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lunes, 8 de septiembre de 2014

Tinkunaco 1.248/14 - Demolición nuclear: la teoría rusa sobre el 11 S

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Mr. Dimitri A. Khalezov, ciudadano soviético y antiguo oficial comisionado de la denominada Unidad Militar 46179, también conocida como “Servicio de Control Especial” del “12º Departamento del Ministerio de Defensa de la USSR”. El Servicio Especial de Control, también conocido como la inteligencia atómica (luego “nuclear”)soviética fue responsable de la unidad militar secreta de detección de explosiones nucleares (incluyendo pruebas nucleares subterráneas) de varios adversarios de la antigua USSR, así como fue responsable del control de observación de varios tratados internacionales relacionados con pruebas nucleares y explosiones nucleares pacíficas. Luego del 11 de setiembre de 2001, realizó extensas investigaciones sobre el 9-11 y probó que las Torres Gemelas del WTC y el edificio 7 fueron demolidos por la explosión de tres cargas subterráneas termonucleares, lo cual le mereció el nombre de “zona cero” al lugar de demolición. Además, testifica que conocía acerca del denominado “esquema de demolición nuclear de emergencia” de las Torres Gemelas desde los ‘80, cuando trabajaba en el Servicio Especial de Control Soviético.

¿Como colapsaron exactamente las Torres Gemelas? El análisis de un experto en explosiones nucleares nos lleva a una sorprendente conclusión.

Cuando el mundo vio cómo los aviones impactaron contra las Torres Gemelas del WTC de Nueva York y cómo estas colapsaron entre nubes de polvo durante los eventos del 9-11, quedó lo suficientemente impresionado como para examinar los hechos bajo cierto nivel de escrutinio. Desde entonces, una extraña noción creció en su mente: ¿cómo es que aviones de aluminio pudieron penetrar edificaciones hechas íntegramente de acero y cómo es que el combustible del avión pudo fundir aquellas sólidas estructuras hasta reducirlas a polvo suave y microscópico?

Tarde o temprano tales ridículas ideas serían descartadas: el colapso de las torres no tuvo nada que ver con aviones o con fuego supuestamente causado por estos. Éste es un hecho que en los últimos años ocupa a los estadounidenses descontentos con la versión oficial del 9-11. Superada la conmoción inicial, muchos empezaron a notar que las inconsistencias de esa versión no eran pocas.

Lo primero que llamó la atención fue que el orden en que cayeron las torres no correspondía al orden en que fueron impactadas por los aviones. La Torre Sur, segunda en ser impactada, colapsó primero, mientras que la Torre Norte, que fue impactada primero, colapsó después. Esto significa que al “fuego” le tomó una hora con cuarenta y dos minutos para hacer colapsar la primera torre y sólo cincuenta y seis minutos para hacer colapsar la segunda.

Considerando que las llamas en ambas torres fueron causadas por aproximadamente las mismas cantidades de combustible y considerando que las torres eran gemelas (y absolutamente idénticas en fortaleza), ésta sería la primera señal de que los colapsos no tuvieron nada que ver con el fuego.

El siguiente descubrimiento llegó cuando los investigadores del 9-11 empezaron a considerar que el edificio 7 (enorme y robusto rascacielos de estructura de metal de 47 pisos) colapsó de similar modo el mismo día, sin haber recibido el impacto de ningún avión. Si el colapso de las torres fue atribuido oficialmente al combustible que llevaban los “aviones”, el colapso del edificio 7 resultaba inexplicable, al punto que el reporte oficial de la Comisión 9-11 prefirió no mencionarlo, como si la caída de un moderno rascacielos de 47 pisos no fuera digna de mención.

Comparaciones de estos tres hechos, además de una serie de irregularidades concernientes a los colapsos, indujeron a los primeros investigadores del 9-11 a pensar que estaban siendo engañados por las autoridades y que la destrucción en el WTC no tuvo nada que ver ni con combustible ni con “aviones” porque realmente los aviones eran innecesarios. El solo colapso del edificio 7 del WTC la tarde del 11 de septiembre de 2001 probó que los aviones resultaban redundantes y que la caída del WTC ocurriría de cualquier modo, independientemente de avión alguno. Alguien simplemente necesitaba que el WTC cayera y ése era el porqué de su caída.

Desde este punto, comenzó el llamado “Movimiento de Verdad del 9-11″. Entonces la gente empezó por acusar al gobierno de los Estados Unidos de demoler intencionalmente el WTC en un proceso industrial llamado “demolición controlada’. Más y más gente en Estados Unidos acusó a su propio gobierno de ser el principal responsable tras los ataques y eventualmente más del 65% de la población estadounidense expresó no creer la explicación oficial de los ataques del 9-11 y la caída del WTC. Realmente, cualquiera que haya visto con atención la cobertura de esos momentos, puede recordar las imágenes cuando la “tercera explosión” fue mencionada.

Y, comprensiblemente, la mayoría de las personas que discreparon con la versión oficial del ‘combustible”, acusaron al gobierno de los Estados Unidos de intencionalmente demoler el WTC. Sin embargo, ellos no tienen el conocimiento suficiente acerca de los procesos de demolición en general ni de la constitución del WTC en particular. De ahí que surgieran teorías de conspiración que sugieren que el WTC fue presuntamente sembrado con explosivos o que fue demolido usando ‘nano-termyte’ (una mística sustancia de la que no se tenía conocimiento hasta la fecha), la cual fue aplicada “como revestimiento” en cada pieza de acero de las estructuras de las torres.

Existen teorías mucho más extrañas que culpan del colapso de los edificios al empleo de armas de alta tecnología, como rayos láser lanzados desde el espacio, por ejemplo. Por supuesto, ninguno de estos teoricistas estuvo de acuerdo con el otro y así desperdiciaron su tiempo no solo acusando al gobierno de ser el principal culpable sino acusándose entre sí por “enturbiar las aguas de la verdad”.

El problema con ellos es que ignoran lo que realmente pasó con el WTC y, sobre todo, ignoran por qué ocurrió del modo en que ocurrió.

El autor de este artículo tratará de presentar algo distinto. En lugar de presentar otra teoría de conspiración, presentará una opinión experta, aunada a su testimonio ocular basado en su experiencia y conocimiento dado su antiguo cargo en la armada soviética. Como resultado de este aporte, espero, el lector tendrá un mejor entendimiento relacionado a la demolición del WTC del que podrá encontrar en cualquier foro especializado en internet que tenga que ver con el 9-11.

La demolición nuclear del WTC

El autor de este artículo era Oficial Comisionado en la Unidad militar soviética 46179, conocida también como el “Servicio de Control Especial del 12º Departamento del Ministerio de Defensa de la USSR”. El 12º Departamento era en sí una organización responsable del mantenimiento, control de producción, mantenimiento técnico, etc. de todo el arsenal nuclear del estado. Mientras, su Servicio de Control Especial era responsable de la detección de explosiones nucleares y también del control de observación de los tratados relacionados a pruebas nucleares. Esto es especialmente importante por la existencia del llamado “Tratado de explosiones nucleares pacíficas” de 1976 entre la Unión Soviética y los EEUU. De acuerdo a este tratado, las partes estaban obligadas a informarse mutuamente sobre las explosiones nucleares proyectadas sin fines militares. Durante mi servicio militar en la mencionada organización, a fines de los ‘80s, tuve conocimiento de que existía un denominado “esquema de demolición nuclear de emergencia” construido en las Torres Gemelas del WTC en Nueva York.

El esquema actual de demolición estaba basado en enormes cargas termonucleares (de casi 150 kilotones en su equivalente en TNT) que fueron colocadas cerca de 50 metros debajo del cimiento inferior de cada una de las torres. Para mí fue extraño y, para ser sincero, difícil de creer que las autoridades de los Estados Unidos pudieran ser tan dementes como para demoler edificios en medio de una ciudad habitada, empleando cargas nucleares bajo tierra.

Sin embargo, según entendí correctamente, nadie planeaba demoler el WTC de esa manera per se. Aquello fue un modo de evitar cierto problema burocrático: un esquema de demolición nuclear como ése tenía que ser construido dentro de las torres no exactamente para demolerlas, sino para conseguir el permiso para construirlas al fin y al cabo: el código de construcción de Nueva York de ese entonces (así como el de Chicago) no permitía al Departamento de Construcciones autorizar la construcción de un rascacielos a menos que el constructor proporcionara una manera satisfactoria para, en el futuro o en caso de emergencia, demoler tal construcción de esa magnitud.

Desde finales de los ‘60s (cuando las torres fueron propuestas) este tipo de construcciones con trama de acero representaba un concepto nuevo, de modo que nadie tenía idea de cómo lidiar con ello en términos de demolición. Porque los métodos de demolición convencional (o “tradicional”) eran aplicables sólo a construcciones de tipo antiguo; algo nuevo debía haberse inventado para las robustas torres de acero, de modo que lograran convencer al departamento de construcciones de que les concediera el permiso para su construcción, y este “algo” había sido, sin duda, inventado: la demolición nuclear.

Breve historia del concepto de demolición atómica y nuclear.

La idea inicial de usar cargas nucleares para demoler construcciones nació casi de la mano con la aparición de las armas nucleares a principios de los ‘50s. En un comienzo, las municiones nucleares no fueron llamadas “nucleares”, sino “atómicas”, así, el concepto de demolición usando estas municiones recibió el nombre de “demolición atómica”. Estas palabras lograron persistir y, a pesar de renombrarlas como “armas nucleares”, las palabras “demolición atómica” todavía pueden ser halladas en los nombres de los dispositivos especiales –SADM (Municiones Especiales de Demolición Atómica) y MADM (Municiones Medianas de Demolición Atómica). Mucha gente cree erróneamente que SADM se refiere a “Municiones Pequeñas de Demolición Atómica”. (SADM= “Special Atomic Demolition Munitions”: de ahí que la “S” de Special se confunda como S de Small [pequeño] –Nota de Redacción–) De hecho, no sería gran error llamarlas “pequeñas” (small) en lugar de “especial” (special), porque los SADM son realmente pequeños. Su carga nuclear usualmente no excede un kilotón en su equivalente en TNT. Considerando que los modernos SADMs tienen cargas variables que pueden ser configuradas hasta menos de 0.1 kilotón, y algunas aun a 0.01 kilotón (equivalentes a 100 y 10 toneladas métricas de TNT respectivamente), merecen ser denominados municiones “pequeñas”. Otros nombres conocidos para estos SADMs son “mini-nuke” y “suitcase-nuke” (bomba de maletín).

Aunque lógicamente, el segundo término es, quizá, incorrecto. En realidad la mayoría de los SADM parecen enormes tazones con pesos de 50 a 70 kilogramos que podrían ser transportados en mochilas, así que es altamente improbable que puedan caber dentro de ningún maletín.

No obstante, también existen modernos “mini-nukes” hechos de Plutonio-239, en vez de Uranio-235, y debido a la mucho menor masa critica del Plutonio, su tamaño podría ser significativamente más pequeño.

Algunos recientes “mini-nukes” hechos de plutonio podrían entrar en un maletín. Las MADM son enormes en ambos casos, tanto en tamaño como su carga en TNT, y pueden llevar una carga de hasta 15 kilotones en su equivalente en TNT, pesar hasta 200 kg. y ser tan grandes como un cilindro de gas doméstico.

Cualquiera de las mencionadas municiones podrían ser usadas exitosamente para demoler objetivos enormes que podrían no ser derribados con una cantidad razonable de explosivos convencionales. Especialmente en momentos de emergencia, cuando no hay ni tiempo ni posibilidad de preparar la demolición “normal” por medios convencionales. Por ejemplo, podrían ser usadas en puentes, represas, túneles, estructuras subterráneas reforzadas, construcciones gigantescas reforzadas, etc. Sin embargo, el factor de eficiencia de tales demoliciones nucleares usando SADM o MADM no es muy alto. Como es probablemente sabido, el principal objetivo de la demolición controlada de edificios por el método de la implosión es precisamente eliminar esas construcciones sin hacerlas estallar y mandar sus partes volando por doquier, sino traerlas abajo con el menor daño posible a los alrededores.

Por este motivo, los ingenieros que preparan demoliciones controladas primero tienen que determinar los puntos exactos de soporte en las estructuras e instalar las cargas en los puntos correctos a fin de quebrarlos. En casi todos los casos, hay mas de un punto donde instalar los explosivos, ya que es poco probable que ninguna de estas estructuras tengan un único punto de soporte o columna a quebrar. En el mejor de los casos, podrían haber unos pocos, si no muchos. Para una demolición atómica, usando las municiones ya mencionadas, éste no sería el caso.

Personas que planean usar cargas atómicas en casos de emergencia, podrían no contar con tiempo ni instrucción suficiente para hacer cálculos tan precisos como en el caso de una demolición convencional. En muchos casos, lo que podrían tener es la más elemental experiencia en ingeniería y algún conocimiento relacionado al uso de armas nucleares. De este modo, el empleo de cargas de demolición atómica en semejantes caso conlleva derribar una estructura no tan limpiamente, aunque sí de cualquier modo y a cualquier costo. Es por eso que una carga atómica usada para demoler estructuras en casos de emergencia podría resultar excesiva en cualquier caso, con gran parte de su energía desperdiciada, como sucede en cualquier explosión nuclear.

Así, la mayor parte de energía liberada por una explosión nuclear de una carga como la de un dispositivo atómico de demolición podría consumirse en una serie de factores bien conocidos de una detonación atómica: radiación térmica, onda expansiva, radiación ionizante, pulso electromagnético, que no tienen nada que ver con el trabajo de demolición e improbablemente podría contribuir con éste. No obstante, estos factores destructivos podrían contribuir enormemente a dañar los alrededores, daño que por lo general podría ser extremo y definitivamente exceder en su costo el precio a pagar por la demolición.

Puede decirse que una demolición nuclear en el sentido mencionado anteriormente tiene un índice de performance mucho más bajo comparado al proceso de demolición actual, puesto que este último emplea casi toda la energía entera de los explosivos en romper las columnas en vez de crear una onda de radiación térmica. Pero además de esto, un dispositivo de demolición atómica es algo costoso. Como mínimo, un mininuke basado en uranio cuesta un par de millones de dólares, si no más (una bomba de Plutonio cuesta mucho más que eso). Aparentemente, unas miles de toneladas de TNT puede costar menos que un kilotón de munición atómica. Sin embargo, es posible demoler algunas construcciones usando 1000 toneladas de TNT, mientras es posible demoler una sola construcción (pero dañar otras alrededor) con solo un mininuke.

Considerando esto, puede colegirse que usar munición nuclear –sin importar su tamaño– para demoler edificaciones civiles en tiempo de paz, cuando hay tiempo suficiente como para preparar la demolición de objetos como esos empleando medios convencionales, no es una opción. En cualquier caso una demolición controlada podría ser más barata que una demolición nuclear. Mini-nukes sólo podrían ser usados para demolición en caso de una emergencia real.

¿Cómo es entonces que este antiguo concepto de demolición atómica –a pesar de saberse que es costoso y de tener una eficiencia muy baja comparada con una demolición controlada por implosión– fue eventualmente resucitado y aún implementado en el esquema de demolición del WTC? Tal cosa ocurre debido a la nueva generación de construcciones que se levantaron a fines de los sesenta, llamados ‘edificios con trama de acero’. Pese a la creencia errónea de la gente, antes de las torres del WTC, jamás, en ninguna parte del mundo, ocurrió la demolición por implosión de ningún rascacielos de este tipo. Primero, porque la mayoría de los rascacielos eran edificios nuevos cuyo tiempo de ser demolidos no había llegado aun. El edificio más grande destruido por implosión fue uno de 47 pisos, el Edificio Singer en la ciudad de Nueva York, construido en 1908 y demolido en 1968 por obsoleto. Este edificio era una estructura mucho más débil comparada con los increíblemente poderosos rascacielos con trama de acero. De este modo, no es posible demoler un edificio como ése por medios comúnmente conocidos. En los tiempos cuando los edificios eran recubiertos con ladrillo y paneles de concreto (cemento), sus estructuras solían tener columnas y vigas de concreto. A veces estas estructuras eran reforzadas con injertos de acero, aunque a veces eran simplemente concreto.

En cualquier caso, era posible calcular la cantidad exacta de explosivos a colocar en estas estructuras en puntos correctos (o ser colocadas en agujeros taladrados en sus soportes) a fin de romperlas al mismo tiempo y hacer caer el edificio sobre sus cimientos. No obstante, esto no es posible con los modernos edificios con núcleo interior de acero, como las Torre Gemelas, el edificio 7, o la Torre Sears de Chicago. Aquí un ejemplo de la trama de acero de las Torres Gemelas del WTC:

No existen “estructuras de soporte” propiamente dichas. La torre entera es esencialmente una “estructura de soporte”. La trama de acero de las torres del WTC consistía de un perímetro y de un núcleo integrados ambos por columnas excepcionalmente gruesas con doble pared de acero. Este denominado “diseño de estructura de tubo “fue un avance que permitió abrir pisos llanos en vez llenarlos de columnas distribuidas por el interior a fin de soportar las cargas, como tradicionalmente se hacía en las construcciones anteriores.

Las Torres Gemelas presentaban un perímetro de columnas de soporte (de corte cuadrado) ubicadas una a un metro de la otra sobre la fachada de las torres, para así formar una estructura rígida y poder resistir virtualmente todas las cargas laterales (como la carga del viento, por ejemplo) y de este modo compartir el peso de la gravedad con las columnas interiores. La estructura del perímetro constaba de 59 columnas similares por lado, mientras que la estructura del núcleo constaba de 47 columnas de acero (de corte rectangular) que iban desde la base hasta la parte superior de las torres. En la siguiente imagen, que muestra los restos tal y como se hallaron en la zona cero luego de la demolición tras los ataques del 9-11, puede verse cómo lucen las columnas de acero del perímetro y del núcleo:

Note que estas columnas del núcleo (rectangulares) y del perímetro (cuadradas) no pertenecen a las partes bajas de las torres, sino a las partes altas. Esto es porque fueron lanzadas por la pulverización a que las torres fueron sujeto durante su demolición, mientras casi nada, excepto polvillo microscópico, quedó de las columnas idénticas pertenecientes a las partes bajas.

Estas columnas eran increíblemente gruesas –la pared de cada una medía 2.5 pulgadas (6.35 cms.), de modo que hacían un grosor total de 5 pulgadas (12.7 cm)–. Para imaginar cuán gruesas eran, aquí un buen ejemplo para comparar: la coraza frontal del T-34, el mejor tanque de la II Guerra Mundial, era de sólo 1.8 pulgadas, o 4.5 cms., y era de una sola cubierta.

Por aquellos tiempos no existía un obús capaz de penetrar una coraza de ese tipo. Por supuesto, ningún explosivo podría haber sido capaz de lastimar la coraza de ningún tanque, excepto una bomba de carga hueca que incluso no podría haberle arrancado una pieza completa aunque sí hacerle un pequeño agujero.

Considerando que las estructuras de acero de las torres consistían de columnas de acero de doble pared que eran casi el triple de grueso comparado con la coraza frontal de un T-34, era imposible encontrar modo alguno de romper dichas columnas simultáneamente en distintos puntos para lograr el efecto de una implosión -objetivo principal de una demolición controlada-. Por supuesto que era técnicamente posible romper algunas columnas en ciertos puntos, usando enormes cantidades de carga hueca fijadas en cada columna, pero hasta esa increíble solución no podría haber ayudado a lograr tal efecto.

Las torres, simplemente, eran tan altas y rígidas que sus columnas de acero podrían haber sido partidas simultáneamente en varios puntos de cada piso –cosa difícil de conseguir –, y aún así, dicha solución no podría haber logrado el fin propuesto. Nada garantizaba que tan gigantesca estructura cayera directamente sobre sus cimientos.

Por el contrario, los escombros podrían haber terminado lanzados a un cuarto de milla como mucho, considerando su peso. De este modo, era imposible demoler las Torres Gemelas del WTC por cualquier medio tradicional de demolición.

Lo mismo puede decirse del edificio 7 del WTC, o del edificio Sears de Chicago. Ambos fueron construidos usando similar sistema de trama de acero de doble pared, imposible de romper debido a las razones ya descritas. Sin embargo, de acuerdo a las leyes estadounidenses que rigen la construcción de rascacielos, los arquitectos tienen que proporcionar un proyecto de demolición satisfactoria antes de que el proyecto de construcción sea aprobado por el Departamento de Edificaciones. Nadie podía construir un rascacielos que no pudiera ser demolido en el futuro. Este es el principal punto en la demolición de rascacielos.

Irónicamente, dicho esquema de demolición nuclear no contempla exactamente demoler el edificio, considerando especialmente que nadie tiene practica alguna en demoler edificios por esos medios. Esto es sólo para convencer al Departamento de aprobar la construcción de la forma que fuera.

Parece que los arquitectos y promotores de esos esquemas sinceramente esperaban que sus ideas no serían puestas en práctica mientras ellos vivieran.

¿Cómo funciona?

Antes que nada, la demolición nuclear tiene poco o nada que ver con la tradicional demolición usando SADM o MADM como se describe arriba. Es un concepto totalmente nuevo. Durante un proceso moderno de demolición nuclear, la carga nuclear no produce una explosión nuclear atmosférica, con su clásica nube en forma de hongo, radiación térmica, onda expansiva y pulso electromagnético. Ésta explota muy por debajo de la superficie, de igual manera que una carga nuclear estalla en una típica prueba. De este modo, no produce ni onda, ni radiación térmica, ni radiación ionizante penetradora, ni pulso electromagnético. Podría ocasionar daños relativamente menores en los alrededores debido a una probable contaminación, lo cual, sin embargo, es considerado por los diseñadores de dichos proyectos como un factor ponderable, insignificante.

Cual es la diferencia básica entre una explosión nuclear atmosférica y una explosión subterránea? Que durante la fase inicial de una explosión nuclear (o también una explosión termonuclear), la energía es liberada en forma de lo que se denomina “radiación primaria, que en su mayor parte, casi el 99%, se halla dentro del espectro de los rayos X (la restante parte es representada por un espectro de radiación Gamma, que provocan daños, y por un visible espectro que produce un destello luminoso). Así, esta energía explosiva representada por rayos X podría consumirse calentando el aire aledaño a decenas de metros en torno al hipocentro de dicha explosión. Esto ocurre porque los rayos X no pueden viajar tan lejos, siendo consumido entonces por el aire circundante. El calentamiento de esta área relativamente pequeña en torno al hipocentro de una explosión nuclear podría resultar en apariencia de “bolas nucleares de fuego”, que físicamente no son otra cosa que aire extremamente sobrecalentado. Estas “bolas nucleares de fuego” son responsables de los dos principales factores destructivos de una explosión nuclear atmosférica: radiación térmica y onda expansiva, ya que estos factores son exclusivamente producto de las altas temperaturas del aire alrededor de una explosión nuclear. Pero la figura es completamente distinta cuando ocurre una explosión nuclear subterránea. No existe aire alrededor del punto de explosión (zero-box) donde se encuentra colocada la carga nuclear. Así, en lugar de eso, toda la energía liberada por una explosión nuclear en forma de rayos X podría ser consumida calentando la roca circundante. Esto puede devenir en recalentamiento, derretimiento y evaporación de esta roca, lo que a su vez puede originar la creación de una cavidad subterránea cuyo tamaño dependerá directamente de la carga explosiva o munición empleada. Puedes hacerte una idea de cuánta roca podría desaparecer durante una explosión nuclear subterránea mediante la siguiente tabla donde las cantidad de diverso material evaporado y derretido (en toneladas métricas) están mostradas en la columna de ‘por kilotón de carga”:

Tipo de roca       Masa específica vaporizada (tn/kilotón)         Masa específica fundida (tn/kilotón)
Granito seco                                  69                                                            300 (±100)
Roca volcánica húmeda                 72                                                             500 (± 150)
Roca volcánica seca                      73                                                             200 – 300
Sedimento                                   107                                                             650 (±50)
Sal de piedra                               150                                                             800

Solo un ejemplo: la detonación de una carga termonuclear de 150 kilotones, enterrada a suficiente profundidad en roca de granito podría originar la creación de una cavidad de unos 100 metros de diámetro.

Todo rascacielos tiene sus cimientos a unos 20 o 30 metros debajo de la superficie de la Tierra. De este modo, es posible calcular la posición del punto de explosión (zero-box) debajo de un rascacielos de modo que la explosión nuclear produzca una cavidad cuya parte más alta alcance sus cimientos inferiores, mas no a la superficie, a fin de demolerlo. Por ejemplo, en el específico caso de las Torres Gemelas, sus cimientos más inferiores se encontraban a 27 metros por debajo de la superficie, mientras las cargas de demolición termonuclear de 150 kilotones fueron colocadas a 77 metros de profundidad, medidos desde la superficie, o 50 metros debajo de los cimientos. Dicha explosión termonuclear a 77 metros de profundidad pudo crear una cavidad extremadamente sobrecalentada con su esfera superior tocando los cimientos mas bajos de la torre gemela que se quería demoler. Pero aun así, su alcance quedaría corto como para superar los 27 metros y llegar a la superficie, por lo tanto las estructuras alrededor no podrían ser afectadas por ningún factor destructivo de una explosión nuclear bajo tierra, excepto por, quizás, la contaminación radioactiva. La torre a demolerse debe perder sus cimientos por completo y ser succionada dentro de la cavidad recalentada, cuya temperatura interna es considerada suficiente como para derretirla por completo. Similar esquema de demolición fueron planeados para el edificio 7 y la Torre Sears, en Chicago.

En jerga nuclear, la zona inmediatamente adyacente a la cavidad recibe el nombre de “zona comprimida” (crushed zone). Esta zona puede ser tan amplia como el diámetro de la cavidad misma y se encuentra llena de una materia bastante peculiar, esto es, de roca completamente pulverizada, reducida a polvo microscópico cuyas partículas miden alrededor de 100 micrones.

Por otra parte, este particular estado de la materia dentro de la “zona comprimida” es tan extraño que, aparte de una prueba nuclear subterránea, no tiene lugar en ninguna otra parte en la naturaleza. Si tomas suavemente una piedra de esta zona, ésta puede permanecer entera y, por su apariencia, forma y color, asemejar a una piedra. Pero si presionas ligeramente esta “piedra”, ésta se desintegrará inmediatamente, como el polvo microscópico que realmente es.

Una segunda zona, próxima a la “zona comprimida”, recibe el nombre de “zona dañada”(damaged zone), en jerga nuclear. Esta “zona dañada” se encuentra llena de roca reducida a trozos cuyos tamaños van desde unos milímetros a fragmentos relativamente grandes. Mientras más próximo a la “zona comprimida”, más pequeños serán los escombros, y mientras más lejos del hipocentro, más grandes serán los escombros.
Finalmente, fuera del límite de la “zona dañada”, no debe haber virtualmente mayor daño a la roca circundante.

Sin embargo, lo que hemos considerado líneas atrás son los procesos físicos más próximos a una destrucción nuclear “idealmente profunda”. Pero cuando una carga nuclear no está enterrada a suficiente profundidad, el panorama es otro. En este caso las zonas “comprimida” y “dañada” no van a ser exactamente redondas. A menudo podría tener forma elíptica, con su lado más largo apuntando para arriba, comparable con un huevo con el lado mas fino apuntando hacia arriba; o posiblemente sería más elipsoidal y afilado que un típico huevo. Esto ocurre porque la presión de los gases evaporados pueden encontrar menor resistencia hacia la superficie ya que ésta se halla más próxima, así, las zonas “comprimida” y “dañada” pueden extenderse hacia arriba en vez de ir en cualquier otra dirección.

Cuando la presión se propaga hacia arriba y los contornos superiores de las zonas “dañada” y “comprimida” encuentran los cimientos subterráneos de la torre que se pretende demoler, la figura puede ser aún más distinta. Esto es porque los materiales con los que está hecha la torre difieren del granito aledaño, hablando en términos de “resistencia de materiales”. Además, existe suficiente espacio vacío dentro de la torre, mientras que el granito en las restantes direcciones es sólido. Así, la expansión del contorno superior de ambas zonas (“comprimida” y “dañada”) será mayor. En el caso de la Torre Sears o las Torres Gemelas, la “zona dañada” puede alcanzar los 350-370 mts. mientras que la “zona comprimida” puede alcanzar los 290-310 mts. En el caso del edificio 7, toda su longitud estará comprendida dentro de la “zona comprimida”, de manera que puede ser completamente pulverizada. Esta una de las cualidades únicas de toda demolición nuclear: su capacidad para pulverizar concreto y acero.

Muchos erradamente creyeron que el polvo que cubrió Manhattan luego del derrumbe de las torres era concreto pulverizado, pero no. Era polvo, sí, pero en su mayoría, se trataba de acero hecho polvo. Pese a la extendida e incorrecta creencia popular, las estructuras de las torres no tenían mucho concreto. El concreto fue usado, aunque en cantidades limitadas para hacer pisos delgados en la construcción de las torres, pero fuera de eso, no se empleó en ninguna otra parte. Gran parte de las torres era de acero, mas no de concreto. En consecuencia, aquel fino polvo estaba integrado en gran parte por acero en polvo, aunque no todo era precisamente “acero en polvo”. También era “mobiliario en polvo”, “madera en polvo”, “papel en polvo”, “alfombras en polvo”, “partes de computador en polvo” y hasta “humanos en polvo”, ya que las personas que permanecieron en las torres fueron pulverizadas de la misma manera que el acero, el concreto y el mobiliario.

Algunos podrán preguntarse ¿por qué el edificio 7 colapsó hasta sus cimientos mientras las torres despidieron no solo polvo sino también restos y escombros a gran distancia? Esta pregunta es fácil de responder. Dé una mirada a la distribución de las zonas comprimida” y “dañada” a lo largo de las estructuras de las torres y encontrarás que la respuesta será obvia.

No olvide que las cargas de demolición en este particular caso no fueron enterradas a “ideal profundidad”, por eso es que la forma de las zonas “comprimida” y “dañada” no fue redonda sino elíptica, con su lado más agudo apuntando hacia arriba, hacia las zonas de menor resistencia. Es fácil comprender que la longitud entera del edificio 7 encaje dentro de la “zona comprimida” de manera que no quedó parte superior sin dañar que causara el mismo efecto apreciado en el colapso de las Torres Gemelas.

Esta particular distribución de daños a lo largo de las estructuras de los rascacielos, infligido por dicho proceso, puede ser mejor comprendida viendo los videos mostrando detalles de colapso de las Torres Gemelas y el edificio 7. Estos videos contemporáneos están disponibles en Youtube.

La Torre Norte empezó a colapsar un momento antes.

Debe agregarse que pese a la aparente insuficiencia de 150 kilotones para pulverizar altísimos rascacielos en su totalidad (como se ve en las imágenes, las torres no se hicieron polvo sino hasta un 80% de su totalidad, dejando las partes altas intactas), en demolición nuclear no se puede usar cargas de mayor potencia debido a razones meramente legales. El problema es que de acuerdo con el Tratado de Explosiones Nucleares Pacíficas EEUU-Unión Soviética de 1976, las cargas para las municiones nucleares usadas con fines no militares fue limitada a 150 kilotones por detonación y a un máximo de 1.5 megatón por grupo de explosiones.

De esta manera, la industria de demolición nuclear encaja dentro de estos parámetros: en el caso de la demolición en el WTC, fue posible usar tantas cargas como fueran necesarias pero sin exceder los 150 kilotones por carga. Por eso el esquema de demolición del WTC consistió de tres cargas de esas que sumaron una carga total de 450 kilotones. Para aquellos que no se imaginan la potencia de 150 kilotones, es bueno recordarles que la potencia de una bomba arrojada sobre Hiroshima en 1945 era menor a los 20 kilotones.

Quizá, sin el formal y obligatorio testimonio de un testigo, el panorama del 9-11 esbozado por mí en este artículo podría estar incompleto. Quizá se requiera el testimonio de al menos un testimonio, sin duda. Existen muchos de esos testimonios disponibles, pero yo escogí el mejor y más convincente de todos.

Hay un notable artículo titulado “Rudy Tuesday”, publicado por el New York Magazine online

Este artículo no es notable solo porque el termino “zona cero” en relación a la “Zona Cero” de Manhattan es usado tal cual –es decir, sin comillas y sin mayúsculas, como se usaría en cualquier manual de defensa civil–, sino también por la declaración del entonces alcalde de New York, Rudolph Giuliani.

Pienso que es una obra maestra de la importante evidencia del 9-11 y un testimonio de parte tan importante desde el punto de vista psicológico, que tengo que citar aquí el fragmento entero del artículo, “tal cual”, sin modificar nada.

Lo que no debe escapar a tu atención está marcado en negritas por mí. Asegúrate de notar que tras el inaudito colapso de la tortilla de combustible del WTC, el alcalde de Nueva York, sin motivo alguno, “se volvió nuclear” y comenzó su discurso con absurdos comentarios acerca de reactores nucleares, luego continuó con sus alegatos de que el sabía encima de qué estaban parados los operarios de la zona cero (a los que envió para allá a limpiar, sin equiparlos con escafandras contra materiales peligrosos):

«Correcto, 9-11. Afuera del comedor, después que la ensalada estaba servida, el congresista por Delaware, Mike Castle toma el micrófono. Habla acerca de Rudy y los limpialunas callejeros. Los blackberry continúan sonando. Entonces Castle habla del paseo a la zona cero que le dio el alcalde junto con otros congresistas en los días posteriores a los ataques. El público presta atención. “Él acudió a la mayoría de los funerales; estuvo ahí en todo modo posible”, dice Castle. “No creo que podamos agradecerle lo suficiente por todo lo que hizo”.

Ahora Rudy trota hacia el podio. El salón se levanta. Los hombres de negocios en las mesas baratas se ponen de pie y un hombre con pinta de banquero pega los dedos a su boca y da un fuerte silbido.

Inicialmente, Giuliani malgasta la buena voluntad. Algo acerca de inmigración termina con estrépito. Señala que China tiene mas de 30 reactores nucleares mientras que nosotros construimos solo uno. “Tal vez deberíamos copiar a China”.

¿Qué? Puedes ver burbujas de pensamiento sobre las cabezas de la gente: ¿Puede ser éste el mismo tipo que vimos por televisión? ¿El tipo que se mostraba tan presidencial cuando nuestro actual presidente estaba desaparecido?

Entonces Rudy por fin se encuentra cómodo. Junto con John McCain y Mitt Romney, sus más conocidos contendientes presidenciales, Guliani, aún sin creerlo demasiado, apoya al presidente y su política de ataques preventivos. Sin embargo, Rudy puede voltear el tema de un modo en que McCain y Romney, sin mencionar a Hillary Clinton y Barack Obama no pueden. Y ahora lo hace: Irak conduce a 9-11, lo cual lleva a la sagrada imagen de los trabajadores de construcción levantando la bandera sobre la zona cero.

“Yo sabía sobre qué estaban parados”, dice Giuliani. “Estaban parados encima de una caldera. Estaban parados sobre fuegos de 2,000 grados que ardieron por cientos de días. Pusieron sus vidas en riesgo para izar esa bandera”

El salón calla. Ningún cubierto toca plato alguno, ningún brazalete de oro hace ruido. “Izaron la bandera para decir, ‘No puedes derrotarnos, porque somos americanos’”. El alcalde hace una pausa y en ese momento una anciana solloza.

Continúa. “Y no es por decirlo en un sentido arrogante o militar, sino en un sentido espiritual: nuestras ideas son mejor que las suyas”»

No estoy muy seguro, por supuesto, si “sus ideas” son de verdad “mejor que las nuestras”, porque después de todo dudo que haya sido una buena idea demoler rascacielos con cargas termonucleares –8 veces más potentes que las usadas en Hiroshima– en medio de una zona urbana, aunque, en principio, estoy de acuerdo con el señor Giuliani. Los pobres rescatistas de la zona cero estuvieron parados sobre una caldera y pusieron sus vidas en riesgo, como uno sinceramente espera que ocurra cuando personas ingenuas visitan el lugar de una reciente explosión nuclear sin vestir ningún atuendo protector.

De ahora en adelante, creo, el lector tiene mas o menos un panorama completo de los eventos que sucedieron en la “Zona Cero” de Manhattan, y de lo que el término “zona cero” significaba en los diccionarios de Inglés anteriores al 9-11, todo lo cual está respaldado por el testimonio de un testigo importante.

Por supuesto, muchos lectores tendrán un montón de preguntas como ¿qué fue lo que impactó el Pentágono? Si los aviones no impactaron las torres, ¿a dónde se fueron? ¿Qué pasó con sus pasajeros? ¿Qué ocurrió con los supuestos secuestradores?

¿Qué pasó con el vuelo 93? ¿Por qué “el avión del Juicio Final” (Doomsday plane–Nota de redacción–) fue visto volando el 9-11?

¿Por qué no era posible el colapso de la Torre Sur antes que la Torre Norte? ¿Por qué oficiales estadounidenses demolieron las Torres Gemelas y el edificio 7? ¿Por qué existen casos de enfermedades agudas por radiación entre los trabajadores de la zona cero en vez de enfermedades crónicas por radiación?

¿Quién envió las cartas con anthrax y por qué? ¿Por qué los servicios de control de otros países, como Rusia, India y China, prefieren “no reportar” que el gobierno estadounidense demolió las torres con tres cargas termonucleares de 150 kilotones y que dicha acción no tuvo nada que ver con Afganistán ni con Irak?

¿Por qué IAEA está callada? Y, al final, ¿quién organizó el 9-11 y por qué?

Como podrás imaginar, el 9-11 fue una operación complicada y sus aspectos separados son tan intrincados que es simplemente imposible describir la operación entera “en breve”, sin dedicarle el mínimo de atención a cada uno de sus aspectos. No tengo la más mínima chance de explicar satisfactoriamente el escenario completo del 9-11 en un espacio tan limitado como el que me ofrece este artículo.

En setiembre de 2009 produje un video más o menos compresible que dura cerca de 4 horas y explica bastante acerca del 9-11. Este video puede encontrarse en internet, buscando “Dimitri Khalezov video” en google.

Además, escribí un libro de 500 páginas en formato A4. Esto es sólo para demostrar que es de veras imposible explicar en modo comprensible lo que realmente sucedió el 11 de setiembre de 2001 en un artículo tan pequeño. Sólo explicar las capacidades técnicas del ataque con misiles contra el Pentágono, y las circunstancias que lo rodean, podría requerir la total extensión del presente artículo. Pero afortunadamente, esta historia podría ser continuada aquí.

Por eso, de todas las preguntas mencionadas arriba, únicamente podría responder la última: el 9-11 fue organizado por quienes querían llevar a los Estados Unidos junto con otros países a una ridícula guerra en Afganistán e Irak y por quienes querían privar a los ciudadanos de esos países de sus últimas libertades civiles y derechos humanos. Debería ser entendido que ni Al-Qaeda ni ninguna organización musulmana podría permitirse proporcionar tomas falsificadas de “aviones” a los medios de comunicación estadounidenses, ni reclutar testigos que “vieron” cómo aviones de aluminio penetraron acero, ni demoler simultáneamente las torres del WTC con 3 cargas termonucleares subterráneas de 150 kilotones (20 veces más poderosas que la primera bomba lanzada sobre Hiroshima) cada una de ellas.

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