Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- Benjamin Péret (1899-1959). Poeta surrealista y militante revolucionario
- El movimiento anarquista hoy: el nuevo escenario y los nuevos paradigmas
- [Vídeo] Ferrer, Ascaso, Durruti y las mujeres
- La psiquiatrización de la vida cotidiana
- Creyentes
- [Vídeo] Así se ve la democracia en Grecia: La policía antidisturbios ataca a los manifestantes sin motivos
Posted: 20 Nov 2018 11:22 AM PST
Poeta surrealista y militante revolucionario. Benjamin Péret nació el 4 de julio de 1899 en Rezé (cerca de Nantes, Francia) y falleció en París el 18 de septiembre de 1959. Fue enrolado en el ejército durante la Primera Guerra Mundial. Acabada ésta participó en las actividades del grupo dadaísta.
El 13 de mayo de 1921, en una sala de la calle Dantón, en París, se hizo la representación de una obra teatral de agitación política, titulada “Acusación y juicio del señor Maurice Barrés por Dadá”. Barrés era un escritor y político francés que exaltaba el nacionalismo, las tradiciones francesas más reaccionarias y el culto a los muertos caídos en la Primera guerra mundial. André Breton era el presidente del tribunal, Louis Aragon y Philippe Soupault eran los abogados de la defensa, El acusado estaba representado por un maniquí. Benjamin Péret, testigo de cargo, encarnaba al soldado desconocido, cubierto por un capote francés enlodado, pero hablando alemán y marcando el paso de la oca. Barrés fue condenado por “crímenes contra la seguridad del espíritu” a la pena ficticia de veinte años de trabajos forzados. El escándalo, que siguió a la provocación teatral, conllevó una crisis del movimiento dadaísta, disconforme Tzara con cualquier tipo de justicia, incluida la dadaísta, y su ruptura con los surrealistas.
En 1921-1924 junto con Bréton, Aragon y Eluard intervino en la formación del movimiento surrealista. En 1926 se adhirió al Partido comunista. En 1927 se casó con la cantante lírica brasileña Elsie Houston. De 1929 a 1931 residió en Brasil, afiliándose a la Oposición de izquierda (trotskista), en abril de 1931. El 31 de agosto de 1931 nació su hijo Geyser en Río de Janeiro. En diciembre de ese mismo año fue expulsado por sus actividades políticas. De nuevo en Francia participó en todas las actividades surrealistas y firmó las declaraciones del grupo contrarias al estalinismo. No pudo afiliarse a la Liga comunista a causa de la exigencia de Naville y Molinier de que declarase que el surrealismo era contrarrevolucionario. Militó en Union Communiste hasta marzo de 1934. Se mostró remiso a la táctica entrista, propugnada por Trotsky. Muy activo en política desde 1932, participó en la campaña de auxilio al Trotsky exiliado. En 1934 lanzó un llamamiento por la unidad obrera contra el auge del fascismo en Francia. En la primavera de 1935 viajó con Bréton a Canarias, donde entraron en contacto con los surrealistas españoles. En 1936 se editó "Je ne mange de ce pain-là" (expresión coloquial que significa: “prefiero morirme de hambre”), que contiene un poema extremadamente peyorativo contra Macià, el que fue primer presidente de la Generalidad republicana.
Tras una breve estancia en el grupo "Contra Ataque" de Georges Bataille, ingresó en el Partido Obrero Internacionalista (POI), de carácter trotskista, desde su fundación en junio de 1936. El 5 de agosto de 1936 llegó a Barcelona junto con el director de cine Léopold Sabas y Jean Rous, miembro del secretariado internacional. Estos tres delegados del Movimiento por la Cuarta Internacional tenían la misión de facilitar la colaboración de los trotskistas con el POUM, sobre todo en el plano militar y político. Rous y Péret tomaron la palabra en el entierro de Robert de Fauconnet, militante trotskista francés de la Columna Internacional Lenin, caído en el frente de Huesca el 1 de septiembre de 1936. El intento de desplegar una bandera de la Cuarta Internacional sobre el féretro provocó un violento incidente con los militantes poumistas, que se opusieron a ello. El parlamento de Péret, en francés, ensordecido además por el chirrido de los tranvías, pasó totalmente desapercibido a los asistentes al acto.
Péret había realizado en el mes de agosto de 1936 una primera visita a los distintos frentes y, desde el 5 de septiembre, tras la marcha de Jean Rous a Francia, se convirtió en el delegado del POI en España. Tal cargo, unido a su fama de poeta surrealista transgresor y provocador, ferozmente anticlerical, no desmerecieron nunca su extrema modestia y sencillez, ejemplificada magistralmente en la anécdota del encuentro con Jaume Miravitlles, comisario de Propaganda de la Generalidad, que narra Mary Low en su libro Cuaderno Rojo de Barcelona. Miravitlles confundió a Péret, vestido con alpargatas y mono azul, con un peón, cuando éste tímidamente le pidió permiso para entrar a su despacho. La misma Mary Low, a quien Péret prologó en 1942 un libro de ensayos, nos muestra a un beatífico Péret haciendo guardia en el Hotel Falcón con fusil al hombro, mientras un gato ronronea entre sus piernas. La correspondencia que mantuvo con Bréton nos ha dejado unas maravillosas cartas en las que Péret narra sus impresiones sobre la Guerra de España y la revolución en curso. Desde octubre de 1936 Péret trabajó como locutor en lengua portuguesa de la Radio del POUM. El deterioro de las relaciones entre trotskistas y poumistas alcanzó tal crispación que hizo imposible la mera permanencia de los primeros en las milicias del POUM. Dada la creciente amenaza de liquidación política y física de todos los trotskistas, la absoluta impunidad de los estalinistas y el rechazo de los poumistas a tolerarlos en sus filas, en marzo de 1937 Benjamin Péret tuvo que refugiarse en la Columna Durruti, en el sector de Pina de Ebro, y a finales de abril de 1937, junto con su compañera Remedios Varo, y Munis, dirigente de la Sección Bolchevique-Leninista de España, marchó a París. Allí reemprendió sus actividades profesionales de corrector y de militancia en el POI. Colaboró en los dos números de "Clé" y en las actividades de la FIARI (Federación Internacional del Arte Revolucionario Independiente), nacida a raíz del manifiesto "Por un arte revolucionario independiente", redactado en julio de 1938, en México, por Trotsky y Bréton. El 3 de septiembre de 1938 se fundó formalmente, en Perigny, en casa de Rosmer, la Cuarta Internacional. En febrero de 1940 Péret fue movilizado, y en mayo encarcelado por sus actividades políticas. Salió de la prisión de Rennes en julio de 1940, gracias al soborno aceptado por un guardián nazi. Desde marzo de 1941 vivió entre los miles de personas que en Marsella esperaban conseguir visado y pasaje para huir de la Francia de Vichy, trabajando algún tiempo en la cooperativa trostkista Croque-Fruit, hasta que en octubre de 1941 consiguió embarcar con destino a Casablanca y de allí a México, acompañado por Remedios.
Permaneció en México hasta 1948 donde militó con Munis en el Grupo Español en México de la Cuarta Internacional (GEMCI), usando el seudónimo de "Peralta". Desde 1941 hasta 1943 publicó en castellano, en "19 de Julio" y "Contra la corriente", órganos del GEMCI, excelentes artículos de análisis político sobre los principales acontecimientos que jalonaron la Segunda Guerra Mundial. Péret, con Munis y Natalia Sedova, inició un proceso de ruptura con la Cuarta Internacional que se hizo definitiva en el Segundo Congreso, reunido en París en 1948. Péret vivió muy pobremente en México, aunque siempre muy activo en los planos cultural y político. En febrero de 1945 editó su folleto "El deshonor de los poetas", que atacaba el nacionalismo y patrioterismo de Aragon y Eluard. En setiembre de 1946 publicó en francés, en la editorial Revolución del GEMCI, un "Manifeste des exégétes" que efectuaba una balance de lo que él consideraba el fracaso y aislamiento de las revolucionarios, y que a la vez constituía una detallada exposición de las discrepancias existentes entre el GEMCI y el secretariado internacional, entre las que destacaba la definición de capitalismo de estado, dada por Munis y Péret al régimen ruso.
Munis y Péret llegaron a Francia a principios de 1948. Munis y sus seguidores fueron expulsados de la Cuarta Internacional en 1949, a causa de la crítica a las posiciones oficiales de la Internacional, que aún consideraban a la Unión Soviética como un "Estado obrero degenerado", así como a su rechazo a la intervención de los revolucionarios en las luchas de liberación "nacional" contra el nazismo que, tanto Munis como Péret y Natalia, calificaban como contrarias a las tesis clásicas del marxismo revolucionario, que propugnaban la transformación de la guerra imperialista en una guerra civil revolucionaria contra la propia burguesía. Péret continuó colaborando en las revistas surrealistas y con el Grupo de exiliados españoles, que constituidos como Grupo Comunista Internacionalista (GCI), se unieron a un grupo de exiliados/emigrantes vietnamitas, a la tendencia Galienne-Pennetier surgida en el segundo congreso, y al que se sumaron diversas personalidades, para constituir una efímera Unión Obrera Internacional (UOI). Munis y los españoles del GCI crearon en Barcelona y Madrid una primera infraestructura para reemprender una lucha revolucionaria contra el franquismo. Intervinieron en la huelga de tranvías de Barcelona de marzo de 1951. A principios de 1953 el grupo cayó en manos de la policía y Munis fue encarcelado hasta 1957. En 1952 Péret mantuvo en las páginas de “Le Libertaire” un debate con los anarcosindicalistas en torno al papel de los sindicatos, como órganos del Estado, en la actual sociedad capitalista, que estuvo en el origen del libro "Los sindicatos contra la revolución", publicado en 1968, firmado conjuntamente por Munis y Péret. Benjamin Péret realizó varios viajes semiclandestinos a la España franquista para visitar a Munis y Jaime Fernández en el penal de Santoña. En 1958, Munis y Péret fundaron un pequeño grupo revolucionario denominado Fomento Obrero Revolucionario (FOR), al que se sumó Jaime Fernández. Benjamin Péret falleció en París el 18 de septiembre de 1959.
FOR, alejado de la tradición trotskista, intentó aplicar el análisis histórico y social propio del marxismo revolucionario a los nuevos fenómenos sociales y políticos del capitalismo, expuesto en su órgano "Alarma", editado desde 1958 hasta 1993, y que se sintetizó en Pro Segundo Manifiesto Comunista, editado en 1965, como ampliación y desarrollo de un folleto: "El Proletariado entre los dos bloques", editado en 1949 por la UOI, que había sido elaborado conjuntamente por Munis y Péret.
Benjamin Péret es un raro ejemplo de coherencia personal y política, de poeta y militante comprometido durante toda su existencia con el surrealismo y el marxismo revolucionario.
ACLARACIÓN
No debería ser necesario subrayar el hecho evidente de que Benjamín Péret no fue nunca anarquista, aunque siempre supo mantener excelentes relaciones personales y políticas con el movimiento libertario, y valoró extraordinariamente la figura de Buenaventura Durruti. Pero el hecho de que combatiera en la Columna Durruti ha creado cierta confusión historiográfica, que ha llevado a algunos historiadores a afirmar erróneamente, o con cierta complaciente ambigüedad, que Péret fue anarquista, o por lo menos simpatizante ácrata. No; Benjamin Péret nunca fue anarquista y fue trotskista desde 1931. Tras la ruptura con el trotskismo en 1949, sostuvo las posiciones propias del marxismo revolucionario, siempre muy críticas con el estalinismo, nuevo fenómeno reaccionario y contrarrevolucionario del siglo XX, al que B. Péret y G. Munis aplicaron el análisis marxista de la realidad social e histórica. Por otra parte, si Benjamin Péret decidió entrar, en la primavera de 1937, en una columna anarquista no fue por ninguna afinidad ideológica personal, sino porque ésa era la consigna dada por el POI a sus militantes. En una situación de liquidación política y física de los militantes trotskistas era necesario buscar protección. Y dada la manifiesta hostilidad e incluso la amenaza de expulsión, existente en el POUM, que no se daba en las filas libertarias, las columnas anarquistas eran el refugio más asequible y seguro contra la persecución estalinista.
Agustín Guillamón
Publicado en catalán en Catalunya núm. 162 (juny 2014)
Maciá deshuesado
El viejo pimiento comido por los piojos
ha muerto
como un caparazón de caracol
en el orinal
gritando
Cataluña está perdida.
Perdida para ti, despojo de gusano
ceniza de piojo
orinal seco
babosa impresa en el carbón.
Pero la Cataluña que asaba
a los curas y a las monjas
después de casarlos
como Carrier
hará
notas musicales con tus huesos
granos de sal para meter por el culo de las ocas
con tus ojos
y tus cojones
un atrapa moscas perfeccionado.
Tus históricas palabras cortarán la mayonesa
y harán abortar a las mujeres
que habrían podido
a su pesar
parir bebés con la bomba en la mano.
Cadáver tan podrido que las malvas rechazan
cadáver
que tu polvo anegue los escritos
de quienes hablen mal de esta poesía.
Benjamin Péret
Poema publicado en el libro Je ne mange de ce pain-là (1936)
Nota del traductor (AG):
Jean-Baptiste Carrier (1756.1794) fue diputado jacobino en la Convención, que organizó en Nantes sangrientas masacres, usando la guillotina, los fusilamientos o el ahogamiento masivo. Inventó el “matrimonio republicano”, que consistía en lanzar desnudos al río parejas de prisioneros de ambos sexos, atados por la espalda. Participó en el complot contra Robespierre (9 Termidor), y dos días después (el 11) fue llevado ante el Tribunal Revolucionario, que le condenó a muerte por unanimidad, siendo ejecutado en la guillotina el 16 de noviembre de 1794.
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Posted: 20 Nov 2018 11:16 AM PST
Ya hemos hablado en otras ocasiones de organizaciones más influenciadas por el anarquismo clásico, por lo que nos ocupamos ahora de las características de lo que son los grupos y colectivos anarquistas, insertados en redes difusas, que parecen reflejar un nuevo escenario sociopolítico y tecnológico.
Los valores anarquistas siguen, en gran medida, vigentes. No obstante, el mundo del siglo XXI es muy diferente del de hace más de un siglo. De hecho, puede afirmarse que poco tiene que ver la realidad que vivimos con lade hace escasas décadas y, los anarquistas, fieles a unos valores, debemos valorar y adaptarnos a esos permanentes cambios de ciclos en los que viven las sociedades del hombre; de lo contrario, inevitablemente caemos en el dogmatismo y en el aislamiento. ¿Cuándo se han producido esos cambios de paradigma? Siendo siempre cautos, podemos establecer un proceso que puede iniciarse en mayo del 68 y que tiene su colofón a finales de los años 90 y ya principios del siglo XXI.
Para dilucidar cuáles pueden ser los nuevos modelos de organización libertaria, donde la dicotomía entre modernidad y posmodernidad tiene una gran importancia, hay que aclarar algunos puntos. Primero, que los paradigmas organizativos tratados en otras ocasiones, muy influenciados por el anarquismo clásico (impregnado de modernidad y de los valores de la Ilustración, confianza en la ciencia, en la razón y el progreso), no son de ninguna manera criticados radicalmente ni mucho menos desechados por anacrónicos. De hecho, gran parte de los militantes de las grandes organizaciones libertarias forma parte a su vez de muchos otros proyectos en los que pueden verse las características de lo que ciertos autores consideran que es la época posmoderna, que resumiremos en que lo importante son determinadas prácticas (en el caso que nos interesa, libertarias) frente a los grandes discursos propios de la modernidad, cuyo ámbito sería solo simbólico.
Estas prácticas, subversivas, autogestionadoras, solidarias, horizontales, preocupadas por lograr objetivos inmediatos, están inevitablemente impregnadas de los valores libertarios clásicos (vinculación entre libertad e igualdad, adecuación de medios a fines, una política unida a la ética), pero se desarrollan en un nuevo escenario sociopolítico, que en gran medida también parece favorecer al movimiento libertario. Son las nuevas tecnologías las que han propiciado el desarrollo de redes en los que no existen estructuras jerárquicas. Pero, como señala Tomás Ibáñez, hay que mostrarse también críticos con este nuevo paradigma, ya que puede también estar contribuyendo a asentar la nueva época y, al mismo tiempo, a legitimar los dispositivos de dominación, que también evolucionan y se adaptan a los nuevos tiempos con un rostro más amable.
El anarquismo hoy, además de en las organizaciones clásicas ya mencionadas, goza de buena vitalidad en múltiples colectivos y proyectos explícitamente libertarios de todo el mundo, pero también gracias a su influencia en otros grupos y personas, que no necesariamente se consideran libertarios. Lo que ha favorecido este desarrollo del anarquismo, en un escenario muy diferente, es seguramente la ausencia de unas ideas rígidas y sistematizadas. Las propuestas libertarias no fueron nunca parte de una canon inamovible, establecido para siempre, y de hecho es la diversidad y heterogeneidad lo que las caracteriza, por lo que su acomodo a los nuevos tiempos no resulta tan sorprendente. Cuando cualquiera de nosotros entra en un proyecto libertario muy concreto, es precisamente la pluralidad y heterogeneidad lo que nos caracteriza, el compartir ciertos valores, por supuesto, pero sin tener unas férreas convicciones con las que pretendemos siempre medir la realidad.
El anarquismo sigue siendo la crítica más radical existente hacia lo establecido, resulta enérgicamente subversivo, por lo que no resulta extraño que multitud de jóvenes se vean atraídos por él. Los colectivos anarquistas llevan en su seno, y lo ejercen en sus actuaciones, las características de la sociedad en la que les gustaría vivir: una igualdad entre sexos verdadera, una identidad personal amplia y diversa (como es el caso de las opciones sexuales) y una crítica radical al capitalismo y la sociedad de consumo. Son estas prácticas, que tratan de manifestarse en la realidad de hoy, las que conllevan un deseo inconmovible por la sociedad del futuro.
Personalmente, creo que la participación en proyectos libertarios de lo más variopintos, más alla de la única pertenencia a una organización (a la fuerza, de aspiraciones maximalistas), es algo que permite superar esa rigidez militante que también, por muy humana, aparece en el anarquismo. Si se quiere, es una paradoja; por un lado, se echa de menos una organización "de masas", al estilo de la CNT de antes de la Guerra Civil, capaz de dar solución a todos los problemas sociales, por otro, ¿resulta eso ya posible hoy en día? No tengo, ni quiero tener, la respuesta definitiva; tan solo señalar que, al margen de lo que se piense al respecto, esa pertenencia a grupos locales, en contacto con una realidad inmediata, dentro de redes amplias y fluidas, capaces de escapar a todo estatismo gracias a un permanente intercambio, y bien coordinadas gracias a las nuevas tecnologías, es lo que parece permitir en la actualidad una admirable salud libertaria.
Frente a la frustrante espera de una gran respuesta a los problemas sociales, que supondrá el advenimiento de una definitiva revolución que alumbre la sociedad anarquista, resulta más enérgico y saludable involucrarse en proyectos subversivos que reproduzcan el tipo de realidad que nos gustaría. Los valores libertarios clásicos siguen siendo muy válidos, entre los que se encontraban la ausencia de todo dogmatismo y el permanente estado de evolución, pero la cuestión sigue siendo qué forma es hoy la más válida para ejercer una influencia libertaria sobre una sociedad basada en estructuras de dominación. Frente a tener todas las respuestas, seguir haciéndose preguntas y, consecuentemente, continuar moviéndose con un compromiso libertario.
Si leemos un libro como Anarchy Alive!. Políticas antiautoritarias de la práctica a la teoría, comprendemos esta saludable vitalidad libertaria que antes se ha mencionado. La gran cantidad, a lo largo de todo el mundo, de redes de individuos, grupos y colectivos, bien comunicados y coordinados, y con prácticas de acción directa. La principal característica de estas redes, y llegamos con ello a uno de los paradigmas organizativos de los que se ocupa esta entrada, es que están totalmente descentralizados, y no existe una militancia fija que se pueda considerar oficial. La obra de Uri Gordon, además, se termina en 2007, por lo que no puede ocuparse de los importantes movimientos sociales de los últimos años (15M, Ocuppy…), tan influenciados por el anarquismo en su práctica. Ello es un ejemplo, tal y como hemos dicho, de que el nuevo escenario sociopolítico y tecnológico favorece a priori el desarrollo del movimiento libertario ajeno a toda estructura jerarquizada.
Capi Vidal
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Posted: 20 Nov 2018 11:11 AM PST
MUJERES LIBRES organiza un acto de homenaje coincidiendo con el aniversario de la muerte de Buenaventura Durruti y el cincuenta aniversario del fallecimiento de Amparo Poch y Gascón (Zaragoza, 1902 – Toulouse (Francia),1968). Mujeres libres reivindica su memoria altruista y compromiso con la Pedagogía y la Sanidad, en lucha por conquistar logros básicos para el progreso de la mujer obrera. Este acto se realiza ante las tumbas de Durruti, Ferrer i Guardia y Ascaso en el cementerio de Montjuic. Intervinieron: Presentó: Antonina Rodrigo Participaron: Laura Vicente, catedrática e historiadora. Kike García Francés, profesor y escritor, Sonia , LLum y José Luis Castillo, poeta. El domingo 18 de noviembre 2018.
https://www.youtube.com/watch?v=tudROr0Ijcc
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Posted: 20 Nov 2018 11:08 AM PST
El negocio de los diagnósticos psicológicos, es un proceso que se ha acentuado en los últimos años hasta grados inverosímiles. El sufrimiento ocasionado por los muchos agentes externos que condicionan nuestro “estado mental” son calificados de “trastornos mentales”.
La desconstrucción del concepto de enfermedad mental
Cuando hablamos de erradicar el concepto de “salud mental” o su opuesto, “enfermedad mental” nos referimos a eliminar por completo todas las normas sociales de comportamiento que rigen a día de hoy el mundo en el que vivimos, especialmente en las grandes ciudades donde los ritmos y estándares son aún más exigentes con las personas y cada vez menos respetuosos con los propios ritmos vitales de cada uno. Se trata de dejar de referirnos a las afecciones psicológicas y a las personas que las sufren como “enfermos” (en el mejor de los casos) o como “locos” en el peor (y por desgracia, en la mayoría de las ocasiones). No caer en estas calificaciones, pasa por no utilizar una vara de medir que está socialmente arraigada en nuestros ambientes y en la sociedad en la que nos hemos criado y educado, esa norma social que dice lo que es “normal” y lo que se pasa de esa normalidad, ya sea por exceso o por defecto. Esto pretende crear una línea de actuación y comportamiento concretos comunes a todas las personas sin respetar ni contemplar los ritmos de cada uno, las distintas realidades sociales y la gestión personalizada de cada uno de los problemas que se plantean.
Esto, genera grandes problemas a muchas personas que a día de hoy sufren de alguna u otra forma cualquier tipo de problema que afecta a su estado de ánimo o a su “estado mental”. A parte, todas estas construcciones sociales que dicen cómo tenemos que comportarnos y qué etiqueta se nos asigna cuando no lo hacemos de determinada forma, despolitiza y deja por completo de lado el hecho de que el sufrimiento psicológico es consecuencia directa de la gestión del capitalismo tan salvaje y del Estado sobre nuestras vidas: trabajo asalariado, ciudades inhabitables, contaminación de todo tipo, precariedad, marginación, drogas y adicciones varias, estrés continuado, infinidad de estímulos y obligaciones con las que debemos de cumplir todos los días, etc. Si no llegamos a cumplir todas estas metas de una manera eficaz, rápida y ordenada, se nos asigna un diagnóstico, una etiqueta, un estigma que nos recuerda que no estamos amoldándonos correctamente a todas las exigencias que a día de hoy se nos imponen.
El negocio de los diagnósticos
Seguro que nos resultan bastante familiares diagnósticos asignados a personas que conocemos o a nosotros mismos referidos como estados de ansiedad, depresión, nerviosismo, estrés, insomnio, trastorno de la personalidad, trastorno obsesivo compulsivo, hiperactividad y déficit de atención (estos dos últimos en los últimos años se han diagnosticado como churros a muchos niños), etc. Por no hablar de los “menos cotidianos” como son la esquizofrenia, la paranoia, psicosis, bipolaridad, etc. Estos diagnósticos crean etiquetas y estigmas en las personas que los padecen, haciéndoles a un lado del resto de personas “normales” y “mentalmente equilibradas”, generando la marginación de aquellos que los sufren haciéndoles sentir incapaces de adaptarse a una normalidad impuesta, mayoritaria y aparentemente consensuada. A pesar de las apariencias, la realidad es bien distinta y existen muchas más personas con ciertas afecciones emocionales a día de hoy que no se atreven a decirlo, o que, atreviéndose, siguen siendo considerados como inadaptadas, desviadas, locas e incapaces de hacerse cargo de sus emociones y problemas vitales.
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés) contiene la clasificación de las enfermedades mentales según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, y se usa en todo el mundo para decidir quién padece una enfermedad mental y quién no. Según el DSM 5 (el que se aplica actualmente) el 81% de la población de entre 11 a 21 podría ser diagnosticada con una enfermedad mental. Con el nuevo DSM, tan sólo dos semanas después de que alguien pierda a un ser querido, un médico puede diagnosticar depresión clínica.
Se inventan nuevas “dolencias”, las llamadas Nuevas enfermedades como “trastorno bipolar”, que no es más que altibajos en el comportamiento; el “trastorno de déficit de atención” en niños en los que se “diagnostica” como enfermedad el normal comportamiento de los niños, trastorno “afectivo estacional”, simplemente la tristeza del invierno, o trastornos absurdos como el “Transitorio de ansiedad social” que es calificado como ¡¡alergia a la gente!!.
Solamente en relación con la depresión (una de las más de 10 enfermedades o trastornos mentales “diagnosticados”) se definen 125 tipos de medicamentos. Se declara que el 5% de las Incapacidades Temporales en el mundo son atribuidas a síntomas relacionados con la depresión. En España afecta (según los diagnósticos oficiales) al 10% de la población, es decir, 4 millones de ciudadanos son estigmatizados de esa manera. Supone un coste de 745 millones de euros los tratamientos “necesarios” y en los últimos años esta cifra oficial ha ido incrementándose en más de un 5%.
Ante estas situaciones, las cuales nos encaminan a ser personas extremadamente obedientes incluso cuando hablamos de nuestro bienestar mental, el Estado y el entramado de “salud mental” que le rodea, está encaminado a aislar y, simplemente, poner parches.
Las terapias y análisis del sistema de salud público de los psicólogos y terapeutas, no van a la raíz del problema, no analizan el origen del malestar y no pretenden en ningún momento cambiar la realidad, si no crear dinámicas de resignación donde la persona afectada pueda hacer su sufrimiento más llevadero, más adaptado y con cuanta menos lógica se le aplique, mejor. Las intervenciones psiquiátricas vienen, en teoría, a complementar dichas terapias con medicación “en los casos que sea necesario”, aunque la realidad es que se recetan todo tipo de drogas psiquiátricas sin nada de miramientos en muchas ocasiones en las que no son necesarias: ansiolíticos, relajantes, pastillas para dormir, antidepresivos, antiepilépticos, etc. Los medicamentos recetados a la ligera (o ingeridos por obligación como en muchos casos ocurre) proporcionan un bienestar momentáneo y evitan la gestión del conflicto, creando además una gran adicción (por no mencionar los importantes efectos secundarios) y no dotando de ninguna herramienta a la persona que los utiliza. Esto sólo crea seres dependientes de las pastillas que siguen teniendo los mismos problemas que cuando empezaron y que son capaces de tener momentos de calma y bienestar proporcionados por los efectos de las drogas, pero nada más.
Esta violencia con la que el Estado y la medicina tradicional (de la mano de la industria farmacéutica, una de las principales interesadas en que todo esto siga tal y como está), deja terribles secuelas a muchas personas. Se castiga el sufrimiento, se margina a la persona, se droga y evita el problema, no se va al origen del mismo y además, se etiqueta (en ocasiones, de por vida) con un diagnóstico clínico establecido según criterios dirigidos a catalogar a las personas y a hacerles culpables de todas las circunstancias que le sobrevienen en la vida sin parar a mirar cual es el origen de las mismas, especialmente desviando la atención sobre la enorme responsabilidad que tiene sobre nuestros estados mentales aquellos que nos gobiernan y toman decisiones sobre nuestras vidas que nos perjudican. Además, todo esto resulta más duro cuando se aplica a niños, los cuales son totalmente dependientes de los adultos, no se les permite tener capacidad propia de decidir y simplemente son guiados por los “tutores” y “especialistas”
A propósito de la violencia de las instituciones: las contenciones mecánicas
La contención mecánica es una práctica que se utiliza en las plantas de psiquiatría actualmente. Sí: las correas, las hebillas, la camilla naufragando en una habitación aislada no son cosas del pasado. A día de hoy en el estado español, se ata a personas que entran con o en contra su voluntad en las plantas psiquiátricas.
El método consiste en poner a la persona sobre la cama, boca arriba y atarle con correas las muñecas, tobillos y tórax impidiendo cualquier movimiento durante un tiempo no estipulado y por unos motivos completamente arbitrarios. No existe un protocolo de actuación compartido por los distintos dispositivos que componen la asistencia pública en salud mental que dicte cómo, cuándo, ni por qué utilizarlo; tan solo argumentar que la persona enajenada está fuera de sus casillas, que se comportó de manera agresiva y no hay personal suficiente para calmarla, o incluso que se portó mal y debe ser castigada (algo que sucede especialmente en las plantas de atención infantojuvenil). A él, a ese ser que necesita ayuda y comprensión, que su cabeza ha comenzado a volar y se le escapa, que tiene miedo y no comprende del todo lo que está pasando, a él se le brinda la oportunidad de desconfiar de quienes le van a “ayudar”, de tenerles pánico y de odiarles.
Las consecuencias de este método tienen un devastador efecto psicológico que afecta gravemente a la relación entre “paciente” y personal sanitario, y también deja secuelas en lo más hondo de la concepción de la persona atada, sobre sí misma y su entorno. Un claro efecto sería no volver a pedir ayuda en caso de presentir que se acerca una crisis, ni tan siquiera contarla pare evitar las consecuencias.
Del mismo modo, se pueden provocar lesiones físicas, desde abrasiones en la piel, torceduras o luxaciones, atragantamientos, isquemia de extremidades y órganos; pudiendo llegar a la muerte (por lo general causada por tromboembolismo venoso, falta de oxígeno o muerte súbita). Muertes silenciadas, como es el caso del año 2017 de la muerte de una chica de 26 años en Asturias durante el proceso de contención que aún no ha sido explicada como tantas otras. En un texto elaborado por la OMS en 2017 (“Estrategias para terminar con el uso de aislamiento, contención y otras prácticas coercitivas”) se hace referencia a una investigación elaborada en Estados Unidos que estima que entre 50 y 150 personas mueren cada año en los servicios de salud mental y casas de acogida como consecuencia no sólo de las contenciones mecánicas, sino también de las contenciones químicas y el aislamiento. Es muy difícil determinar cuál es el balance de cifras en el territorio que habitamos por el hecho de desconocer si quiera en qué medida se utilizan estas herramientas, ya que las denuncias de las personas que las padecen son infravaloradas o desestimadas al ser pacientes en crisis psiquiátricas con el estigma que ello supone, o profesionales que ocultan sus datos por miedo a represalias laborales.
La campaña #0contenciones
El colectivo Locomún ha lanzado la campaña #0contenciones después de elaborar un trabajo de investigación y recopilación sobre el tema. Su objetivo es visibilizar esta problemática, darle voz y difundir que la contención mecánica es una violación de los derechos humanos de las personas atadas, ya que “atar e inmovilizar vulnera los derechos fundamentales como el de la libre circulación y el derecho a la integridad física y mental”. Se suman así a una lucha que no es nueva, y que está protagonizada por colectivos en primera persona e individualidades que llevan años señalando esta realidad. Exigen un riguroso control y registros públicos sobre su uso, especificando el cuándo, el por qué y las circunstancias acontecidas para llevarlo a cabo para así determinar qué situaciones desencadenan estas prácticas sistémicas, exigir su fin y, sobretodo, velar por los daños fruto de estas situaciones para compartirlos con una sociedad que no suele saber nada de las agresiones que tienen lugar en el ámbito de la salud mental. También tienden puentes a las y los profesionales intentando establecer lazos con quienes de verdad quieran acompañar y cuidar (y no custodiar y castigar), abogando por una mejor y completa formación del personal terapéutico y sanitario con el fin de que dispongan de conocimientos para tratar a las personas en estas circunstancias y sentirse más seguras en el desarrollo de su labor. No existe una alternativa a la violación de los derechos humanos que supone restringir la libertad de una persona y sabotear su proceso de recuperación, lo que se pide es prevenir para no llegar a ese punto de no retorno y mirar a otras realidades donde se ha demostrado, de manera práctica, que es posible atender a personas con sufrimiento psíquico sin atarlas.
El trabajo en esencia está enfocado a abrir un debate sobre lo inhumano y degradante de estas prácticas, tanto para la persona atada como para los y las profesionales que las realizan, que se sepa lo que pasa ahí dentro para llevarlo a la calle y que la sociedad recapacite para hacer de esto algo del pasado. Abolir las ambigüedades legales que permiten el uso de estas herramientas y hacer ver que el uso de las contenciones mecánicas en este sistema respaldado por políticas e instituciones corrompidas son “un indicador vergonzoso del supuesto progreso del territorio donde vivimos”. Un trabajo para romper silencios y barreras, realizado desde un colectivo horizontal de personas con un recorrido de lucha en la salud mental, la mayoría de ellas desde el conocimiento que se adquiere con la experiencia de estar psiquiatrizada. Un detalle curioso y muy a tener en cuenta es que desde esta perspectiva decidieron dar voz a personas que contestaron al saber de la campaña, más bien por sus vivencias, al pasar por las contenciones, y sacar a la luz las palabras de aquellas que se sintieron un cero a la izquierda.
Aprendamos de todo esto
Desde hace mucho tiempo existen debates abiertos sobre el origen de la locura, aunque el que prima en las instituciones es el biologicista que le da un sentido bioquímico y estructural al fenómeno, partiendo de la premisa de que algo se estropeó dentro de la cabeza y ya no funciona bien o está rota. Es de entender que la lógica consiguiente es anular esa locura, borrarla con químicos en forma de pastillas o inyecciones y amarrarla bien cuando ni las drogas funcionen. Gracias a colectivos formados por psiquiatrizados, locos, enajenadas o como quieran ser llamados, salen a la luz otros puntos de vista adquiridos por la experiencia, la cual nos dice que los procesos de sufrimiento psíquico tienen otro sentido y otro significado, que tienen que ver con la propia biografía y el contexto de violencias que habitamos, que con trabajo se pueden superar y que más daño hacen las etiquetas que se les ponen, los diagnósticos de por vida y la medicación crónica, que los propios procesos que este sufrimiento implica. Ello proporciona una visión que conecta totalmente nuestra situación social, la precariedad de nuestras vidas, el chantaje del trabajo, el miedo a perder nuestra casa, la constante batalla por tener comida cada día en nuestro plato, la dinámica viciosa de pagar las facturas, el estrés y la ansiedad del trabajo en la mayoría de los casos con jornadas interminables y salarios de mierda, el nulo tiempo que le dedicamos a las cuestiones emocionales en nuestros entornos, etc. Y es que, desligar nuestro malestar mental a todas estas circunstancias (a la existencia de un Estado que nos dice a cada momento qué tenemos que hacer y cómo tenemos que hacerlo y a un capitalismo voraz que nos esclaviza de por vida si no queremos morir de hambre y en la calle), sería afirmar que nos gusta ser esclavos felices y sonrientes y que no existen circunstancias nocivas de todo esto sobre nuestros cuerpos y mentes. Todo esto, son síntomas de un sistema enfermo, son gritos de desesperación, salidas y escapatorias en forma de “locura” a situaciones insostenibles e inhumanas.
El sufrimiento psíquico es, en ocasiones, difícil de explicar pero se puede intentar. Sobre todo es algo que lleva un tiempo de comprensión, de análisis y de empatía por parte de las personas que rodean a quien está sufriendo. Quizás si entendiésemos la locura, la depresión o la ansiedad, por ejemplo, así como muchos otros diagnósticos asociados únicamente a orígenes biológicos como parte de un proceso intrínseco a la falta de adaptación a una sociedad agresiva que nos enfrenta y nos aísla, podría caber en el apoyo terapéutico más empatía y más diálogo, salir del túnel siendo acompañado y respetando los tiempos y, sobre todo, no cabría el miedo a pedir ayuda, a acudir a un centro y no saber cuándo saldrás ni en qué estado lo harás. Lo cierto, además, es que los estados alterados del ánimo en las personas que somos sometidas a vivir en las condiciones en las que lo hacemos, son consecuencia lógica de una vida que posiblemente no hemos elegido vivir así. El resultado no puede ser más “natural” al mismo tiempo que desagradable por lo que se hace más que necesaria la comprensión ante cualquier episodio de ansiedad, depresión o desconexión con la realidad en estos tiempos en los que el bienestar humano y las decisiones que tomamos para encontrarnos mejor pasan a ser abolidas para seguir alimentando la máquina de la producción y de la lucha por la supervivencia. Quien no se haya sentido en algún momento como alguna de las sensaciones anteriormente descritas, posiblemente mienta y el problema no viene por sentir estas cosas, sino, porque nadie nos ha enseñado a gestionarlas de una forma correcta y a prestarles la merecida atención, si no a “tirar hacia adelante” a toda costa para no pensar demasiado en el origen y las causas, para no detenernos en analizar este sufrimiento que es ya más mayoritario que marginal (a pesar del tabú que sigue suponiendo) y que se trata como “enfermedad” en vez de como estados de ánimo, porque somos humanos y tenemos sentimientos.
La cultura de castigo en un sistema vertical en el que se reprime y castiga cuando la base de la pirámide no produce lo suficiente para que la cúspide viva sus lujos y excesos puede ser modificada, pero en nuestras manos está hacernos eco de estas líneas para utilizar nuestra razón, nuestra ética y nuestro sentido de la humanidad sin necesidad de que nadie nos lo dicte con normas o leyes. Quizás algún día la cúspide caiga y ya no haya situaciones límite, pobreza, facturas, estrés, aislamiento o dolor que nos lleven a la locura. O en palabras del colectivo Locomún: “Peleamos por un mundo donde las correas no sean necesarias, pero también donde las farmacéuticas no controlen las investigaciones, donde no se contemplen los tratamientos forzosos, ni las contenciones químicas salvajes, donde la estigmatización social de sufrimiento psíquico sea pura arqueología histórica y la desigualdad una barbarie olvidada”.
Publicado en el Periódico Anarquista Aquí y Ahora. Fuente: Briega
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Posted: 20 Nov 2018 11:00 AM PST
Yo de (muy) joven fui un fervoroso creyente político. No en el sentido estrictamente religioso, pero viene a ser una cosa muy parecida para el asunto que nos ocupa. En mi caso concreto, muy escorado a la izquierda en mis años mozos, la creencia consistía en confiar en el sistema electoral para cambiar las cosas (a mejor, se entiende). Tengo que decir, dejando a un lado todo asomo de modestia, que ello no me hizo caer en ninguna suerte de papanatismo ni abrazar dogma alguno (cosas muy equiparables). A pesar de eso, como a todo creyente de cualquier pelaje y nivel, me otorgaba una dosis nada desdeñable de tranquilidad existencial, que ahora ni tengo ni busco. La cuestión es que, con los años, mi ateísmo político se ha ido incrementando sin que, y aquí es donde empiezo a hablar un idioma desconocido para gran parte del personal, me haya convertido en una especie de pasota ni en un sinvergüenza (al menos, no para una determinada visión de las cosas alejada de la reacción). En lugar de este último y despectivo apelativo, iba a emplear el de “cínico” en su acepción más vulgar, pero tengamos un respeto por esta escuela de filósofos, nada carentes de vergüenza en el peor sentido, y sí excéntricos y escépticos sobre las convenciones sociales.
Este ateísmo mío tan lúcido y pertinaz, también denominado nihilismo, término que casi es más del gusto de mi persona al ser otro concepto profundamente malinterpretado, hace que la no participación política se desarrolle en mí de una manera terriblemente natural y placentera. Yo soy así, qué le vamos a hacer. Por supuesto, cuando hablamos de política en sentido lato no nos referimos exclusivamente a, cada tanto, ir a votar a una panda de iluminados para que decidan por ti, pero vayan ustedes a explicarles esto al vulgo (con perdón). Hay quienes consideran que la creencia en una autoridad ultraterrena (llámenle ustedes Dios o como les plazca) está íntimamente relacionada con la subordinación a la autoridad política (llámenle ustedes Estado, por favor). No, no hablo de esos locos anarquistas, que también, me refiero a importantes expertos juristas de esta demente época contemporánea. Mi trayectoria vital, y en nada se enriquece a nivel de desarrollo personal con ello, sigamos siendo extremadamente sinceros, está plagada de numerosos encuentros dialécticos con creyentes de diversos grados.
En semejantes experiencias, no pocas veces, se considera que fuera de esta forma de democracia, en la que uno selecciona el amo a su gusto con una deliciosa apariencia de libertad, hay cosas muchos peores: dictaduras, caos… Por otra parte, disculpen de nuevo, pero este argumento nos confirma aún más en nuestra postura, ya que es algo que parece muy similar a la creencia religiosa, según la cual la falta de fe abre la puerta a todos los males posibles. Se dirá que, por supuesto, hay no creyentes no practicantes, es decir, que van a votar y lo hacen por peculiares motivos como considerar que es mejor que gobiernen unos a otros. De acuerdo, será que son ateos, pero respetan los sagrados sacramentos y quieren un sumo pontífice progre. Sin comentarios. En un reciente debate, en un contexto tan cuestionable como la barra de una bar, reconocer por parte de mis contertulios dos factores tan esperanzadores como que la corrupción dentro del sistema es intolerable y que, no necesariamente relacionado con el anterior, no pueden cambiarse las cosas dentro de él, fue seguido de una frase tipo “pero hay que ir a votar”. No era claro la primera vez que escuchaba semejante argumentación, pero yo mismo me sorprendo todavía de mi capacidad de estupefacción. Comprender que el sistema político es un circo, colmado de basura y engaños, no provoca a mucha gente que pierda la fe, termina apuntalando la carpa de una u otra manera. Por supuesto, siempre está la opción, mencionada también de manera usual en este remedo de debates, de votar en blanco. De acuerdo, pero entonces no eres un verdadero ateo, amigo mío, eres una especie de agnóstico; es decir, alguien muy probablemente ávido de seguir creyendo, tal vez cambiando los dioses, pero manteniendo el tinglado intacto.
Fuente: http://acracia.org/creyentes/
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Posted: 20 Nov 2018 10:10 AM PST
Atenas: el 17 de noviembre de 2018, después de la protesta anual en conmemoración de la revuelta estudiantil contra la dictadura militar en Atenas, Grecia (1973), y pese al hecho de que la protesta de este año estaba terminando de manera absolutamente pacífica, muchos policías antidisturbios Rodearon el bloque negro justo antes de que se dispersara y sin ninguna razón aparente, sin provocación, sin excusa, sin justificación, de repente lanzaron un ataque masivo y cargaron contra la multitud con sus porras mientras disparaban gas lacrimógeno y artefactos explosivos, creando el caos en una zona residencial del centro de Atenas, a las afueras de la estación de metro Ambelokipoi.
Este vídeo sirve de recordatorio de que así es como se ve la democracia, es decir, no tienes que realizar ningun provocación para que el estado o la policía te atacaquen, hieran, gaseen, arresten, intimiden y persigan. El Estado y la policía te juzgarán únicamente sobre la base de tus creencias políticas o ideológicas. Algunas personas sostienen que escenas como estas son evidentes de un Estado fascista y no democrático, a pesar del hecho de que ataques como estos se producen en todo el mundo en casi todos los Estados democráticos que existen en el planeta, tanto de izquierda como de derecha. El gobierno de SYRIZA en Grecia es de izquierda, la gran mayoría de sus políticos o miembros se llaman a sí mismos socialistas o comunistas y, sin embargo, se ven escenas de violencia despiadada por parte de sus policías que son idénticas a lo que les sucede a los Estados gobernados por gobiernos de derecha.
Ni siquiera temen que la gente haga una conexión entre la conmemoración de una sangrienta rebelión estudiantil por parte de una junta militar y el brutal ataque contra una protesta de policías armados y vestidos como soldados el mismo día, años más tarde.
El denominador común es poder.
Sin dioses ni amos.
https://www.youtube.com/watch?v=Qa9rNcwsyvw
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