Kaosenlared.net
José Eulícer Mosquera Rentería
Martin Luther King (1929-1968) fue el continuador de las luchas
contra el racismo y la discriminación racial, y por los derechos civiles
del pueblo afroestadounidense, iniciadas por William Eduard Burghardt
Du Bois, militante de la izquierda marxista, a principios del siglo
pasado...
...
para lo cual lideró la constitución de la Asociación Nacional para el
Avance de la Gente de Color, NAACP, en 1910; organización que se ha
mantenido hasta la fecha. Pero también King se inspiro en el pacifismo
de Mahatma Gandhi, y en este orden condenó con todas sus fuerzas la
guerra contra Vietnam y toda la política imperialista, colonialista y
guerrerista de Estados Unidos contra los demás pueblos y países del
mundo.
A
la vez, Du Bois era un permanente activista contra la guerra, y sus
esfuerzos se hicieron más pronunciados después de la Segunda Guerra
Mundial, cuando presidió el primer organismo por la paz mundial
establecido en las Américas. En 1949, habló en la Conferencia Científica
y Cultural para la Paz Mundial en Nueva York. En la primavera de 1949,
habló en el Congreso Mundial de Partidarios de la Paz en París, diciendo
a la multitud: "Liderando este imperialismo colonial nuevo viene mi
tierra natal, construido por el trabajo y la sangre de mis padres, los
Estados Unidos. Estados Unidos es una nación grande, rica por la gracia
de Dios y próspero gracias al duro trabajo de sus ciudadanos más
humildes... Ebrio de poder están llevando el mundo al infierno en un
nuevo colonialismo, con la misma vieja esclavitud humana, que una vez
nos arruinó, y a una tercera guerra mundial que va a arruinar el mundo”.
En
1963, hace 50 años, después de numerosos arrestos, atentados y
asesinatos contra ciudadanos afroestadounidenses por parte de la policía
y organizaciones racistas extremistas creadas por poderosos
capitalistas y políticos pro imperialistas, Luther King encabezó la Gran
Marcha Hacia Washington por el Trabajo y la Libertad, y en las afueras
del Capitolio, ante unas 250 mil personas de todas las etnias y grupos
sociales procedentes de distintos estados, pronunció su célebre discurso
“Tengo un sueño”, donde puso en conocimiento del país el sueño o ideal
que lo motivaba a la lucha: su sueño con un país verdaderamente libre,
igualitario, de justicia social e incluyente; sin racismo ni
discriminaciones y de convivencia pacífica. Discurso con el que se
perfiló como una de las más grandes personalidades públicas de la
historia de los Estados Unidos y del mundo.
Contradictoriamente
al cumplirse los 50 años del memorable discurso de King y a 45 años de
su vil asesinato, el Presidente Obama, que ha sido el más beneficiado
con los logros de la lucha que inició con Du Bois, los conmemora con
nuevos anuncios de guerras imperialistas, en esta oportunidad contra el
pueblo y la nación Siria. Al igual que los Bush y los demás presidentes
de los Estados Unidos, Obama pretende justificar sus criminales
bombardeos e invasiones con los argumentos de que en nombre de su país
se propone vengar los asesinatos que viene perpetrando el gobierno del
Presidente de Siria, Bashar al Assad con armas químicas, y su
persecución brutal contra la oposición; un cuento parecido al que
utilizó para bombardear e invadir a Libia y al que utilizaron los Bush
para bombardear e invadir a Irak; e idéntico al que viene esgrimiendo
como amenaza de invasión contra Irán, pero en el fondo se trata del
interés de los imperialistas Estadounidenses de apoderarse del petróleo y
demás recursos estratégicos de África y el cercano oriente. Pues a la
vez el Gobierno de Obama, al igual que los de los Bush, apoya los
regímenes más despóticos y criminales de estas regiones, a cambio que
permitan el desarrollo de las actividades explotadoras de las
transnacionales estadounidenses y europeas en sus territorios y pueblos.
Tales como los regímenes de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, presidente
de facto en Guinea Ecuatorial desde el Golpe de Estado que dio en 1979;
la monarquía absoluta de Abdalá bin Abdelaziz en Arabia Saudita, donde
están suprimidas las libertades fundamentales y hasta el homosexualismo
es castigado con la pena de muerte; la dictadura represiva y criminal
del general Pervez Musharraf, de 1999 hasta 2007, en Pakistán; el
régimen títere y criminal de Hamid Karzai en Afganistán; el gobierno
títere instaurado mediante el cruento golpe de estado dado en 2011 con
el apoyo militar y político de USA y otras potencias europeas, presidido
por Mahmoud Jibril en Libia, que produjo decenas de miles de muertos,
heridos y mutilados, que incluyó el asesinato del presidente
constitucional Muhamad Gadafi; y el gobierno títere y represivo
instaurado desde 2003 por USA en Irak, tras el derrocamiento y asesinato
de Saddam Huseim, hoy presidido por Nuri al-Maliki. Entre otros.
Además
del sueño de King, la década de 1960 fue un tiempo de grandes hechos y
transformaciones. Fue una época de sueños hechos realidad, como la
consolidación de la Revolución Cubana y la fuerte influencia de la misma
en las luchas de los pueblos del mundo, la llegada del hombre a la
Luna, de utopías juveniles como el mayo francés o la primavera de Praga,
pero también de pesadillas como el apartheid, la amenaza nuclear y la
crisis de los misiles en la confrontación entre USA y Cuba. Fue la época
en que surgió el Movimiento de los Hippies, como expresión de la
búsqueda de la prevalencia del amor y la convivencia pacífica entre los
seres humanos; la conciencia ecológica y la música de los Beatles, al
tiempo que la televisión se convertía en el gran medio de masas del
mundo. Mundo que los neoliberales han denominado “la aldea global”, como
la manera de justificar la opresión y el saqueo del imperialismo
euroestadounidense sobre los pueblos del orbe. En este escenario, se
reactivó en forma extraordinaria la lucha por los derechos civiles de
los y las afroestadounidenses liderados/as por el pastor baptista Martin
Luther King, que además enarboló la bandera de la no violencia.
Martin
Luther King había nacido en Atlanta, Georgia, en una familia cristiana,
que desde temprana edad lo impregnó del espíritu religioso de las
iglesias afrosureñas, de cánticos y sermones encendidos de pasión por la
libertad y la justicia social; pero también vivió en carne propia los
oprobios del racismo y la discriminación racial eurocéntrica que han
caracterizado a la sociedad estadounidense, cuya burguesía imperialista
artificiosamente la dividió entre blancos y negros, los primeros gozando
de todos los privilegios, mientras los segundos totalmente excluidos y
marginalizados.
En
1954, le fue entregado a King el manejo de una iglesia baptista en
Montgomery, Alabama, y ahí inició su prédica por los derechos civiles.
Se puso a la cabeza de miles de afroestadounidenses que boicotearon el
sistema de buses de la ciudad debido a un incidente que marcó un antes y
un después en la lucha por la igualdad: el arresto de la
afroestadounidense, Rosa Parks, quien se negó a ceder su asiento a un
hombre blanco en el autobús, tal como lo mandaban las leyes racistas.
Durante 382 días, hombres, mujeres y niños afroestadounidenses
prefirieron andar a pie, así fueran las más grandes distancias, antes
que subirse a un autobús municipal, hasta que la ley segregacionista fue
abolida, en medio de amenazas, atentados y de acciones represivas
contra Luther King y otros líderes de la resistencia afroestadounidense.
A
diferencia de personajes como Malcolm X o grupos como las Panteras
Negras y el Black Power, que proponían la violencia, como respuesta al
racismo y la discriminación racial, Luther King insistió en la
resistencia pacífica. El país y el mundo se horrorizaron cuando vieron
cómo unos ciudadanos/as que marchaban desarmados exigiendo igualdad
real, equidad y justicia eran golpeados por la policía con una fuerza
desproporcionada, atacados con gases lacrimógenos, perros y bala.
Denuncias en las cuales jugó un papel trascendental la emergente
televisión de los años de 1960, llevando las terribles imágenes a los
hogares estadounidenses y de muchas partes del mundo.
Hoy
al contrario, el gobierno de Obama y sus aliados, Francia, Alemania e
Inglaterra; Arabia Saudita e Israel, maquiavélicamente y en aras de
sacar adelante sus planes de tumbar al gobierno de Bashar Al Assad en
Siria y colocar en su lugar un gobierno títere que responda a sus
intereses colonialistas, imperiales y locales, vienen utilizando todos
los medios, herramientas e instrumentos posibles. En primer lugar,
haciendo uso vulgar de la denominada “Guerra de IV Generación”, utilizan
los grandes medios de comunicación para la generación de matrices de
opinión que finalmente justifiquen la intervención militar y la
invasión. Y en este orden últimamente han publicado fotografías de una
cantidad de muertos supuestamente producto de la utilización de armas
químicas, y sin antes investigar quien las lanzó y de donde procedieron,
se los adjudican al gobierno de Bashar Al Assad. Pues el Gobierno de
Estados Unidos, además de haberlas utilizado contra el valiente pueblo
vietnamita, años atrás cuando todavía Saddam Hussein era su “amigo”, le
entregó este tipo de armas para que se las lanzara a los kurdos, que
rechazaban la presencia yanqui en la región.
Independientemente
con que uno no esté de acuerdo con el régimen de Bashar Al Assad,
tampoco son aceptables los bombardeos y la invasión militar que
pretenden realizar Estados Unidos y sus aliados a Siria, con el pretexto
de ir a imponer el orden y la prevalencia de los derechos humanos,
porque no cuentan con ninguna autoridad moral para ello, por
consideración y respeto a la condición humana del pueblo sirio y porque
los antecedentes dan fe de que se trata es de imponerle políticas
imperialistas y de rapiña.
La
realidad es que la confrontación militar les está siendo adversa a
Estados Unidos y sus aliados, dado que el gobierno y el ejército sirios
vienen derrotando en todos los frentes a las tropas mercenarias que
ellos patrocinan, entrenan y financian, ya que Bashar Al Assad no se
dejó engañar como hicieron con Muhamad Gadafi, a quien con base en
adulaciones, cuentos y zalamerías llevaron al desarme para después
bombardear e invadir a su país, asesinarlo y humillar a su pueblo. Pues
Al Assad sí ha mantenido un poderoso ejército dotado con los más
poderosos armamentos y su alianza con potencias como Rusia y China; por
lo cual esos gobiernos imperialistas se están valiendo de todo tipo de
artimañas para lograr el apoyo de la opinión mundial y de las Naciones
Unidas, y para involucrar a otros países en sus propósitos criminales y
de bandidaje internacional, en lo cual
Obama está actuando con la peor desfachatez, como cualquier otro líder
imperialista, al servicio de las poderosas compañías transnacionales y
multinacionales, que son las que después de las invasiones y la
imposición de los gobiernos títeres, llegan a saquear a los países
invadidos y a someter a su mano de obra a la más terrible explotación.
Aunque
tanto las Naciones Unidas, como el Gobierno de Siria han aceptado la
fórmula propuesta por el Gobierno Ruso de Vladimir Puttin de que Bashar
Al Assad entregue los depósitos de armas químicas que tenga su país para
ser destruidos, a objeto de mantener el respeto a su autodeterminación y
a su soberanía, Obama insiste que la posibilidad de los bombardeos e
invasión a Siria no está clausurada del todo. Estoy seguro que si Luther
King y Du Bois vivieran, estarían liderando grandes movilizaciones
contra estas políticas guerreristas y de rapiña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario