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sábado, 21 de junio de 2014

Tinkunaco 0848/14 - EL DÍA DEL ABOGADO LABORALISTA, HOMENAJE A ATILIO J. LIBRANDI - Mario Elffman

EL DÍA DEL ABOGADO LABORALISTA,  HOMENAJE A ATILIO J. LIBRANDI

Tenía que suceder. Tenía que llegar a diseñarse ,sin pretenderlo, como símbolo del historial de las grandes batallas y de las contribuciones de los abogados laboralistas argentinos a las luchas por los derechos de los trabajadores, porción indisoluble de la heroica militancia por los derechos humanos, por el estado social de derecho y por la democracia.

Obrero marroquinero, hombre de su Villa Crespo de origen, con sus ideas y con su militancia revolucionaria llegó a la abogacía como una continuidad sin pausas de su conducta y su conciencia de clase, y allí se mantuvo.  Capaz de poner en letras de tango sus reflexiones y sus escritos, porque para él la filosofía del tango era la de la vida, por encima de aquellos textos escolásticos que se consideraban imperativos para comprender el desarrollo necesario de nuestra sociedad.

Ya presentaba y peleaba con hábeas corpus contra las detenciones por  edictos policiales mucho antes de doblarse el codo de los ‘50’, y su actividad militante en derechos humanos y en la por entonces única organización social y jurídica de defensa, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre  lo incluía en el audaz grupo de aquellos abogados que se autodenominaban los ‘ever ready’, con las pilas siempre cargadas para correr a las comisarías y a las mazmorras a la primera noticia de una violación de derechos.

Eso ocurrió en el caso de la privación de la libertad y brutales torturas, en la sección especial de la calle Urquiza, al estudiante comunista Ernesto Mario Bravo, en manos de esos pequeños gérmenes de aquello que por entonces no se llegaba siquiera a visualizar como futuro terrorismo de estado, los Lombilla, los Amoresano. Y fue implacable y perfecto en la denuncia, en la investigación, en la reconstrucción de los hechos, en el castigo legal. Después vino la acción jurídica y solidaria contra el plan conintes, contra la proscripción y persecución política de los militantes sociales y populares, contra los bandos dictatoriales.

Fue, por muchos años, abogado de sindicatos. Pero también lo fue de la Federación de Villas y Barrios de Emergencia. En las villas era recibido como compañero antes que como asesor legal.

A partir del 16 de diciembre de 1970 fue bandera personal en la convocatoria a algunos de los actos más unitarios y masivos de la abogacía, tras el secuestro y desaparición de su socio profesional y compañero de militancia , Néstor Martins y su cliente, el dirigente villero Nildo Zenteno Delgadillo.

Su mayor golpe de audacia en la lucha antidictatorial y contra el terrorismo de estado fue la de presentarse como aspirante en una oferta de contratación de abogado del Consulado General de Italia en la especialidad de derechos humanos, para la defensa de los desaparecidos, perseguidos y represaliados.  Fue el único presentado, y con el apoyo de otro héroe civil, el cónsul Enrico Calamai, fueron tiempos de actividad febril,  en el manejo jurídico de alrededor de 800 carpetas de hábeas corpus y denuncias, en la tutela de presos que optaban por salir del país, y en infinitos actos de audacia personal y profesional.

Me constan porque los compartimos. Fuimos socios hasta en eso. Y también (él bien lo sabe) fuimos socios en el casi milagro de haber salvado nuestras vidas cuando el Presidente de Italia, Sandro Pertini, dedicó su mayor acto con su comunidad, en su visita a Buenos Aires, para otorgarle a Atilio Librandi una condecoración nacional, y para que se colocara a nuestro estudio en una semi/extraterritorialidad, con una chapa en la puerta que cerró el paso a más de una amable visita de los grupos de tareas asesinos.

Mucho más adelante aún en el tiempo, un día decidió que no estaba en condiciones de litigar como lo hacía, artesanalmente, y fue abandonando progresivamente el ejercicio activo de la abogacía laboralista. Le costaba, según decía, absorber los cambios normativos para una adecuada defensa de los derechos de sus clientes trabajadores.  Pero lejos de abandonar el escenario de la faena jurídica, se dedicó con un entusiasmo juvenil a una nueva especialidad: la del derecho ambiental, en la que resultó un guía y un ejemplo para los abogados jóvenes.

Éste es mi perfil de mi más antiguo amigo en la abogacía militante; de mi socio profesional desde aquel día en que abandoné mi propio estudio para ir a ocupar el escritorio vacío de Néstor Martins y atender sus asuntos en su ausencia;  de quien me introdujo el virus del derecho del trabajo; de quien no necesitaba masticar teoría para ser un hombre de su clase y un ejemplo de sabiduría, de lucha, de abnegación, de modestia, de humildad.

Me enorgullece la iniciativa de la ASOCIACIÓN DE ABOGADOS LABORALISTAS de celebrar el día del abogado laboralista, el 7 de julio, fecha de recordación de la terrible noche de las corbatas, rindiendo un homenaje a quien nos honra y simboliza: Atilio Juan Librandi.

Mario Elffman. 21 de junio de 2014

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