Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- [Libro] El pensamiento anarquista - Antología
- [Reseña] La Transición en rojo y negro
- Presentación de 'Parménides', edición crítica de Agustín García Calvo (29/11 en Madrid)
- Proyección de 'Melchor Rodríguez, el ángel rojo' (30/11 en Madrid)
- Novedad editorial: 'Joan Puig Elias. Creador de un mundo nuevo'
- (D.N.U) Deseo de Necesidad y Urgencia
- [Poema] Tocando Bohemia
Posted: 26 Nov 2018 10:37 AM PST
Prólogo de Jaime Luis Brito.
Con textos de Piotr Alekséyevich Kropotkin, Ricardo Flores Magón, Práxedis Guerrero, Rudolf Rocker, Errico Malatesta y Emma Goldman
Anarquismo y resistencia (extracto del prólogo)
En medio del caos reinante producido por un sistema económico que genera desigualdades que producen pobreza generalizada y mucha riqueza concentrada en unas cuantas manos, surgen ideas discordantes que crean nuevos paradigmas. Frente a los sistemas predominantes opresivos, los grupos organizados oponen nuevos (algunos no tanto) sistemas de pensamiento que buscan crear condiciones de libertad y equidad.
Estos sistemas de pensamiento se basan en conceptos que pretenden organizar la realidad. Uno de ellos, quizá de los más cuestionados, malinterpretados, descalificados y odiados, es el que conocemos como anarquismo. Casi dos siglos después de su surgimiento, el anarquismo continúa siendo amado con fanatismo por algunos grupos juveniles que se extienden por todo el mundo; u odiado con frenesí por aquéllos que aman el “orden”, es decir, el status quo.
No es casual que en la cobertura de las manifestaciones y protestas, la imagen favorita de los medios de comunicación –particularmente los electrónicos concesionados por el Estado–, sea la del “anarquista loco” que busca a como dé lugar subvertir el “orden” que “nos da la paz, la libertad” (definida ésta como lo hacen los sajones) y acabar con todo resquicio del Estado.
Y esto último es cierto, el anarquismo parte del hecho de que los individuos pueden hacer uso de su libertad a través de formas de organización igualitarias. Hay dos grandes corrientes: la del individualismo y la socialista. Sin embargo, ambas niegan la necesidad de autoridad, liderazgo y gobierno, inherente al ser humano. No obstante, esta necesidad de autoridad está tan arraigada en la mente del ciudadano promedio, que resulta impensable una sociedad “sin gobierno”.
Por otra parte, en general, la mayoría de las personas se quejan de leyes, reglamentos, regulaciones, impuestos y abusos de poder, y sin embargo, se piensa que no hay más remedio que aguantar en silencio, dado que la alternativa de “falta de poder, autoridad y todo mundo haciendo su propia voluntad”, sería inaceptable, sería la anarquía.
Las alternativas de sociedades posibles sin Estado son ilimitadas. De entrada, cualquier sociedad anarquista ahorraría al ciudadano las distorsiones que produce el Estado, porque al final el Estado funciona, porque responde a las necesidades de la clase que lo creó: la burguesa. No es que el Estado esté mal cuando reprime a los ciudadanos en el más amplio sentido de la palabra. En realidad, con ello sólo cumple con su objetivo histórico, que es proteger los intereses de quienes lo conformaron.
El anarquismo parte del hecho de que existe una sociedad libre y de libre cooperación. Hay varios tipos de anarquismo, aunque todos parten de que el Estado debe ser sustituido por una sociedad sin clases y sin la violencia restrictiva, la represión. No es una circunstancia que refiera solamente a una utopia; ha habido un largo recorrido histórico. La anarquía no surgió de teóricos encerrados en sus torres de marfil, sino directamente de la lucha por la supervivencia de la población oprimida.
La idea central del anarquismo es que la sociedad tome en sus manos su organización y acción de vida, sin la necesidad de que alguien o algo la gobierne. Sin embargo, se habla de que en una sociedad como ésa reinaría el caos. Pero actualmente reina el caos: millones de personas están desempleadas mientras que otras viven para trabajar por la excesiva carga de un empleo que implica sólo la repetición y la rutina. Millones mueren de hambre mientras se tira comida al mar para mantener los precios. El aire está contaminado a causa del humo de los vehículos, que se multiplican como parte del status.
Aquellas partes del Estado que se supone son benéficas, son en realidad engranes que nos hacen más dependientes de él. Por ejemplo, el caso de la seguridad social, que no resuelve los problemas de salud de la población, sino que sólo la hace más dependiente del Estado; al mismo tiempo, le ha quitado la posibilidad de crear su propia iniciativa de sistemas autogestionados de seguridad social.
Mientras la autoridad sólo puede imponer cosas, el anarquismo plantea que sólo aquellas personas que viven en una determinada zona, tienen derecho a decidir sobre su organización y sobre los asuntos que conciernen a dicha zona. Sin clases dirigentes o gobernantes, y sin la necesidad de un aparato para mantener el control y la esclavitud, no habría necesidad de un Estado.
Sin el Estado las sociedades tendrían que encontrar una forma de organización libre, de acuerdo con los propios fines de esa sociedad. No podría haber una sociedad más caótica que la actual, dado que busca el saqueo, la represión y el control de sus integrantes. Por ello el anarquismo constituiría la edificación de una sociedad mucho más tranquila y equilibrada.
Los gobernantes dicen proteger a la sociedad y, sin embargo, sólo se protegen a sí mismos, y a sus propiedades, de la sociedad. Si los bienes de la comunidad se socializan, sería absurdo robar. Al asumir la propiedad colectiva, la comunidad decidiría la forma de organización de la seguridad. Estas comunidades necesitarían organizar algún medio con qué tratar a aquellos individuos que perjudicaran a los demás. En lugar de varios miles de policías profesionales, todos se protegerían mutuamente.
Otro ejemplo de lo retorcida que es la actual sociedad son las cárceles. El sistema penitenciario que produce el Estado ha fracasado a la hora de mejorar o reformar a las personas que son llevadas a prisión. El actual sistema penitenciario es una universidad del crimen. Aquéllos que ingresan por un delito menor, salen convertidos en delincuentes profesionales que vivieron procesos importantes de deshumanización.
Los presos que cumplen con una condena larga a menudo se convierten en seres incapaces de sobrevivir fuera de una institución que tome todas las decisiones por ellos. La mayoría de los presos reincide. Frente a esto, el anarquismo, como las comunidades indígenas, propone que sea la propia gente la que decida sobre las formas de reparación del delito y de castigo en aquéllos que violenten las normas y la realidad de la sociedad. El anarquismo constituye una forma de organización distinta. No significa necesariamente el caos. Consiste en un pacto voluntario entre individuos y grupos que, de manera soberana, coinciden en que cualquier tipo de coerción, como el monopolio de la violencia legítima, es inaceptable.
El anarquismo puede entenderse como una forma de vida individual en la que el sujeto es soberano de sí mismo y el único capacitado para tomar las decisiones que le conciernen. En ese marco, las relaciones sociales deben desarrollarse como pactos voluntarios entre hombres y mujeres libres, que no son dependientes de terceros en el control de sus vidas. Con ello, las personas tienen el derecho de autogobernarse y la responsabilidad sobre sí mismo y los otros.
El anarquismo rechaza el principio de autoridad al que se opone la autonomía o soberanía individual y el libre pacto. Cualquier autoridad, sea impuesta o voluntariamente aceptada, es rechazada por los anarquistas. Por norma general, pretenden sustituir las relaciones autoritarias por relaciones de consenso; es la asamblea, en el espectro ácrata, el método organizativo más común para la toma de decisiones.
El anarquismo entiende que el Estado, como cualquier otra institución con poder, engendra violencia, dado que siempre será una minoría quien ostente el poder y por lo tanto coarte la libertad de las mayorías para mantener sus privilegios. Por lo tanto, cuando este corpus de conocimiento teórico se pone en práctica, inevitablemente hay una confrontación entre quienes piensan que los individuos deben gobernarse a sí mismos, y aquéllos que consideran que deben existir instituciones que los gobiernen.
Esta confrontación deriva en una lucha, para la cual existen al menos dos caminos: aquél que establece que la confrontación debe ser violenta; y el que alude a la resistencia pacífica e incluso noviolenta. Ejemplos del primero son aquéllos que asesinaron a los líderes rusos (1881); en la República Francesa (1894); en Italia (1900), y en los Estados Unidos (1901). Algunas de las tendencias y actitudes anarquistas identificadas como noviolentas son el cristianismo libertario y el anarcopacifismo; movimientos que tienen una fuerte convicción de que el uso de la violencia supone repetir patrones de poder y autoridad, lo cual los lleva a rechazar cualquier acto de violencia y abogan por otros métodos de lucha, tales como la desobediencia civil y el antimilitarismo. Sin embargo, hay corrientes como el anarcosindicalismo en las que ambas posturas han convivido. En la Guerra civil española y en la Revolución makhnovista en Ucrania, el anarquismo también utilizó la violencia.
Descargar Libro [PDF]
Editado por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
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Posted: 26 Nov 2018 10:23 AM PST
Es de temer que este libro publicado por la Fundación Salvador Seguí este año 2018, parte de una tesis más amplia de Reyes Casado Gil de 2016, algunos lo observarán desde un punto de vista exclusivamente militante; así, inevitablemente llegará el enfrentamiento entre el “purismo” ácrata de la CNT actual y el “reformismo” libertario de una CGT con mayor peso sindical.
Precisamente, en bien del movimiento anarquista, por llamarlo de ese modo, haríamos bien en tener unas miras algo más amplias. El pasado glorioso de la organización confederal, desgraciadamente, pertenece a la historia, por lo que es preciso un análisis riguroso de lo que es la realidad del siglo XXI, muy distinta a la de, incluso, un tiempo de la Transición ya transformado frente al de los años 30 del siglo XX. Dicho esto, con el deseo profundo de que el anarquismo influya en la sociedad actual, diré que hay que estar lejos de no observar la historia con rigor e intención pedagógica, lo cual debería mantenernos a salvo de toda tentación dogmáticamente historicista. Desgraciadamente, si la literatura militante, tan necesaria, ha abundado no pocas veces en ciertos mitos que podemos poner en cuestión con plena intención herética, el mundo académico ha abundado en la displicencia hacia lo libertario o, en el mejor de los casos, como una nota a pagina del gran libro de la historia.
Centrémonos en el libro de Reyes Casado que, de acuerdo o no con todo lo que se expone en él, seguro nos va a aportar valiosas enseñanzas sobre nuestro pasado y presente. Inevitablemente, para comprender lo que ocurrió con la CNT y el movimiento anarquista durante la llamada Transición democrática española hay que recordar la historia inmediatamente anterior, con el desarrollo y evolución tras la derrota en la Guerra Civil, después de la Segunda Guerra Mundial y pasando por la larga noche de la dictadura franquista. Hay que comprender que el universo ideológico ácrata sufrió inequívocamente, si no reactualización de sus postulados, sí un enriquecimiento y cambios de paradigmascon el mundo de la contracultura y los nuevos movimientos sociales. Los convulsivos hechos de la década de los 60, con ese gran evento revolucionario que fue Mayo del 68, incluida una cierta renovación del marxismo más cercana a la autogestión ácrata (como fue el consejismo), constituyen factores a tener en cuenta sobre lo que sería la reconstrucción posterior de la CNT. A pesar de ello, hubo grupos que sí trataron de entroncar directamente con la historia libertaria anterior, por lo que sus esfuerzos se volcaron en rehacer explícitamente el anarcosindicalismo. Así, el conjunto heterogéneo que se reunió en torno a la reconstrucción de la CNT estaría formado por la herencia anarcosindicalista tradicional junto a un movimiento anarquista renovado formal e ideológicamente. Casado considera que las siglas CNT, bien alimentadas por un pasado casi mítico, sirvieron de nexo de unión de un universo compuesto de diversos elementos, pero todos ellos impregnados de anarquismo.
La CNT, tras su legalización en 1977, abrió sus puertas sin ninguna cortapisa a todos aquellos que simpatizaran con el mundo libertario, lo cual explicaba también la composición heterogénea de la organización. Lo que se concluye en el libro es que el crecimiento a los trescientos mil afiliados inició un debate sobre las estrategias a seguir, pero sin afianzar un modelo sindical alternativo al impuesto por decreto en aquel momento. Lo que sí se cuestionó es el propio modelo organizativo y la condición anacosindicalista de todos los afiliados, lo que a la postre supondría la división entre dos grandes bloques. Uno, desearía preservar la naturaleza histórica e ideológica de la CNT y el otro, aunque identificado con lo libertario, insistiría en una reactualización de las estrategias anarcosindicalistas en una realidad muy diferente a la de los años 30. Si la reconstrucción se produjo entre los años 1973 y 1977, luego llegaría otra etapa de evidente crisis a partir de 1978. La organización confederal, que aspiraba a una radical transformación social, nunca estuvo abierta al diálogo con el gobierno y, claro está, se mantuvo independiente respecto al resto de fuerzas políticas y sindicales. A pesar de no contar con grandes recursos, consiguió una multitudinaria asistencia a diversos mítines y jornadas. El prestigio de la CNT aumentó al mantenerse al margen del concierto sociolaboral que se estaba desarrollando, concretado en la firma de los Pactos de la Moncloa en octubre de 1977 por parte de los partidos parlamentarios y con el apoyo de los sindicatos CCOO y UGT, así como de la patronal CEOE.
A pesar de esta buena disposición, Casado considera que la CNT se mantuvo inmovilista en cuanto a sus estrategias, sin adaptarse a la nueva realidad sociolaboral, y ensimismada en debates internos estériles. Así, el crecimiento confederal se frenó en 1978 y entró en franco retroceso a partir del año siguiente. La celebración del V Congreso en 1979 sería el marco ideal para analizar y tomar decisiones sobre los factores que estaban perjudicando a la Confederación. Ya es historia el desarrollo de tensiones entre los dos bloques, que tuvo su colofón en el proceso escisionista iniciado en el Congreso de Valencia de 1980. Casado concluye que lo que sería la futura CGT fue una reacción a la situación inmovilista del otro sector cenetista, hay que recordar que mayoritario en cualquier caso, y los llamados reformistas sí trataron de adaptar sus estatutos a la nueva situación laboral del país. Por supuesto, aunque no profundizaremos esta vez en ello, no hay que dejar de lado los factores externos que mermaron el crecimiento de la CNT y del movimiento anarquista. Es el caso, a principios de 1978, del atentado en la Sala Scala y todo el proceso de criminalización de la organización confederal, que coincidiría en el tiempo con las primeras elecciones sindicales celebrada el primer trimestre de ese año. Otro factor a tener en cuenta, que impidió a la CNT tener un lugar destacado en la Transición, fue lo relacionado con el Patrimonio Sindical. A la Confederación, como organización mayoritaria en la Guerra Civil, debería corresponderle una parte importante de los cuarenta mil millones de pesetas resultado del desmantelamiento de la franquista CNS. Una legislación lenta al respecto hizo que el Gobierno se retrasase en la devolución del Patrimonio, lo que indudablemente contribuyó a que la CNT no tuviese el protagonismo debido. Lastrado en su desarrollo y ya consolidado el proceso escisionista, el resto de la historia del anarcosindicalismo, llega hasta el día de hoy.
Como colofón de esta reseña sobre un libro sobre una parte de la historia de la CNT y del movimiento anarquista, merece la pena hacer una pequeña reflexión sobre la situación actual del anarcosindicalismo. Se plantean unas cuantas preguntas sobre la existencia de organizaciones anarcosidicalistas, su condición presuntamente revolucionaria y su validez en la actualidad como instrumento de lucha. En primer lugar, huelga decirlo, es rechazable esa permanente mirada nostálgica al pasado con la existencia de una organización de masas como fue la CNT. En la actualidad, el proletariado ha perdido un evidente peso frente al auge de sectores como el de servicios, a lo que se une una transformación del espacio laboral cada vez más precario, que dificulta la tradicional lucha sindical. Por otra parte, el capitalismo se transforma permanentemente, con la capacidad de desplazarse geográficamente para buscar nuevas estructuras de producción. Esto, indudablemente, merma la lucha de los trabajadores por sus derechos y debilita consecuentemente la lucha sindical.
Otro aspecto es la indudable limitación de organizaciones que se dedican exclusivamente a la lucha sindical, aunque se presenten con objetivos revolucionarios. En esta realidad del siglo XXI, tal vez más que nunca, la lucha pasa por involucrarse, no solo en el mundo laboral, sino en cualquier ámbito donde se dé una situación de dominación. Así, puede decirse si aspiramos a una organización de cierta envergadura junto a muchas otras, que lo sindical y lo social deberían fusionarse siempre en la misma estructura orgánica. Tal vez, con ello pueda evitarse la habitual crítica a las organizaciones sindicales, por muchos colores rojinegros que exhiban, de integrar al trabajador en una sociedad netamente capitalista. Los espacios sociales y laborales se van transformando a velocidad vertiginosa, por lo que las organizaciones libertarias deberían conectar con ellos y contribuir incluso a su construcción fusionando los dos ámbitos de actuación de los seres humanos. Resulta indudable que una mirada a la historia del anarquismo nos aporta a veces valiosos elementos, pero debemos ser capaces de conectar con las exigencias del presente para dilucidar los caminos a seguir. En cualquier caso, deberíamos dejarnos de polémicas estériles, para ver quién o qué organización es más o menos libertaria, y empezar a construir solidariamente esos espacios de transformación social.
Capi Vidal
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Posted: 26 Nov 2018 01:34 AM PST
Local de la Fundación Anselmo Lorenzo
(C/ Peñuelas 41 de Madrid) 29/11 a las 19,30 horas.
La presentación correrá a cargo de Virginia López Graña y José Luis Caramés Casal, de la tertulia política del Ateneo de Madrid.
Parménides. Edición crítica, versión rítmica y paráfrasis a la moderna por Agustín García Calvo, editadas con prolegómenos, comentario y texto de las fuentes y los testimonios indirectos por Luis-Andrés Bredlow
Hace más de cincuenta años, allá por el otoño de 1966, Agustín García Calvo empezó a hacer, en la academia de la calle Desengaño, lecturas de viva voz de fragmentos conservados de los libros perdidos de Heraclito y Parménides en compañía de amigos y estudiantes más o menos rebeldes. Algunas veces, cuando la actividad de la policía daba señales peligrosas, hubo que llevar las lecturas a lugares más secretos. A nuestra compañera Marisa Hernández, también de la tertulia política del Ateneo, debemos que se conserven unos cuadernos en que iba anotando al vuelo muchas de estas lecturas. En uno de esos cuadernos se puede leer (después del fragmento de Heraclito DK-20) la fecha 24/11/1966 –en pocas ocasiones fechaba lo que escribía– para en la página siguiente registrar el comienzo del poema de Parménides y algunos comentarios; siguen luego otros fragmentos y comentarios. Esta coincidencia de fechas nos evoca la larga dedicación de ¿Agustín García Calvo? a estas lecturas como si fueran inseparables de la lucha política en que andaba metido. Los asiduos a los actos de la FAL tienen noticias recientes acerca de las revueltas estudiantiles madrileñas de los años sesenta y tantos, la aparición de la etiqueta de ‘ácrata’, la figura de Agustín García Calvo y la problemática acción de denominar a alguien o algo. Acaso sea un asunto político de importancia que sea útil tratar. Sobre estas etiquetas o títulos se decía precisamente en el librillo Mentiras Principales (Lucina, 2013, núm. 11, pág. 38):
Si acaso, lector, te extrañas de que algunos hombrecillos de los que Policía o Medios titulan de ácratas o anarcos seamos de los más vencidos de amor por el orden, en cosas, vidas, palabras, canciones, razonamientos, deja de estrañarte tanto: el solo desorden, confusión y caos que conocemos es el producido por la administración, leyes, programas, y fe en el fin de todo, embrollos de tráfico, ahogo de vidas en reglamentos y ordenadores...: de lo otro, no sabemos nada: por eso nos enamora.
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Posted: 26 Nov 2018 01:31 AM PST
30 de noviembre, 19:30
Sede de la Fundación Anselmo Lorenzo (Peñuelas, 41, Madrid).
Contaremos con la presencia de Alfonso Domingo, director del documental.
El sevillano Melchor Rodríguez García, exnovillero, anarquista de la CNT-FAI, salvó a miles de personas de derechas en la Guerra Civil. Sin embargo, su talla humana -un paradigma en medio de aquel conflicto fraticida- no es conocida por el gran público.
Melchor Rodríguez, que conoció la cárcel en más de treinta ocasiones a lo largo de su vida, fue nombrado Delegado especial de prisiones durante el mandato del anarquista García Oliver en el Ministerio de Justicia. Desde su puesto, a finales de 1936, detuvo las sacas de las cárceles madrileñas y los “paseos”, jugándose en numerosas ocasiones la vida, como cuando se enfrentó a una turba frente a la prisión de Alcalá de Henares.
Posteriormente fue encargado, tras el golpe del coronel Casado, de entregar Madrid a las tropas franquistas como concejal y último alcalde de la república. A pesar de su humanitaria actuación, fue juzgado por los vencedores y condenado a 20 años de cárcel, de los que cumplió cinco. Su entierro, en 1972, congregó a anarquistas y miembros del régimen en un caso único en la historia española. Su vida parece sacada de una película de ficción. Tal y como él decía, “se puede morir por las ideas, nunca matar”.
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Posted: 26 Nov 2018 01:29 AM PST
Glòria Campoy y Jean Marc Azorin
Col. Biografías y Memorias, 10 304 páginas ISBN: 978-84-946807-5-5 Madrid, 2018 14 euros
Este libro no es solo una biografía de un personaje eminente, bastante desconocido y poco estudiado, que basó toda su vida en la utopía pedagógica y política. Joan Puig Elias fue un intelectual, un investigador pedagógico, un anarquista íntegro, un político, hombre de familia y de fuerte personalidad, exiliado y perseguido por las dictaduras contra las que luchaba con actuación firme. Pero, ante todo, fue un creador de felicidad, dedicado íntegramente a la infancia, especialmente a los niños que había que proteger más para evitar que sufrieran las consecuencias de la guerra: los huérfanos y los refugiados. [...] Joan Puig creó el motor central de la renovación educativa durante la República y la guerra.
Ocupó tantos cargos en todas las administraciones que podemos llegar a afirmar que, sin él, la revolución social basada en los cambios pedagógicos no hubiera existido. Su primer objetivo fue la renovación de la escuela, pero sin ser demasiado consciente ni acabar elaborando teorías sobre el tema. Creó de las colonias, principalmente de niños refugiados, uno de los principales recursos pedagógicos de su carrera [...]. En honor a esta dedicación tan filantrópica y educativa, esta investigación ha tomado como título el nombre de las colonias que fundó en Cataluña y en Francia: Món Nou.
Glòria Campoy es la promotora de la investigación y escritora del texto de esta edición. Nació en Barcelona el 14 de febrero de 1963 y ha trabajado toda su vida en el Bachillerato de la Escola Sant Gervasi de Mollet del Vallés. Es coautora de los siguientes libros: El mundo Imaginario del Vallès Oriental (leyendas de los castillos y fortificaciones del Vallés Oriental), Solidaridad catalana durante la Guerra Civil: los refugiados en Mollet del Vallès y Santa Perpètua de Mogoda, La vida rural en Gallecs. Dietarios de Joan Ros Herrero (1895-1978), 100 años de asociacionismo agrícola en Santa Perpètua de Mogoda y Orígenes y destinos. El fenómeno migratorio en Parets del Vallès 1950-1980, además de numerosos artículos.
Jean-Marc Azorin nació el 17 de mayo de 1953 en Carcassonne. Sus abuelos paternos eran oriundos de Yecla. Siendo profesor se afincó en el pueblo de Cabrières-d’Avignon en Provenza. Es coautor del libro La Muraille de la Peste.
Hoy en día los dos (Gloria en activo como profesora y Jean Marc jubilado) pueden ser definidos como historiadores apasionados, investigadores tenaces y minuciosos, narradores entusiastas a quienes les gusta compartir sus conocimientos y difusores de la historia y cultura locales.
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Posted: 23 Nov 2018 10:41 PM PST
Y despertaremos lo nativo en nosotros y lo seguiremos como cultura madre en esta revolución de conciencias
Educaremos desde valores horizontales, pero con aroma a mujeres verdes
Seremos hombres raros, confundidos, incómodamente interpelados, caídos, obligados a pelearnos con nosotros mismos hasta herirnos fuerte
Nos alienaremos de ver tanto nuestras miserias, pero renaceremos perfectamente inacabados para seguir tropezando con lo viejo, con lo arraigado, con los privilegios, con la broca de no tener el control de nada nunca más, pero tocaremos tambores y siempre habrá tierra firme donde pisar y bajar ideas trasformadoras
Seremos gobiernos deseurcentralizados, con facultades pluriculturales al alcance de todos, todas, todxs, pero con consciencia americana, roja,descolonidaza
Seremos abuelas y abuelos
Pintaremos de colores los bastones largos de madera con los que nos pegan, hasta que solo sean paisaje en murales de memoria, urbanos y rurales
Se caerá la pirámide
Horus tendrá glaucoma y quedará ciego
No podrá ver su derrota pero sentirá dolor
Alzaremos sonidos que serán nuestro gritó, nuestra celebración, nuestra comunicación, nuestra expresión, nuestro lazo con otros mundos espiritualmente elevados
Seremos arte
Seremos sustentablemente prósperos de recursos
Vendrá la justicia de la correspondencia.
Podremos trabajar de poetas y viviremos dignamente, sanamente
Seremos pasos,
Seremos huella
Así seremos
Así será
Facundo Martín Coquibus
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Posted: 23 Nov 2018 10:39 PM PST
¿A donde están los aplausos a lxs que leen?
Ahí quiero estar, juntos a lxs valientes que miran de frente.
Ahí quiero estar, junto a lxs que gritan buscando atención
Ahí quiero estar, en ese escenario de poetas y agarrar sus armas
Ahí quiero estar, para tomar sus vinos y usar sus boinas
Ahí quiero estar, para lamer sus cuadernos hasta apropiarme de sus versos
Ahí quiero estar, para tocar sus tintas y sentir al cardumen (compadecerme hasta la tentación)
Ahí quiero estar, junto a quienes hablan bonito de cosas que no entiendo, pero piensan
Ahí quiero estar, para romper un paño de billar y explicar el sentido
Ahí quiero estar, escuchando Blues recordándote talento
Ahí quiero estar, mirando todo
Ahí quiero estar, sin vos pero pensándote
Ahí quiero estar, para leer hasta el hartazgo y ahogarme en ideas
Ahí quiero estar
Ahí quiero,
desaparecer
Facundo Martín Coquibus
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