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domingo, 30 de junio de 2019

Tinkunaco 983/19 - Revista El Emilio - CUESTIONES CONCEPTUALES (por Víctor Leopoldo Martínez)

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Veamos; el macrismo habla de “cambios estructurales”. En principio se podría entender que hablan de reemplazar viejas estructuras por otras nuevas. Y las tres dudas que se plantean automáticamente (por lo menos a mi) son: Cuales; por qué y para qué.
Vayamos por las primeras definiciones: ¿Que es una estructura?
Cuando hablan de “estructura”, me pregunto… ¿Entenderán que se están refiriendo a una determinada disposición, a un orden de las parte que conforman un todo? Me lo planteo del modo más rudimentario en razón de tener presente quién está al frente de Ejecutivo Nacional (sus extremadas limitaciones para el razonamiento más elemental más allá de su rara habilidad para los negocios), y que tiene a un operador periodístico como su ministro de economía. A ese orden primario y servil se le acopla además un sequito de empresarios especializados en “negocios” con el Estado desde hace por lo menos 40 años.
Pero voy a insistir con las cuestiones conceptuales. La sociología se mete con las cuestiones estructurales, en este caso sociales, estudiando las diferentes formas de vincularse que adoptan individuos y grupos sociales dentro de un sistema.
Pero en los tiempos que corren, la sumatoria de ciencias (interdisciplinariedad) es uno de los rasgos sobresalientes que ayudan a entender mejor las relaciones humanas y los juegos de poder que se presentan en disputa. Si uno extrae de la física que se estudia en Arquitectura o en Ingeniería Civil la razón de ser de una disposición, del orden que deben respetar los elementos actuantes en una estructura, está claro que lo hace en función de las cargas que deberán resistir esas partes para que el todo (la estructura) goce de estabilidad equilibrio. Piense lo enterior señor lector en términos socio-económicos y verá cuan útil es esta traspolación; especialmente rescatando términos como “resistencia, estabilidad y equilibrio”.
Pero como este gobierno está conformado por integrantes de un viejo club de bandidos especializados en vivir de esfuerzos ajenos, a nadie puede sorprender que cuando hablan de “cambios estructurales” los mismos solo se acotan a buscar garantizarse en términos económicos la mayor rentabilidad posible con la menor inversión y el menor esfuerzo de parte de ellos. El reciente apagón y los reiterados cortes de energía son los más claros ejemplos de esto aspectos señalados(altísima rentabilidad obtenida gracias al descomunal incremento tarifario avalado gubernamentalmente por la gestión macrista y una nula inversión no preocupante para un Estado ausente por tener a los entes contralores en manos de “agentes operadores” de los propios empresarios prebendarios).
O sea, cuando el Macrismo habla de “reformas estructurales”, solo se está refiriendo a poner las relaciones técnicos- sociales al servicio de sus intereses y negocios.
¿Como piensa llevar adelante esos “cambios estructurales el Macrismo? Demoliendo con explosiones mediáticas controladas las columnas que en el actual sistema sostienen un régimen social medianamente justo pero que además ampara al trabajador que es el único productor de riqueza. Dinamitadas esas columnas, viene la reforma laboral que impondrá el nuevo régimen de esclavitud. Utilizando palabras del propio Macri, el relato bajado desde el oficialismo sobre la necesaria modernización de las condiciones laborales para estar a la altura de lo que ocurre en el mundo “es pura zaraza”. Pero la codicia de estos personajes no se detiene ahí; pretenden la vuelta al régimen de las afjp para incrementar sus ganancias con dineros ajenos (de los aportantes).
En síntesis, la cacareada reforma estructural solo se limita a acotar las demandas salariales de los que producen bienes y servicios estableciendo una nueva legislación que regule el vínculo patrón-obrero por un lado, y por el otro poder seguir obteniendo ganancia financiera con la administración de los fondos de retiro (jubilaciones). En pocas palabras, buscan regular la distribución de la riqueza de tal modo que el 70 % quede en manos de la clase parasita capitalista y el 30% restante se distribuya entre los que realmente la producen. O sea, una vuelta a las viejas estructuras de explotación del hombre por el hombre. Nada nuevo.
¿Se entiende de que hablan cuando demandan “reformas estructurales”? La simples incursión en cuestiones conceptuales desarman un relato dentro de la liturgia neoliberal, bastante inconsistente, pensada y armada para una sociedad que la suponen idiotizada.  

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