Informe especial
LA CORTE SUPREMA OCULTA LA VERDAD EN EL CASO EMBAJADA
Por Juan Gabriel Labaké
En
el discurso del martes 3-3-15, el Dr. Ricardo Lorenzetti, en su
carácter de presidente de la Corte Suprema, aseguró enfáticamente que la
“causa Embajada de Israel“ estaba cerrada y pesaba sobre ella la
autoridad de cosa juzgada.
La
falsedad era tan gruesa y evidente que la propia Corte, en su sitio
Web, se vio obligada a desmentirla ese mismo día, aclarando que la causa
seguía abierta.
El ocultamiento comenzó el primer día
Inicialmente,
la causa Embajada estuvo a cargo del Dr. Alfredo Bisordi, en aquel
entonces secretario penal del cuerpo, hasta el 22 de diciembre de 1992,
cuando pasó a integrar la Cámara Nacional de Casación Penal.
Bisordi,
posteriormente, declaró como testigo en el juicio político que en la
época del presidente Néstor Kirchner se llevó a cabo contra los miembros
de esa Corte “menemista”. En dicha oportunidad, el Dr. Bisordi declaró
bajo juramento, el 5 de marzo de 2004 y dijo:
A las 9 ó 9 y media de la noche (del mismo día del atentado)
se hizo presente en la Comisaría 15 el jefe de Seguridad de la
Embajada, Ronie Gornie. Esta persona, que demostraba tener muy fluido
contacto con las autoridades de la Comisaría 15, trajo la teoría de que
el atentado no debía ser investigado por el lado del ingreso de los
materiales, sino por la hipótesis de la existencia del coche bomba…
A partir de ese momento, esa hipótesis también empezó a ser tenida en cuenta e investigada.
No
obstante, debo manifestar que el secuestro del motor de la camioneta F
100 -cuyos pedazos o partes se encontraron diseminados hasta en lugares
lejanos (más de 200 metros) según los peritajes de la Gendarmería y de
la Policía Federal- se produjo en circunstancias que pudieron haber
sido mucho más claras. En ese momento, yo me encontraba presente en la
Comisaría y podía haber sido informado del secuestro de ese motor, cosa
que no ocurrió. No existe acta del secuestro; solamente una fotografía
donde aparece el motor cortado a la altura del sexto cilindro, con la
numeración completa (¡¿?!) Luego hay un acta firmada solamente por los bomberos, según la cual se procedió de esa manera porque no había testigos (¡¿?!). Pudieron haberme convocado a mí para secuestrar el motor, pero no lo hicieron.
(…) Por cierto que el vehículo (el coche bomba F-100) no fue visto por nadie…
A su vez, el 9-3-02, el Dr. Bisordi fue entrevistado por la revista NOTICIAS, y dijo:
Una pericia (de la Academia Nacional de Ingeniería)
y otra de un arquitecto de apellido López León, testigo del atentado,
sostenían que la bomba estalló desde el interior de la Embajada. Este
arquitecto nos trajo planos y nos dio toda una serie de detalles
técnicos. No era el único que pensaba que la bomba estalló adentro.
La pericia de la Academia lo confirma
Para
confirmar los dichos del Dr. Bisordi, conviene comentar la pericia que
hicieron los tres profesionales de la Academia Nacional de Ingeniería.
En efecto, la Corte Suprema, ante las críticas que ponían en duda
la existencia de un coche bomba en el atentado a la Embajada, en 1996
encargó a la Academia Nacional de Ingeniería un nuevo peritaje.
La
Academia designó para ello a los ingenieros Rodolfo Danessi
(Universidad N. de Tucumán), Arturo Bignoli y Alberto Puppo (presidente y
vice de la Academia). Dichos peritos, usando métodos modernos,
concluyeron que, sin lugar a dudas, la explosión se había producido
adentro de la Embajada y no se había usado un coche bomba.
Cuando
en agosto de ese año, la Corte dio a conocer el resultado de
estas pericias, el embajador israelí señor Itzhak Avirán las rechazó de
plano y, junto con la DAIA, la prensa en general y ciertos sectores
políticos iniciaron una campaña de desprestigio contra algunos
integrantes de la Corte Suprema y los ingenieros peritos, tildándolos de
"antisemitas". Algunos pretendieron, incluso, que la Corte se
desprendiera de la instrucción y amenazaron con recurrir a los
organismos internacionales de derechos humanos, si se aceptaban las
conclusiones de la pericia de la Academia.
Ante
ello, la Corte decidió citar a audiencia, para el 15-5-97, a los
peritos que habían intervenido en el caso: los de Policía Federal,
Gendarmería y la Academia.
Según
la información del sitio Web “Libre Opinión", difundida el 9 de julio
de 1997 y que he verificado personalmente, el desarrollo de esa
audiencia fue el siguiente:
En
principio la audiencia iba a tener un carácter público pero las
insistentes y sugestivas presentaciones de la delegación israelí y del
representante de la DAlA, Rubén Beraja, hicieron que la Corte decidiera
darle un carácter reservado.
(…)
Las actas oficiales de dicha reunión reservada abarcan 77 folios.
Según consta en el folio 1, el día 15 de mayo de 1997, asistieron a la audiencia todos los miembros de la Corte (Nazareno, Moliné O’Connor, Belluscio, Petracchi, Guillermo López y Bossert) menos el
Dr. Fayt por encontrarse enfermo, otras autoridades judiciales,
representantes de la parte querellante, así como los peritos de
Gendarmería Nacional, de la Policía Federal y los de la Academia
ingenieros Rodolfo Danessi, Alberto Hugo Puppo y Arturo Bignoli. No
asistió, pese a haber sido especialmente invitado, el experto israelí
Yacob Leví.
Luego
de una extensa exposición de los peritos de la Policía Federal y la
Gendarmería (folios 2 a 37), que repitieron su posición de que el
atentado se produjo con un coche bomba (la F-100), expusieron los
peritos de la Academia (folios 37 a 76), diciendo:
"Todos
saben que en esta pericia nosotros sustentamos con toda claridad la
idea de que la explosión se produjo adentro del edificio." (folio 40).
“Partimos
de la hipótesis de 50 por ciento de probabilidad de que la explosión
fue adentro, y 50 por ciento que se produjo afuera. Pero al ver la pared
del frente de la Embajada caída sobre la calle, naturalmente la
probabilidad que le asignamos a que la explosión hubiese ocurrido
adentro era mayor que la de que hubiese ocurrido afuera.
(…)
Luego fuimos agregando otros datos que nos permitieron llegar a la
conclusión de que la probabilidad de que la explosión se haya producido
dentro del edificio es tan alta que tenemos la certeza de que así
ocurrió." (folio 42). (…)
“Hicimos
un análisis estructural de los edificios de la Embajada, del Consulado,
y del complejo Santa Bernardina (el asilo de ancianos, el geriátrico,
el colegio y la Iglesia).
(…)
Con toda esa información se realizó la evaluación de los daños directos
e indirectos, tanto en muros, como en entrepisos de cada edificio, y se
elaboraron los planos del caso.
“Por otro lado, estudiamos el problema de la carga explosiva y su propagación.
Finalmente,
estudiamos la rotura sufrida por cada muro y, con la ayuda de un
programa de computación, simulamos una explosión externa a la Embajada, y
otra interna.
“De
haber estado la carga explosiva ubicada en el exterior, habría hecho
desaparecer el edificio de enfrente, y éste no estaría existiendo como
lo está ahora. Por el contrario, cuando la carga explosiva se ubica
adentro de la Embajada, la simulación arroja un daño que es
prácticamente igual al daño real que se produjo" (folios 62 a 64).
“Acá
se nos dice que ha habido un cráter en la vereda, abarcando parte de la
calzada. “Nosotros no hemos encontrado indicios de ese cráter en más de
1.000 fotos estudiadas.
“En
cambio, hay dos fotografías donde aparece una grúa que se estacionó, al
anochecer de ese primer día, en el lugar que la Gendarmería ubica dicho
cráter. Debajo de esa grúa el pavimento se ve totalmente liso... sin
cráter (folio 68)
“Además,
nosotros hemos pedido un informe a Aguas Argentinas. Y nos han
respondido que a 80 centímetros de profundidad, y 80 centímetros hacia
afuera de la línea municipal, existe un caño maestro de un material
frágil, de hierro fundido. Si hubiera existido el cráter, ese caño se habría destruido completamente por la explosión..." (folio 68)
“Por
otro lado, el perito de la Gendarmería dice que la carga explosiva
estaba guiada en una dirección, apuntando hacia el frente de la
Embajada. Sin embargo, el cráter es al revés: tiene el diámetro mayor de
la elipse en la dirección longitudinal de la calle Arroyo. Eso es otra
cosa que llama la atención. (folio 69)”
Investigar a Israel es antisemita
En una nota de la revista Poder del 11 de setiembre de 2004, Juan José Salinas afirma:
La
publicidad de la pericia de la Academia Nacional de Ingeniería desató
una insólita campaña contra la Corte Suprema. Sin explicitar por qué, el
embajador Itzhak Avirán, el jefe de la DAIA Rubén Beraja, y muchos
otros declararon que cualquiera que considerase la hipótesis de la
explosión interna o implosión era antisemita.
(…)La
presión para que la Corte se aviniera a respaldar el consenso alcanzado
por la CIA y el Mossad de que el atentado había sido instigado por Irán
y cometido por un kamikaze libanés… fue incesante. Beraja y Avirán
pretendían pasarle la investigación al juez Galeano.
Dicha
presión llegó a transformarse, en 1997, en una pública amenaza del
embajador israelí Itshak Avirán, al entonces presidente de la Corte
Suprema, Dr. Julio Nazareno, hecha por televisión, de que pediría el
juicio político para los integrantes de la Corte, si avanzaban en la
investigación de una posible implosión en el atentado a la Embajada,
porque ése sería un acto de “antisemitismo”. En esa absurda y maliciosa
posición lo acompañó, también públicamente, el entonces presidente de la DAIA Dr. Rubén Beraja.
Esa
amenaza del embajador israelí fue confirmada tiempo después por el
diario Página/12, insospechado de ser “antisemita”, en una nota
publicada el 18-3-05.
La Corte cede
Para tratar de cerrar el molesto tema, La Nación publicó el 06-02-98 una muy sugestiva nota, visiblemente escrita “a pedido”:
“La
Corte Suprema de Justicia de la República Argentina estaría dispuesta a
sostener, antes del 17 de marzo, fecha en la que se cumplen seis años
del atentado a la Embajada de Israel, que hay indicios de que fueron
integrantes de la Jihad Islámica y ciudadanos de Irán quienes cometieron
el ataque terrorista. Esa posición indica el límite de lo que dirá el
tribunal ante la insistencia de la colectividad judía para que se
pronuncie sobre el tema antes de aquella fecha. Los dirigentes de la
colectividad judía reclaman que la Corte sostenga expresamente que la
Embajada fue destruida por una bomba colocada en el exterior del
edificio, y que sus autores son los iraníes, explicó una fuente del alto
tribunal. ‘Nosotros no nos vamos a pronunciar ahora sobre el lugar en
el que estaba colocada la bomba”, dijo la fuente. En cambio, la Corte sí estaría dispuesta a satisfacer el reclamo de la colectividad judía, hasta un cierto punto, en cuanto al origen iraní del atentado.
Nunca
nadie desmintió esta información del diario La Nación. Al contrario, en
mayo de 1999, la Corte aprobó y difundió una acordada en la que aseguró
que en el atentado “se había utilizado un coche-bomba" y que la autora
era una presunta "Jihad Islámica" a la que le asignó ser "el brazo
armado de Hezbollah". En realidad, la Jihad Islámica es sólo un nombre
que usan distintos grupos para cometer un atentado anónimo. Hoy, por
ejemplo, lo usan los terroristas del .llamado Estado Islámico-EI.
El fallo del miedo no es cosa juzgada
La
Corte Suprema completó su poco edificante retractación con un fallo
dictado el 23 de diciembre de ese mismo año 1999, en el que sobreseyó
“parcial y provisionalmente” a una imputada iraní de nombre Nasrin
Mohktari.
Esa
sentencia parcial de aquella Corte está firmada por sus 7 integrantes:
Nazareno, Moliné O’Connor, Fayt, Belluscio, Petracchi, Guillermo López y
Bossert.
En
ella, y contrariando las indubitables e irrebatibles conclusiones de
los 3 ingenieros de la Academia, las similares del arquitecto López
León, los dichos del Dr. Bisordi y de muchos testigos, se afirma que el
atentado fue hecho con un coche bomba (una Ford F-100) y que se encontró
el cráter dejado por dicho coche bomba (¡¿?!).
A
la pericia voluntaria que hizo el arquitecto López León, y a la de la
Academia, que la Corte aceptó en 1997 y que no pudieron refutar los
peritos de la Policía Federal y de la Gendarmería, la misma Corte la
descalifica en 1999 aduciendo que ellas “no encuentran apoyatura en la
gran cantidad de pruebas incorporadas a lo largo de esta investigación”.
Pero nada dice ese mendaz fallo sobre:
§ La
nueva pista o hipótesis de investigación que la Corte prometió abrir, y
nunca abrió, sobre la base de que la explosión se produjo adentro de la
Embajada.
§ Las
dos fotos tomada el mismo 17-3-92 al atardecer, en las que se observa
una grúa estacionada frente a la Embajada, y que ahí no hay cráter
alguno.
§ La ejemplar decisión que debió adoptar esa Corte ante la desembozada amenaza que les hizo el embajador israelí señor Avirán.
Desde
entonces han pasado 16 años, y la Corte anterior, igual que la actual,
nada han dicho y menos hecho, respecto de la indispensable investigación
de lo que afirmaron y probaron los peritos de la Academia Nacional de
Ingeniería y López León.
Y
ello es indispensable y legalmente obligatorio para los jueces de la
Corte. No hacerlo puede significar caer en las figuras delictivas del
ocultamiento de pruebas, del encubrimiento y de la violación de deberes
de funcionario público.
Por
otro lado, conviene remarcar que esa sentencia de ninguna manera
clausuró la causa, y mucho menos produjo sobre ella los efectos de la
cosa juzgada, pues se trató sólo del sobreseimiento de una imputada.
Desde
entonces, pasaron otros 7 años hasta que la Corte actual, el 13-12-06,
emitió un fallo circunstancial pero definitorio. Ante el pedido de una
de las partes, aclaró que:
…
dado el estado de autos, corresponde seguir adelante con la
investigación sin que pueda obstar a ello cuestión alguna relativa a la
extinción de la acción, que de momento carecería de todo asidero. (…)
Por ello, se resuelve:
1. Seguir adelante con la investigación.
Notifíquese
y cúmplase. ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - ELENA I. HIGHTON de NOLASCO -
CARLOS S. FAYT - JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAUL ZAFFARONI - RICARDO LUIS
LORENZETTI – CARMEN ARGIBAY.
Un “error” inexplicable
Ante
ello, ¿cómo se explica que el Dr. Lorenzetti haya dicho públicamente,
en un discurso leído ante un salón colmado de magistrados judiciales,
que la causa está cerrada y que ya es cosa juzgada?
Ello no puede deberse a un error del momento porque, reitero, el discurso fue leído.
Tampoco es admisible que el Dr. Lorenzetti ignorara el fallo de 2006, pues lleva su firma.
Y
menos puede aducirse que el presidente de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación ignora cuándo se clausura una causa penal, y que ello
signifique cosa juzgada.
Peor
aún es argumentar que pudo creer que el sobreseimiento de uno de los
tantos imputados significaba la clausura de la causa, y hacía cosa
juzgada respecto de todos los involucrados en la investigación y
respecto de la causa misma.
De
ese modo, la excusa dada por el Dr. Lorenzetti, en un vano intento de
justificar la total inoperancia y pasividad de la Corte durante estos 16
años en la causa Embajada, es toda una confesión de parte. La Corte del
Dr. Lorenzetti, aunque el Dr. Lorenzetti se rasgue las vestiduras ante
esta afirmación ineludible, no quiere, o no sabe, o no puede investigar
libremente esa causa; o tiene miedo o intereses que la llevan a no
investigar nada serio en ella.
Esa
dura y lamentable comprobación, que nos abochorna como argentinos,
explica y justifica el título de esta nota: La CSJN oculta la verdad en
el caso Embajada.
En
otras palabras y muy lamentablemente, la Corte Suprema, desde hace 22
años, parece seguir el mismo camino que el finado fiscal Dr. Nisman:
obedecer a poderes extranjeros.
Los incómodos “WikiLeaks”
Ello
se ve confirmado con la transcripción de las conversaciones del Dr.
Lorenzetti con el embajador de turno de los EE. UU., que transcribe el
periodista Santiago O’Donnell en su libro “PolitiLeaks”:
En ese libro consta que:
El
presidente de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Ricardo Lorenzetti es
la figura pública argentina que más veces se reunió con el embajador
estadounidense durante el período que abarca la filtración de WikiLeaks,
entre mediados de 2006 y principios de 2010. Los cables registraron 7
conversaciones entre Lorenzetti y el entonces embajador Earl Anthony
Wayne, en apenas 3 años y medio. En esos encuentros, el único caso de la
Corte sobre el cual conversaron fue el del atentado contra la Embajada
de Israel en 1992 (¡sugestivo dato…!). En cambio, hablaron de viajes, conferencias…
Un cable dice que la embajada le pagó un viaje a Lorenzetti.
Otro
despacho afirma que la Embajada se comprometió a buscar recursos para
financiar un congreso que Lorenzetti estaba organizando.
Y
otro cable informa que, especialistas contratados por la Embajada
modernizaron el sistema informática de la Corte Suprema, una cuestión
preocupante ahora que se ha descubierto el alcance de la red de
espionaje masivo de los EEUU.
En
la entrevista del 27 de enero de 2006, Lorenzetti elogió el sistema
jurídico estadounidense ante el embajador Wayne, y le anunció que
deseaba promover una conferencia judicial panamericana similar a una que
la Corte Suprema de los EEUU había organizado en 1995. Lorenzetti, para
darle una idea a Wayne de cómo se podría financiar la conferencia en
Buenos Aires, incluido el traslado y la estadía de juristas de todos los
países de la región, le informó al embajador que esa conferencia de
1995 había sido financiada por la USAID, la oficina de desarrollo del
Departamento de Estado.
Además
Lorenzetti le comentó al embajador que eran necesarios más fondos para
adquirir tecnología que mejorara la eficiencia de los procedimientos
judiciales de nuestro país.
El
cable agrega que Lorenzetti trasmitió al embajador que admira el
profesionalismo y la autoridad de la Corte Suprema de los EEUU, y
espera que la futura conferencia panamericana presentará una oportunidad
para aprender más del sistema judicial de los EEUU (¡otro sugestivo
dato…!).
Y termina el cable del embajador Wayne afirmando que:
“La
visita de Lorenzetti nos ofrece la oportunidad de involucrarnos con el
sistema judicial de la Argentina con un mayor intercambio y
cooperación”.
El
15 de noviembre de 2007 volvieron a reunirse Lorenzetti y Wayne, porque
el presidente de nuestra Corte deseaba comentarle al embajador su
último viaje a EEUU, a principios de octubre.
Según dice el cable del embajador, para Lorenzetti el viaje fue “energizante”, y que:
(Lorenzetti)
Demostró la importancia de profundizar la cooperación con los EEUU. En
el tema judicial, señaló que el sistema estadounidense es un modelo de
la reforma judicial que él quiere implementar en la Argentina. (¡nuevo dato sugestivo…!).
Finalmente
Lorenzetti agradeció a Wayne el dinero que la Embajada de EEUU aportó
para mejorar los procedimientos judiciales (¡un dato más que
sugestivo…!).
El
mismo cable afirma que Lorenzetti permitió que especialistas aportados
por la embajada estadounidense accedieran a la red informática del
sistema judicial argentino para proveer “asistencia técnica”
(¡increíble!).
Para concluir Lorenzetti le contó a Wayne que:
Quería
crear una fundación dedicada a las publicaciones judiciales y que “le
preocupaba quien podría financiar el proyecto”. Pero esta vez Wayne no
compró la idea y le sugirió a Lorenzetti que “algunas de las fundaciones
empresariales privadas podrían costear ese proyecto” (realmente se siente vergüenza por el hecho ajeno ante la “preocupación” del Dr. Lorenzetti).
Frente
a estas muestras de virtual pedido de limosna del presidente de nuestra
Corte Suprema al embajador de la superpotencia mundial:
1.-
¿Quién puede creer que nuestro máximo tribunal, y especialmente su
presidente Dr. Lorenzetti, conservan la independencia indispensable
para resistirse al designio norteamericano (y, por ende, israelí) de que
el atentado a la Embajada de Israel tiene que ser obra de un coche
bomba usado por los musulmanes, sean éstos árabes o iraníes?
2.-
¿Y quién puede creer que esa misma Corte sea capaz de hacer justicia
con miles de pobres ecuatorianos de los pueblos originarios que han sido
víctimas de la depredación y contaminación ambiental producidas por la
norteamericana Chevrón?
Quizás
algún día comprobemos, con amargura, que hemos canjeado la impunidad
para los criminales del atentado a la embajada de Israel por las 30
monedas que costaron un congreso panamericano de juristas y el
mejoramiento del sistema informático judicial.
Quiera Dios que no sea así.
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