Néstor, ese flaco avivador de fuegos.
Hoy es 27 de octubre. Hace 8 años era el censo nacional, y en aquella mañana temprano la ciudad estaba desierta y no había negocio abierto para comprar unos criollitos para el mate. En ese momento siento la noticia de la muerte de Néstor Kirchner: que lo parió! fué la reacción en soledad, confundido en el desconcierto, la sorpresa y una especie de indignación.
Hoy rememoro ese instante gris y atino a releer con avidez, salteado y presuroso, el libro intenso, vertiginoso, de Mario Wainfeld: Kirchner, El Tipo que supo.
Recuerdo entonces que este 27 de octubre se cumplen 8 años de su muerte, que fué como un rapto inesperado e incomprensible.
Surge de mis entrañas un grito suplicante: "flaco, por qué te fuiste, "la pucha que te necesitábamos". Y el alma se me estruja de preguntas y lamentos, a esta altura inútiles.
Te recuerdo sonriente, exultante y desbordante, aquella mañana fresca y nublada en Chamical, cuando llegaste como un trueno, con "traza" de niño.
Te bajaste antes del auto, a contramano de almidonados protocolos, para despeinarte con saludos, largos, lungos, como tu estatura, de hombre, de militante y de presidente.
Entraste a los pechones de ansiedades, por agradecerte que la patria esté de camino, y no a la deriva, fugitiva, desarmada de sueños y horizontes.
Te recibí del lado interno de la puerta de la casa contigua a la Parroquia, que lucia más linda y prolija que la vieja casona parroquial, y sin saber bien quién era me estampaste un abrazo como si me conocieras de siempre.
Alguién te apuntó, presuroso y con voz baja: es el cura.
Y sin preocuparte demasiado me volviste a saludar con el mismo gusto y calidez del principio.
Saludaste uno a uno a otros curas, algunas monjitas, al Obispo, algunos familiares nuestros, ex presos politicos y familiares de desaparecidos, como mis viejos y Carlitos Ferreyra, que estalló recitando la chaya final de la cantata, que te dejó con el pocillo de café a mitad de camino ante tu sorprendido gesto de admiración emocionada por aquellas palabras elocuentes y hermosas.
Después te contamos, salpicado de voces, quién fué Angelelli, para qué vivió y por qué fué asesinado y negado.
El corazón militante se salia en tus gestos, tus preguntas, tus afirmaciones, tu mirada de transparente comunión de ideales.
Apuraron de afuera el trámite del acto y salimos desordenados y raudamente hacia el palco.
El implacable protocolo me llevaba sugerentemente al costado del escenario, al fin y al cabo ya habia pasado nuestro turno de intimidad pastoral y cuando mucho, algunas noticias históricas.
Alli volviste tu mirada, interpelante, transgresora, también de mando, y dijiste a los prolijos custodios de la ceremonia: el padre Pocho, venga aquí arriba y hablé sin miedo.
No estaba previsto, no tenia nada escrito, pero, no sé si Angelelli me empujó y el flaco pinguino me estampó una mirada mansa de apoyo, que calmó mis miedos e inhibiciones y me lancé sin tapujos a ponerle palabra a un clamor retenido y amordazado de un Pueblo.
Después el Flaco desgarbado y libre, me dijo amigo y vibró con su proclama valiente y libertaria, bajo la sombra del Obispo mártir, que flameaba con un oido al pueblo y otro al evangelio.
El fervor se encendió en aquella siesta del 4 de agosto del 2005.
Habia fuego: el de Angelelli.
También habia un hombre que supo avivar ese y muchos otros fuegos, para que arda y se encienda el fuego imprescindible, y sin embargo tantas veces ausente, de una Patria Justa, Libre y Soberana, con Memoria, Verdad y Justicia, sin fronteras para abrazar a los otros Pueblos de la gran Nación Americana
Ese hombre fué Néstor Kirchner, ese flaco del sur, con el "jopo"al viento.
Un 27 de octubre te sembramos, como afirmara el Comandante Venezolano, tu hermano y compañero, para que el viento revolucionario de tu impetu siga naciendo como urgencia de una Patria de pie y digna, que hoy brilla por su ausencia, y que vos, la iluminas con tú presencia.
Délfor "Pocho" Brizuela
PALABRAS DEL PRESIDENTE NÉSTOR KIRCHNER EN EL CHAMICAL
Señor gobernador de la provincia de La Rioja; señor intendente municipal de El Chamical; señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional y Provincial; señor vicegobernador de la provincia de La Rioja; autoridades nacionales y provinciales, señores intendentes; querido Obispo, realmente es un placer compartir este día con usted; queridos hermanos y amigos sacerdotes con quienes estamos compartiendo un día muy importante, muy profundo, de mucho sentimiento; señoras y señores: agradezco profundamente al pueblo de La Rioja el poder compartir estos momentos en este querido Chamical, pero también agradezco a Dios poder estar presente en este homenaje del pueblo de La Rioja, del pueblo de la patria y del Estado Nacional. No ya en mi carácter de presidente temporal de la historia, como les toca cada tanto a hombres y mujeres de esta patria, sino en nombre de la patria y el Estado Nacional, vengo a hacer una reivindicación histórica de este cura obispo patriota monseñor Enrique Angelelli, verdadero ejemplo de dignidad, de justicia, de defensa de los ideales y de la pluralidad; de defensa de la convivencia de los pobres y también de los sectores medios, de la producción y empresariales argentinos. Porque monseñor Angelelli trabajaba por una patria para todos con justicia. Lo mirábamos desde distintas latitudes como un verdadero ejemplo. (Aplausos)
También hacerlo en esta ciudad de El Chamical donde lamentablemente desde aquí al país se anunció la ignominia de los indultos a quienes reprimieron al pueblo argentino en el genocidio de la dictadura militar. (Aplausos)
Por eso la memoria, la justicia, la verdad, son elementos que deben quedar definitivamente colocados como valores fundamentales de nuestra historia. Defender memoria, querido Obispo, defender justicia y defender verdad lleva a que me agredan, a que me insulten, pero no me interesa porque lo valen la justicia, la verdad y la memoria, y lo pueden seguir haciendo porque voy a estar como el algarrobo, firme, defendiendo estos ideales de patria y de integración. (Aplausos)
Y la justicia, la memoria y la verdad de monseñor Enrique Angelelli traen entre sí una patria distinta, una patria por la que estamos trabajando todos los argentinos, donde podamos vencer la indigencia, y lo estamos haciendo; donde podamos avanzar sobre la pobreza, y lo estamos haciendo; donde podamos seguir bajando el desempleo, y lo estamos haciendo; donde empecemos a construir techos para que cada familia pueda tener su vivienda propia y también lo estamos haciendo; donde en cada barrio pueda haber una escuela para que nuestros niños puedan concurrir, como cuando éramos chicos, y lo estamos haciendo; donde podamos reivindicar con un proyecto de financiamiento educativo definitivamente la educación en la patria, para que no sólo las provincias tengan que soportar sobre sus espaldas el sostén de la educación sino que el Gobierno Nacional pueda acudir en ayuda para jerarquizar la reforma educativa, para jerarquizar la calidad educativa, la calidad didáctica y pedagógica que nuestro país necesita en un proyecto educacional integrador, de sur a norte y de norte a sur, que es fundamental. (Aplausos) Para que podamos volver a tener dignidad.
Yo lo veía al padre Pocho, al cura Pocho, que decía “me he puesto un traje hoy y no sé cómo se cierran los botones”; a mí me retan todos los días porque no los cierro nunca, padre Pocho, porque me gusta tener el pecho y el corazón en la manos del pueblo argentino y en este caso del pueblo riojano. (Aplausos)
Es fundamental recuperar la dignidad, querido padre Pocho. Me trataron en los últimos tiempos de intransigente, que no cedía, que tenía ideas foráneas o extrañas por sentir la Patria y sentir la bandera. Cómo yo me iba a poner tan duro con los intereses internacionales en la renegociación de la deuda privada, donde quienes gobernaron la Argentina dejaron a este país con una deuda de casi 180 mil millones de dólares sobre las espaldas de todos los argentinos, de una punta a la otra de la Patria. Me decían, padre Pocho, querido Obispo, querido Gobernador, que tenía que ceder, porque decía que la Argentina iba a pagar de esa deuda. Entonces dije: los argentinos queremos honrar lo que no está muy claro aunque igual queremos honrar, pero vamos a pagar lo que podemos, porque el pueblo argentino ha sufrido demasiado. Me dijeron que no iba a durar ni dos días, y logramos que en la Argentina por primera vez en la historia, con dignidad, con coraje y teniendo lo que se tiene que tener, se puedan ahorrar 67 mil millones de dólares en la renegociación de la deuda. (Aplausos)
Lo mismo, desde esta querida Rioja, de esta Rioja que es sentido de nacionalidad y de Patria, donde algunos levantaron tantas veces en los últimos años los ideales del Fondo Monetario Internacional paseando por sus salones, desde las calles de La Rioja les digo a aquellos que conducen esa entidad que vean como está cambiando la Patria, y que vamos a negociar, que nos vamos a desendeudar, pero con dignidad, con justicia y sin hambre para el pueblo. (Aplausos)
No tenga ninguna duda, padre Pocho, voy a estar próximamente allí donde lo mataron, donde lo asesinaron a monseñor Angelelli, que no murió en un accidente, terminemos con la mentira y con la hipocresía, lo mataron por defender la verdad y la justicia.
Querido Obispo, me va a tener acompañándolo, junto al Gobernador y a todos los gobernadores de la Patria, y todos los hombres y mujeres de la Argentina, pidiendo que se reabra la causa de monseñor Enrique Angelelli porque los argentinos queremos saber la verdad. (Aplausos)
Mi querido monseñor Enrique Angelelli, hubiera sido un honor para mí poder conocerlo, pero su visión, sus palabras, son un oído del pueblo y otro del evangelio. Como dijo Pocho - ya le digo Pocho, ya nos hicimos amigos- la realidad es así, esta es la Iglesia que reivindica al pueblo con su gente, la Iglesia que está al lado de los que tiene que estar, la Iglesia que reclama por los que tiene que reclamar, la Iglesia que ama a todos, sin ningún tipo de distinción. Es la Iglesia, los sueños y el amparo de Dios que deseamos todos los argentinos. (Aplausos)
Ustedes saben que en esta tierra riojana, tierra de Patria, puedo decir que hay un pingüino, como les gusta decirme a algunos y a mí me gusta que me digan, que se siente feliz y orgulloso de estar en tierra riojana, que es tierra de patriotas, que es tierra de las montoneras federales, que es tierra de monseñor Angelelli, que es tierra de bandera, de sentimiento y de nacionalidad. (Aplausos)
Vengo a tomar mi firme compromiso de seguir trabajando junto a todos ustedes, por una Rioja cada día mejor, por un Gobierno nacional hermanado con todo el pueblo de La Rioja.
Desde La Rioja, con el corazón, la mano y el abrazo permanente, al lado de ustedes como siempre lo he hecho, que lo he compartido y vivido en mi tierra del sur, les vengo a decir a todos ustedes que no les voy a pedir que me sigan, porque ya sabemos lo que les pasó a los argentinos por seguir y seguir. (Aplausos); yo les vengo a pedir simplemente que me ayuden. Riojanos ayúdenme, tómenme de la mano, denme fuerza y coraje, denme la fuerza del pueblo y de Dios para poder seguir cambiando la Patria. Muchísimas gracias La Rioja, muchísimas gracias señor Gobernador, muchísimas gracias Chamical, muchas gracias, señor Intendente, muchas gracias señor Obispo, muchas gracias cura Pocho. ¡Viva la Patria! ¡Viva La Rioja! ¡Viva el Chamical! ¡Viva los riojanos!
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