Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- [Libro] El Plan B del Anarquismo: Planifika, coordina y ataka
- "Las tres revoluciones que viví". Capítulo 17
- [EEUU] Sobre la huelga de alquiler contra la gentrificación y la pandemia
- Colección de poemas: "Hacia la leyenda de los gorriones X"
- [Vídeo] Los anarquistas de Leo Ferré por la compañía Jolie môme
- ¿Quién se rebela?
- Contra la pandemia del capital ¡Revolución social!
Posted: 07 Apr 2020 09:34 AM PDT
Bajo el inminente control social por parte del estado y sus agentes represivos, una estrategia anarquista a nivel global se vuelca en contra el autoritarismo asesino, el plan B.
Una estrategia para desestabilizar la económica capitalista y la recuperación de nuestras vidas secuestradas a manos del estado, una acción directa para la autoconservación de la vida en libertad.
Vídeo de presentación
https://www.youtube.com/watch?v=b5t2-64mUE8
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Editorial SDA
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Posted: 07 Apr 2020 09:22 AM PDT
Décima séptima entrega de la serie distópica de Alejandro Gaita 'Las tres revoluciones que viví', publicada originalmente en lamarea.com
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Valencia, 15 de mayo de 2078
Suenan las campanas de las iglesia, tocando a misa, llamando al rebaño, y ahí que acuden las ovejitas. Hoy, domingo 15 de mayo, lo que celebran es que es domingo, «el Día del Señor», el que sea 15 de mayo no les dice nada. Apenas celebran el 1 de mayo, ni siquiera, parece que hagan un esfuerzo colectivo por olvidar su historia. ¿Cómo puede ser que conozca yo mejor la historia revolucionaria de este sitio que la purita gente que vive aquí? Esto es peor de lo que pensaba. Ya le contaré a Rosario, aunque supongo que lo sabrá mejor que yo. Aquí la gente no tiene ni idea de cómo organizarse, no saben más que agachar la cabeza.
Si les preguntas de Historia, lo que te cuentan su tradición imperialista, fascista, nacionalcatólica. Arquista, en suma, aunque aquí no le llamen así. Loas al levantamiento fascista y lo que vino después. Reyes, Vaticano, OTAN y Unión Europea. Y los partidos políticos, los mal llamados populares, los mal llamados socialistas, y cuarenta años después los mal llamados ciudadanos y los que mal decían que podían, con sus significantes vacíos y su quítate tú para ponerme yo, pero que bien anticipaban que la siguiente transición no era «ni de izquierdas ni de derechas». Cuando se empezó a fascistear la política y a complicar el clima llegó el segundo levantamiento, el ecofascista. Sangre y Tierra, Jara y Sedal, la gloria y orgullo de regresar al pueblo, lo de la traición del consumismo cosmopolita hacia la España vaciada. Recuperar la Tierra, y con la Tierra a los Hombres, y con los Hombres a la Raza. Caza para los ricos y toros para los pobres, coches para pocos, vuelos para nadie. Ministerio de Ciencia, Raza y Trabajo, Ministerio de Conservación de la Cultura y los Parajes Naturales, Ministerio de la Mujer, la Familia y el Honor. Subordinación de la economía a la ecología, de acuerdo con las «leyes de la vida», pero también estricta división de tareas por «genética». No por análisis de ADN, sino digamos que por «ADN aparente»: tus rasgos faciales, tu color de piel o lo que te cuelga o no entre las piernas es lo que determina si cuando entras en un laboratorio es a investigar, a limpiar, o como sujeto de experimentación. Todo esto sí se lo saben bien. Más o menos acríticamente, pero es la historia oficial y la conocen. Pero de movimientos de resistencia la gente de aquí parece haber olvidado lo poco que supieron. Ni de sus maquis, ni de sus grupos autónomos, no se acuerdan de nada. Dices «tirarse al monte» y entienden que platicas de senderismo.
Ayer, aprovechando que Vicenta se encontraba fatal de vomitona y nos quedamos varias a asegurarnos de que no se ponía peor, estuve echando una platicada, discretamente, con varias de mis compañeras limpiadoras. Empecé quejándome de las miraditas y las sonrisitas del doctor Arrufat, pero no las sacaba de un «qué le vas a hacer», del «los hombres son así» y del «te tenías que sentir halagada». Lo único que les sacaba, si acaso, era asco físico por Arrufat, por lo desagradable que es el olor de su sudor. Los caminos de sudor gravitatorios, verticales, cuando lleva un rato de pie, resollando en el pasillo, o estratos horizontales en las fronteras interlorza, cuando está sentado. El olor penetrante que se queda en el despacho cuando se levanta para dejarnos limpiar. Pero del patriarcado no habían oído ni platicar.
Total, que mientras Vicenta arrojaba en el servicio, las estuve entreteniendo con mi charla revolucionaria en el vestuario del centro de investigación que limpiamos entre todas. Estuve contándoles la historia de las Kellys, lo mucho que lograron aquellas mujeres que eran limpiadoras como nosotras, y lo básico de cómo hacer asambleas. Que hay que explicitar el tipo de asamblea y qué significa responsabilizarse de una tarea ante un colectivo. Es decir, que no es lo mismo una asamblea informativa que una de tormenta de ideas o de toma de decisiones, ni es lo mismo la tarea de facilitar una reunión que la de tomar actas o la de llevar el turno de palabra. La gestión de los tiempos, la auto-evaluación de efectividad, la horizontalidad, el ambiente. El orden del día colaborativo en las asambleas de convivencia. Las ruedas de opinión, dando prioridad a inmigrantes, mujeres, tímidos. Ojos abiertos como los pescados de la lonja del Cabanyal. No saben de qué les platico, y lo poco que entienden les asusta.
Al final supongo que es lo que me dijo Rosario: ganar pasa por organizarse, y organizarse pasa por abordar a la gente de una forma que les sea aceptable. No hay otra. En Valencia parece que esto implica trabajar desde las Fallas, desde las bandas de música, desde las Tyrius, desde las cooperativas que trabajan la huerta, desde la afición al fútbol y con «les rebesnetes de les rebesnetes del tio Canya». Pero todo eso lleva un tiempo y una energía que yo ahorita mismo pues no tengo.
Y así pervive y avanza el fascismo, entre las excusas y el miedo de quienes tendríamos que pararle los pies.
Alejandro Gaita
Investigador en magnetismo molecular y computación cuántica. Sobre ciencia, racionalidad, mundo académico y temas sociales
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Posted: 07 Apr 2020 09:13 AM PDT
Una entrevista con los residentes de Station 40 en San Francisco
En el Distrito de la Misión de San Francisco, el colectivo Station 40 ha servido a la comunidad del área de la bahía como un espacio colectivo antiautoritario de vida y organización durante casi dos décadas. Hace cinco años, su propietario intentó desalojarlos, pero una poderosa campaña de solidaridad les obligó a echarse atrás. Ahora, la Station 40 ha tomado la iniciativa de responder a la crisis que se está desarrollando en todo el mundo, declarando unilateralmente una huelga de renta en respuesta a la precariedad económica causada por la pandemia del COVID-19. Entrevistamos a los residentes de la Station 40 sobre la historia de su proyecto y el contexto y objetivo de su audaz negativa.
¿Qué es Station 40?
La Station 40 es un espacio de vida colectiva de 17 años que ha visto cientos de residentes, miles de invitados y muchas iniciativas a lo largo de los años. Este espacio ha albergado numerosos y diversos eventos, ha albergado a innumerables personas, se han organizado comedores populares, ha vencido las probabilidades de todo, desde plagas hasta desalojos. Hemos sido un centro de organización de talleres de Apoyo Mutuo, espacios emergentes de curación, conmemoraciones para anarquistas caídos, fiestas, presentación de libros, charlas de compañeros de todo el mundo, proyectos de apoyo a personas presas, grupos de lectura, apoyo para más proyectos de los que podemos contar. “Food, not bombs” realizados aquí semanalmente durante la mayor parte de los 15 años. La infraestructura de comunicación como Indymedia y Signal tiene sus raíces aquí.
Esperamos continuar este trabajo en constante desarrollo, más recientemente trayendo un enfoque de espiritualidad a la anarquía preexistente de la Station 40 y nuestro bloque en general. Este espacio ha sido un medio para que podamos seguir permitiéndonos vivir y luchar en una ciudad donde esto es cada vez más milagroso.
Una protesta contra la gentrificación en el distrito de la Misión el 1 de enero de 2014.
Hace cinco años, la gente se movilizó para defender la Station 40 contra el desalojo impulsado por la gentrificación en el distrito de la Misión de San Francisco. ¿Qué factores y estrategias fueron esenciales para su victoria en ese momento? ¿Se aprendió algo importante de ello?
En ese momento, hubo un gran impulso para el desarrollo en San Francisco. En respuesta a la afluencia de capital de riesgo y empresas de nueva creación, nuestros propietarios buscaban un capital rápido vendiendo su constelación de propiedades por un pago rápido. El «Monstruo de la Misión» – una caja gigante de viviendas de lujo no muy diferente a las otras promociones que estaban apareciendo – se suponía que se erigiría al otro lado de la calle; los precios de las propiedades estaban por las nubes.
Teníamos un abogado pro bono que nos ayudó, pero al final el abogado quería que nos conformáramos, tomáramos el dinero y entregásemos las llaves para que todos recibieran una parte del pago que nunca podría igualar los costos de las viviendas asequibles a largo plazo en el corazón de esta ciudad. Los compañeros de casa que vivían juntos en la Station 40 en ese momento decidieron quedarse aquí. Emplearon un sinfín de tácticas, como llamar a los amigos de la Station 40 de todo el mundo (un grupo autónomo de simpatizantes que se organizaron para apoyarnos), «conocer al enemigo» (reunir información sobre nuestros propietarios a través de los registros públicos), celebrar una conferencia de prensa, eventos y recaudaciones de fondos, consultar a otros militantes de vivienda y al “Land Trust” local, y coordinarse con periodistas independientes como apoyo
Exigimos que el edificio se cediera en bien del colectivo y que nuestra residencia estuviera asegurada de por vida. También dejamos claro que lucharíamos por cualquier medio para permanecer aquí. A las dos semanas de la lucha, nuestros propietarios nos llamaron queriendo hacer las paces; esto resultó en un acuerdo verbal para dejarnos en paz y volver a tratar el tema en tres años.
Hoy, han pasado cinco años. Todo este tiempo, los compañeros de casa han estado en alerta, mientras que también eligieron mantener nuestra calidad de vida no haciendo demasiado hincapié en los posibles resultados impredecibles (en particular a la luz del hecho de que ya hemos vencido un desalojo antes). Recientemente se anunció que el «Monstruo de la Misión» está oficialmente cancelado. Dos años después de nuestra fecha de discusión negociada, los propietarios han seguido cobrando sus cheques alegremente.
Hasta ahora.
Una protesta contra la gentrificación en la Misión en 2015.
Aquí hay una cobertura de nuestra lucha contra el desalojo en 2015:
¿Por qué se decide hacer una huelga esta vez?
El Coronavirus comenzó a moverse por estos lugares a través de los memes, las historias fugaces de los medios de comunicación y los comentarios de amigos que trabajan en servicios sociales. Pronto empezamos a escuchar comentarios y nos preparamos lo máximo posible No tarda ni una semana en llegar noticias de Italia, se prohibieron los viajes y, sobre todo, el papel higiénico desapareció.
En un par de días más, todos los eventos fueron cancelados, los bares y restaurantes habían cerrado, y una cuarentena de cierre de baja intensidad estaba en marcha. En ese momento, el 90% de la casa había perdido el trabajo por completo o sus horas se habían reducido significativamente. Mientras tanto, al otro 10% se le pide que trabaje el doble de duro en los servicios sociales para ayudar a superar esta crisis, pero no se les paga más por sus esfuerzos adicionales. Esta crisis ha puesto de manifiesto las injusticias relacionadas con la desigualdad de la vivienda, la ausencia de atención médica asequible, los costos astronómicos de la renta en el área de la bahía y las formas en que el capitalismo nos roba nuestro tiempo, energía y calidad de vida.
Cuando esta situación se hizo evidente, no hubo otra opción que declarar una huelga de alquiler. Intentar agitar durante un encierro obligatorio no sólo nos pone en peligro, sino que también pone en peligro a otros que son más vulnerables.
Sin embargo, esto abre una pregunta más amplia. Algunas proyecciones dicen que después de varias semanas de este encierro (aunque puede ser más largo), no habrá manera de volver a «los negocios como de costumbre». Como anarquistas, como colectivo, tenemos que imaginar los futuros que pueden generarse y hacer lo que sea necesario para ser parte de la construcción de esa nueva realidad. Librarse de la renta (es decir, del robo) y de las deudas en medio de una crisis pandémica en toda regla parecía la mejor manera de empezar.
Creemos que prácticas tan sencillas de confrontación al poder como son la huelga de alquiler, enfermedades, redistribución de recursos, apoyo mutuo son esenciales para superar esta situación. Esperamos que la huelga de alquiler se extienda. Juntos, tenemos más oportunidades de supervivencia y de victoria.
¿Cuál es su visión acerca de cómo debemos responder a la pandemia y a la crisis social, política y económica que la acompaña? ¿Cuál sería el peor escenario que pueda darse? ¿Y cuál el mejor?
Parece que la mejor respuesta posible a la primera pregunta es que necesitamos encontrar un equilibrio. Debemos encontrar un equilibrio entre cuidarnos a nosotros mismos y la extensión de las formas de apoyo mutuo. Estamos siendo forzados al miedo, la separación y la consternación de enfrentarnos a sentimientos de escasez y a una pandemia que no podemos curar. Nuestra mayor fortaleza, en casa y en nuestra comunidad siempre ha sido nuestras relaciones basadas en la confianza. Cuando tienes una comunidad a la que estás dispuesto a acudir, en la que puedes confiar que acudirá a ti, hay una sensación, una creencia, de que todo puede estar bien. En tiempos como estos, la esperanza y la fe pueden estar entre las pocas cosas que nos mantienen vivos.
Las cosas más fáciles de imaginar en este momento son los peores escenarios, hospitales invadidos, la Guardia Nacional volando para hacer cumplir violentamente los cierres obligatorios, incontables muertes causadas por apretones de manos y tos, no poder trabajar o conectarse con la comunidad en un futuro incierto, un autoritarismo biopolítico totalmente distópico.
Pero para nosotros es más interesante y emocionante pensar en lo que podrían ser los mejores escenarios: los momentos de imaginación y creación, como una oruga disolviéndose en su capullo, imaginándose a sí misma en una mariposa. Imagina un mundo sin rentas, en el que la gente tendría más tiempo y espacio para imaginar y practicar las cosas que aman, las cosas que les benefician a ellos y a su comunidad por igual. Imagina que no hay ninguna persona sin hogar en el mundo porque okupamos las amplias viviendas vacías disponibles actualmente y se las dimos a personas sin hogar, en lugar de dejar esos espacios vacíos mientras los especuladores inmobiliarios esperan para tratar de venderlos al mejor postor. ¿Qué tal no tener que trabajar de 40 a 70 horas a la semana como un engranaje capitalista, generando el dinero para los ricos a los que no les importa si vivimos o morimos?
Imagina que nadie tiene una deuda agobiante. Imagina que hay atención médica gratuita y comida para todos, en lugar de tener que gastar todo nuestro dinero en financiar la colonización y el asesinato en todo el mundo. Qué maravilloso sería si la gente tomara las calles, se reuniera para bailar, partir el pan, practicar el ritual… honestamente, las posibilidades son infinitas. Me imagino una población más sana que respete la tierra y todos los seres vivos, devolviendo la tierra a los administradores indígenas, reparaciones para todos los pueblos esclavizados, el fin del encarcelamiento y de todo el complejo militar-industrial.
Pero tenemos que empezar en alguna parte. Una huelga de renta generalizada parece un principio tan bueno como cualquier otro.
Por nuestra parte, nos gustaría que nuestras viviendas estuvieran seguras de por vida, ya sea a través de una cesión de tierras o por otros medios comunitarios. Creemos que ahora es el momento de presionar para eso.
Apéndice I: Comunicado sobre la huelga de renta, 16 de marzo de 2020
Queridos amigos de la Station 40,
Esta noche decidimos que vamos a hacer una huelga de renta. La urgencia del momento exige una acción decisiva y colectiva. Lo hacemos para protegernos y cuidarnos a nosotros mismos y a nuestra comunidad. Ahora más que nunca, rechazamos la deuda y nos negamos a ser explotados. No cargaremos con esta carga por los capitalistas. Hace cinco años, derrotamos el intento de nuestro propietario de desalojarnos. Ganamos gracias a la solidaridad de nuestros vecinos y amigos de todo el mundo. Estamos llamando una vez más a esa red. Nuestro colectivo se siente preparado para el refugio que comienza a medianoche en toda la bahía. El acto de solidaridad más significativo para nosotros en este momento es que todos vayan a la huelga juntos. Cubriremos vuestras espaldas, como sabemos que haréis vosotros con las nuestras. Descansad, rezad, cuidad los unos de los otros.
¡Todo para todos!
Los residentes de la Station 40.
Apéndice II: Comunicado de la Campaña Antidesalojo, marzo de 2015
Los inquilinos de la Station 40 luchan contra el desalojo de su casa y proponen como solución la cesión del espacio de tal manera que todas las partes salgan beneficiadas.
Hace una semana, recibimos los papeles de desalojo (una detención ilegal) de nuestros propietarios, Ahuva, Emanuel y Barak Jolish. Su burocracia pretende desplazar a la docena de inquilinos de nuestra asequible casa de once años, la Station 40, situada en el 3030B de la calle 16.
No es coincidencia que la Station 40 esté siendo desalojada en la misma intersección que el muy disputado desarrollo propuesto por Maximus Real Estate Partners de un edificio de apartamentos de lujo de 350 unidades en un vecindario predominantemente de clase trabajadora.
Por más de una década, la Station 40 ha sido el hogar de anarquistas, refugiados homosexuales y transexuales, pobres, antimilitaristas, aquellos que se están curando del sistema carcelario, san franciscanos de toda la vida, inmigrantes, personas con diversidad funcional y aquellos que antes no tenían hogar. La mayoría de nosotros somos trabajadores del barrio y nos dedicamos a la industria de servicios, cocinando y educando, en la Cooperativa de Comestibles Arco Iris y otras tiendas de comestibles y tiendas de segunda mano. Hemos organizado cientos de eventos orientados al anticapitalismo, incluyendo recaudaciones de fondos, discusiones críticas, proyecciones de películas y actuaciones, asambleas, presentaciones de libros, muestras de arte y talleres y proyectos de medios de comunicación independientes, contribuyendo al espíritu rebelde del Área de la Bahía.
La Station 40 también es anfitriona del programa semanal «Comedor del Jueves, No Bombas», compartiendo comidas caseras gratuitas en la Plaza del BART con aquellos que están siendo cada vez más brutalmente desaparecidos de la 16ª y la Misión.
Aunque la familia Jolish ya había declarado con anterioridad sus intenciones de vender nuestro edificio, se ha negado a una propuesta viable presentada por el colectivo de la Station 40, el San Francisco Community Land Trust y la Agencia de Desarrollo Económico de la Misión para vender sus propiedades a las tierras, lo que sería una situación en la que todos saldrían ganando, los propietarios, los actuales inquilinos y la comunidad de la Misión en general.
La Misión ya ha visto muchos desalojos y mucha resistencia al respecto. Benito Santiago ganó su lucha por quedarse en su casa, que ahora es propiedad del SF Land Trust. Patricia Kerman y Tom Rapp también ganaron su caso de desalojo contra el propietario, pero siguen luchando con valentía para quedarse en su casa. También nos han entregado los papeles de desalojo. Ha llegado nuestro turno, y no pretendemos ponérselo fácil a nuestros propietarios.
En el contexto del rápido desarrollo y desplazamiento de nuestro vecindario, nuestro propio desalojo no es una sorpresa. Cuando se anunció la propuesta de apartamentos de lujo Maximus, todos sabíamos que seríamos los siguientes. Si nos sorprendió, fue sólo por la rapidez con que ocurrió. A la semana de ese anuncio, la familia Jolish ya había empezado a hablar de sacarnos. Ahuva Jolish repitió el ahora muy común refrán de «wanting to get out of the business», o pretender dejarnos fuera, una frase que los inquilinos de toda la ciudad han llegado a temer como señal de una brutal ola de desalojo y reurbanización.
Nuestra posición al respecto sigue siendo la misma: si la familia Jolish desea vender este edificio, tendrían que venderlo al San Francisco Community Land Trust, una opción que les permitiría vender a un precio más que justo y nos permitiría quedarnos, aún con alquileres asequibles, manteniendo a la vez a muchos otros vecinos con condiciones desfavorables. La oferta de la cesión de tierras permitiría mantener e incluso crear más viviendas para la clase trabajadora y la gente que lucha, de por vida. Sin embargo, tan pronto como esta oferta estuvo sobre la mesa, nuestros propietarios cambiaron de opinión. Ahora insisten en que no quieren vender nuestro edificio.
Esto es una verdad a medias, en otras palabras, una mentira. Nuestra casa está entre dos propiedades adyacentes propiedad de la familia Jolish y sus socios, Ruth y Oded Schwartz. No quieren vender este edificio individual al Land Trust, porque quieren vender los tres edificios, como un paquete, a un promotor. Si se venden juntos, las propiedades tienen (usaremos un término repugnante) un valor añadido de «derribo».
En su actual intento de desalojarnos, Ahuva y Emanuel Jolish usan la falsa justificación de que estamos violando un contrato de arrendamiento comercial al vivir en nuestra casa. Además, afirman que no tienen conocimiento de que hemos sido residentes aquí. Esto es otra mentira. Hemos vivido aquí más de once años, está dividida en zonas para uso residencial, y por lo tanto tenemos todas las protecciones de causa justa para los inquilinos, y Ahuva y su familia saben todo esto.
La verdad es que la familia Jolish gana millones con el hecho de que la 16ª y la Misión junto con San Francisco en su conjunto estén siendo cambiadas para el beneficio de los ricos, mientras devastan a aquellos que han llamado a este lugar su hogar durante décadas. La Plaza Coalición 16, de la que la Station 40 también es miembro, le gusta llamar al proyecto Maximus «el monstruo de la Misión». Detrás de este monstruo, vemos muchos monstruos entrelazados – capitalismo y supremacía blanca, por nombrar sólo dos.
Trágicamente hemos visto a promotores como Maximus Real Estate Partners y sus peones de la campaña «Limpiar la plaza» que miran a la comunidad de la calle 16 y la Misión como nada más que otro obstáculo para generar más dinero. En 2013, empezamos a ver carteles de «Limpiar la Plaza» por todas partes. Esto era extraño, ya que nadie parecía saber quién estaba detrás de la campaña o cuál era su agenda. Pronto quedó claro cuando Maximus anunció su intención de construir un edificio de apartamentos de lujo de 350 unidades que eliminaría toda una esquina de negocios, una plaza utilizada por cientos de pobres -la mayoría negros y latinos- y proyectaba una sombra ominosa sobre el patio de la cercana Escuela Primaria Marshall. Resulta que uno de los asesores políticos de Maximus, Jack Davis, es uno de los principales organizadores del plan «Limpiar la plaza». Entonces comenzó la ocupación policial de la plaza. Día y noche, la policía de San Francisco amenazó a los que la pasean por la plaza, como inmigrantes, residentes de SRO y gente sin hogar, drogodependientes, trabajadores, familias multigeneracionales y parias de todas las clases. Mirábamos desde nuestras ventanas al otro lado de la calle con horror mientras más y más de estas personas eran atacadas, criminalizadas y desaparecidas.
Los insidiosos juegos de poder utilizados para desplazar a la gente junto con su cultura en la 16ª y la Misión están ocurriendo en todo el Distrito de la Misión, en el Área de la Bahía y en muchas ciudades de todo el país. Primero está el tema más obvio: los desalojos.
Los desalojos vienen en forma de demandas donde perder significa potencialmente ser obligado a pagar su propio abogado y el abogado de su propietario (que probablemente se le pague $300 o mucho más por hora). Este proceso lleva meses y requiere que pueda asistir a reuniones con los abogados y a varias citas en el tribunal durante el horario de trabajo, entre otras muchas tareas que se convierten en un trabajo a tiempo completo. La gente común, las mismas personas que componen el corazón y el alma de San Francisco no pueden competir con este aparato que se establece para trabajar contra ellos. Los «derechos» de propiedad de los millonarios triunfan sobre las necesidades básicas del resto de nosotros, que son simplemente vivir.
Luego está el estado policial. La policía no sólo vendrá y literalmente te forzará a salir de tu casa si te niegas a hacerlo, sino que también contribuye al proyecto de gentrificación al intentar hacer desaparecer a la clase trabajadora y a los pobres residentes negros y latinos.
En una ciudad con un 6% de residentes negros (en 1980 era el 13%), la cárcel del condado de San Francisco está compuesta por un 56% de prisioneros negros. Para pintar el cuadro en términos aún más crudos, en el último año la policía de San Francisco ha asesinado a Alex Nieto, O’Shaine Evans, Matthew Hoffman, y pocos días antes de escribir este texto, a Amílcar Pérez-López. Estos hombres, tres hombres de color, y Hoffman, un pobre hombre que lucha por su salud mental, representan la demografía de la gente que se está perdiendo ahora mismo en San Francisco.
Tenemos que decirlo: el fenómeno de los asesinatos policiales desenfrenados, el destierro de miles de residentes de los centros de la ciudad que desde hace tiempo se está produciendo, todos aquellos obligados a vivir en las calles, y el creciente número de personas pobres que están siendo almacenadas en cárceles y prisiones -2,5 millones de personas en todo el país- son señales de que nuestra sociedad aprueba la limpieza étnica patrocinada por el estado que tiene como objetivo a los residentes negros y latinos.
Adriana Camarena de la organización Justicia para Alex Nieto señaló en una reciente manifestación que el nuevo condominio «Vida» debería llamarse realmente «Muerte» porque eso es lo que los condominios representan para la gente que ha vivido aquí durante décadas. Todo el mundo sabe que la gente que se muda a estos nuevos proyectos urbanísticos se apresuran a llamar a la policía por sus vecinos latinos (como Alex) y les falta tiempo para decir que el barrio está siendo mejorado a medida que los residentes latinos se ven obligados a abandonar sus hogares. Mientras tanto, se regodean de lo genial que es vivir en un barrio con tanta cultura y taquerías en cada cuadra.
Todo esto sucede mientras misteriosos incendios destruyen los hogares de la clase trabajadora en todo el Distrito de la Misión, dejando los condominios más próximos completamente intactos, y la ciudad avanza en sus planes de construir una cárcel aún más grande para reemplazar la del 850 de Bryant.
Sabemos que el desalojo de nuestro espacio es un paso hacia el desalojo y la demolición de toda esta manzana. Hasta ahora, la familia Jolish no ha hecho ninguna oferta que podamos aceptar manteniendo la cabeza alta. Queremos mantener, defender y construir un espacio colectivo, autónomo y obrero en este barrio. No podemos aceptar ninguna oferta que no lo haga posible.
Incluso si se nos hiciera tal oferta, no concebimos ganar en términos exclusivamente individuales. La elección de quedarse y luchar es también una elección de luchar por este barrio en su conjunto. Queremos quedarnos, pero también queremos que todos los demás se queden también.
Nos inspiramos en todos los que luchan por sus vidas y un lugar para vivirlas: los indígenas de todo este continente que están ocupando sus lugares sagrados para resistir contra todos los procesos de desarrollo urbanístico; los ocupantes ilegales de los centros urbanos desindustrializados del Medio Oeste que están construyendo casas en medio de las ruinas; los de Atenas y Barcelona que toman las calles en reacción a los desalojos de los centros sociales okupados desde hace mucho tiempo; los combatientes kurdos e internacionales de Kobane que han utilizado todos los medios para defenderse de la ocupación fascista; los combatientes de Ferguson que han utilizado medios similares para resistir la ocupación policial de sus calles; y especialmente todos los de este barrio que ya se han levantado y se han negado a ser trasladados ahora y en el pasado.
Creemos que luchando juntos, podemos frenar conjuntamente el sistema de muerte y olvido. Estamos infinitamente agradecidos por toda la solidaridad que hemos recibido; por eso seguimos aquí. Os pedimos vuestro apoyo porque queremos permanecer en nuestra casa y en este barrio durante muchos años.
La simple verdad que la familia Jolish continúa negando es también nuestra mayor fortaleza: este es nuestro hogar. Este es nuestro hogar y vamos a luchar con uñas y dientes por él. No somos millonarios tratando de añadir unos pocos millones más al montón. Somos gente de la clase trabajadora, que contra todo pronóstico, hemos construido un hogar aquí. Tener algo por lo que luchar nos hace fuertes.
Texto original en inglés publicado en la web de Crimethinc.
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Posted: 07 Apr 2020 09:05 AM PDT
Contigo
Sin sentir,
sin vivir, sólo hoy por ti renuevo la vieja canción que hay en mi memoria que reza, que dice, que clama; quiero convivir aquí y ahora, en este tiempo maldito, en este infortunio de los días, en un mundo profundamente herido, contigo, confiando en ti.
Baúl de los Tiempos
Quisiera abrir el Baúl de los Tiempos
para conocer las eras y los mundos y las existencias de los innumerables seres queridos que han quedado en el olvido pero que lucharon, alguna vez, contra la opresión y por la libertad.
Gato Negro, fiel compañero
Cálidos maullidos
vienen a reconocerme a esta hora, y yo los reconozco perfectamente y sé que son los maullidos de ese gato negro que una vez me acompañó en mis aventuras y se unió a mí en simbiosis aportándome esa cándida fiereza.
Mujer enredadera
Cada vez que me descuido
vienes tú, mujer enredadera, a enredarme entre tus versos sacados de la Ciudad de Plata.
¿Qué hubiese sido
de la música de Orfeo si no hubiera perdido al amor que en vida le enternecía sus huesos?
Son besos
los de este poeta herido los que buscan liberarse a cada ladrido, y en su herida un ser consciente de que su propio estigma es su única maldición...
Anna
En esos bosques,
en esos valles, en esas montañas, sucumbe mi locura de verbos al amanecer y de tristes trincheras en la noche, donde somos dos y un himno que nace de todas partes.
Aunque tú no estés,
seguiré luchando hasta el final del camino.
Sólo amor
Si sabes decir “te quiero”
dame una caricia con la que descubrir mi cuerpo, y en tu regazo aprovecharé para huir de las sombras que acechan en mi mente, para buscar la luz de mi triste deseo, para observar los pliegues de tu cuerpo y quedar, así, los dos enredados en un espejismo más allá del tiempo, en un cálido suspiro hasta el amanecer: nuestro amanecer.
Puertas
Puertas,
puestas automáticas, puestas que se abren hacia adentro y hacia afuera, puertas que llevan a mil misterios y a mil dimensiones por descubrir.
Sentido absurdo
Mundos inconexos,
inconexos mundos que intentan explicar el sentir de un psicótico a través de un escándalo y guiados por un concepto de neurosis.
¿Cuál es el saber
de un pensamiento corrupto por unas pastillas?
Sin consuelo
Intransigencia:
dolor en el cuerpo causado por miles de lápices de colores que no ven más allá de sus narices y egos.
Ego:
rompecabezas multidimensional de presencias descabelladas en una personalidad no binaria que se siente varón pero no le caen bien muchos hombres.
Reconocimiento:
cualidad intrínseca de la materia que no tiene porqué llegar hoy pero que es una meta de un ser claramente ambicioso y algo megalómano.
Sensibilidad:
la perdida a lo largo de un proceso de putrefacción de Ser.
Inevitabilidad:
camino del que no me escapo, del que acepto las consecuencias pues lo inició una búsqueda: la de la libertad.
Libertad:
componente abstracto que se me materializa a cada instante entre actos y actitudes.
Lucha:
constancia continua para que mis semejantes obtengan la dignidad debida.
Consuelo:
nunca me he conformado con poco y me da igual perder la vida en ello; lo que quiero es recorrer mi vida junto a aquellos a los que no les brindan oportunidades hasta conseguir el más grande y asombroso ideal que alguien haya podido definir jamás. Para mí, la anarquía.
-Richie punk-
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Posted: 07 Apr 2020 06:55 AM PDT
Los anarquistas de Leo Ferré por la compañía Jolie môme (15 / 03 / 2014)
https://www.youtube.com/watch?v=gRcjy2W3w_w
En FRANCÉS: Letra de leo Ferré
Y'en a pas un sur cent et pourtant ils existent
La plupart espagnols, allez savoir pourquoi Faut croire qu'en Espagne, on ne les comprend pas Les anarchistes
Ils ont tout ramassé
Des beignes et des pavés Ils ont gueulé si fort Qu'ils peuvent gueuler encore Ils ont le cœur devant Et leurs rêves au mitan Et puis l'âme toute rongée Par des foutues idées
Y'en a pas un sur cent et pourtant ils existent
La plupart fils de rien ou bien fils de si peu Qu'on ne les voit jamais que lorsqu'on a peur d'eux Les anarchistes
Ils sont morts cent dix fois
Pour que dalle et pour quoi? Avec l'amour au poing Sur la table ou sur rien Avec l'air entêté Qui fait le sang versé Ils ont frappé si fort Qu'ils peuvent frapper encore
Y'en a pas un sur cent et pourtant ils existent
Et s'il faut commencer par les coups de pied au cul Faudrait pas oublier que ça descend dans la rue Les anarchistes
Ils ont un drapeau noir
En berne sur l'espoir Et la mélancolie Pour traîner dans la vie Des couteaux pour trancher Le pain de l'amitié Et des armes rouillées Pour ne pas oublier
Qui y'en a pas un sur cent et pourtant ils existent
Et qu'ils se tiennent bien bras dessus, bras dessous Joyeux, et c'est pour ça qu'ils sont toujours debout Les anarchistes
Traducción al ESPAÑOL de AG:
Solo son un uno por ciento, pero existen;
la mayoría españoles, vete a saber por qué, Quizás en España no los comprenden, a los anarquistas. Cargaron con todo: bofetadas y adoquines, gritaron tan fuerte que aún pueden seguir gritando, el corazón por delante, sus sueños rotos, y el alma corroída por jodidas ideas. Solo son un uno por ciento, pero existen, la mayoría son hijos de nada o de muy poco, no se les ve nunca, salvo cuando se les teme, a los anarquistas. Han muerto mil veces, ¿para qué y por qué? Con el amor en el puño, sobre la mesa o en la nada, con la ceñuda catadura de quien ha derramado su sangre, golpearon tan fuerte que aún pueden golpear. Solo son un uno por ciento, pero existen; y si es necesario empezar a dar patadas en el culo no hay que olvidar que eso les pasa en las calles, a los anarquistas. Tienen una bandera negra que se burla de la esperanza, y la melancolía para avanzar en la vida, cuchillos para cortar el pan de la amistad y las armas enmohecidas para no olvidar Solo hay un uno por ciento, pero existen; y se mantienen firmes, codo a codo, alegres y, por ello, siempre en pie: los anarquistas. Read more ... |
Posted: 05 Apr 2020 07:14 AM PDT
Siguen los diálogos contra el dinero que se vienen publicando en http://hablarycallar.blogspot.com/
- Estoy notando algo un poco raro.
- ¿Qué?
- Pues no sé: que pienso en esto del encierro impuesto a la gente por el Régimen... Y veo que es algo muy grande...
- ¿Cómo muy grande? Que es una putada muy grande para la gente, ¿no?
- Sí, bueno, claro, por eso: al preguntarme cómo puede el Régimen hacer tanto mal a las gentes...
- Sí, sí, eso: ¿para qué les sirve machacar así a la gente? ¿Qué gana el Régimen con tanta crueldad?
- Ah, no, no. Yo eso no es lo que me preguntaba. Yo me preguntaba cómo puede hacerlo. O sea, de qué manera se las apaña el Régimen para conseguir algo así. Preguntarse, como tú decías, por qué machacan a la gente así, pues no tiene ni siquiera buen sentido: O sea, el Régimen no aplasta a las gentes por ninguna razón; buscarle cualquier respuesta a esa pregunta sería un intento desesperado de defenderlo. De sentir que no hay razón ninguna para que esté esa cosa ahí cuidándonos la vida (o sea, administrándonos la muerte), de ahí es de donde nace cualquier rebelión de verdad contra él.
- Y entonces, que esto era algo "muy grande", ¿decías así, no?
- Sí, sí, muy grande. O sea, es lo que dentro del propio Régimen dicen tener mucho éssito. Es algo de muchísimo éssito.
- Hombre, no sé qué quieres decir. "¡Mucho éssito"! Si te encierran de repente y no te dejan hacer nada y sólo hay que esperar a ver si les da la gana soltarte, pues no sé... Yo no le diría "éssito", es que no te queda más remedio que tragártelo.
- Bueno, nunca es así del todo. Pero, sea como sea, no le veo ningún problema a decir que es algo de muchísimo éssito. Es enorme: la cosa y su éssito, lo mires por donde lo mires. El éssito ya sabes que lo miden en cifras, con numeritos (o sea, es propiamente Dinero). Y las cifras son aplastantes: ¿No crees que la cifra de televidentes debe ser demoledora?
- Sí, claro.
- Desde que se fue imponiendo la forma actual del Régimen a lo largo del s.XX hasta ahora, no creo que haya habido algo comparable en espectadores de tv (que es la representante ilustre del Régimen y de los medios de masas).
- No, seguro que no. Ni lo del viaje a la luna.
- Y ¿qué me dices de su estensión planetaria? ¿No es apabullante la plaga de encierros, copiados unos de otros, por todo el mapamundi?
- Sí, sí, bestial.
- Y de movimiento de los dineros (de dineros con números y moneda, que es solo una de las formas del Dinero con mayúsculas): ¿Se ha visto algún evento de los producidos por el Régimen comparable a esto? ¿No es alucinante los billones y billones de pasta que esto estará moviendo?
- Sí, eso desde luego. Y la pasta que dejará de ir a la gente que está más abajo en la pirámide. Y eso, antes incluso de las órdenes espresas de encierro, bien lo intuía la gente por las informaciones que les iban dando (a pesar que, como siempre, aprovechaban también en las informaciones para echarle la culpa a la gente por su alarmismo: ¡poco se alarmaron, para lo que están haciendo!).
- ¿Y por qué dices que lo intuía la gente?
- Bueno, pues quizá por lo del papel higiénico. Ya sabes que Freud descubría que en los sueños, la mierda y el Dinero eran cosas intercambiables una por otra, que una representaba a la otra. Quizá esa ansia de acumular papel higiénico (que sería como la representación de la propia mierda) pudiera ser ese deseo de tener dinero en reserva para lo que veían que estaban preparando.
- Ah, ya. Yo eso lo ponía más en relación con el mandato de limpieza en el Régimen, que es cada vez más fuerte y del que ya hemos hablado alguna vez [NºXVII]. Y quién sabe: A lo mejor, vienen a ser la misma cosa la limpieza, estar limpio, que estar en orden con el Dinero... Pero, volviendo a las cifras: lo más apabullante, el éssito mayor del asunto, y que sustenta a cualquiera de los otros, es el éssito de la Fe en la cosa. La cantidad de personas que más o menos se lo creen. El éssito en eso es también enorme. ¿No te parece?
- Sí, la verdad es que asusta. Parece que con la tele pueden hacer lo que quieran ya con la gente. ¿Se puede ir más lejos?
- Pues eso es la cosa. ¿Pueden ser más aplastantes los números del Régimen?: En medios de información, dineros, autoridades científicas y sanitarias, intelectuales, investigadores, periodistas, patrullas de emergencias, cuerpos de seguridad y todo lo que quieras, y también y sobre todo en personas -televidentes- creyentes. Está claro que los números son del Régimen... pero, lo que te decía: Que, con esto y con todo, estoy notando algo raro.
- ¿El qué?
- Pues que estoy notando como que la rebelión está ahí, no sé cómo decirlo, como alentando.
- Pero, el qué: ¿la rebelión de las pocas personas incrédulas y más o menos rebeldes que haya?
- No, no. Eso no. Las personas nunca son rebeldes, son sumisas por la cuenta que les tiene. Hacen sus cálculos en vista del Futuro que les venden. No, no. Eso el Régimen lo tiene, como veíamos, bien atado. De ahí no viene más que Fe en el Futuro: cada uno en su Futuro personal, que a su vez depende del Futuro en general, o sea, del Dinero. Esas personas, hasta a las que nos puedan decir algo rebeldes (poco, en verdad), ésas entramos en sus cuentas y estamos personalmente a favor del Dinero.
- Ah, ¿y quién crees tú, si no, que se puede rebelar?
- Pues lo que hay ahí, oculto por eso que llaman personas. Lo que no se cree ni le importa para nada el Futuro. Lo que quiere vivir ahora y no acepta ningún cambalache para renunciar a vivir ahora en nombre del Futuro. Ese cambalache, esa renuncia, es en definitiva la verdadera muerte que nos administra el Régimen. Esa voz que puede decir: ahora salgo de casa, ahora este niño no sigue encerrado y me des-entiendo de la tele, sus virus, de la Ciencia a su servicio, de sus cifras, de sus trolas, de sus presentadores, de sus golpes en el pecho, de sus amenazas y de su sabiduría. Eso está ahí ahora ya: no es personal y no depende de ningún número y no se atiene a ninguna previsión, ni defiende ningún Futuro. Es lo que queda totalmente fuera de lo que puede el poder y es de lo único que de verdad tiene miedo el poder. De lo vivo que no cuenta. De lo que el Régimen, que no para de hablar, quiere reducir a cifra con sus definiciones siempre falsas de la Realidad. Eso que no es real pero está ahí ahora, puede inundar de gentes otra vez las calles. Contra todo número. Contra la Fe personal de cada uno. Contra toda pro-fylaxis.
(Pablo. Encerrado por la fuerza. Salamanca, abril 2020)
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Posted: 04 Apr 2020 01:02 PM PDT
El capitalismo está instalando el terror y la represión en todo el mundo en una operación sin parangón en la historia de la humanidad. Confinamiento de regiones, ciudades y países enteros, confinamiento masivo de seres humanos que son obligados a permanecer encarcelados en sus propias viviendas, suspensión de los miserables derechos ciudadanos, vigilancia, seguimiento y procesamiento de los movimientos de la población a través de todo tipo de tecnologías (smartphones, big data, inteligencia artificial…), despidos masivos, aplicación de Estados de emergencia, de alarma, de sitio, etc. Por todo el globo vemos extenderse una militarización de las calles para controlar y reprimir todo movimiento no autorizado. También vemos multiplicarse los ojos del Estado por medio de ciudadanos sumisos y atemorizados que vigilan cualquier pequeño incumplimiento o cuestionamiento de los decretos del mismo.1
Para apuntalar este escenario, los voceros del Estado nos ahogan con datos sobre la expansión de lo que la OMS ha denominado como “Pandemia del COVID–19”. La retransmisión de las cifras de infectados, hospitalizados y muertos, así como de las tasas de mortalidad y de las previsiones de contagio, acompañadas de imágenes de hospitales saturados y caravanas de coches fúnebres haciendo cola en la morgue, se suceden frenéticamente ante nuestros ojos con todo lujo de detalles mientras un constante desfile de políticos, científicos, milicos y periodistas nos introducen en una guerra contra un enemigo externo llamado coronavirus, presentado como el gran mal de la humanidad, como una pandemia que pone en peligro la vida de los seres humanos.
Queremos dejar claro que con esto no tratamos de decir que lo que se denomina COVID–19 no exista o sea una pura creación ideológica del Estado. Lo que tratamos de explicar a lo largo del texto es que la pandemia está siendo utilizada como herramienta contrainsurreccional y de reestructuración del capitalismo, que lo que nos venden por solución es mucho peor que el problema. En este sentido, si bien es evidente la incidencia social de esta pandemia como resultado del despliegue terrorista desarrollado por los Estados, no tenemos elementos sobre los que valorar aún la incidencia directa del COVID–19 a nivel biológico sobre nuestra salud. Los datos que manejamos son los que ofrecen los diversos aparatos del capitalismo mundial (OMS, Estados, organismos científicos…), que evidentemente para nosotros no tienen ninguna fiabilidad pues tal o cual Estado puede inflar o tapar sus estadísticas. Claro que también los proletarios de residencias de ancianos, cárceles, psiquiátricos… denuncian que esos centros se están convirtiendo, más que nunca, en centros de exterminio. Ahora bien, la cuestión fundamental a tener en cuenta es que el capitalismo mundial nunca tomó semejantes medidas pese a la catástrofe generalizada que materializa y se expresa en miles de terrenos (pandemias, enfermedades, hambrunas, catástrofe ecológica…).2
Para nosotros no hay nada de humanitario en las medidas contra el coronavirus. El Estado siembra el miedo y la impotencia entre una población atomizada para presentarse a sí mismo como el protector omnipotente de la humanidad. Llama a la unidad de todos para asumir juntos la lucha contra ese enemigo, a realizar los sacrificios necesarios, a colaborar con todo lo que las autoridades dicten, a someterse a las directrices y órdenes de los distintos aparatos del Estado.
Todo este despliegue espectacular crea una cobertura imprescindible. No cuela el cuento de la defensa de la salud. Sabemos que la muerte y catástrofe generalizadas son la esencia de este modo de producción y reproducción, donde la vida humana y el planeta son meros medios para la valorización, y al capital le importa un carajo su bienestar. Aunque las diferentes formas de gestión burguesas diseñan límites para no destruir totalmente el sostén material de la valorización, la depredación de esos medios, su deterioro y destrucción acaban franqueando todo límite, pues esa es la forma natural bajo la que se desarrolla la vida en el capitalismo. La destrucción del planeta y sus habitantes, la muerte imparable, y en crecimiento, de millones de humanos por hambre, por guerras, por pandemias, por la toxicidad, por el trabajo, por inanición, por suicidios y un largo etcétera, nunca han sido un problema a solucionar para el capitalismo, sino daños colaterales o, mejor dicho, su modo específico de desarrollarse.
Las campañas de “solidaridad”, la investigación y el desarrollo científico–médico o alguna que otra medida legislativa, son las formas como el capital aplica las “soluciones” a todas las preocupaciones que generan esos grandes problemas que sufre la humanidad bajo la tiranía del valor. Incluso si utilizamos el mismo criterio restringido y tramposo que utiliza la ciencia para justificar las medidas tomadas hoy de forma generalizada,3 es decir, la existencia de un virus que amenaza la salud de la sociedad, sabemos que en todos y cada uno de los países donde se despliegan esas “medidas de contención del coronavirus” la existencia, según los propios datos oficiales, de otros virus con una gran incidencia para la salud nunca ha sido motivo de gran preocupación. Eso no quiere decir que el Estado no se vea obligado a intervenir con motivo de alguna catástrofe concreta, como ha hecho en diversas ocasiones, lo que aprovecha siempre para introducir medidas que en otro momento supondrían resistencias y revueltas.
Por consiguiente, para nosotros es claro que todas las medidas que el capital está desplegando para “luchar contra la pandemia del coronavirus” no tienen como objeto nuestra salud, nuestro cuidado y bienestar. Cabe preguntarse por qué el capitalismo ha creado este estado de guerra en este caso concreto y, más importante aún, qué hacemos como proletarios y revolucionarios en esta situación.
No tenemos dudas. La guerra contra el coronavirus es una guerra contra el proletariado mundial. Las medidas estatales justificadas por la pandemia del coronavirus son un salto cualitativo decisivo y homogéneo en la contrainsurrección mundial y en las tentativas burguesas por tratar de iniciar un nuevo ciclo de acumulación de capital. Y frente a esa guerra el proletariado sólo tiene dos caminos: o sacrificar su vida en ella o contraponerse a la misma para defender sus necesidades humanas.
Es cierto que vivimos en un sistema social acostumbrado a confinar. A confinar los alimentos, las necesidades básicas, a confinarnos en pisos, en coches, en centros comerciales, en centros de domesticación para los niños, en centros de trabajo, en centros de mayores (geriátricos), en centros de salud, en centros carcelarios, en centros de ocio o vacacionales… y estas medidas dan una vuelta de tuerca más a este sistema de aislamiento y privatización, transformando el mundo en un gran campo de concentración.4 Pero no se puede obviar que todo esto sucede precisamente cuando la catástrofe capitalista alcanza nuevas cumbres, cuando el antagonismo entre la vida y el capital llega a niveles todavía más insostenibles que en el pasado. La destrucción de la Tierra, la depredación de sus recursos, el envenenamiento de todo lo que existe, la agudización de todos los mecanismos de explotación y expoliación del ser humano y todo el medio natural, que son aspectos inherentes a este modo de producción de la especie determinado por la economía, están alcanzado niveles insoportables para la mera existencia de seres vivos. La propia dinámica de valorización del capital, en la que éste tiene cada vez más dificultades para renovar sus ciclos reproductivos por la creciente desvalorización que le es congénita, está llevando las contradicciones de este sistema social a sus límites. Caminamos hacia una desvalorización sin precedentes. El desplome del capital ficticio, que sostenía con alfileres los ciclos de reproducción capitalistas, se prefigura en el horizonte. La crisis financiera de los últimos años, cuya primera gran explosión se desarrolló en el año 2008, expresa el agotamiento del mecanismo de respiración artificial que mantenía con vida la economía mundial. Hoy, cuando todo el capital se sostiene en base a la reproducción incesante de capital ficticio, de toneladas de deudas y toda clase de inyecciones financieras que permiten que el capital siga succionando la sangre del proletariado mundial, la burguesía comienza a ser consciente que la ficción no puede escapar a la propia lógica sobre la que se ha edificado, no puede desembarazarse de la ley del valor y toda esa gigantesca acumulación de capital se precipita hacia su desmoronamiento.
Claro que, ante todo, no podemos obviar otra cuestión todavía más decisiva. Toda esta “guerra contra el coronavirus” sucede precisamente cuando la catástrofe que la burguesía hacía cargar sobre las espaldas del proletariado proyectaba grandes sacudidas auguradas ya por las oleadas de luchas que confluyeron en el año 2019 y principios de 2020 en decenas de países.5 El desencadenamiento de un incendio que arrase con todo el orden capitalista es un problema que vuelve a estar al orden del día en los círculos de la burguesía y una esperanza que vuelve a los corazones de los proletarios.
De ahí que desde hace años las operaciones contrainsurreccionales se multipliquen por el mundo. Si bien, todo manual contra la insurrección tiene como fundamento destruir la autonomía del proletariado, las formas como se ha materializado a lo largo de la historia han sido múltiples. La guerra imperialista, que no ha dejado de desarrollarse, siempre ha sido el recurso por excelencia para transformar el antagonismo de clases en una pelea entre fracciones burguesas, restableciendo la unidad nacional frente a un enemigo exterior, destruyendo a los irreductibles, dando una vuelta de tuerca más a las condiciones miserables del proletariado —imponiendo sacrificios bélicos y posbélicos— y generando una destrucción, material y humana, lo suficientemente amplia para dinamizar el proceso de reproducción capitalista abriendo una nueva fase de expansión.
La pandemia del coronavirus presenta todas las características propias de la guerra imperialista: el enemigo exterior, la unidad nacional, la economía de guerra, los sacrificios por la patria o el “bien común”, los colaboradores, las muertes, la reestructuración económica, etc.6
Como toda guerra imperialista supone pérdidas generales a corto plazo (aunque ciertos sectores disparen sus beneficios), pero contiene las bases materiales para generar una nueva fase de acumulación. El proceso de reanimación del moribundo capital, que está aplicándose bajo la cobertura de la guerra al coronavirus y que implica el ataque a las condiciones de vida del proletariado, conlleva el impulso de una nueva fase de acumulación que sólo puede desarrollarse sobre una destrucción de capital de dimensiones y consecuencias inéditas y desconocidas. Claro que en una dinámica donde el capital ficticio representa el eje donde se sustenta la acumulación, la destrucción partirá de ese terreno. La actual paralización parcial y temporal de la producción y circulación de mercancías requiere cantidades insólitas de capital ficticio para mantener el tejido social, además de centralizar gran parte del capital en los sectores militar y sanitario. Sin embargo, esa inundación de ficción para aliviar la parálisis del mercado, que ya contenía una sobreacumulación insostenible de capital ficticio pero que circulaba en gran parte exclusivamente por los mercados financieros, implica volcar masas enormes de ficción desde esos mercados financieros al intercambio mercantil efectivo, lo que expone todo ese capital a su destrucción por la corrección coercitiva que, más pronto que tarde, realizará el mercado respecto al signo de valor. Es decir, la devaluación de la moneda, la imposición despótica de una ley que la burguesía creía haber burlado, creará una desvalorización sin precedentes que implicará la quiebra generalizada de empresas, de Estados, la cancelación masiva de deudas y, por supuesto, la tentativa burguesa de reestructuración global de todo el capital (centralizándose en nuevas esferas, purgándose otras, consolidando nuevos mecanismos de circulación…), tratando de reemprender un nuevo ciclo de acumulación.
Claro que, sobre todo y ante todo, este contexto sólo puede desarrollarse haciendo tragar al proletariado un sacrificio que le invitará a reventar masivamente, que generalizará en todas partes unas condiciones cada vez más imposibles para la supervivencia. Por otro lado, también le empujará a rebelarse, a defender sus necesidades frente a la catástrofe del capital. Ese es el futuro que nos reserva a la humanidad el capitalismo mundial: agudización de la catástrofe o revolución.7
En ese contexto se comprenden mejor el accionar de todos los Estados, se comprende el confinamiento, la salida del ejército a las calles, el control, la vigilancia de la población, el ajuste de cinturones de todos los proletarios y el anuncio de los Estados de peores sacrificios a venir. El Estado evalúa cómo reacciona el proletariado ante estados de emergencia y consigue replegar momentáneamente protestas y revueltas en desarrollo como en Francia, Irán, Irak, Líbano, Argelia, Hong–Kong, Chile, etc. En Chile, antes de que los números oficiales del Estado aporten si quiera una sola muerte, y antes de que se implemente alguna medida sanitaria, el Estado ha declarado el estado de emergencia. De esa forma los Estados utilizan la pandemia para recuperar la paz social en zonas con protestas y revueltas estos últimos años, a la par que despliegan en otras partes un entorno propicio para la represión de las protestas a las medidas de empeoramiento que se preparan, comprobando la capacidad de control social que posee sobre su territorio, dónde se concentran los focos rebeldes, qué aspectos mejorar para asegurar la vigilancia y el dominio del territorio, etc.
A lo largo de la historia del capitalismo, a medida que éste iba imponiendo nuevos ajustes y vueltas de tuercas a la explotación, se fueron sucediendo resistencias más o menos colectivas, revueltas e insurrecciones. Por eso fue sorprendente, en un primer momento, la masiva aceptación del proletariado a las medidas aplicadas por los Estados, facilitada, sin duda, por la situación novedosa en que se encontraba y la fuerza mediática de los aparatos del Estado. Sin embargo, algunos proletarios anuncian por medio de sus primeras contestaciones a todas estas medidas, su rechazo a seguir el sonido de las trompetas del Estado, a someterse al régimen de terror y a aceptar el empeoramiento de sus condiciones de vida. Poco a poco vemos como los gestos, gritos, movilizaciones y protestas comienzan a reproducirse.
Pese a las difíciles condiciones que impone el Estado a través del confinamiento y el aislamiento, nuestra clase trata de organizar su respuesta al ataque lanzado por el Estado. No sólo se reproducen pequeños actos de desobediencia, que el Estado reprime con multas, detenciones y acusaciones de insolidarios (como los ancianos que se pasean con la barra de pan, los padres que juntan a niños en casa de los que tienen el jardín más grande, los jóvenes que pasean por los bosques con la excusa de buscar leña, los que cuestionan la versión oficial en cuanto a temas de salud, los que avisan dónde hay controles y señalan a los soplones, los que inventan todo tipo de tretas y artimañas… actos todos que expresan nuestra necesidad más humana de romper el encarcelamiento e invitan a romper el aislamiento), sino que también se suceden protestas y enfrentamientos en las calles.
La provincia de Hubei, primer lugar a ser sometido al estado de emergencia, está viviendo protestas y enfrentamientos en diversas ciudades. En Filipinas se desafía el confinamiento realizando manifestaciones que reclaman alimentos y otros productos básicos. En Argelia, los proletarios se niegan a suspender manifestaciones que se encadenan una tras otra desde antes del confinamiento. En la India, los trabajadores inmigrantes se enfrentan a la policía. En Italia se organizan acciones al grito de “¡Noi! A recuperar lo que nos quitan”. Los motines en las cárceles y en los centros de detención de inmigrantes ilegales viajan de país en país. Los saqueos y el llamado a no pagar alquileres, junto a las huelgas de los que siguen trabajando comienza también a instalarse en algunos lugares. Como las redes de apoyo mutuo y cajas de resistencia.
Los diversos Estados nacionales tratan de zanjar o contener estas protestas utilizando las ventajas que les permite el estado de emergencia. El presidente de Filipinas fue claro al respecto al afirmar que se ejecutará a todo el que se salte el confinamiento. Por otro lado, anuncian pequeñas concesiones como la liberación temporal de 100.000 presos en Irán, o la creación de bonos sociales para la alimentación en Italia. Otros Estados, intentando anticiparse a las protestas, lanzan miserables zanahorias que estamos convencidos que no servirán para aplacar ni el hambre ni las amplias necesidades reprimidas durante siglos por un capitalismo a las que hoy se les da una nueva vuelta de tuerca.
Estas primeras escaramuzas que se organizan contra el estado de emergencia mundial avanzan que el proletariado no se quedará encerrado en su casa viendo cómo le llevan al matadero ni aceptará sacrificarse por la economía. Pero necesitamos organizar internacionalmente toda esa contestación y profundizarla hasta atravesar el corazón de la bestia capitalista. Cambiar el miedo de lado, que el pánico se traslade para el lado de la burguesía. Que el miedo por la pandemia del coronavirus se transforme en miedo por la pandemia de la revolución.
¡La guerra contra el coronavirus es una
guerra contra el proletariado mundial!
¡Impongamos nuestras necesidades humanas
a las necesidades del capitalismo mundial!
2 de abril de 2020
Proletarios Internacionalistas
1 Aclaremos que a pesar del estado de emergencia y el confinamiento, declarado en decenas de países en el mundo, el capital sigue manteniendo en funcionamiento los sectores productivos que considera necesarios, obligando a los proletarios de esos sectores a ir a trabajar y recluyéndolos en su vivienda en cuanto termina. Incluso en los países de mayor parálisis de producción y circulación, el decreto de “sólo trabajos imprescindibles”, creando la apariencia de que son para nuestras necesidades humanas, es tan ambiguo y flexible justamente para no obstaculizar las necesidades del capital.
2 No creemos relevante profundizar en este texto en cuestiones relacionadas con el origen concreto del COVID–19. En primer lugar, porque no podemos afirmar nada con claridad al no tener los elementos suficientes para hacerlo, y en segundo, porque lo más importante es comprender que la producción y difusión de las pandemias actuales son un resultado del modo de producción y circulación capitalista. Ver al respecto: Contagio social, del grupo Chuang (https://lazoediciones.blogspot.com/2020/03/chuang-contagio-social-guerra-de-clases.html) y Las pandemias del Capital (http://barbaria.net/2020/03/20/las-pandemias-del-capital/) del Grupo Barbaria.
3 Queremos aclarar, aunque no podamos profundizar en este pequeño texto, que no sólo negamos que la curación de una enfermedad sea un acto médico, como el sistema de salud del capital y la medicina “oficial” nos quieren hacer creer, sino que nuestra concepción de lo que es una enfermedad, un virus y, más en general, nuestra concepción de lo que es el cuidado de la salud, están en las antípodas de la ciencia. Desde luego, la ciencia, si está para algo, es para desarrollar las condiciones necesarias para que el capitalismo siga funcionando, siga aniquilando y aplastando todo, saltando obstáculos, sobrepasando límites, etc. Sus distintas articulaciones permiten al capital la adaptación y la fagocitosis.
Esto no quiere decir que avalemos o propongamos un sistema o enfoque “alternativo”. El sistema tecnocientífico condena rápidamente a sus críticos bajo el rótulo de “seudociencia”, pero nuestra crítica del sistema dominante y totalitario de conocimiento bajo la sociedad capitalista también apunta a los fenómenos catalogados de esa forma. Además, estas “terapias alternativas” cada vez actúan más como válvulas de escape y técnicas que complementan a la “medicina oficial”.
4 Claro que ese gran campo de concentración no es igual para todos. No sólo se refleja en aspectos como decíamos en una nota anterior en relación con el trabajo, sino que también el propio confinamiento se vive totalmente diferente. Recordemos la campaña “yo me quedo en casa”, impulsada por medio de vídeos en los que algunos famosos arengaban desde sus “pequeños jardines” o el interior de sus “modestos palacetes” a quedarse en casa, y que fue mimetizada por miles de ciudadanos desde las cajas de cerillas en las que viven.
5 Ver nuestro texto Revuelta internacional contra el capitalismo mundial en www.proletariosinternacionalistas.org.
6 No sólo nos referimos a las muertes asociadas por los Estados al COVID–19, sino que incluimos las generadas por el Estado con sus medidas. Entre algunos compañeros se discute si caracterizarla también como una guerra química directa contra el proletariado (lo que no implica hablar de premeditación —aunque sepamos que nuestro enemigo ya la usó en el pasado y no ha dejado de desarrollar la investigación en ese campo— sino de su efecto objetivo), en concreto contra los sectores que el capital considera improductivos y que suponen fuertes cargas a las arcas de los Estados y que es precisamente donde está golpeando el coronavirus: ancianos, presos, inmunodeficientes…
7 No estamos afirmando que este proceso se desarrolle inmediatamente, pero sí afirmamos que bajo “la pandemia del coronavirus” ese proceso ha iniciado un salto cualitativo hacia su desenvolvimiento.
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