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sábado, 21 de noviembre de 2020

Tinkunaco 1.963/20 - Re: Boletín diario del Portal Libertario OACA

 

Boletín diario del Portal Libertario OACA



  • Un hecho desconocido del Anarquismo argentino. La coherencia de un militante
  • Cartelito ilustrativo sobre el Plan Pandemia (6ª Parte)
  • [Herexía] ¡¡Pange, lingua!!
  • Sartre: un filósofo peligroso e incómodo
  • [Vídeo] Vacuna obligatoria del coronavirus en Galicia - No somos ganado
  • Solidaridad con el pueblo saharaui
  • XVIII Encuentro del Libro Anarquista de Madrid
  • Apologético a la Naturaleza

Un hecho desconocido del Anarquismo argentino. La coherencia de un militante

Posted: 20 Nov 2020 12:25 PM PST

Carta a Balbuena (*)

Conocí a Alberto Balbuena una tarde de diciembre del año 1972. Era un hombre bajito, agobiado, pero, sin embargo de inmediato mostraba su instinto expansivo, locuaz y su temperamento activo, vital. Una cabeza redonda con los pelos negros estirados hacia la nuca. Una peinada lo guapo. Cuando lo conocí estaba dejando de usar aquél sombrero negro de fieltro, con una cinta negra que yo interpreté ¿de luto? Siempre “de traje”, sin chaleco, con una camisa blanca y su correspondiente corbata negra. Casi un uniforme.

Siempre bien afeitado, lucía sus rasgos americanos, sus ojos achinados, ese pelo negro sin una cana a sus sesenta y tantos, es franqueza criolla de santafecino de ley. Era entonces el Secretario General de una FORA terminal, en ruinas. Su única razón para decir que hacía algo más que abrir y cerrar un tradicional local de la Boca, era la posibilidad de conocer jóvenes no contaminados por las “luchas intestinas” centenarias de ese movimiento en extinción. En ellos depositaba su fe, su confianza.

El comenzó a interesarme en la historia de la FACA y de aquellos militantes para mi entonces -17 años- absolutamente desconocidos. Me habló de su hermano Enrique, de sus sueños de un anarquismo indoamericano profundamente hundido en estos pueblos. Lo seguí viendo durante seis años, orientó mis primeras lecturas de historia del movimiento obrero y alimentó mis preguntas sobre la “Organización específica” anarquista, su necesidad, sus condiciones de posibilidad. Durante dos años nos reunimos regularmente a discutir política y teoría, con casi setenta  años se acababa de incorporar a una organización política anarquista, la Resistencia Libertaria. El contaba con una inmensa experiencia, era Gulliver para mí, descubriéndome todos los días un panorama nuevo y vasto. Lo perdí de vista a fines de aquella década del ’70. El desenlace trágico de este grupo, de muchos militantes más caracterizados, silenció, ocultó, olvidó. Hoy nada sé de Alberto Balbuena, perdí su huella, como he perdido tantas, me afligen esas huellas perdidas, Por eso quiero dedicarle éste, mi trabajo, como un homenaje a su memoria.

Buenos Aires, 25 de noviembre 2004

(*) Carta que aparece a continuación del Prólogo y rubricada por el autor en el excelente libro Vidas en rojo y negro. Una historia del anarquismo en la “Década Infame”, escrito por el historiador Fernando López Trujillo.

 

La última y desconocida acción directa

A partir de 1975 la ultraderecha en Argentina, apoyada secretamente por sectores de las Fuerzas Armadas y Policía, a través de asesinatos y desapariciones contra las fuerzas progresistas y revolucionarias nacidas al calor de una primavera democrática comenzada en 1973, desató una ofensiva irrefrenable.

La máscara cayó al año siguiente para dar paso a la dictadura más sangrienta que registra Argentina. Con el golpe militar de Videla en marzo de 1976 se inició la persecución y matanza final de las organizaciones guerrilleras, grupos de base, obreros y estudiantes.

Para esa época las poderosas fuerzas del Anarquismo argentino era un recuerdo envuelto en una nebulosa de esplendor, persecuciones, represión, luchas intestinas y divisiones históricas. Aun así, los últimos militantes anarquistas mantenían su prédica y ejemplo en sindicatos y universidades. Pero la represión los estaba acorralando.

“En esa coyuntura esas dificultades tienen, sin embargo, un principio de solución con la estructuración de un llamado Frente Específico, que tiene a su cargo la relación –tabicada- con las instituciones tradicionales del movimiento que siguen siendo el medio a través del cual, distintos militantes logran un contacto con la organización para su incorporación. Responsable de esta tarea será un militante con más de 50 años (entonces) de historia libertaria, y que en la coyuntura continúa siendo el único miembro visible de la FORA, su Secretario General Alberto Balbuena, que además fuera miembro fundador de la FACA en 1934”. (1)

Fue en ese contexto y con esos militantes –la mayoría provenientes de La Plata- que se organizó un grupo llamado Resistencia Libertaria y que pasaría a la historia como el único grupo anarquista que le hizo frente organizadamente a la dictadura genocida.

Pero la respuesta del Poder se desató sobre los revolucionarios y el pueblo en general. Ya en marzo de 1976, pocos días antes del golpe de Estado recibieron el primer desgarramiento de importancia: los apresamientos, las “desapariciones” y los exilios habían comenzaron y ya no se detendrían. Uno de los primeros indicios habría sido la ejecución inmediata por fusilamiento de un grupo de ferroviarios sobre un paredón de los alrededores de la Estación Terminal de Constitución en la misma noche del 24 de marzo.  Los resultados de la represión fueron devastadores. Desgraciadamente una parte importante del anarquismo joven muere o desaparece en esas circunstancias.

Finalmente, en el invierno de 1978, son capturados buena parte de sus militantes todavía activos para ya no aparecer nunca más. Algunos consiguen romper el cerco y se refugian en otros países. La Resistencia Libertaria cerraba su ciclo vital.

En esa coyuntura, aparentemente, por no tener una infraestructura importante y con un financiamiento y logística endeble tras una fuerte represión sobre la militancia anarquista en la que fueron secuestrados decenas de militantes anarquistas permaneciendo desaparecidos hasta el día de hoy al menos doce de ellos, llegó el colapso y debacle de la organización (2). Inclusive a pesar de haber tratado de aliarse con otras organizaciones armadas.

Durante esa lucha desigual, así como la de los compañeros muertos y desaparecidos, se destaca la actuación de Alberto Balbuena que a sus 70 años se comprometió con el grupo para armar y brindar la logística que le serviría para sostenerse en la lucha y la clandestinidad. Tanto sea con dinero como con lugares seguros para vivir o esconderse. Según el historiador Fernándo López Trujillo supo de algunos encuentros de Balbuena con algunos militantes, en esa tarea, en puntos inhóspitos del Gran Buenos Aires intermedios entre la Capital Federal y La Plata. Y ahí iba el viejo Balbuena jugándose a suerte y verdad a encontrarse con algún compañero o con las garras de la persecución y la represión en esa su “última batalla”. Pero en ese final el destino le perdonó la vida.

 

Una estirpe anarquista

Proveniente de una familia que creció en La Plata, provincia de Buenos Aires, Alberto Balbuena fue el tercero de nueve hermanos. Nació en 1905 al calor de las mayores luchas obreras y sociales del Anarquismo de masas de Argentina. De todos los hermanos Alberto, Enrique y César, a muy temprana edad, se convirtieron en militantes libertarios.

Militancia que para Alberto y Enrique significó un estilo y compromiso de vida hasta el final. Enseguida fueron testigos y partícipes de hechos fundamentales en la historia del movimiento obrero. Cada uno, a su manera, desde la acción directa o desde la educación y la teoría llevada a la política, comprometieron sus vidas “en rojo y negro” (3).

En los comienzos, Alberto Balbuena estuvo en la lucha por la Reforma Universitaria, los enfrentamientos y controversias de los periódicos anarquistas La Protesta y La Antorcha, y vivió la lucha por la Liberación de los Presos de Bragado entre otros hechos.

 

En la Cárcel del Fin del Mundo

En los años ‘20 Balbuena es detenido y como a la mayoría de los anarquistas en esa época, se lo envía al Penal de Ushuaia –Tierra del Fuego-. La tenebrosa e inhumana cárcel estaba funcionando a pleno desde hacía varios años principalmente con presos políticos (libertarios, de los que Simón Radowitzy se había convertido en el trofeo más preciado) y delincuentes (generalmente asesinos peligrosos).

Después de un degradante viaje en el vapor Chaco convertido en una especie de cárcel flotante por el traslado de presos a la espantosa cárcel, llegó a la isla junto a su hermano César.

Parte de la “bienvenida” que sufrían los presos al llegar al lugar era que la mayoría no bajaba al muelle por una rampa sino que eran arrojados desde el barco. Balbuena no empezó bien su estadía en la cárcel. Además de no poderse cuidar a sí mismo, tenía que ocuparse de su hermano que estaba deteriorado moralmente.  Y eso se agravó porque cuando tiraron a César por la borda cayó mal y empezó su condena con un brazo quebrado. Acto seguido, vino la “bienvenida” de los guardiacárceles que formados en un largo pasillo humano esperaban el paso de los recién llegados con bastonazos y patadas. Balbuena, a lo largo de su vida siempre recordará al bestial Sampedro.

De a poco, como todos, se adaptó a las condiciones de vida imperantes y decidió que debía sobrevivir. A pesar de una temperatura media de 10° bajo cero en invierno y de tener que talar árboles en las montañas diariamente desde las siete de la mañana hasta el oscurecer. Pero tuvo una alegría que lo rescató de ese sufrimiento.

Sus convicciones anarquistas se reforzaron y afianzaron cuando conoció, habló, fue aconsejado y compartió con Simón Radowitzky, preso en el lugar desde que era casi adolescente            

por haber matado al Jefe de Policía en venganza por la matanza de obreros durante la “semana roja” en 1909. Con el paso de los años Radowitzky se había convertido en un símbolo y referente de cada anarquista que llegaba al penal. A Balbuena ese encuentro le sirvió para mejorar su formación y resistir. Dos años después volvería liberado a Buenos Aires.

A su regreso nada cambió en su vida. Siguió militando igual que antes en la FORA y en la FACA –Federación Anarco Comunista Argentina-, desde su fundación hasta la década del ‘50 cuando se alejó de la última por diferencias políticas. Además fue Secretario de la legendaria Sociedad de Resistencia de Plomeros y Anexos. A principios del año 1960 la Sociedad adherida a la FORA inició una campaña, por la jornada de 6 horas para el gremio y se encontró con la negativa patronal de acceder a la demanda, originándose una huelga y una tremenda persecución a los plomeros de la FORA extendida incluso a obreros de otros gremios. Al retirarse de la FACA continuó su militancia en la FORA.

Cabe señalar que la cárcel de Ushuaia fue cerrada por Juan D. Perón en 1947.

 

Una aclaración necesaria

La admiración de Balbuena por su hermano Enrique, a pesar de no compartir métodos, siempre estuvo presente. Enrique fue uno de los cuadros más reconocidos basando su lucha en lo intelectual, la docencia y su capacidad organizativa. Fue casi una leyenda de su época, entre algunas razones, por convertirse en un “linyera” voluntario para viajar por casi toda la Argentina para ser un maestro que trasmitía conocimientos y los fundamentos del Anarquismo en cuanto establecimiento rural o fabril llegase. O por haber organizado secretamente, el Congreso Anarquista más grande de la historia argentina con 300 militantes de diversas corrientes detenidos en el Cuadro 3ro. Bis de la Cárcel de Devoto en 1931.

 

El militante

No fueron muchas las veces que pude compartir mucho tiempo o disfrutar a Balbuena como abuelo.

Una característica que pude observarle las tres veces que llegué a convivir con él fue que era un hombre duro pero abierto al diálogo.

La primera tenía siete años. Después, yo tenía 15 años y pasé un verano en su casa al sur del Gran Buenos Aires junto a Teresa –su tercera mujer- y Omar su tercer hijo de 16 años. Había vuelto a Remedios de Escalada, la zona donde se había instalado al fin de la adolescencia junto a su mujer, Acracia, y habían tenido su primera hija, Alicia, mi madre. Y la tercera la comenté antes y tenía 22 años.

Esas tres experiencias siempre tuvieron un hecho en común: desaparecía misteriosamente. Después supe que en varias ocasiones no era solo porque tuviera que asistir a alguna reunión. Sino que, corriendo el riesgo de que lo viniese a buscar la policía, huía con el tiempo necesario.

Ya en mi familia por anécdotas, relatos o críticas de sus hermanas o de mi madre tuve referencias de esos hechos. También se mencionaba que esas historias siempre habían repercutido negativamente en su hogar. El miedo, las desapariciones imprevistas, las huidas, el tiempo robado para entregárselo a la militancia  hicieron que sus hijos lo terminaran considerando un irresponsable y no se lo perdonaran.

Para mucha gente que ayudó, formó y protegió, a pesar de todo, Balbuena fue una especie de héroe. Cuando supe de su arriesgada acción durante la dictadura militar a sus 70 años, él ya había fallecido. Entonces entendí aquellas noches que venía, hablábamos, desaparecía y volvía a aparecer. Ya estaba clandestino. Y, lógicamente, jamás dijo nada.

¿Un duro? Claro que era un duro como debía ser un militante comprometido. ¿Reservado? Claro que era reservado como debía ser una persona acostumbrada a la vida secreta de la clandestinidad. Cuanto menos sabía el otro menos riesgo de  delatar cuando aparecieran los esbirros.

Características de un hombre que en la lucha “… toma partido, partido hasta mancharse”, como canta Paco Ibañez en “La poesía es un arma cargada de futuro”.           

 

Los días entre 1973 y 1974 (Nuestras conversaciones y discusiones)

Hubo una época en que Balbuena, mi abuelo, tuvo posiblemente la presencia más importante y trascendente de nuestras vidas.

A fines de 1973, transcurrida la primavera democrática en Argentina, Balbuena empezó a venir seguido a casa. Tres o cuatro veces por semana a cenar, seguro, y varias veces se quedaba a dormir. Yo no entendía bien porque. Ahora pienso que tal vez empezaba a estar clandestino o huyendo una vez más.

Pero no me importaba porque empecé a disfrutar de su presencia. Cada noche sentados en el patio, antes o después de la cena empezaban nuestras ricas discusiones políticas. Era un enfrentamiento entre un anarquista con un bagaje de cultura e historia política y un joven que recién empezaba la lucha enrolado en el peronismo revolucionario de la época. Desde un comienzo y cada vez que me acercaba a tener razón, me miraba con incredulidad y bondad y decía “Pero Ariel…, vos no podés ser montonero” como recordándome que genéticamente  yo no podía haber devenido en seguidor de Perón.

Con todo, esas fueron las mejores noches que viví con mi abuelo. En cada una me enseñó la historia y práctica anarquista. Así empecé a conocer a Kropotkin, Bakunin, Makno, Sacco y Vanzetti, Malatesta, Di Giovanni, Ferrer i Guarda, Durruti, Jover y Ascaso y sus luchas. Y también conocí los nombres de sus compañeros más cercanos en su vida militante. Empezando por su admirado hermano Enrique, Diego Abad de Santillán, Jacobo Maguid, Jacobo Prince y José Grunfeld.

Misteriosamente semanas después no volvió nunca más a visitarnos. Pero puedo asegurar que nunca más tuve una relación tan estrecha con mi abuelo y que su prédica me marcó para toda la vida.           

 

En el final, la FORA otra vez

Sus últimos años de militancia y lucha consecuente y productiva lo encontró en el legendario local de la FORA (Anarcosindicalista, Sección Argentina de la AIT) como uno de sus custodios y abriéndole las puertas del conocimiento del anarquismo a las nuevas generaciones de jóvenes entusiastas o convertidos en militantes de una nueva época, ávidos de saber y conocer la historia en la que habían luchado sus bisabuelos.

Todo eso fue antes que una cruel enfermedad senil, fluctuante entre el Alzheimer y el Parkinson,  le minara el cerebro y lo llevara a la muerte.

Creo  que fue una pena e injusticia que un hombre de la valía que tuvo para con el anarquismo haya tenido un final de ese tipo. Estoy seguro que hubiese preferido morir peleando allá en España, durante la lucha de los mineros en Asturias o en formando parte de la Columna Durruti bajo las órdenes de su amado Buenaventura. Tan siquiera hubiese muerto con una sonrisa en los labios consiente que moría por la causa más justa que tuvo en su vida.

Ariel Testori

Notas:

(1)En “Resistencia Libertaria” de Verónica Diz y Fernando López Trujillo, Ed. Madre Selva, 1ra. Edición, Buenos Aires, 2007, pag.62.    

(2)En “Resistencia Libertaria” entre los desaparecidos se mencionan a Elvio Mellino, Marcelo Tello, Pablo Tello, Rafael Tello, Rita Artabe, Edison Oscar, Cantero Freire, Fernándo Díaz Cárdenas, Raúl Olivera Cancela, Elsa Martínez de Ramírez y Hernán Ramírez Achinelli.          

(3)Parafraseando el título del libro “Vidas en rojo y negro. Una historia del Anarquismo en la ‘Década Infame’” de Fernándo López Trujillo, Ed LetrA Libre, 1ra.Ed, 2005.


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Cartelito ilustrativo sobre el Plan Pandemia (6ª Parte)

Posted: 20 Nov 2020 12:16 PM PST

Un nuevo cartelito manuscrito relacionado con el Plan Pandemia:

 

G. Ceibe


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[Herexía] ¡¡Pange, lingua!!

Posted: 20 Nov 2020 12:14 PM PST

Canta, lengua,

lo inenarrable.

Ensalza, lengua,

lo abominable.

 

Mariposas de papel.

Flores de alambres.

Paisajes de alquitrán.

Sótanos fecales.

Cañerías podridas.

Jardines de hierros oxidados.

Mundo civilizado.

 

¡¡Pange, lingua!!

 

La Gripe ha sido desterrada.

El restaurante está cerrado.

Las tabernas censuradas.

El Catarro ha emigrado.

Se acabaron las carcajadas.

 

¡¡Pange, lingua!!

 

Risas falsas en sus vidas de cemento.

Un Serafín enojado.

Un usurero borracho.

Un Íncubo sastre.

Falta quién lo escriba.

El heresiarca lo siembra...

La herexía lo abraza.

El valiente bardo lo canta.

 

¡¡Pange,lingua!!

 

Herida profunda en el corazón.

El Miedo domina.

Infamia y Corrupción.

El Control vigila.

Clandestina la Ilusión.

 

¡¡Penitentia agite!!

 

Un pedopoeta de los de mandíbula amordazada,

paniaguado,y de vía estrecha,

quiere hacer suya esta cantiga.

Envidia de pluma sin tinta.

Lo rechazan en la Guilda seglar.

A coces lo arrojan,

lo pellizcan por vendido,

por cobarde,

por vil...

 

¡¡Haereticus!!

 

El nuevo Virus coronado.

La Cultura AHORA no pía.

Beneficio para la Vacuna legalizado.

En otros tiempos,

esto A r d e r í A.

Feo retrato,

ver vacío el Teatro.

Triste.

¡Muy triste!

No hay Conciertos en el pabellón.

Triste.

¡Muy triste!

Enjaulada la Población.

 

¡¡Hairetikós!!

 

Horizontes llenos de escombros.

Olas de plásticos.

Fealdad.

Tribulación.

 

¡¡Nueva Civilización!!

 

Canta, lengua,

lo inenarrable.

Ensalza, lengua,

lo abominable.

 

La valiente herexía,

te vuelve a cantar la vieja canción:¡¡I n s u m i s i ó n!!

 

¡¡Pange,lingua!!

 

G. Ceibe


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Sartre: un filósofo peligroso e incómodo

Posted: 20 Nov 2020 11:59 AM PST

Observaciones preliminares

La vida de Sartre fue y es, en muchos aspectos, —no solo en los teóricos— muy interesante. Antes de embarcarnos más a fondo en su pensamiento y analizar algunas de sus ideas principales sería deseable exponer algunas cosas relevantes acerca de este filósofo tan controversial, tan técnico y, al mismo tiempo, tan mundano. Jean Paul Sartre, filósofo, novelista y dramaturgo, nació en París (Francia) el 21 de junio del año 1905. Sus padres eran Anne-Marie Schweitzer, quien era de estirpe alemana, y Jean-Baptiste Sartre, oficial de la marina francesa. Su padre falleció de una fiebre furibunda cuando Sartre no había cumplido ni quince meses, su madre tuvo que hacerse cargo de él, con la ayuda de su abuelo Charles Schweitzer, quien lo introdujo en el campo de la literatura clásica.

Cuando Sartre aún era un neófito en el mundo filosófico, estuvo muy atraído por la filosofía de Bergson- un filósofo anti intelectual, casi partidario del irracionalismo-al cual le tenía un gran respeto y que ciertamente influyó en él. Posteriormente, en Berlín, de 1934 hasta 1935, amplió sus criterios filosóficos estudiando muy rigurosamente la Fenomenología, corriente que en ese tiempo era extremadamente popular, y cuyo mayor representante fue Edmund Husserl. Bajo su influencia escribió su conocidísimo ensayo La transcendencia del ego que, por cierto, fue su primer trabajo estrictamente filosófico. Si bien escribió ese ensayo muy influido por él, sería preciso poner de relieve lo siguiente:

«A diferencia de La imaginación, de Lo imaginario y de un Bosquejo de la teoría de las emociones, en La trascendencia del ego hay una crítica manifiesta a su maestro. En lugar de apoyar a Husserl y su fenomenología trascendental, el francés rechaza dicha postura y desarrolla una nueva fenomenología»  (Morales, 2017).

En tiempos de la Segunda Guerra Mundial, se enroló y participó en el movimiento francés de resistencia, específicamente en la unidad de meteorología en Nancy. Infortunadamente, en junio de 1839, fue hecho prisionero de guerra por los alemanes por un breve periodo; en el campo de los prisioneros, Sartre aprovechó el tiempo libre y releyó ávidamente la obra Ser y Tiempo de Martín Heidegger y, para tonificar su lectura tomó una serie de notas, de aquellas germinó y surgió su obra portentosa: El Ser y la Nada, obra que publicaría en 1944 y que fue evidentemente, como sostiene el profesor Tomás Abraham,  «un diálogo crítico y riguroso con la tradición filosófica». Inmediatamente después de la faena de la guerra, se dedicó a enseñar como profesor, pero después de un efímero período renunció y se consagró secularmente a realizar lo que mejor sabía hacer: escribir. Gracias a sus enormes dotes y atributos como escritor, — fue galardonado con el Premio Nobel, pero en octubre de 1965 lo rechazó.

Simone de Beauvoir, sin duda, fue un pilar fundamental en la vida de Sartre. La conoció en la École Normale Supérieure entre 1924 y 1929. Vivió con ella toda su vida. No era una relación común y corriente, era, por decirlo así, abierta, cosa que era vista por los religiosos gazmoños como de una inmoralidad aterradora. Él sostenía que ella era su amor necesario, y que cualquier otra amante que se cruzara en su calzada era accidental. Ella, gracias a su desaforada inteligencia, fue de enorme ayuda para que Sartre lograra catapultarse a la cúspide más alta del mundo filosófico. Se dice que Sartre, a pesar de ser un coloso del pensamiento siempre tomó muy en serio la opinión de su mujer nunca publicó una obra sin haber sido leída, criticada y aprobada por ella (Stumpf, 1993).

Escribió muchas historias cortas, en las que exponía de manera muy escueta los temas fundamentales de su filosofía—temas complejísimos y recomendados sólo para filósofos— mundanamente. Toda su obra giró en torno a un concepto: la libertad; «la libertad humana es el tema fundamental de su pensamiento. Lo trata de alguna forma u otra en sus obras de teatro y en sus novelas» (McNabb, 2020). Pero también escribió de manera muy compleja, esto se pone de manifiesto en su obra capital: El ser y la Nada, a pesar de que es su obra más técnica y filosófica, es El Existencialismo es un Humanismo su trabajo más leído y comentado, obra que fue publicada en 1946. En dicho trabajo explicó de manera muy didáctica y sucinta, sin perder la brillantez por supuesto, la doctrina existencialista en términos, inteligibles, mundanos.

Pues bien, Sartre es considerado como el máximo representante del existencialismo francés. Y ello no es gratuito, pues hizo en vida todos los méritos intelectuales requeridos para quedar entre los grandes de ese movimiento y, por lo mismo, entre los colosos del pensamiento filosófico. Como es de esperar de un existencialista, propuso una antropología vitalista.

Existen más o menos tres modos, por así decirlo, de existencialismo: el religioso, representado por Kierkegaard, Dostoievski, Unamuno, Jaspear y Gabriel Marcel; el agnóstico, cuya máxima figura es Camus; y el ateo, representado por él y Heidegger. Este último se distanció de él en la carta sobre el humanismo.

Ahora bien, el pensamiento encriptado y sumamente técnico de Sartre se podría resumir de la siguiente manera: su filosofía es una oposición férrea a toda forma de metafísica de esencias, ya que, a su parecer, como lo expuso de forma lúcida en sus trabajos estrictamente filosóficos, la existencia antecede a la esencia, a saber, a la determinación, definición o negación, y, si esto es así, entonces estamos condenados a ser libres, pues no queda otra opción, si es que se quiere vivir humanamente.

Por otro lado, existe un prejuicio bastante generalizado de que Sartre no fue un filósofo competente y original, sino más bien un simple literato, aunque su genio no se agotó en esa actividad. Bertrand Russell, sin complicarse demasiado, lo etiquetó de ser un filósofo muy oscuro. Para Johannes Hirschberger, un filósofo conservador católico, «es, sin duda, más literato que filósofo» (1967, pág. 438). Es comprensible que él no se sienta a gusto con su filosofía ya que Sartre refutó muy ingeniosamente a toda la tradición metafísica, a Aristóteles y a su amado Platón. Es más, resulta completamente irónico que, a un pensador tan complejo como Sartre, sólo le dedicara de mala gana cinco párrafos en su historia de la filosofía. En la última oración del último párrafo de los que le dedicó dice: «la posición de Sartre tiene sus raíces en el pasado, no significa una creación original filosófica —como si la filosofía se tratara siempre, invariablemente, de creaciones originales— y vive sólo de su radicalismo y del estilo literario en que está vertida» (1967, pág. 439).

Influencias

Pues bien, el pensamiento filosófico de Sartre fue influido y nutrido por tres grandes genios del universo filosófico: Husserl, Heidegger y Marx. Para el filósofo Samuel Enoch Stumpf la filosofía de Sartre es una especie de mezcla de la filosofía de aquellos (Stumpf, 1993, pág. 564). Es verdad que su sistema filosófico, hasta cierto punto, es derivado de las formas de pensar de éstos tres grandes filósofos. Esto, en todo caso, no quiere decir que se limitó a la pura repetición mecánica, en ningún momento quedó como lo pretenden hacer creer muchos filósofos religiosos, alienado por los supuestos teóricos de estos pensadores. Mas bien Sartre tomó de éstos lo que era beneficioso, pero criticó los puntos en los que a su criterio estaban errados. Es evidente que «si Sartre estuviera completamente de acuerdo con lo que hicieron los dos (Husserl y Heidegger), obviamente no tendríamos El ser y la nada» (McNabb, 2020). Estos filósofos ya aludidos comparten algo en común: su interés por mostrar el papel activo del hombre para forjar su propio destino (Stumpf, 1993). Marx propone que el ser humano es acción, actividad y trabajo. Gracias a esa acción es que el hombre modifica la naturaleza y sólo esa actividad puede cambiar al ser complejo, (el para-sí), un cambio subjetivo no altera en absoluto la realidad óntica de las cosas. Husserl asimismo se enfoca en el individuo. En su nueva filosofía, que él llama «fenomenología», sostiene que una genuina filosofía debe buscar su fundamentación exclusivamente en el ser humano (Stumpf, 1993). Heidegger influyó profundamente a Sartre, su monumento teórico, Ser y Tiempo, lo demuestra, obra que se basa principalmente en las categorías de Søren Kierkegaard y Husserl. En dicho trabajo sostuvo que la comprensión básica de la pregunta por el ser se alcanza con mayor éxito por el análisis existencial de la persona. Heidegger, estaba principalmente enfocado con el ser y la existencia de la persona, pero sólo como medio para la comprensión del ser. A Sartre le preocupaba más que todo la existencia individual. Sartre sostuvo que el principio fundamental y crítico que rige el ideario existencialista de que la existencia precede a la esencia es un principio crítico que no sólo desafía el mundo filosófico contemporáneo, del presente, sino que además éste alcanza hasta Platón y Aristóteles que sostuvieron infundadamente que la esencia es lo primero y que después aflora o emana la existencia. Este principio, diría Sartre, debería ser el punto de partida para cualquier ulterior ejercicio plenamente filosófico.

Sartre como filósofo peligroso e incómodo

Una de las tareas ineludibles del verdadero filósofo es cuestionar fundadamente el orden establecido. Sócrates, como cumplió al pie de la letra tal faena, la de cuestionar fundadamente al Estado y a su razón hegemónica, era visto como un peligro inminente para las estructuras de poder de la sociedad ateniense. Spinoza, como sabemos, fue capaz de exponer sus doctrinas a pesar de todo lo que esto implicaría: «dado el odio desproporcionado que le tenían a Baruch Spinoza, la clase baja y alta, por sus ideas, se vio relegado a vivir toda su vida, exiliado, en la pobreza y la miseria, sobrevivió puliendo espejuelos, muy pobre, pero fiel y obstinado en el más alto grado con los principios que profesaba» (Salmerón, 2020). Platón, considerado por muchos como un conservador, es otro ejemplo de filósofo peligroso e incómodo. Tres veces intentó que sus ideales fueran puestos en práctica en Siracusa y en las tres veces puso en grave riesgo su vida, en uno de los viajes cuando estaba de regreso, fue capturado y vendido por unos piratas como esclavo, de no haber sido por un amigo suyo que lo reconoció entre los confinados y pagó su rescate, quizá hubiese quedado de cautivo el resto de sus días. A pesar de lo heterodoxas e iconoclastas que puedan parecer al ser humano de este tiempo las doctrinas suyas en relación con el Estado y la propiedad privada, las defendió con gran rigor y pasión intelectuales; asimismo creyó noblemente, a pesar del descontento que pudieron suponer tales ideas a los dirigentes y teóricos políticos de su tiempo, profundamente en ellas. Los filósofos no son, — o no deberían ser, esos que creen que saben todo, y por lo mismo no saben nada, ya que no se puede saber todo, esos que desconocen totalmente el mundo filosófico y que de él sólo tienen una caricatura grotesca, ramplona, mal hecha, sujetos que viven alejados del mundo de lo real e inmersos en abstracciones inútiles; son, por el contrario, los sujetos más prácticos y aterrizados.

El pensamiento filosófico de Sartre, como el de Sócrates y Spinoza, se consideraba por los conservadores de su tiempo enemigos del cambio, como peligroso. Es bien sabido que su obra de teatro A puertas cerradas fue censurada en Inglaterra (McNabb, 2020). En la Unión Soviética, territorio propicio para el dogma, sobre todo con Stalin, prohibieron su obra Las manos Sucias (McNabb, 2020). El papa pío XII, conservador en el más alto nivel y amante del principio de identidad, puso, para congraciarse con la ortodoxia católica, todas sus obras en el índice de libros prohibidos. Si bien la censura puede parecer como algo totalmente infortunado, también es señal de que se está tocando fibras sensibles y cumpliendo con el deber socrático, en ese sentido es algo positivo. Tanto era la tensión que él suscitaba que el comisario cultural de Stalin llegó a decir que Sartre era una «hiena dactilógrafa y un chacal con bolígrafo» (McNabb, 2020). Gabriel Marcel, un católico extremadamente conservador, con un gran dolor cristiano afirmaba que Sartre «patentemente corrompía a la juventud» (McNabb, 2020), que además era “un blasfemo sistemático» (McNabb, 2020) y, por otro lado, que era «el sepulturero de occidente» (McNabb, 2020). Se opuso ferozmente a la guerra de su país en Argelia, por lo que una horda de soldados veteranos efectuó una manifestación, con unas intenciones poco piadosas o magnánimas, en las calles de París, proclamaban a grandes voces una consigna muy lacónica pero letal: «¡fusilen a Sartre!». Después de ese perjuicio en su contra, los reaccionarios no satisfechos con los resultados, detonaron dos veces bombas en su casa en la que vivía con su madre, y otra vez en las oficinas de su revista Le Temps Moderne (McNabb, 2020).

Sartre fue un filósofo peligroso porque trató no sólo de predicar sus principios, sino que además encarnarlos y vivirlos plenamente, fue capaz de desafiar las certezas y creencias más respetadas y tomadas como indiscutibles de su época, y eso no lo ayudaba a ganar puntos con los conservadores. Su filosofía, cuando realmente dominaba y era influyente, fue incómoda no sólo para las clases altas, sino que también para las clases bajas. Y todavía lo sigue siendo, quizá por eso a muchos no les parece interesante su pensamiento; ¿quién que ofrezca libertad puede ser querido por la mayoría?

La filosofía de Sartre irrumpió en su época interpelando a todo mundo; era peligrosa e incómoda no sólo para los que estaban en las instancias del poder, la clase dominante, sino que además molestaba a las clases menesterosas por una sencilla razón: ponía énfasis en la libertad radical del ser humano y en su capacidad de forjar, a pesar de todas las adversidades que puedan impedir su plena objetivación, su propio destino. En relación con el tema de la libertad en la filosofía de Sartre el filósofo Darin McNabb sostiene lo siguiente:

«…para los que detentan poder político y económico, es una idea peligrosa porque implica que las horrendas injusticias del mundo no son inevitables, sino que resultan de las elecciones de seres humanos, de individuos como tú y yo, por lo que tenemos la libertad, el poder y la responsabilidad de cambiar las cosas, de hacer un mundo mejor. Y es peligroso para el individuo porque le priva de todas las excusas que usa para no cambiar las cosas, para no responsabilizarse y hacerse cargo de su libertad y las condiciones de su existencia» (McNabb, 2020).

Los que controlan el poder en general anhelan que los dominados digan que sí a todas sus políticas a pesar de que aquellas los vayan a esquilmar. Sin embargo, «la libertad humana consiste en la capacidad de decir no» (McNabb, 2020). Quien esté convencido de que tiene la libertad suficiente para decir que no a los perversos proyectos políticos y sí a su propio proyecto resulta ser un sujeto muy peligroso para la clase dominante en el poder.

Algunas ideas incómodas de Sartre

Fundamentalmente el hombre, según Sartre, es libre. Por lo tanto, siguiendo las consecuencias de su pensamiento, se puede determinar los siguientes puntos: la existencia precede a la esencia, el ser humano tiene que crearse a sí mismo, está irremediablemente condenado a ser libre, comparte una condición humana universal y la existencia no es necesaria sino accidental. Reflexionemos, pues, sobre estos puntos más en detalle.

La existencia precede a la esencia

Sartre muy ingeniosamente invierte el sentido de la relación, primero para él se da la existencia luego la esencia. Es evidente que no podemos explicar la naturaleza del hombre de la misma forma que describimos la de un artículo de manufactura. Desde el comienzo manifiesta abiertamente su hostilidad a la noción tradicional encarnada de esencia. Como no hay Dios, la esencia no está dada de antemano, el ser humano ocupa el lugar de Dios, él, en el sentido que está solo en el mundo y dirige su vida según sus propios criterios, es Dios. Por lo mismo no es una filosofía quietista, es dinámica; el ser humano tiene —o está obligado si quiere alcanzar la categoría de sujeto— que crear mediante sus actos libres su propia esencia, su definición.

Para Sartre es fundamental la negación explícita de Dios, pues de ello dependerá la visión general que se tenga sobre el ser humano. La negación de Dios implica la negación de la naturaleza, el hombre, inicialmente como toda otra cosa es, pero no tiene naturaleza. Si se piensa en Dios como una suerte de creador se está presuponiendo como cierta la hipótesis, infundada, a juicio de Sartre, de que existe de ante mano una naturaleza humana cuya condición de posibilidad descansa en último término en la subjetividad de Dios; pero si esto fuera cierto entonces no habría libertad, los hombres y mujeres estarían determinados, tendrían una esencia, o dicho en palabras más fáciles: la negación irrumpiría desde la exterioridad y, por lo mismo, estarían negados, y no sería la nada creadora la que introduciría la negación en el mundo. El hombre no está definido de antemano, porque no hay otro definidor fuera de sí, no hay otra conciencia libre que lo afirme o más precisamente que lo niegue. Definir al hombre desde afuera es negarlo. Si Dios existe entonces el ser humano quedaría reducido a una mera existencia cosmológica, digamos, como una cosa producto de la negación primera. Por ejemplo, el que realiza una mesa tiene con anterioridad la idea puntual de la mesa, aquella queda determinada, porque toda determinación, como dice Baruch Spinoza, es una negación, por el que la construyó y no tiene libertad.

Si bien filósofos anteriores a él, tales como Diderot, Voltaire y Kant suprimieron de sus respectivas filosofías la hipótesis infundada de Dios, no fueron capaces de llegar hasta las últimas consecuencias, pues mantuvieron, rasgo característico de los teístas, la noción de que el ser humano posee una naturaleza humana, naturaleza universal y presente en cada hombre (Stumpf, 1993, pág. 565). En fin, a pesar de su ateísmo se mantuvieron bajo el mismo régimen teórico teísta. Éstos, según Sartre, sostenían más o menos lo siguiente:

«El hombre es poseedor de una naturaleza humana; esta naturaleza humana, que es el concepto humano, se encuentra en todos los hombres, lo que significa que cada hombre es un ejemplo particular de un concepto universal, el hombre; en Kant resulta de esta universalidad que tanto el hombre de los bosques, el hombre de la naturaleza, como el burgués, están sujetos a la misma definición y poseen las mismas cualidades básicas. Así pues, aquí también la esencia del hombre precede a esa existencia histórica que encontramos en la naturaleza» (Sartre, 1946).

Ellos argüían que todos los hombres, sin importar su condición social, tenían la misma esencia, el mismo concepto universal. Es decir, todo hombre y mujer era el resultado de la objetivación de la subjetividad de Dios, un mero pensamiento objetivado de Dios. Para Sartre, todo esto era impreciso, pues negociaba con la libertad. Es por eso que el que más ha puesto en jaque al mundo cristiano es Sartre, su ataque sobre todo a sus doctrinas morales —pues para Sartre la doctrina moral cristiana era inmoral— fue mortífero; este, comparado con las divas del ateísmo contemporáneo, es un ateo serio. La negación de Dios es de capital importancia no porque refute las doctrinas cristianas, falaces en el más alto grado, eso es frívolo; la importancia real de esto radica en lo siguiente: en que si no hay Dios no hay por lo mismo naturaleza dada ya que no habría nadie para conceptuarla; el ser humano si ha de ser libre no puede ser definido de antemano como una mesa o un coche que es definido por el que lo construye. Sartre dice que:

«El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que, si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice Heidegger, la realidad humana» (Sartre, 1946).

Al comienzo, al igual que una piedra o un árbol, solo existe, es posteriormente, cuando adquiere conciencia de sus actos en el mundo, que comienza el hombre a darse su propia esencia. Que la existencia preceda a la esencia significa ante todo que el hombre, la conciencia libre, primero existe, confronta y emerge en el mundo (Stumpf, 1993, pág. 565) y, posteriormente, gracias a su operar consciente comienza a darse su propia esencia. Al principio, cuando el ser humano aún vive en la nebulosa inconsciente, solo es, es una mera realidad cosmológica. Lo que a Sartre realmente le interesa es demostrar que el ser humano es eso que él mismo hace de sí mismo. Esta postura sartreana, como cualquier otra humana, puede ser puesta en crisis.

El ser humano tiene que crearse a sí mismo

Una reacción normal al principio fundamental que da sentido y unidad al existencialismo sartreano, sobre todo desde el terreno objetivista, es que es demasiado subjetivista (Stumpf, 1993, pág. 565). No hay que apresurarse. Lo que Sartre quiere dar a entender —en un lenguaje un poco complicado sino se conoce bien su sistema categorial— con esto es bastante simple: el ser humano, por insignificante y limitado que sea, tiene más dignidad que una roca, un árbol o una mesa. Lo que le dota de dignidad es la posesión de una vida subjetiva (Stumpf, 1993, pág. 565). El hombre es algo que se mueve hacia un fin, hacia un futuro atiborrado de posibilidades y es, la mayor parte de veces, consciente de ello. Sartre, se dio cuenta que es más fácil ser una mera cosa que ser un sujeto, la mayoría le teme a la libertad porque vivirla plenamente implica definirse individualmente.

Para explicar mejor ésta problemática puso bastante énfasis en dos modos de ser; esto conduce a su conocidísima doctrina: el ser en-sí y el ser para-sí. El hombre comparte estas dos formas de ser: en cuanto a ser en-sí, es al igual que una roca y, en cuanto a para-sí, es un sujeto consciente, lo que lo diferencia de la piedra. Ser consciente es pararse siempre antes del futuro, es un estar en el mundo consciente y no un mero estar cosmológico, la importancia de poner la existencia antes que la esencia no sólo muestra que el hombre puede crearse a sí mismo, sino que además es responsable de sí y del otro, su accionar sí puede afectar positiva o negativamente al otro. El ser humano, además, es un proyecto en construcción, no algo terminado o, en palabras más simples, una realidad maciza. Si, como suponen gratuitamente los teólogos católicos y el pensamiento cristiano en general, la esencia fuera algo dado y entregado, no podría ser responsable el ser humano de su accionar en el mundo. Sobre la responsabilidad nos dice Sartre: que «cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres». En relación con el subjetivismo sostiene lo siguiente:

«Hay dos sentidos de la palabra subjetivismo, y nuestros adversarios juegan con los dos sentidos. Subjetivismo, por una parte, quiere decir elección del sujeto individual por sí mismo, y por otra, imposibilidad para el hombre de sobrepasar la subjetividad humana. El segundo sentido es el sentido profundo del existencialismo» (Sartre, 1946).

La roca, como una realidad maciza e idéntica a sí misma, no puede ser responsable, pues no es libre, el ser humano sí puede, ya que es una conciencia libre, traslúcida. Lo que parecía ser a primera vista, juzgando apresurada y someramente, un subjetivismo de inmoralidad aterradora resulta ser una ética asentada en la responsabilidad individual (Stumpf, 1993, pág. 565). Todos compartimos ciertas limitaciones, así que el accionar individual sí importa pues afectará directa o indirectamente al otro. Sartre nos advierte que:

«…nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque compromete a la humanidad entera. Si soy obrero — nos dice—, y elijo adherirme a un sindicato cristiano en lugar de ser comunista; si por esta adhesión quiero indicar que la resignación es en el fondo la solución que conviene al hombre, que el reino del hombre no está en la tierra, no comprometo solamente mi caso: quiero ser un resignado para todos; en consecuencia, mi proceder ha comprometido a la humanidad entera» (Sartre, 1946).

Se está siempre en una situación, en relación con otros, en un mundo de intersubjetividad. Eligiendo acertada o erradamente en el proceso de hacerse a sí mismo el hombre compromete no sólo su existencia, sino que además a la ajena; su elección lo afectará no sólo a sí mismo, sino que, a todo el mundo, por ello tiene que actuar con la mayor responsabilidad posible. Esto suena análogo al imperativo categórico de Kant, pero él no quiere apelar a leyes universales para que dirijan el decidir moral humano (Stumpf, 1993, pág. 566). El acto de elegir como conciencia libre genera angustia porque implica responsabilidad y la gente en general le teme excesivamente a la responsabilidad, son otros los que eligen por ellos y los moldean.

No elegir y construirse en este mundo, es, se admita o no, un acto de mala fe, concepto muy trabajado por el Sartre existencialista radical. Según Sartre: «la mala fe es evidentemente una mentira, porque disimula la total libertad del compromiso» (Sartre, 1946), es, además, «el que miente y se excusa declarando: todo el mundo no procede así, es alguien que no está bien con su conciencia, porque el hecho de mentir implica un valor universal atribuido a la mentira» (Sartre, 1946). La mala fe es una suerte de auto-engaño, es hacerse el indiferente al hecho de que se es un para-sí y un en-sí; además es justificar nuestras decisiones por las decisiones de otros (Ellacuría, 1966, pág. 103),  aquellas son nuestras; y es no lograr transcender el carácter de en-sí; es, técnicamente dicho, vivir cosmológica y no ontológicamente, finalmente es mentirse a sí mismo y negarse a construir libremente el proyecto personal.

Condenados a ser libres

El ser humano, lo acepte o no, está solo, no hay Dios, está abandonado, ya que la existencia del hombre precede a su esencia. Según Sartre:

«Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace» (Sartre, 1946).

Aparte de su existencia, no hay nada (Stumpf, 1993, pág. 566); hay sólo presente. La verdadera naturaleza del presente es revelada en lo que existe (Stumpf, 1993, pág. 566). Lo que no está en el presente no existe (Stumpf, 1993, pág. 566). Las cosas son como aparecen, ya que sin la conciencia libre humana no tienen esencia. Como no hay Dios, no hay un sistema objetivo de valores; las esencias constituidas son meras quimeras. Por esa razón, el determinismo es una simple ilusión. El ser humano está, por su condición de ser un para-sí, condenado a ser libre; la conciencia, cuya estructura básica no puede ser afectada por el tiempo y por ninguna otra cosa externa (McCumber, 2011, pág. 256), es radicalmente libre, no aceptarlo es caer en mala fe. Es libre ya que en el instante que él se vuelve consciente de sí mismo, él es responsable por todo lo que haga. Rechaza enérgicamente el análisis de Freud sobre el comportamiento de la persona humana porque a su juicio aquello representó una excusa en forma de determinismo psicológico (Stumpf, 1993, pág. 567). El individuo es responsable de sus pasiones, no hay una entidad metafísica o un diablo fuera de sí que lo haga actuar de alguna forma determinada. El sujeto tiene, si quiere vivir auténticamente, que asumir el vértigo que engendra el ejercicio pleno de la libertad, la libertad no es algo liviano, para nada, es una carga pesada que necesariamente todo individuo libre tiene que cargar, pero paradójicamente no hay nadie forzándolo hacerlo. No hay una guía garantizada ni establecida. Para Sartre no existe un sistema de valores a priori, no hay nada bueno o malo en sí. Heidegger dice que la ansiedad es el resultado de darse cuenta de la finitud, es cuando el hombre contempla objetivamente la posibilidad más real de todas: su propia muerte. Todo el ser dice Heidegger está en relación con la nada no sólo el hombre. Categorías como «culpa», «ansiedad», «soledad» y «desesperación» describen bien la limitación humana, eso es la experiencia de una conciencia libre que no se limita a una mera existencia vacua sino profunda. Para Sartre el hombre es el resultado de todas sus acciones libres, no es que el hombre sea cobarde, él, mediante sus actos libres, se va haciendo pávido.

La condición universal humana

Es verdad que no hay una naturaleza, pero hay, en todo caso, una condición humana. Sartre sostiene que:

«Además, si es imposible encontrar en cada hombre una esencia universal que constituya la naturaleza humana, existe, sin embargo, una universalidad humana de condición. No es un azar que los pensadores de hoy día hablen más fácilmente de la condición del hombre que de su naturaleza. Por condición entienden, con más o menos claridad, el conjunto de los límites a priori que bosquejan su situación fundamental en el universo» (Sartre, 1946).

Él no acepta un esquema subjetivista como paradigma de verdad. Descubrirse a uno mismo en el acto del pensar consciente es descubrir la condición de todos los hombres y mujeres (Stumpf, 1993, pág. 567). Estamos todos ligados, juntos, en un mundo de intersubjetividad. El ser humano está en el mundo con los otros, aquí debe vivir, elegir y decidir (Stumpf, 1993, pág. 567). Lo que haga, aunque parezca que no, incide ya sea directa o indirectamente en la configuración del otro y tiene que ser responsable porque su operar, por ínfimo que sea, afectará, en alguna forma u otra, a todos. Tiene que crear sus propios valores morales ya que no están determinados. No puede sostener que su comportamiento poco humano, pues si no acepta su condición de ser para-sí vive como cosa, es debido a su estado emocional, ideología o cualquier otra cosa; aceptar una doctrina determinista es un autoengaño. Inventar los valores significa que no hay significado o sentido en la vida antes que el acto de la voluntad (Stumpf, 1993, pág. 569). Pensar que somos víctimas de fuerzas extrañas y misteriosas y no aceptar nuestra responsabilidad sobre el estado objetivo en el que nuestra vida se ve enfrascada es un acto de mala fe. El hombre es como cualquier otra cosa, un ser allí, pero a diferencia de las cosas el hombre posee conciencia. Tiene conciencia del mundo que lo trasciende, es el otro que él. En este nivel el mundo es experimentado como algo sólido y macizo; es algo indiferenciado, es decir, que todavía no ha sido recortado epistemológicamente en cosas individuales o particulares. La realidad es como una masa monstruosa toda desordenada y desnuda. Es el ser humano que la dota de sentido y unidad. El mundo de las explicaciones y los razonamientos lógicos no es, en efecto, el mundo de la existencia. Aquel es caos, desorden.

La existencia es contingente no necesaria

La existencia es pura casualidad, ha devenido por chance y no por necesidad. La existencia en efecto se manifiesta, pero nosotros no podemos deducirla como dice la Náusea «las cosas son en su totalidad lo que parecen, y detrás de ellas…No hay nada». El mundo es increado, sin razón, el ser en sí es gratuito por toda la eternidad, el significado que las cosas adquieren en el mundo descansa en las decisiones y elecciones que tomemos (Stumpf, 1993, pág. 569). En la Náusea dice magistralmente que «todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad». Nada está definido completamente, el significado de las cosas puede cambiar si los hombres y mujeres así lo deciden, la mesa puede ser usada perfectamente para cenar o escribir una carta. Su definición no es absoluta ni externa a la subjetividad humana.

La función de la conciencia

La función de la conciencia, que no es un objeto dado una vez y para siempre, para Sartre es doble: por un lado, define la cosa específica en el mundo y la dota de significado, por el otro la conciencia la trasciende, pone una distancia entre sí misma y los objetos y personas y en ese sentido posee una libertad de esos objetos (Stumpf, 1993, pág. 569). El éxito o el fracaso del hombre en el mundo, dependerá de la clase de proyecto que elija realizar. Lo que será estribará de cómo su conciencia lidie con el mundo. El mundo no puede afectar mecánica y totalmente las elecciones conscientes de un hombre libre. El hombre y la mujer están condenados a ser libres. Por sus elecciones se hacen, no se crean desde la nada, más de una serie de elecciones y decisiones. Hay ciertas limitaciones, las cuales no niega Sartre, como por ejemplo nacer en el seno de una familia de bajos recursos o formar parte de los grupos socialmente excluidos. Estas condiciones, es evidente que pueden afectar la libertad de una persona, pero ésta no está totalmente determinada por aquellas.

El acercamiento de Sartre al marxismo, lo obligó, de alguna forma, a replantear o modificar algunas hipótesis fundamentales de su sistema.  De esta manera, aceptó la importancia de Marx y suscribió con él en muchos puntos, pero en ningún momento abandonó completamente los supuestos teóricos del existencialismo. Tratemos, pues, de abordar esta cuestión, aunque sea a vista de avión comercial.

Sartre, Marx y el existencialismo

En 1950 Sartre se acercó al marxismo. Tanto le impresionó Marx, que Sartre lo llegó a considerar como el filósofo de nuestro tiempo. Sin embargo, fue consciente de la enorme contradicción entre su existencialismo y el materialismo dialéctico de aquél (Stumpf, 1993, pág. 570). Hablando sobre el materialismo nos dice:

«En segundo lugar, esta teoría (se refería al existencialismo) es la única que da una dignidad al hombre, la única que no lo convierte en un objeto. Todo materialismo tiene por efecto tratar a todos los hombres, incluido uno mismo, como objetos, es decir, como un conjunto de reacciones determinadas, que en nada se distingue del conjunto de cualidades y [46] fenómenos que constituyen una mesa o una silla o una piedra. Nosotros queremos constituir precisamente el reino humano como un conjunto de valores distintos del reino material» (Sartre, 1946).

Nunca fue marxista completamente porque esa filosofía «no puede ser reconciliada con el existencialismo sartreano» (Copleston, 1994). Ello lo hubiera llevado a abandonar completamente su obra más potente: El Ser y la Nada, obra en la que hizo tanto énfasis en la libertad (Stumpf, 1993, pág. 570). Sartre sostenía que la fuente de todo significado es el para-sí, es el que constituye al mundo, para el marxismo es la realidad material la que constituye al sujeto. Sus filosofías son incompatibles: por un lado, Sartre sostenía que es la conciencia humana la que con su operar consciente va construyendo la historia y le va confiriendo sentido al mundo, por el otro, el materialismo dialéctico considera que es la infraestructura la que determina a la superestructura, en ese sentido toda actividad espiritual o ideológica es el resultado de la infraestructura o la estructura económica, ésta está determinada. La libertad para esta cosmovisión es meramente ilusoria; los hombre y mujeres son simples medios, vehículos, en los cuales ciertos procesos históricos se montan y se realizan a sí mismos. El marxismo sostuvo que «la historia es un proceso que en su despliegue va produciendo los fundamentos materiales y de la estructura social y económica» (Stumpf, 1993, pág. 570); y este proceso porta de antemano dentro de sí las condiciones y las razones para su propio despliegue (Stumpf, 1993, pág. 570). El hombre en vez de dotar de significado a la naturaleza, la descubre en el contexto histórico como resultado del proceso científico (Stumpf, 1993, pág. 570). Es por ese motivo, porque se oponía vehementemente a toda forma de determinismo, que repudió la teoría del inconsciente de Freud por ser una mecánica causación irracional al comportamiento humano (Stumpf, 1993, pág. 570).

En la Crítica de la razón dialéctica, un libro de una complejidad increíble, —es evidente que sólo un hombre como Sartre podía realizar tal faena—, se enfoca específicamente en el contexto histórico y social en el que el hombre se encuentra y que tiene un efecto en su comportamiento (Stumpf, 1993, pág. 570). Sostuvo que Marx fue el mejor en describir cómo las estructuras sociales y económicas se desarrollan e influyen en las decisiones humanas (Stumpf, 1993, pág. 570). Al final, tuvo que aceptar cómo la libertad humana se ve sitiada y limitada constantemente por circunstancias tales como el lugar de nacimiento, estatus social, el historial familiar y muchas otras circunstancias. Después de leer a Marx, Sartre abandonó el concepto de mala fe, no lo desechó completamente pero sí perdió centralidad en sus coordenadas intelectuales. También, revisó su optimismo en relación con el concepto de libertad, aceptó que hubo cambios en el interior de su sistema teórico (Stumpf, 1993, pág. 570). Pero a pesar de todas las limitaciones que enfrenta la libertad humana, creyó sinceramente en que la libertad, a pesar de todo existe, aunque sea de manera limitada. Sartre trató de reconciliar y aproximar el marxismo con el existencialismo ya que el defecto de Marx para él consistía básicamente en no haber puesto la suficiente atención en el sujeto y no haber sido capaz de reconocer a la persona real; la totalidad social es un conjunto de libertades y no reconocerlas en su individualidad es una falta a juicio de Sartre.

A modo de conclusión

Sartre como hemos visto fue un filósofo peligroso e incómodo. La razón de su peligrosidad siempre fue haber puesto énfasis en la libertad. No sólo se dedicó, como muchos filósofos academicistas, a predicarla por todo el mundo, sino a vivirla plenamente. Sus ideas resultaron incómodas, en su época y generaron la suficiente tensión para poder determinar que sí cumplió con su deber socrático. Sería, pues, desde mi punto de vista, necio no volver a su pensamiento. Sartre como filósofo y humano dejó una estela muy profunda en su época, es, pues, deseable que todos nosotros vivamos plenamente como sujetos libres para que al final de nuestros días nuestras huellas queden bien marcadas en la historia.

Bibliografía

Copleston, F. (1994). History of Philosophy volume IX. New York: Dauble Day.

Ellacuría, I. (1966). Historia de la Filosofía, (Sartre El Humanismo Existencialista Ateo).  Obtenido de Centro de Documentación Virtual Ignacio Ellacuría, S.J.: http://www.uca.edu.sv/centro-documentacion-virtual/wp-content/uploads/2015/03/C03-c11-.pdf

Hirschberger, J. (1967). Historia de la filosofía vol.2. Barcelona: Herder.

McNabb, D. (6 de mayo de 2020). El ser y la nada, pt. 1/8. Obtenido de LA FONDA FILOSÓFICA: https://www.lafondafilosofica.com/el-ser-y-la-nada-pt-1/

McCumber, J. (2011). Time and Philosophy: A History of Continental Thought. California: Acumen.

Morales, A. E. ( 2017). Sartre y la trascendencia del ego: la preparación de una filosofía existencial a la luz de una “ontología fenomenológica”.

Salmerón, V. (08 de septiembre de 2020). Crítica de la razón ex revolucionaria salvadoreña. Obtenido de Irrupción Filosófica: https://lingorab.blogspot.com/2020/09/critica-de-la-razon-revolucionaria_8.html

Sartre, J. P. (1946). El existencialismo es un humanismo. Obtenido de ucm.es: https://www.ucm.es/data/cont/docs/241-2015-06-16-Sartre%20%20El_existencialismo_es_un_humanismo.pdf

Stumpf, S. E. (1993). Elements of Philosophy an Introduction. New York: McGraw-Hill.

Víctor Salmerón

Publicado originalmente en: https://dialektika.org/2020/11/18/sartre-filosofo-peligroso-incomodo 


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[Vídeo] Vacuna obligatoria del coronavirus en Galicia - No somos ganado

Posted: 20 Nov 2020 11:53 AM PST

La vacuna del coronavirus va a ser impuesta como obligatoria en Galicia próximamente. Ya ha sido introducida en el parlamento de Galicia la propuesta. Hay que movilizarse y parar este atropello. Nosotros decidimos sobre nuestros cuerpos y nuestra salud. No somos ganado.

En el siguiente enlace puede ser consultado el texto que ha sido presentado como moción en el parlamento gallego. Aparece sellado. Esto es real y está ocurriendo. https://www.20minutos.es/noticia/4480246/0/galicia-vacuna-obligatoria-coronavirus-multa-test-3000-euros/

https://www.youtube.com/watch?v=ytjhKBn7IzQ

Estebal Vidal


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Solidaridad con el pueblo saharaui

Posted: 20 Nov 2020 11:36 AM PST

Marruecos ha roto el alto el fuego firmado con el Frente Polisario en 1991 tras atacar días atrás el paso fronterizo de Guerguerat para penetrar en la franja desmilitarizada del extremo sur del Sáhara. Su objetivo era romper el bloqueo al tráfico de recursos impuesto hace tres semanas por un grupo de manifestantes saharauis del Frente Polisario.

Ha estallado la guerra entre el Frente Polisario y el Reino de Marruecos, que pretende ocupar por la fuerza desde hace décadas un territorio en el que habita un pueblo orgulloso, autónomo y libre. Los saharauis llevan años sufriendo injusticias, tanto por la expropiación de su suelo por el Estado marroquí como por la ONU, la UE y España. Todos ellos han abandonado a su suerte al RASD, incumpliendo sus compromisos y mirando para otro lado para dejar actuar a Marruecos a sus anchas.

El Sáhara Occidental fue la principal colonia española en África desde 1884 y en 1961 fue integrado en España como su provincia 53, con efectos jurídicos de ciudadanía y nacionalidad. El Sáhara no se descolonizó porque España incumplió tanto su mandato legal como su compromiso ético, entregando el territorio a Marruecos, que lo invadió en 1975.

Esta situación, en la que España ha sido clave, ha costado al pueblo saharaui casi medio siglo de muerte, tortura y abandono. Cien mil saharauis viven bajo ocupación y apartheid de Marruecos, ciento cincuenta mil viven en la franja liberada o refugiados en la hamada de Tinduf (Argelia), y unos cincuenta mil en exilio.

Los saharauis son un pueblo sufrido, valiente, generoso, hospitalario y sobre todo libre. Descendientes de bereberes y beduinos, son bravos y no les gusta que les digan cómo tienen que hacer las cosas, acostumbrados a vivir bajo las estrellas, en la inmensidad del desierto. Confinados en la franja liberada les niegan la posibilidad de acceder a sus recursos naturales para poder alimentarse y vivir en paz, con trabajo y viviendas dignas.

Queremos lo mejor para el pueblo saharaui y por eso aborrecemos el imperialismo alauita, sus cárceles llenas de saharauis, su uso de la violencia para imponer su estado y su cultura a este pueblo.

Los saharauis tienen derecho a la autodefensa y a luchar por su libertad. Pero también creemos que lo mejor para el libertario pueblo saharaui no es sufrir y morir en una guerra para llegar a convertirse en un estado más, confesional (la Constitución de la RSDA dice “El islam es la religión del Estado.”) patriarcal, en donde las mujeres son sirvientes de los hombres y con su gobierno e instituciones de poder. La situación bélica en la que viven desde hace años ha militarizado a la sociedad saharaui y ese ambiente nunca es bueno para el pueblo y genera relaciones y vicios autoritarios difíciles de desprender cuando llega la paz. Muchos dirán que lo primero es la guerra y liberarse de Marruecos y que luego ya se organizará la sociedad. Creemos que. como en la Revolución Española de 1936, la guerra debe ir acompañada de la revolución, algo que, también en nuestros días se puede hacer. Ahí está el referente de Rojava y de los kurdos.

Los españoles conocemos bien a los saharauis, pues fuimos sus explotadores y los sometimos durante años, imponiéndoles nuestra “protección”, explotando sus recursos y organizándoles la vida conforme a nuestra cultura. Hablamos de los gobiernos y de las instituciones de la dictadura y de la democracia

El pueblo español, la gente de a pie, sin embargo, siempre mostró su apoyo a los saharauis. Muchos de nosotrxs acogimos en las temporadas estivales a los niños y adolescentes saharauis y les ofrecimos un lugar diferente para pasar el verano, lejos del calor del desierto. Les proporcionamos nuestros alimentos y nuestros servicios médicos. Les arropamos, les visitamos y conocimos a sus familias, compartimos con ellos nuestros recursos. Somos pueblos vecinos y nos entendemos, ejercemos la solidaridad, seguramente la que ellos mismos nos darían si las tornas fuesen diferentes.

Por eso les conocemos bien y sabemos que lucharán hasta el final y que si, finalmente, consiguen alejar a su enemigo y vivir en paz en sus tierras, hoy ocupadas, no permitirán un nuevo gobierno que les oprima, aunque sea de los suyos, con sus jueces, sus tribunales, su policía, sus cárceles…

Lo sabemos bien porque los saharauis son, como los anarquistas, ingobernables, no les gusta mandar en nadie ni que les manden a ellos.

Por eso mandamos al pueblo saharaui ánimos en la lucha y les deseamos que, a la vez que derrotan a sus vecinos imperialistas marroquíes, vayan tejiendo la red de una nueva sociedad más justa e igualitaria.

¡Viva la lucha y la libertad del pueblo saharaui!

Grupo Higinio Carrocera

https://higiniocarrocera.home.blog/


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XVIII Encuentro del Libro Anarquista de Madrid

Posted: 20 Nov 2020 11:31 AM PST

Un año más y ya van 18!!

Nuevamente se realiza el encuentro del libro anarquista de Madrid, consideramos necesario fomentar espacios donde acercar las distintas posturas anarquistas tanto entre nosotros como hacia la sociedad y, sin duda, porque nos hallamos en la sociedad más interconectada y sin embargo en el periodo en que más desconexión hay.

Vivimos tiempos donde la profundización y el debate se han convertido en frases de 200 caracteres y textos que, de forma individualizada, se leen, siempre y cuando no sean demasiado largos...

Por esto, y mucho más, continuamos forjando espacios donde debatir, conocerse y profundizar en la lucha frente a una cultura infantilizadora que fomenta el individualismo y nos condena al aislamiento mediante el miedo y la justificación tecnocrático-sanitaria, ahora que nos condenan al distanciamiento social es cuando más necesario es conocer difundir y poner en práctica la cultura libertaria, la de la solidaridad, el apoyo mutuo, la responsabilidad...

El evento tendrá lugar los días 4, 5 y 6 de diciembre en los locales de CNT-AIT <Metro> Tirso de Molina

Más información en: https://encuentrodellibroanarquista.org/ 


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Apologético a la Naturaleza

Posted: 20 Nov 2020 11:23 AM PST

La Naturaleza es un tema que está por venir y que en mis poemas hago vaga referencia. Por eso, he de decir aquí unas palabras acerca del valor y de la importancia de la Naturaleza.

En un día así, os voy a confesar que estoy predispuesto a amarrarme a los árboles para que no los talen, pero que sigue siendo una incoherencia el usar papel para escribir mis poemas.

No es posible terminar aquí; es verdad que la Naturaleza es un conjunto de seres a los cuales nos incluimos, por eso he de respetar estas líneas y decir que están escritas a ordenador.

Ahora al grano: he de despertar los más ocultas luces en mí para hablar de este tema, así que despertaré una muy eficiente: la Voz de la Naturaleza se oye por todos los lados y es por eso que hablar con los árboles es una tarea que despierta conmoción en la gente que la practica.

He de decir otra cosa: “los árboles” no están solos, están acompañados de los animales, entre los que se encuentran los insectos y nuestras queridas abejas. Es posible que esto suene raro, pero somos animales.

En un momento como este se da la tesitura de que la especie animal correspondiente a alimentar a las plantas se está extinguiendo, y por eso vengo yo aquí, a meter una vez más la pluma en estos “berenjenales”; que qué curiosa la palabra pues viene de “vegetación”, por eso vengo una vez más aquí, porque “los árboles” están desapareciendo, y con ellos el resto de plantas de este Planeta.

Cómo no, estoy aquí otra vez, apareciendo y desapareciendo de tema en tema hasta llegar al más insulso de los súmicos animales: las bacterias.

Este “reino” animal, es probablemente el más denostado de todos, y... ¿a que no sabéis qué?: dependemos todas y todos de ellas.

Las bacterias habitan en nuestro estómago, habitan en nuestro intestino, ¡y hasta en nuestro apéndice tenemos bacterias!; estás bacterias realizan una función muy importante para nuestro organismo: “la digestión”. Y por eso son tan importantes para nosotras y nosotros, y por eso se merecen su debido respeto.

¿Pues a que no sabéis lo que está pasando con ellas...? ¡Se las están cargando! ¡Y se las están cargando de lo lindo...!

… ¿Sabéis cómo?: con los fertilizantes y desinfectantes utilizados para el mantenimiento de la estructura agro-alimentaria.

Os lo podéis creer o no, pero las bacterias son las que cuidan de las abejas, ¡son las que cuidan de nosotros y nosotras!, ¡son las que cuidan del reino animal! Y... ¿Cómo...? Previniendo infecciones.

Pero no nos quedamos cortos, y, es que, hasta en el mundo vegetal existen bacterias, esas bacterias están impregnando a “los árboles” y a los vegetales de todo el Mundo, esas bacterias conviven con la Naturaleza aportando protección y nutrientes a todos los seres vivos... Y recordemos de qué se alimentan las ballenas... ¡De BACTERIAS!...

… Por eso no nos podemos quedar cortos en el análisis, y nos tenemos que poner manos a la obra para salvar al mundo natural, ¿y cómo?: dejando de comprar herbicidas, fertilizantes y desinfectantes que incluyan la marca clorada de “PROTO-MOMBAI”, y, además de eso, dejando de comprar todas las de “MONSANTO”, pues son esas marcas las que están destruyendo todos los ecosistemas, y son esas marcas, además, las que llevan a otras marcas menos “punzantes” a seguir ese camino, que, al final, es el camino de la destrucción de todo el “Mundo Natural” de nuestro planeta (incluidos nosotros y nosotras, no lo olvidéis...).

-Richie punk-


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