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lunes, 17 de marzo de 2014

Tinkunaco 0357/14 - Agencia Paco Urondo - Periodismo Militante - Cine Obrero: La hora de los hornos

Agencia Paco Urondo 
Periodismo Militante 


Tal vez la clave fundamental del tercer cine planteado por Solanas y Getino esté vinculada con esta capacidad de construir un cine reflexivo que no fuera demasiado abstracto. Sin que la reflexividad implicase un renunciar al núcleo de la afección política local.


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Por Santiago Asorey
Realizada en el año 1968, “La hora de los hornos”, del Grupo Cine Liberación de Getino y Solanas, se convirtió con el tiempo en uno de los iconos del cine político argentino. 45 años después de su filmación la película puede ser leída en alguna medida como testimonio fílmico de la generación revolucionaria de los años 70 y tesis sobre el rol de la burguesía local antes los intereses colonialistas y el dominio imperial en el sistema cultural, político y económico.

La película fue estrenada en la Argentina recién en el año 1973 con el fin de la dictadura de Lanusse, y testimonia las dificultades de producción cinematográfica del cine guerrilla. Parte de la conmoción causada por la película está vinculada a la interpelación directa al espectador para que esté se vuelva agente activo. Todo el montaje de la película está impregnado y hace visible las condiciones clandestinas de sus condiciones de producción. Lo verdaderamente notable de la película es que el particular montaje dialéctico está lejos de ser un ensayo abstracto y frío sobre la revolución. Por el contrario es una dialéctica hacia el interior del calor intenso de la tensión política latinoamericana.

Tal vez la clave fundamental del tercer cine planteado por Solanas y Getino esté vinculada con esta capacidad de construir un cine reflexivo que no fuera demasiado abstracto. Sin que la reflexividad implicase un renunciar al núcleo de la afección política local. Un cine que no respondiera ni a las formas de producción de la cinematográfica norteamericana y tampoco a las formas de producción del cine independiente de la burguesía Europea. El Tercer Cine necesitaba pensar nuevas formas de producción y un nuevo lenguaje cinematográfico que se forjara bajo condiciones represivas. Algo extraordinario de la película es la forma en que el montaje expresa que la violencia revolucionaria, expresada en el trabajo sonoro, los cortes abruptos y en el shock visual, no era una arbitrariedad sino una respuesta a la violencia represiva de los regímenes militares.

La película piensa a la clase obrera como el pilar fundamental de la revolución. No hay sector que sea más castigado por la desigualdad. El contraste de las secuencias narrativas de los obreros y campesinos viviendo en situaciones de extrema necesidad, en relación con las secuencias de la alta burguesía viviendo en el lujo de la posmodernidad; expresan la totalidad de la violencia sistematizada en el cuerpo social. Acaso el sentido de la película sea mostrarlas no como partes diferenciadas sino en una relación constante en donde la clase obrera siempre es doblegada y reprimida. Forzada a vivir en las periferias. Tal vez por eso la apertura del film sea una secuencia de marchas y sublevaciones obreras y estudiantiles.

En última instancia la vigencia de la película de Solanas y Getino es la vigencia de las discusiones sobre cómo construir una tesis efectiva políticamente sobre la liberación nacional. Sin más preámbulos, compartimos ahora si, esta obra maestra del cine político de todos los tiempos y una de las películas paradigmáticas de la historia del cine argentino.



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