Tiempo Argentino
Federico Bernal
Una respuesta a Mr. Benegas Lynch
Esta semana, Víctor Hugo leyó y analizó en su programa de radio fragmentos de una nota publicada días atrás en el diario La Nación. Su autor, el inefable Alberto Benegas Lynch (h). El título de la insólita opinión rezaba así: "La recurrente manía del igualitarismo." Benegas Lynch es el presidente académico de la Fundación Libertad y Progreso, el think tank preferido –junto con FIEL y la Universidad Di Tella– del mitrismo contemporáneo. Y es, fundamentalmente, uno de los mejores exponentes del histórico y tradicional liberalismo oligárquico platense. Primero, ¿por qué platense y no "argentino"? Hugo Biolcati nos responde, en frase textual brindada durante su discurso de inauguración de la 124° exposición de la SRA (julio de 2010): "Hace 200 años discutíamos decisiones fundamentales: ser españoles o ingleses (sic)". El liberalismo oligárquico no se siente argentino, ni ahora ni desde Mayo; tampoco le interesa serlo. Segundo y referido particularmente a la nota en cuestión, desde la mismísima revolución de 1810 que la reacción rechaza las políticas de igualdad (fueron los contrarrevolucionarios de Mayo), pues ello significa redistribución de rentas y riquezas, Estado protagónico y empresario, democracia para el pueblo y por el pueblo. Benegas Lynch no puede desestimarse. Su pensamiento no es anacrónico, es reaccionario; y la reacción, vivita y coleando, está en pleno contraataque.
EL MODELO POLÍTICO DE LA REACCIÓN. Antes de adentrarnos en la nota
de Mr. Lynch, una definición insuperable del modelo semicolonial en
nuestro país. Corresponde a Mariano Grondona, ese hijo dilecto de la
oligarquía doméstica, tal vez la mejor descripción de los pilares de una
Argentina dependiente, atrasada y satélite. "[…] Durante el milagro
argentino (1880-1930), la Argentina fue culturalmente francesa, alemana
en su ejército, inglesa en su Marina, demográficamente española e
italiana, y nuevamente inglesa en su estilo, en el campo y en el
comercio, así como victoriana en sus valores éticos y romana en su
tradición religiosa. Europa en América" (El Poskirchnerismo). ¡De
argentinos un pomo!, pues como él mismo señaló "el sueño de una
Argentina gaucha desafiante [la antagónica a Rivadavia, Mitre y
Sarmiento], intransigentemente fiel a su herencia hispanoamericana, […]
auténtica pero irrealizable, que plasmaría su sublime canto de agonía en
el Martín Fierro" resulta incompatible con el crecimiento, el progreso,
la libertad y la "igualdad" sólo provistas, argumentan ellos, por la
Argentina granero del mundo.
"LA RECURRENTE MANÍA DEL IGUALITARISMO". El texto de Benegas Lynch
es largo, es abrumador por lo insólito y es inconcebible por su
sinceridad y barbarie. Decidimos, por tanto, restringir el análisis a un
par de frases. Primera: "La manía del igualitarismo lleva a los
aparatos estatales a ocuparse de 'redistribuir ingresos'". Acá y como
decíamos al comienzo, lo más doloroso y letal para el menemismo del
siglo XXI. Un Estado protagónico, empresario, popular, que se apropia
del excedente de todos los argentinos para volcarlo mangueras adentro y
redistribuirlo entre todos los argentinos, no puede ser considerado más
que una anomalía a ser extirpada por el medio que sea. Segunda frase:
"La denominada justicia social sólo puede tener dos significados: o se
trata de una grosera redundancia, puesto que la justicia no es vegetal,
mineral o animal, o significa quitarles a unos lo que les pertenece para
entregarlo a quienes no les pertenece, lo cual contradice abiertamente
la definición clásica de 'dar a cada uno lo suyo'". Para quien opina de
las "conquistas sociales" esto que sigue, es totalmente lógico pensar a
la justicia social como una grosera redundancia: "Aquella figura
absurda, devastadora que se ha dado en llamar 'las conquistas
sociales'... arruina a todos los trabajadores. ¿Cuáles son? Por ejemplo,
el salario mínimo; por ejemplo, vacaciones, aguinaldos,
indemnizaciones, salarios por lo que hacemos en la cama a la noche, es
decir, salario familiar, y otras cosas..." (Benegas Lynch en discurso de
marzo de 2011 en la Universidad Francisco Marroquín, Guatemala).
Finalmente, un detalle nada menor omitido por el personaje en estudio.
El presidente académico de la Fundación Libertad y Progreso atiborra su
libelo de nombres y citas de sendos filósofos y economistas ultra
conservadores estadounidenses. Pero olvida lo más importante, puesto que
su escrito fue publicado por Mitre justamente en coincidencia con un
aniversario más que emblemático en EE UU: el de la lucha por la
"igualdad" y la superación de la pobreza con el Estado al frente. Veamos
el pequeño gran detalle omitido por el "académico" "argentino".
"GUERRA CONTRA LA POBREZA". Esta semana se cumplieron exactamente
50 años de la puesta en marcha del mega programa "Guerra contra la
Pobreza" (GcP) en EE UU. Efectivamente, en 1964, el presidente Lyndon B.
Johnson lanzó esta iniciativa que, de no haberse aplicado, la nación
norteamericana sería hoy mil veces más desigual e injusta de lo que es.
La inmensa mayoría de los programas federales vigentes que sacan de la
pobreza a decenas de millones y morigeran (mínimamente, pero morigeran
al fin) la brutal desigualdad social estadounidense, nacieron del
referido programa. Podemos citar en este sentido al Medicare, Medicaid,
Head Start, Pell Grants y a la mayoría de los programas en seguridad
social y asistencia nutricional. Oh casualidad, dichos programas son el
blanco de los republicanos, que ven en el "intervencionismo" estatal y
su "manía del igualitarismo" al principal enemigo de sus intereses y
privilegios. A propósito, una investigación de la Columbia Population
Research Center (Universidad de Columbia) publicada días pasados afirma
que de no haberse ejecutado los "programas gubernamentales de la 'Guerra
contra la Pobreza', la pobreza en vez de situarse en el 16% [actual]
hubiera continuado en el 26%, porcentaje registrado antes del
lanzamiento del GcP".
IGUALDAD SOCIAL Y CUESTIÓN NACIONAL. Benegas Lynch, La Nación y su
Fundación asesora son la expresión del ultra conservadurismo occidental
en la Argentina, voz cantante y local de la negativa corporativista a
pagar los platos rotos de la crisis del terrorismo financiero y
especulador occidental. Son, asimismo, la máxima expresión doméstica de
la lucha contra la igualdad, esto es, contra una democracia real,
nacional y popular en la Argentina. ¿Coincidencia la nota del académico
oligárquico con el 50 aniversario de la "Guerra a la Pobreza" en EE UU?
¿Coincidencia con el debate de fondo en la Argentina, acelerado por la
crisis eléctrica en el segmento de distribución y la posible
reestatización de Edenor y Edesur? La nota de Benegas Lynch, traducida
al inglés y publicada en el Wall Street Journal hubiera ido de
maravillas como complemento de argumentos conservadores en aquel país.
La reacción allí, como acá el menemismo del siglo XXI, quiere ver
finiquitados los programas anti-pobreza, al Estado empresario, al Estado
"igualitario". Pero cerremos volviendo al propio terruño y al inefable
Benegas Lynch en sus agudas reflexiones sobre igualitarismo: "Todos los
seres humanos somos únicos e irrepetibles desde el punto de vista
anatómico, bioquímico y, sobre todo, psicológico [notable deducción]. El
igualitarismo tiende a que se desmorone la división del trabajo y, por
ende, la cooperación social [¿fuentes?]... Por otra parte, el tedio
sería insoportable en una sociedad igualitaria; la misma conversación
con otro sería similar a hablar con el espejo [profundo razonamiento
científico]". ¡Por dios! Sin embargo, esto que Benegas Lynch expectora
de sus atribuladas y limitadísimas neuronas toca la médula del debate de
fondo en la Argentina. La Sociedad Rural, el único y más poderoso
partido político de la reacción (ver en sus sedes dispersas por toda la
geografía nacional, más que locales de ayuda al chacarero, locales
partidarios y de adoctrinamiento oligárquico y antipopular) es la gran
celadora de la desigualdad social a través de la apropiación de la
estratégica renta agraria. No de otra manera puede un grupo tan
insignificante sobrevivir e imponerse a la voluntad de decenas de
millones durante casi dos siglos, no de otra manera puede Benegas Lynch
ser considerado seriamente por alguien (más allá de La Nación, claro
está). «
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