Todo lo que usted necesita saber sobre Brasil en este momento
Michel Temer ya declaró
que no va a renunciar a la presidencia, sin embargo la presión que
tiene tras sí lleva a pensar que la clase política brasileña, cómplice
del golpe parlamentario contra Dilma Rousseff el año pasado, es más dispensable de lo que parece a los intereses de Estados Unidos.
1. Escándalo de corrupción de Michel Temer
El
actual e impopular presidente brasileño Michel Temer fue delatado por
un empresario por intentar obstruir la justicia de su país al avalar el
pago de un soborno al ex líder parlamentario Eduardo Cunha, principal impulsor de la causa que terminó en el impeachment a Dilma Rousseff hace un año, a cambio de su silencio.
El mismo Eduardo Cunha fue condenado a 15 años de cárcel por corrupción, lavado de activos y evasión fiscal.
La prensa de Brasil, comandada por O Globo, divulgó una grabación hecha por el empresario Joesley Batista,
uno de los dueños de la empresa de alimentación JBS. El audio fue
grabado en marzo de este año, en el que se escucha a Temer hablando con
Batista sobre la autorización de un pago de 2 millones de reales (637
mil dólares) para comprar el silencio del Cuhna, ya en la cárcel.
De esta manera Temer es investigado oficialmente por el Tribunal Supremo de Brasil por el caso de corrupción de Lava Jato.
A
su vez, el Tribunal Superior Electoral de Brasil actualmente investiga
si el actual mandatario Michel Temer es culpable o no de haber
solicitado a la constructora Odrebrecht alrededor de 3 millones de
dólares para su partido y la campaña electoral que culminó con él en la Vicepresidencia, antes del golpe a Rousseff.
2. Causas de corrupción como método de purga política
Una de las grandes compañías brasileñas, Odebrecht,
ha sido implicada a casos de soborno y corrupción, no sólo en Brasil
sino en toda la región, para recibir beneficios en contratos de
construcción. El escándalo ha salpicado a políticos, policías,
sindicalistas y hasta dirigentes sociales que presuntamente han recibido
coimas por parte de la constructora.
Aunque la causa inició en el Departamento de Justicia de Estados Unidos,
ha tenido consecuencias en Brasil. El mencionado Eduardo Cuhna está
preso precisamente por este caso, y se le considera un importante
testigo. La causa también implica someramente a Lula y Dilma, así como
al ex presidente Aecio Neves y José Serra, ambos conspiradores del impeachment del año pasado.
La Operación Lava Jato (autolavado, en español), impulsada por el espionaje de la NSA gringa a funcionarios del Estado brasileño, también ha llevado a implicar a numerosos políticos de Brasil en una vasta red de sobornos propalada por Petrobras,
la gigante petrolera estatal. Los mencionados políticos también han
sido nombrados en la causa e incluso algunos han servido de testigos.
Políticos han sido encarcelados por estas causas, lo que refleja una purga a lo interno de Brasil.
3. La impopularidad de Temer y enmiendas esclavistas
En
Brasil se acaba de sancionar una enmienda constitucional para limitar
el gasto del Estado en salud, educación y programas sociales, dirigida
por el parlamento que derrocó a Dilma Rousseff.
Esta
enmienda viene acompañada de una serie de reformas como las de recorte
de pensiones y de derechos laborales, esta última prevé que los
trabajadores del campo trabajen 12 horas y cobren con especias, comida y
vestimenta como en los tiempos de esclavitud. Además de la intención de
reformar de nuevo la constitución para alargar el mandato del
presidente ilegitimo Michel Temer en un momento en el que el 83% de los
brasileños desean elecciones inmediatas.
Cabe
destacar que Temer cumplió recientemente un año como presidente de
facto de Brasil con tanto sólo 9% de aprobación, según encuestas.
4. Desmantelamiento de la clase política
A
todo esto se une un estimulado desmantelamiento de toda la clase
política brasileña, con los casos de corrupción brevemente reseñados
como principal móvil.
Es importante
entender que el papel de mediadores entre Estado y corporaciones está
tratando de ser suprimido en el gigante continental, como sucede en los
Estados Unidos, cuyos principales funcionarios gubernamentales lo son o
fueron también de grandes compañías o bancos. De hecho, según revelara
Julian Assange, Temer fue informante de inteligencia política de los
EEUU en Brasil.
Como lo hemos
comprobado anteriormente, Brasil es quizás el país que más ha sido
minado por corporaciones y bancos en la historia de América Latina,
cuestión que se ha acelerado luego del impeachment a Rousseff.
En
su gobierno, Temer ha prometido a los financistas del golpe a Dilma la
privatización de la Cumbre Pre-Sal, es decir, que los principales
beneficiarios de esta mina energética serían Chevron y los hermanos dueños de Koch Industries.
A pesar de que aproximadamente un 18% de las inversiones directas
provienen de transnacionales estadounidenses, los grandes conglomerados
del agronegocio dominan la escena política del parlamento.
Se
entiende así el carácter de purga y destrucción de la estructura
política de Brasil para asaltar de manera más cómoda los recursos
energéticos y financieros por parte de corporaciones y bancos, sobre
todo estadounidenses. Un negocio redondo.
5. Temer y la oposición venezolana
Como muestra la foto que sirve de portada a esta nota, Lilian Tintori
se reunió recientemente con Temer para hablar de la situación
venezolana. Se infiere que coordinaron el cerco diplomático que se
pivotea desde Washington con la OEA y su secretario general de protagonistas.
La
presidencia de Brasil “insistió en que es fundamental” que se
garanticen “las libertades individuales, se respete la independencia de
los poderes” y que “se defina y cumpla un calendario electoral”. Todo lo
que pide el pueblo brasileño para su mismo país. Por otro lado, Tintori
elogió el “talante democrático” del presidente brasileño.
Julio
Borges también se ufanó en febrero de este de su reunión con José
Serra, hasta ese momento canciller de Brasil y funcionario investigado,
como dijmos, en el marco de la Operación Lava Jato.
Incluso
llegaron a declarar en conjunto Luis Almagro y el gobierno brasileño el
10 de abril, clamando “un gobierno legítimo” en Venezuela.
Aloysio Nunes, canciller de Brasil luego de la renuncia de Serra, también aseguró en marzo que Venezuela es una dictadura. Sus lazos con el establishment del Partido Demócrata, vía Clinton, son evidentes, sobre todo luego de que se reportaran reuniones entre el funcionario brasileño y políticos gringos en las últimas semanas de abril. Se reunió con Bob Corker y Ben Cardin (este último principal impulsor de la última tanda de sanciones contra Venezuela) del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Es evidente la estrecha
relación que tienen los políticos estadounidenses, que operan sanciones
contra Venezuela y otorgan recursos a la oposición venezolana, y los
brasileños, por lo que las agendas son comunes en materia de política
exterior. Sirviendo como operadores para una eventual intervención (sea
esta diplomática o humanitaria) del aparato militar y financiero de
EEUU.
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