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Después de su participación en la polémica Quinta Luna de Cosquín -para homenajear a Eduardo Falú junto Liliana Herrero, Lilian Saba y Marcelo Chiodi-, el guitarrista publicó una carta abierta con sus vivencias y reflexiones.
No deja de ser paradójico que un escenario llamado Atahualpa Yupanqui, donde fue disparada hacia la gloria una jovencísima Mercedes Sosa, no permita que se cultiven los mayores atributos de esos artistas: el silencio y el riesgo. “No están allí las formas renovadoras del folklore, tampoco están los modos más dignos y sobrios de la tradición, no hay una reflexión sobre su propia memoria y tampoco la hay sobre su alianza con los medios y el mercado –escribió Liliana Herrero ayer, en Página 12-. Si algo es, si algo se muestra allí, es un apresurado desfile de músicos que ni siquiera alcanzan a desarrollar una propuesta porque, como la misma televisión lo señala, el tiempo es tirano. Nunca hay tiempo. Sólo lo hay para las formas espectaculares, rápidas y, las más de las veces, pobres en su propuesta artística”.
Liliana Herrero escribe estas palabras desde su largo trabajo por alimentar la tradición. Por hacerla –en cada disco, en cada colaboración- en lugar de meramente conservarla. También, por supuesto, impulsada por la polémica que se desató en la reciente edición del festival cordobés. Más precisamente durante la Quinta Luna, donde fue invitada por Juan Falú para homenajear a Eduardo Falú junto a Lilian Saba y Marcelo Chiodi.
Aquella noche, después de una larga jornada dedicada principalmente a la chacarera (habían tocado desde Raly Barrionuevo hasta Gustavo Chazarreta, pasando por Los Manseros Santiagueños, el Dúo Coplanacu y buena parte de los Carabajal), Falú y sus invitados salieron a escena alrededor de las tres y media de la mañana para competir con el volumen de las peñas cercanas. “No todos los músicos podemos probar sonido y hay símbolos fuertes, como Eduardo, que tenemos que respetar”, dijo Juan. La tensión, sobre el escenario, era evidente. Como confirman los artistas y la actitud de los organizadores, detrás también: antes de cerrar su noche con la “Vidala del nombrador”, el escenario giró y dio por terminada la actuación pese a los reclamos del público.
En las últimas horas, Liliana Herrero publicó una carta de Juan Falú donde el guitarrista hizo su descargo y dejó varias reflexiones: “Es así este Caosquín, taquillero, popular, de altos volúmenes para alimentar efusividades. La misma técnica usan los comerciantes poniéndoles música tecno a los laburantes para que no se duerman. Pienso: para qué carajo vengo si ya sé cómo es. Me respondo: es mi desafío”.
En su carta, Falú recorrió todo el proceso y la previa del concierto. Desde la emoción de los ensayos hasta el desaliento de los minutos anteriores a salir al ruedo, pasando por la bronca oralizada sobre el escenario: “no contra los sonidistas, que siempre me bancaron, sino por la decisión de no incluirnos en las pruebas de sonido (…) Se me soltó la chaveta y seguí hablando: de las pruebas de sonido selectivas, de la falta de valoración de propuestas artísticas diversas, y de nuestro destino de tener que sacrificar símbolos fuertes de la cultura (como esta guitarra) en aras de los altos volúmenes de nuestro folclore enchufado, gritado y lleno de palmas.
Se escuchaba, para colmo, el sonido de peñas aledañas. Claro, esa aberración de tener que tocar en el mayor encuentro folclórico del continente con sonidos paralelos, no se nota en los números enchufados y chequeados en pruebas previas. Toda una opción estética. (...) Yo estaba fuera de todo equilibrio. Me quedé sin la poca voz que tengo. Me dí cuenta en ‘Trago de sombra’ que no podía cantar. Estaba tenso (me escriben amigos que se notaba en el rostro). Viendo y escuchando esa interpretación me siento destrozado, con una angustia que puede durarme meses, y leyendo comentarios que me definen como un oportunista, que me recuerdan las opiniones de algunos tucumanos cuando leí el poema sobre Bussi de Néstor Soria, dos años antes. Hablaban de mi afán de buscar unos minutos de gloria en Cosquín y hasta me mandaban a la hoguera por ser un zurdo de mierda y tener un hermano que no está más porque ‘algo habrá hecho’.
(…) ¿Qué tal una polémica seria frente los micrófonos de Radio Nacional? Creo que Marcelo Simón, como referente coscoíno histórico, debiera convocarla, invitando a portadores de miradas diversas. Eso sería más democrático que usufructuar esa suerte de ‘reserva del aire’. Las cartas están jugadas y esa discusión ya está instalada, con o sin micrófonos. (…) … pienso que no debe personalizarse esta pelea. Se trata más bien de una batalla cultural, en ideas y realizaciones (…) Mucho se supone de Caosquín. Esta vez, las opiniones vienen desnudando buena parte de una trama que ofende a millones de argentinos que aman su tierra, su cultura, sus raíces y sus frutos”.
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