La Organización Mundial de la Salud
advierte
del riesgo cancerígeno
del glifosato.
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"Importan dos maneras de
concebir el mundo.
Una, salvarse
solo,
arrojar ciegamente los
demás de la balsa, y la otra,
un destino de salvarse con
todos,
comprometer la
vida
hasta el último
naufragio."
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>> El pasado viernes 20
de marzo, una reunión de expertos de la IARC (Agencia Internacional para
la Investigación sobre el Cáncer) decidió incorporar al glifosato - componente
del grupo de herbicidas más utilizado en el mundo - a la lista de sustancias
probablemente cancerígenas para los seres humanos.
El IARC también añadió a esa
"lista negra" a los insecticidas malatión y diazinón.
La resolución de los técnicos de este organismo que depende de la
Organización Mundial de la Salud, tiene especial repercusión en diversos países
del planeta donde se utiliza con profusión en fumigaciones agrícolas, como el
caso de Argentina. En este país desde hace años hay numerosas denuncias
sobre graves daños a la salud y malformaciones en las zonas donde se ha
utilizado el glifosato. El fallecido investigador argentino Andrés Carrasco
publicó en el 2010 su trabajo científico donde advertía de esos riesgos y afirmaba : “Los transgénicos y
los agrotóxicos en Argentina son un experimento masivo a cielo
abierto”. Sus denuncias desataron una campaña difamatoria en su
contra de sectores vinculados con el negocio de esos productos químicos. ( Ver
en www.serpal.info el envío 478
(10-5-2014) "Falleció el científico argentino Andrés Carrasco. Confirmó y
denunció los efectos devastadores del Glifosato." Dada la importancia
y trascendencia de la decisión de los técnicos de la O.M.S. compartimos dos
crónicas: la primera es del periodista Darío Aranda, en la revista
argentina "La Vaca", y la segunda, pertenece al diario catalán "La
Vanguardia".-
* Redacción de
SERPAL.
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Confirmado:
la OMS ratificó
que el glifosato
de las fumigaciones
puede provocar cáncer
por Darío Aranda.
La
Organización Mundial
de la Salud
(OMS), máximo espacio internacional en materia sanitaria, acaba de alertar sobre
la vinculación del herbicida glifosato (el más utilizado en el mundo) y el
cáncer. Confirmó que existen “pruebas” de que el herbicida puede producir cáncer
en humanos y en animales de laboratorio. “También causó daño del ADN y en los
cromosomas en las células humanas”, alerta el trabajo científico y detalla que
se detectó glifosato en agua, alimentos, y en sangre y orina de humanos. El
glifosato se utiliza de manera masiva en soja y maíz transgénicos (entre otros
cultivos) y desde hace más de diez años es denunciado por organizaciones
sociales, campesinas, médicos y científicos independientes de las
empresas.
300 millones de litros
En Argentina se aplica glifosato en más de 28 millones de hectáreas,
volcando a los suelos más de 300 millones de litros de glifosato cada año. Los
campos de soja transgénica, maíz y algodón son rociados con el herbicida
para que nada crezca, salvo los transgénicos. También está permitido su uso en
cítricos, frutales de pepita (manzana, pera, membrillo), vid, yerba mate,
girasol, pasturas, pinos y trigo. A partir del avance transgénico, aumentó
geométricamente el uso del glifosato, desarrollado y comercializado inicialmente
por Monsanto desde la década del ’70, aunque en el 2000 se venció la licencia y
en la actualidad lo producen un centenar de
empresas.
A medida que crecía la siembra de transgénicos, y mayor era el uso de
agrotóxicos, se sumaban las denuncias por daños a la salud la salud. Caso
emblemático de Argentina es el de las Madres del Barrio Ituzaingó Anexo en
Córdoba, que incluso llegó a juicio penal con condenas para el productor y el
fumigador. Y también se sumaron los estudios científicos que daban cuenta de
abortos espontáneos, cáncer, malformaciones y afecciones agudas, entre otras
consecuencias.
OMS
La
Agencia Internacional
para la
Investigación sobre el Cáncer (IARC) es un ámbito especializado
de la
Organizaciones Mundial de la Salud (OMS). Luego de un año de trabajo de 17
expertos de once países, el 20 de marzo emitió un documento inédito: “Hay
pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de
laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no
Hodgkin)”. Detalla que la evidencia en humanos corresponde a la exposición de
agricultores de Estados Unidos, Canadá y Suecia, con publicaciones científicas
desde 2001. Y destaca que el herbicida “también causó daño del ADN y los
cromosomas en las células humanas” (situación que tiene relación directa con el
cáncer).
El IARC-OMS recuerda que, en estudios con ratones, la Agencia de Protección
Ambiental (EPA) de Estados Unidos había clasificado al glifosato como posible
cancerígeno en 1985 pero luego (1991) modificó la calificación. Los científicos
del IARC consideran que, desde la reevaluación de la EPA hasta la fecha, hubo
“hallazgos significativos y resultados positivos para llegar a la conclusión de
que existen pruebas suficientes de carcinogenicidad en animales de
experimentación” y afirman que estudios en personas reportaron “incrementos en
los marcadores sanguíneos de daño cromosómico” después de fumigaciones con
glifosato.
El documento se llama “Evaluación de cinco insecticidas organofosforados
y herbicidas”. Fue publicado en la sede del IARC en Lyon (Francia) y remarca que
las evaluaciones son realizadas por grupos de “expertos internacionales”
seleccionados sobre la base de sus conocimientos y sin conflictos de interés (no
puede tener vinculación con las empresas). Publicaron un resumen de dos carillas
y en breve estará el detalle en el denominado “Volumen 112 de las Monografías
del IARC”.
En sangre y orina
La organización internacional recuerda que el glifosato es el herbicida
de mayor uso mundial. Se utiliza en más de 750 productos diferentes para
aplicaciones agrícolas, forestales, urbanos y en el hogar. Su uso se ha
incrementado notablemente con el desarrollo de variedades de cultivos
transgénicos y precisa que el agroquímico “ha sido detectado en el aire durante
la pulverización, en agua y en los alimentos”. Y reconoce que la población “está
expuesta principalmente a través de la residencia cerca de las zonas fumigadas”.
Precisa que el glifosato se detectó en la sangre y la orina de los trabajadores
agrícolas.
Con la nueva evaluación, el glifosato fue categorizado en el “Grupo 2A”,
que significa en parámetros de la Organización
Mundial de la
Salud: “Probablemente cancerígeno para los seres humanos”. Esta
categoría se utiliza cuando hay “pruebas limitadas” de carcinogenicidad en
humanos y “suficiente evidencia” en animales de experimentación. La evidencia
“limitada” significa que existe una “asociación positiva entre la exposición al
químico y el cáncer” pero que no se pueden descartar “otras
explicaciones”.
El IARC-OMS trabaja sobre cinco categorías de sustancias que tienen
relación con el cáncer.
El “Grupo 2A” es la segunda categoría en peligrosidad,
sólo superada por “Grupo 1”, donde se ubican, por ejemplo, el asbesto y
la radiación ionizante. “Por la nueva clasificación, el glifosato es tan
cancerígeno como el PCB (compuesto químico que se usaba en los transformadores
eléctricos) y el formaldehido, ambos miembros del Grupo 2A en cuanto su
capacidad de generar cáncer en humanos”, explicó Medardo Avila Vazquez, de
la Red de Médicos
de Pueblos Fumigados.
“Se debe prohibir”
La publicación de la Organización Mundial de la Salud fue bien recibida por
las organizaciones sociales y científicos independientes (no vinculados a las
empresas). Aunque también coincidieron en que la OMS tardó demasiado en reconocer los efectos del
glifosato.
“Es necesario saludar al IARC y a la OMS por ponerse al día con las investigaciones
científicas. Es muy importante esta publicación, habrá un antes y un después, ya
que fortalece la posición de los que venimos reclamando a las academias y a los
responsables políticos la aplicación y plena vigencia del principio precautorio
(tomar medidas urgentes para proteger a la población”, reclamó Damián
Verzeñassi, de la
Cátedra de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias
Médicas de la
Universidad de Rosario. “La OMS lo admitió, ya no pueden quedar dudas, el
problema es mucho mayor de lo que se dice. El glifosato ha seguido el mismo
camino que el endosulfan, el DDT, el cigarrillo y el Tamiflu”, explicó el
investigador de la
UNR.
Raúl Horacio Lucero, biólogo molecular e investigador de la Universidad del
Nordeste, llamó a aplicar de manera urgente el principio precautorio vigente en
la ley: “Se debe prohibir ya la comercialización y aplicación de este veneno”.
También lamentó la demora de la
OMS: “Si nos hubieran escuchado hace diez años se hubieran
salvado muchas vidas”.
Otros agrotóxicos
El IARC-OMS también evaluó al malatión (herbicida) y al diazinón
(insecticidas) como probable cancerígeno para los humanos (Grupo 2A, al igual
que el glifosato). Los insecticidas tetraclorvinfos y paratión fueron
clasificados como posiblemente cancerígeno para los seres humanos (Grupo 2B, con
pruebas convincentes de que estos agentes causantes de cáncer en animales de
laboratorio). Para el Malathion determinaron la vinculación con daño en el ADNI
humano y tumores en roedores.
Monsanto
La empresa Monsanto, creadora del glifosato (bajo la marca Roundup) y
principal señalada por la denuncias de perjuicios a la salud, siempre defendió
su agroquímico en base a la clasificación de la OMS. La gacetilla
institucional, que aún está en el sitio de Internet, llamado “Acerca del
glifosato”, resalta que la
OMS lo ubica como “producto que normalmente no ofrece peligro”
y remarca en negrita un trabajo de 2004 en el que la OMS lo calificaba como “no
cancerígeno”.
Monsanto siempre utilizó los argumentos de la OMS. Pero ayer cambió de
opinión: “La IARC
ha estado bajo críticas tanto por su proceso como el sesgo que ha demostrado”.
La compañía acusó a la agencia de la OMS de que su conclusión no es exhaustiva, la
considera “sesgada” y la acusa de no basarse en “ciencia de calidad”. Advirtió
que ya entró en contacto con la
OMS para solicitar una revisión del trabajo.
El comunicado de la mayor corporación del agro mundial sostiene que la
clasificación de la
IARC-OMS “no se apoya en datos científicos”. Alcanza con ver el
documento oficial de la Agencia Internacional para la Investigación contra
el Cáncer (IARC) para contabilizar al menos 16 trabajos científicos que
confirman los efectos de los agroquímicos. Se citan investigaciones de 1985
hasta de 2015. No figuran los trabajos de David Saltamiras ni de Gary Williams,
dos científicos que suelen atacar todo argumento académico contrario a los
transgénicos y a los agroquímicos. No es casual: Saltamiras y Williams son
empleados de Monsanto y por eso sus trabajos no figuran en la evaluación de
la
OMS.
Monsanto fue la creadora y mayor comercializadora de glifosato. En el
2000 venció su licencia, lo que abrió pasó a que otras empresas lo produzcan. En
Argentina producen el herbicida las compañías Syngenta, Basf, Bayer, Dupont, Dow
Agrosciences, Atanor, YPF, Nidera, Nufarm, Red Surcos, Vicentín y Sigma Agro,
entre otras.
Carrasco tenía razón
Según estadística de la
Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), que
reúne a todas las grandes empresas de agroquímicos, en 1996 (cuando se aprobó la
primera soja transgénica) se usaban en Argentina once millones de litros de
glifosato. En 2012 se vendieron 182 millones de litros de glifosato. Desde hace
tres años que Casafe no hace públicas las estadísticas de uso. Sí lo actualizó
la Red de Médicos
de Pueblos Fumigados. Afirma que en los campos argentinos se arrojan 320
millones de litros de glifosato por año y trece millones de personas en riesgo
de ser afectadas por el químico.
Andrés Carrasco, jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de
la Facultad
de Medicina de la
UBA e investigador principal del Conicet, confirmó en 2009 que
el glifosato producía malformaciones en embriones anfibios, incluso en dosis
hasta muy inferiores a las utilizadas en el campo. En 2010 publicó su trabajo en
la revista científica estadounidense Chemical Research in Toxicology
(Investigación Química en Toxicología). Debió enfrentar una campaña de
desprestigio por parte de las empresas, de sectores de la academia y de
funcionarios políticos, como el ministro de Ciencia, Lino Barañao. “Los
transgénicos y los agrotóxicos en Argentina son un experimento masivo a cielo
abierto”, solía advertir en disertaciones y entrevistas. Carrasco, fallecido en
mayo de 2014, afirmaba que la mayor prueba de los efectos de los agrotóxicos no
había que buscarlas en los laboratorios, sino ir a las comunidades
fumigadas.
Raúl Horacio Lucero, investigador chaqueño, le escribió ayer un correo a
este periodista: “¿De qué se disfrazarán ahora los expertos del Conicet que
tanto atacaron a Andrés Carrasco?”.
Viviana Peralta de San Jorge (Santa Fe), Laura Mazzitelli y Elio Servín
de La Leonesa
(Chaco), Fabián Tomasi y Don Julio Ariza (Entre Ríos), Miriam Samudio de Puerto
Piray (Misiones), Sofía Gatica y María Godoy del Barrio Ituzaingó (Córdoba),
María Cristina Monsalvo y Víctor Fernández (de Alberti, Buenos Aires). Una
mínima muestra de quiénes denuncian desde hace años los efectos de los
agroquímicos. Fueron, la mayoría de las veces, desoídos y maltratados por el
poder político, judicial y mediático.
La
Organización Mundial
de la Salud
comenzó a reconocer que los vecinos de a pie tenían razón.
Fuente: Revista "La Vaca", Buenos Aires, ARGENTINA
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El herbicida más
utilizado en el mundo
entra en la “lista
negra” del
cáncer.
Por Joaquim Elcacho
(*)
La Agencia
Internacional para la
Investigación sobre el Cáncer (IARC, dependiente de la Organización
Mundial de la
Salud) ha incorporado el glifosato -principio activo del grupo de herbicidas más utilizado del mundo- a la lista de
substancias probablemente
carcinógenas para humanos (grupo de substancias 2A
de la IARC).
La decisión adoptada
el pasado viernes 20 de marzo en una reunión de expertos de
la
IARC incluye también en este grupo de substancias que
probablemente causan cáncer en humanos a los insecticidas malatión y diazin ón.
La incorporación del glifosato a la
lista 2A es importante porque se trata de un producto muy utilizado en todo el
mundo -al que están expuestos millones de agricultores y también muchos otros
ciudadanos- pero se debe recordar que esta decisión de la IARC no comporta ninguna
prohibición sobre el uso de esta substancia (que corresponde a las autoridades
estatales y otros organismos internacionales). También se debe recordar que en
la lista 2A de la
IARC se incluyen productos "probablemente" causantes de cáncer
mientras que los productos que se considera que está demostrado que causan
cáncer se incluyen en la lista 1 de la IARC.
Un
producto común para matar las 'malas hierbas'
El glifosato (N-fosfonometilglicina,
C3H8NO5P, CAS 1071-83-6) es un herbicida no selectivo de amplio espectro,
utilizado con mucha frecuencia para eliminar las denominadas malas
hierbas en agricultura
y jardinería. El glifosato es el principio activo del herbicida Roundup (nombre
comercial registrado por Monsanto). La patente sobre este producto expiró en
2000 y en la actualidad existe una multitud de productos para uso agrícola y de
jardinería que incorporan en este principio activo.
Inmediatamente después de conocerse la
decisión de la
IARC de incluir el glifosato en la lista 2A, la empresa
Monsanto expresó su crítica a través de diversos canales. En el blog "Hablando
Claro" editado por Monsanto, por ejemplo, se puede leer: "Y queremos ser claros:
todos los usos de glifosato incluidos en la etiqueta son seguros para la salud
humana, lo que está respaldado en una de las bases de datos de salud humana más
extensas en todo el mundo sobre productos agrícolas. De hecho, cada herbicida a
base de glifosato en el mercado cumple los rigurosos estándares establecidos por
las autoridades regulatorias para proteger la salud
humana".
La
IARC basa
su decisión en diversos estudios científicos y, de hecho, publica un resumen de
su evaluación en el último número de la revista The Lancet Oncology, mientras
que las evaluaciones detalladas serán publicadas como Volumen 112 de las
monografías de la
IARC.
Base
científica de la decisión de la
IARC
"Para el herbicida glifosato, hubo
pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos para linfoma no Hodgkin. La
evidencia en humanos es de estudios sobre la exposición, en su mayoría
agrícolas, en los EE.UU., Canadá, Suecia y publicado desde 2001. Además,
hay pruebas convincentes de que el glifosato también puede causar cáncer en
animales de laboratorio", indica la IARC en la nota oficial difundida el viernes 20 de
marzo.
La
IARC
recuerda que sobre la base de los tumores analizados en ratones, la Agencia de Protección
Ambiental de Estados Unidos(EPA) clasificó el glifosato en 1985 como posiblemente
cancerígeno para los seres humanos (Grupo C). En 1991,
después de una reevaluación de ese estudio con ratones, la EPA cambió su clasificación a
la categoría de no
carcinogénico para los humanos (Grupo E).
El Grupo de Trabajo de la IARC que ha llevado ahora su
evaluación considera los hallazgos del informe de la EPA y varios resultados
positivos más recientes llevan a la conclusión de que no existe suficiente
evidencia de carcinogenicidad en animales de experimentación pero se mantienen
la consideración de que probablemente sea un producto que cause cáncer en
humanos (por este motivo, el glifosato queda en la lista 2A de la IARC, y no en la lista 1).
Así, los datos presentados ahora por la IARC indican que el glifosato puede causar daños
en ADN cromosómico y dañar las células humanas, a pesar de que dio
resultados negativos en algunos tipos de pruebas.
(*) periodista especializado en medio
ambiente y ciencia.
Fuente:
Diario "La Vanguardia". Catalunya, España.
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23 de marzo de
2015
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