El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu intervino desde Tel Aviv
condenando toda posibilidad de que se llegara a un acuerdo entre el
grupo 5+1 e Irán. Empeñado en sabotear las negociaciones de Ginebra
sobre el proyecto nuclear iraní, el gobierno de Israel movilizó a
sus poderosos representantes en Estados Unidos, quienes movilizaron a su
vez a los congresistas y periodistas que tienen en su nómina.
El profesor Jaime Petras describe los medios que Israel ha venido
utilizando para imponer sus propios objetivos al Congreso y al poder
ejecutivo de Estados Unidos desde hace medio siglo.
"Los grupos que desarrollan políticas a favor de
Israel, como el AIPAC, trabajan con financiamiento ilimitado para
desviar la política de Estados Unidos en la región (del Medior Oriente)".
Jack Straw, Diputado laborista y ex ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido.
"Estados Unidos debería lanzar una bomba atómica en Irán para incitar ese país a poner fin a su programa nuclear".
Sheldon Adelson, principal donante del Partido Republicano y gran
recaudador de fondos para los Comités de Acción Política pro Israel,
discurso pronunciado en la Universidad Yeshiva, de Nueva York, 22 de
octubre de 2013.
La diferencia entre la guerra y la paz con Irán reside en las
políticas que adopten la Casa Blanca y el Congreso de Estados Unidos.
Las propuestas de paz del recientemente electo presidente de Irán Hassan
Rohani fueron acogidas favorablemente en todo el mundo, excepto en
Israel y entre sus acólitos sionistas en Estados Unidos y Europa.
La primera sesión de la negociación se desarrolló sin recriminaciones
y dio lugar a una evaluación optimista por ambas partes. Precisamente
ante esa respuesta inicial favorable, el gobierno israelí intensificó su
guerra de propaganda contra Irán. Sus agentes en el Congreso
estadounidense, en los medios de comunicación y en el seno del ejecutivo
están ahora movilizados en función de socavar el proceso de paz. Lo que
está en juego es la capacidad de Israel para emprender guerras a través
de las fuerzas armadas de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN
contra cualquier gobierno que desafíe la supremacía militar de Israel en
el Medio Oriente o que se oponga a la anexión violenta de los
territorios palestinos y sus posibilidades de atacar impunemente a
cualquier adversario.
Para entender lo que está en juego en las negociaciones de paz
tenemos que tratar imaginar las consecuencias que tendría su fracaso:
bajo la presión de Israel, Estados Unidos se declara listo a activar sus
fuerzas armadas –concretamente, se trataría de golpes con misiles y de
una campaña de bombardeos contra 76 millones de iraníes con vistas a
destruir su gobierno y su economía. Teherán podría responder a la
agresión con ataques contra las bases militares de Estados Unidos en la
región y las instalaciones petrolíferas del Golfo, lo cual
desencadenaría una crisis mundial. Eso es lo que quiere Israel.
Comenzaremos analizando el contexto de supremacía militar de Israel
en el Medio Oriente. Examinaremos después el increíble poder de
influencia de Israel sobre el proceso político estadounidense y cómo
logra hoy moldear el proceso de negociación, deteniéndonos para ello
especialmente en su poder sobre el Congreso de Estados Unidos.
El contexto de la supremacía militar de Israel en el Medio Oriente
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Israel ha bombardeado,
invadido y ocupado más Estados del Medio Oriente y África que cualquier
otra potencia colonial anterior, con excepción de Estados Unidos. En su
lista de víctimas están Palestina, Siria, Líbano, Egipto, Irak,
Jordania, Sudán y Yemen. Si incluimos los países en los que Israel ha
cometido ataques y asesinatos terroristas casi clandestinos, la lista se
amplía considerablemente hasta llegar a una docena de países de Europa y
Asia, incluyendo los propios Estados Unidos.
La proyección de la fuerza militar de Israel y su capacidad para
librar a su antojo guerras ofensivas se corresponde con una impunidad
casi total. A pesar de sus reiteradas violaciones del derecho
internacional, incluidos sus crímenes de guerra, Israel nunca ha sido
condenado por ningún tribunal internacional ni ha sido sometido a
sanciones económicas porque Washington utiliza [a favor de Tel Aviv] su
derecho al veto en el Consejo de Seguridad de la ONU así como la presión
de sus aliados de la OTAN y la Unión Europea.
La supremacía militar de Israel no está vinculada a su propio
desarrollo técnico e industrial como con las transferencias y el simple
robo de la tecnología del armamento nuclear, químico y biológico de
Estados Unidos [
1].
En Estados Unidos y Francia los sionistas han desempeñado un papel
estratégico en el robo y la transferencia ilegal a Israel de tecnología
nuclear y componentes de armas, según una investigación realizada por el
ex director de la CIA Richard Helms.
Israel mantiene enormes cantidades de armas nucleares, químicas y
biológicas cuyo acceso niega a los inspectores internacionales y no se
ha visto obligado a cumplir el Tratado de No Proliferación Nuclear
porque Estados Unidos se encarga de intervenir a su favor en el plano
diplomático. Bajo la presión de la «
Configuración de poder sionista»
(CPS), el gobierno de Estados Unidos ha bloqueado toda acción que
pudiese limitar la producción de armas de destrucción masiva por parte
de Israel. En realidad, Estados Unidos incluso sigue proporcionando a
Israel –en violación del derecho internacional– armas estratégicas de
destrucción masiva para que Tel Aviv las utilice contra los países
vecinos.
La ayuda militar estadounidense y la transferencia de tecnología a
Israel superó durante el último medio siglo los 100 000 millones. La
intervención diplomática y militar de Estados Unidos en la guerra de
1973 resultó crucial para salvar a Israel de la derrota. La negativa del
presidente de Estados Unidos Lyndon Johnson a defender el
USS Liberty en 1967, cuando ese navío de inteligencia –que no portaba armas– fue bombardeado y regado con
napalm
por buques de guerra y aviones de combate israelíes en aguas
internacionales, fue para Israel una tremenda victoria gracias a los
consejeros sionistas de Johnson. La impunidad de que goza Israel,
incluso cuando mata soldados estadounidenses, ha dejado a Tel Aviv
en entera libertad para emprender guerras de agresión y sojuzgar a sus
vecinos, cometer actos de terrorismo y asesinar a sus adversarios por
todo el mundo sin temor a represalias.
La indiscutible superioridad militar de Israel ha llegado a convertir
a varios de sus vecinos en colaboradores y prácticamente clientes:
Egipto y Jordania han sido de hecho sus aliados, junto con las
monarquías del Golfo, al ayudar Israel a reprimir los movimientos
nacionalistas y propalestinos de la región.
El factor más decisivo en el florecimiento y la consolidación del
poder de Israel en el Medio Oriente no han sido sus proezas militares
sino el alcance y la influencia política que ejerce a través de sus
agentes en Estados Unidos. Las guerras de Washington contra Irak y Libia
y su actual respaldo a los mercenarios en Siria han destruido los tres
principales oponentes nacionalistas laicos que se obstaculizaban
las ambiciones hegemónicas Israel.
A medida que Israel acumula más poderío en la región, extendiendo su
colonización de los territorios palestinos, su mirada se vuelve hacia el
este para destruir el último obstáculo que se opone a sus políticas
coloniales: Irán.
Desde hace al menos dos décadas, Israel ha solicitado a sus agentes
en el extranjero la destrucción del gobierno iraní mediante la
desestabilización de su sociedad, el asesinato de sus científicos,
bombardeando sus instalaciones militares y laboratorios y estrangulando
su economía.
Cuando la CPS logró –en 2003– empujar Estados Unidos a la guerra
contra Irak –donde se arrasó literalmente la sociedad secular compleja
de ese país y matando más de un millón de iraquíes–, el nuevo objetivo
pasó a ser la destrucción del Líbano (el Hezbollah) y del gobierno laico
de Siria para aislar Irán y preparar el ataque. Miles de civiles
libaneses fueron asesinados en 2006 pero el ataque de Israel al Líbano
falló, a pesar del apoyo del gobierno de Estados Unidos y de la
intensísima campaña de propaganda. Histérico por el fracaso y para «
compensar» su derrota ante el Hezbollah y «
levantar la moral», Israel invadió y destruyó en 2008-2009 gran parte de Gaza, la mayor prisión a cielo abierto del mundo.
Al no disponer de la capacidad militar necesaria para atacar Irán por
su cuenta, Israel orientó a sus agentes hacia la manipulación del
gobierno de Estados Unidos con vistas a iniciar una guerra contra
Teherán. Los líderes militaristas de Tel Aviv movilizaron sus recursos
políticos a través de todo el territorio de Estados Unidos para que
trabajen a favor de la destrucción de Irán, el último adversario
realmente temible para la supremacía israelí en el Medio Oriente.
La estrategia de Israel y el CPS está diseñada para abrir el camino a
una confrontación de Estados Unidos mediante el uso de sus agentes en
el ejecutivo [estadounidense] y recurriendo también al soborno y al
control que ejercen sobre el Congreso de Estados Unidos. El control del
CRPS sobre los medios masivos de difusión de comunicación favorece su
campaña de propaganda. El
New York Times y el
Washington Post
publican a diario artículos y editoriales que promueven la agenda de
guerra de Israel. El CPS utiliza el Departamento de Estado para forzar
otros países de la OTAN a que también se enfrenten con Irán.
La guerra a través de intermediarios de Israel contra
Irán: presión política estadounidense, sanciones económicas y amenazas
militares
Si Israel tuviese que contar únicamente con sus propios medios, la «
guerra»
israelí contra Irán no iría mucho más allá del sabotaje cibernético, de
los asesinatos periódicos de científicos iraníes a través de los
agentes a sueldo que tiene Tel Aviv dentro de diversos grupos
terroristas y de los incesantes discursos de políticos israelíes y del
montón de sumisos que le siguen la corriente. Fuera de Israel, esa
campaña ha tenido poco impacto en la opinión pública. La «
guerra»
de Israel contra contra Irán depende única y exclusivamente de su
capacidad para manipular la política estadounidense a través de sus
agentes locales, de los grupos que controlan el Congreso y mediante
las nominaciones de funcionarios que ocupan puestos fundamentales en los
Departamentos del Tesoro, de Comercio y de Justicia y como «
consejeros»
en asuntos del Medio Oriente. Israel no puede organizar [por sí solo]
una campaña de sanciones eficaces contra Irán. Eso sólo puede hacerlo
Estados Unidos. El predominio de Israel en el Medio Oriente proviene
enteramente de su capacidad para movilizar a sus apoderados en
Estados Unidos, individuos que a su vez tienen como misión la de
garantizar la sumisión total de los representantes electos a los
intereses de Israel –especialmente en todo lo que tenga que ver con los
adversarios regionales de Israel.
Colocados en puestos estratégicos, los personajes que tienen la «
doble ciudadanía americano-israelí»
han utilizado su ciudadanía estadounidense para hacerse de puestos de
alta responsabilidad dentro del gobierno, directamente vinculados con
las políticas que tienen que ver con Israel. Como israelíes, sus
actividades siguen los preceptos de Tel Aviv. En la administración Bush
(2001-2008) esos altos funcionarios «
ante todo israelíes»
controlaron el Pentágono (Paul Wolfowitz y Douglas Feith), la política
de seguridad para el Medio Oriente (Martin Indyk y Dennis Ross), la
oficina del vicepresidente de Estados Unidos (“Scooter” Libby), el
Departamento del Tesoro (Stuart Levey) y el Departamento de Seguridad de
la Patria (Michael Chertoff). En la administración Obama los «
ante todo israelíes»
incluyen a Dennis Ross, Rahm Emanuel, David Cohen, el secretario del
Tesoro “Jake la serpiente” Lew, el secretario de Comercio Penny Pritzker
y Michael Froman como representante para el comercio, entre otros.
El poder a través de intermediarios que Israel ejerce dentro del
poder ejecutivo estadounidense es comparable a su control sobre el
Congreso. Contrariamente a lo que afirman algunos críticos, Israel no es
ni un «
aliado» ni tampoco un «
cliente» de Estados Unidos.
El último medio siglo está lleno de pruebas sobre la clara asimetría de
esa relación. Gracias al poder de sus agentes dentro del Congreso
estadounidense, Israel ha recibido de Estados Unidos más de 100 000
millones durante los últimos 30 años, o sea más de 3 000 millones de
dólares al año. El Pentágono ha transferido a Israel la tecnología
militar más avanzada y se ha implicado en varias guerras por cuenta
de Israel. El Tesoro estadounidense ha impuesto sanciones que bloquean
inversiones potencialmente muy lucrativas en el Medio Oriente (en Irán,
Irak y Siria) privando así al sector agrícola de Estados Unidos, a su
industria y sus compañías de petróleo de ingresos ascendentes a 500 000
millones de dólares. La Casa Blanca sacrificó las vidas de 4 400
soldados estadounidenses en la guerra contra Irak –guerra promovida por
los apoderados de Israel a pedido de los dirigentes de Israel.
El Departamento de Estado ha rechazado relaciones amistosas y estables
con más 1 500 millones de musulmanes para respaldar la colonia ilegal de
un poco más de medio millón de colonos judíos que ocupan militarmente
la tierra palestina en Cisjordania y Jerusalén.
La cuestión estratégica que se plantea consiste en saber cómo y por
qué se mantiene desde hace tanto tiempo esta relación unilateral entre
Estados Unidos e Israel a pesar de tratarse de una relación
tan evidentemente contraria a tantos intereses estratégicos de
Estados Unidos e incluso a su propia élite. La interrogante más urgente e
inmediata es ¿cómo influye esta relación históricamente desequilibrada
en las sanciones de Estados Unidos contra Irán y las negociaciones
nucleares?
Irán y las negociaciones de paz
No cabe duda de que el presidente de Irán recientemente electo y su
ministro de Relaciones Exteriores están dispuestos a negociar el fin de
las hostilidades con Estados Unidos haciendo importantes concesiones que
garanticen el uso pacífico de la energía nuclear. Han declarado que
están abiertos a la reducción o incluso a poner fin a la producción de
uranio altamente enriquecido, a la reducción del número de centrífugas e
incluso a permitir inspecciones intrusivas no anunciadas, entre otras
propuestas prometedoras. Como parte de los acuerdos iniciales, el
gobierno iraní propone una hoja de ruta con objetivos finales. La Alta
Representante de la Unión Europea para las Relaciones Exteriores,
Catherine Ashton, emitió comentarios favorables sobre la reunión
inicial.
El gobierno de Estados Unidos emitió señales contradictorias luego
de las invitaciones iraníes y la reunión de apertura. Algunos
comentarios individuales son prudentemente positivos y otros son menos
alentadores y más rígidos. Los sionistas de la administración, como el
secretario del Tesoro Jack “Jake” Lew, insisten en que se mantengan las
sanciones hasta que Irán cumpla con todas las exigencias estadounidenses
(léase israelíes). El Congreso de Estados Unidos, comprado y controlado
por la CPS, rechaza las prometedoras y flexibles aperturas iraníes,
insistiendo en «
opciones» militares o en el total
desmantelamiento del programa nuclear legal y pacífico de Irán, pero en
realidad se trata de posiciones de la CPS diseñadas para sabotear las
negociaciones. Con ese propósito, el Congreso ha adoptado nuevas
sanciones económicas aún más fuertes para estrangular la economía
petrolera de Irán.
Cómo los Comités de Acción Política de Israel controlan el Congreso de EEUU y preparan la guerra contra Irán
La Configuración del Poder Sionista (CPS) utiliza su poder financiero
para dictar la política del Congreso estadounidense sobre el Medio
Oriente y para asegurarse de que la Cámara de Representantes y el Senado
no se aparten ni un ápice de servir de intereses de Israel. El
instrumento sionista que se utiliza para sobornar a los congresistas en
Estados Unidos son los Comités de Acción Política (PAC).
Gracias a una decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos tomada
en 2010, los súper PACs vinculados a Israel dedican grandes sumas de
dinero a lograr la elección o la destrucción de candidatos. Los PACs
trabajan para Israel. Mientras los fondos no vayan directamente al
candidato, estos súper PACs no están obligados a revelar las sumas que
gastan ni cómo las gastan.
Los estimados más conservadores de los fondos directos e indirectos
que vinculan a la CPS con los parlamentarios estadounidenses se elevan a
cerca de 100 millones de dólares en los últimos 30 años. La CPS dirige
por lo general esos fondos hacia el poder legislativo y en particular
hacia los miembros de los comités del Congreso que tienen que ver con el
Medio Oriente. No resulta sorprendente ver que los mayores receptores
de dinero del CPS en el Congreso estadounidense sean precisamente los
que han promovido activamente las políticas de línea dura de Israel. En
otros países del mundo esa compra de votos entre los miembros del poder
legislativo sería considerada como un soborno flagrante y los implicados
–tanto quienes reciben los pagos como quienes pagan– serían enviados a
los tribunales y se expondrían a ir a la cárcel. Pero en Estados Unidos
la compra y venta de políticos es llamada «
cabildeo» [En inglés «
lobbyng»]
y es totalmente legal y pública. La rama legislativa del gobierno
estadounidense ha llegado a parecerse a un prostíbulo caro o una a
subasta de esclavos blancos –con la característica de que en ella
se juega con las vidas de miles de ciudadanos.
La CPS ha comprado la sumisión a gran escala de congresistas y
senadores: de los 435 miembros de la Cámara de Representantes 219 han
recibido pagos de la CPS a cambio de sus votos a favor del Estado de
Israel. La corrupción es mucho mayor aún entre los 100 senadores ya que
94 de ellos han aceptado dinero del PAC y del súper PAC como pago por su
lealtad a Israel. La CPS distribuye dinero tanto entre los republicanos
como entre los demócratas, garantizando así votos increíbles en estos
tiempos de bloqueos congresionales, con votaciones casi unánimes (por
parte de los parlamentarios de ambos partidos) a favor del «
Estado judío»,
incluso a favor de sus crímenes de guerra, como el bombardeo contra
Gaza y el Líbano, sin contar los más de 3 000 millones de dólares
provenientes del bolsillo del contribuyente estadounidense que van a
parar a los cofres de Tel Aviv. Al menos 50 senadores estadounidenses
han cobrado cada uno entre 100 000 dólares y un millón en dinero
proveniente del CPS durante las últimas décadas. Y a cambio han votado
más de 100 000 millones de dólares en subvenciones destinadas a Israel…
además de otros «
servicios y pagos». Los miembros de la Cámara de
Representantes son más baratos: 25 de ellos han recibido entre 238 000 y
50 000 dólares mientras que el resto se conformaba con migajas.
Independientemente del monto percibido, el resultado es siempre el
mismo: los miembros del Congreso estadounidense recitan el texto que les
entregan sus mentores sionistas de los PACs, los súper PACs y del
AIPAC, respaldan todas las guerras de Israel en el Medio Oriente y
promueven la agresividad estadounidense en nombre de Israel.
Los legisladores más locuaces e influyentes son los que obtienen la mayor tajada del soborno sionista. El senador Mark Kirk (
¡Bombas sobre Teherán!) encabeza la lista de los más golosos con 925 000 dólares en pagos del CPS. Le sigue John McCain (
¡Bombas sobre Damasco!)
con 771 000 dólares mientras que los senadores Mitch Connell, Carl
Levin, Robert Menendez, Richard Durban y otros sionistófilos tampoco se
cohíben cuando se trata de pasar el cepillo entre los repartidores de
dinero de los PAC proisraelíes. En La Florida, la congresista Ileana
Ros-Lehtinen encabeza la lista con 238 000 dólares como pago de sus
posiciones 100% proisraelíes y por ser más belicista aún que el propio
Netanyahu. Eric Cantor recibió por su parte 209 000 dólares por defender
las «
guerras de Israel» a costa de vidas estadounidenses al
cortar los pagos de la Seguridad Social a los estadounidenses de edad
avanzada para aumentar la ayuda militar a Tel Aviv. El representante de
las minorías Whip Steny Hoyer consiguió 144 000 dólares por haber
encaminado nuevamente hacia Israel a los pocos demócratas que vacilaban
en favorecer al Estado hebreo. Y el líder de la mayoría John Boehner
recibió 130 000 dólares por hacer lo mismo entre los republicanos.
La CPS ha dedicado también enormes sumas de dinero a castigar y
destruir a una docena de legisladores disidentes que se opusieron a las
guerras de Israel y a sus violaciones de los derechos humanos. La CPS
invirtió millones en campañas individuales, no sólo en financiamiento de
candidatos opositores que habían prometido lealtad a Israel sino
también en campañas de difamación contra los que critican a Israel. Esas
campañas fueron orquestadas en los más oscuros lugares de
Estados Unidos, sobre todo en distritos de población afroamericana,
donde serian absolutamente nulos los intereses sionistas locales y
carecerían de toda influencia.
No existe nada parecido a los PACs, a los súper PACs, a los líderes
partidistas o de organizaciones cívicas que sea capaz de contrarrestar
el poder de la quinta columna de Israel. Según los documentos que ha
recopilado el valiente investigador Grant Smith, del IRMEP, cuando se
trata de Israel, el Departamento de Justicia se niega categóricamente
–al menos desde 1963– a aplicar las leyes federales que estipulan la
apertura de procedimientos penales contra los ciudadanos estadounidenses
que trabajen en secreto para un Estado extranjero. Sin embargo,
a través de la llamada «
Anti-Defamation League», la CPS
ha presionado exitosamente al Departamento de Justicia, al FBI y la NSA
para que se investigue y se lleve a los tribunales a ciudadanos
patriotas y respetuosos de la ley que han criticado el robo de tierras
palestinas y denunciado los sobornos sionistas que corrompen el sistema
político estadounidense.
La «
prensa respetable», igualmente parcializada y corrupta,
hace posible la corrupción y la degradación de la democracia
en Estados Unidos. El crítico de los medios de difusión Steve Lendman
subrayó en su investigación para el
New York Times el vínculo directo que existe entre Israel y los medios de comunicación. Los principales periodistas [presentados como] «
justos y equilibrados»
que informan sobre Israel tienen fuertes lazos familiares y políticos
con ese país y sus artículos no son otra cosa que propaganda.
El reportero del
Times Ethan Bronner, cuyo hijo sirvió en las
fuerzas armadas de Israel, es desde hace tiempo un apologista del Estado
sionista. Isabel Kershner, también reportera del
Times, cuyos «
escritos»
parecen venir directamente del ministerio israelí de Relaciones
Exteriores de Israel, está casada con Hirsh Goodman, asesor del régimen
de Netanyahu sobre «
asuntos de seguridad». El jefe de la corresponsalía del
Times en Jerusalén, Jodi Rudoren, vive cómodamente en el hogar ancestral de una familia palestina desposeída de esa antigua ciudad.
La inquebrantable postura proisraelí del
Times garantiza una
cobertura política y la necesaria justificación a los políticos
corruptos de Estados Unidos cuando estos hacen sonar los tambores de
guerra en nombre de Israel. No es de extrañar que el
New York Times, al igual que el
Washington Post,
esté profundamente comprometido en denigrar y denunciar las actuales
negociaciones entre Estados Unidos e Irán. Ambos diarios dedican amplios
espacios a la retórica unilateral de los políticos israelíes y de sus
repetidores estadounidenses, mientras excluyen sistemáticamente las
opiniones más racionales de experimentados ex diplomáticos
estadounidenses, de jefes militares cansados de la guerra y de
representantes del mundo de los negocios y de los sectores
universitarios estadounidenses.
Para entender la hostilidad del Congreso hacia las negociaciones
nucleares con Irán y sus esfuerzos tendientes a hacerlas fracasar a
través de la imposición de nuevas sanciones ridículas, es importante ir a
la fuente misma del problema, o sea las declaraciones de los
principales políticos israelíes, quienes marcan a sus acólitos
estadounidenses el camino a seguir.
A finales de octubre de 2013, el ex jefe de de la inteligencia militar israelí Amos Yadlin declaró que había que elegir entre «
La bomba o el bombardeo», mensaje que de inmediato repitieron los 52 presidentes de las principales organizaciones judías estadounidenses [
2].
El 22 de octubre de 2013, el ministro de Inteligencia de Israel Yuval
Steinitz llamó a la adopción de nuevas sanciones contra Irán e insistió
en que Estados Unidos debe utilizarlas como instrumento de presión para
que Irán acepte renunciar por completo a la energía nuclear con fines
pacíficos y a su programa de enriquecimiento de uranio. El ministro de
Defensa Moshe Yaalon afirmó que «
Israel no aceptará ningún acuerdo que permita a Irán enriquecer uranio».
La posición de Israel consiste en amenazar con la guerra –a través de
Estados Unidos– si Irán no pone fin de inmediato a su programa nuclear.
Esto es lo que define la posición de todos los grandes PACs, de los
súper PACs y del AIPAC, que a su vez dictan los discursos que pronuncian
sus asalariados en el Congreso estadounidense. Por lo tanto,
el Congreso de Estados Unidos aprueba sanciones económicas aún
más extremas contra Irán para sabotear las actuales negociaciones.
Los que más vociferan son los que se han beneficiado con los mayores
sobornos: el senador Mark Kirk (925 379 dólares), autor de un proyecto
de ley anterior sobre las sanciones, exige que Irán abandone la
totalidad de su programa nuclear y balístico (sic) y declaró que el
Senado estadounidense «
debe avanzar de inmediato con una nueva serie
de sanciones económicas contra todos los ingresos y reservas que aún le
quedan a Irán» [
3].
La Cámara de Representantes ya aprobó un proyecto de ley que limita
drásticamente a Irán la posibilidad de vender su principal producto de
exportación, el petróleo. ¡Y nuevamente la CPS de Israel es el eje de un
Congreso que trata de imponer al pueblo estadounidense la agenda
guerrerista de Israel! A finales de octubre de 2013, el primer ministro
israelí Benjamin Netanyahu «
cocinó» durante 7 horas al secretario
de Estado John Kerry hasta que este último le prometió cobardemente que
promovería la agenda de Israel a favor del desmantelamiento del
programa de enriquecimiento nuclear de Irán.
Para contrarrestar la campaña promovida por los lacayos de Israel en
el Congreso estadounidense en contra de la economía petrolera de Irán,
Teherán ha ofrecido generosos contratos a las compañías petroleras de la
Unión Europea [
4]
y de Estados Unidos. Incluso se está procediendo al levantamiento
de medidas proteccionistas. Bajo las nuevas condiciones, las compañías
extranjeras tienen derecho a escoger las zonas que desean explotar o
pueden participar en proyectos iraníes. Irán espera atraer como mínimo
100 000 millones de dólares en inversiones en los próximos 3 años. Ese
estable país cuenta con las mayores reservas de gas del mundo y sus
reservas de petróleo ocupan el 4º lugar a nivel mundial. Debido a
las actuales sanciones estadounidenses –dictadas por Israel–
la producción cayó de 3,5 millones de barriles diarios en 2011
a 2,58 millones de barriles diarios en 2013. Está por ver
si las transnacionales estadounidenses y europeas serán capaces de
desafiar el control de la CPS sobre la política de sanciones de
Estados Unidos y la Unión Europea. Hasta el momento, la CPS
ha predominado en ese sentido y ha marginado a las compañías petroleras
recurriendo para ello al chantaje, a la amenaza y las presiones contra
quienes trazan las políticas estadounidenses, alejando así eficazmente a
las empresas estadounidenses del lucrativo mercado iraní.
Conclusión
Mientras tratan de negociar con Irán, Estados Unidos y los otros 5
países enfrentan enormes obstáculos ante el poder de Israel en el
Congreso estadounidense. Durante las últimas décadas, los agentes de
Israel han comprado la lealtad de la mayoría de los congresistas,
amaestrándolos para que obedezcan con la mayor sumisión a la menor señal
de los guerreristas de Tel Aviv.
Ese «
eje de la guerra» ha perjudicado gravemente al mundo
entero, causando la muerte de millones de víctimas de las guerras
estadounidenses en el Medio Oriente, en el sudoeste de Asia y el norte
de África. La evidente corrupción y la ampliamente reconocida quiebra
del sistema legislativo estadounidense son resultado de su sometimiento a
una potencia extranjera. Lo que queda de Washington es un Estado
vasallo y degradado que se ha ganado el desprecio de sus propios
ciudadanos. Si el Congreso controlado por la CPS nuevamente impone
su voluntad y logra destruir las negociaciones entre Estados Unidos e
Irán con nuevas disposiciones belicistas, nosotros –el pueblo
estadounidense– tendremos que pagar un altísimo precio en vidas y
dinero.
Es este el momento de actuar. Es hora de levantarse y de denunciar el
papel de los PACs israelíes, de los súper PACs y de las 52 principales
organizaciones judías estadounidenses cuya misión consiste en sobornar
al Congreso y convertir a «
nuestros» representantes electos en lacayos al servicio de las guerras de Israel.
Es significativo el silencio de nuestros críticos más reconocidos
–sólo unos pocos medios alternativos han denunciado el control que
Israel ejerce sobre el Congreso estadounidense. La evidencia está a la
vista y al alcance de todos. Los crímenes son irrefutables. El pueblo
estadounidense necesita verdaderos líderes políticos con el coraje
suficiente para arrancar de raíz la corrupción, acabar con los
corruptores y obligar a quienes fueron electos para representarnos en la
Cámara de Representantes y en el Senado a que defiendan los intereses
del pueblo de Estados Unidos.