Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- [Vídeo] Revitalización del pensamiento de Mijaíl Bakunin
- Anarquismo en tiempos de Punkdemia
- Okupación, el fantasma de sobremesa
- [Poema] Sin sentido cobarde
- Cartelito ilustrativo sobre el Plan Pandemia (3ª Parte)
- 12 - 18 Octubre. Semana Internacional contra los Salarios Impagados
- Liberalismo, eufemismo de Capitalismo. Una terrible maldición se cierne sobre la humanidad y el mundo
- La Agroecología y sus criterios
[Vídeo] Revitalización del pensamiento de Mijaíl Bakunin Posted: 29 Sep 2020 05:59 AM PDT Los pensadores anarquistas, por lo general, resultan de mucho mayor actualidad y vitalidad que otras corrientes emancipatorias, como puede ser la marxista. Así, el pensamiento de alguien como Bakunin, aunque no todo, como es lógico en cualquier autor, ha resistido muy bien el paso del tiempo. Hay que recordar, en primer lugar, que las ideas anarquistas está lejos de poseer una continuidad en el tiempo, de tal manera que el pensamiento de Kropotkin, posterior, no armonizará siempre bien con el de Bakunin. Kropotkin fue uno de los indudables padres del comunismo libertario, o al menos el que más aportó a esa corriente clásica del anarquismo. Bakunin, por el contrario, sentía una auténtica aversión por el término, hasta el punto de considerar que el comunismo constituía la "negación de la libertad". Bien es cierto que el gigante ruso identificaba exclusivamente el sistema comunista con la absorción de todos los poderes sociales en el Estado. Sin hablar de poder político, podemos decir que pensaba que comunismo era sinónimo de centralismo. Como es sabido, Bakunin se considera partidario del colectivismo, concepto paradójicamente rechazado por los herederos de Proudhon, que apostaban por el mutualismo. Vemos que las tres principales corrientes del anarquismo moderno, las que indudablemente deberíamos conocer en profundidad, precisamente para analizar la sociedad del siglo XXI y dilucidar qué es válido del rico corpus histórico libertario, no siempre concilian bien. Frente a cualquier sistema autoritario, proclive a un sistema cerrado, ortodoxo y monolítico, el anarquismo se compone de diversas aportaciones, es heterodoxo y abierto en su afán antiautoritario. En cualquier caso, volviendo al tema que nos ocupa, los estudiosos del anarquismo sí consideran que Bakunin constituye un punto de inflexión en la historia, hay un antes y un después de las ideas libertarias con este autor. https://www.youtube.com/watch?v=etwJkchQs9A http://reflexionesdesdeanarres.blogspot.com/ Read more ... |
Anarquismo en tiempos de Punkdemia Posted: 29 Sep 2020 05:55 AM PDT Por Pelao Carvallo [1] El anarquismo está contra las clases magistrales … por eso mismo la hago. Trump ha hecho la difusión de esta actividad al declarar “anarquistas” a tres importantes ciudades de EE.UU[2]. No podíamos tener más prensa que esa y deja claro uno de los puntos a desarrollar. Para empezar, ¿qué entenderemos por punkdemia, anarquismo, poder (sistema)? a) Pandemia: esa enfermedad masiva inesperada pero no sorpresiva que ataca a la humanidad de una manera escandalosa. Esta punkdemia es capitalista, extractivista, estatista, neoliberal, militarista y patriarcal porque esos son los pilares del sistema. Capitalista porque es una oportunidad de negocios, extractivista porque su origen se puede rastrear a la expansión de la frontera agrícola y urbana en China. Estatista porque tensiona al Estado (y los gobiernos) a ejercer toda su autoridad al límite, al límite que cada Estado tiene o/y puede o/y quiere. Neoliberal porque es una punkdemia que cotiza en bolsa, en forma de farmacéuticas y apps (tiktok, zoom, cornershop, amazon, marketplace); militarista porque del modo que sea (grosero, sutil), las prácticas militares han inundado el escenario mundial (como toque de queda, aduanas internas, cierre de fronteras[3], como campos de concentración cuarenteneros[4], como hospitales de campaña en medio de las ciudades, como batallones de emergencia, como personal obligado a probar vacunas, como personal científico de disposición obligatoria, como fabricantes de mascarillas, etc.); patriarcal porque se ha encerrado a las mujeres en lugares bajo el odio de los hombres[5], a las niñas, a las adolescentes, se les ha cortado el acceso a la autonomía económica al mismo tiempo que se les ha aumentado la responsabilidad de los cuidados. Alcance del anarquismo El anarquismo es ese movimiento político que lucha contra el poder desde la libertad entendida como una realidad social en permanente construcción[6]. Esta lucha se hace desde procesos y prácticas libertarias como la acción directa, la autogestión, la ayuda mutua, todas ellas entendidas como pedagogías de sí mismas y, en algunos casos, es también una cultura y/o una identidad. Nunca en la historia del mundo, incluso en la época clásica del anarquismo mundial (desde 1880 a 1920), el anarquismo ha estado tan presente en tantos lugares a la vez y con tanta fuerza[7]. Se puede rastrear el anarquismo en todos los continentes y en todos los territorios de esos continentes que tengan una población relativamente densa. Su alcance es multidimensional y sobre esa multidimiensionalidad esto es todo lo que diré porque es mucho lo que habría que hablar del tema: está en la academia (Graeber QEPD), en las artes, en la acción política, en las reflexiones de todo tipo. Esta presencia no implica un conocimiento o contacto mutuo entre todas las experiencias, incluso si éstas se consideran sectorialmente, lo que implica una reiteración tanto de las prácticas como de las frustraciones. Implica también una responsabilidad colectiva global: las desgracias de unos anarquistas en Zimbabue alcanzan a unas anarquistas en Quito, por ejemplo. Este alcance mundial implica además un rompimiento en la geopolítica histórica del anarquismo mundial que, de su alcance y producción conocida, repartidas entre Europa, el norte anglosajón y el cono sur rioplatense, ahora ve asomar experiencias en casi todas partes, haciendo realidad geográfica la descentralidad que el anarquismo propone (México, Siria, India, Hong Kong, Fiyi, Nigeria, Caribe, Túnez, Sudáfrica, etc.)[8]. Esa presencia es una presencia rebelde que inunda y abre espacios frente a todo autoritarismo. Por suerte todas las culturas tienen un contenido antiautoritario con el cual enlazar desde el anarquismo con un enfoque respetuoso pero crítico y sin concesiones, porque al mismo tiempo que las culturas tienen ese contenido autoritario y resistente, forman parte del paradigma en todos sus componentes. Por ello el aspecto de pedagogía que tienen los procesos de lucha libertaria deben ser visibilizados para hacerlos autoconscientes y vividos como una experiencia satisfactoria, de logro, imbricada en la lucha. La Educación Popular Libertaria[9] es una muestra de esto: no ha sido nunca un proceso aparte sino parte integral de las luchas libertarias. El sistema entrega soluciones a la punkdemia Pero solo aquellas que puede y le sirven. Por eso las soluciones militarizadas son parte de su arsenal (valga la redundancia). La industria farmacéutica, tanto en los imperios (China, EE.UU., Rusia, UE) como en otros estados, tiene explícita o implícitamente un componente de la industria militar, o establecen rápidas alianzas para usar a los soldados como conejillos de indias y a los científicos militares (vaya oxímoron) como parte del personal para prueba y desarrollo de las vacunas[15]. Las vacunas serán la solución rápida, el parche curita, de un problema regalado por el componente extractivista del capital ecocida mundial. Por ello tiene importancia ahora el “nacionalismo de la vacuna” porque es el campo de batalla que eligieron para actualizar su presencia. El heroísmo forma parte de estas soluciones en tanto el relato de lo que pasa es también una solución y si ese relato es coincidente con lo que el sistema construye y necesita, con el show que permanentemente hace, pues mejor, y por ello el relato heroico, desprendido o no de su matriz patriarcal, pero no de su impronta militarista, es fundamental a la hora de contarnos la punkdemia, así como casi cualquier cosa. Por ello se cuenta que hay heroísmo en el gremio de la salud y no que hay trabajo y explotación. El heroísmo es una trampa cultural central del poder y debemos sospechar de cualquier relato de lo que hacemos (en tanto anarquistas) que esté teñido de heroísmo. Todo el sistema intenta convencernos de que es la solución o tiene la solución al problema que crea, en este caso la punkdemia. El principal problema por cierto se oculta, porque el sistema es negacionista por defecto. Niega, por ejemplo, que la única producción realmente global, lo único que no ha parado, sino que ha aumentado su producción, es la basura. Basura. Porque sin basura no hay espacio para nuevas soluciones, nuevas futuras basuras que solucionen los problemas de las basuras pasadas y actuales: un ejemplo, miles, miles de miles de aviones de todos los tamaños están yendo rápidamente a la basura, esa basura por toneladas se está produciendo en este mismo momento… para solucionar el problema de esa basura Airbus anuncia nuevos aviones “cero emisiones” de Co2, para unos años más[16]. Las crisis del sistema las aprovecha el sistema, ya sea como negocio, como futuro, como medicamento, como producción. Por ello es que el relato sobre la punkdemia que hace el poder no es más que sobre cosas ya instaladas, simples reiteraciones y actualizaciones del mismo heroísmo de siempre, de las mismas víctimas de siempre, de las mismas expectativas y esperanzas de siempre, de los mismos villanos de siempre, claro con otras ropas, con otros motivos, pero lo de siempre siempre porque el relato es reproductivo si viene del sistema o trabaja para él. Por ello que la prensa nunca da noticias, solo da repeticiones. El relato anarquista de la pankdemia ha de ser disruptivo o no será un relato anarquista. El anarquismo en esta pandemia Trata de convertirla en pankdemia, mediante una acción de equilibrio entre la autonomía del cuidado y la resistencia a la militarización/ policialización/estatización[17] de los espacios y las vidas, por un lado, y el encuentro virtual de esas mismas acciones de equilibrio y procesos/proyectos de más largo aliento. Esos encuentros mayormente temáticos, locales e interregionales van dando aliento a la consciencia de esa presencia mundial actualmente existente, de sus posibilidades, alcances y limitaciones. La urdimbre de enfoques “anti” hace a la firmeza de esa red global de resistencias que, en el reposo forzoso que la pandemia significa, se está construyendo rápidamente con la urgencia de saber que lo que la pandemia tiene de recreo escolar se agota rápidamente y que las resistencias cotidianas ante una nueva normalidad de hambre para las muchas y especulación para los pocos requerirán energías y capacidades que esas redes deben fortalecer, especialmente teniendo en cuenta que la migración como respuesta social está ya definitivamente instalada como delito para el Poder. Esa red de resistencias es ante todo una red de comunidades, comunidades preexistentes y comunidades en construcción que hacen parte, crítica y dialogante con la cultura en la que están inmersas, y acompaña todas las luchas que hace esa comunidad como parte de la transición que ofrece el anarquismo. La salida que ofrece el anarquismo a esta pandemia es una transición: de este paradigma a otro que no será éste y que se define en dos luchas fundantes: contra el hambre y el control de la comida[18] y contra la reproducción forzosa de lo mismo. Finalmente, el paradigma se sostiene para que unos pocos coman mejor y más y vayan ganando epigenéticamente y muchas coman menos y mal, hasta el hambre o/y la enfermedad. En la historia de la humanidad sometida, cada actualización de las élites ha implicado el secuestro de la comida de las comunidades[19] para alimentar a esas élites, con el objeto de asegurar la reproductividad de las mismas y su alejamiento de la enfermedad, porque la enfermedad humana siempre tiene que ver con lo que se come o se deja de comer. Las élites son depredadoras alimentarias y reproductivas[20] y el paradigma dominación/violencia que vivimos forma parte de esa depredación activa y permanente a la que resistimos. Resistimos como las comunidades indígenas antiestados que están siendo acorraladas por la expansión de la frontera extractivista y urbana. No solo resistimos, sino que construimos, en la calle, donde sucede la política real. La calle es el trabajo, la comunidad, el barrio, la aldea, el pueblo, la vereda, todo espacio de convivencia en disputa con el paradigma. Difícilmente la gente abandona lo conocido por lo desconocido Por ello el anarquismo debe insistir en ofrecer una transición, revolucionaria, de este mal conocido a un bien por conocer. Esa transición es social, comunitaria y personal todo junto y al mismo tiempo. Por ello es que el anarquismo debe salir de la crítica tímida, del no querer ofender a los aliados (¡que no tenemos!). Porque, ¿qué aliado va a tener una convicción antiautoritaria en medios autoritarios? Ninguno, salvo en momentos circunstanciales, mínimos y momentáneos: por ello el antifascismo es una trampa del autoritarismo hacia el anarquismo. Caer en esa vieja trampa autoritaria habla no solo de ingenuidad política entre anarquistas, sino que habla de la incapacidad de ofrecer resistencias a las actualizaciones que el paradigma tiene para los sectores rebeldes. Por otra parte, pecamos también de historicismo y colonialismo. Como quienes piden Asamblea Constituyentes en el siglo XXI (cuando ya fueron domesticadas en su origen en el siglo XVIII) o como quienes forman milicias para Rojava invitadxs por un partido político que gobierna un protoEstado que molesta a Turquía y Siria, a quienes molesta eso: que sea un protoEstado, no si es revolucionario o no, lo mismo que les molestaba el Estado Islámico, no por sus fundamentos antiderechos humanos, sino porque era un protoEstado en competencia. Colonialismo en ir a un lugar sin ser invitados por las comunidades que hacen su propia lucha que seguirán haciendo incluso y principalmente sin invitados. El relato antifascista es otra reiteración, otro relato domesticado y funcional al poder, con sus componentes de heroísmo, tragedia y turismo de guerra. No es necesaria tanta ingenuidad; es más, es inconducente desde un punto de vista revolucionario, tanto en este tema como en otros. Debemos construir desde la crítica profunda, fuerte y jugosa, incluso si erramos en ella. Porque el peligro está en sostener el estatismo que criticamos, el egoísmo que despreciamos, las identidades impuestas, el machismo subyacente. El temor de quedar solos es un temor infundado, en tanto desde el reconocimiento del punto de partida de nuestras luchas (lo que somos y en lo que estamos cuando tomamos conciencia de nuestra lucha) es el punto de partida para formar no alianzas, sino redes, compañerismos, con los cuales construir comunidades en resistencia. Nuestro punto de partida siempre será lo que somos y queremos ser: trabajadorxs (y hacemos sindicatos), hijxs (y construimos comunidad con mapadres y hermanxs, o si no nos exiliamos a construir otras familias comunitarias), migrantes (y nos organizamos como tales), privilegiados (y hacemos una vida que nos vaya destruyendo esos privilegios), pobres (y nos organizamos contra los ricos), hombres, mujeres, etc. Lo que no hacemos es volvernos profesionales de la revolución que va buscando la lucha perfecta para sacar el romántico fusil de la libertad. Estamos contra toda reproducción del sistema, sobre todo contra los mitos que el poder nos regala para domesticarnos. Estamos, pues, contra el Poder que se llama padre, madre, jefe, líder, empresa, alcalde, intendente, gobernador, presidenta, reina, rey, y también compañero, compañera, amistad, amor. Somos, como dicen en Primera Siembra[21], antiadultocéntricos de estos adultos que somos. Como anarquistas tenemos una gran ventaja respecto a la izquierda del poder que se cree revolucionaria: el anarquismo posibilita como costumbre, cultura y convicción que luchemos socialmente (eso es personalmente también) por librarnos del machismo, el autoritarismo, el elitismo, el adultocentrismo, y todo aquello que el poder quiere que reproduzcamos para ir reproduciéndose él mismo. Eso forma parte de la transición que ofrece el anarquismo como salida y que se basa en dos alternativas de acción: la deserción y la autonomización. Llamamos a desertar de reproducir el sistema, desertar de reproducir la explotación y la imposición. Llamamos a desertar porque es la parte de la lucha más fácil y más difícil de todas, porque el poder cuenta con que estés. Autonomización porque hemos de construir o fortalecer lo que ya está en construcción contra el poder. Y como nadie va de lo conocido, por malo que sea, a lo desconocido, es necesario dar fuerza, imagen y relato al anarquismo en tanto impulsor de esa transición, tal vez con una organización paraguas, informal, de hecho, inexistente, que dote de sentido de horizonte y pertenencia a quien necesite eso para desertar y autonomizar. Un paraguas de acuerdos mínimos, quizás acción directa y noviolencia y un nombre de fantasía a la que referir, tal vez La Mundial Anarquista. -Oye, ¿quien hizo esa acción tan bonita? -Ah, La Mundial anarquista. Porque de la infelicidad no se saca nada, de la derrota no se saca nada, solo sometimiento y rabia, que es otro sometimiento. Por eso el llamado a la deserción y a la autonomización debe ser desde el humor, el triunfo y la alegría. Debemos ver el triunfo, el logro, en lo que hacen los pueblos, incluso si ese triunfo nos contradice, porque queremos y respetamos al pueblo en su sabiduría y en su error, y eso nos hace acompañarles críticamente en todas sus experiencias y estar allí para festejar y recordarles que todo triunfo social es resultado de su lucha, autónoma y desertora, con alegría, porque la alegría comienza con A de anarquía y termina en ia de empatía. Con los pueblos construimos esa noviolencia y nopoder, cosas sin nombres que nos hacen como revolucionarias sin concesiones. Fuente original: https://www.clacso.org/en/anarquismo-en-tiempos-de-punkdemia. Notas: [1] Escritor chileno. Integrante de la Red Antimilitarista de América Latina y el Caribe. Clase magistral dada el 22 de septiembre 2020 por Pelao Carvallo, trasmitida por jitsi y elaborada a partir de las discusiones en Caracolito G.A y en Ramalc (Red antimilitarista de América Latina y el Caribe). Read more ... |
Okupación, el fantasma de sobremesa Posted: 29 Sep 2020 05:49 AM PDT
La reciente campaña mediática contra la ocupación de viviendas no ha sido la primera, pero si una de las mas intensas de los últimos tiempos. Su lanzamiento, en vísperas de un probable recrudecimiento del conflicto por la vivienda, no parece casual. La crisis económica y sanitaria ha puesto en alerta a los sectores implicados, y este parece un primer movimiento de una parte Esta campaña está empezando a tener respuestas, sobretodo en forma de artículos y en redes sociales. En estas respuestas, se ha denunciado que el fenómeno de la ocupación de casas está menos extendido de lo que los medios sugieren con tono alarmista. Los datos y las estadísticas refuerzan esta denuncia. Además se ha criticado, con razón, que se está confundiendo intencionadamente okupación con allanamiento de morada. Por último, se ha tratado de centrar de nuevo el debate sobre el problema del acceso a la vivienda, que es la causa primera que provoca la ocupación de propiedades.[1] La situación de calma tensa que vivimos, parece la antesala de una mayor conflictividad social, también en torno al tema que tratamos. Por eso las respuestas defensivas son imprescindibles, pero convendría tratar de ir un poco más allá y retomar la iniciativa en el conflicto, para eso puede ser útil examinar aspectos menos visibles o menos explorados. Además, frente a campañas de este tipo, los datos y las estadísticas suelen ser útiles solo a medias, porque de lo que se trata en este caso es de si ocupar viviendas y locales es legítimo o no. La campaña se ha lanzado con titulares sensacionalistas, que llenan los programas de sobremesa y se esparcen por las redes sociales, provocando inquietud en la audiencia. Se nos presentan situaciones propias de un cuento de terror, en ellas el fantasma de la okupación puede apoderarse cualquier casa, en cualquier momento, para atormentar a sus inquilinas e inquilinos. Este fantasma de la okupación es sospechosamente similar a otro que se aparecía hace tres siglos, entonces el espectro tenía otro nombre. En el siglo XVIII se empezaron a instaurar los Estados modernos, el Capitalismo industrial tomaba impulso y la burguesía se convertía en la nueva élite dominante. Hacía falta mano de obra para las fábricas y el campo, y también faltaban reclutas para mantener bajo control a las colonias. Con su ascenso al poder, la burguesía impuso su modelo de ciudadano ideal: ilustrado, entregado al trabajo, ahorrador y patriota. Para definir mejor este ideal se creó un modelo negativo, que personificaba lo primitivo, lo corrupto y el mal. Una de las principales manifestaciones de este modelo negativo fue la figura del vago (también lo encarnaba la población gitana, la extranjera, los sectores revolucionarios…). Se dedicaron estudios y análisis, se hicieron propuestas y, finalmente, se establecieron leyes y castigos para perseguir al fantasma de la vagancia. Todas estas iniciativas trataban de forzar la integración en el mundo asalariado de sectores de la población que mantenían cierta autonomía económica, . Estos sectores conservaban tradiciones y prácticas comunitarias, que les permitían tener un control relativo de sus ingresos, y con ello, de sus vidas. Las Leyes de Vagos fueron la principal herramienta de esta campaña de presión. En ellas se empezó a distinguir la pobreza verdadera o de necesidad (por enfermedad, infancia, vejez…), de la pobreza falsa (por vagancia, maldad…). La distinción implicaba distintos tratamientos. A la pobreza verdadera había que socorrerla con caridad, asignarle trabajos en obras comunales y vigilarla. Se le imponía de esta forma el papel de víctima, víctima de una maldición bíblica; la maldición de la pobreza. La victimización deshumanizaba a estas personas y las convertía en sujetos pasivos, pero sobretodo liberaba al modelo social de la responsabilidad de su situación. A la pobreza falsa, a la vagancia, en cambio, había que castigarla con azotes, trabajos forzados (en galeras o minas) o incluso con la muerte. Jornaleras y jornaleros que pasaban tiempo sin servir a nadie, gentes que vivían de la venta ambulante o la artesanía, feriantes, artistas y otras personas que combinaban trabajos informales con estrategias de supervivencia basadas en el apoyo mutuo, eran señaladas como vagos. La Ley de Vagos se decretó en España en 1745, y consistió en una campaña de disciplinamiento cuyo objetivo era ajustar a la población a las necesidades del Capitalismo y del Estado modernos. A esta ley le siguieron otras, con nombres y disposiciones parecidas, que se fueron adaptando a cada momento histórico. Los gestores estatales de todo color político han impuesto, desde aquel momento, sus propias leyes de vagos. En el siglo XX se implantaron la Ley de Vagos de 1933 durante la República, la de 1954 con Franco, luego vinieron otras leyes represivas tanto durante el franquismo como después, y ya mas recientemente se aprobaron las leyes de extranjería, y las ordenanzas cívicas municipales que perseguían el mismo objetivo por medios parecidos; ordenar el mercado laboral y de consumo por la fuerza. El fantasma de la okupación que se nos presenta hoy es una actualización del viejo fantasma de la vagancia. Ahora, las instituciones quieren respaldar al sector inmobiliario ante un probable aumento de los desahucios. La urgencia de mantener la disciplina entre quienes viven alquilando o pagando una hipoteca, impulsa la nueva campaña. Legalmente el tema de la ocupación apareció en 1995, en el nuevo Código Penal que aprobaron todos los partidos (incluida Izquierda Unida y Esquerra Republicana de Catalunya). En él se acordaba, entre otras cosas, castigar el delito de ocupación de viviendas y espacios abandonados con penas de cárcel. Las instituciones respondían así a las dinámicas de ocupación de viviendas y centros sociales que se estaban dando en aquellos años. Estas dinámicas que surgieron en un contexto de crisis y paro juvenil, sirvieron unos años después de inspiración al movimiento por la vivienda. La crisis económica de 2008 generó algunas simpatías hacia la ocupación de viviendas. Por eso en su última aparición el fantasma se vuelve a presentar en dos versiones, como su ancestro. El carácter disciplinario de la campaña basa su eficacia en la división entre okupas por necesidad y okupas por interés (interés político cuando se refieren al activismo social y económico cuando se hablan de mafias). Esta división es falsa, alguien que decide infringir la ley y tomar una vivienda, porque se niega a aceptar el chantaje que impone el negocio inmobiliario, está ejecutando un acto de desobediencia política. En el mismo sentido, cualquiera que ocupe una vivienda o local, lo hace para cubrir necesidades que el modelo económico actual no satisface. No se puede desligar el fenómeno de la ocupación de viviendas, de los efectos del negocio inmobiliario, por eso la distinción entre tipos de okupas solo contribuye a su deshumanización, como víctimas pasivas o como gentes malintencionadas. La división contribuye a aislar a quien se decide a desobedecer la ley. Todo cuento de terror tiene sus protagonistas, que luchan por la vuelta a la normalidad, enfrentándose a los fantasmas. El sector inmobiliario, los bancos, las constructoras, los políticos y las empresas de seguridad forman parte de un entramado que ha permitido a las élites sostener sus beneficios durante años. Unos beneficios conseguidos a costa del esfuerzo y los ingresos de buena parte de la población. En los últimos años algunos sectores de la clase media se habían insertado (de forma mas o menos legal) en este entramado como caseros de pisos de alquiler (turístico o no). Y luego está el tema de las llamadas mafias, que la mayoría de casos son gentes precarizadas que cobran por abrir una casa, en otros es algo mas organizado. Estas dinámicas reproducen a pequeña escala la lógica del negocio inmobiliario legal, haciendo que unos sectores precarios exploten a otros. El miserabilismo se contagia fácilmente cuando el modelo social está basado en el sálvese quien pueda. Aun así el término mafia se usa abusivamente en este caso, si hubiera que señalar a alguna mafia real sería la que forma el negocio inmobiliario, como se comprobó con los casos de corrupción que dieron pie a la última burbuja inmobiliaria. En cualquier caso este tipo de actividades reproducen a escala liliputiense las dinámicas del negocio inmobiliario legal, del cual dependen para existir. Con esto de las mafias de la okupación pasa como con las llamadas mafias de la inmigración; se estigmatiza al colectivo de migrantes vinculándolo con actividades delictivas, para tener una coartada para castigarlo. En el relato que se nos presenta en la campaña, estas gentes (del negocio inmobiliario legal) aparecen como víctimas del fantasma de la okupación, cuando son las principales causantes de los problemas relacionados con la vivienda (hipotecas abusivas, alquileres caros, negocios urbanísticos…). Detrás de la campaña se intuye mucho interés por imponer castigos mas graves a quien infrinja la ley, pero también por ocultar el papel real del sector inmobiliario en la crisis de vivienda que viene. El monstruo real cotiza en bolsa y se presenta a las elecciones, señalarlo públicamente centraría la atención en los verdaderos responsables del problema. La aparición del fantasma de la okupación, como la de cualquier otro fantasma, revela finalmente un gran secreto que da sentido a todo el relato. El fantasma condensa las pesadillas de la ciudadanía acomodada, la de ayer y la de hoy. En esas pesadillas hay un hilo que comunica la cultura de resistencia actual con la de otras épocas; una resistencia a los modos y condiciones de vida que trata de imponer el Capitalismo a aquella parte de la población de la que extrae sus beneficios. Esta cultura de resistencia se expresa, a veces de forma fragmentaria y de modos poco explícitos, en la desconfianza hacia las autoridades, en la confianza en las propias capacidades, en la astucia y en la valentía de quienes se niegan a tragar con las imposiciones del Capital. Los impagos, los enganches, la ocupación de espacios y el apoyo mutuo, son parte de esas estrategias que tratan de colocar la vida por encima de los intereses económicos y las instituciones. Reconocerse como parte de esa tradición y reivindicarla como propia nos reconecta con la población represaliada con las leyes de vagos, las de extranjería o las ordenanzas cívicas. Al hacerlo, se vuelve a poner encima de la mesa lo mismo que entonces, que es: para llevar vidas mas dignas existe la posibilidad de oponerse cotidiana y colectivamente a las imposiciones de las élites. La campaña del fantasma de la okupación se apoya y refuerza miedos existentes a nuestro alrededor. Para responder a ella hace falta demostrar la mala intención de sus propagandistas, y su falsedad. Conviene también saber quienes son y como enfrentarse a ellos. Las distinciones que tratan de imponernos solo refuerzan su posición y nos debilitan, por eso no deberíamos reproducirlas. Cada persona o grupo que ocupa una vivienda o local lo hace por razones propias, pero todas tienen su origen en los efectos del negocio inmobiliario y forman parte de una tradición de resistencia que nunca ha desaparecido del todo. Reforzar esa tradición es hacer justicia con la población represaliada, y puede servir para convertir las pesadillas de las élites en realidad. Ana Coluta, 21 de septiembre de 2020 Fuente: https://ateneullibertaricabanyal.wordpress.com/2020/09/22/okupacion-el-fantasma-de-sobremesa/ [1] – El Fantasma de la okupacion, agítese antes de usar, de M. Cúneo en El Salto. Reflexiones sobre la nueva campaña de intoxicación mediática contra la okupacion, en Todo por hacer. ¿Qué hay detrás de la campaña contra la okupación?, de E. Rodriguez en CTXT. Ración diaria de okupas en televisión: cómo convertir un problema en el problema, de D. Dominguez en La Marea. Read more ... |
Posted: 29 Sep 2020 05:43 AM PDT Sin sentido. En un momento dado, En los momentos oscuros de mi Soledad viene la juerga padre, el más Infinito Más Allá, la reliquia el libre albedrío. -Richie punk- Read more ... |
Cartelito ilustrativo sobre el Plan Pandemia (3ª Parte) Posted: 29 Sep 2020 05:31 AM PDT |
12 - 18 Octubre. Semana Internacional contra los Salarios Impagados Posted: 29 Sep 2020 05:14 AM PDT En diciembre de 2019, la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en su Congreso en Melbourne, Australia, decidió promover una Semana Internacional contra los Salarios Impagados. Sus Secciones acordaron llevar a cabo actividades durante la tercera semana de octubre para llamar la atención sobre el fenómeno generalizado de los salarios impagados y las herramientas que tenemos para combatirlo. Y es que si los trabajadores y las trabajadoras vamos a trabajar es para que se nos pague, no para enriquecer voluntariamente a los empresarios. Desafortunadamente, vivimos en una sociedad donde tenemos que trabajar para ganar un sueldo para sobrevivir. Necesitamos dinero para comida, vivienda, educación, salud, etc. Muy a menudo, los salarios que ganamos son insuficientes para cubrir nuestras necesidades esenciales. Por lo tanto, cuando no se nos paga por nuestro trabajo las consecuencias pueden ser dramáticas para nosotros y las personas que dependen de nosotros. Durante esta semana internacional queremos recordar que los trabajadores y las trabajadoras tenemos nuestras propias armas para defendernos de los empresarios. Es muy habitual que la gente solo confíe en los tribunales para resolver los conflictos laborales. Las leyes difieren de un país a otro y, aunque es importante conocerlas, no podemos confiar en ellas. A menudo, no son suficientes para protegernos. Imagina que trabajas sin contrato, ¿como demuestras que has trabajado para alguien y te tiene que pagar? Y si no tienes contrato y te despiden, ¿como exiges la indemnización y la prestación por desempleo si es que la ley te reconoce este derecho? Y cuando te obligan a hacer horas extras y no las pagan, ¿a caso esto no es trabajar gratis? Y si en tu contrato pone que trabajas de peón pero en realidad eres un experto operarios de maquinaria con alta cualificación ¿se te está pagando lo que exige el convenio colectivo, si es que existe? Y si eres una mujer que cobra menos que un hombre que hace el mismo trabajo ¿no es eso un impago parcial del salario? Y si estás acabando tus estudios universitarios y estás trabajando como becario por un sueldo muy bajo porque en teoría estás aprendiendo pero en realidad haces el mismo trabajo que cualquier otro compañero con más experiencia, ¿no te están engañando? Y si te pones enfermo y no tienes derecho a una paga por enfermedad, ¿es culpa tuya? ¿no no necesitas el dinero? Y si te despiden cada año en junio y te contratan de nuevo en septiembre ¿quien te paga a ti las vacaciones? Y si solo encuentras trabajos temporales una semana cada 2 meses, ¿a caso tus hijos no comen cada día? Y es que la ley no está hecha para protegernos, sino para ponerle las cosas fáciles a los empresarios. Ellos son los verdaderos promotores de las leyes, no los diputados de los parlamentos. Es por eso que nosotros no luchamos por lo que es legal sino por nuestros intereses. Y lo hacemos enfrentándonos directamente con quien nos ataca y nos trata como personas sin derechos. Porque aún que la ley a veces nos dé la razón, la mayoría de veces no exigimos que se respeten nuestros derechos porque nos sentimos solas y tenemos miedo de perderlo todo. Nos sentimos solos porque los Estados, con la ayuda de sindicatos controlados por partidos políticos, han logrado que los trabajadores y las trabajadoras no confiemos en la auto-organización y en la solidaridad para defendernos. Los empresarios prefieren que los conflictos laborales se solucionen negociando con representantes profesionales de los trabajadores porque saben que a los representantes se les puede comprar pero es imposible comprar a un grupo de trabajadoras y trabajadores que deciden en sus propias reuniones como luchar contra el patrón. Si queremos defender nuestros intereses debemos socializar la lucha para que toda la comunidad sepa que problemas sufrimos y así podamos desarrollar un sentimiento de solidaridad al darnos cuenta que nuestros problemas son los mismos problemas de nuestros vecinos. Los empresarios tienen que ver que cuando dejan de pagar a un trabajador o una trabajadora no se enfrentan a un individuo aislado, sino que se enfrentan a una comunidad solidaria dispuesta usar sus propias armas. No podemos confiar en el diálogo con los empresarios para defendernos. Pues no debemos olvidar que a los empresarios solo les importa el dinero y la forma de luchar contra ellos es hacerles perder beneficios. ¿Y como le hacemos perder dinero a un empresario? Dejando de trabajar para él, dejando de comprar lo que vende y destruyendo físicamente la infraestructura que les permite producir y vender. En otras palabras: huelga, boicot y sabotaje. Estas son nuestras armas. Pero no nos engañemos, no luchamos un "salario justo", porque el sistema salarial se basa en la explotación y la obtención de beneficios. Los empresarios te contratan porqué te necesitan para ganar dinero y siempre van a pagarte una pequeña parte de todo el dinero que tu trabajo les ha hecho ganar. La lucha diaria contra los salarios impagados es una respuesta directa a un problema inmediato. Aunque la consideramos una lucha defensiva, al mismo tiempo forma parte de nuestra lucha a largo plazo por un cambio profundo en la sociedad para impedir que unos vivan del trabajo de los otros. Y a este cambio radical de la sociedad le llamamos revolución social. El mundo en el que vivimos está lleno de sufrimiento causado por las desigualdades sociales, económicas, raciales y de género. La economía capitalista está causando una crisis climática que está destruyendo el planeta. Esta es la realidad para miles de millones. Sin embargo, el problema no son un puñado de individuos codiciosos o malvados. Por un lado, el problema es una economía basa de en los beneficios, y no en las necesidades de las comunidades: el capitalismo. Por otro lado, el problema son las jerarquías de todos los niveles de la vida social las que nos dividen artificialmente y son fuente de desigualdad y opresión. Y no debemos olvidar que el estado siempre ha sido un fiel aliado del capitalismo y que nunca será un instrumento para la justicia social, aún que algunos socialistas crean que el estado nos traerá la igualdad y la libertad. Si queremos un mundo diferente, tenemos que construir una nueva sociedad y una nueva economía centrada en las necesidades de las personas y no en las necesidades del capital. Y para vivir vidas felices y dignas y desarrollar nuestras capacidades, no necesitamos ni capitalismo ni estado. Así es como lo vemos. Si lo ves de la misma manera, ponte en contacto con el grupo de la AIT más cercano. Construyamos algo juntas. La lucha contra los salarios impagados es sólo una de las muchas en las que participamos y ganamos gracias a la acción directa, la solidaridad y el apoyo mutuo. El Secretariado Internacional. Read more ... |
Posted: 26 Sep 2020 11:27 AM PDT 'Liberal' es el sustantivo usado como eufemismo de 'Capitalismo' y que sirve para enmascarar la palabra 'Explotación'. Desde que el liberalismo/capitalismo se abrazó a la desigualdad como justificación del acceso preferente a los recursos, desde que el liberalismo justifica la desigualdad, se desligó de cualquier atisbo de lo que podría considerarse libertar para convertirse en Inequidad y exclusión. No hay libertad en la explotación del hombre. No hay libertad en la explotación de la naturaleza. Solo muerte y privilegio. El liberalismo es la inequidad, solo una bella máscara literaria de una terrible maldición que cae sobre la humanidad y el mundo. Liberalismo es explotación, parasitismo, constricción, represión, inequidad, predación como estamos viendo. Capitalismo. Muerte a los Liberales, Muerte a los Capitalistas. Read more ... |
La Agroecología y sus criterios Posted: 25 Sep 2020 05:53 AM PDT
1.-LA AGROECOLOGÍA ES SOCIAL1 Y MORAL2. La agroecología es algo integral y alberga valores medioambientales tanto como sociales y morales. Esto lo diferencia de la agricultura ecológica de sello, que no suele salirse de lo estrictamente medioambiental y acostumbra a guiarse, cada vez más, por las ansias de riqueza al ser absorbida por los grandes monopolios o transformarse en uno de ellos. La agroecología, en cambio, tiene un enfoque integral y múltiple anclado en lo local y comarcal. Para nosotros un criterio esencial que debe seguir lo agroecológico es el combate por la libertad. La soberanía alimentaria que busca la agroecología no puede existir si no hay soberanía política. Esto es una obviedad pero a pesar de ello, la mayor parte de las propuestas van en la dirección de ignorar la cuestión de la soberanía política y entregarle más responsabilidad y poder a los organismos del Estado, lo que significa menos soberanía política. Podemos afirmar, por lo tanto, que las propuestas que buscan la soberanía alimentaria a través del reforzamiento del poder del Estado son nefastas. La estatalización es consustancial al propósito permanente de institucionalizar la autoorganización popular y en consecuencia a su destrucción. El Estado aspira, si así lo estima útil para su legitimidad, a integrar a la agroecología en su seno. Además tiene a todo un sector del izquierdismo jaleándole para que lo haga. Esto no ayuda a la agroecología en nada, sólo supone una imposición destructora de obstáculos. La estatalización desarticula, descoyunta, desvitaliza la agroecología, cuando no la instrumentaliza. La perniciosa voluntad de poder es inherente al Estado; de modo que éste es incompatible con la soberanía política. Por consiguiente, podemos asegurar que las ansias de poder del Leviatán son antitéticas con la soberanía alimentaria. Es absurdo, incongruente, ilógico, incomprensible y disparatado buscar más Estado o un Estado fuerte a la vez que se lucha por el florecimiento de la agroecología. Las tesis del izquierdismo que idolatran al Estado son, hoy por hoy, incompatibles con el crecimiento cualitativo y cuantitativo de la agroecología. Se demuestra una muy poca imaginación proponiendo como solución a los problemas del campo más dinero, más leyes, más normas, más regulaciones, más Estado, más funcionarios, más impuestos, más dependencia y, al fin y al cabo, más sumisión y esclavitud. Dinero, dinero y más dinero, ese es el mantra repetido para acabar con los problemas del campo, cuando es público y notorio el potentísimo efecto corruptor del dinero. La libertad ni se menciona, ni se les ocurre siquiera a los que reflexionan sobre estos temas. La democracia, la autonomía o la regeneración comunitaria ni la contemplan ni la valoran. Queremos dejar claro que aquí no hablamos del concepto de libertad del liberalismo centrado exclusivamente en la libertad negativa para enriquecerse, explotar a otro, contaminar, destruir, mandar o acumular propiedades sin fin. Tampoco hablamos aquí del concepto de libertad del marxismo que la ve como un lujo burgués o la mira sólo desde el punto de vista fisiológico concibiendo al ser humano como únicamente un estómago con patas. Aquí entendemos la libertad como autogobierno por asambleas y ausencia de ente estatal; como inexistencia del régimen salarial; como la incompatibilidad entre libertad y concentración de la propiedad y la riqueza; como capacidad para obrar consecuencia de la autoconstrucción de la persona; como la libertad natura y sus límites establecidos por la moral, la convivencia, el amor y la verdad; como la libertad individual; como la libertad de acción y libertad de conciencia; como necesidad primaria del ser humano; como libertad social y esfuerzo por la libertad.3 El mayor inconveniente que nos encontramos actualmente para el buen desarrollo de la agroecología es la falta dramática de libertad. Hoy existen una infinidad de normativas realizadas única y exclusivamente contra lo pequeño, lo casero, lo familiar. No hay libertad económica, no hay libertad de industria. Un intervencionismo institucional creciente, múltiple y cada día más detallista y riguroso ahoga e impide a los microproyectos productivos empezar o levantar cabeza. A pesar de ello sabemos que con ayuda mutua, con ingenio, con creatividad, con inteligencia, con esfuerzo y resistiendo al dolor podemos implementar procedimientos para combatir esta situación. Por otro lado, es inequívoco que la agroecología no es la agricultura ecológica industrial de sello. Ésta empezó siendo algo del pueblo pero fue fagocitada por el Estado con la aplicación del Reglamento de la UE de 1991; y con ella todas las actividades sociales antes autónomas. Toda agricultura industrial de gran escala, como hoy es parte de la ecológica de sello, es monocultivo, erosión, pérdida de soberanía alimentaria, plagas, cáncer, contaminación, capitalismo rampante y esclavitud. Cuando hablamos de industria nos referimos a la gran industria y no a la pequeña industria familiar, cooperativista o artesanal que defendemos como una necesidad y de la que somos parte los que aquí escribimos. La agroecología tiene como pilar maestro la artesanía o pequeña industria y no debe salirse de la escala humana, lo comarcal, lo local, lo pequeño, lo familiar, lo cooperativo4. Otro rasgo que debe dar contenido a la agroecología es su completa emancipación de los costes ocultos, daños colaterales o externalidades terribles que deja la gran industria para el mañana5. El asunto de los costes ocultos o daños colaterales es crucial para entender la diferencia entre un modelo de producción y otro. Si a la agroindustria se la contabilizara los gastos de compensación de los daños que genera resultaría ser absolutamente inviable.6 La cacareada productividad y rentabilidad de esta forma de agricultura es una mentira y un suicidio que se apoya en la conquista permanente de tierras que se calculan que en 30 años se agotarán en Australia, Siberia, Brasil, etc. Pensar que se puede vivir fuera de “la vida”, es una ficción. En cambio, una agricultura/ganadería integrada en el ciclo de la naturaleza, es un reservorio económico para el futuro. Por otra parte, si los costes ocultos del agronegocio no los pagásemos entre todos a través de, por un lado: nuestra libertad, nuestra salud, la de la tierra, el aire y el agua común; y por otro lado: la explotación fiscal a la que nos somete el Estado; el agronegocio sería completamente inviable. La agroindustria es una enorme chapuza ultradestructiva y absolutamente despilfarradora que sin el apoyo constante, la intervención y la colaboración directa del Estado se derrumbaría en pocas horas. Poco o nada puede hacer sin las andaderas del Estado. Un anticapitalismo pro-estatal es un engaño; de la misma manera que un capitalismo anti-estatal es una ficción. Sin la artimaña de que sea el Estado el que financie la parte más notable de los costes de producción e inversión, la agroindustria nunca hubiera sido capaz de haber sustituido al sistema artesanal, ni a la economía casera, comunal y comarcal de nuestra (¿extinta?) ruralidad; pues ésta última es (era) más eficaz si se parte de un cálculo económico integral. Otra mentira gorda, gorda, gorda es que la agroindustria desplazó “libremente en el mercado”7 a las formas anteriores de elaboración de bienes.8 Todo esto es fácilmente observable si se atiende al historial de leyes, normas, prohibiciones y requerimientos emitidos por el Estado que han ido limitando e impidiendo de facto la producción artesanal hasta asfixiarla9. Como ya hemos dicho, la supuesta productividad industrial es un engaño. Lo que no es sostenible ni viable a largo plazo no puede ser productivo más que a corto plazo. La maquinización y la tecnologización, a partir de un límite, no eleva la eficacia y los rendimientos sino que dispara los costes de mantenimiento e inversión, que no dejan de ser costes de producción. La producción de la gran industria monopolista provoca perdida de calidad de los productos, además de que los banaliza y uniformiza. Esta producción es muy vulnerable frente a las crisis, siendo incapaz de adaptarse a las circunstancias particulares o autóctonas del lugar. El Estado promueve la producción de la gran industria por cuatro motivos: 1/ Para abastecer a una sociedad concentrada y urbana, moderna e improductiva y muy especializada. 2/ Por la fiscalización del negocio. El capitalismo es una flor de invernadero del Estado. Cuanto más grande y poderosa es esta flor más grande y poderoso es el Estado. El Estado creó al capitalismo para ser más fuerte y poderoso. El capitalismo es servidor del Estado pero el Estado no es servidor de nadie. 3/ Para cubrir las necesidades de los ejércitos. Necesidades de abastecimiento rápido y masivo; necesidad de abaratamiento de costes, por ejemplo, al promover el consumo civil de ciertos materiales, productos o tecnologías; para impulsar la investigación; así como de infraestructuras que se quedan creadas para reorientar la producción en caso de una situación bélica.10 4/ Para bajar la calidad media del sujeto y así poder tener cierta gobernabilidad. Se necesita que la gran industria expulse y destruya a la pequeña; porque la pequeña hace aumentar la calidad de la persona y esto es peligrosísimo para el sistema establecido. El Estado busca sujetos dóciles y sumisos; y todas sus políticas van encaminadas a este objetivo. En la “modernización” de los sistemas agrarios, además de volverlos mas complejos y maquinizados, requieren de: -Cantidades ingentes de funcionarios y técnicos dedicados a la gestión, las subvenciones, las normativas, etc. -Masas de entidades gestoras y personal dedicado a asesorar, tramitar, rellenar y elaborar las megatoneladas de informes, estudios, permisos, solicitudes, memorias, peticiones y papeleo inmundo que impone el Estado para hacer legal la actividad y que todo vaya sobre ruedas, sus ruedas. Todo esta descomunal demencia recae directamente en el productor. -Un control desacerbado del sector primario que produce una burocratización/ estatalización del sistema que, sobre todo, hace aumentar la jornada laboral y destruye al pequeño productor artesanal al obstaculizarle o prohibírsele de facto la actividad. -Entrar en un circuito comercial donde las normas las ponen todos menos el productor, y donde hay que invertir una parte enorme del dinero que se tenga en el salvaje mundo de la distribución y la venta. Toda esta cadena encarece los productos porque, básicamente, se mantiene a una “casta” innumerable, infinita, inmensa de personas improductivas. Como consecuencia el mundo rural se vuelve cada vez más urbano bajo la dictadura total de ingenieros y técnicos pagados por el Estado. Un lugar donde lo que piensen o digan los vecinos o los pequeños productores cuenta cero. 2.-SOBERANÍA Y LIBERTAD No nos podemos rendir y por lo tanto hemos de pelear por una alternativa a la agroindustria. Para ello tenemos que luchar por conquistar y aumentar la libertad. Esto es impepinable. Se debe dejar claro que es el Estado el principal obstáculo para construir alternativas. El Estado justifica su opresión con argumentos sanitarios, securitarios, medioambientales o conservacionistas. Esto permite a las administraciones engañar a los urbanitas y conseguir su voto, haciéndoles creer que este despotismo sobre el campo se hace por el bien de la humanidad, de los animales y del medio ambiente. Pero lo cierto es que una maraña de leyes se cierne sobre el productor que quiera comenzar y un ejército de funcionarios le impedirán prosperar. Por ejemplo, la Red Natura 2000 que ocupa aproximadamente un 30% del territorio del estado posee una legislación de excepción que dificulta absolutamente la creación de alternativas productivas a la agroindustria, fomentándola y beneficiándola de por lo tanto. Sí, se ha leído bien, lo volvemos a decir alto y claro: la Red Natura 2000 fomenta y beneficia a la agroindustria, al agrobusiness y todo lo que conlleva. Además, “la protección” aplasta lugares tradicionalemente antropizados, para nada príscinos11, como venden en sus campañas publicitarias. Estos lugares, en su gran mayoría, eran tradicionalmente comunales12. Hoy son convertidos en tierras de “uso público” gestionados por entidades gubernamentales (al servicio, en última instancia, del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino). En estos espacios “públicos” ni que decir tiene que los vecinos no tienen ni voz ni voto. Esta Red, que más que una red es una cadena, termina echando a los campesinos de sus tierras, arrojándolos a las ciudades. Podemos decir que la Red Natura 2000 es un nuevo expolio similar a la desamortización de Madoz. Parques Nacionales, Naturales, Reservas, LICs… estatalizan más aún si cabe el territorio, privatizándolo de facto, pues el Estado es un propietario más, el más despótico de todos. Sólo los mussolinianos de corazón pueden afirmar que el Estado somos todos. Este conservacionismo es etnocida, dictatorial y ecocida. 3-.LAS SUBVENCIONES Y LA PAC, UN LOBO CON PIEL DE CORDERO. Que la agroecología tenga como criterio esencial la lucha por la libertad implica, sí o sí, una oposición frontal a la Política Agraria Comunitaria (la PAC). La PAC en sus 34 años que lleva activa en el estado español, no ha hecho más que destruir a los pequeños agricultores y al pastoreo extensivo. Su labor ha sido fomentar la agroindustria y el agronegocio, contaminando, desertificando, despoblando y exterminando la cultura agraria. Los hechos están ahí para el que lo quiera observar en vez de escuchar la propaganda oficialista y gubernamental. La PAC ha sido la estocada definitiva del proyecto etnocida que ha realizado el Estado español sobre los pueblos peninsulares. La PAC ha disciplinado, monetarizado y esclavizado el campo como nunca antes. En el mundo rural unos y otros están de ordinario subordinados al Gobierno por fórmulas de subvenciones financieras que han aletargado su iniciativa y aniquilado su independencia a cambio de una vida cómoda y sin ambiciones. El Estado necesita untar un poco a todo el mundo para que todo fluya. Este arte de gobernar y dominar integrando a la gente a través de las subvenciones, sinecuras y prebendas es viejo, muy viejo. En la actualidad el Estado está logrando rotundas victorias políticas, ideológicas y mediáticas con un manejo muy astuto del dinero, que reparte con generosidad para lograr el asentimiento mental, la degradación moral y la docilidad política. La PAC ha venido a reforzar al Estado como nunca antes y a empantanar y a destruir definitivamente lo que queda de ruralidad. El régimen de subvenciones y “ayudas” es un modo de envenenar la conciencia popular y destruir toda la oposición política que no sea meramente nominal valiéndose del dinero. Las subvenciones demuelen las buenas relaciones entre las personas. Al encargarse el Estado de satisfacer las necesidades de las personas, se desincentivan las relaciones de afecto y ayuda mutua que dejan de hacerse colectivamente por servicio mutuo; lo que tiene como consecuencia una pérdida de auto-respeto. La PAC promueve, por lo tanto, la soledad (que está en la raíz de la actual epidemia de depresiones). Genera más abulia, más tristeza. Por ejemplo, son los ganaderos franceses los que tienen la tasa de suicidios más elevada de todos los colectivos profesionales. No es casual que se haya disparado en toda Europa la tenencia de mascotas; el consumo de drogas; de antidepresivos; de psicofármacos; de sedantes; de somníferos; de analgésicos; o de ansiolíticos. Cuanto mayor es el dinero que maneja el Estado más grande es la red clientelar que despliega en torno suyo. El clientelismo político que genera la Política Agraria Comunitaria (PAC) en lo que queda de sociedad rural es asombroso. Con el clientelismo se compran votos, se soborna a la gente, se avivan las ansias bajas, se compran voluntades, fidelidades, mentes y corazones. Se nos convierte en verdaderos prostitutos. Una de las grandes propuestas del izquierdismo (ala radical del socialismo de Estado)13 es crear una Renta Básica Agraria en la que el Estado español desarrolle todavía más el poder de disciplinamiento, de encuadramiento intenso, de chantaje efectivo, de dirigencia férrea o de eficaz monopolio de las decisiones u opiniones. Esto es una propuesta para hacer que el Estado sea un poco más liberticida aún si cabe. Que todos dependamos de él. La agroecología debe oponerse a esto, debe oponerse a un Estado todopoderoso. A la gente del campo ibérico que queda se la quiere hacer como a los indios americanos, los inuits canadienses o los samis suecos, darles una renta y que, hundidos en el alcohol, la depresión y el desarraigo terminen de extinguirse de una vez sin levantar mucho polvo o hacer mucho ruido. Quien paga manda y quien manda tiende a enviciarse con esta labor. Quien obedece y es “protegido” se acostumbra cómodamente a ello con rapidez y se sumerge cada vez más en el hábito del servilismo. El servilismo es uno de los procesos más graves de deshumanización. La actitud servil frente al poder es un abono idóneo para tiranías de todo tipo. La dependencia con el Estado termina llevando al olvido de la dignidad y a que se recrudezca las diferentes formas de esclavitud. La PAC ha contribuido a ir creando lo que los sociólogos llaman una “sociedad granja”, donde las personas son tratadas sólo desde sus aspectos somáticos, fisiológicos, es decir, como ganado o como “animal laborans”. Con todo mi respeto y cariño hacia el ganado, no somos ganado. Tenemos otras necesidades aparte de las estrictamente materiales, y una es la libertad. Libertad política, civil y de conciencia, justo lo que un Estado, cada vez más poderoso, niega. Sin libertad se desata el desamor; y las capacidades del ser humano al no usarse, se atrofian. Además, lo que se da, sino hay libertad, se puede quitar. Cuanto más intervenga el Estado en darnos cosas, en más necesario se convierte. La espiral creciente de dependencia que se genera con el Estado no puede tener ningún final bueno. La sociedad granja del Estado dadivoso y asistencial debilita la comunidad, la familia, la amistad y todo tipo de vínculo interpersonal. La atomización social que genera refuerza el vínculo persona-Estado y degrada el vínculo persona-persona. Con pagar mis impuestos puedo desentenderme moralmente de los demás pues el Estado se encarga. En esta situación la envidia y el odio campa a sus anchas y la omnipresencia del Estado se hace extremadamente agobiante y lesiva. La degradación ética es el resultado de esta omnipresencia. La PAC promueve una paz social de cementerio completamente inmoral pues este estatus quo es injusto y opresivo; y necesita una contestación rotunda. La PAC otorga una pátina de legitimidad a la explotación fiscal y abre la puerta a su recrudecimiento. Es incuestionable que siempre hay algún colectivo de trabajadores que soporta sobre sus espaldas el peso del expolio fiscal. Nunca son los ricos ni nunca lo serán, no nos engañemos más. Pedir más Estado es pedir más explotación de los trabajadores. Sostener la PAC lleva a que el pueblo se vea sometido a un mayor sobretrabajo y sobreesfuerzo del que ya padecen y que va incrementándose año tras año. Los alimentos no sólo se pagan cuando uno pasa por la caja en la tienda sino que se pagan también con todos los innumerables impuestos que se pagan, desde el IVA a las cuotas obligatorias que representan un expolio de nada menos que unos 8.000/10.000 euros al año de media por trabajador. Pagar a los ejércitos de funcionarios que gestionan la PAC es cada día más oneroso y sólo juegan un papel puramente parasitario. La PAC, al igual que la sanidad universal, entra dentro de lo que los economistas llaman “costes de legitimidad del Estado”; y los militares llaman control del “frente interior”. La PAC desde la óptica militar es un pilar fundamental pues debe buscarse a toda costa una simpatía mínima por parte de la población hacia la policía y el ejército, hacia las instituciones, pues de lo contrario en los momentos críticos no se consigue una eficacia suficiente en frenar la movilización social y se puede perder terreno frente a otros Estados o venirse todo el tinglado abajo. La PAC no sólo genera legitimidad sino que provoca movimiento de dinero y estímulo del capitalismo que es la flor de invernadero que con tanto ahínco cuida y riega el Estado porque de ella se alimenta. Nadie se atrevería a decir que la PAC no estimula el capitalismo a lo grande. Sin negocios crecientes no hay impuestos crecientes. De esto es fácil deducir que el anticapitalismo pro-estatal es falso, como ya hemos dicho. El anticapitalismo verdadero sólo puede ser antiestatal y esto es una obviedad; se pongan como se pongan los que sueñan con un Estado contrario a su esencia y a su naturaleza. El Estado es un parásito terrible que crece y crece hasta que mata a su huésped o lo deja destrozado, véase todos los ejemplos históricos de esto hasta la fecha: son inumerables. La PAC también se alimenta de una idea limosnera que desde lo ajeno aflora cierto sentimiento de culpa al ver la ruralidad agonizando. Son migajas, limosnas que nos lanzan para tratar de ocultar una histórica realidad de hegemonía y explotación de los sistemas urbanos sobre los sistemas productivos del sector primario. Dominio organizado con numerosos mecanismos. Uno de ellos es el control de precios a la baja de lo producido en el campo que realiza el poder urbano a través de la PAC. Se necesita un “pienso” producido de bajo coste para las masas urbanas. Un pienso que mantenga la paz social y el estatus quo. Un pienso cada día más tóxico, monótono, insípido y pobre. Otro efecto que produce la PAC en la sociedad es el siguiente: cualquiera que estudie un poco nuestro movimiento obrero descubrirá que se ha rechazado histórica y firmemente el llamado amarillismo sindical, esto es, sindicatos subvencionados por el Estado llenos de liberados que se acostumbran malsanamente a vivir a costa del trabajo ajeno y a mandar sin limites. Nuestros abuelos sabían, y así lo escribían y denunciaban sin parar a finales del XIX y en la primera mitad del XX (hasta que fueron asesinados en masa, encarcelados o enviados al exilio tras la guerra) que las subvenciones eran una forma de domesticar. Es obvio cómo estas “ayudas” producen una pérdida clarísima de combatividad y encauzan las luchas hacia la obediencia. El amarillismo sindical ha sido hasta los años 1979 algo ajeno a nuestra cultura obrera y campesina. La PAC es algo ajeno a nuestra cosmovisión profunda centrada en el amor a la libertad. La PAC es maquivelismo orientado a dominar y destruir la ruralidad. Es ilustrativo reflexionar un momento sobre el subsidio a los trabajadores agrarios eventuales (conocido como PER, PFEA o AEPSA), que por cada cuarenta días o dos meses trabajados (según el lugar) el Estado te paga doce meses un subsidio en los que tienes prohibido compatibilizarlo con otro trabajo. Lejísimos de mi intención es defender o exaltar aquí el trabajo asalariado, el latifundismo o el agrobussines que para sus fabulosos negocios, necesita como agua de mayo una cantidad de mano de obra ingente en momentos muy puntuales marcados por los ciclos agrícolas. Este tipo de capitalismo agrario tan sostenido por el Estado ayuda a que los perceptores del PER sean líderes en horas de consumo televisivo (seis horas de media por persona y día), en obesidad, en tabaquismo, en diabetes, en violencia intrafamiliar, en aculturación, en depresión, en pérdida de autoestima, desarraigo y auto-odio. No digo que el causante directo de todo esto sea solamente el PER, pues tenemos libre albedrío, voluntad y somos seres dotados de responsabilidad, sino que es un ambiente idóneo para que la población se degrade física y moralmente. Por otro lado, el dinero en manos del Estado es como ordeñar con una cántara agujereada, al llegar a casa queda muy poco de lo recogido. El aparato burocrático y financiero se chupa una cantidad enorme de dinero y lo que finalmente llega al pueblo es menos de un 30% de lo que se le quita por la fuerza. Su elefantiasis esclerótica es todo menos eficiente y justa. El Estado sólo ha demostrado ser eficientísimo en dos cosas: la propaganda y el control policial. El apoyo social que recibe la Política Agraria Comunitaria o “por otra PAC14” implica que la situación en la que quedan los que deciden producir alimentos fuera del régimen de subsidios de la PAC sea una situación cada día más difícil puesto que se encuentra con un mercado de precios artificialmente bajos y se ven condenados a que sus proyectos sean inviables por que no se cubren los costes de producción y sus necesidades humanas. Los agricultores o ganaderos que no se someten al Estado quedan a merced del dumping15, así como los pueblos extranjeros que reciben las exportaciones subvencionadas. Recordemos que en el caso de la ganadería, por poner un ejemplo, lo pequeño queda completamente fuera de la PAC (aunque insistimos la solución no sería subvencionar a estos pequeños con ¡otra PAC diferente!). ¡Queremos vivir de nuestro trabajo no de las subvenciones! Estamos entrando en una crisis social enorme y el Estado se va a ver cada día más en dificultades para seguir financiando las subvenciones en general. La crisis del Estado de Bienestar y la incapacidad de financiarlo a largo plazo es una realidad. Para generar una economía resiliente a la crisis necesitamos una capacidad productiva libre de subvenciones. Por lo tanto la autoorganización, las redes de apoyo, la regeneración de la comunidad y la puesta en el centro de la mejora de los vínculos interpersonales es una necesidad acuciante. Pedro Montserrat Recoder (1918-2017), botánico y ecólogo que siempre estudió y defendió el pastoreo y en concreto a los pastores del Pirineo, dejó escrito que “no queda otro camino que la lucha por el pastoreo, si deseamos revitalizar nuestro Pirineo, evitando las subvenciones que tanto condicionan, que tanto esclavizan”.16 Lo que aquí quieremos transmitir sobre la PAC es lo que condensan las palabras de uno de los últimos pastores de los Picos de Europa llamado Nel Cañedo que se niega voluntariamente a recibir subvenciones del Estado: “mi madre no parió un esclavo”.17 4.-LA LIBERTAD POLÍTICA La libertad política significa, entre otras cosas, que la normativa es realizada por la gente al servicio de la gente y no una normativa hecha por el Estado al servicio del Estado y su hijastro el Capital. La soberanía política, cimiento necesario e ineludible de la soberanía alimentaria, significa, en otras palabras, libertad política. ¿Que debe reivindicar la agroecología pues? ¿A que debe aspirar? Al autogobierno por asambleas, donde éstas sean completamente soberanas. La libertad política, fundamento de la soberanía alimentaria, exige una descentralización completa de la toma de decisiones. La libertad es, a su vez, incompatible con la concentración de la propiedad y la riqueza. Por lo tanto, la agroecología debe posicionarse a favor de la recuperación de los concejos abiertos con plena soberanía, así como con la defensa y la recuperación de los comunales. La agroecología debe emanciparse de la visión marxista y liberal de nuestra historia que observa nuestra ruralidad popular y tradicional solamente desde criterios economicistas, ignorando casi todo de la realidad acontecida. La parte del león de nuestros comunales fueron expropiados por el Estado a partir de 1855 por la Desamortización de Madoz. Duró hasta 1926 y fue el mayor desastre ecológico y social acaecido en nuestra ruralidad. Trajo pobreza/proletarización, despoblación, deforestación masiva, erosión, extinción masiva de especies silvestres y una concentración de propiedad en pocas manos con un incremento desmedido del poder del Estado y el Capital. Estos montes, tierras y bienes deben volver a ser propiedad del común de los vecinos y esto debe ser un criterio de la agroecología actual. La agroecología debe, a su vez, posicionarse activamente a favor de la recuperación de la comunidad popular, vecinal y comarcal para que ésta vaya asumiendo el poder autónomo de creación de normas, leyes y reglamentos al servicio de los vecinos y no al servicio de la razón de Estado y su agrobussines. La agroecología debe oponerse a la concepción de la sociedad que dejó por escrito Benito Mussolini, fundador del fascismo: “Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”18. El que el Estado sea el todo en el campo es un parámetro en el que no sólo se mueve el fascismo sino también los partidos políticos de izquierdas en bloque. ¿Acaso no busca la izquierda lo mismo que expresa Mussolini en la frase de arriba? El concepto de Estado social es propio del bagaje cultural político alemán. Fue forjado por los funcionarios del canciller Bismarck para desarticular la autoorganización obrera alemana y sustituirla por un asistencialismo organizado desde arriba. Bismarck, generalísimo del Ejército alemán, buscaba dominar lo que se llama en polemología el frente interior, es decir conseguir que las clases populares se sintieran identificadas con las élites, las obedecieran y fueran a morir sumisamente por ellas. El nacionalsocialismo alemán terminó de popularizar el concepto de Estado social haciéndolo suyo. A pesar de ser un concepto nazi, hoy es usado profusamente por la extrema izquierda más radical, que busca al fin y al cabo, lo mismo que los nacionalsocialismo: un Estado todopoderoso. Por esto y por mucho más la agroecología debe oponerse al reforzamiento, la omnipresencia y la intromisión del Estado en más y más ámbitos de la vida. La agroecología debe posicionarse contra este fascismo, tanto de derechas como de izquierdas. El argumento sanitario, medioambiental o securitario es usado sin contención y sin descanso -por la izquierda en particular- para regular, desde las sedes de los gobiernos y sus despachos delegados, la vida de las gentes que aún hoy trabajan y viven en la ruralidad. Esto provoca una falta de libertad hiperdestructiva en todos los niveles. Este hacer “bienintencionado” es generador nato de despoblación, abandono, desidia, depresión y muerte. Las políticas orientadas a una mayor estatalización sólo producen una mayor fascistización. El jurista Santiago Araúz de Robles en su imprescindible libro “Los desiertos de la cultura, una crisis agraria” dice sobre las investigaciones que hizo sobre la ruralidad de la Comunidad de Villa y Tierra de Molina de Aragón, en 1979. “La entrada del Estado en la sociedad rural cual enfermedad letal, tiene una gran importancia para comprender el por qué del despoblamiento del medio rural. Es algo más que el enfrentamiento de un sector económico con otro, del sector rural con los sectores industrial y de servicios: es, de alguna manera, la abdicación forzada de la sociedad ante el Estado.” […] “Hablando con un vecino me dijo que el régimen de concejo abierto daba a cada vecino una sensación de protagonismo que él equiparaba a una sensación de felicidad… La felicidad sólo es posible cuando se tiene la impresión, cuanto más real, mejor, de que la vida que se vive es hechura propia y no imposición ajena. Dicho de otra manera, cuando se participa realmente o se puede participar en la configuración de esa circunstancia social que luego va a constituir el ámbito en que se mueve el propio yo. No es que sea condición suficiente, pero sí es condición inexcusable… No es retórica afirmar que cuando los pueblos dejaron de autogobernarse, porque empezaron a actuar con eficacia los cuerpos de funcionarios del Estado… los supuestos para la felicidad del grupo, las condiciones “políticas” de dicha felicidad desaparecieron en la realidad”. Dice Araúz de Robles, por ejemplo, que la prohibición por parte del Estado de las llamadas “zofras” (acuerdos asamblearios para organizar una fiscalidad en especie basadas en obradas para ejecutar obras o prestar algún servicio de interés general del vecindario) empobrecieron sobremanera la vida rural en todos los sentidos. Habla de que fue la privatización del comunal por parte del Estado y la subida desbocada de impuestos lo que trajo la pobreza a la ruralidad. El sistema asambleario tradicional de nuestra ruralidad se basó en el principio de que sólo la presencia activa, la responsabilidad personal y la intervención directa son democráticas, mientras que la representación no lo es. Nadie es más que nadie y por eso nadie puede ser representado y nadie está en condiciones de representar a nadie. En nuestra ruralidad se entendía que la representación negaba lo esencial de la libertad individual. Democracia y democracia directa eran sinónimos. En cambio la democracia representativa es una forma de dictadura, la dictadura de nuestros días.19 En definitiva, la agroecología debe contribuir a ser libres. No permitamos que la agroecología acabe como las Organizaciones No Gubernamentales que hoy son Organizaciones Sí Gubernamentales. María Bueno González y Enrique Bardají Cruz, cabreros del Pirineo oscense. 23 de Septiembre de 2020. Notas: 1Que repercute beneficiosamente en toda la sociedad. 2Conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas. La moral es voluntaria, a diferencia del derecho que es coactivo. 3“Autoaniquilación. El hundimiento de las sociedades de la última modernidad” Félix R. Mora. 4 Lo cooperativo no debe entenderse como macrocooperativas o grandes corporaciones que actúan como lo peor de las empresas, sino como una apuesta de varias personas por una actividad común dentro de una escala razonable y donde hay autoorganización y democracia entre sus componentes. 5 Aunque cada vez más la realidad exija que se vayan pagando ahora; pues ese mañana ya es hoy. 6 Pongamos un ejemplo claro: si a una tierra la esquilmas, quitándole la fertilidad y los microorganismos naturales -que están integrados en el ciclo natural y se mantienen con prácticas respetuosas-; con el paso de los años vas a tener que invertir cada vez más en “restablecer” la tierra con abonos químicos de síntesis u otros sucedáneos si se quiere hacer posible las cosechas que se plantearon en un principio. En la práctica esas tierras se acaban abandonando porque quedan literalmente muertas. Como muestra de lo dicho tenemos la producción de tomates que se hizo en el sur de la Isla de Gran Canaria y que ahora constituye un triste espectáculo desértico de tierra seca y tóxica. Analizar también la desecación de ¡todo un mar! por el monocultivo de algodón (Mar de Aral); o no olvidar la deforestación masiva de la isla Borneo por el aceite de palma; o la soja argentina que consumen las vacas europeas... 7Ironía del “libre mercado” que es todo menos libre, sólo hay que observar la prohibición genralizada de la venta ambulante o la persecución de la llamada “economía sumergida”. 8“Autoaniquilamiento. El hundimiento de las sociedades de la última modernidad” F. Rodrigo Mora. 9 Pongamos un ejemplo de lo que es considerado en nuestro país un atentado casi terrorista a la Salud Pública, a la Hacienda, a la Seguridad Social, al impuesto municipal, y a otra infinidad de entidades gubernamentales (más de las que uno pueda siquiera imaginar): hacer una tarta en tu casa y venderla en un mercadillo como sucede en algunos países. En este sentido la llamada economía sumergida salva a muchísimas personas de la pobreza, la depresión, los subsidios, la esclavitud... pero es perseguida con un furor policial inaudito. Persecución policial especialmente jaleada por el partido izquierdista Podemos (¡dejemos de ignorar la realidad de una vez!). 10 Un ejemplo fue la promoción civil de los tractores, los pesticidas y los fertilizantes químicos por parte del Estado franquista (el famoso Servicio de Extensión Agraria) para facilitar la fabricación de tanques, bombas (como por ejemplo el nitrato de amonio), y armas químicas. 11El papel del ser humano tenía en estos espacios mucha preponderancia en el mantenimiento del ecosistema. 12El significado estricto de comunal implica que se tiene voz y voto en su gestión. Tienen voz y voto los vecinos del término municipal donde se encuentre ese comunal. 13https://www.elsaltodiario.com/agroecologia/una-revolucion-rural o https://www.elperiodico.com/es/opinion/20160615/una-renta-basica-agraria-5207342 14Por otra PAC es una coalición formada por, entre otros: WWF, Greenpeace, Ecologistas en Acción o Madrid Agroecológico. 15Vender por debajo del precio normal o por debajo del precio de coste destruyendo a la competencia y expulsándolos del mercado. 16“La cultura que hace al paisaje” Pedro Montserrat Recoder. 17 Las andanzas de Nel Cañedo en su lucha contra la legislación aplastante y ecofascista del Parque Nacional y contra sus ejércitos de funcionarios son algo digno de observar en sus múltiples vídeos de youtube. https://www.lne.es/multimedia/videos/asturias/2019-10-30-187458-magistral-discurso-ganadero-youtuber-caedo-sobre-animalismo-mundo-rural.html 18Discurso de la Ascensión, 26 de Mayo de 1927. 19“Investigaciones sobre la II República” F. Rodrigo Mora. Read more ... |
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