Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- La Relevancia del Anarquismo para la Sociedad Moderna (1977) - Sam Dolgoff
- [Documental] Matadero. Lo que la industria cárnica esconde
- ¡Maldita miseria!
- Dilemas en el laberinto catalán
- [Argentina] Interrumpir el espectáculo
- [Novedad Editorial] Diarios de una Revolución
- [Poema] No tinguem por/ No tengamos miedo
- 1º de mayo de 2018: Contra todas las guerras
Posted: 22 Apr 2018 10:16 AM PDT
Neo-Anarquismo Burgués
Una discusión significativa sobre la relevancia de las ideas anarquistas para las sociedades industrializadas modernas debe primero, por el bien de la claridad, delinear la diferencia entre el “neo-anarquismo” de hoy y el anarquismo clásico de Proudhon, Kropotkin, Malatesta y sus sucesores. Con raras excepciones, uno se pasma con el carácter mediocre y superficial de las ideas expuestas por los escritores modernos sobre el anarquismo. En vez de presentar nuevas comprensiones, hay una repetición de ideas utopistas que el movimiento anarquista hace largo tiempo superó y rechazó como totalmente irrelevantes para los problemas de nuestra cada vez más compleja sociedad. Muchas de las ideas que el connotado escritor anarquista Luigi Fabbri hace medio siglo etiquetó de “Influencias Burguesas en el Anarquismo” están nuevamente en circulación.[1] Por ejemplo, tenemos el artículo de Kingsley Widmer, “Anarchism Revived —Right, Left and All Around.” (“El Anarquismo Resucitado— Derecha, Izquierda y Todo Alrededor”) Como otros movimientos burgueses similares en el pasado, Widmer apunta correctamente:
Otras características anarquistas burguesas típicas son: Escapismo: la esperanza en que el sistema será debilitado gradualmente si suficientes personas ‘se salen’ de él y “viven como anarquistas en comunidades y otras instituciones de estilo-de-vida...” Nechayevismo: la glorificación romántica de la conspiración, la rudeza, y la violencia en la tradición inmoral de Nechayev. Bohemianismo: irresponsabilidad total; preocupación exclusiva del propio y pintoresco “estilo de vida”; exhibicionismo; rechazo de toda forma de organización o de auto-disciplina. Individualismo Anti-Social: la pulsión por “idealizar” las formas más anti-sociales de rebelión individual,” de acuerdo a Fabbri. Malatesta escribe:
Aún otros neo-anarquistas están obsesionados con la “acción por la acción”. Uno de los más importantes historiadores del anarquismo italiano, Pier Carlo Masini, señala que para ellos la “espontaneidad” es la panacea que automáticamente resolverá todos los problemas. No se necesita preparación teórica o práctica alguna. En la “revolución” que está “a la vuelta de la esquina” las diferencias fundamentales entre los libertarios y nuestros enemigos mortales, los grupos autoritarios como los marxistas-leninistas, desaparecerán milagrosamente. Masini observa:
No es nuestra intención menospreciar muchas de las buenas cosas que los estudiosos dicen, ni denigrar las magníficas luchas de nuestros jóvenes rebeldes contra la guerra, el racismo y los falsos valores de aquel vasto crimen, “El Sistema” — luchas que encendieron el resurgimiento del largamente dormido movimiento radical. Pero enfatizan ellos los aspectos negativos e ignoran o malinterpretan los principios constructivos del anarquismo. Bakunin y los anarquistas clásicos siempre hicieron énfasis en la necesidad de un pensamiento y acción constructivos:
Careciendo de dichas sólidas fundaciones, tales movimientos deben eventualmente desintegrarse.
Distorsionando Ideas Anarquistas
Algunas obras sobre anarquismo, como Anarquismo de George Woodcock y los dos libros de Horowitz y Joll —ambos titulados Anarquismo— perpetúan el mito de que los anarquistas son antiguos vivos, visionarios que anhelan retornar a un pasado idílico. De acuerdo a Woodcock, “El movimiento anarquista histórico que surgió de Bakunin y sus seguidores está muerto,” y los principios cardinales del anarquismo clásico —la descentralización económica y política del poder, la autonomía individual y local, la autogestión de la industria (“control obrero”) y el federalismo son “formas obsoletas de organización [que van contra] la tendencia mundial a la centralización política y económica. ... La revolución social real de la era moderna es de hecho el proceso de centralización hacia el cual todo desarrollo del progreso científico y tecnológico ha contribuido... el movimiento anarquista falló en presentar una alternativa al Estado o a la economía capitalista.”[6] Es difícil entender cómo estudiosos siquiera levemente entendidos en la vasta literatura libertaria sobre la reconstrucción social lleguen a tan absurdas conclusiones! Una excepción notable es el sociólogo-historiador francés Daniel Guerin cuyo excelente pequeño libro, L’anarchisme, ha sido traducido al inglés con una introducción de Noam Chomsky y publicado en el Monthly Review Press. Guerin se concentra en los aspectos constructivos del anarquismo. Aunque no sin faltas —subestima la importancia de las ideas de Kropotkin y exagera la de las de Stirner— sigue siendo la mejor introducción breve al tema. Guerin rechaza efectivamente los argumentos de los historiadores recientes, en particular de Jean Maitron, Woodcock y Joll concluyendo que:
Para evaluar el grado en que el anarquismo clásico es aplicable a las sociedades modernas es necesario antes resumir brevemente sus rasgos constructivos principales.
Las Sociedades Complejas Necesitan Anarquismo
Es una falacia asumir que los anarquistas ignoran la complejidad de la vida social. Por el contrario, los anarquistas clásicos han rechazado siempre el tipo de “simplicidad” que camufla la regimentación en favor de la complejidad natural que refleja la multifacética riqueza y diversidad de la vida social e individual. El matemático cibernético John B. McEwan, escribiendo sobre la relevancia del anarquismo para la cibernética explica:
Una de las mayores contribuciones de Proudhon a la teoría anarquista y al socialismo en general fue la idea de que la complejidad misma de la vida social demanda la descentralización y autonomía de las comunidades. Proudhon mantuvo que “por la complejidad de intereses y el progreso de las ideas, la sociedad está forzada a abjurar del Estado... más allá del aparato del gobierno, bajo la sombra de sus instituciones políticas, la sociedad estaba lenta y silenciosamente produciendo su organización, haciendo para sí un nuevo orden que expresara su vitalidad y autonomía...”[9] Como sus predecesores, Proudhon y Bakunin, Kropotkin elaboró la idea de que la complejidad misma de la vida social requería de la descentralización y autogestión de la industria por parte de los trabajadores. De sus estudios sobre la vida económica en Inglaterra y Escocia concluyó:
La descentralización y la autonomía no significan la división de la sociedad en pequeños grupos aislados y económicamente autosuficientes, lo que no es posible ni deseable. El anarquista español, Diego Abad de Santillán, Ministro de Economía en Cataluña en el primer período de la Guerra Civil Española (Diciembre de 1936), le recordó a algunos de sus compañeros:
Debe alcanzarse un equilibrio entre la sofocante tiranía de la autoridad desenfrenada y el tipo de “autonomía” que conduce al nimio patriotismo local, a la separación de pequeños grupúsculos, y a la fragmentación de la sociedad. La organización libertaria debe reflejar la complejidad de las relaciones sociales y promover la solidaridad a la más amplia escala posible. Puede ser definida como federalismo: coordinación a través del libre acuerdo — localmente, regionalmente, nacionalmente, e internacionalmente. [Consiste en] una vasta red coordinada de alianzas voluntarias que abarque la totalidad de la vida social, en la que todos los grupos y asociaciones cosechen los beneficios de la unidad mientras aún ejerciten la autonomía dentro de sus propios círculos y expandan el rango de su libertad. Los principios organizativos anarquistas no son entidades separadas. La autonomía es imposible sin descentralización, y la descentralización es imposible sin federalismo. La creciente complejidad de la sociedad está volviendo al anarquismo más y no menos relevante para la vida moderna. Es precisamente esta complejidad y diversidad, por sobre toda la preocupación predominante por la libertad y los valores humanos lo que condujo a los pensadores anarquistas a basar sus ideas en principios de difusión del poder, autogestión y federalismo. El mayor atributo de la sociedad libre es que se auto regula y “lleva en sí misma la semilla de su propia regeneración” (Martin Buber). Las asociaciones autogobernadas serán lo suficientemente flexibles como para ajustar sus diferencias, corregir y aprender de sus errores, experimentar con formas nuevas y creativas de vida social y en consecuencia lograrán genuina armonía en un plano humanista más elevado. Los errores y conflictos confinados a la jurisdicción limitada de grupos de propósito especial puede que hagan un daño limitado. Pero los malos cálculos y las decisiones criminales tomadas por el Estado y otras organizaciones autocráticas centralizadas que afectan a naciones enteras, e incluso a todo el mundo, pueden tener las más desastrosas consecuencias. La sociedad sin orden (como lo implica la palabra “sociedad”) es inconcebible. Pero la organización del orden no es monopolio exclusivo del Estado. Pues, si la autoridad del Estado es la sola garantía del orden, ¿quien vigilará a los vigilantes? El federalismo también es una forma de orden, que precede al establecimiento del Estado. Pero es orden que garantiza la libertad e independencia de los individuos y de las asociaciones que libre y espontáneamente constituyen las federaciones. El federalismo no es como el Estado, nacido de la voluntad de poder, sino que es el reconocimiento de la ineluctable interdependencia de la humanidad. El federalismo brota de la voluntad de armonía y solidaridad.
Industria Moderna Mejor Organizada Anárquicamente
Economistas, sociólogos y administradores burgueses como Peter Druker, Gunnar Myrdal, John Kenneth Galbraith, Daniel Bell, et al., favorecen ahora una gran medida de descentralización no porque de pronto se volvieron anarquistas, sino principalmente porque la tecnología ha tornado a las formas anarquistas de organización en “necesidades operacionales”. Pero los reformadores burgueses tienen aún por aprender que mientras estas formas organizativas estén atadas al Estado o al capitalismo, quienes connotan el monopolio del poder político y económico, la descentralización seguirá siendo un fraude — un aparato más eficiente para captar la cooperación de las masas por su propia esclavitud. Para ilustrar cómo sus ideas demuestran inadvertidamente la practicidad de la organización anarquista y cómo se contradicen, citamos al “libre emprendedor” Drucker y al “estatista del bienestar” Myrdal. En el capítulo titulado “La Enfermedad del Gobierno,” Drucker escribe:
Luego de demostrar la “monstruosidad del gobierno, su falta de funcionamiento y su impotencia,” Drucker llanamente se contradice y llega a la sorprendente conclusión de que “nunca se ha necesitado un gobierno fuerte y efectivo más que en este mundo peligroso... nunca más que en esta sociedad pluralista de organizaciones”. Mydal demuestra convincentemente que tanto el Soviético como los “Estados del mundo libre” necesitan de descentralización para la eficiencia administrativa de modo que (la vida política y económica) no sucumban a la rigidez del aparato central. Pero después él espera que el paternalista Estado de bienestar relaje “sus controles sobre la vida cotidiana” y gradualmente transfiera la mayor parte de sus poderes a “todo tipo de organizaciones y comunidades controladas por las personas mismas...” Ningún anarquista [podría] refutar la afirmación de Myrdal mejor de lo que lo hace él mismo:
Si estos defensores de la descentralización y la autonomía fuesen consistentes, se darían cuenta de que la difusión del poder conduce al anarquismo.
La Nueva Sociedad Dentro de la Cáscara de la Antigua
Los anarquistas siempre se han opuesto a los jacobinos, blanquistas, bolcheviques y otros aspirantes a dictadores, quienes, en palabras de Proudhon “reconstruirían la sociedad sobre un plan imaginario, muy similar a los astrónomos [dogmáticos] que por respeto a sus cálculos remodelarían el sistema del universo.”[14] Los teóricos anarquistas se limitaron a sugerir la utilización de todos los organismos útiles de la antigua sociedad para construir la nueva. Avizoraron la generalización de prácticas y tendencias que ya están en funcionamiento. El hecho mismo de que la autonomía, la descentralización, y el federalismo son alternativas más prácticas al centralismo y el estatismo presupone ya que estas vastas redes organizativas que ahora realizan las funciones de la sociedad están preparadas para reemplazar a las antiguas administraciones hiper-centralizadas en quiebra. Que los “elementos de la nueva sociedad ya se están desarrollando en la sociedad burguesa que colapsa” (Marx) es un principio fundamental compartido por todas las tendencias en el movimiento socialista. La sociedad es una gran red entretejida de trabajo cooperativo y todas las instituciones profundamente arraigadas en funcionamiento ahora seguirán, en alguna forma, funcionando por la simple razón de que la existencia misma de éstas depende de esta cohesión interna. Esto nunca ha sido cuestionado por nadie. Lo que se necesita es emancipación de las instituciones autoritarias sobre la sociedad y del autoritarismo dentro de las organizaciones mismas. Sobre todo, deben ser infundidas del espíritu revolucionario y de la confianza en las capacidades creativas de las personas. Kropotkin al desarrollar la sociología del anarquismo, ha abierto una avenida de fructífera investigación que ha sido en gran medida negada por los científicos sociales embarcados afanosamente en descifrar nuevos áreas para el control del Estado. Kropotkin se basó en el principio esencial del comunismo-anarquista — abolición del sistema de salarios y distribución de bienes y servicios bajo el principio de, “De cada quien de acuerdo a su habilidad y para cada cual de acuerdo a sus necesidades”. Concibió la estructura de una sociedad comunista-anarquista así:
El federalismo de Kropotkin aspira a la “completa independencia de las Comunas, la Federación de Comunas Libres y la Revolución Social en las comunas, es decir, la formación de grupos productivos asociados en lugar de la organización estatal" (Martin Buber, Pathways in Utopia). Los estados municipales en miniatura, ideados en base a los Estados nacionales en los que los oficiales elegidos por los partidos políticos —abogados, profesionales, y políticos pero no los trabajadores— controlan la vida social también serán eliminados. Porque una Revolución Social que no alcance niveles locales e incluso de vecindario inevitablemente conduce al triunfo de la contrarrevolución. Para Kropotkin, la “comuna ya no es más una aglomeración territorial; sino... es sinónimo del agrupamiento de iguales, que no conoce fronteras, ni muros. La comuna social dejará de estar claramente definida. Cada grupo de la comuna será atraído necesariamente a grupos similares de otras comunas; se agruparán, se federarán unos con otros, por lazos al menos tan sólidos como los que les atan a sus conciudadanos; constituirán una Comuna de intereses, de la cual los miembros se diseminarán por mil ciudades y pueblos. Cada individuo encontrará la satisfacción de sus necesidades solo al agruparse con otros individuos con los mismos gustos y que viven en otras cien comunas.”[16] El siguiente extracto de Comunismo Libertario ofrece algunas de las ideas de Isaac Puente sobre la organización política y económica de la sociedad. Puente, médico, fue un importante pensador y activista anarquista encarcelado y luego asesinado por los fascistas mientras luchaba en el frente de Zaragoza en la Guerra Civil Española de 1936.
Control Obrero
La insistencia de los anarquistas sobre el control obrero — la idea de la autogestión de la industria por parte de las asociaciones de trabajadores de acuerdo a sus distintas funciones, descansa sobre cimientos muy sólidos. Esta [insistencia] se remonta a Robert Owen, la primera Asociación Internacional de Trabajadores, el movimiento gremial socialista en Inglaterra y los movimientos sindicalistas previos a la Primera Guerra Mundial. Con la Revolución Rusa, la tendencia hacia el control obrero en la forma de soviets (consejos) libres, que surgió espontáneamente, fue extinguida finalmente con la masacre de Kronstadt de 1921. El mismo destino trágico le esperaba a los consejos obreros en las revueltas húngara, polaca y alemana oriental [de mediados de la década de 1950]. Entre los muchos otros intentos está por supuesto el clásico ejemplo de la Revolución Española de 1936, con los monumentales logros constructivos en los colectivos libertarios rurales y el control obrero de la industria urbana. La predicción del Boletín de Noticiasde la reformista Asociación Internacional Sindical de Alimentos y Trabajadores Aliados (Julio de 1964) de que “la demanda del control obrero podría muy bien convertirse en el punto de encuentro para los sectores avanzados del movimiento de trabajadores tanto del ‘este’ como el ‘oeste’” es ahora un hecho. Aunque el purgado bolchevique “opositor de izquierda,” Victor Serge, se refiere a la crisis económica que agarró a Rusia durante los primeros años de la revolución, sus comentarios son, en general, aún pertinentes e incidentalmente, ilustran la temática de Kropotkin:
Agustin Souchy, veterano activista anarco-sindicalista, teórico, una vez secretario de la Asociación Internacional de Trabajadores (la internacional anarco-sindicalista), y activamente involucrado con la CNT española, escribió que:
Es esencialmente un sistema de autogestión obrera a todo nivel.
Después de la Revolución
Los pensadores anarquistas no eran tan inocentes como para esperar la instalación de la sociedad perfecta —compuesta por individuos perfectos que milagrosamente se deshicieran de todos sus arraigados prejuicios y antiguos hábitos— el día después de la revolución. Estaban principalmente preocupados de los problemas inmediatos de la reconstrucción social que tendrían que enfrentar en cualquier país, industrializado o no. Son asuntos que ningún revolucionario serio tiene derecho a ignorar. Fue por esta razón que los anarquistas intentaron idear medidas para enfrentar los apremiantes problemas que con mayor probabilidad emergerían durante lo que Malatesta llamó “el período de reorganización y transición”. Aquí resumiremos la discusión de Malatesta de algunas de las cuestiones más importantes.[20] Los problemas cruciales no pueden ser evitados posponiéndolos al futuro distante —quizás un siglo o más— cuando el anarquismo haya sido ya totalmente realizado y las masas se hayan finalmente convencido y convertido en dedicados comunistas-anarquistas. Nosotros los anarquistas debemos tener nuestras soluciones si no hemos de ser relegados al papel de inútiles e impotentes quejosos, mientras los autoritarios más realistas e inescrupulosos toman el poder. Anarquía o no anarquía, las personas deben comer y ser provistas las necesidades de sus vidas. Las ciudades deben ser aprovisionadas y los servicios vitales no pueden interrumpirse. Aunque existan en modo precario, las personas por su propio interés no nos permitirían ni a nadie perturbar estos servicios a menos que y hasta que se reorganicen de mejor manera; y esto no puede lograrse en un día. La organización de la sociedad anarquista-comunista a gran escala puede solamente lograrse gradualmente a medida que las condiciones materiales lo permitan, y a medida que las masas se convenzan de los beneficios a ser obtenidos, y a medida que gradualmente se acostumbren psicológicamente a las alteraciones radicales en su modo de vida. Dado que el comunismo libre y voluntario (el sinónimo de Malatesta para el anarquismo) no puede ser impuesto, Malatesta resaltó la necesidad de la coexistencia de diversas formas económicas, colectivista, mutualista, individualista, a condición de que no hubiese explotación de otras personas. Malatesta tenía seguridad en que el ejemplo convincente del exitoso colectivo libertario “atraerá a otros a la órbita de la colectividad... Por mi parte no creo que exista ‘una’ solución al problema social, sino mil soluciones distintas y cambiantes, del mismo modo en que la existencia social es distinta en el tiempo y el espacio. ...”[21]
El Anarquismo “Puro” es una Ficción
Aparte de los “individualistas” (un término muy ambiguo) ninguno de los pensadores anarquistas fueron anarquistas “puros”. La típica agrupación anarquista “pura”, explica George Woodcock, “es el holgado y flexible grupo de afinidad” que no requiere de organización formal y que lleva a cabo propaganda anarquista a través de una “red invisible de contactos personales e influencias intelectuales”. Woodcock argumenta que el anarquismo “puro” es compatible con los movimientos de masa como el anarco-sindicalismo:
Si estas afirmaciones son ciertas, entonces el anarquismo “puro” es un sueño imposible. Primero, porque nunca habrá un momento en que todos sean anarquistas “puros”, y la humanidad por siempre tendrá que hacer “compromisos con las situaciones del día a día”. Segundo, porque las intrincadas operaciones económicas y sociales de un mundo interdependiente no pueden ser llevadas a cabo sin “organizaciones estables”. Aún si cada habitante fuese un anarquista convencido, el anarquismo “puro” seguiría siendo imposible por razones técnicas y funcionales solamente. Esto no quiere decir que el anarquismo excluye a los grupos de afinidad. El anarquismo concibe una sociedad flexible y pluralista donde todas las necesidades de la humanidad serían suministradas por una infinita variedad de asociaciones voluntarias. En el mundo hay un panal de grupos de afinidad desde clubes de ajedrez a grupos de propaganda anarquista. Se forman, se disuelven, y se reconstituyen de acuerdo al fluctuante arbitrio y deseo de los individuos adherentes. Es precisamente porque reflejan las preferencias individuales que tales grupos son la savia de la sociedad libre. Pero los anarquistas han insistido además que dado que las necesidades de la vida y los servicios vitales deben ser suministrados sin falta y no pueden abandonarse a los caprichos de los individuos, hay obligaciones sociales que todo individuo físicamente capaz está moralmente incitado a cumplir si espera disfrutar los beneficios del trabajo colectivo. Las organizaciones de gran escala, organizadas anárquicamente, no son una desviación. Son la esencia misma del anarquismo como orden social viable. No hay un anarquismo “puro”, solo hay aplicación de principios anarquistas a las realidades de la vida social. El propósito del anarquismo es estimular las fuerzas que impulsen a la sociedad en una dirección libertaria. Solo desde esta posición es que la relevancia del anarquismo para la vida social puede ser evaluada adecuadamente.
La Automatización Podría Acelerar el Anarquismo
Consideramos que las ideas constructivas del anarquismo son retratadas más oportunamente mediante la revolución cibernética aún en su fase primitiva, y se tornarán cada vez más relevante a medida que esta revolución se despliegue. No existen, incluso ahora, barreras técnico-científicas insuperables para la introducción del anarquismo. La mayor desventaja material para la realización del ideal de “de cada quien de acuerdo a su habilidad, para cada cual de acuerdo a sus necesidades” ha sido la escasez de bienes y servicios. “La cibernetización, un sistema de casi ilimitada capacidad productiva que requiere progresivamente de menos trabajo humano... haría posible la abolición de la pobreza en el hogar y en todas partes. ...”[23]
En una economía de consumo donde el poder de compra no está ligado a la producción, el sistema salarial se vuelve obsoleto y las precondiciones para la realización del ideal socialista se ven enormemente mejoradas. Cuando Kropotkin en 1899 escribió Campos, Fábricas y Talleres para demostrar la factibilidad de descentralizar la industria para alcanzar un mayor equilibrio entre la vida rural y la urbana, sus ideas fueron descartadas por prematuras. Ahora ya no se discute que el problema de reducir la escala de la industria a proporciones humanas manejables, vuelto más agudo por la polución que amenaza la existencia misma de la vida en el planeta, puede ahora ser en gran medida resuelto por la tecnología moderna. Existe ahora una enorme cantidad de literatura sobre este tema. (Murray Bookchin ha realizado gran cantidad de investigación al respecto — ver, por ejemplo, su Anarquismo Post-Escasez). Los siguientes son extractos de algunas obras sobre el asunto:
Franz Schurman, en The New American Revolution, 1971, defiende una “solución anarcosindicalista basada en las asociaciones descentralizadas”. Christopher Lasch, discutiendo el Autoridad en la Buena Sociedad de R.A. Dahl, escribe:
Los reseñantes de la crítica de John M. Blair a la centralización económica encuentran que las investigación de éste son muy impresionantes al desbancar el mito de que las empresas a gran escala y centralizadas son más eficientes [que las empresas a pequeña escala y descentralizadas]: La más grande vía férrea en América, Penn Central, no podía llevar registro de sus vagones... El más exitoso de todos los mastodontes industriales, General Motors, hace mucho que descentralizó sus operaciones; solo las ganancias son concentradas.[26] El punto de Blair es reforzado por un afamado economista inglés, E. F. Schumacher, en Pequeño es Bello: “El logro de Sloan y General Motors fue estructurar la firma gigante de tal modo que se convirtió, de hecho, en una federación de firmas de razonable tamaño ...”. John Kenneth Galbraith, en El Nuevo Estado Industrial,escribió:
Uno de los grandes obstáculos al establecimiento de la sociedad libre es el sombrío, generalizado, aparato corporativo-estatista manejado por una afianzada clase burocrática de élite de administradores, gerentes, y funcionarios quienes en todo nivel ejercen el control de facto sobre las operaciones de la sociedad. Esto ha sido hasta ahora considerado como un mal inevitable, pero gracias al desarrollo de la tecnología computarizada, este aparato bizantino puede ahora ser desmantelado. Alan Toffler, resumiendo la evidencia, concluye que “lejos de fortalecer el agarre de la burocracia sobre la civilización más que antes, la automatización conduce a su derrocamiento...”[28] Otra fuente, citando a Business Week, concluye que:
El principio libertario del control obrero no será invalidado por los cambios en la composición de la fuerza de trabajo o en la naturaleza del trabajo mismo. Sin o con automatización, la estructura económica de la nueva sociedad debe basarse en la auto-administración de las personas directamente involucradas en las funciones económicas. Bajo la automatización, millones de técnicos, ingenieros, científicos, educadores, etc., altamente entrenados, que ya están organizados en federaciones locales, regionales, nacionales e internacionales circularán libremente la información, mejorando constantemente tanto la calidad como la disponibilidad de bienes y servicios y desarrollando nuevos productos para nuevas necesidades. Al entremezclar cuidadosamente y al expandir enormemente las ya existentes redes de asociaciones cooperativas de consumo con las asociaciones productivas a todo nivel, los consumidores harán saber sus necesidades y estas serán suministradas por los productores. La innumerable variedad de supermercados, cadenas de tiendas, y centros de servicios de toda índole que ahora cubren al país, aunque son propiedad privada de corporaciones, están estructuradas de tal manera que podrían fácilmente ser socializadas y convertidas en redes cooperativas. En general, lo mismo es cierto con la producción, el intercambio, y otras ramas de la economía. La integración de estos organismos económicos se verá facilitada sin dudas porque las mismas personas serán tanto productoras como consumidoras. El progreso de la nueva sociedad dependerá mucho del grado en que las unidades autogestionadas sean capaces de acelerar la comunicación directa —para comprender los problemas los unos de los otros y para coordinar mejor las actividades. Gracias a la tecnología moderna de comunicaciones, todos los servicios esenciales estarán ahora disponibles: bibliotecas de audio, [redes] de computadores, televisión de circuito cerrado y sistemas telefónicos, satélites de comunicación y una plétora de otros artefactos están haciendo accesible la comunicación directa e instantánea a escala mundial para todos (contacto visual y de radio entre la tierra y la luna en segundos!). La democracia cara a cara— la piedra angular de una sociedad libre, es ya presagiada por un movimiento creciente de personas. Hay un temor exagerado a que una minoría de científicos y trabajadores técnicos establezcan, en una sociedad libre, una dictadura sobre el resto de la sociedad. Ciertamente no detentan ahora el poder que generalmente se les atribuye. A pesar de su estatus “más alto”, no son menos inmunes a la fluctuación del sistema económico de lo que lo son los trabajadores “comunes”. Como los trabajadores de menores ingresos, ellos también deben, so pena de despido, obedecer las órdenes de sus empleadores. Decenas de miles de empleados frustrados, técnicos y científicos de primera línea, a los que no se les permite ejercer su conocimiento creativamente, se encuentran atrapados en tareas monótonas, inútiles, y anti-sociales. Y nada es más exasperante que estar a la espera sin poder hacer nada mientras los ignorantes que ni siquiera entienden el lenguaje de la ciencia, dictan la dirección de la investigación y el desarrollo. Tampoco estos trabajadores son libres de ejercer estos derechos en Rusia, o en ninguna parte. Sumado a estas consideraciones generales, hay otros dos resguardos preventivos contra la dictadura de la élite tecno-científica. El primero es que la amplia difusión del entrenamiento científico y técnico, proveyendo de millones de nuevos especialistas, rompería todo posible monopolio por parte de una minoría y eliminaría la amenaza de la dictadura. “El número de científicos y tecnólogos en este país se ha doblad en poco más de diez años y ahora forma el 20% de la fuerza de trabajo — este crecimiento es mucho más veloz que el de la población...”[29] El segundo resguardo contra la dictadura [de la élite científico/técnica] es no invertir en especialistas o en ningún otro grupo con poder político para dominar a otros. Mientras debemos protegernos sin cesar del abuso de poder, no debemos nunca olvidar que en el esfuerzo conjunto por construir un mundo mejor, debemos aprender también a confiar los unos en los otros. Si no lo hacemos, entonces este mundo mejor seguirá por siempre siendo una utopía.
La Real Relevancia del Anarquismo
He intentado mostrar que el anarquismo no es una panacea que curará milagrosamente todos los males del cuerpo social, sino, una guía [moderna] para la acción basada en una concepción realista de la reconstrucción social. El casi insuperable obstáculo material para la introducción del anarquismo —la escasez de bienes y servicios y la excesiva centralización industrial-administrativa— ha o puede ser removido mediante la revolución cibernético-técnico. Sin embargo, el movimiento por la emancipación es amenazado por las muchísimo más formidables técnicas políticas, sociales, y de lavado de cerebro de “El Sistema”. En sus polémicas con los marxistas, los anarquistas insistieron en que el estado político somete a la economía a sus propios fines. Un sistema económico altamente sofisticado, una vez visto como prerrequisito para la realización del socialismo, ahora sirve para reforzar la dominación de las clases dominantes con la tecnología de la represión física y mental y la consiguiente erradicación de los valores humanos. La abundancia misma que puede liberar [a la humanidad] de la carencia y el fastidio, le permite ahora al Estado establecer lo que en efecto es un asilo nacionalizado, en el que a los millones de tecnológicamente desempleados —parias olvidados y sin rostro del “bienestar” público— se les da solo lo suficiente para mantenerles quietos. La misma tecnología que ha abierto nuevas avenidas para la libertad ha armado también a los Estados de armas inimaginablemente temibles que podrían aniquilar a la humanidad. Mientras los anarquistas nunca subestimaron la gran importancia del factor económico en el cambio social, no obstante rechazaron el fanático fatalismo económico. Una de las contribuciones más convincentes del anarquismo a la teoría social es el énfasis adecuado en cómo las instituciones políticas a su vez moldean la vida económica. Igualmente significativa es la importancia adjudicada a la voluntad del ser humano, sus aspiraciones, el factor moral, y, sobre todo, el espíritu de revuelta en la determinación de la historia humana. En este área también, el anarquismo es particularmente relevante para la renovación de la sociedad. Para indicar la importancia adjudicada a este factor, citamos un pasaje de una carta que Bakunin escribió a su amigo Élisée Reclus:
La disponibilidad de más y más bienes de consumo más las sofisticadas técnicas de adoctrinamiento de masas ha corrompido la mente pública. [El acondicionamiento de la clase media] ha minado la vitalidad revolucionaria de las masas. Es precisamente este divorcio de los valores inspiradores del socialismo, lo que, en gran medida, da cuenta de la venalidad y corrupción en los movimientos de trabajadores y socialistas modernos. Forjar un movimiento revolucionario que, inspirado por ideas anarquistas, sea capaz de revertir esta tendencia reaccionaria, es una labor de asombrosas proporciones. Pero ahí yace la real relevancia del anarquismo.
[1] Influencias Burguesas en el Anarquismo, por Luigi Fabbri. Tuscon, AZ: Ver Sharp Press, 2001.
[2] The Nation, 16 de Noviembre de 1970.
[3] Malatesta: Life and Ideas. Londres: Freedom Press, 1965, p. 24
[4] Citado en una carta a un amigo.
[5] Federalismo, Socialismo, Anti-Teologismo.
[6] Anarchism, por George Woodcock. Cleveland, OH: World Publishing, 1962, pp. 469, 473.
[7] L’Anarchisme, por Daniel Guerin. París: Gallimard, 1965, pp. 180—181
[8] Anarchy, #25, Marzo de 1963. (Periódico editado por Colin Ward)
[9] General Idea of the Revolution in the 19th Century. Londres: Freedom Press, 1923, p. 89.
[10] Revolutionary Pamphlets. Nueva York: Vanguard Press, 1927, pp. 76-77.
[11] After the Revolution. Nueva York: Greenberg, 1937, pp. 85, 100.
[12] The Age of Discontinuity. Nueva York: Harper & Row, 1968, pp. 212, 217, 222, 225, 226, 251, 252.
[13] Beyond the Welfare State. New Haven: Yale University Press, 1968, pp. 102, 97, 108.
[14] Proudhon. Op. Cit., p. 20.
[15] Kropotkin’s Revolutionary Pamphlets. Mineola, NY: Dover Publications, 1970, pp. 166-168, 284-285.
[16] Palabras de un Rebelde, citado por Paul Berman en Quotations from the Anarchists.
[17] Comunismo Libertario. Tuscon, AZ: See Sharp Press, 2001.
[18] Memorias de un Revolucionario. Londres: Oxford University Press, 1967, pp. 147-148
[19] Nacht Über Spanien. Darmstadtland, Deutschland: Verlag die Freie Gesellschaft
[20] Malatesta: Vida e Ideas, Op. Cit., p. 100.
[21] Ibid., pp. 99, 151.
[22] Woodcock, Op. Cit., pp. 273-274.
[23] “Manifiesto,” por el Commité para la Triple Revolución, citado en Liberation, Abril de 1964.
[24] Understanding Media, de Marshall McLuhan, pp. 47-48, 225.
[25] New York Review of Books, 21 de Octubre de 1971.
[26] New York Times Book Review, 10 de Septiembre de 1972.
[27] The New Industrial State. Boston: Houghton Mifflin, 1967.
[28] Future Shock, de Alvin Toffler, 1970, p. 141.
[29] New York Times, 29 de Diciembre de 1970.
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Posted: 22 Apr 2018 09:59 AM PDT
Con imágenes obtenidas durante una investigación realizada en cincuenta y ocho mataderos de México entre los años 2015 y 2017, Matadero es un documental que nos adentra en el hermético mundo de la industria cárnica.
Las grabaciones obtenidas visibilizan la explotación y violencia sistemática que padecen vacas, pollos, cerdos y caballos en los mataderos y que es mantenida oculta de forma deliberada por la industria cárnica. Para llevar a cabo este documental el realizador, quien desde hace años desarrolla el proyecto de denuncia de explotación animal Tras los Muros, ha tenido que utilizar falsas identidades que le han permitido acceder a todos estos lugares. Estas imágenes forman parte de una investigación realizada en más de 50 mataderos de México entre los años 2015 y 2017. Puedes leer el informe completo aquí (en él se incluyen también más vídeos de mataderos): Traslosmuros.com/mataderos-rastros-mexico-investigacion.php
https://www.youtube.com/watch?v=gY0vCambWRA
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Posted: 22 Apr 2018 09:53 AM PDT
Pobreza: carencia de recursos materiales necesarios para satisfacer las necesidades primarias.
La definición es la misma en cualquier lugar del mundo. Según los contextos geopolíticos, socioculturales, estilos de vida o recursos disponibles, las mayores agencias económicas mundiales fijan líneas convencionales, parámetros utilitarios que establecen el umbral de la pobreza, condición en la que no se alcanza el mínimo para la supervivencia, equivalente para la banca mundial a aproximadamente un dólar al día para los países más pobres de la tierra. No existen, por el contrario, indicadores válidos del estado de miseria. Se habla de una pobreza digna, pero no se puede decir una miseria digna. Si los parámetros se refieren solo a las condiciones económicas, tablas, teoremas, estadísticas, esquemas, gráficos, porcentajes, cálculos y fórmulas, no pueden cuantificar el umbral de sufrimiento, vulnerabilidad, fragilidad, desesperación, humillación o dignidad moral. En su significado original, pobre es quien produce poco, culpable de su condición, desafortunado o demasiado incapaz. Descrita durante siglos como culpa individual, diseño divino inescrutable o defecto de carácter, en la sociedad de las grandes transformaciones industriales, la pobreza empieza a ser tenida en cuenta como cuestión social y problema de orden público. Junto a vagabundos, huérfanos, viudas, madres solteras, viejos, enfermos mentales y físicos, la figura del pobre incluye al trabajador en paro. Si antes todos estos individuos sobrevivían de la caridad, mendigando y vagabundeando en busca de trabajos temporales entre la ciudad y el campo, mucho antes del siglo XVIII, en Gran Bretaña, una serie de leyes proscribe el vagabundeo y los subsidios caritativos. Las inclosure acts (“leyes de cerramiento de tierras”) impiden la posibilidad de cultivar las tierras abandonadas, de pastorear libremente y de recoger leña en los bosques. Una multitud de gente sin recursos se dirige esperanzadamente hacia las nuevas ciudades. Las leyes sobre la pobreza obligan a vivir en edificios creados para ello. Las workhouses (“casas de trabajo”) se construyeron con la falsa promesa de ofrecer un techo, un plato caliente, un trabajo, cuidados sanitarios y formación para los niños, pero eran auténticos campos de prisioneros. Los edificios, divididos en pabellones, con altos muros de ladrillo, alojaban por separado al menos a cuatro grupos distintos: los viejos y los enfermos, las mujeres y hombres “hábiles”, los niños. Esas barreras servían para facilitar el control y la gestión. Una workhouse tipo albergaba a alrededor de doscientos pobres. Una especie de administradores locales, generalmente agricultores y comerciantes acomodados, llamados “guardianes”, gestionaban la estructura. Ayudados por sus mujeres y por un equipo de instructores, enfermeras y cuidadores, pensaban solo en cómo aprovechar la situación y sacar el máximo partido. Cuando ingresaba el pobre, era despojado de todo cuanto tenía y desinfectado. Sus ropas se apartaban, hervidas o impregnadas de azufre. Tenía que vestir un uniforme igual para todos: los hombres, una camiseta a rayas, chaqueta y pantalón; las mujeres un vestido a rayas blancas y azules, las prostitutas uno amarillo, las menores embarazadas uno rojo. Las familias eran separadas, e incluso si estaban en el mismo edificio solo podían verse y hablar en días establecidos. Grandes dormitorios fríos y mal ventilados contenían camas de paja con un recipiente en el centro para las necesidades fisiológicas. La comida consistía a menudo en un pedazo de pan y una sopa de avena, y estaban prohibidos el tabaco y la cerveza. Había que trabajar duro para merecerse todo esto. Generalmente, los hombres picaban piedra, trabajaban en los campos y en los molinos, o trituraban huesos de animales para hacer abono. Las mujeres lavaban, cocinaban y tejían. Los más débiles eran destinados a la elaboración de estopa. No existía salario: los beneficios iban directamente a los bolsillos de los “benefactores”. En teoría, los niños tendrían que haber sido escolarizados, pero en realidad se les enviaba a trabajar. Muchos de ellos fueron a las colonias americanas y australianas para aumentar la población. Quien no seguía las reglas era severamente castigado. Teóricamente se podía salir del edificio, previa petición, y estar fuera alrededor de tres horas. Volver tarde podía significar la prisión bajo la acusación de robo. ¿Robo de qué? Del uniforme que eran obligados a vestir, y que era propiedad de la institución. Charlie Chaplin vivió la experiencia de las workhouses. A los siete años de edad fue registrado como “menesteroso” y confinado en Lambeth y Hanwell. Le fue prescrita la dieta mínima establecida para los niños, lo justo para sobrevivir: sopa de avena. Chaplin fue encerrado junto a su hermanastro Sidney al ser abandonado por su alcohólico padre, y tras el ingreso de su madre, Hanna, en un centro para enfermedades mentales. La miseria y el hambre se reflejan en muchas de sus películas. Las workhouses fueron oficialmente abolidas en 1930, pero perduraron hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Muchas de sus estructuras se reconvirtieron en hospitales. El Estado del bienestar de la posguerra nace como respuesta al proceso de modernización. Según los periodos históricos y los países, se establecen una serie de intervenciones públicas que regulan la distribución de servicios considerados esenciales, y subsidios económicos. Objetivo declarado fue reducir las desigualdades sociales y asegurar mejores condiciones de vida. Ante políticas redistributivas, las desigualdades afloran a otros niveles. Distribuir la posesión de una cierta cantidad de riquezas, sean rentas básicas u otros bienes disponibles, no implica la libertad de opción y de acción. Lo que debería contar es cuántas cosas pueden hacer las personas con recursos a su disposición. Aunque está claro que un mínimo de medios y recursos es esencial, la pregunta es ¿qué oportunidades o posibilidades existen de convertir el bienestar en calidad de vida con las políticas del Estado del bienestar? Bienestar, pobreza, deberían evaluarse en el ámbito de las oportunidades reales que tienen las personas para escoger la vida a la que atribuyen valor. Se trata de considerar una condición más amplia que comprenda proyectos de vida, solidaridad, participación, libre expresión y dignidad personal. A partir de los años ochenta, el economistas indio Amartya Sen desarrolla un “nuevo y revolucionario” planteamiento metodológica para medir pobreza y desigualdad, retomado por la filósofa estadounidense Martha Nussbaum. Nobel y lluvia de reconocimientos académicos internacionales por haber focalizado la atención sobre las capacidades, entendidas como la efectiva oportunidad de un individuo, incluso si es pobre, de poder escoger en función de una plena realización propia. Han descubierto la pólvora. Esto lo escribió mucho antes un hombre de corazón indómito: “Cada uno podrá actuar e influir en proporción a su capacidad y conforme a sus pasiones y a sus intereses (…) la libertad que queremos no es el derecho abstracto de hacer lo que se quiere sino la posibilidad de hacerlo” (Errico Malatesta).
Saltamontes
Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y Libertad, Abril de 2018
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Posted: 22 Apr 2018 04:34 AM PDT
Las 5 “crónicas intempestivas” que recoge el libro manifestaban mi perplejidad ante las posiciones de algunos sectores libertarios frente a un referéndum que se convocaba nada menos que para la creación de un Estado.
Lo que pretendo abordar ahora, es la cuestión del “¿qué hacer?” en el marco del laberinto catalán, y concretamente el dilema político que plantea ese “¿qué hacer?”. La verdad es que para quienes participamos de una sensibilidad anarquista, y somos por lo tanto, a la vez, apátridas, antinacionalistas, anticapitalistas, y antiestatalistas no resulta nada fácil decidir “¿qué hacer?” en este contexto. Lo que sí es seguro es que en situaciones complejas lo menos indicado es buscar refugio en las aguas tranquilas de las seguridades doctrinales. Porque cuando existen argumentos de peso a favor de una cosa y de su contraria es decir, cuando las situaciones son realmente dilemáticas, no se puede sepultar las dudas ni descalificar las fluctuaciones. Por una parte, está claro que cuando surge un movimiento de lucha popular nuestro sitio es estar ahí, y que frente a la represión resulta imposible permanecer indiferentes. Es cierto que generalmente esos movimientos populares son heterogéneos tanto en cuanto a su composición, como en cuanto a sus objetivos. Sin embargo, contra un deseo de homogeneidad que es escasamente libertario, conviene repetir hasta la saciedad que “solas no podemos”, y que luchar exclusivamente con quienes comparten nuestros postulados conduce a la ineficacia y al empobrecimiento de las perspectivas. Es preciso mestizar las luchas y las perspectivas si no queremos caer en el absurdo de que teníamos que inhibirnos en Mayo del 68, o durante el 15 M porque se trataba de movimientos heterogéneos. La gama de argumentos para justificar que nos involucremos en “el laberinto catalán” es amplísima: posibilidad de abrir grietas, de desbordamiento, de socavar el régimen del 78, de tejer complicidades en el fragor de la lucha, de fomentar desobediencias, de debilitar el Estado, de abrir un proceso constituyente desde abajo, y, todo ello, sin tener nada que perder si se proclama una República en sustitución de una Monarquía, o si saltamos desde un Estado español a uno catalán, etc. etc… Sin embargo, frente a esa larga lista hay otros argumentos que nos avisan de que este es uno de esos conflictos en los que no tenemos porque implicarnos. Acudiré a dos de esos argumentos: En primer lugar, está claro que participar en este conflicto es sumar nuestras fuerzas a quien lo está protagonizando, que es el independentismo y es por lo tanto fortalecerlo. Pero resulta que, dada su actual composición política, lo que estamos haciendo con ello es fortalecer el nacionalismo catalán, con el agravante de que eso no resta ni un ápice de fuerza al nacionalismo español sino que lo potencia. Así que el resultado de nuestra implicación en el conflicto consiste en potenciar no uno, lo cual ya sería incongruente, sino dos nacionalismos, y eso ya es el colmo para quienes nos definimos como libertarios y libertarias. En segundo lugar, la razón por la cual resulta incongruente sumar nuestra fuerza al independentismo no radica en el hecho de que la lucha por la independencia se proponga crear un Estado. Porque, vivir y luchar en un Estado español o en uno catalán no plantea ningún problema especifico. En realidad, aquí el problema no radica tanto en la forma que se pretende dar a lo que se independiza, sino en ¿que es? lo que se independiza. Porque si lo que se trata de independizar, así como la entidad donde se halla buena parte de las energías para conseguirlo, se concibe como una nación, aunque esta no se defina en términos étnico-culturales sino políticos, entonces se desemboca necesariamente, inevitablemente, en una sociedad de clases, excluyente y estatalista. En esa medida, está claro que involucrarnos en el conflicto es ayudar a promover unas estructuras tan represivas como las que se pretende sustituir, y cabe preguntarse por lo tanto que pinta la gente libertaria en esa aventura. ¿Quedarnos en casa el 1º de octubre? o ¿defender las urnas? Ahí estaba el dilema en un determinado momento. Una parte notable de la gente acudió al referéndum, ya sea para separarse de España y crear un Estado, ya sea para defender las urnas porque si la gente quiere votar nadie es quien para impedirlo, y mucho menos a porrazos. Ahora bien, no deberíamos magnificar ni el grado en el que esa participación fue una expresión de la voluntad popular, ni la capacidad de auto organización que se manifestó. No debemos olvidar que no fue la gente la que convocó el referéndum, fueron instancias de gobierno. No fue la gente quien formuló la pregunta, fueron esas instancias. No fue la gente la que diseño el operativo de las urnas, de las listas electorales, y del sistema de gestión informática de los votos, fue básicamente un gobierno que anhelaba pasar a gobernar, a medio plazo, un verdadero Estado. Está claro que ante la desproporción de las fuerzas el govern necesitaba imperativamente la participación masiva de la gente, y supo gestionar las emociones con la suficiente inteligencia para que muchas personas obedecieran al llamamiento lanzado por su Gobierno. Desde entonces el dilema se ha desplazado hacia participar o no en los CDRs. Dilema, porque es efectivamente en los CDRs donde está lo que se mueve y lo que desafía al Estado. Sin embargo, cabe que nos preguntemos si se trata de unas figuras que presentan tonalidades libertarias, o si estamos ante un simple señuelo para enrolar a nuevos aliados? Aquí también, existen argumentos de peso para cada punto de vista, y eso convoca lo que me ha dado por denominar el síndrome de Ulises. Creo que cuando los cantos de sirena parecen irresistibles hay que huir de la tentación de taparse los oídos a fin de preservar los principios. Al contrario, hay que prestarles una especial atención, pero tomando unas mínimas precauciones para no dejarnos embaucar por su melodía. Ulises lo logró haciendo que lo atasen al mástil de su barco. Mi sugerencia es que nos expongamos plenamente al canto de los CDRs, pero anclando nuestra nave en unos pocos principios que nos ayuden a valorar su sentido. A mi entender, cuando de lo que se trata es de involucrarnos en movimientos heterogéneos esos principios remiten a tres consideraciones muy simples. En 1er lugar, quienes son los principales integrantes de esos movimientos, es decir cual es su composición social y política. En 2º lugar, cual es su grado de horizontalidad y de autonomía, real y no solo formal. Somos mínimamente dueños de nuestras agendas o están en otras manos. Y en 3er lugar, en que grado sus objetivos son suficientemente compatibles con los valores libertarios. Mi sentimiento personal es que los CDRs, no tal o cual CDR en particular, sino los CDRs en su globalidad, es decir, en el conjunto del territorio catalán, fallan en relación a cada una de esas tres consideraciones. Esto no significa que no haya aquí materia a debate, porque si está bien claro que los cantos de los CDRs, son muy atractivos, sin embargo, no parece que esté tan claro en nuestros medios que sean de sirena, y esa circunstancia puede hacer que Ulises descuide su prudencia y se deje embaucar, que es, a mi entender, lo que está ocurriendo actualmente.
Tomás Ibáñez
Para la presentación del libro “No le deseo un Estado a nadie”, en Espai Contrabandos, Barcelona, 19 de abril de 2018
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Posted: 22 Apr 2018 04:23 AM PDT
El 18 de diciembre del 2017, 4 días después del primer intento del gobierno macrista (junto con un amplio sector del peronismo) de efectivizar legalmente la reforma previsional que afectaba a jubiladxs y pensionadxs del Estado, se volvió a citar a los “representantes del pueblo” para debatir y concretar, de una vez por todas, el ajuste al sector no productivo de la sociedad. Así es, el recorte de presupuesto, la quita de poder adquisitivo, la posibilidad de que los individuos puedan comprar lo que necesitan para vivir, puede ser quitada y legalmente justificada. Para lograr esto, se habla en nombre de la “imposibilidad de recortar en otro lado”, culpando a la “herencia pasada” del kirchnerismo, y apelando a la “comprensión y cooperación” frente a estas medidas. “En el futuro -nos dicen- las cosas van a mejorar, pero ahora, en este momento, necesitamos de su sacrificio”.
La jornada del 14 ya había dejado muchxs detenidxs, altos costes de destrucción pública y un claro mensaje político: el ajuste y la flexibilización se iban a aplicar tarde o temprano, y sin importar los costos. Esta firmeza a la hora de reprimir a su propio pueblo es una de las lógicas más básicas del capitalismo. Al ser un sistema que se basa en la ganancia y el beneficio de los empresarios, éstos, para invertir sus capitales, les exigen a los distintos Gobiernos que, a través de los aparatos estatales, abaraten los costos de mano de obra (flexibilización laboral) bajo el pretexto de la “competitividad de mercado” (puaj), y por otro lado, que sepan mantener “la paz social”, es decir, que sepan reprimir a lxs proletarixs revoltosxs que se dan cuenta y se rebelan frente a la estafa a la que están siendo sometidxs. Así podemos ver cómo el Estado es el mediador de las contradicciones entre los capitalistas (hoy en día llamados emprendedores y empresarios), y lxs explotadxs. La cita del 18 estaba fijada para las 14hs. En respuesta, las organizaciones sindicales, barriales, políticas e individualidades, se presentaron a las 12hs para mostrar la disconformidad frente a la reforma. Nuevamente, el Congreso se encontraba vallado y militarizado, no ya por la gendarmería en colaboración con la PFA, la PSA y la Prefectura como sucedió el 14, sino que esta vez, la encargada de resguardar el edificio histórico fue solamente la PFA y la Policía de la Ciudad, bajo el mando de Horacio Rodríguez Larreta. ¿Por qué esta vez solamente la PFA era la encargada? En mi opinión, se debió a que durante el 14, la Gendarmería fue la fuerza que más perjudicada se vio a nivel imagen, ya que los medios pudieron capturar muchísimas fotos y filmaciones de los efectivos de verde oliva disparando balas de goma y arrojando bombas de gas lacrimógeno sin ningún remordimiento, así como también reprimiendo con palos y escudos. A ninguna fuerza de seguridad le conviene perder su imagen de autoridad respetada, por una imagen de autoridad odiosa. Si a estas imágenes se le suma el hecho de la desaparición de Santiago Maldonado, es entendible que los gobernantes hayan decidido guardar, aunque sea por un ratito, a los mulos de Gendarmería. Otra hipótesis que se me ocurre, es que para el 18 también se esperaba una amplia movilización por parte de la población, y se decidió desplegar solamente a la PFA y a la Policía de la Ciudad para que éstas fuesen atacadas y sobrepasadas (como efectivamente sucedió por momentos) por lxs revoltosxs, buscando victimizarla y así criminalizar la protesta social. De hecho, los enfrentamientos se terminaron cuando se supo que la Gendarmería estaba dirigiéndose hacia el Congreso. El debate, como la vez anterior, comenzaría a las 14hs, y como era debido, a la misma hora, una parte de lxs explotadxs dieron inicio a los enfrentamientos. Muchxs se vieron escandalizadxs por esto, pero ¿acaso podría ser de otra forma? Si la jornada del jueves 14 había dejado un saldo de 22 detenidxs (de lxs cuales 3, entre ellos el compañero anarquista Diego, se encuentran presxs y rehenes del Estado bajo la excusa de “prisión preventiva”), 15 efectivos policiales heridos, y un costo en destrozos de $14.000.000 [1], y a pesar de esto, el gobierno sigue insistiendo con una reforma que, claramente, el pueblo no desea, nos será fácil ver que el interés del pueblo no importa en absoluto, y que por más protesta que haya, sea pacífica o violenta, la reforma se va a aprobar sí o sí. El hecho de que se convoque al congreso a “debatir” la reforma es una mera formalidad y una mascarada de la democracia capitalista para que creamos en su neutralidad como organizador de la sociedad. La realidad es bien distinta. Dentro de este sistema no hay, no hubo, ni habrá debate alguno. La reforma fue aprobada desde el primer día que Macri asumió la presidencia, porque, más allá de que tenga o no mayoría en el Congreso, la política funciona a fuerza de intereses y Poder, y no mediante el diálogo y el intercambio de opiniones. El único lenguaje que maneja el Estado/Capital, es el de la economía, el de la cuantificación y la cosificación. Es sabido que, bajo la amenaza de no recibir presupuesto para sus provincias (evidenciando la falsedad del Federalismo de la república Argentina), los diputados opositores o al menos no alineados a Cambiemos, mareados por la altura de sus asientos en el Congreso, y corrompidos por el putrefacto hedor del Poder que los empuja a “cuidar su quinta”, cedieron y cederán siempre. Por eso festejamos y celebramos todos los enfrentamientos y momentos que interrumpan y desenmascaren el espectáculo capitalista. En los noticieros, como era de esperarse, los pulcros y cómodos sirvientes del Poder no cesaron de profesar los valores “democráticos” y “civilizados” a los que todxs debemos de atenernos, defenestrando a lxs revoltosxs y los disturbios. ¿Qué otra cosa podíamos esperar de estos parlanchines? Ya sabemos que su trabajo consiste en reproducir constantemente y por todos lados la ideología democrática de las clases dominantes para seguir sumiéndonos en la ignorancia, la confusión y la apatía, empujándonos a odiar a lxs que tenemos al lado, y a amar a los que tenemos arriba. Hemos podido ver hasta qué punto los medios de desinformación masivos cumplen un rol policial y de dominación cuando les facilitan las filmaciones a las fuerzas de seguridad para que éstas capturen y juzguen a lxs proletarixs revoltosxs (Sebastián Romero del PSTU es el ejemplo más claro). Es por esto que no deberíamos de permitir que los medios filmen a lxs compañerxs, o en su defecto, cubrirnos la cara para no poder ser identificadxs a través de las filmaciones. Lo que no deja de sorprendernos, son todos los ciudadanxs laburantes que se ven afectados por la reforma, e incluso los militantes de partidos de izquierda, organizaciones sociales y ciertxs anarquistas, que dicen luchar por el fin de la explotación, pero que no pueden dejar de lado los procederes democráticos, sosteniendo así los mismos argumentos del Poder. A éstos les preguntamos: ¿qué otro lenguaje creen que se podría haber utilizado en un sistema que, con bellas palabras dice: “somos democráticos”, pero que en lo concreto blinda militarmente el Congreso Nacional para resguardar a los “representantes del pueblo”, encargados de discutir leyes que van en contra de los intereses del mismo pueblo al que dicen representar y defender? ¿Quiénes son estos personajes que se creen lo suficientemente sabios como para decidir y ejecutar la supuesta “voluntad del pueblo”? “Fueron elegidos democráticamente” dirán lxs más inocentes, pero ¿no es acaso ese su aspecto más siniestro? Efectivamente fueron elegidos por la gran mayoría de los votantes, es cierto. Pero seríamos ilusos si creyéramos que eso los hace objetivamente buenos o calificados para gobernar en nombre del “bien común”. Siendo esta democracia un juego de mayorías, y dado que a la mayoría se la alcanza a través de los medios masivos de (des)comunicación, y sumado a que esos medios masivos de (des)comunicación les pertenecen a los mismos que se postulan para ser gobernadores, o a propietarios que se verían beneficiados por determinadas políticas, tomarla como un juego limpio en donde ganan los “buenos” sería un suicidio. La condición fundamental del diálogo es la reciprocidad, es decir la igualdad de condiciones. Actualmente, la igualdad de condiciones es inexistente. De hecho, este mundo se basa en relaciones sociales que promueven la desigualdad. Sin embargo, la cosa es aún peor. El mayor problema es que el espectáculo capitalista lo camufla como si fuese todo lo contrario, como si viviéramos en un mundo en el cual todxs somos ciudadanxs libres que queremos, por libre elección, vivir de esta manera. Lo cierto es que nos educan y nos modelan desde el nacimiento para desear ese tipo de vida. La democracia capitalista y sus ganadores, se imponen día a día, en la televisión, en internet, en los diarios, en las escuelas, en las cárceles, en los manicomios, en las calles con la policía y las cámaras. Y es por esto compañerxs, que el 14 y el 18 no había nada que hablar. Allí había que hacer presencia y llevar el arma histórica del proletariado: la Acción Directa. Escupirles en la cara sus mentiras y demostrarles que tenemos memoria, que no nos van a engañar con sus formalidades democráticas, que aún seguimos furiosos por las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, y que estamos hartos de que otros manejen nuestras vidas cada vez más precarias, sea que se llamen peronistas, macristas o de izquierdas. Como decía Bakunin, debemos desatar las malas pasiones [2]. Ahora, pasando a los enfrentamientos, los mismos fueron increíbles. Quedó evidenciada la potencialidad de lucha que tienen lxs explotadxs cuando se enojan y dicen basta. Se pudieron observar muchísimos videos en los cuales la policía se ve sobrepasada, obligándolos a correr y retroceder para salvar su pellejo. La lluvia de piedras era constante, y los cánticos de “que se vayan todos”, “unidad de los trabajadores” y “el pueblo unido, jamás será vencido” se hicieron escuchar, trayendo memorias del argentinazo del 2001. Las cámaras de televisión mostraban y despotricaban sin parar contra esa “violencia irracional” que una parte “aislada” de lxs manifestantes estaban ejerciendo, pero para quienes estuvimos allí, se pudo experimentar que dentro de esa vorágine de rabia y destrucción había un sentimiento de fiesta y solidaridad, una diversidad que sería casi imposible de encontrar en los eventos homogeneizados que en sus diferentes variantes nos presenta el Estado/Capital. Había gordxs, flacxs, blancxs, negrxs, villerxs, chetxs, rubixs, inmigrantes, morochxs, pendejxs, jovatxs, anarquistas, pordioserxs, sindicalistas, laburantes, zurdxs, obrerxs, maestrxs, heteros, homos, lesbis, etc., colaborando y unidxs frente al enemigo. Obviamente hubo discusiones, y debates dentro de lxs mismxs manifestantes, como la que se dio entre unxs luchadorxs que querían destruir una camioneta con antena de la TV Pública, y otrxs que disuadían y les pedían que dejasen retirar a la camioneta pacíficamente, pero estos sí que fueron debates reales, entre iguales, ya que a la hora de la revuelta, en el momento en el cual el enfrentamiento de clase se hace real, todos los estereotipos y los roles sociales que el Estado/Capital nos quiere imponer, se caen y nos evidencia la realidad: estamos todxs en la misma, somos todxs explotadxs. Y he allí donde reside la verdadera belleza de la revuelta y la lucha. La misma nos pertenece a todxs, siendo esa la razón por la cual, como anarquistas, nos oponemos a lxs dirigentes y a lxs líderes, porque nadie, absolutamente nadie, puede personificar o conocer en su totalidad los verdaderos alcances de la solidaridad revolucionaria. La misma debe ser descubierta y experimentada por el cuerpo de cada unx de lxs individuos, reconociéndose, a través de la diversidad y la diferencia, en lxs otrxs. Allí no hubo líderes, y es por eso que tanto se escandalizaron los medios, los gobernantes y los dirigentes en general, porque no había nadie a quien culpar, no había una cabeza que cortar y en la cual centrarse para criminalizar. Debemos comprender esta idea: Una hidra de mil cabezas es mucho más difícil de eliminar. Aún quedan dos años más de gobierno macrista, y obviamente ya están preparando su reelección para el 2019. Incluso, si observamos a nivel geopolítico, la derecha, después del populismo capitalista, vuelve a cernirse sobre Latinoamérica y el mundo. El panorama no es muy esperanzador, pero como siempre, las opciones son dos: resignarse a la miseria o luchar. Las revueltas del 14 y el 18 fueron una pequeña muestra del potencial que tienen lxs explotadxs cuando se desembarazan de las divisiones políticas y mercantiles, y luchan contra el enemigo de clase. Es hora de que dicha unión y organización se traslade desde los enfrentamientos en fechas y monumentos históricos, hacia adentro, es decir hacia los barrios y las calles, buscando crear redes de solidaridad y apoyo proletarias contra el Poder que se cierne sobre todxs nosotrxs. Debemos poder generar que las revueltas y la lucha sea un proyecto de profundización de una ética organizativa anti-autoritaria. La lucha no se hace solamente desde las barricadas (aunque sí es una de sus expresiones más bellas), sino que también se hace desde la auto-organización. Esa es la verdadera arma que tenemos como explotadxs frente a los Gobernantes que se encargan de enajenarnos, sacándonos la capacidad de organizarnos nuestra propia vida. Es la auto-organización, una que apunte a desmantelar las instituciones burguesas de dominación y a generar relaciones comunistas anti-autoritarias entre lxs explotadxs, la que va a darles pesadillas a los reyes del mundo.
Fran Fridom
Fuentes[1] https://www.infobae.com/politica/2017/12/19/reparar-los-destrozos-en-el-centro-porteno-costara-23-millones-de-pesos/ [2] Libro Conversaciones con Bakunin, de Arthur Lehning, editorial Anagrama, 1978, traducción de Enrique Hegewicz. (P.249). Read more ... |
Posted: 20 Apr 2018 03:34 PM PDT
Diarios de una revolución es una novela escrita a lo largo de más de año y medio. Trata de un futuro cercano, en donde una transformación de la sociedad en todas sus formas, da lugar a una nueva forma de poder, que a su vez, es respondida por la población. El autor, Roberto Báñez, es de origen galego y amante de la literatura Orwelliana y sociopolítica. Es autor de artículos y libros de tipo académico, aunque es en la novela donde alcanza el verdadero gusto por la escritura.
Tras el ascenso progresivo del poder económico en todos los ámbitos, surge el Nuevo Orden como forma de poder imparable, la última y más terrible forma del neoliberalismo. Frente a ella, hay quienes se organizan día a día para tratar de hacer frente a esta nueva amenaza. Las primeras protestas llevan a una mayor represión, alimentado por un conflicto cada vez de mayores proporciones, desencadenando una violencia que no parece terminar. Diarios de una Revolución no trata de ser una novela lo más realista posible, sino más bien contraponer una sociedad distópica en un futuro cercano frente a una revolución utópica. Se muestra un levantamiento popular y de lucha armada más parecida a ocurridos en el siglo XX, pero en el contexto de Occidente en pleno siglo XXI. En este contexto, en una Barcelona sumida en el caos más absoluto, cuatro personajes relatan a través de sus diarios los distintos puntos de vista del conflicto, de sus experiencias y, sobre todo, de sus ideales. Read more ... |
Posted: 20 Apr 2018 02:04 AM PDT
No tinguem por
si ens vénen a buscar homes armats de rostres tapats i braços alçats, no tinguem por.
No tinguem por
si ens tanquen a la presó i desdibuixen el nostre rostre policies professionals de l’odi i la tortura per ordre d’un jutge servil d’un Estat feixista i opressor. No tinguem por.
Ja són molts els cops rebuts,
moltes les llàgrimes per la sang vessada d’incomptables valentes. No tinguem por, fem-ho per elles.
No tinguem por,
perquè el poble sempre respon. No tinguem por, perquè els CDR som llavor.
Som lluita contra l’opressor
i amor per les oprimides. Cridem ben fort; LLIBERTAT PRESES POLÍTIQUES! TOMBEM EL MUR DE LES PRESONS!
Perquè sàpiguen
que en aquesta terra ja no regne cap Borbó.
[CASTELLANO]
No tengamos miedo
si nos vienen a buscar hombres armados de rostros tapados y brazos alzados, no tengamos miedo.
No tengamos miedo
si nos encierran en la cárcel y desdibujan nuestro rostro policías profesionales del odio y la tortura por orden de un juez servil de un Estado fascista y opresor. No tengamos miedo.
Ya son muchos los golpes recibidos,
muchas las lágrimas por la sangre derramada de incontables valientes. No tengamos miedo, hagámoslo por ellas.
No tengamos miedo,
porque el pueblo siempre responde. No tengamos miedo, porque los CDR somos semilla.
Somos lucha contra el opresor
y amor para las oprimidas. Gritemos bien fuerte; ¡LIBERTAD PRESAS POLÍTICAS! ¡TUMBEMOS EL MURO DE LAS CÁRCELES!
Para que sepan
que en esta tierra ya no reina ningún Borbón. Read more ... |
Posted: 20 Apr 2018 01:46 AM PDT
[Por la solidaridad entre los pueblos]
Ni un hombre, ni un arma para el Estado. Así de contundente fue el compañero anarquista Rudolf Rocker en el congreso de los obreros de la industria del armamento en Erfurt en marzo de 1919, antes del inicio de lo que conoció como II Guerra Mundial. Una reivindicación que a día de hoy sigue siendo necesaria, dado el panorama bélico que existe hoy en el mundo.Por un lado, en España, se sigue fomentando el culto al ejército y a cualquier tipo de fuerza armada. Se adoctrina a los niños en el nacionalismo, la sumisión al Estado y a la admiración al ejército o a cualquier tipo de fuerza armada en los colegios, en ferias infantiles, en actos religiosos etc. El Ministerio de Defensa, a través de los medios de comunicación y otros lugares de propaganda, gasta miles de euros en campañas de marketing para vendernos una cara amable de ejército, promocionar el día de la Hispanidad como la fiesta nacional de España (con la carga negativa que supone esa fecha para muchos pueblos y sociedades americanas), el reclutamiento en el ejército profesional como una salida laboral, o hacernos creer que se practica el humanitarismo, como si fuese una especie de ONG. Por otro lado, el negocio de las armas entre empresas transnacionales, Estados y grupos armados mueve millones en todo el mundo. El principal foco de inversión e innovación tecnológica que financian los Estados no está precisamente en luchar contra el cáncer o el SIDA, sino en todo lo que tiene que ver con la guerra y la muerte. Estas empresas, a través de sus marionetas políticas, hacen contratos millonarios para vender armamentos de guerra a países que participan de forma directa o indirecta en conflictos armados. El ejemplo más cercano lo tenemos en la visita del príncipe de Arabia Saudí Mohamed bin Salam a España, para cerrar tratos millonarios en armamentos, bases militares y lo que no nos contarán por la prensa. Las consecuencias de que la guerra sea un rentable negocio son fácilmente palpables. La guerra sacude diversas partes de los cinco continentes. En África, un continente literalmente devastado, detrás de los conflictos étnicos y religiosos se esconde el neocolonialismo de países europeos y empresas transnacionales que buscan la obtención de materias primas clave para el desarrollo tecnológico a bajo coste. Y lo consiguen manteniendo el flujo de armas desde el mercado negro y la escala de tensión, violencia, muerte, sufrimiento, en una espiral de miseria que nunca tiene fin. Apoyados por los gobernadores corruptos títeres del FMI y del Banco Mundial. Asia se sacude principalmente en la zona de los países árabes, como Yemen, Palestina y Siria, sin olvidar otros tantos países que actualmente son estados fallidos «gracias» a la intervención imperialista de EE. UU., como Irak o Afganistán. Actualmente, Siria se encuentra inmersa en una guerra civil desde hace años y está en el punto de mira de los intereses geopolíticos de EE. UU.-UE-OTAN, Rusia, China e Irán. Una guerra civil que se recrudece cada vez más. El catorce de abril, EE. UU., Francia y el Reino Unido bombardearon de forma arbitraria Damasco y Homs a espaldas de los organismos internacionales con la excusa de las bombas químicas. Actuación que guarda mucha similitud con lo que produjo la guerra de Irak. Ni contaba con la aprobación de la ONU, ni el Reino Unido tenía permiso del parlamento británico. Otra vez queda patente que las normativas nacionales e internacionales no valen nada si no están supeditadas a los intereses económicos y políticos de EE. UU. Tampoco Turquía necesitó la aprobación de los organismos internacionales para entrar en el enclave kurdo-sirio de Afrin, dejando decenas de muertos y miles de desplazados. Las víctimas de esta guerra son, como siempre, la gente humilde y obrera, que ve destruidas sus viviendas, su familia y su forma de vida. Obligada a huir, malvive hacinada en campos de concentración, muere ahogada en el mar Mediterráneo, y los que llegan a Europa son rechazados por una Unión Europea racista que solo busca el beneficio económico de esta guerra de la que forma parte. Ni un hombre, ni un arma para el Estado. Contra la guerra, la movilización hacia la huelga general indefinida. Una de las ideas por la que Rocker lanza esta proclama no es otra que denunciar cómo a través de la producción armamentística realizada con el sudor de los trabajadores se reprime y se acaba con los movimientos obreros revolucionarios, y para que los obreros de la industria armamentística rechazasen la producción de material de guerra, y los talleres en los que se producía este material se convirtiesen en talleres para el trabajo de la paz. A día de hoy la producción de la industria armamentística sigue produciendo material bélico que acabará en manos de las fuerzas represivas de los Estados o de grupos paramilitares, asesinando a muy diversas poblaciones del globo. Además, se ha visto como el ejército y la policía tienen un papel fundamental para, a través del uso de la fuerza, garantizar el funcionamiento de los servicios, reventando huelgas y acabando con cualquier tipo de movilización obrera que no interese al Estado. Contra las guerras, para los anarquistas sigue habiendo unos puntos clave como son: el boicot y la deserción de los cuerpos de seguridad del Estado (policía, guardia civil, ejército, etc.); el boicot a la industria armamentística, tanto en la producción como en la distribución; romper con el racismo institucional y con el pensamiento racista que nos inculcan en la escuela y medios de comunicación, ya que solo sirve para dividir a los trabajadores de cualquier país, allanar procesos económicos como la gentrificación y justificar la represión contra las personas migrantes, así como la pobreza y la guerra en sus países de origen; romper con los partidos de la izquierda parlamentarista y los sindicatos oficiales (CCOO y UGT), los cuales hacen usos partidistas y electorales del discurso del «no a la guerra», mientras apoyan, son cómplices y silencian los genocidios imperialistas como el ocurrido en Libia, o los conflictos actuales. Ante la miserable situación en la que nos encontramos los trabajadores, no solo en España, sino en todo el mundo por los intereses económicos capitalistas de las élites políticas y económicas, sigue siendo necesaria la unión, construir redes de solidaridad y apoyo mutuo, al margen de las instituciones del Estado, y trabajar por la huelga general indefinida, una de las herramientas más poderosas que tenemos los trabajadores para parar esta dramática situación. “Pero la misión de aquellos que, como nosotros, buscan la abolición de todas las opresiones y de la explotación del hombre por el hombre, consiste en despertar la conciencia del antagonismo entre dominantes y dominados, entre explotadores y explotados, así como en fomentar la lucha de clases en todos los países y la solidaridad entre todos los trabajadores allende cualquier frontera, contra todos los prejuicios y todas las pasiones raciales y nacionales.” Errico Malatesta
Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases
Por la anarquía Read more ... |
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