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La
agenda del comercio electrónico en la OMC
Sally
Burch
ALAI AMLATINA, 17/05/2017.- Del
11 al 14 de diciembre de 2017, Buenos Aires será sede de la XI
Conferencia Ministerial
de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Diversos movimientos sociales ya tienen este
acontecimiento en la mira
de su agenda política.
Pero,
más allá de la agenda que se viene manejando desde hace años
–como el
compromiso siempre postergado de la OMC de tratar temas de
desarrollo y la
negación de los países más ricos a discutir los subsidios
agrícolas—, una nueva
amenaza se perfila para los países del Sur, ya que, desde julio
del año pasado,
la meta principal que vienen planteando los países del Norte en
el marco de
este organismo es lograr un acuerdo –en lo posible ya en la
Conferencia de
diciembre– para iniciar negociaciones sobre el comercio
electrónico, o e-commerce,
a pesar de ser un área en la
cual la mayoría de países del Sur aún no están en condiciones de
competir.
Es
un hecho que hoy el comercio en bienes y
servicios digitales está remplazando, aceleradamente, el
comercio en bienes y
servicios físicos, en numerosas áreas.
En pocos años, y en particular con la expansión de la
“Internet de las
cosas”, llegará a representar un alto porcentaje del comercio
mundial, convirtiendo
muchos productos en servicios. Tan
solo para
dar unos ejemplos, muchos servicios de atención de salud
(incluida la cirugía) se
podrán contratar a distancia en otro país. O alguien en Buenos Aires
podrá comprar en amazon.com
la maqueta de un par de zapatos diseñado a su gusto y a la
medida a su pie, y
luego imprimir los zapatos localmente en una impresora 3-D.
Esta
evolución implica sin duda que será necesario contar
con un marco básico internacional para regir este nuevo ámbito
del comercio,
máxime considerando que se trata de transacciones que cruzan las
fronteras con
mucho más facilidad que los bienes físicos.
El problema es que las potencias mundiales tienen un
desarrollo mucho
mayor en productos y servicios digitales; y quieren asegurar su
acceso a todos
los países del mundo, no solo para la venta libre, sin aranceles
ni
restricciones, sino también para poder extraer sin trabas los
datos generados
por estos servicios. Y
es que los datos
en masa (o “big data”)
constituyen la
materia prima de la nueva economía digital: alimentan los
algoritmos y la inteligencia
artificial, conformando una especie de "cerebro social" que
permite controlar
los más diversos sectores.
Vale
recalcar: no es que sea malo en sí desarrollar
el comercio electrónico, como tampoco la inteligencia
artificial; de hecho
podrían ser muy beneficiosos en muchos ámbitos; es más, su
avance es sin duda imparable. Más
bien el problema radica justamente en el
hecho de que el comercio electrónico es controlado en un alto
porcentaje por un
puñado de empresas transnacionales (principalmente 4 ó 5 de
Silicon Valley,
EE.UU.), y son estas empresas las que están empujando para que
se establezcan
reglas vinculantes en la OMC que les favorezcan y les permitan
aumentar aún más
su control monopólico del mercado.
En
cambio, ningún país en desarrollo, salvo China,
ha establecido niveles significativos de soberanía en
tecnologías
digitales. Entonces, de
aceptar la
apertura total que se está planteando en la OMC, significará
ceder soberanía en
un sinfín de áreas, lo que prácticamente equivale a una nueva
forma de
colonización.
Las
propuestas del Norte
Entre
las principales propuestas que plantean los
países desarrollados se incluyen:
– La
prohibición total de tarifas aduaneras a los
productos digitales; y principios de no discriminación.
–
Ninguna restricción a los flujos transfronterizos
de datos; y ninguna obligación de almacenar datos en servidores
locales.
– La
prohibición de regulaciones que obliguen a las
empresas a transferir tecnología, procesos de producción u otra
información
propietaria.
– Ninguna obligación para una empresa de
utilizar tecnología
local en lugar de la tecnología que ella prefiere.
–
La prohibición de introducir nuevas
regulaciones al e-commerce,
más allá de las ya
existentes en la OMC para los servicios y bienes físicos.
Estás clausulas son muy problemáticas para
países que aún
no tienen desarrollado su capacidad tecnológica. Por ejemplo, significarían
que no se podrá
discriminar a favor de proveedores locales, ni aplicar tarifas
para beneficiar
la producción local. Varios
países
quieren introducir la obligación de almacenamiento local de
datos, sea para
cuestiones de soberanía y seguridad o para evitar la entrega
gratuita de los
datos, que son una fuente de valor en la economía digital.
La transferencia tecnológica ha sido una
demanda
histórica de los países del Sur, para el impulso de su propio
desarrollo; la propuesta
de prohibir que pueda ser obligatoria contradice incluso otras
reglas de la
propia OMC. La
obligación de usar
tecnología local (por ejemplo en telecomunicaciones) ha sido
utilizada con
éxito por países como China para impulsar su propia industria
tecnológica. Y es
injusto e ilógico prohibir nuevas
regulaciones, sobre todo cuando se trata de cuestiones de
interés público, para
servicios que aún ni siquiera existen.
Una agenda
de
desarrollo
Quienes están impulsando estas propuestas
en la OMC, con
el apoyo de “expertos” en desarrollo, se llenan la boca de un
discurso que
alaba las ventajas para las pequeñas y medianas empresas de los
países en
desarrollo, que podrán vender sus productos directamente a
consumidores en el
Norte. Este discurso,
bastante iluso
para la realidad tecnológica de tales países, salvo casos
excepcionales, busca seducir
a los países incautos, escondiendo los intereses que hay detrás
de las
propuestas concretas planteadas, como las mencionadas arriba.
Para poder desarrollar realmente su
capacidad
tecnológica, a los países del Sur no les conviene en este
momento negociar
acuerdos vinculantes de este tipo.
Primero, porque se busca marginar otra vez la agenda de
desarrollo real,
particularmente en torno a los productos agrícolas (que son de
los pocos que
son menos susceptibles de digitalizarse).
Segundo, porque muchos países aún no cuentan con las
condiciones
necesarias para ello, como el acceso amplio a la banda ancha o
incluso a Internet,
o un sistema bancario que facilite transferencias
internacionales.
Aceptar reglas vinculantes a corto plazo
podría
constituir más bien un obstáculo para desarrollar capacidad y
soberanía
tecnológica. Entre los
riesgos se
incluyen: la pérdida de empleos ante una competencia desleal;
mayor vulneración
de la seguridad y privacidad; extracción/expropiación de datos
sin ningún
beneficio económico; evasión de impuestos y pérdida de ingresos
fiscales; mayor
dependencia tecnológica; disminución del espacio de políticas
públicas;
limitaciones para la integración y el desarrollo de mercados
regionales. Incluso
implica un aumento del riesgo de una
nueva crisis financiera global, ya que se limitaría la capacidad
de regular los
servicios financieros.
Vale tener presente también que lo que se
quiere
introducir en la OMC ya se había negociado en gran parte en el
ahora difunto TPP
(Tratado Transpacífico); y sigue en negociación en el TISA
(Tratado sobre el
Comercio en Servicios).
En la OMC, ya existe un Programa de
Trabajo en Comercio
Electrónico, mandatado para discutir e intercambiar sobre estos
temas, desde
las distintas perspectivas e intereses; mas no tiene el mandato
de negociar
nada. Lo nuevo ahora que
plantean los
países del Norte es que quieren abrir negociaciones.
Claramente es necesario primero un debate
abierto y a
fondo sobre las implicaciones del comercio electrónico y de
acuerdos de este
tipo, particularmente para los países en desarrollo, antes de
negociar reglas vinculantes
que bien pueden inhibir su futuro desarrollo.
La poca consideración que los países desarrollados han
dado a la agenda
de desarrollo de Doha deja serias dudas sobre su voluntad de
tomar en serio
estas necesidades.
- Sally
Burch
es periodista de ALAI.
Fuentes:
South Centre. 2017. “The
WTO’s Discussions on
Electronic Commerce: Analytical Note.” Geneva. https://www.southcentre.int/wp-content/uploads/2017/01/AN_TDP_2017_2_The-WTO%E2%80%99s-Discussions-on-Electronic-Commerce_EN-1.pdf
Deborah James, “Twelve
Reasons to Oppose Rules on
Digital Commerce in the WTO”, http://www.alainet.org/en/articulo/185505
Parminder Jeet Singh,
“Trading away our digital
rights”, http://www.thehindu.com/opinion/op-ed/trading-away-our-digital-rights/article18160850.ece
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este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/185534
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