QUE NOS DEVUELVAN LA MITAD DEL DOLOR
Por VÍCTOR HEREDIA
¿Dos por uno? Estoy de acuerdo pero quiero lo mismo para los míos, mis queridos.
Esa
conmutación de pena, de dolores, de picana, de disparo fatal y feroz
escalofrío. Quiero la mitad del recorrido de la bala que los asesinó,
que el cañón con que violaron a Cristina se quede a mitad de camino, que
la trompada no llegue a destino, que la dejen amamantar a su hijo un
poco más, para que esa ternura tape el olor a carne quemada que percibo
cuando entro a Capucha o Capuchita. Quiero exactamente la mitad de todo
lo que padecieron. Es decir que de tanto conmutar padecimientos al fin
me los devuelvan con vida
Quiero
al nieto de mi madre, a mi sobrino nacido en cautiverio, ese que por
razones inconmutables nunca pudimos abrazar. Sí, quiero a mi hermana y a
mi padre, los quiero aquí de nuevo como hace cuarenta años. ¿No les
parece justo?
Un dos por uno que retire ese océano
de llanto que nos ahogó día a día en la desesperada espera. ¡Quiero
ahora mismo la mitad de mi dolor, de mis temores, de mi exilio! ¿No
pueden? ¿Cómo que no pueden? ¿Acaso no son capaces de torcer nuestra
memoria? ¿De pretender que un asesino ya no lo es más porque se puso
viejo? ¿Los devuelven a casa? Muy bien: ¿Dónde están mis amigos? ¿Dónde
están nuestros hijos, nuestros padres y hermanos?
Les recuerdo una cosa:
Todavía cantamos. Todavía pedimos. Todavía soñamos.
¡¡¡¡Todavía esperamos!!!
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