Hoy se cumplen 200 años de la primera batalla de Cepeda.
Mariano Saravia
-¿Y eso? Una fecha más de las que tuvimos que estudiar en el cole. ¿Para qué sirve?
- Para entender nuestro presente, porque allí se enfrentaron los dos proyectos de país. Por un lado, el proyecto centralista basado en el puerto y en la biblia del libre mercado, de la exportación y de la producción primaria agroganadera, que beneficiaba y sigue beneficiando a una minoría oligárquica, que se apropió de la tierra y de nuestros recursos naturales. No hace falta agitar el fantasma de los chinos ni de los yanquis, porque ya tenemos adentro a quienes se quedaron con las tierras, el agua y todos nuestros recursos.
Contra ese proyecto se plantaba el proyecto artiguista, nacional, popular, federal, republicano y democrático.
-¿Cómo se manifestaban esos dos proyectos de país?
-El proyecto centralista y oligárquico se había adueñado de la Revolución de Mayo y detentaba el poder en las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1819 habían sancionado una constitución unitaria y seguían desesperados buscando un príncipe europeo que reinase sobre nuestra Patria. Del otro lado, la Liga de los Pueblos Libres, que abarcaba la Banda Oriental, Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. Era gobernada por José Gervasio Artigas pero con mucha autonomía de las provincias integrantes, con igualdad de género y participación plena de la vida ciudadana de los pueblos originarios y de los afrodescendientes.
-¿Y cómo se llegó al enfrentamiento bélico?
-Era insostenible la existencia de esos dos Estados en la misma nación. Cada uno con gobierno, territorio, población, bandera y moneda distinta. Rondeau, Director Supremo, mandó a llamar a José de San Martín con su Ejército de Los Andes. Y San Martín no fue, porque estaba preparando su expedición libertadora al Perú. Su prescindencia fue una toma de partido a favor de los artiguistas.
Entonces el Directorio porteño mandó a llamar a Manuel Belgrano y su Ejército del Norte. Belgrano tampoco acudió, estaba enfermo (moriría cinco meses después) y se quedó en Tucumán. Pero sí fue Francisco Fernández de la Cruz, que había suplantado a Belgrano. Sin embargo, el 8 de enero en Arequito el ejército se amotinó, encabezado por Juan Bautista Bustos. El argumento era que ellos estaban para pelear contra el colonialismo realista y no contra hermanos.
-Entonces los porteños no tuvieron el apoyo que esperaban…
-Exactamente, José Rondeau y Gonzalo Balcarce fueron totalmente derrotados por las montoneras artiguistas encabezadas por el entrerriano Pancho Ramírez, el santafesino Estanislao López y el chileno José Miguel Carreras.
Pero más allá de los jefes militares, fueron las mayorías populares del interior las que lograron aquella hazaña: gauchos, indios, negros, paisanos... y paisanas también.
Gracias a aquellos y aquellas entrerrianos, santafecinos y orientales.
-¿Qué pasó después?
-Esos representantes de la gauchería (paisanos, indios y negros) llegaron hasta la mismísima Plaza de Mayo y ataron sus caballadas en la pirámide. Ante el horror de los señores y las señoras de la alta sociedad porteña. Fue un antecedente lejano de las patas en la fuente.
Y se disolvió el Directorio.
Pero lo más importante es que gracias a ese evento abortamos el proyecto monárquico y centralista del Directorio Porteño. Aunque para ser verdaderamente federales nos falta mucho.
-O sea que no fue una victoria completa…
-A la luz de la historia no. Y a la luz de la vergonzosa indiferencia de la sociedad argentina ante este bicentenario. Los historiadores del puerto siguen nombrando al año 1820 como “el año de la anarquía”. Y entonces, se desprende que esta gesta de Cepeda fue algo malo porque generó la anarquía. Cuando en realidad salvó a la Patria, al menos temporalmente.
Pero hay muchas formas que tienen las clases dominantes de combatirnos. Una es con las armas, otra es con el simbolismo. Y el silencio absoluto del Bicentenario de Cepeda es simbólicamente muy elocuente.
Hoy debería ser feriado.
Hoy debería discutirse este tema.
Deberíamos pedirle al gobierno de turno que no se ignore la historia, porque si no, nunca entenderemos el momento presente ni podremos forjar un futuro mejor, para TODOS y TODAS.
Viva la Patria.
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