- - - Servicio Informativo "Alai-amlatina" - - -
Agradecemos sus aportes económicos que permiten sostener este servicio: http://www.alainet.org/donaciones
Agradecemos sus aportes económicos que permiten sostener este servicio: http://www.alainet.org/donaciones
Comercio
electrónico y la agenda de las transnacionales
Sally Burch
ALAI
AMLATINA, 26/04/2018.-
El comercio
electrónico, uno de los componentes de la nueva economía
digital, está en
rápido crecimiento. Entre
las
plataformas de Internet más conocidas en América Latina están
Amazon, eBay,
Alibaba o Mercado Libre (este último, latinoamericano).
Es atractivo
para consumidores por la amplia gama de opciones, facilidad de
comparar precios
y, a menudo, entrega a domicilio. Para
las empresas, permite abrir nuevos mercados, a veces sin
límites geográficos. Ofrece
también oportunidades para pequeños y
medianos productores, una de cuyas principales dificultades es
la
comercialización.
Se podría
pensar que para los países del Sur, sería muy beneficioso
desarrollar sus
capacidades en este plano. Vale
la
pregunta, entonces: ¿Por qué una mayoría de países en
desarrollo se negaron a
abrir negociaciones sobre el comercio electrónico, en la
última reunión
ministerial de la Organización Mundial del Comercio -OMC-?
La economía digital
Lo que
abarca el concepto de comercio electrónico en realidad es
mucho más amplio que las
tiendas en línea. Comprende
la venta o
distribución de bienes o servicios físicos, facilitada por
medios electrónicos,
incluyendo, por ejemplo, la llamada “economía colaborativa” en
servicios como
transporte o alojamiento (como Uber y AirBnB). Contempla, además, bienes
anteriormente
físicos que están siendo remplazados por bienes digitales
(libros, música);
pero también está emergiendo toda un área híbrida, como los
diseños digitales de
bienes físicos (con opción de personalización) para
reproducirlos en impresoras
3D, desde vestimenta, hasta maquinaria y casas e incluso
ciertos alimentos o
prótesis para el cuerpo humano. También abarca los productos y
servicios propios
de la economía digital, donde los datos son el bien
comerciable, o éstos son
utilizados para proveer un servicio, sea en plataformas de la
Web o aplicaciones
de la inteligencia artificial.
Estamos
hablando, entonces, de una parte significativa de la economía
actual y que se
acrecentará mucho más a futuro.
Consecuentemente, cualquier acuerdo comercial que
regule (o desregule)
el “comercio electrónico” estaría de hecho sentando las bases
globales para el
conjunto de la nueva economía digital, hacia la cual estamos
transitando
velozmente, con enormes implicaciones para el modelo
económico, el empleo, el
desarrollo, la dependencia o soberanía nacional e incluso los
derechos
humanos. Por lo mismo,
requiere de un
análisis a fondo y de mucho cuidado, en particular desde la
ciudadanía y los
países en desarrollo, para no ceder a presiones a cambio de
concesiones puntuales.
Justamente,
uno de los desafíos de la economía digital es que se presta a
favorecer a los
actores más grandes, lo que alienta la concentración y la
formación de
monopolios. Tan es así
que amazon.com ya
cuenta con el 44% del comercio electrónico en EEUU (2017) y
con el 16% a nivel
global (2016); mientras que Google y Facebook acaparan el 61%
de los ingresos
de la publicidad global en Internet, y el 25% del total de los
ingresos de
publicidad en medios[1].
¿Hacia un
acuerdo vinculante
en la OMC?
Es en este contexto que los países desarrollados con mayor
capacidad
digital han planteado abrir negociaciones en la OMC, buscando
un mandato para
un acuerdo vinculante sobre comercio electrónico que esperaban
concretar en la
reunión Ministerial de 2018 en Buenos Aires.
No es un tema nuevo: desde hace varios años, se
desarrollan discusiones
al respecto en un comité del organismo multilateral que no
tiene poder de
decisión vinculante. La
propuesta actual
responde fundamentalmente al interés de estos países para
reforzar aún más las
ventajas de las que gozan sus grandes empresas digitales.
Se trata, en esencia, de desregular el sector, bajo un
discurso de
“Internet libre”, para que estas empresas puedan tener acceso
libre a todos los
mercados y aprovecharse sin trabas de los flujos de datos. Para los países con
capacidad digital
incipiente (incluyendo la mayoría de países en desarrollo),
significaría que se
vean impedidos de adoptar —ahora o más adelante— las
regulaciones que les
permitirían defender y fomentar su propio desarrollo soberano
y capacidad de
competir en esta área.
Este sentido de la propuesta se ve claramente en las
cláusulas que EEUU
propone incluir en la negociación, muy parecidas a lo que ya
se había avanzado
en las negociaciones en el marco de TLCs como el Tratado
Transpacífico (TPP) y
el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TiSA). Entre éstas se
contemplan las siguientes
medidas.
- La habilitación
de flujos de datos transfronterizos.
Se trata de prohibir la regulación que muchos países
han promulgado para
proteger los datos nacionales.
Ello va
ligado a la prohibición de barreras de localización o
de exigencia
de establecer
una presencia nacional.
En la
práctica, significaría que las empresas puedan llevar, sin
mediar pago alguno,
todos los datos personales y de las colectividades, para
convertirlos en un
commodity para vender o explotar.
Implica también que no se podrá exigir que las empresas
digitales
almacenen los datos en el país donde se generan, bajo el
argumento de que
significaría costos adicionales de construcción de
infraestructura física en
cada país.
Pero ello
limitaría
la capacidad de las legislaturas nacionales para proteger la
privacidad de su
ciudadanía, ya que se aplicarán las leyes del país donde se
almacenan los datos
(que en el caso, por ejemplo, de EEUU, protegen poco a su
población nacional y
aún menos a usuarios extraterritoriales).
Asimismo, al renunciar a la posibilidad de regular
adecuadamente la
extracción, uso y almacenamiento de datos, los países
sacrificarán la
posibilidad de sacarles provecho para desarrollar su propio
sector tecnológico
(como la inteligencia artificial).
La no
presencia física podría significar un impacto en el empleo o
su precarización mediante
tercerización o contratación de trabajadores autónomos;
además, dificultaría las
opciones de recurso legal en casos de incumplimiento de las
leyes y derechos de
los consumidores.
- Prohibición
de las transferencias forzosas de tecnología,
procesos de producción u
otra información de propiedad.
Pero la
transferencia tecnológica siempre ha sido una demanda de los
países en
desarrollo. Prohibir
su obligatoriedad
significaría perder oportunidades para desarrollar
conocimiento y capacidad
local, con miras a desarrollar su propio sector tecnológico.
- Protección del
código de fuente crítico: se prohibiría que un país
pueda obligar a las empresas
extranjeras a entregar su código fuente o algoritmos
patentados a sus
competidores; salvo con fines de proteger la salud, seguridad
u otras metas
regulatorias legítimas.
Esto es
particularmente preocupante en el caso de sistemas de
inteligencia artificial,
que tienen la capacidad de tomar ciertas decisiones
autónomamente, mediante
algoritmos. Si no se
puede saber cómo
operan, cómo están programados, difícilmente se podrá pedir
rendición de
cuentas por decisiones erróneas o garantizar que no tengan un
sesgo
incorporado.
- Garantizar
la elección de la tecnología por parte de la
empresa.
Implica que
no se podrá estipular que las empresas deban utilizar
tecnología local, lo que
desalentaría el desarrollo de capacidad nacional.
- La prohibición
de aranceles aduaneros para los productos digitales.
Ya existe,
desde hace varios años, un acuerdo de moratoria en la OMC a
los aranceles para bienes
que se transmiten electrónicamente. Sin
duda sería complejo implementar tales aranceles. Pero a medida que cada
vez más bienes se desplazan
al dominio digital, podría significar una pérdida
significativa de ingresos
para los países en desarrollo y fomentar la competencia
desleal con su
producción doméstica. Aceptar
una
prohibición permanente, sin conocer cómo va a evolucionar el
mercado digital,
podría ser arriesgado.
Negociaciones paralelas
Previo a la
Ministerial en Buenos Aires, viendo que el acuerdo no
avanzaba, los países
proponentes plantearon algo menos ambicioso, con énfasis en
“el comercio para
el desarrollo”[2]. Se argumentaba que la
negociación favorecería
a las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs). En una óptica similar,
meses antes, se creó
un grupo de países “Amigos del comercio electrónico para el
desarrollo”,
coordinado por Costa Rica.
Sin embargo,
las MiPyMEs son las que menos podrán competir con las
corporaciones
transnacionales, que tienen los beneficios de escala,
subsidios,
infraestructura nacional, avances tecnológicos, etc. Más bien lo que necesitan
son regulaciones y
políticas nacionales que les den oportunidades de desarrollar
su capacidad
tecnológica, acceso preferente a mercados y competencias. Ello incluye mejorar la
conectividad nacional
al Internet, de alta velocidad, incluyendo las áreas rurales;
mejorar la
eficiencia de la aduana; mejorar los servicios de distribución
(correo);
políticas arancelarias y crediticias que favorezcan a las
MiPyMEs, entre otros
aspectos.
Finalmente,
una mayoría de países en desarrollo (principalmente los
africanos, varios
asiáticos, incluyendo India, y el grupo del ALBA en América
Latina) se
resistieron a dar un mandato de negociación, entendiendo que
significaría
abandonar el acuerdo previo de no abrir nuevas negociaciones,
mientras no
culmina la Agenda de Doha para el Desarrollo, y para no dar
lugar a nuevos
impedimentos para las políticas nacionales.
Toda vez, no
se lo puede considerar un asunto cerrado.
Las presiones continuarán, tanto en la OMC como en el
marco de otras
negociaciones comerciales. De
hecho, la
reciente entrada en vigencia del TPP, por parte de todos los
países signatarios
menos EEUU, dejó intacto la sección del Acuerdo sobre comercio
electrónico.
En la
Ministerial de Buenos Aires, unos 70 países (principalmente
los que son parte
de las negociaciones de TiSA, y también Argentina), adoptaron
una declaración
conjunta sobre comercio electrónico y desarrollo, donde
acuerdan emprender un
trabajo conjunto exploratorio hacia futuras negociaciones en
la OMC sobre
intercambio comercial y comercio electrónico, abierto a todos
los países, hayan
firmado o no.
Este grupo
realizó su primera reunión, en Ginebra, el 14 de marzo de este
año, en la
propia sede de la OMC y con presencia de funcionarios de la
entidad, a pesar de
que la OMC no tiene ningún mandato para llevar adelante tales
discusiones. (La OMC
solo puede desarrollar negociaciones
autorizadas por el conjunto de sus miembros).
Participaron 82 países (incluyendo China y Pakistán,
entre otros países que
no habían firmado la declaración). La
sesión fue liderada por Japón, Singapur y Australia. EEUU, que fue el primer
impulsor de la
iniciativa de negociación, también participó; si bien en los
últimos meses
había dejado de liderar la iniciativa, como parte de la
decisión de Donald
Trump de no privilegiar las negociaciones comerciales
multilaterales.
Este tipo de
negociación en paralelo se está volviendo algo habitual en el
marco de la OMC,
como un mecanismo para circunvalar los procedimientos formales
de la entidad,
con la intención de volver con mayor fuerza en la siguiente
Ministerial con un
acuerdo pre-negociado, donde, en este caso, las MiPYMES serían
la carnada para
concitar adhesiones.
¿Hacia una mayor
regulación de Internet?
El reciente escándalo sobre el uso en campañas electorales
de datos
proporcionados por Facebook a Cambridge Analytica, con
flagrante abuso de la
intimidad de los usuarios, ha comenzado a abrir los ojos a
legisladores en
varios países, incluyendo EEUU, sobre el poder excesivo de los
monopolios de
Internet. Pero estamos
aún muy lejos de
soluciones reales de política pública que permitan garantizar
el interés
público frente a este poder.
El análisis de Stacy Mitchell sobre amazon.com, publicado
recientemente en The
Nation[3],
da
indicios de lo que está en juego en el campo del comercio
electrónico. Explica
el dilema que enfrentan los pequeños
y medianos productores para decidir si es mejor tratar de
competir desde fuera,
o vender sus productos en la plataforma de Amazon, donde es
difícil tener éxito
debido a que Amazon puede manipular precios y promover
productos de una manera
que siempre favorece sus propias marcas y ganancias. Más allá de ello, la
autora afirma que Jeff
Bezos (el fundador y director ejecutivo de amazon.com) “ha diseñado su
empresa para un objetivo mucho más radical que simplemente
dominar los mercados;
ha construido Amazon para reemplazarlos. Su visión es que
Amazon se convierta
en la infraestructura subyacente en la que se ejecuta el
comercio”. Algo
similar, en sus respectivos ámbitos, se
podría decir de Google y Facebook.
La eventual adopción de medidas vinculantes en la OMC
reforzará aún más
estas tendencias. No
es un asunto para
que lo definan “expertos” (generalmente identificados con
intereses
empresariales). Es un
debate que
requiere de una amplia participación de la ciudadanía y que
tome en cuenta
garantías para el desarrollo, la democracia y los derechos
humanos. La propia
ONU, desde la Cumbre Mundial de la
Sociedad de la Información, ha reconocido la importancia de
contar con espacios
multisectoriales para debatir estos temas.
La OMC, desde siempre bastante cerrada a la
participación ciudadana (y
aún más desde el fiasco que protagonizó Argentina al negar las
visas y acreditaciones
de participantes de la sociedad civil en la Ministerial), no
es para nada un
espacio apropiado para ello. Si estas
negociaciones prosperan, el futuro de nuestro desarrollo
podría estar
fuertemente comprometido.
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 532, abril 2018: Tensiones e impases en la OMC
[1] Datos de https://www.statista.com/
[2] Ver el artículo
de Deborah James.
[3] Amazon
Doesn’t Just Want to
Dominate the Market—It Wants to Become the Market, https://www.thenation.com/article/amazon-doesnt-just-want-to-dominate-the-market-it-wants-to-become-the-market/
URL de este artículo: https://www.alainet.org/es/articulo/192536
Te invitamos a sostener el trabajo de ALAI.
Contribuciones: http://alainet.org/donaciones.php
Mas informacion: http://alainet.org
FaceBook: http://facebook.com/America.Latina.en.Movimiento
Twitter: http://twitter.com/ALAIinfo
RSS: http://alainet.org/rss.phtml
______________________________________
Agencia Latinoamericana de Informacion
email: info@alainet.org
Suscripciones: http://listas.alainet.org/listas/subscribe/alai-amlatina
Desuscripciones: http://listas.alainet.org/listas/signoff/alai-amlatina
Contribuciones: http://alainet.org/donaciones.php
Mas informacion: http://alainet.org
FaceBook: http://facebook.com/America.Latina.en.Movimiento
Twitter: http://twitter.com/ALAIinfo
RSS: http://alainet.org/rss.phtml
______________________________________
Agencia Latinoamericana de Informacion
email: info@alainet.org
Suscripciones: http://listas.alainet.org/listas/subscribe/alai-amlatina
Desuscripciones: http://listas.alainet.org/listas/signoff/alai-amlatina
No hay comentarios:
Publicar un comentario