en la que Ramon Vila, Caracremada, tuvo una destacada participación. Antes de este hecho y su posterior encarcelamiento, era frecuente ver entrar a Ramon en los prostíbulos de Berga. Recorría, por caminos de montaña, los más de cuarenta quilómetros que separaban Figols de Berga y, una vez allí, elegía una chica. Le pagaba cinco pesetas para tener su compañía durante una hora. A solas en la habitación, nadie se sacaba la ropa ni acariciaba al otro. Vila dedicaba la hora entera a conversar con su compañera de clase. Le hablaba del anarquismo y de la necesidad de emancipación individual y social. Intentaba convencerla para que dejara el oficio y pasara a ser una obrera organizada y luchadora. Los testigos de la época aseguran que, de tantas arengas, más de una mujer le hizo caso, dejó la prostitución y, posteriormente, participó del movimiento revolucionario de 1936. Esta anécdota me la explicó el historiador y militante Ricard Vargas Golarons quien a su vez la había escuchado de Ramonet Xic y la propia hermana de Caracremada, Pepeta Vila. Josep Clara, en la página 20 de la biografía sobre Ramón, aseguraba, a su vez, que esta labor la hacía junto otros camaradas de lucha: «Se encontraba con otros compañeros de ideal para ayudar a las mujeres de las casas de vicio. Se dice, que predicando la doctrina de la liberación social, había conseguido que alguna dejara el llamado ‘oficio más viejo del mundo’».
Otra de las anécdotas de esa época me la contó el antropólogo José Luis Ruiz Peinado. Corrían los años treinta, militantes de la CNT explicaban a las trabajadores sexuales la necesidad de luchar por sus intereses, exigiéndole a la patronal varias mejoras. Les dijeron que tenían derecho a un día de descanso y que debían cobrarlo y que esto se lo debían reclamar a los chulos o madamas.
Pasaban los días y, como las chicas no se atrevían a comunicar la demanda a los proxenetas –muchos de ellos matones sin escrúpulos–, una mañana aparecieron varios anarquistas armados y se las llevaron «por la fuerza». Pasaron un día de campo en el Baix Llobregat, disfrutando de excursión y picnic.
Tras el estallido proletario del 19 de julio de 1936
Los procesos revolucionarios no solo alteran las relaciones sociales y políticas, también las personales y amorosas. «El mensaje debe ser pan y orgasmo –aseguraba David Cooper– de lo contrario, la revolución, aunque triunfe, no merecerá la pena».
Abel Paz, un testimonio directo de los acontecimientos vividos en Barcelona en julio de 1936, relataba así la situación: «El espíritu solidario y fraternal brotaba espontáneamente: los hombres y las mujeres, liberados de los prejuicios de la ideología burguesa habían ido depositando en ellos durante siglos, rompieron el viejo mundo, marchando hacia un futuro que cada uno imaginaba como la realización de sus más anhelados deseos». Abel Paz, además, recogía la impresión de otros testimonios que hablaban de «gran fiesta liberadora de energía y pasiones» y que presenciaron como un grupo de mujeres desvalijaron una sucursal bancaria y prendieron una hoguera con los muebles y los billetes, riendo satisfechas al ver cómo se quemaba el dinero.
Aunque fuera de una forma un tanto idealista, los protagonistas de aquellos hechos pensaron que, en la medida que las relaciones sexuales fueran más sanas y el salario menos necesario, la prostitución que, según ellos, tanto degradaba a las trabajadoras sexuales, tendería a bajar y, a largo plazo, incluso a desparecer.
«La verdadera libertad no admite esclavos de ninguna especie –afirmaban las militantes de Mujeres Libres– la prostituta es una esclava cargada de cadenas y de miserias […]. El ejemplo más flagrante de la relación existente entre explotación económica y la subordinación sexual de la mujer». Además, de luchar por la abolición del comercio sexual, Mujeres Libres elaboró propuestas innovadoras que condujeran a cambiar la mentalidad, la conducta de género y los patrones sexuales de los hombres.
La trotskista Mary Low, en su libro de memorias Cuaderno Rojo de Barcelona, reproduce la conversación de unos milicianos en el tranvía, tras sorprenderse por un cartel que reivindicaba el fin de la prostitución. Aquellos hombres, al acabar de leer la proclama, de lo primero que se preocuparon era de cómo descargarían sus «impulsos sexuales» si desaparecían las prostitutas. Aunque se ganara la guerra y se llevara a cabo una revolución social, no creían que las mujeres se volviesen «tan libres» como para satisfacer sus ganas continuas de sexo.
No se les ocurrió analizar que en una sociedad que no estuviera centrada en el trabajo ni dividida entre tiempo libre y tiempo laboral ni que los seres humanos estuvieran desposeídos, de los medios de alimentación y producción y que, en definitiva, las relaciones humanas fueran más compañeras, cómplices y satisfactorias, las mujeres podrían llegar a tener las mismas ganas, o más, de hacer el amor que ellos.
Desconocerían las crónicas de la conquista de América, realizadas por unos escandalizados colonizadores, que aseguraban que la población indígena pasaba gran parte del día practicando sexo.
Mary Low explica que los milicianos siguieron la charla preguntándose qué harían con las putas que ya existían si se prohibía la prostitución. Dudaban de si habría forma de cambiarlas, de si aceptarían un trabajo en una fábrica. Uno de ellos propuso que se convirtieran en enfermeras o que fueran al frente. A lo que otro replicó afirmando que muchas ya habían estado allí pero que, como no había ningún tipo de control, muchos soldados se habían contagiado de enfermedades venéreas.
Trabajadoras sexuales combativas
La película Libertarias justamente narra la irrupción en un prostíbulo de un grupo de militantes de la CNT, el cierre del mismo, el escarmiento a La Madama y a los clientes y el discurso de una anarquista contra la prostitución y por la revolución. La acción se traslada al frente, donde militantes y antiguas prostitutas del burdel clausurado, luchan codo a codo, con otras milicianas y milicianos.
La implicación de prostitutas en la lucha social no sorprendió al resto del proletariado. Años atrás, muchas de ellas, habían participado en algunas de las principales revueltas de Barcelona. Por ejemplo, en 1918, durante la revuelta del pan, o en 1909, durante la denominada (para la burguesía) Semana Trágica; en la que las prostitutas llegaron a tener un papel preponderante en la insurrección, dirigiendo la construcción de barricadas y la quema de iglesias.
«María Llopis Berges, una célebre prostituta conocida familiarmente como la ‘Quaranta centims’ dirigía una banda de hombres y mujeres a través del Paralelo; en primer lugar destrozaron el mobiliario y los cristales de los cafés que se negaron a cerrar, luego se dedicaron a volcar un tranvía y a atacar a una patrulla de la Guardia Civil» (Joan Connelly Ullman, La semana trágica, pag. 50).
El historiador Agustín Guillamon asegura que, durante la jornada insurreccional del 19 de julio, algunas prostitutas colaboraron en la lucha contra los golpistas.
«Si hay revolución, no hay prostitución»
Consigna de muchos revolucionarios que aseguran que, si se produjera una verdadera revolución social, no debería haber prostitución porque si hay satisfacción no hay necesidad de pagar. Otros, les replican que no contemplan casos como el de algunas personas con diversidad funcional que, sin pareja y sin manos, no podrían autosatisfascerse e, igualmente, necesitarían ayuda. El debate está abierto. Los primeros dicen que si el intercambio desaparece, esa ayuda vendría de parte de la comunidad en su conjunto o que alguien, afectivamente o por mera satisfacción de dar placer, los ayudaría, los segundos lamentan que, en momentos insurreccionales, nunca se tengan en cuenta estos asuntos ni a personas con necesidades diferentes.
Durante la denominada Guerra Civil Española la prostitución aumentó, justamente, porque, muy pronto, lo que había empezado como un proceso revolucionario se transformó en una guerra interburguesa, con sus ejércitos regulares, sus mandos y sus gobiernos burgueses. Y, como es sabido, en toda guerra, el comercio sexual aumenta.
En el libro La prostitución en la España contemporánea, Jean Louis Guereña señala que nunca antes se había hecho tanto el amor, sin embargo, asegura que las trabajadoras sexuales también aumentaron. Según el autor, la necesidades económicas, por un lado –en ocasiones por muerte del marido–, y el impulso de sentir placeres inmediatos, frente al horror de la guerra, provocaron el crecimiento del comercio. La mayoría de milicianos, cuando venían del frente, abarrotaban las calles donde se ofrecían las prostitutas o «asaltaban» los burdeles que, aunque se cerraron unos, se abrieron otros.
El diario Liberación de Alicante, en julio de 1937, advertía: «la prostitución de menores se efectúa a los ojos de quienes no quieren ver las cosas y se desentienden de ella».
Según Jean Louis Guereña, en el bando nacional la prostitución se permitía porque en una sociedad «cimentada en el sillar firmísimo de la familia cristiana; el burdel seguía siendo considerado claramente como una pieza esencial del orden moral, la salvaguardia de la virginidad femenina y la tranquilidad de las familias cristianas. Y como sostenía un jurista en 1944, la supresión de la prostitución crearía un problema sexual mucho más grave que el de su reglamentación».
El incremento del comercio sexual se produjo, a pesar del aumento a nivel internacional de las organizaciones y propagandas abolicionistas y de la preocupación de Naciones Unidas sobre el tema. Cabe recordar que, en 1935, la República decretó una medida abolicionista para la prostitución, que fue recordada al inicio de la contienda bélica.
Mary Low, en su Cuaderno Rojo de Barcelona, hace referencia a los grandes carteles con el lema: «Acabemos con la prostitución»:
«La primera vez que vi un cartel en contra de la prostitución iba bajando las Ramblas en tranvía. Era la primera mención acerca del tema que veía. Me alegré mucho de que se ampliaran las perspectivas. El cartel era enorme y cubría toda una valla. Le llamaba la atención a todo el mundo […]. Las mismas prostitutas empezaron a preocuparse por sus propios intereses. No pasó mucho tiempo antes de que se les ocurriera empezar a hacerse valer. Y un día comprendieron que también ellas tenían cabida en la revolución. Se alzaron contra los patronos a los que pertenecían los prostíbulos y ocuparon los ‘locales de trabajo’. Proclamaron su igualdad. Tras una serie de tempestuosos debates, formaron un sindicato y presentaron una petición de afiliación a la CNT (Confederación Nacional del Trabajo). Compartían los beneficios igual que cualquier otro gremio. A partir de ese momento, en lugar de la acostumbrada imagen del ‘Sagrado Corazón’, en los burdeles había colgado un cartel que rezaba: ‘Se ruega que tratéis a las mujeres como camaradas’».
Como se mencionaba, anteriormente, las personas que abordaron con más dedicación el tema de la prostitución fueron las militantes de la agrupación Mujeres Libres, cuya revista salió a partir de abril de 1936. Sus impulsoras fueron la escritora Lucía Sánchez Saornil, la abogada y educadora Mercedes Comaposada Guillén y la médica Amparo Poch y Gascón. En su revista aclaraban: «No luchamos contra los hombres».
Mujeres Libres primero abogó por la abolición de la prostitución y más adelante, al toparse con la imposibilidad de la medida, trabajó por la dignificación de las trabajadoras sexuales. Afirmando que la prostitución solo sería abolida en el momento que las relaciones sexuales se liberasen.
El afán abolicionista de esta agrupación nada tenía que ver con el puritanismo de otros sectores que promulgaban la prohibición de la prostitución.
A pesar de que los anarquistas, y revolucionarios en general, tenían muchas limitaciones –como el no romper con lo heteronormativo y, en muchos casos, criticar la homosexualidad– intentaron desempolvarse del puritanismo de la época.
Mujeres libres, por ejemplo, llamaba a amar fuera del matrimonio por ver a esta institución burguesa, un símbolo de la sumisión humana al Estado y la Propiedad.
En el nº 3 de la revista Mujeres Libres, publicada días antes del estallido insurreccional de julio de 1936, Amparo Poch y Gascón firmó un «Elogio del amor libre» que decía que ante:
«La envilecedora aceptación del matrimonio –contrato y reglamentación de lo inalienable– surgió ese fruto rojo y redondo, repleto y elocuente, estupendo y prometedor: el adulterio. Es la protesta natural y humana contra la traba pesada a lo alado e imponderable; y reivindica como una carcajada fresca, entre burlona y honrada, el pleno derecho a la libertad de amar, el desbordamiento sobre todos los cauces artificiales, de la evaluación de la personalidad. […] Lanza a la vida un nuevo módulo para estimación de tu sexo. La vida está harta ya de la mujer-esposa, pesada, demasiado eterna, que ha perdido las alas y el gusto por lo deliciosamente pequeño y por lo noblemente grande; está harta de la mujer-prostituta, a la que ya no queda sino la raíz escuetamente animal, está harta de la mujer virtud, seria, blanca, insípida, muda […]. Aprende a desaparecer y a descargar de tu presencia; y a conocer el valor del ‘yo’ libre. Sin nada, ni por dinero ni por la paz ni por sosiego… ¡Amor libre!»
Como en la actualidad, también había una corriente que relativizaba la explotación que sufrían las prostitutas, equiparándola a otras ataduras salariales o, inclusive, a la sumisión y disponibilidad hacia un marido que aborrecían. En 1910,, en su artículo «La hipocresía del puritanismo», Emma Goldman ya explicaba:
«No existe sitio alguno donde la mujer sea tratada de acuerdo su capacidad, sus méritos, y no su sexo. Por lo tanto, es casi inevitable que deba pagar con favores sexuales su derecho a existir o mantener una posición. No es más que una cuestión de grados el hecho de que se venda a un solo hombre, dentro o fuera del matrimonio, o a muchos. Aunque nuestros reformadores no quieran admitirlo, la inferioridad económica y social de las mujeres es la responsable de la prostitución».
Liberatorios de prostitución
En un principio a las trabajadoras sexuales se las intentó convencer que dejaran su profesión, facilitándole educación y ayuda material. Se inauguraron reformatorios que llamaron Liberatorios de prostitución cuyo objetivo era la reinserción social a través de distintas líneas de actuación. Primero se realizaba un tratamiento médico-psiquiátrico y, más tarde, se daba una formación ética y profesional para que las mujeres pudieran encontrar otro trabajo. No obstante, «ese otro trabajo», por mucho canto a la colectivización que hubiera y odas al trabajo en fabricas colectivizadas, no se escapaba de la explotación. Leer al respecto el libro de Michael Seidman: Hacia una historia de la aversión de los obreros al trabajo. Barcelona durante la revolución española, 1936-38. Por lo que, muchas siguieron trabajando en el comercio del sexo y empezaron a luchar por «liberarse de los liberatorios».
Según Fernando Díaz-Plaja, por cada mujer que logró «reinsertarse, trabajando en un taller o una oficina, diez regresaron a su antigua ocupación», bien de forma autónoma o en prostíbulos.
La fuerte demanda masculina generaba la oferta y el trabajo en la fábrica, aunque fuera para La República, no dejaba de ser enajenado.
Francisco Martínez sostiene que «En Barcelona, lo mismo que en Valencia, la FAI se hizo con el control de los prostíbulos del barrio chino». En este caso, su objetivo no fue, por lo que parece, acabar con el comercio sexual. Más bien se trataba de humanizarlo. Se procuró concienciar a los clientes para que trataran correctamente a las ‘mujeres públicas’, explicando que cada una de ellas podía ser su hermana, o su madre. En todo caso, sigue Francisco Martínez, «se trataba de un oficio que cumplía una ‘función social’».
Según el historiador Agustín Guillamon los «liberatorios» eran centros donde se ejercía la prostitución, pero donde también se trataba de convencerlas para que eligieran otro oficio.
El entonces responsable de la Sanidad de la Generalitat sostenía: «la prostituta representa el estadio final de un proceso de desadaptación en su triple modalidad: social, amorosa, biológica […] Pensábamos instaurar liberatorios de unas doscientas plazas con apariencia y agrado de hogar –nunca con similitud de cárcel–».
En lugares donde el proceso revolucionario llegó más lejos, sí se prohibió, durante algunos meses, todo comercio sexual.
Al respecto, Guillamón, en su libro La revolución de los comités, citando el Boletín de Información CNT-FAI, número 37 (29 agosto 1936), afirmaba:
«En Puigcerdá, población fronteriza con el territorio francés, residencia estival de ‘las castas parasitarias de la aristocracia y la plutocracia españolas’; numerosos militantes inmigrados de Francia ‘desarrollan sus actividades, encaminadas a la socialización rápida de las riquezas sociales y naturales. Se han establecido salarios únicos, sin distinción de categorías y oficios. No hay obreros en paro forzoso, ni parásitos de ninguna especie’. Se hablaba de Puigcerdá como de un cantón libertario y de Antonio Martín como del Gobernador de la frontera, muy elogiado por los libertarios y criminalizado por sus enemigos. En Puigcerdá se abolió la prostitución y se ‘facilitó trabajo a las infelices rameras’. La decisión había sido, pues, mucho más radical y profunda que la lamentable regulación adoptada en Barcelona».
Las enfermedades venéreas y la estigmatización de prostitutas, milicianas y mujeres en general
Durante su estancia en el frente, las milicianas sufrirán el paternalismo y el machismo de los jerarcas militares y líderes cenetistas, que las expulsaron por verlas portadoras (a ellas y no a los hombres) de enfermedades venéreas y muchos otros problemas. Conceptos como miliciana, prostitución, mujer y enfermedad venérea estuvieron muy interrelacionados.
Si las mujeres en general fueron repudiadas en las trincheras, las prostitutas en particular fueron perseguidas. Al respecto, Emilienne Morin, la compañera de Durruti, señala: «Hay un capítulo sobre la columna que me gustaría aclarar, es totalmente falso que Durruti hiciera fusilar prostitutas. Efectivamente, llegaron algunas prostitutas por su cuenta y se las hizo regresar a Barcelona ante los temores de contagio de enfermedades venéreas, eso es todo.»Interviú, pág. 52 (12-18 de mayo 1977). Entrevista a cargo de Pedro Costa Muste.
En el frente estaba presente Sanidad Militar, una institución que podía actuar en cualquier momento; entrar a los locales de una localidad e inspeccionar a las prostitutas y clausurarlos, si encontraba personal con enfermedades venéreas. En el boletín de Igualada a las trabajadoras sexuales se las llegó a tildar de «rebaño de hembras degradadas.»
«El proceso de descrédito de la figura de la miliciana, a menudo equiparada sin más o casi a una prostituta, fue, al parecer, general en el seno de la opinión pública hispana –afirma Jean Louis Guereña–. No constituía el frente, según parece (o seguía considerándose en función del papel tradicional femenino) un lugar adecuado para las mujeres, un ejemplo a seguir. Es cierto, no obstante, que algunas prostitutas más o menos ‘reformadas’ lograron integrarse dentro de algunas milicias republicanas».
Se hicieron hasta cómics de propaganda para que los soldados tomasen medidas. Como muestra la publicación «Hay que evitar ser tan bruto como el soldado canuto». Publicado por el Comisariado General de Guerra. Se trataba de luchar contra la prostitución como forma de combatir las enfermedades venéreas.
Fernando Hernández Holgado, en el libro Mujeres encarceladas: la prisión de Ventas de la República al franquismo, cita a Regina García: «De las milicianas y las enfermeras, entre las que figuraban las pobres mujeres que en otro tiempo ofrecían favores en las calles a altas horas de la madrugada, se decía que causaban más bajas entre los combatientes que las balas de los soldados nacionales, por falta de vigilancia sanitaria y la carencia de toda moral.»
En el bando nacional, la imagen de las milicianas, era aun peor, Holgado, cita una infame frase de Antonio Vallejo-Nájera publicada en la Revista española de Medicina y Cirugía de Guerra, año II, n.º 9, mayo 1939. Este sujeto, jefe del Servicios Psiquiátricos del ejército de Franco y primer catedrático de psiquiatría de Madrid, aseguraba: «Si la mujer es habitualmente de carácter apacible, dulce y bondadoso, débese a los frenos que obran sobre ella; pero como el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil o el animal, cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer y se liberan de inhibiciones frenatrices de las impulsiones instintivas, entonces despiértase en el sexo femenino el instinto de crueldad y rebasa todas las inhibiciones inteligentes y lógicas.»
Rodrigo Vescovi
Ekintza Zuzena nº44
Read more ... |
Posted: 13 May 2019 05:05 AM PDT
La 1ª Muestra Callejera de Viñetas Libertarias forma parte de las actividades programadas en el "2º Alcuentru d´escritos llibertarios", León (España) una feria del libro anarquista y diversas actividades, que da preferencia a los fanzines, comic y autoediciones (https://alcuentrullibertariollion.wordpress.com/alcuentru-2018/) que se realizará el 10 de septiembre de 2019.
Las colaboraciones recibidas se imprimirán en tamaño A3 en papel adhesivo y se pegarán por las calles del centro de León formando un circuito cerrado.
De momento han confirmado su participación:
Max Vadala (Buenos Aires), goliardo ceibe (¿?), Kalvellido (Cádiz), la rata gris (¿?), PACO GARABATO (¿?), Ruben Uceda (Madrid), Ivanchuki (¿?), Uli (Oaxaca-Bilbao), Iñaki y Frenchi (Albacete), Gat (Barcelona), Libertad Ballester y Gabriela Pavisnki(Valencia), Oscar Rubio (León), Zapico (León), Fran Valdrod (Cádiz), Ángel Muñoz (Valencia), El Koko Parrilla (¿?), GER (León),Miguel Ángel (Alcalá), Oscar (León), REBOR (León), Beatriz Larepa (León) y el liante de este tinglado, El Seta (León).
Si conocéis a alguien que le pudiera interesar, por favor, reenviar esta información.
¡Gracias por la participación!
Descargar bases para la participación en la 1ª Muestra Callejera de Viñetas LibertariasRead more ... |
Posted: 13 May 2019 04:58 AM PDT
Una de las mayores falacias sobre el anarquismo, que continúa bien extendida, es considerar que tiene un excesivo optimismo sobre la condición humana. En cierta tesis sobre pensamiento anarquista, a la que tuve oportunidad de acudir, se escuchó por parte de un miembro del tribunal aludir a que el anarquismo estaría muy bien si todos los seres humanos actuaran de forma correcta. Y, en ese caso, estamos hablando de supuestas eminencias en materia "humanística". Echemos un vistazo a las auténticas reflexiones que han realizado los anarquistas sobre la "naturaleza" humana.
https://www.youtube.com/watch?v=f4K8H8WYzqI
Read more ... |
Posted: 13 May 2019 01:53 AM PDT
La creencia general en el anarquismo es de pesimismo. Nos sabemos reprimidas e ignoradas, lo cuál es completamente cierto. Pero esta visión pesimista impregna nuestro ambiente y no es cierta en absoluto. Es tanto reflejo de nuestra propia y feroz autocrítica como un efecto óptico, una venda entorno tejida por los medios que hace que pensemos que ni siquiera existimos como cultura. La heterogeneidad, versatilidad y principios del anarquismo son tan fuertes que impregnan todos los movimientos mínimamente autodefinidos como sociales. Brotan experiencias autonomistas, colaborativas, desentralizadas, autogestionarias o autogobiernos, desjerarquizadas y descentralizadas, donde quiera que miramos (ver PAMA/PYA). Movimientos reptantes que al despuntar han de ser asimilados o destruidos por el sistema si no quieren tener problemas de gobernabilidad.
Nadie verá en las noticias cómo las comunidades indonesias se visten de negro marchando en bloque y forman anarcosindicatos de miles de personas. Nadie sabrá por la televisión que en la India, Turquía, Afganistán o Irán hay federaciones anarquistas con miles de miembros. Nadie verá en las noticias la represión a la que se somete a los trabajadores para que trabajen y no protesten. Nosotros si.
Transformar una derrota en una victoria es un arte. Si las camaradas indonesias logran articular la solidaridad internacional y recomponerse de este golpe, lo que no pasaría de ser una escaramuza local puede crear vínculos entre organizaciones, que implicaría un fortalecimiento del movimiento internacional general, con todo lo que ello implica.
De USA a Argentina, de Alemania a Sudáfrica o a Pekín
La misma clase obrera
Salud! PHkl/tctca
________________
El 1º de mayo, la policía atacó la manifestación de unas 1000 anarquistas en Bandung-Indonesia con severa brutalidad bajo el pretexto de frenar las pintadas con spray. Esta manifestación reunía también a niños y familias que huyeron. La manifestación se dividió entonces en dos partes que fueron luego perseguidas, acosadas, arrestadas (unas sesenta personas simplemente secuestradas por policías enmascarados en furgonas negras) y golpeadas. Poco después, sin ningún procedimiento judicial, se les afeitó la cabeza, se les pintó las caras con spary y algunos fueron obligados a arrastrarse por la calle en ropa interior. Se pueden ver imágenes de la manifestación antes del ataque entonando el canto anarquistas "Buruh Tani" ("Trabajadores agrícolas") y después del asalto policial para ver cómo los policías intervienen decisivamente.
En total, unos 619 fueron arrestados y actualmente 3 camaradas siguen atrapados en el sistema carcelario de Indonesia.
En otra parte de Yakarta, los anarquistas asaltaron un bloqueo policial para permitir que los camaradas sindicalistas llegar a su punto de reunión en un hermoso acto de solidaridad contra el estado. Sin embargo, el sindicato local de anarcosindicalistas en Yakarta está siendo blanco de la policía.
En Malang, Makassar y Surabaya compañeros han sido golpeados y secuestrados por el estado, con comunidades enteras siendo aterrorizadas por estos bastardos mientras realizan barridos en busca de más anarquistas.
El afeitado de cabezas trae vívidos recuerdos de las unidades policiales religiosa de la región de Aceh, que tienen un terrorífico historial de malos tratos a las mujeres trans, atacando durante conciertos de apoyo punk en 2010/11, apalizando a la gente y llevanoles a "reeducarción" comenzando con ... como bien dijo el inspector jefe de la policía, Iskandar Hasan: "Primero se les cortará el pelo". Luego serán arrojados a una piscina. ¡Eso les enseñará la lección! "... parece que las cabezas afeitadas son marca nacional para cerdos de un tiempo pasado, ahora en Indonesia.
Breve Historia del Anarquismo en Indonesia
Todo esto se ha estado construyendo durante décadas gracias a una vibrante cultura de resistencia. Tómese el tiempo de leer esta entrevista [AQUI] que 'Black Rose/ Rosa Negra' hizo a un conductor de Uber y miembro de Persaudaraan Pekerja Anarko Sindikalis (PPAS) el año pasado 2018, que habla de cómo se ha desarrollado el anarcosindicalismo aquí y también esta entrevista de 2010 con "Anarquismo en Indonesia" del libro "Von Jakarta bis Johannesburg - Anarchismus weltweit" y, finalmente, el ensayo [AQUI] de Vadim Damier y Kirill Limanov, que analiza la historia de lucha desde hace doscientos años en que las fuerzas anticoloniales se unieron a los camaradas de Europa e India que finalmente condujo a la formación de células anarquistas en 1914/16 y que con el flujo y el reflujo de la revolución se aflojó solo para que la bandera negra regresara junto con el punk en los años 90
En los años 1993-1994, surgió una escena punk indonesia. Poco a poco, parte de esta se enfocó en la actividad antidictatorial y antifascista; establecieron vínculos con los movimientos sociales y con el movimiento obrero. Como los propios activistas indonesios describieron, el movimiento anarquista resurgió alrededor de 1998.
Historia Reciente
En la memoria más reciente, la escena anarquista en Indonesia ha tenido grandes Victorias. Cruz Negra Anarquista de Indonesia (Palang Hitam) tuvo que dejar de operar hace un par de años después de que un miembro robara prácticamente todos los fondos y donaciones de todas partes del mundo y desapareciera, dejando una comunidad fragmentada en trece mil islas.
Desconectados entre sí y de la comunidad internacional, los camaradas indonesios han luchado y construido un movimiento anarquista vibrante, de naturaleza diversa y completamente compuesto por grupos e individuos autónomos locales. Estas son comunidades pequeñas, tanto rurales como urbanas, que han estado enfrentandose a una represión masiva durante años con el estado controlando activamente a los organizadores y con personas hechas desaparecer.
Solidaridad Con los Compañeros Represialiados
Así que ahora mismo ... ¿qué está ocurriendo?
Por todo el mundo los camaradas están encendiendo los fuegos y compartiendo su solidaridad, algunas personas mientras escribo están en ruta a Indonesia para brindar apoyo, desarrollar lazos e informar desde primera línea mientras realizan acciones con los camaradas locales. Estás en UK, [España, Chile, USA, México]? Toma la Acción. Muestra Solidaridad
Lo que sea que eso signifique para ti
Encontrará la Embajada de la República de Indonesia en UK
30 Great Peter St, Westminster, Londres SW1P 2BU
Teléfono es: - +44 20 7499 7661
El embajador Rizal Sukm
Embajada de Indonesia en España (vía Loam)
Agastia 65
28043 Madrid, España
tlf. 34914130294
Encargado de Política: Iskandar Suksmadi
En palabras de los organizadores locales “En este momento apreciaríamos la solidaridad internacional en forma de Acciones y también de Apoyo Financiero. Nos aseguraremos de que los errores cometidos por Indonesia ABC/CNA no se repitan. Si la gente pueden dar asistencia financiera, envíela a PayPal a continuación. "Lo usaremos para pagar los honorarios legales, para ayudar y apoyar a nuestros amigos están escondidos por ser el blanco de la policía".
Llamada de Solidaridad con los Compañeros de Indonesia
Lea la convocatoria de solidaridad en Mpalothia.net:
Somos los hijos de trabajadoras u obreras que trabajan en fábricas, oficinas, almacenes, talleres, restaurantes y donde nuestros padres se inclinan ante el empleador.
Somos ausentes escolares porque tenemos que ayudar a nuestros padres
Somos las niñas que nos excluimos de la escuela porque nos negamos a continuar con el moderno sistema de asalariado de esclavitud.
Somos estudiantes que trabajamos a tiempo parcial, dividiendo nuestro tiempo entre estudiar y trabajar y somos acosados en el campus y en el lugar de trabajo
Somos una generación enseñada a ser esclava y convertirnos en productos confeccionados para la industria.
Tenemos que pagar costosos matrículas para ser esclavizados.
Somos trabajadoras precarias que reemplazarán a nuestros padres que perdieron su dignidad, que se sienten inferiores debido a que nos han etiquetado como estúpidas, trabajando arduamente bajo las demandas de producción, largas horas de trabajo, salarios bajos y entornos laborales de alto riesgo.
Somos el futuro. Hemos comenzado una nueva página para una era diferente. Una edad sin opresión y esclavitud.
Nosotros somos tus hijos
DETRÁS DE ESTAS MÁSCARAS NEGRAS, ESTÁN LAS CARAS DE SUS HIJOS
https://www.youtube.com/watch?v=9S7XbUovWP8
Estudiantes de Papúa Occidental en Yogakarta expresan solidaridad
CÓDIGO NEGRO - COMPAÑERXS INDONESIXS NECESITAN AYUDA
---—
Para Saber más
asranarshism - Unión Anarquista de Afganistán e Irán, 24 de mayo de 2018.
P.S: La posibilidad de unir nuevas personas y grupos de anarquistas será permanente.
La Unión tiene muchas redes sociales y otros canales de comunicación. Los encontrarás en la parte inferior de esta página. AQUI Directorio de contactos de fcbk, twitter, instagram y telegram
Destacamos:
۳۸ – آدرس بالاچه عصر آنارشیسم در بالاترینhttps://www.balatarin.com/b/anarchismera
۳۹ – آدرس وبلاگ اتحادیه آنارشیستهای ایران و افغانستان https://tauai.wordpress.com
Read more ... |
Posted: 12 May 2019 09:55 AM PDT
En fechas recientes ha cobrado nuevos bríos un viejo y engorroso debate –pero, no por ello carente de importancia– al interior de los círculos anarquistas de praxis que han venido recuperando, a lo largo de los últimos cuarenta años, el aliento insurreccional de la Anarquía. En este sentido, es innegable el protagonismo de los blogs de contra-información anarquista [1]y, de las nuevas publicaciones internacionales, comprometidas con la renovación de la propuesta anárquica de signo insurreccional. Entre las publicaciones implicadas en este debate teórico, destacan Vetriolo, Fenrir, Avis des Tempêtes y, Kalinov Most, por mencionar algunas de las más activas en este fastuoso proceso de reactualización de la teoría y la práctica ácrata a ambos lados del Atlántico. En sus páginas constantemente encontraremos reflexivos ensayos y contundentes aportaciones destinadas a reafirmar el ideal anárquico desde la práctica, confrontando desvirtuaciones y señalando desviaciones. La mayoría de sus textos son anónimos o de factura colectiva; por lo general, asumidos como postura editorial y/o, firmados con el nombre de la publicación en cuestión.
«Fuera del anonimato –como nos recuerda el compañero Cospito– solo hablan los presos (y los prófugos y los furtivos –agregaría yo) que, con orgullo, reivindican su propio recorrido»[2]. Y sí, precisamente uno de esos compañeros presos que hablan y escriben con nombre y apellido, es Alfredo Cospito, quien, quizás por ello, ha tenido que asumirse vórtice del actual debate intrínseco al denominado insurreccionalismo en torno al dilema entre la reivindicación o el quehacer anónimo. El meollo de la discusión, aparentemente se centra en el antagonismo que plantean algunos compañeros entre la práctica de la acción anónima y la acción reivindicada por alguna agrupación particular. Remota discusión interna que se remonta al concepto mismo de “propaganda por el hecho”[3] y que acrece, de nueva cuenta, en la recta final de los años 70 con la irrupción del anarquismo insurreccional en medio del inmovilismo contemplativo que había arraigado en nuestras tiendas en la segunda mitad del siglo XX.
Empero, la discusión que hoy nos ocupa –esa que ahora se libra encarecidamente en el propio corazón de la tendencia informal anárquica– comenzó a acumular su actual perfil por los años noventa del milenio anterior[4] y, recargó baterías en noviembre de 2011 con las múltiples reacciones que generó la Carta a la galaxia anarquista[5]; contexto que motivó la celebración de lasJornadas Informales Anárquicas (Simposio Internacional) en la Ciudad de México, dos años más tarde, invitando a participar a las partes divergentes y que, lamentablemente, la represión sistémica impidió que se concretara como lo habían proyectado sus organizadores.
Sin embargo, algunos compañeros insisten en que el “disenso” en realidad se ubica en la inferida contradicción entre el llamado “nuevo insurreccionalismo” y, un “insurreccionalismo clásico”, “tradicional”, “puro”…[6], que se niega a asimilar los cambios que lo sitúen a la altura de la historicidad presente.
Los cambios producen miedo
En esta tesitura, habría que puntualizar, que las modificaciones –lentas o aceleradas– que han venido acaeciendo en el transcurso de las últimas décadas en el plano de las configuraciones sociales, políticas y económicas y; las adecuaciones que se han ido generando a partir de la experiencia recogida durante los últimos veinte años, con los impulsos de la guerra anárquica en territorios específicos, han provocado un proceso de renovación –que alimenta dudas y produce miedo– en las mismas entrañas de la tendencia informal anarquista.
Como bien nos advierte el compañero Cospito: «Algo ha cambiado» al interior del insurreccionalismo. No se trata de un «“subproducto” suyo sino una especie de “evolución” que parece no detenerse frente a condenas, aislamientos e, incomunicaciones. Un insurreccionalismo seguramente más desordenado pero con la gran virtud de no tener fórmulas preconcebidas, porque es absolutamente caótico.»[7]
Evidentemente, la descripción de esta peripecia rabiosamente actual, suscita inquietudes y formula interrogantes. En consecuencia, nos toca ahora disipar –hasta donde el entendimiento nos permita– los temores y las dudas, generalmente asociadas a los procesos de cambio. Merece entonces aclarar, que las renovaciones que se han venido efectuando en el quehacer cotidiano de los círculos del anarquismo insurreccional no representan una nueva “desviación” al interior de nuestras tiendas ni cimentan ninguna deformación ideologizada. Por el contrario, este desarrollo dinámico de la insurrección ácrata en nuestros días –cada vez más alejado de los recetarios y las conceptualizaciones ajenas–, hace que la tendencia informal anárquica hoy reafirme sus tesis fundacionales y comience a remitirse como modelo a escala internacional. Lo que solo puede ser concebido como un campo de oportunidades y desafíos; por lo que no cabe postura más razonable que señalar también, con la enjundia requerida, aquella serie de obstáculos que han venido limitando el desarrollo del movimiento anárquico actual y, sobre los cuales tendremos que actuar con la determinación necesaria.
Pero, antes de continuar avanzando en los esclarecimientos pertinentes, considero que valdría la pena subrayar que, el término “insurreccionalismo”, nunca nos ha parecido ciertamente idóneo[8] a la hora de designar ese proceso profundo de reafirmación y reactualización teórico-práctica que auspició el regreso del informalismo anárquico al espectro de las propuestas beligerantes a finales de la década del setenta del siglo pasado, tras años de ostracismo y olvido. Si bien es cierto que con la expresión se ratifica el natural posicionamiento de la Anarquía frente al Poder, en general, y, particularmente, ante el inmovilismo y la contaminación socialdemócrata del período de “anarquismo en transición”[9]; también es innegable que corre el riesgo de confundirse con una nueva mercancía disponible en el vasto mercado de las ideologías[10], y no solo por el nefasto sufijo (“ismo”) con que concluye este vocablo, sino por el acomodo de la noción misma de “insurrección” que, en este caso, se limita a la estrategia invariante de la “insurrección generalizada”, reduciéndose el infinito accionar insurreccional anárquico a una suerte de expresión matemática que no cambia de valor frente a determinadas transformaciones. De todos modos, pese a esa, y a otras disonancias, igualmente importantes, no dudamos en sumarnos –por allá de los ochenta del siglo XX– a ese potente proceso de reactualización del anarquismo que, como siempre he señalado, reanimaba su gestualidad transgresora y revivía su espíritu insurreccional asegurándole el presente.
Después de un profundo balance reflexivo de las luchas del movimiento anarquista histórico y un análisis consciente de las mutaciones del capitalismo, un núcleo de compañeros italianos inauguraba un conjunto de tesis y contribuciones que daba paso a nuevos entendimientos y nuevas concepciones que ya no correspondían con los anquilosados modelos de organización y acción que durante casi un siglo le habían otorgado sus rasgos definitorios, concediéndole vida a un anarquismo recontextualizado y rejuvenecido, que recuperaba su capacidad sediciosa. Este entramado de propuestas y consideraciones sería conocido al interior del movimiento como Tesis insurreccionales y, popularmente quedaría bautizado como “insurreccionalismo”.
No acostumbro a echar flores de plástico a nadie pero, definitivamente, no se nos puede ocultar que el compañero Alfredo Bonanno, sería el más esclarecido impulsor de dichas tesis, dedicándose a sistematizar las contribuciones de esa etapa y produciendo incontables textos con cierta asechanza refundacional. Este ineludible reconocimiento, lo he hecho siempre, sin por ello relegar las importantes aportaciones teórico-prácticas de un nutrido grupo de compañeras y compañeros, entre los que sobresalen mi querido Consta Cavallieri, nuestra entrañable Jean Weir, Massimo Passamani, y, Guido Mantelli (tal vez, el insurreccionalista más crítico del insurreccionalismo en su tiempo) y, sin dejar de distinguir un fardo de debilidades y limitaciones, presente en dicha tendencia desde su renacimiento, que precisamente se enlista en esas “otras disonancias” que aludía con anterioridad.
La tempestad en un vaso de agua
La oposición entre la “acción anónima” y la “acción reivindicada”, si bien se ciñe a la tempestad en un vaso de agua[11], reduciéndose a «un falso dilema», como recalca Cospito[12]; es evidente que también se ostenta como contraposición maniquea entre la “insurrección generalizada” y la “insurrección individual”. Es decir, se sujeta a la eterna disonancia entre los partidarios de la “insurgencia social” –injertados en el “movimiento real” de los excluidos con su estrategia de “luchas intermedias” (incluyentes, aliancistas y políticas)– y, los secuaces de la guerra anárquica a través de la “insurrección individual” (henchida de herejes, parricidas y desfachatados incontrolables).
Lo seductor de este aparente antagonismo es que invita a la profundización de las ideas, a la reflexión constante a partir de la experiencia práctica y, pone en evidencia las contradicciones a superar; es decir, nos incita a evolucionar: a no estancarnos, a remozar.
Al respecto, es importante corroborar un intenso proceso de renovación sistemática al interior del denominado insurreccionalismo, trazado a lo largo de un extenso camino de críticas al inmovilismo, al trasnochado anarcosindicalismo, a la síntesis especificista, al “anarco”-leninismo (neoplataformismo) y a las ideologías en general, que sin duda, le ha permitido forjarse como configuración abierta que cambia precisamente al influjo de las condiciones en las que actúa y al compás de las transformaciones en las luchas y en las formas de pensar y actuar, adecuándose a la historicidad concreta de la que formamos parte. Consecuentemente, mediante la prolongación ad infinítum de este proceso de renovación, será posible hacernos de los insumos específicos que nos permitan imponernos a las limitaciones y, abandonar ataduras y conceptualizaciones que hoy impiden el libre desarrollo teórico-práctico del anarquismo contemporáneo.
Nos corresponde dar continuidad a este proceso de apropiación de la historicidad y experimentar un nuevo empuje con su pertinente renovación teórico-práctica. Qué mejor manera de impulsar una teoría y una práctica remozada que introduciendo una agenda de reflexiones y diálogos entre las compañeras y compañeros comprometidos con la recreación de un paradigma subversivo renovado, capaz de articular a los anarquistas informales y de proyectar la guerra anárquica en todos los confines del planeta, enfrentando las diversas formas de poder establecidas y por establecer. Pero, esos diálogos –ineludibles– habremos de librarlos sin arrogancia y sin condenas moralizadoras. A los anarquistas no nos incumbe adoctrinar ni regañar, esto solo aplica para quienes evangelizan desde el púlpito con aires de guías espirituales. Quienes actúan así no buscan afines –cómplices y co-conspiradores con quienes concretar la destrucción anárquica en los cuatro puntos cardinales– sino discípulos y ovejas dóciles a quienes pastorear.
Lamentablemente, muchos compañeros que no concuerdan con las nuevas contribuciones que van sumándose al proceso de renovación de las tesis insurreccionales, no les queda más que especular frente a la propagación del accionar caótico de una práctica anárquica que cada vez provoca más escozor en los organismos represivos y las instancias de poder. Sin embargo, estas especulaciones interminables, pierden de vista una cuestión que es fundamental para entender lo que está aconteciendo: la prevalencia del “nuevo” ilegalismo anárquico –de esta suerte de “evolución” de la tendencia informal anarquista–, no es consecuencia de lo que hace o deje de hacer ni de cómo lo hace, sino de que la alternativa (esa que mediante las “luchas intermedias” prepara las condiciones para la inasible “insurrección generalizada”) nos causa aversión a la inmensa mayoría de los anárquicos informales porque comienza a parecerse demasiado a aquel inmovilismo que dábamos por liquidado.
Esa es la razón de nuestra tenaz insistencia en la necesidad de impulsar el debate muchísimo más allá de los métodos de actuación del informalismo anárquico –grupos de afinidad anónimos Vs. grupos de afinidad coordinados bajo una sigla o, la reivindicación de las acciones Vs. el accionar incognito–, centrando los ejes de discusión en la selección de los medios para la concreción de la proyección anárquica, lo que nos permitirá actualizar nuestra crítica enfrentando el problema de la acción frente a las condiciones que imponen las actuales estructuras de dominación.
A finales de los setenta del siglo pasado, el anarquismo insurreccional tuvo el mérito indiscutible de reactivar la praxis, sintonizándose con la realidad de las luchas de finales del siglo XX, llamando a superar viejos diagramas de organización y acción y, poniendo punto final al anterior período de sobrevivencia que eclipsó al movimiento y degeneró en ideología. Así, emprendió un esfuerzo extraordinario de re-elaboración teórico-práctica que le permitió emplazar, en los hechos, al inmovilismo anarcosindicalista y especificista. Si bien generó planteamientos perspicaces apostándole a la destrucción del trabajo, a la expropiación y al ataque permanente contra la dominación mediante la organización informal; nunca abandonó la obsesión por una “salida insurreccional de masas” y su arrolladora reacción en cadena hasta desembocar en el comunismo anarquista por la vía de la Revolución Social transformadora.
No obstante, es imperioso señalar que esta visión “determinista”, tiene una traducción automática en el plano de la práctica política y de los métodos de acción que el insurreccionalismo setentero iba asumiendo como su principal referencia de crítica y de enfrentamiento, influenciado directamente por el auge de la lucha autónoma y demás elucubraciones propias de la época y que, a estas alturas del partido, comienzan a ostentarse como debilidades y limitaciones de su desarrollo teórico. Por lo pronto, para poder entender mejor aquellos posicionamientos, parece imprescindible percatarnos que el movimiento anarquista, en repetidas ocasiones, ha ubicado su teorización a la retaguardia del pensamiento marxiano, ajustándose a su agenda teórica y adoptando sin mayor resquemor una conceptualización que no es funcional y mucho menos coherente con sus principios de destrucción en aras de la liberación total.
En ese tenor, el anarquismo insurreccional de nuestros días amerita puntualizaciones específicas que le brinden la oportunidad de superar todas las ambigüedades y de sintonizarse con la realidad del siglo XXI. Nos toca soltar amarras y levantar el pesado anclaje que nos ha mantenido varados en los setenta del siglo pasado. Habrá que hacerse a la mar y emprender viaje hacia lo desconocido. Nos corresponde escoger el rumbo desde la marcha. Tenemos la libertad de equivocarnos.
El estado del tiempo
El declive del “anarquismo de inserción” y su “modelo de intervención en la realidad de las luchas” –mediante la participación orientadora de los grupos de afinidad y “la coordinación operativa de estos grupos en las luchas intermedias”–, dio paso a la irrupción y extensión de la guerra anárquica contemporánea, abandonando los extravíos ideológicos y, concentrándose en el ataque permanente contra la dominación a partir del individuo y sus afines. Como anota Cospito: «La “lucha intermedia” corre el riesgo de empujarnos hacia atrás más que hacia adelante, haciéndonos perder el sentido de lo que somos».[13]
Sin menoscabo de la afirmación anterior, corresponde ahora ejecutar un repaso crítico de esos múltiples “desvaríos” que nos han llevado a «perder el sentido de lo que somos». Para ello, y de momento, bástenos mencionar las luchas de liberación nacional (desde Euskal Herria a la del pueblo afro-americano en Estados Unidos, pasando por Puerto Rico e Irlanda y la unificación del Estado saharaui); la lucha “anti-imperialista” en Comiso; la reyerta del neozapatismo y su decadencia electorera en México; la autodeterminación del pueblo Mapuche; la lucha por la instauración del Estado Palestino; la revolución en Rojava por la soberanía del Kurdistán; la independencia de Cataluña; el fraude electoral en Venezuela con su consiguiente gobierno paralelo; la lucha por la excarcelación de Lula da Silva en Brasil; la trifulca para deponer a Jovenel Moïse en Haití; entre otros tantos ejemplos de un profuso inventario de pirotecnia recuperadora. Todas muestras fehacientes de extravíos y retrocesos ciento por ciento ajenos a la guerra anárquica[14] que, no solo nos han lanzado hacia atrás, consolidando un “anarquismo” de izquierda (y de derecha) cada día más ecléctico, sino que han dejado un saldo de compañeras y compañeros presos y asesinados[15].
Continuar varados en la repetición de modelos fallidos e inmovilizados por discursos de margarina –parafraseando a Alejandro de Acosta–, nos empuja hacia atrás y nos condena a estar al servicio del Poder o, a jugar a la guerra hurgando en nuestros ombligos. En este marco de reflexiones, tenemos que situarnos a la altura de las necesidades actuales y esto, reclama de nosotros un esfuerzo enorme de re-elaboración en el campo de la teoría y de la práctica, que rompa de una vez y por siempre con este “anarquismo” ecléctico que hoy nos imposibilita navegar hacia la Anarquía.
La propagación de la guerra anárquica «con las fuerzas reales (por “escasas” que sean) que los anarquistas tienen a disposición»[16], pasa por esa re-elaboración teórica a partir de nuestra práctica y el abandono definitivo de todo lo ajeno: única manera consecuente de profundizar en los hechos la crítica a la dominación y la servidumbre voluntaria.
La elaboración de una crítica “unitaria” –que dé continuidad a la guerra e inste a unir «permaneciendo separados»[17]–, tal como la venimos planteando, no es otra cosa que la redefinición actualizada de nuestros rasgos. Siendo así, nos atañe ahora integrar la experiencia acumulada (durante más de cuarenta años de lucha) con los cambios sustanciados en el actual conflicto cotidiano.
Reconocer la metamorfosis degenerativa del otrora “sujeto revolucionario”, hoy diluido en esa legión imprecisa de consumidores/ciudadanos, es el inevitable punto de partida para afianzar una comunidad en guerra consciente, que contribuya vigorosamente a extender el ataque contra el sistema de dominación en nuestro siglo. Si no somos capaces de advertir el sentimiento de participación en que se sumerge feliz la “masa”; es decir, si no percibimos la integración acelerada de esa caterva alienada de “oprimidos” y “excluidos”, no estamos aptos para desarrollar la guerra anárquica en nuestros días. Por eso, apremia renovar nuestra nave –remplazar uno que otro madero podrido por la erosión del tiempo–, y eso, solo será posible a partir de un balance crítico.
Si no evaluamos críticamente el pasado jamás contaremos con un inventario detallado, que nos corrobore con qué contamos, que nos permita saber qué nos ha quedado a lo largo de nuestra travesía en la historia. Urge conocer cuántas armas subsisten y cuáles han caducado. Será entonces, compañeras y compañeros, que podamos desempolvar y engrasar las que continúen siendo útiles a esta nueva expedición.
Hoy, el estado del tiempo es favorable a la navegación: el anarquismo ha recobrado su talante subversivo y su vocación destructora; afirmando su configuración abierta, tan cambiante como las condiciones de posibilidad. Concierne ahora ponernos de acuerdo en medio de este recorrido caótico. Hay que fomentar las coincidencias, porque éstas deben dar paso a nuevos entendimientos y nuevas concepciones que provoquen en nosotros las ganas de extender la guerra anárquica hasta las últimas consecuencias. Ha llegado el momento y está en nuestras manos. No parece que tengamos mucho tiempo que perder. Es hora de zarpar.
¡Por la potencialización de la Internacional Negra (Informal e Insurreccional)!
¡Por la Anarquía!
Gustavo Rodríguez,
Planeta Tierra, 10 de enero de 2019
Posdata (de consolación): Si superamos la depresión de haber sido condenados al “museo de las antigüedades, junto a la rueda y el hacha de bronce” y, nos sobrepusimos de los achaques circulatorios y las afectaciones de lumbalgia provocados por el prolongado inmovilismo, hoy que gozamos de cabal salud, venceremos el autismo sin menor contratiempo. Por lo pronto, debe quedarnos claro que la total recuperación depende de nosotros mismos y que no es posible confiarla a ningún facultativo.
Posdata 2 (exorbitante): Un fuerte abrazo anárquico y apapachante que abata «condenas, aislamientos e, incomunicaciones», extensivo a mis queridos Gabriel y Elisa y, a todas las compañeras y compañeros presos y en fuga alrededor del mundo.
Texto original extraído de Kalinov Most No.4, Abril 2019.
[1] Tendríamos que enfatizar en el desempeño de los medios electrónicos dedicados a potenciar la discusión reflexiva entre anarquistas insurreccionales, tales como ContraInfo, Round Robin, Anarhija.info, Anarquía.info (Instinto Salvaje), 325.ContraMadriz, La rebelión de las palabras, por nominar algunos de memoria.
[2] Cospito, Alfredo, «El autismo de los insurrectos», Revista Fenrir Número 9, 2018, p.p. 32-55.
[3] Aunque el concepto se le imputa a Paul Brousse, por la probable autoría de un artículo anónimo que se publicó bajo ese título ( «La propagande par le fait» ) en el boletín del Jura de la Internacional el 5 de agosto de 1877; Bakunin había esbozado el principio siete años antes: «a partir de este mismo momento, debemos difundir nuestros principios, no con palabras sino con hechos, porque ésta es la forma de propaganda más irresistible. (…) en todo instante y en cualquier circunstancia, seamos inexorablemente consistentes en la acción», Bakunin, “Letre à un français”, 1870, en Dolgoff, Sam, La Anarquía según Bakunin, Tusquets Editor, Barcelona, 1977, p. 228.
[4] Mantelli rozaba tangencialmente este debate por aquellas fechas; ver, Mantelli, Guido, «Desde el abismo», folleto fotocopiado, julio de 1998, p.13. Valga aclarar que el hecho de citar la crí Mantelli no significa necesariamente que coincida con todos sus postulados; ignoro si en la actualidad continúe a la espera del florecimiento «de otros miles de movimientos de transformación social» y si aún le apuesta a la Revolución Social como llave de paso a la Anarquía o, si abrazó este impetuoso proceso renovador que reclama su derecho a equivocarse.
[5] Vid. «Lettre a la galaxie anarchiste», disponible en: http://nosotros.incontrolados.over-blog.com/article-lettre-ouverte-a-la-galaxie-anarchiste-96947404.html
[6] A. Cospito, «El autismo de los insurrectos». op. cit.
[7] Id.
[8] Paradójicamente, tanto propios como extraños, me han asignado siempre esta “etiqueta”, cuando de manera invariable he hecho hincapié en la informalidad, ya que de ahí se desprende el método organizativo y, sobre todo, los permanentes objetivos insurreccionales de la Anarquía.
[9] Hablar de anarquismos “clásico”, “de transición” y “post-clásico”, nos refiere a la sistematización y el análisis desarrollados por el compañero Daniel Barret (Rafael Spósito), que nos ofrecen una idea detallada de secuencia y periodización del desarrollo del anarquismo. Vale señalar que por período “clásico” entendemos el proceso de formación, despliegue y apogeo de un paradigma sedicioso que se extiende desde sus orígenes hasta el momento culminante de la revolución española entre 1936 y 1939. El segundo período, “de transición”, comenzaría precisamente con la derrota del proyecto anarcosindicalista y se caracterizó por el repliegue del anarcosindicalismo como paradigma, la confusión de alternativas políticas, prácticas y organizativas y, un sentimiento nostálgico generalizado respecto al proceso revolucionario español. Por último, se abre un tercer período al que hemos denominado “post-clásico” que, con las reservas del caso, damos inicio en el mayo francés de 1968 cerrando la etapa precedente e inaugurando nuevas posibilidades para el anarquismo y, la exigencia de abordar una tarea aún inconclusa: la elaboración de un nuevo paradigma sedicioso, capaz de producir las modificaciones críticas, metodológicas y organizativas que permitan la reaparición protagónica de la Anarquía en los procesos de subversión de nuestro tiempo.
[10] Así lo harían diferentes detractores de la informalidad anárquica, destacando el insidioso panfleto de los marxistas trasnochados del Grupo Comunista Internacionalista (CGI), firmado para la ocasión como Proletarios Internacionalistas (Crítica de la ideología insurreccionalista) y, el texto del situacionista tardío Miguel Amorós (Anarquía profesional y desarme teórico. Una Crítica al insurreccionalismo).
[11] Esencialmente, tras la trasformación del concepto (“reivindicación”) y el carácter endógeno que éste adquiere al convertirse en vehículo de comunicación al interior de «la comunidad en guerra», dejando atrás la óptica de la construcción de un “contrapoder” al Estado y, centrando la acción en «el individuo y su grupo»
[12] A. Cospito, «El autismo de los insurrectos». op. cit.
[13] Id.
[14] De antemano, esperaría que este ejercicio intransigente de reafirmación de principios no sea malinterpretado por los afines y se entienda como un llamado a la no-violencia o a la contracción del accionar destructivo; convencidos estamos que en esos cruzamientos intrincados de beligerancias siempre encontraremos la ocasión para asestar certeros golpes con alevosía y premeditación, contagiando y extendiendo la insurrección individual contra toda forma de dominación institucionalizada o por institucionalizarse; por lo que resulta incoherente plantearnos nuestra guerra en función de sus agendas o establecer alianzas y compromisos (por más insignificantes que estos sean) con las hegemonías ideológicas y organizativas propuestas por cada uno de los ejemplos mencionados, demasiado emparentados con quimeras vanguardistas, reformismos socialdemócratas, cosmovisiones patriarcales y, nacionalismos populistas. Para nosotros, no aplica la máxima maquiavélica, en nuestro caso “el enemigo de mi enemigo” no siempre es nuestro amigo. Sea o no de la complacencia de ocasionales detractores, es indudable que esta reafirmación se cimienta en los puntos teóricamente más sólidos del pensamiento anárquico en torno a la Libertad y el rechazo categórico a toda forma de Poder.
[15] De momento, alcanza con recordar al compañero Joël Fieux, asesinado en Zompopera, Nicaragua, en julio de 1986, al compa Santiago Maldonado, asesinado en Chubut, Argentina, el 1º de agosto de 2017 y, la compañera Anna Campbell, asesinada en Afrin, Kurdistán, en diciembre pasado, entre otras víctimas del porno revolucionario, usados y ultrajados hasta el cansancio con fines totalmente opuestos a la Anarquía.
[16] A. Cospito, «El autismo de los insurrectos». op. cit.
[17] Id
Read more ... |
Posted: 10 May 2019 01:31 PM PDT
Continuando con la colección de camisetas que iniciamos hace tres años sobre la socialización de las industrias llevadas a cabo durante la Revolución Social Española, este año se dedica a la industria cervecera.
Pretendemos que esto sea una ayuda más para la financiación del sindicato.
Las camisetas son a dos tintas sobre camiseta negra.
El precio es de 10€ + gastos de envío para pedidos individuales y de 8€ + gastos de envío para sindicatos, colectivos, Ateneos...
Los pedidos los podéis realizar al correo electrónico del sindicato: zamora@cnt.es
Salud.
Read more ... |
No hay comentarios:
Publicar un comentario