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Posted: 04 Feb 2019 10:17 AM PST
La idea tan extendida de que el capitalismo es un producto del desarrollo interno de la economía, y más concretamente de las fuerzas de producción, oculta su verdadero origen. Este no se encuentra en ningún proceso de acumulación originaria como plantean el marxismo o el liberalismo, ni tampoco en una repentina transformación de las relaciones sociales de producción, fruto de determinadas fuerzas históricas vinculadas a la economía. El capitalismo es, primero y antes que nada, un producto de la guerra, y sobre todo del militarismo. Este es el origen del capitalismo que formalmente no se quiere reconocer, y que académicos, intelectuales, ideólogos, etc., ignoran o deliberadamente ocultan con sus construcciones ideológicas y demás dislates.
En la medida en que el capitalismo es un producto de la guerra cabe preguntarse por qué surgió en Europa en la época moderna y no en cualquier otro lugar donde, al igual que en Europa, también había guerras. La razón es bastante simple. El espacio geográfico en Europa estaba organizado en torno a una multitud de unidades políticas independientes, lo que conformaba un escenario geopolítico fragmentado y descentralizado. Prueba de esto es que en el s. XIV había en Europa aproximadamente 1.000 unidades políticas de diferente naturaleza que, además, estaban en permanente conflicto entre sí.[1] Así pues, existía un alto nivel de competición que estimuló la guerra de una forma que no tuvo lugar en ninguna otra parte del mundo donde, al contrario que en Europa, predominaban formaciones políticas imperiales, como es el caso del extremo Oriente, Asia central, norte de África, etc.
Por otro lado no hay que olvidar que el militarismo también necesita de la existencia de personas que lo promuevan y practiquen. Entre el final de la Edad Media y el Renacimiento todavía había en Europa una élite social cuya principal actividad era la guerra, a lo que hay que añadir el desarrollo de las incipientes monarquías nacionales cuyas casas reales operaron como fuerzas aglutinantes que reunieron bajo su mando extensos espacios geográficos, y con ellos importantes recursos económicos y humanos para afirmar su autoridad exclusiva sobre los territorios que reclamaban como propios. En este contexto histórico la guerra era una constante que estaba, a su vez, íntimamente unida a la mentalidad militarista de las élites de aquel momento, pues entendían que la conquista militar era una forma de alcanzar la gloria, y que ello constituía el deber de los monarcas para cumplir las expectativas del público.[2]De este modo comprobamos que la organización del espacio en Estados y la mentalidad militarista contribuyeron conjuntamente a la competición y a la guerra, y tal como veremos a continuación también a la aparición del capitalismo.
Como es sabido, la guerra genera importantes efectos en el conjunto de la sociedad a todos los niveles, pero sobre todo supone un poderoso estímulo para el desarrollo de la tecnología militar con el propósito de disponer de medios de destrucción más eficaces y devastadores, para de esta forma obtener una ventaja estratégica frente a posibles rivales. Las carreras armamentísticas fueron una constante desde entonces hasta nuestros días. Asimismo, la transformación del carácter de la guerra, con la introducción de nuevas armas y, también, nuevos métodos organizativos, sirvieron para incrementar el tamaño de los ejércitos, aumentar su eficacia en el campo de batalla al volverse más destructivos, y generar una importante estructura organizativa central del Estado que conllevó su crecimiento. El encarecimiento de la guerra, y el aumento de las capacidades del Estado para movilizar los recursos disponibles en su territorio, tanto en la forma de medios económicos como humanos para abastecer sus cada vez más grandes ejércitos permanentes, introdujo una demanda constante a todos los niveles de la producción económica.
Hasta el s. XVIII era habitual que con el estallido de una guerra se generasen toda clase de industrias prácticamente de la nada para poder abastecer masivamente a ejércitos cada vez más numerosos en muy poco tiempo. Esta tarea era encomendada generalmente a comerciantes que operaban como contratistas, y a los que se les confiaba la tarea de buscar a los productores capaces de satisfacer la fortísima demanda que imponían los ejércitos para disponer de todos los medios necesarios para ir a la guerra. Debido a que la forma de producción imperante hasta el s. XVIII fue la artesanal, existían grandes dificultades para satisfacer esta demanda masiva, y se creaban de manera improvisada industrias de todo tipo que sólo duraban lo que duraban las guerras. Después de esto, al desaparecer la demanda, estas industrias eran desmanteladas.
Sin embargo, la dinámica belicista y el militarismo crearon las condiciones para el florecimiento del capitalismo debido a los enormes gastos que supone la guerra, y sobre todo las sucesivas carreras armamentísticas en los periodos de paz con la existencia de ejércitos permanentes en expansión. A partir del s. XVI el crecimiento de los gastos militares en Europa se disparó, lo que propició la formación del mercado a escala nacional, es decir, al nivel de los Estados modernos que se habían formado en aquel entonces. La demanda masiva de bienes y servicios de todo tipo que desarrollan los ejércitos para su abastecimiento, desde el alojamiento pasando por la munición y el armamento, hasta llegar a la ropa, la manutención, el transporte, etc., exigió la mercantilización de la vida económica, esto es, la creación de un mercado en el que los ejércitos pudieran adquirir aquellos bienes que necesitaban para hacer la guerra. Todo esto es evidente cuando comprobamos que el tamaño de los ejércitos permanentes no dejó de crecer tanto en tiempos de paz como de guerra, sobre todo al estar compuestos por decenas de miles e incluso cientos de miles de efectivos.[3]
La guerra contribuyó de un modo decisivo a la formación de capital. Debido a la fuerte demanda que imponen los ejércitos, se formaron los fundamentos económicos del capitalismo. Esto fue así gracias al arrendamiento de impuestos, como ocurría en Francia donde los comerciantes contratistas que abastecían al ejército tenían la concesión de la recaudación de impuestos, y por medio de las ganancias derivadas de los réditos de los empréstitos estatales, tal y como sucedía en Países Bajos e Inglaterra. Esta acumulación de capital es la que permitió a estas gentes que se beneficiaron de la guerra emplear su riqueza en el fomento de la industria y del comercio, lo que dicho sea de paso era funcional para la actividad militar. Al fin y al cabo el ejército es una enorme masa de sólo consumidores que produce una demanda constante que estimula la producción comercial. En este sentido la demanda masiva que impone la guerra exige una rápida satisfacción de la misma, lo que contribuyó a cambiar la estructura económica y, así, posibilitar la creación de una organización capitalista de la producción y del comercio. Esto fue especialmente claro en la demanda de armas, donde se impuso rápidamente la estandarización, poniendo fin al antiguo taller de armería debido a que no podía suministrar rápidamente grandes cantidades de armamentos y de manera uniforme.
Las fábricas de armamentos fueron la base de la industria capitalista debido a las grandes cantidades de capital en forma de inversión que requerían para su normal funcionamiento, en donde el proceso de producción de armas implicaba una amplia especialización de las funciones de trabajo, además de la intervención de una gran cantidad de máquinas e instrumentos. Pero además de esto la guerra tuvo un efecto multiplicador sobre numerosas industrias en la transformación de la economía, estos son los casos de las fundiciones, armerías, municiones y materias primas entre otras. Esto facilitó la aparición de la industria siderúrgica debido a la creciente demanda de cañones de hierro, lo que estimuló los progresos en la fabricación de hierro entre el s. XVI y el XVIII. A causa de la magnitud y el modo de demanda del ejército, lo que está relacionado tanto con su tamaño como con el carácter del sistema de abastecimiento, se produjo una centralización económica y organizativa que a la postre condujo a la forma de producción capitalista. Así es como terminó dándose el paso de la producción artesanal a la producción fabril que anticiparía la producción típicamente capitalista a partir de la primera revolución industrial.[4]
La guerra, por tanto, impuso una lucha por la producción ante la acuciante necesidad de abastecer a ejércitos cada vez más numerosos y caros de mantener. Por esta razón la guerra indujo innovaciones en la producción, ya que una demanda masiva exigía una producción masiva, y consecuentemente una movilización masiva de recursos a escala nacional que fue efectuada por la organización centralizada del abastecimiento llevada a cabo por las estructuras del Estado, en conjunción con contratistas y diferentes empresas que integraron las industrias del incipiente complejo militar-industrial.[5] Una mayor y más rápida extracción de carbón y hierro de las minas para fabricar cañones en los altos hornos, la tala industrial de árboles para la producción de buques de guerra, la maquinización del sector textil para la fabricación a gran escala de uniformes militares y velas para los barcos, el desarrollo de una vasta industria química para la coloración de los uniformes, velas, banderas, estandartes y la producción de explosivos y municiones exigieron, y por tanto estimularon, el desarrollo de la ciencia en su aplicación técnica para resolver los desafíos que a nivel logístico y material imponían los esfuerzos de guerra. Y como decimos, esto se tradujo en cambios decisivos en la forma de producción que no tardaron en desembocar en el capitalismo. Se abandonó definitivamente la producción artesanal para adoptar la capitalista en la que la maquinización del proceso productivo, junto a la especialización del trabajo y la propia estandarización desarrolló la unificación de la producción y la aparición de la organización capitalista. Se trataba, en definitiva, de cambios cualitativos que influyeron decisivamente en la posterior transformación de la economía y de la sociedad. A largo plazo estos cambios sirvieron para aumentar la productividad con la formación de economías de escala que llevaron a cabo una asignación más eficiente de los recursos, lo que implicó el impulso del desarrollo de la tecnología militar y un abaratamiento de la producción de armamentos que relanzó el militarismo y el crecimiento de los ejércitos.[6]
Los intereses militares y geopolíticos de los Estados fueron los que, en un contexto de intensa competición internacional, y por tanto de guerra y carreras armamentísticas, impulsaron la transformación de la forma de producción dominante en la economía. No sólo apareció la empresa capitalista, también lo hizo el mercado dada la comercialización de una cantidad creciente de bienes y servicios de todo tipo, e igualmente se produjo la mercantilización del conjunto de la economía que dejó de estar centrada en el autoabastecimiento para producir para el mercado a cambio de dinero. La comercialización de la economía conllevó, asimismo, la monetización y la extensión del trabajo asalariado, unido a la urbanización de la sociedad con la formación de grandes industrias que concentraban la producción económica. A esto le siguió, a su vez, el desarrollo del sector financiero que tenía sus antecedentes más inmediatos en el s. XVI, momento en el que aparecieron las primeras bolsas mundiales ligadas al comercio de los títulos de deuda estatal con los que eran financiadas las guerras. Este fenómeno favoreció posteriormente la incorporación de las empresas comerciales al mercado financiero con la emisión de títulos de deuda privada. Por otro lado, y dada la creciente importancia del sector financiero en la regulación de una economía cada vez más monetizada, hicieron su aparición los bancos centrales que reunieron el conjunto del crédito de la economía nacional para financiar los gastos de guerra y las campañas militares de los Estados.[7] El dinero era un instrumento más eficaz a la hora de movilizar recursos de todo tipo para abastecer a los ejércitos, y la función de la banca no fue otra que la de adelantar el dinero para que el Estado pudiese gastar más rápido para preparar y hacer la guerra, en lugar de tener que aguardar a la recaudación de impuestos.
Tal y como señaló Charles Tilly en su momento, la guerra hace al Estado y el Estado hace la guerra.[8] Pero habría que añadir que la guerra, y el militarismo que esta lleva aparejada en el contexto internacional de un mundo organizado en Estados, produce el capitalismo, tal y como señaló en su momento Werner Sombart. Dicho esto, nos encontramos con que la importancia de la economía radica en el hecho de ser la base material sobre la que se apoya el poder militar que los Estados construyen en su competición geopolítica, de forma que las capacidades nacionales están determinadas por la economía, lo que determina, a su vez, el poder de un Estado en la esfera internacional. En este sentido la obra de Paul Kennedy es muy ilustrativa de cómo la base material de un Estado, su economía y cuán productiva sea esta, resulta decisiva a la hora de preparar, hacer y ganar la guerra. Por tanto, el auge y caída de las grandes potencias se explica a partir de factores geopolíticos en los que la economía juega un papel fundamental como soporte del poder militar. Así, en aquellos momentos en los que se produce un deterioro de esta base material del Estado, resultado de un exceso de intereses creados en la arena internacional, también se resiente su posición internacional al no tener la capacidad para sustentar el poder militar que le confirió el estatus de gran potencia. De esta forma al declive económico le sigue el declive político-militar del Estado en los asuntos internacionales.[9]
Históricamente el capitalismo ha sido un instrumento para dotar a los ejércitos de los recursos y medios precisos para preparar y hacer la guerra, en la medida en que el capitalismo mismo fue en su origen un producto del militarismo y de la guerra.[10] Por tanto, la necesidad de abastecer ejércitos más numerosos y apoyar el poder militar sobre el que se basa el poder internacional de un Estado, ha sido la razón de ser del surgimiento del capitalismo. La movilización de recursos y una economía productiva es lo que dota al Estado de unas capacidades nacionales con las que apuntalar su política exterior para, así, competir con éxito frente a otras potencias. El capitalismo ha cumplido esta función al favorecer el crecimiento, desarrollo y productividad de la economía nacional, lo que ha provisto al Estado de una creciente base tributaria con la que costear sus medios de dominación, y especialmente su poder militar con el que escalar hasta la cúspide de la jerarquía de poder internacional.[11] En lo que a esto respecta son notables las aportaciones hechas desde el paradigma realista y neorrealista de las relaciones internacionales, y especialmente de autores como Robert Gilpin y Kenneth Waltz que han incidido en la relación entre poder económico-industrial, poder militar y la posición que cada país ocupa a nivel internacional. Lo que, dicho sea una vez más, nos deja bien clara la función del capitalismo como forma de organizar la economía y la producción para, de este modo, dotar de medios materiales al poder militar para que el Estado proyecte su poder e influencia en el mundo.[12]
Si el militarismo es el padre del capitalismo también es a día de hoy su principal sostenedor. Basta con remitirse a casos concretos como el de EEUU donde la mayor partida presupuestaria del gobierno federal, después de las pensiones, la tiene el Pentágono con 716.000 millones de dólares en 2019, un gasto que supone que esta institución tenga a su cargo una mano de obra total de entre 5 y 6 millones de trabajadores en los sectores económicos más diversos.[13] La inversión del Pentágono en la economía estadounidense tiene, además, un efecto multiplicador sobre multitud de industrias, lo que conlleva la militarización de la propia economía que es supeditada a los fines del ejército. Por tanto, los presupuestos militares en EEUU desempeñan un papel decisivo debido a que implican la existencia de una demanda constante en la economía que, de este modo, se ve obligada a satisfacer a una escala masiva, pues el ejército de este país lo integran aproximadamente 1,4 millones de efectivos, y su equipamiento es tremendamente costoso.[14] De esta forma el conjunto de los recursos (económicos, humanos, financieros, materiales, naturales, intelectuales, etc.) que alberga el país son movilizados y puestos al servicio de los intereses del ejército.[15] Todo lo anterior es un claro reflejo del poder efectivo del ejército en EEUU en términos políticos, más allá de las convenciones establecidas por el ordenamiento constitucional de aquel país, al acumular una cantidad ingente de recursos económicos y humanos con los que dirige la economía nacional y somete la política federal.[16]
En definitiva, lo que puede concluirse de todo lo antes expuesto es que el capitalismo es ante todo un producto del militarismo y de la guerra. De esto se deduce que la existencia de los Estados y su competición internacional son el origen de los conflictos violentos que se producen entre estos,[17] lo que impone una serie de necesidades en el terreno de la producción económica que en su momento dieron origen al capitalismo. La vorágine militarista de los Estados, sobre todo al tratarse de instituciones que en último término son de carácter militar, ha constituido un importante estímulo a lo largo de la historia para la transformación de la economía y la sociedad hasta el punto de generar el capitalismo. Así, la militarización de la sociedad y de la economía han ido de la mano hasta el extremo de supeditar las necesidades sociales a los intereses y exigencias de los ejércitos, y consecuentemente a los intereses del Estado en el ámbito internacional.[18] Unos intereses que, no lo olvidemos, se definen en términos de poder (militar, político, ideológico, tecnológico, económico, demográfico, cultural, etc.), lo que hace que la principal finalidad del Estado sea maximizar su poder.[19]
En conclusión, ninguna lucha dirigida a conquistar la libertad puede limitarse a ser una lucha contra el capitalismo, en la medida en que este tan sólo es la consecuencia de un problema más profundo que es la existencia de un sistema de dominación organizado en torno al ejército, que es la columna vertebral del Estado.[20] Por esta razón la lucha contra el capitalismo necesita ser, también, la lucha contra el militarismo y el Estado debido a que son el origen último y los principales sostenedores de un sistema socioeconómico que esclaviza y destruye al ser humano.
Esteban Vidal
Notas
[1] Tilly, Charles, Coerción, capital y los Estados europeos 990-1990, Madrid, Alianza, 1992, p. 75. Ídem, “Reflections on the History of European State-Making” en Tilly, Charles (ed.), The Formation of National States in Western Europe, Princeton, Princeton University Press, 1975, p. 15. Hale, John R., War and Society in Renaissance Europe 1450-1620, Guernsey, Sutton, 1998, p. 14
[2] Basta señalar que la educación que recibían los futuros monarcas desde su misma infancia era belicista y militarista, lo que respondía a la necesidad estructural que imponía el modo en el que el espacio geográfico estaba organizado, de manera que se procedía a crear en el futuro soberano una disposición a la guerra y a la conquista. Pues al fin y al cabo quien no conquistaba era conquistado. Cornette, Joël, Le roi de guerre: Essai sur la souveraineté dans la France du Grand Siècle, París, Payot et Rivages, 1993, pp. 152-176. Corvisier, André, Anne Bachelard et alii (eds.), Histoire militaire de la France, París, Presses Universitaires de France, 1997, Vol. 1, pp. 383-387. Mormiche, Pascale, Devenir prince: L’école du pouvoir en France XVIIe-XVIIIe siècles, París, CNRS Editions, 2009, pp. 301-305. Tampoco es casualidad que Maquiavelo afirmase, ya en el s. XVI, que la principal actividad y preocupación del príncipe debía ser la guerra, punto de vista que se generalizó entre todos los consejeros de los soberanos. “Así pues, un príncipe no debe tener otro objetivo ni otra preocupación, ni debe considerar como suya otra misión que la de la guerra, su organización y su disciplina. Porque esa es la única misión que compete a quien gobierna |...|”. Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe, Madrid, Espasa, 2003, p. 105
[3] Carlos V de Alemania logró reunir un ejército de 150.000 efectivos a mediados del s. XVI. La tendencia fue la expansión de los ejércitos, de forma que los diferentes Estados contaron con unos crecientes efectivos militares. Francia, por ejemplo, contaba a principios del s. XVII con 150.000, aproximadamente la mitad de los que tenía en aquel entonces la corona de Castilla. A finales de ese mismo siglo las Provincias Unidas tenían un ejército de 110.000 efectivos. Suecia, a mediados del XVII tenía 70.000 efectivos, e Inglaterra en esa misma época contaba con un ejército con más de 70.000 soldados. A principios del s. XVIII la Francia de Luis XIV tenía un ejército de 400.000 soldados, Inglaterra uno de 87.000 y Rusia uno de 170.000. Dadas estas cifras, ¿cabe dudar de que semejantes ejércitos no impusiesen a la economía una fortísima e intensa demanda que favoreciese la creación y desarrollo del mercado?. Childs, John, Warfare in the Seventeenth Century, Washington, Smithsonian Books, 2004. Roberts, Michael, “The Military Revolution, 1560-1660” en Rogers, Clifford J. (ed.), The Military Revolution Debate: Readings on the Military Transformation of Early Modern Europe, Boulder, Westview Press, 1995, pp. 13-36. Parker, Geoffrey, “The “Military Revolution”-A Myth?” en Rogers, Clifford J. (ed.), The Military Revolution Debate: Readings on the Military Transformation of Early Modern Europe, Boulder, Westview Press, 1995, pp. 37-54. No puede negarse el hecho de que existían las confiscaciones para abastecer a los ejércitos, pero generalmente estas se producían en territorio enemigo, y cuando no era así resultaban ser la excepción. Esto último era debido a razones obvias, por un lado porque generaban rechazo entre la población y descontento, circunstancia que podía desencadenar rebeliones internas y socavar el esfuerzo de guerra en la acción exterior del Estado. Pero por otro lado porque los Estados desarrollaron sus propios mecanismos políticos e institucionales mediante los que establecer impuestos con los que sufragar la guerra. De este modo en Europa occidental aparecieron diferentes procedimientos y espacios negociadores para facilitar la recaudación de tributos, y contar así con el consentimiento de los contribuyentes, o por lo menos de las elites sociales encargadas de hacer las correspondientes aportaciones a la hacienda real. En Inglaterra estaba el parlamento, en Francia los estados generales además de los parlamentos regionales, en Alemania la dieta, en Castilla las cortes, etc.
[4] Sombart, Werner, Guerra y capitalismo, Madrid, Colección Europa, 1943
[5] No hay que perder de vista dos aspectos relativos a la innovación tecnológica y su relación con lo militar. En primer lugar, el ejército históricamente ha demostrado ser una institución extremadamente dinámica, lo que se ha reflejado en las nuevas tecnologías militares que ha desarrollado para incrementar su capacidad destructiva y eficacia en el combate. Por esta razón lo militar siempre ha estado unido al desarrollo de la tecnología punta. En segundo lugar, es importante destacar que la innovación tecnológica del ejército también ha encontrado su aplicación en el terreno civil, de forma que muchas de las creaciones que corrieron a cargo de los ejércitos encontraron su salida en la vida civil. Camiones, radio, trenes, telefonía, Internet, etc., son un claro ejemplo, a lo que habría que sumar avances en el terreno médico como las vacunas, material sanitario, etc. Un ejemplo reciente es el caso de la telefonía móvil de última generación, como son los teléfonos móviles inteligentes, que tienen su origen en la industria aeroespacial y en las inversiones del Pentágono. Asimismo, unido a la necesidad de aumentar la producción se desarrollaron máquinas y procesos automatizados dirigidos a abastecer masivamente a los grandes ejércitos modernos. Mazzucato, Marina, El Estado emprendedor, Barcelona, RBA, 2014. Headrick, Daniel R., Los instrumentos del imperio. Tecnología e imperialismo europeo en el siglo XIX, Madrid, Alianza, 1989. Ídem, El poder y el imperio. La tecnología y el imperialismo de 1400 a la actualidad, Barcelona, Crítica, 2001. McNeill, William H.,La búsqueda del poder. Tecnología, fuerzas armadas y sociedad desde el 1000 d. C., Madrid, Siglo XXI, 1988. Una investigación que muestra con bastante claridad que históricamente el desarrollo científico-tecnológico ha servido para satisfacer las ansias de poder y de dominación de las élites es la de Jacques Blamont, físico que estuvo involucrado en la creación del complejo militar-industrial francés tras la Segunda Guerra Mundial y en la industria aeroespacial. Blamont, Jacques, Le chiffre et le songe, histoire politique de la découverte, París, Odile Jacob, 1993. Por otro lado, tampoco hay que olvidar el papel que históricamente la intelectualidad, especialmente científicos y otros especialistas, ha desempeñado en el desarrollo de la tecnología militar, lo que en el contexto europeo se vio reforzado por la existencia de universidades desde la Baja Edad Media que en la práctica operaron como materia gris para la aplicación del conocimiento al ámbito militar. Estos son los casos de personajes ilustres como Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel. Sobre este aspecto de la innovación tecnológica militar puede encontrarse información en Andrade, Antonio, La edad de la pólvora. Las armas de fuego en la historia del mundo, Barcelona, Crítica, 2017. Otro autor que pone de relieve la importancia decisiva de los ejércitos y la guerra, y en general las rivalidades geopolíticas entre Estados, en el progreso científico y tecnológico es David Cosandey. La diferencia con respecto a otros autores es la relación que establece entre medio geográfico, sistema de Estados, guerra y desarrollo tecnocientífico. Cosandey, David, Le secret de l’Occident: Du miracle passé au marasme présent, París, Arléa, 1997. Aunque algunos de los desarrollos tecnológicas producto de la guerra y del militarismo pueden tener ciertos aspectos positivos, la cuestión de fondo es que fueron generados para satisfacer las necesidades de los ejércitos y del sistema de dominación al que dieron lugar, por lo que los aspectos positivos que eventualmente puedan tener para la población son del todo colaterales y de ninguna manera su principal finalidad. Al fin y al cabo es sabido que las fábricas de tractores y coches pueden ser fácilmente reconvertidas en fábricas de tanques, las industrias de fertilizantes en caso de guerra son rápidamente transformadas en fábricas de explosivos, la industria farmacéutica es muy funcional para la fabricación de armas químicas y bacteriológicas, y así sucesivamente. Algunas reflexiones de interés sobre la relación entre la tecnología y lo militar pueden encontrarse en Rodrigo Mora, Félix, Seis estudios. Sobre política, historia, tecnología, universidad, ética y pedagogía, Editorial Brulot, 2010. Acerca de los efectos que el mundo técnico actual tiene sobre el individuo es recomendable la lectura de Ellul, Jacques, La edad de la técnica, Barcelona, Octaedro, 2003
[6] Hoffman, Philip T., “Prices, the Military Revolution, and Western Europe’s Comparative Advantage in Violence” en Asia in The Great Divergence Vol. 64, Nº S1, 2011, pp. 39-59. Ídem, “Why is It that Europeans Ended Up Conquering the Rest of the Globe? Prices, the Military Revolution, and Western Europe's Comparative Advantage in Violence” 23 de octubre de 2006, p. 10. http://www.riseofthewest.net/dc/dc289hoffman23oct06.pdf
[7] El primer banco central fue el de Suecia, fundado en 1668. Sin embargo, este modelo de banco central fracasó al basar el respaldo de su crédito en los bienes de la corona. El primer banco central de éxito fue el de Inglaterra fundado en 1694, y siguió el modelo de deuda pública que previamente se había desarrollado en los Países Bajos. Hasta entonces había prevalecido una política mercantilista de atesoramiento de metales preciosos, como oro y plata, en tiempos de paz para disponer de una reserva lo suficientemente grande con la que en caso de guerra poder respaldar el gasto de las campañas militares. Pero esta práctica no se adaptaba a una economía cada vez más comercial para hacer frente a los esfuerzos de guerra. Recordar que el Banco de Inglaterra fue fundado durante la guerra que este país mantenía con la Francia de Luis XIV, de modo que fue decisivo para vencer en dicha contienda. Dickson, Peter G. M., The Financial Revolution in England: A Study in the Development of Public Credit 1688-1756, Londres, S. Martin’s Press, 1967
[8] La cita textual de Tilly es la siguiente: “War made the state, and the state made war”. Tilly, Charles, “Reflections on the...”, Op. Cit., N. 1, p. 42. Otro autor que puso de manifiesto sin ambages de ningún tipo que el origen del Estado es la guerra, y que en su comienzo fue una organización militar, es Otto Hintze. Recomendamos la lectura de Hintze, Otto, “Organización Militar y Organización del Estado” en Revista Académica de Relaciones Internacionales Nº 5, 2007 (https://revistas.uam.es/index.php/relacionesinternacionales/article/view/4868/5337). De hecho, los Estados, hasta bien entrado el s. XX, fueron fundamentalmente organizaciones militares si nos atenemos al gasto presupuestario, de forma que muy tardíamente desarrollaron su dimensión civil en el terreno de los servicios. Los datos que muestran esta realidad son claros y abundantes, del mismo modo que la bibliografía que analiza esta dimensión del Estado es abrumadora. Aquí apuntamos una interesante síntesis recogida en Mann, Michael, Las fuentes del poder social, Madrid, Alianza, 1991, Vol. 1, pp. 590-617. En esta misma línea de investigación, en la que la guerra es la que origina el Estado, encontramos una abundante bibliografía, por lo que aquí sólo destacaremos algunas obras para quien quiera profundizar en esta cuestión. Rasler, Karen A. y William R. Thompson, War and State Making: The Shaping of the Global Powers, Londres, Unwin Hyman, 1989. Ídem, “War Making and the State Making: Governmental Expenditures, Tax Revenues, and Global Wars” en American Political Science Review Vol. 79, Nº 2, 1985, pp. 491-507. Porter, Bruce, War and the Rise of the State: The Military Foundations of Modern Politics, Nueva York, The Free Press, 1994. Hintze, Otto, Historia de las formas políticas, Madrid, Revista de Occidente, 1968. Rodrigo Mora, Félix, La democracia y el triunfo del Estado, Morata de Tajuña, Editorial Manuscritos, 2011
[9] Kennedy, Paul, Auge y caída de las grandes potencias, Barcelona, Debolsillo, 2013. Otro autor que se muestra coincidente con Kennedy en algunos puntos de su explicación es Philip Hoffman, quien afirmó que las probabilidades de ganar una guerra dependen del gasto militar, con lo que a más gasto mayores probabilidades de victoria. Así, la victoria en la guerra depende de los recursos que cada oponente puede reunir, sin olvidar tampoco los correspondientes costes políticos que entraña. Hoffman, Philip T., ¿Por qué Europa conquistó el mundo?, Barcelona, Crítica, 2016, p. 35. Este autor se basó, a su vez, en lo recogido en una investigación acerca del gasto militar y los conflictos en Garfinkel, Michelle R. y Stergios Skaperdas, “Economics of Conflict: An Overview” en Sandler, Tod y Keith Hartley (eds.), Handbook of Defense Economics, Ámsterdam, Elsevier, 2007, Vol. 2, pp. 649-709
[10] Otro autor que desentraña la íntima relación entre capitalismo y militarismo es Michael Mann, quien hizo un interesante análisis a partir del enfoque basado en las rivalidades geopolíticas-militares de los Estados, al mismo tiempo que señaló las incongruencias del marxismo acerca de esta cuestión, así como la inconsistencia de la teoría de los liberales acerca de la existencia de un capitalismo pacífico. Mann, Michael, “Capitalism and Militarism” en Mann, Michael, States, War and Capitalism, Oxford, Basil Blackwell, 1988, pp. 124-145
[11] Sobre el papel de la economía en el sistema de dominación estatal y su papel instrumental al servicio de los fines del Estado consultar: “Liberalismo y marxismo: dos caras de la misma moneda” https://www.portaloaca.com/articulos/anticapitalismo/13922-liberalismo-y-marxismo-dos-caras-de-la-misma-moneda.html
[12] Gilpin, Robert, War and Change in World Politics, Cambridge, Cambridge University Press, 1981. Waltz, Kenneth, “Globalization and American Power” en The National Interest verano, 2000, pp. 46-56. En la misma línea que estos autores se manifestó John Mearsheimer desde el denominado realismo ofensivo, al señalar la existencia de dos tipos de poder en un Estado: el poder latente y el poder militar. Así, el poder latente lo constituye la riqueza de un Estado y el tamaño de su población, es decir, los recursos socioeconómicos sobre los que es construido el poder militar. Mearsheimer, John J., The Tragedy of Great Power Politics, Nueva York, W. W. Norton, 2014, pp. 55-82. Otro autor que también desde una perspectiva realista afirma que la riqueza de un Estado es aquella sobre la que es construido el poder militar es Fareed Zakaria, quien analizó las razones por las que EEUU llegó a convertirse en una potencia mundial. Zakaria, Fareed, De la riqueza al poder. Los orígenes del liderazgo mundial de Estados Unidos,Barcelona, Gedisa, 2000
[13] https://militarybenefits.info/2019-defense-budget/ Conviene decir que la aprobación del presupuesto del Pentágono para 2019 fue llevada a cabo con una gran celeridad en el Congreso que no se recordaba desde hacía al menos 40 años, gracias a un acuerdo entre los dos partidos, demócrata y republicano, que escenificaron la unidad que existe en el directorio político en torno a la misión de esta institución, y reflejaron al mismo tiempo la preeminencia que el ejército tiene en la escena política estadounidense. Para hacerse una idea de la dimensión del gasto militar y del militarismo en EEUU, los presupuestos generales del Estado español son aproximadamente la mitad de los del Pentágono. Por último, añadir que estos presupuestos militares significaron un incremento de la dotación con respecto a la que habían contado en años anteriores.
[14] Sobre la capacidad del Pentágono de intervenir en la vida económica, política y social de EEUU cabe recomendar la lectura de una obra sociológica brillante e ilustrativa como Mills, Charles W., La elite del poder, México, Fondo de Cultura Económica, 1957, pp. 166-213
[15] La militarización no sólo de la economía sino del conjunto de la sociedad constituye una tendencia histórica que está inscrita en el proceso de construcción del Estado moderno. Ya a principios del s. XX, con motivo de la Primera Guerra Mundial, comenzó a hablarse de la movilización total, idea que apareció en Alemania fruto de la experiencia que supuso la guerra industrial, y que hacía referencia al incremento máximo de la capacidad de movilización de recursos de los Estados por influjo de la combinación de la técnica y de la guerra. Ernst Jünger fue quien desarrolló este concepto ampliamente al identificar la figura del trabajador con la del soldado en el marco del Estado total. Jünger, Ernst, El trabajador. Dominio y figura, Barcelona, Tusquets, 2003. Ídem, Sobre el dolor seguido de La movilización total y Fuego y movimiento, Barcelona, Tusquets, 1995. Ver también otra obra más temprana en la que la idea de movilización total apareció con bastante claridad: Ídem, Tempestades de acero, Barcelona, Tusquets, 2005. Dicho todo esto nos encontramos con que la modernización del Estado ha sido impulsada por el militarismo, y ha desarrollado la militarización de la sociedad al organizarla por y para la guerra, tal y como hoy ocurre en EEUU, lo que ha hecho que la guerra se desarrolle en dos frentes diferentes pero íntimamente unidos: el frente de la producción económica y el frente del campo de batalla, donde el primero hace posible el segundo mientras el segundo impulsa el desarrollo del primero.
[16] Una investigación de carácter histórico y de obligada lectura que aborda el peso político del Pentágono en la política estadounidense es la de Carroll, James, La casa de la guerra. El Pentágono es quien manda, Barcelona, Crítica, 2007
[17] Desgraciadamente parece que existe mucha más honestidad intelectual entre algunos militaristas que entre los elucubradores de ideologías de toda laya. En lo que a esto respecta cabe destacar que Heinrich von Treitschke afirmó que mientras existan Estados continuarán produciéndose guerras. Textualmente dijo lo siguiente: “War, therefore, will endure to the end of history, as long as there is multiplicity of States”. Treitschke, Heinrich von, Politics, Nueva York, Macmillan, 1916, Vol. 1, p. 65
[18] Esto es consecuencia del poder que concentra el ejército y que hace que las decisiones cruciales sean tomadas por los altos mandos militares. Pues, como decíamos antes, EEUU es un país muy militarizado, no sólo por la acción del Pentágono sino también por la existencia de ejércitos de los Estados. Así, nos encontramos con la Guardia Nacional, por un lado, y por otro lado con las fuerzas armadas de los Estados que están exclusivamente bajo el control de los gobernadores. En cualquier caso su impacto económico es mucho más limitado que el del Pentágono, sobre todo al no estar activas en todos los Estados, y al ser en la práctica una especie de ejércitos de reserva. Al margen de esto, para comprender el peso político que el ejército y, en general, el complejo de seguridad nacional organizado en torno al Pentágono tiene, unido al papel desempeñado por las agencias de seguridad como los servicios de espionaje, el cuerpo diplomático, etc., es recomendable y necesaria la lectura de una investigación que deja bien claro que quienes toman las decisiones importantes en este país es la burocracia del entramado de seguridad nacional estadounidense, es decir, los altos mandos militares en coalición con los jefes de las agencias de espionaje, las agencias policiales, el departamento de Estado, etc., de forma que las instituciones formales establecidas en la constitución tan sólo son una pantalla que oculta esta realidad. Glennon, Michael J., National Security and Double Government, Nueva York, Oxford University Press, 2015. Lo que ocurre en EEUU no es nuevo, sobre todo si tenemos en cuenta que forma parte del proceso histórico de construcción del Estado moderno, en el que el militarismo constituye un elemento central y decisivo del mismo. Esto ya fue destacado por el periodista francés Joseph Fiévée a principios del s. XIX al hacer referencia al cambio en el lenguaje. Prueba de esto es que antes, en tiempos de paz, se llamaba a los ejércitos fuerzas militares, y sólo se hablaba de ejércitos en tiempos de guerra. Este cambio fue generalizado por la revolución francesa, y más concretamente por Napoleón, lo que era el reflejo de la militarización en curso de la sociedad al haber sido llevada a un estado de guerra permanente. “On disoit autrefois les forces militaires de la France, de la Russie, de l'Espagne, de l'Autriche, de la Prusse, pour désigner la troupe de ligne que chacune de ces nations tenoit sous les armes en temps de paix; et le mot armée ne s'employoit jamais qu'en temps de guerre, et pour la partie qui se battoit; encore chaque armée prenoitelle un nom distinct, soit du pays auquel s'appliquoient plus particulièrement ses opérations, soit du chef qui la commandoit. Ce n'est certainement que depuis Buonaparte qu'on a appelé collectivement, en temps de paix comme en temps de guerre, les forces militaires de la France, l'armée; et cet exemple paroît avoir été suivi par toute l'Europe. On plaide aujourd'hui pour l'armée, on parle à l'armée, on fait parler l'armée”. Fiévée, Joseph, Correspondance politique et administrative, París, Le Normant, 1816, Vol. 1, p. 99. Más información sobre esta cuestión puede encontrarse en Jouvenel, Bertrand de, Los orígenes del Estado moderno. Historia de las ideas políticas en el siglo XIX, Toledo, Editorial Magisterio, 1977, pp. 162-173
[19] Es mucho lo que se ha discutido sobre esta cuestión. Lo cierto es que independientemente de los fines que eventualmente un Estado pueda asumir en su política internacional tenderá a aumentar su poder a nivel inmediato para alcanzarlos. “Cualesquiera que sean los fines últimos de la política internacional, el poder es siempre el fin inmediato”. Morgenthau, Hans J., La lucha por el poder y la paz, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1963, p. 43. Al fin y al cabo esto obedece a la naturaleza del Estado como institución cuya principal actividad es el poder y su maximización. Tal y como señaló el politólogo sueco Rudolf Kjellén, “el Estado no se ocupa de sus varias actividades (educación, obra social, etc.), con propósitos éticos o por el interés de sus ciudadanos, sino en su propio beneficio para fortalecerse interior y exteriormente, para tener poder”. Citado en Atencio, Jorge E., Qué es la geopolítica, Buenos Aires, Editorial Pleamar, 1986, pp. 110-111. Una investigación que aborda pormenorizadamente la naturaleza del Estado como institución de poder y para el poder es Jouvenel, Bertrand de, Sobre el poder. Historia natural de su crecimiento, Madrid, Unión Editorial, 2011. Por otra parte no hay que olvidar que la naturaleza del poder es la dominación, pero esta presenta múltiples facetas debido a que la complejidad de la condición humana exige que, para el completo sometimiento del individuo a un sistema de mando total, sean utilizados instrumentos heterogéneos de sumisión. Debido a esto nos encontramos con diferentes poderes como el político (que se divide en ejecutivo, legislativo y judicial), el militar, el ideológico, el tecnológico, el económico, etc. Algunas observaciones de interés sobre esta cuestión pueden encontrarse en Bobbio, Norberto, Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 104-116. Rodrigo Mora, Félix, Seis estudios. Sobre..., Op. Cit., N. 5, pp. 249-250
[20] Esto ya fue dicho por el revolucionario ruso Mijail Bakunin, quien afirmó lo siguiente: “El Estado moderno es necesariamente, por su esencia y su objetivo, un Estado militar; por su parte, el Estado militar se convierte también, necesariamente, en un Estado conquistador; porque si no conquista él, será conquistado, por la simple razón de que donde reina la fuerza no puede pasarse sin que esa fuerza obre y se muestre”. Bakunin, Mijail A., Estatismo y anarquía, Barcelona, Folio, 2002, p. 52.
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Posted: 04 Feb 2019 10:04 AM PST
Viernes 8 febrero, 19:30h.
Disidencias en el anarquismo. Charla-debate
¿Tiene sentido hablar de disidencias en el anarquismo?, ¿existe un bloque unánime teórico-práctico anarquista?, ¿cuáles son las acciones, decisiones o palabras necesarias para ser considerado disidente?, ¿cuáles son las motivaciones de los disidentes?, ¿cómo afrontan los colectivos libertarios la existencia de opiniones minoritarias, ya sean estratégicas o ideológicas, dentro de su seno?, ¿se reproducen dinámicas de acoso y derribo asumidas con normalidad en otros ámbitos?
Estas y otras preguntas semejantes pueden ser planteadas cuando analizamos la historia de las disidencias y sus casos más famosos o, por lo menos, mejor documentados como el de Kropotkin, Peiró o Makhno. Sus respuestas deberían ayudarnos a reflexionar también sobre los presupuestos del anarquismo, su invariabilidad en el tiempo, su aceptación o su homogeneidad.
Como apoyo documental, no exclusivo, se recomienda “El otoño de Kropotkin” editado por LaMalatesta.
Organiza: Grupo anarquista Apoyo Mutuo
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Posted: 04 Feb 2019 10:00 AM PST
Todo Por Hacer es una publicación anarquista que se edita mensualmente en Madrid. Se distribuye de forma gratuita en esta ciudad y se puede descargar en www.todoporhacer.org
Descarga el número de febrero de 2019 aquí
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Posted: 04 Feb 2019 09:54 AM PST
PARADO Y APLAZADO EL DESALOJO DE LA CALLE POSTAL, 5 (CARABANCHEL).
ATENTOS A FUTURAS CONVOCATORIAS
El pasado viernes 1 de febrero en torno a 40 personas acudieron a mostrar su solidaridad y esperaron pacientemente mientras empezaban a llegar el camión de la mudanza, la policía, la propiedad y las personas que venían en representación del juzgado que emitía la orden del desalojo.
En torno a las 11.45h una patrulla de policía municipal y las dos personas del juzgado intentan entrar a la zona que previamente se había bloqueado con la gente que había ido a defender la casa. Ni la policía ni las representantes del juzgado logran ni si quiera entrar en la calle después de un mínimo forcejeo para impedir que nadie que fuera a colaborar con este desalojo pudiera tener acceso a la calle Postal.
Deciden comunicar que se aplazará porque “no iban a hacer nada debido a toda la gente que había”. Y por qué no añadir, que fue también debido a la actitud que se tuvo en todo momento por parte de las personas que se plantaron desde el principio.
Se pide que se identifiquen las personas que viven en el inmueble actualmente pero no se llega a ninguna negociación con ellas dado que en ningún momento garantizaban los plazos de la siguiente notificación, ante lo cual se van muy indignadas afirmando que “esto no puede ser, os estáis portando fatal, la próxima notificación ya la veréis, o no…” (pueden emitir otra orden de desalojo sin previo aviso, o eso es lo que trataba de decir con la amenaza tras indignarse por no haber podido pasar a la calle y no haber conseguido identificación de nadie).
Desde luego esto no hubiera sido posible sin las personas que acudieron a la llamada de solidaridad y es por eso que podemos decir que somos nosotros quienes hemos PARADO el desalojo a base de estar allí presentes y tener una actitud como la que tuvimos y, es el juzgado quien APLAZARÁ el desalojo para otra fecha, por lo que os animamos a seguir atentos a futuras convocatorias.
Como tantas otras veces, el apoyo mutuo y la solidaridad funcionan y nuevamente lo hemos demostrado.
Se puede plantar cara a un desalojo, desahucio, redada, acoso o cualquier otra situación si actuamos juntos y con determinación, por eso mandamos un fuerte saludo a todos los que acudieron y animamos a seguir planteando acciones como ésta.
También recordamos que más personas están envueltas en procesos como éste, con desalojos y desahucios diarios o con amenazas de la “empresa” DESOKUPA, como se ha anunciado hace poco desde Vallecas al haber acudido este grupo de matones a intentar desalojar a las personas que viven en la Calle Pedro García Mendez, 4 desde hace más de 10 años.
Aún no lo han conseguido y cuando han ido, se han encontrado con gente que ha ido a plantarles cara.
Ni policía, ni matones, ni nazis, ni empresas de desokupación, ni cerrajeros o empresas de mudanzas que se venden por un plato de comida deberían frenar la solidaridad y el apoyo entre nosotros.
Porque no queremos que haya gente sin casas y porque hay miles de casas sin gente. Las tornas tienen que cambiar…
CON NUESTRAS VIDAS NO HAY NINGUNA NEGOCIACIÓN POSIBLE.
LA SOLIDARIDAD ES NUESTRA MEJOR ARMA.
NINGÚN DESALOJO SIN RESPUESTA
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Posted: 04 Feb 2019 09:41 AM PST
Despidos masivos, reformas laborales, ETT's posicionamiento a favor de Uber y Cabify, son años firmando.
Nueva viñeta del compañero "El Bellotero"
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Posted: 02 Feb 2019 07:49 AM PST
El Estado griego, de la mano de una de esas supuestas organizaciones “benefactoras” hipócritas que junto con las fuerzas represivas articulan el moderno humanismo de los tecnócratas que sirve de coartada para la eugenesia social en las metrópolis, ha lanzado una nueva maniobra para intentar acabar con un espacio anarquista, esta vez en la ciudad de Tesalónica.
La okupa Mundo Nuevo ha funcionado durante los últimos 3 años como un espacio anárquico para el encuentro, el debate, la creación de redes solidarias y la autoorganización. Ahora, OKANA y la municipalidad de Thermi pretenden destruir ese proyecto y las posibilidades que contiene usando como pretexto la creación de un presunto centro de reinserción para personas toxicómanas.
Evidentemente, el interés del Estado griego y de la burocracia caritativa para con les yonkis no es más que demagogia barata y las adicciones de esas personas, destrozadas por la misma sociedad de mierda que los Estados, el Patriarcado y el Capital construyen e imponen a diario, solo les importan en la medida en que pueden utilizarlas para justificar nuevas agresiones a una de las herramientas con las que el movimiento anarquista en Grecia y más allá está demostrando que es posible recuperar el control sobre nuestras vidas y necesidades al mismo tiempo que se planta cara y se amenazan los privilegios de las instituciones y personas responsables de toda esta miseria.
Desde la asamblea de Mundo Nuevo ya han manifestado su postura de no ceder y de defender el espacio a toda costa, advirtiendo al gobierno de SYRIZA de que si escogen el camino de la violencia su elección tendrá consecuencias.
Siguen a continuación las traducciones que hemos hecho de tres noticias aparecidas en el portal anarquista de habla inglesa Act For Freedom Now! (aquí, aquí y aquí) sobre la situación de la okupa Mundo Nuevo y la solidaridad con ella.
¡Defendamos los espacios okupados y autogestionados!
Guerra al Estado. Guerra a los tecnócratas del humanismo neoliberal.
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Comunicado de la asamblea de la okupa Mundo Nuevo respecto a la inminente intervención de la Fiscalía de Distrito contra ella.
Otro ataque sorpresa está siendo iniciado contra la okupa Mundo Nuevo. Como ya habíamos estado informando recientemente, la Municipalidad de Thermi, propietaria del edificio donde está alojada la okupa, ha llegado a un acuerdo con OKANA con el fin de concedérselo a la organización, la cual, a cambio, aspira a transformarlo en una escuela de segunda oportunidad para drogadictes. Para nosotres, lo que está pasando es más importante que obvio. En el contesto de la opresión “racionacionalista” que SYRIZA ha puesto en marcha, intentan explotar algunas sensibilidades que nosotres, como anarquistas, tenemos en referencia a grupos sociales vulnerables. De esta manera, están intentando separar una importante herramienta del movimiento anarquista revolucionario.
Así, mientras el gobierno está atacando a sus enemigos más fieros, les anarquistas, al mismo tiempo, están intentando aparentar un perfil progresista declarando que estos ataques sirvan a una buena causa.
¡Por supuesto, no pueden engañar a nadie! Sabemos muy bien a qué apuntan. Es el mismo gobierno que felicita a la policía antidisturbios cuando ataca los bloques anarquistas, como el ataque contra la manifestación del 17 de noviembre en Atenas, el que pretende regañar a la policía mientras que, al mismo tiempo, les envía a atacar las manifestaciones de profesores. Es el gobierno que prolonga los memorandos, saquea la riqueza, intensifica las diferencias de clase y va de la mano con los peligrosos planes que la OTAN tiene para la zona. Como personas que apoyamos las okupas y como anarquistas defendemos y luchamos por la construcción de escuelas y otras estructuras que ayuden a les drogadictes. Por supuesto, podemos percibir la hipocresía del Estado cuando, por un lado, emplea todos los medios para empujar a la gente a la desesperación y a las drogas, ya que la policía permite el tráfico de drogas y colabora con las mafias que han inundado el centro de la ciudad, colaboran con las mafias de armadores que transportan heroína por el Noor1 y, por otro lado, pretende proporcionar bienestar para las víctimas.
Hay miles de edificios vacíos donde el Estado podría ubicar su juego de culpas, pero eligieron el que constituye una estructura de la lucha anarquista. El Estado trata de explotar a les drogadictes nuevamente para servir a causas políticas represivas específicas. ¡Nadie caerá en esta trampa! Declaramos sin rodeos al Municipio de Thermi, a OKANA y a todas las demás instituciones interesadas, que nuestro desalojo del edificio solo puede ocurrir con el uso de la violencia por parte de las fuerzas policiales. ¡No hay posibilidad de que colaboremos con ellos! Ni siquiera deberían pensar en ello, excepto si quieren asumir la responsabilidad de llamar a la policía y arrestar a les combatientes. Si prefieren esta solución, les pedimos que piensen muy bien en las consecuencias de esta acción.
Incluso si todas estas instituciones que hablan en nombre de la solidaridad y de la ayuda escogen el camino de la violencia, nosotres apuntamos a recuperar el edificio de cualquier manera y bloquear todas sus funciones excepto la que ya tiene; La promoción y el apoyo de las luchas sociales y de clase, la solidaridad con les pobres y les oprimides para crear un mundo de igualdad y libertad sin drogas, autoridades, policías y jueces. El mundo de la lucha contra todo lo que nos aplasta es la oportunidad para que todas las personas oprimidas eviten las adicciones.
QUITAD LAS MANOS DE MUNDO NUEVO
SOLIDARIDAD CON LAS OKUPAS
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Comunicado del Grupo por el Anarquismo Social Mauro y Kokkino sobre las nuevas amenazas de desalojo contra la okupa Mundo Nuevo
Carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. La okupa Mundo Nuevo ha cumplido ya tres años, desde el día en el que nuestro grupo tomó la iniciativa y okupó el edificio en la intersección de las calles Filippou y Siastistis, y continuará cumpliendo muchos más. Durante estos tres años, hemos pasado ya largas horas trabajando, protegiendo y apoyando esta estructura con el fin de crear un cambio abierto de solidaridad. A través de cientos de actividades que han tenido lugar aquí, la okupa logró reunir a luchadores jóvenes y viejes y convencerles de que su apoyo vale la pena. Son todas estas cosas lo que el Estado quiere atacar ahora, como siempre ha querido. Es esta voluntad de luchar lo que el Estado quiere bloquear, intentando aplastar las estructuras de la lucha.
Esto es lo que quiere la administración estatal vigente. ¡Pero no van a conseguir nada! Y esto es porque les luchadores ya han tomado su decisión. Las diversas instituciones involucradas en el desalojo tendrán la respuesta que se merecen. En Atenas, nuestres compañeres ya han hecho una intervención en la oficina de V. Kafetzopoulos, una triste marioneta de SYRIZA en OKANA. Y esto solo es el principio. ¡Ahora es el momento de la acción y de la solidaridad concreta! Llamamos a todes les luchadores a apoyar activamente Mundo Nuevo a través de la participación en los turnos diarios de guardia del edificio y en todas las demás acciones de la okupa. Llamamos a cada compañere, a cada grupo y colectivo en Grecia y en el extranjero a tomar acciones contra el Estado y sus perros guardianes.
Cada ataque contra une de nosotres, es un ataque contra todes nosotres, ¡y no quedará sin respuesta!¡Desalojo significa guerra!
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Mundo Nuevo es una okupa anarquista en Tesalónica, ha estado existiendo durante tres años como un vívido y autoorganizado espacio para la libertad y la resistencia.
El Estado y los fascistas ya la han amenazado en el pasado. Esta vez, la impulsora del desalojo es OKANA (una ONG que trata con drogadictes) con el pretexto de convertir el edificio en una escuela de segunda oportunidad.
Tras la mesa de directores de la ONG está escondido el partido gobernante, SYRIZA, oposición política del partido derechista Nea Dimokratia, y los maderos. Con la excusa del humanismo, quieren suprimir otro centro de lucha social y política.
Esta táctica es bien conocida, también aquí en Berlín. Y lo que realmente está sucediendo es que el estado y la capital suprimen los espacios de resistencia y libertad para restablecer la normatividad y el negocio como de costumbre.
Estamos en solidaridad con otros espacios libres amenazados con desalojo tales como Liebig34, G17, Potse y otros.
El humanismo es el pretexto para seguir explotando y socavando nuestras vidas.Mantened las manos lejos de las okupas y de los centros de libertad y lucha.
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Posted: 01 Feb 2019 11:06 AM PST
Análisis estudio sobre la incineradora (Ayuntamiento de Madrid).
El estudio presentado por el Ayuntamiento de Madrid contiene un elevado número de contradicciones en la interpretación de la relación entre la cercanía residencial a las incineradoras y la morbimortalidad de la población. El estudio tiene capacidad para generar hipótesis, pero poca capacidad de demostrar una relación causal, tanto por su tipo (ecológico), como por abordar la mortalidad exclusivamente. Tampoco se ha podido valorar la exposición e intensidad reales a la incineradora.
Los tóxicos encontrados en las mediciones de inmisiones no tienen diferencias con los encontrados en zonas alejadas, lo que contradice también decenas de estudios internacionales.
Los puntos de muestreo establecidos para medir los contaminantes fueron escasos tanto en tiempo (apenas un mes), como numéricamente (sólo dos puntos de muestreo, uno en las cercanías de la incineradora), por lo que se reconoce que “su consistencia para el estudio espacio-temporal es limitada".
Se reconoce la “inexistencia de monitorización de la combustión de la incineradora”, así como que parte de las mediciones son realizadas por la propia empresa concesionaria, es decir, la zorra guardando el gallinero.
Se reconoce que hay excesos de mortalidad en la población que está dentro del área de influencia de la incineradora, y que la "mortalidad por enfermedades respiratorias disminuye en la medida en que nos alejamos de la incineradora". Sin embargo, el estudio atribuye este exceso de mortalidad a la privación material sin entrar en detalle sobre las causas que pueden estar produciendo esa mortalidad más elevada en las poblaciones más deprimidas.
El estudio solo analiza un pequeño grupo de población de la ciudad de Madrid (6.000 personas entre Cañada Real y PAU Vallecas). La población del PAU Vallecas lleva viviendo pocos años en las inmediaciones de la incineradora (las primeras viviendas del PAU Vallecas se entregaron en 2008), cuando según el propio Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de las Radiaciones Atómicas, se necesitan un mínimo de 10 años de exposición para poder asociar la exposición a tumores sólidos. La población de la Cañada Real tampoco es la idónea para este tipo de estudio (chabolista, en parte no censada, con gran movilidad, y un gran infraregistro tanto de morbilidad como de mortalidad). Según los autores, la "escasa población residente en las inmediaciones" (al excluir las más de 100.000 de Rivas, Perales del Río etc...), “no permite dar la consistencia deseada a los cálculos estadísticos" y que "seguramente puede explicar en parte la inexistencia de algún dato relevante a menos de 5 km de Valdemingómez".
En cuanto a morbilidad, no se utilizan las fuentes de información más adecuadas (registros de atención primaria), sino que se solventa utilizando la tasa de ingresos hospitalarios. Así, se encuentra que existe una menor tasa de ingresos hospitalarios en los distritos más cercanos a la incineradora, lo que puede significar desde que vivir cerca de la incineradora es una fuente de salud, hasta que esa población tenga menos acceso sanitario, entre otras posibilidades.
Es la segunda vez que un estudio realizado en el estado español sobre las repercusiones de las incineradoras sobre la salud de las poblaciones cercanas, evita estudiar a aquellas poblaciones cercanas que llevan décadas sufriendo los efectos de la incineradora de Valdemingómez, en algunos casos hasta 23 años de exposición, como es el caso de Rivas Vaciamadrid y otros núcleos de población cercanos.
Aunque el estudio afirma que no se puede constatar una afectación negativa de la salud de la población, se reconoce la existencia de superiores niveles de dioxinas y furanos en la zona más cercana a la incineradora….pero se afirma que los niveles son inferiores a los establecidos por la Administración. No debemos olvidar que no hay límites seguros cuando hablamos de sustancias reconocidas como teratógenos, carcinógenas y mutágenas por los organismos internacionales. También se insinúa que dichos tóxicos “pueden proceder de otras industrias cercanas”.
Los elementos anteriores expresan la limitada consistencia del estudio. Debería de haberse realizado incluyendo a todas las poblaciones expuestas desde el inicio del funcionamiento de la incineradora, en aras de conocer su posible afectación de la salud. Éstas, sin duda, mucho más representativas que las incluidas en el estudio del Ayuntamiento de Madrid.
Curiosamente el estudio es dado a conocer prácticamente en precampaña electoral, difundiendo un mensaje de falta de peligrosidad, muy cercano a los intereses de la patronal de la incineración y a los sectores de la construcción que pretenden potenciar el boom inmobiliario de los desarrollos urbanísticos cercanos.
GEIS-Grupo de Estudios Incineración y Salud.
CAS-Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad de Madrid.
Enero de 2019.
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