Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- "De aquellos barros, esta memoria" Comunicado nº3 de Pensamiento Libertario Anónimo
- Para enterrar de verdad al asesino, hay que desenterrar a todas sus víctimas
- [Vídeo] Emma Goldman en un minuto
- Ya disponible el nº 2 de la publicación anarquista trimestral "Aquí y Ahora"
- Mayo del 68, hace tan solo cinco décadas...
- Periódico Siglo XXI nº 36
Posted: 19 Jul 2018 10:50 AM PDT
Comunicado Nª 3 Pensamiento Libertario Anónimo
18 JULIO 2018 "DE AQUELLOS BARROS, ESTA MEMORIA" Recordar la historia de lo que pasó en España con el fascismo es recordar un preámbulo de lo que después le sucedió al mundo. De aquellos barros, éstos lodos. Los hechos reales del pasado, hasta ahora constatados; nos hablan de la existencia de al menos 2300 fosas comunes y 188 campos de concentración en el Estado Español donde sabemos que muchos de ellos, hombres, mujeres, niños y niñas vivían sin ideas políticas o religiosas. Otro hecho real es que el gobierno parlamentario y la monarquía española ha mirado siempre hacia otro lado. Persistimos en mantener vivo el recuerdo de aquellos hechos que irremediablemente nos empujan a luchar. A veces parece historia de algo que no fue pero en todo el mundo se reconoce el "no pasarán"… Una parte de la historia podrida cuenta que fuimos reaccionarios, y cualquier historia decente contaría que un país expulsó mediante votación a un rey. Fue así. Podría ser un argumento emocionante de cualquier producción cinematográfica. Sin embargo la película cuenta que fueron reaccionarios y radicales porque sus ojos podían ver que la libertad estaba en juego. De aquellos barros, éstos lodos. La incertidumbre por el detrimento de la calidad de vida por la que tantos murieron nos contamina. Nadie lo hubiera imaginado teniendo en cuenta que en el 36 recién teníamos firmado un convenio para albañiles de 36 horas semanales o que de hubiesen construido más escuelas que nunca. Ahora la música suena bastante diferente. El marco impuesto por los Estados Unidos de Europa, la deuda constante, los exilios laborales, del régimen parlamentario, del abuso de las corporaciones privadas y entidades públicas, de los incesantes casos de corrupción sin consecuencias, la privatización de todo recurso valioso para un pueblo, del agotamiento de dichos recursos, la colonización económica, la imposición de un sistema mercantil totalitario, etc. Es imprescindible recordar nuestra historia a los que no ven con claridad los verdaderos motivos históricos, sociales y culturales de la problemática actual que castiga a nuestro pueblo y a otros tantos. E, igual que debemos recordar a los que permanecen sin nombre, debemos recordar por lo que perecieron. Porque fuimos capaces, antes del golpe de estado, de decidir lo que no queríamos. Hasta que, después de 40 años de dictadura, nos dijeron que debíamos creer y agradecer al hijo de un rey que expulsamos. Hay que recuperar la República pero más aún hay que recuperar la Revolución Social. De aquellos barros, éstos lodos. Hay que recordar que la reacción y represión ejercidas por las bestias reaccionarias no solo fue una cuestión ideológica; si no que también impusieron violentamente un frenazo a la reforma del orden jerárquico económico dominante. Hablamos de verdugos que, movidos por ideas supersticiosas; ejecutaron a sangre fría a miles de personas tras una guerra cruel y que sirvió para acallar toda alternativa a la explotación y a la injusticia económica. Los fascistas siempre han servido al lucro del negocio por encima de toda vida. Y a día de hoy empresas como acciona, ohl o dragados (engordadas durante el franquismo) mantienen vivo el recuerdo de como la fuerza bruta sirve para someter bajo un orden económico-social dominante todo el potencial de todo tipo de mano de obra sea del color que sea. Cierto es que hoy día el uso de fusiles, granadas y descargas de aviación los han cambiado para someternos a la deuda, los desahucios, los suicidios, las coherciones en la libertad de expresión y la criminalización de la acción directa. Usen el instrumento que usen para someter a los pueblos, la idea de los señores que poseen la tierra y lo que en ella habita es la misma. "Los intereses propios valen mas que cualquier vida". Solo una conciencia colectiva, que anule la competición constante en la que vivimos; puede frenar esos planes de subyugación y las fosas y los campos de concentración del Estado Español nos recuerdan hasta donde son capaces de llegar. Por eso seguimos honrando a éstos muertos. Para recordar que la vida no se negocia, que la vida vale vida. Salgamos del lodo del pasado, para resistir a las posibles reacciones futuras y lograr que el lema "no pasarán" deje de evocar a miles de muertos en fosas comunes y se convierta en una verdad venerable de nuestra historia por la que muchos y muchas españoles y personas extranjeras dieron sus vidas para defender el interés común. Solo así podrá quitársele la máscara a los conspiradores que traicionaron a su propia gente, pues en las fosas no solo hay "rojos". La memoria es fundamental para ésta humanidad que más pronto que tarde se levantará del lodo para caminar erguida y orgullosa en busca de un mundo mejor. Decían las que vivieron la utopía: "Sabíamos que existía un mundo que no era nuestro, puesto que era el que detenía a nuestros padres, el que nos dejaba sin trabajo, que era el mundo capitalista, de una burguesía, sabíamos que existía puesto que eramos victimas de ello". Vivamos la utopía de nuevo. Por la revolución social. ¡Gloria a los caídos y larga vida en nuestro recuerdo a los valientes!
Pensamiento Libertario Anónimo
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Posted: 19 Jul 2018 10:41 AM PDT
La CNT aplaude la iniciativa que llevará a la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos, aunque se sorprende de la extrema rapidez de los políticos de izquierdas de este país, que sólo han tardado algo más de cuarenta años en tomar una decisión que, por otra parte, es mínima. Pero ya que lo van a llevar a cabo, les hacemos una primera petición, que lo hagan en 18 de julio, para que el monstruo salga de las "vidas" de tantas víctimas que le rodean el mismo día que entró en ellas, para devastarlas.
Y, en el mismo orden de cosas, si la familia no quiere hacerse cargo de los restos, poniendo en marcha a un ejército de abogados para evitar la exhumación, lo que hará que el gesto de maquillaje del gobierno haga que el dictador nos cueste AÚN más dinero público, proponemos soluciones similares a las que se llevaron a cabo con Hess o Goering, que fueron incinerados y lanzados a las aguas -se evitaría así el vandalismo que teme la apenada familia-, pero en una versión más cercana al personaje: una cuneta en algún lugar perdido para él solo. Lo difícil será encontrar ese lugar, pues él mismo se encargó de que nos quede poco suelo sin que, bajo tierra, esperen los restos de sus víctimas. También sugerimos que el maquillaje se complete, y que se haga un poco mejor que en la cacareada Transición. Receta general: retirar todas las subvenciones estatales a la comunidad de monjes, retirarles el control sobre un lugar que, curiosamente, es considerado patrimonio nacional pero controla la iglesia, y sugerir a la comunidad que se busque otro lugar para residir, después de una auditoria sobre sus -nuestros- dineros y lo que han hecho con ellos y depurar responsabilidades. Después retirar el estatus de patrimonio nacional a un lugar de sangre, terror, miseria y recuerdo de una dictadura feroz y asesina. Preferiríamos que los patrimonios nacionales fueran arte y arquitectura que pudiera enriquecernos culturalmente, y no al revés. Y, por fin, volar los elementos más visibles del conjunto. Que no quede piedra sobre piedra de símbolos tan fascistas construidos con la sangre y el sudor de los vencidos, centro de desfachatez demagógica cuando se atreven a hablar de reconciliación. Y, entre las ruinas, intocadas, crear un lugar contra el olvido de la barbarie franquista. No crean que hemos olvidado a los enterrados. Damos por hecho que, si tienen un poco de dignidad y memoria, llevarán a termino el obligado proceso de exhumar los restos de los que, incluso después de muertos, fueron tratados como vencidos y obligados a acompañar a su verdugo. Les deseamos suerte y acierto. Read more ... |
Posted: 19 Jul 2018 10:36 AM PDT
Breve biografía de Emma Goldman en un minuto. Puedes descargar varias recopilaciones de obras de Emma Goldman en los siguientes enlaces, cortesía de Anarquismo en PDF y Anarcofeminismo en PDF:
https://mega.nz/#!1xBXCJxT!iFnSgGtmRl... https://mega.nz/#!F0IRAQhI!3XuGv4AKBG...
https://www.youtube.com/watch?v=X3umOA-0mlk
Read more ... |
Posted: 19 Jul 2018 10:32 AM PDT
Aquí tienes el segundo número de este periódico que, con el poco tiempo de vida que tiene, puede decir que ha ido cumpliendo poco a poco algunos de los objetivos que se proponía. Por un lado, se quería generar debate en el barrio y hacerlo mediante un formato accesible, gratuito y con presencia en la calle, algo que se va logrando poco a poco con los repartos que se van haciendo en los metros, algún centro cultural, bibliotecas, comercios y locales.
Por otro, al ser un proyecto auto-gestionado, no contamos con más ayuda económica y esfuerzo que el nuestro propio y el de quienes, mediante el apoyo y la solidaridad, hacen posible que iniciativas como ésta puedan seguir adelante. Ya son varios los proyectos del barrio que nos apoyan económicamente para que puedas tener en formato impreso este periódico y no es poca la ayuda que supone para quienes queremos seguir con la iniciativa, por lo que, les estamos muy agradecidos y esperamos seguir en esta dirección para poder, en un futuro no muy lejano, tener una tirada más grande en la calle y poder llegar a más sitios. Al final, los 1.000 ejemplares, se nos han quedado cortos y eso, es una buena noticia. SUMARIO:
El trabajo mata
Contra la especulación inmobiliaria
Tecnología, control social y relaciones humanas
¿Quién nos protege de la policía?
Anexo: Autogestión
Noticias breves / Convocatorias / Recomendaciones / Proyectos del barrio
PUNTOS DE DISTRIBUCIÓN FIJOS:
- Local Anarquista Motín, C/ Matilde Hernández, 47 <M> Oporto
- Centro Social Anarquista La Gatonera, C/ Valentín Llaguno, 32, <M>
Oporto
- Casa Autogestionada del Barrrio de Aluche, La Caba, C/ Quero, 37 <M>
Aluche
- Espacio Social Liberado Autogestionado EKO, C/ Ánade s/n <M> Urgel /
Oporto
- Ateneo Libertario Carabanchel Latina, 2ª pl. del ESLA EKO
OTROS PUNTOS DE DISTRIBUCIÓN:
- En los metros de Carabanchel, Aluche, Carpetana, Vista Alegre y Oporto
- En centros culturales y bibliotecas públicas, comercios, etc.
PARA CONTACTAR, SUGERIR, APORTAR O DISTRIBUIR...: aqui_y_ahora@riseup.netDescargar Periódico [PDF]Read more ... |
Posted: 18 Jul 2018 05:11 AM PDT
Si me resisto a hablar de Mayo del 68 desde cualquier otro lugar que no sea el de la pasión es porque Mayo fue algo así como un torrente. Un torrente emocional, afectivo, político, que nos arrastró con una fuerza increíble. De hecho, transformó para siempre, y en muy poco tiempo, a muchísima gente, como por ejemplo a la entrañable Emma Cohen quien afirmó, años más tarde, que para ella: “Mayo, nunca concluyó del todo”, y debo decir que para mí tampoco.
Aunque se contaron por miles las personas que entonces resultaron heridas, y algunas lo fueron de gravedad, la suerte quiso que los muertos fuesen muy pocos. Sin embargo, cuando aquella efervescencia remitió, fueron bastantes más quienes no soportaron tener que renunciar a las promesas de Mayo, y no pudieron resignarse a regresar a“la normalidad”. Así que dejaron que se les escapase la vida, cada cual a su manera, en los meses, o en los años inmediatamente posteriores. No pretendo dramatizar, pero ese hecho nos permite intuir cuál fue la pasión que despertó Mayo del 68, cuál fue la intensidad de las vivencias que suscitó, y la potencia de los sueños que logró despertar. Mayo fue, ciertamente, un fenómeno heterogéneo, múltiple... Múltiple porque existen varios Mayos en cada uno de sus momentos, y porque también afloran diferentes Mayos a lo largo de su desarrollo. Pero, desde esa multiplicidad resulta que ese acontecimiento también reviste una singularidad inconfundible, y es de esa singularidad de la que quisiera hablar aquí. En realidad, esa singularidad ya empezaba a manifestarse en lo que fue su acontecimiento inaugural. Un acontecimiento que podemos situar en el viernes 3 de mayo, cuando el conflicto salta fuera del recinto universitario y se expande por las calles de París. Ese día los dirigentes y los principales militantes estudiantiles, tanto de París como de Nanterre, estaban confinados en el patio de la Sorbona, cercados por un impresionante dispositivo policial que los iba introduciendo uno a uno en sus lecheras camino de las comisarías. Pues bien, aunque parezca paradójico ese “secuestro” de los militantes y de los dirigentes estudiantiles ayudó a que la revuelta explotara con tanta fuerza en las calles del Barrio Latino. En efecto, cuando empezamos a hostigar a la policía, los escasos militantes que no habían sido apresados intentaban apaciguar la situación, clamando contra la tremenda irresponsabilidad de provocar a la policía. Nos gritaban: “Pas de provocations, camarades!”. Pero eran insuficientes para contener a quienes estaban reaccionando desde su propia sensibilidad, sin consignas, ni directrices, ni liderazgos. Y ocurrió que sin proponérselo la gente la armó, la lió y desencadenó espontáneamente lo que a lo largo de Mayo se convirtió en un auténtico terremoto. Ante la violencia de unos enfrentamientos, que se saldaron con decenas y decenas de heridos, y con unas 600 personas identificadas, y algunas detenidas, la Sorbona fue clausurada ese mismo viernes 3 de mayo al atardecer. Eso provocó la inmediata convocatoria de una huelga general de universidades y se encendía de esa forma y en ese momento la mecha de lo que iba a ser una larga lucha. Ahora bien, cuando estábamos hostigando a la policía, el grito de “liberad a nuestros compañeros” era más un grito de guerra que una petición. Actuábamos contra los furgones policiales para liberarlos, no montábamos un desfile para pedir su liberación. Esa solidaridad activa, inmediata, ya se empezaba a incorporar en la identidad de Mayo; desde su mismo inicio, la acción directa —sin mediaciones— y la autoorganización —sin directrices venidas desde arriba, o desde donde fuese— se hicieron presentes. Así fue como se inició Mayo del 68 y se propagó rápidamente por toda Francia, sumiendo el país en un esplendoroso periodo de multitudinarias manifestaciones, de ocupaciones de universidades y de fábricas, y de duros enfrentamientos con la policía. Incluyendo, además, algunos momentos épicos, como la famosa noche de las barricadas donde ardió, literalmente, el Barrio Latino, y donde París pudo contemplar, al despertarse, el dantesco escenario de una encarnizada lucha que había durado toda la noche. Es bien cierto que en los años sesenta, Mayo no fue un hecho aislado. Se insertó en el ajetreado contexto compuesto por una multitud de focos de agitación. Movilizaciones contra una guerra del Vietnam que, a nivel informal, federó internacionalmente muchos movimientos de protesta. Solidaridad con Cuba, con el Che, con las guerrillas latino-americanas. Radicalización de las luchas antirracistas en EEUU, con el Black Power y los Black Panthers. Multitudinarias marchas anti-nucleares cada semana santa en Inglaterra. Acciones subversivas de los Provos en Holanda o de los ácratas en la universidad madrileña. Y si miramos hacia el Este, revueltas en Praga, o en Varsovia, mientras que desde China llegaban los ecos (finalmente engañosos) de la Gran Revolución Cultural. Toda esa agitación se traducía en violentos enfrentamientos en diversas ciudades del mundo. En Berlin, donde el 11 de abril del 68 el líder estudiantil Rudi Dutschke resultó gravemente herido de bala, desencadenando manifestaciones de protesta en toda Europa. En Roma, donde a principios de marzo del 68 la “Batalla de Valle Giulia” se saldó con 400 heridos. En Londres, donde el 17 de ese mismo mes de marzo 30.000 jóvenes protagonizaron una batalla campal frente a la Embajada de los EEUU. En París, donde el día 22 de marzo un explosivo cóctel de anarquistas, trotskistas, maoístas y situacionistas ocupó el edificio administrativo de la Universidad de Nanterre, creando el famoso Movimiento del 22 de Marzo que protagonizaría en buena medida Mayo del 68. O incluso en Tokio, donde el potente movimiento Zengakuren se mostraba capaz de hacer retroceder las fuerzas policiales. Al mismo tiempo, simultáneamente, se desarrollaban en Francia unas luchas obreras marcadas por una radicalidad inusitada. Por ejemplo, en febrero del 67 empezó una huelga de cinco semanas de duración en una de las más importantes fábrica textiles, que fue ocupada, en un contexto de duros enfrentamientos. Y lo mismo ocurrió en enero del 68, cuando, en el marco de otra larga huelga, cientos y cientos de trabajadores invadieron la ciudad de Caen, y se enfrentaron a la policía hasta altas horas de la noche con numerosos heridos. La verdad es que en 1968 el mundo conocía una impresionante acumulación de conflictos. Sin embargo no se puede diluir Mayo en las multiples revueltas del 68. Nada de lo ocurrido en Tokio o en Berlín, ni tampoco en Roma, en Berkeley, en Londres, o en México, o en las fábricas francesas, culminó en algo parecido a aquel acontecimiento. Enclavada en ese turbulento contexto, la potente, potentísima, deflagración que representó Mayo superó de muy lejos, superó con mucho, el eco de cualquier otro evento de esos años, y revistió una singularidad irreductible. Lo cierto es que nada dejaba presagiar que un conflicto iniciado por los estudiantes, pudiera propagarse con tanta rapidez en el tejido social, abrasando todo un país y paralizándolo por completo durante largas semanas. Sin duda, Mayo fue un acontecimiento absolutamente inesperado, totalmente imprevisible, que no se podía intuir, ni a partir de la situación entonces existente, ni de lo que antes había acontecido. No solo causó una enorme, una colosal estupefacción en el mundo entero, sino que dejó atónitos a sus propios protagonistas, que se sorprendían cada día de lo que había acontecido durante ese día, y que se preguntaban, nos preguntábamos, con verdadera ilusión, que más podía pasar al día siguiente, en un combate del que no se sabía cual iba a ser su rumbo en las próximas horas, y que parecía no querer detenerse nunca, como lo proclamaba ese eslogan que gritábamos en todas las manifestaciones:“Es tan solo un inicio, continuemos el combate”. Ce n’est qu’un début continuons le combat…, y eso nos hacía soñar con que todo, todo era posible. Ahora bien, aunque Mayo se inició en las universidades, fueron las ocupaciones de fabricas y la huelga general las que le dieron continuidad después de una primera semana de violentos enfrentamientos cotidianos. Una semana que culminó con aquella fantástica, increíble noche de las barricadas donde no menos de cincuenta barricadas florecieron, eso sí, de forma totalmente desordenada, caótica, en el Barrio Latino. En el patio de la Sorbona, reabierta y ocupada gracias a la presión de las barricadas, aun resuena en mis oídos el inmenso clamor con el que acogimos el 14 de mayo el anuncio de que la fábrica Sud Aviation, cerca de la ciudad de Nantes, había sido ocupada y su director secuestrado. Ese clamor auguraba que era el movimiento obrero el que iba a dar continuidad y fuerza al estallido inicial del viernes 3 de mayo, pese a los denodados esfuerzos de las centrales sindicales y del Partido Comunista para levantar un muro infranqueable entre los estudiantes y los trabajadores. Y, en efecto, la huelga se propagó como un reguero de pólvora. En torno al 20 de mayo se contabilizaban cerca de diez millones de huelguistas y se contaban por decenas las fábricas ocupadas de manera indefinida. Fueron esas ocupaciones, y esos millones de trabajadores en huelga, lo que potenció la resonancia que tiene Mayo en la historia contemporánea, evitando que se quedase en una violenta, pero intrascendente, revuelta estudiantil, o en un brillante ejercicio subversivo poético/político al estilo situacionista. Sin embargo, también hay que decir, y esto es importante, que no fue, en absoluto, esa potente movilización obrera la que le dio a Mayo sus señas de identidad, ni la que dibujó su singularidad. La prolongada paralización de la economía francesa no habría sido posible, ni habría dejado una huella histórica tan profunda, si no se hubiese insertado en ese singular y complejo fenómeno social y político que fue Mayo del 68. No era una reivindicación laboral la que movía la revuelta del 68. Más que de una reivindicación concreta, se trataba de un auténtico estallido social que cuestionaba el todo de la situación y sus reglas del juego. De hecho, era una sublevación contra el sistema social instituido y contra el tipo de vida que este ofrecía. Lo que cuestionaba Mayo era directamente el tipo de vida, gris y vacío, que la gente estaba condenada a vivir. Una vida que no era vida sino mortífera rutina. No en vano uno de los eslogan más populares era “Metro, boulot, dodo” (metro, curro, lecho). Lo que palpitaba en las energías dinamizadoras de Mayo era fundamentalmente una sed de libertad en todos los planos, una enorme sed de libertad. Y en lo que tuvo de más propio, de más singular, Mayo emergió como una revuelta radical contra la autoridad. Tanto la que se manifestaba en las aulas, como la que imperaba en los talleres, en las fábricas, o en el seno de las familias y saturaba toda la vida cotidiana. Bajo el lema “Prohibido prohibir”, Mayo fue un fabuloso estallido anti-autoritario, y es en ese sentido que fue, y aquí radica su singularidad, un fenómeno genuinamente libertario, aunque no se reclamase, ni mucho menos, del anarquismo. Para captar esa singularidad conviene recordar que en los años sesenta el anarquismo estaba prácticamente desaparecido de la faz de la tierra y que mencionar la palabra anarquía en un sentido que no fuese el de caos, el de desorden, resultaba tan anacrónico como exótico. Lo cierto es que si exceptuamos el nutrido exilio libertario español, en 1968 habían muy pocos anarquistas en Francia, poquísimos, por ejemplo, tan solo algunas decenas en París, y está claro por lo tanto que Mayo no tuvo el anarquismo como fuente de inspiración, ni tampoco fue protagonizado por la escasa militancia anarquista, y sin embargo... Pues, sin embargo, eso no impidió que Mayo fuese una auténtica explosión libertaria. Una explosión libertaria que volvió a hacer aflorar el anarquismo en el plano internacional, inyectándole además elementos de renovación. Y eso ya nos indica que no son necesariamente los y las anarquistas quienes imprimen tonalidades libertarias a los movimientos sociales, sino que, a veces son las propias dinámicas de las luchas las que crean prácticas libertarias, y construyen sensibilidades anarquistas, como lo hemos podido comprobar durante estas últimas décadas, aquí y en diversos países. Mayo fue una lucha, por momentos violenta, áspera, tensa, extenuante, exigente, y llena de sin sabores, como lo son todas las luchas. Pero, también fue una gran fiesta revolucionaria que hizo florecer banderas rojas y banderas negras, fue una experiencia de lucha que proporcionaba al mismo tiempo placer y un enorme sentimiento de felicidad. No se posponía al final de la lucha el momento de saborear sus eventuales resultados, sino que las recompensas surgían desde el seno de la propia acción, formaban parte de lo que esta nos proporcionaba diariamente. De esa forma, Mayo nos mostraba que son los resultados concretos y palpables, los que son capaces de motivar a la gente y de incitarle a ir más lejos. Pero también nos indicaba que para que eso suceda la gente necesita sentirse protagonista, decidir por ella misma, y es entonces cuando su grado de implicación puede dispararse hasta el infinito. Es por eso, por ese protagonismo de la gente de a pie, desde la base, de forma autónoma, que los “Comités de Acción”, aunque no tienen el glamour mediático de las barricadas y de los coches en llamas, son la autentica figura emblemática de Mayo del 68. En efecto, a partir del 4 de mayo, día siguiente al estallido inicial, esos comités fueron proliferando en los barrios, en los institutos, en las universidades, en los gremios profesionales, y en las empresas, sin que ninguna autoridad los tutelase. En su seno se desplegaba una intensa creatividad subversiva impulsada por innumerables activistas, hombres y mujeres que en la mayoría de los casos carecían de cualquier experiencia política anterior. Por otra parte, Mayo puso el acento sobre el hecho de que, como el anarquismo no se había cansado de repetirlo, pero predicando en el desierto, la dominación no se ciñe al ámbito de las relaciones de producción, sino que se ejerce en una multiplicidad de planos, y que las resistencias deben manifestarse en todos y cada uno de esos planos. Cuando el horizonte de la política antagonista se ensancha hasta abarcar todos los ámbitos donde se ejerce la dominación, son, entonces, todos los aspectos de la vida cotidiana los que entran a formar parte de su campo de intervención. Y lo que queda configurado de esa manera es una nueva relación entre la vida y la política, que dejan de ocupar espacios separados. Mayo también nos enseñó que las energías sociales necesarias para que se constituyan potentes movimientos populares surgen desde dentro de la creación de determinadas situaciones conflictivas, no les preexisten necesariamente. Se forman en el propio desarrollo de esas situaciones, retroalimentándose, perdiendo fuerza por momentos y, volviendo a crecer de repente, como ocurre con las tormentas. Se trata, por lo tanto, de unas energías que pueden aparecer en cualquier momento, aunque en el instante anterior no existan en ninguna parte. Fueron los propios sucesos de Mayo, las prácticas que allí se desarrollaron, lo que dio cuerpo a un multitudinario y variopinto sujeto colectivo que no existía en lugar alguno antes de que los propios acontecimientos lo fuesen construyendo día a día. Quedaba claro que el “sujeto revolucionario” no preexiste a la revolución, sino que se constituye en su propia andadura. Ahora bien, se ha hablado mucho, muchísimo, acerca de si aquello fue realmente una revolución o si se quedó tan solo en un simulacro de revolución, donde, finalmente, no ocurrió prácticamente nada, nada verdaderamente relevante. Tan solo unos eslogans, unas pintadas y unos carteles. La realidad es que Mayo fue una auténtica efervescencia revolucionaria que revolucionó la propia revolución, clausurando la forma leninista de entenderla, y dando alas a la utopía, y a las formas libertarias del imaginario radical. El gran acontecimiento de Octubre del 17 había instituido un concepto de revolución que impregnó el imaginario emancipador durante medio siglo. Ese concepto presuponía un proyecto revolucionario, y una vanguardia bien organizada, capaz de impulsar las masas hacia la victoria final. Es ese concepto el que inspira la reiterativa pregunta acerca del fracaso final de Mayo. Una pregunta que, sin embargo, se torna totalmente irrelevante tan pronto como se extirpa del concepto de revolución la idea de un proyecto y de una vanguardia. En efecto, se puede hablar del éxito, o del fracaso, de un proyecto diseñado para alcanzar tal o cual resultado, lo consigue o no lo consigue, pero nunca hubo ningún proyecto de Mayo, este simplemente aconteció. No cayó del cielo, por supuesto. Tuvo múltiples causas, cadenas de pequeñas causas entrelazadas donde no se debe menospreciar en absoluto el papel del azar y de las casualidades totalmente fortuitas, pero fue, literalmente, un acontecimiento. Es decir, algo que no está precontenido en sus condiciones antecedentes, sino que se crea de forma original a partir de esas condiciones, pero sin estar determinado por ellas, o sea, innovando, y abriendo una discontinuidad en el tiempo socio-histórico. Si Mayo sigue rondando la memoria colectiva es porque demuestra que una irrupción desestabilizadora e innovadora, siempre puede acontecer, aun cuando nada permite anticiparla. No surge como el desenlace de un proyecto. De hecho, si los grandes acontecimientos subversivos siempre nos sorprenden, es porque nunca acuden a la cita fijada por un proyecto. Por decirlo de alguna forma, cuando son auténticos, los estallidos revolucionarios son como una página en blanco. Una página en blanco que hay que rellenar sobre la marcha, y si esa página ya está escrita, es entonces cuando no se produce absolutamente nada, nada que sea verdaderamente relevante; como mucho, unas simples substituciones en la cadena de mando. Se han expresado fuertes críticas a la improvisación reinante, y a la espontaneidad de las actuaciones. Se ha argumentado que si el movimiento hubiese contado con una agenda clara, unas metas preestablecidas y unas sólidas estructuras organizativas, se hubiese podido encauzar las energías en una dirección que habría permitido derrotar finalmente al enemigo. Claro, pero lo que esa forma de plantear las cosas no alcanza a entender es que fue, precisamente, porque carecía de esos elementos por lo que el movimiento pudo ir avanzando hasta donde llegó —que no fue poco—, en lugar de estancarse en sus primeros pasos. Mayo pudo progresar hasta topar, finalmente, con sus límites porque sabiendo mantenerse en constante movimiento fue construyendo su agenda sobre la marcha: una agenda que no preexistía al inicio de la movilización, sino que se construía, y se rectificaba en el seno del quehacer cotidiano. Fue ese hacer haciendo el que dio vida al movimiento y le permitió sortear con inventiva, uno tras otro, los obstáculos que iban surgiendo en su camino, hasta abrir una brecha en lo instituido para crear espacios de resistencia, de lucha y de una vida distinta. Bien es cierto que Mayo no desembocó en la toma del poder, pero resulta que la cuestión de la toma del poder político nunca estuvo en su agenda porque se trataba de luchar contra el poder, no de conquistarlo, y en eso residió sin duda uno de los elementos clave de su singularidad. Finalmente, si tuviese que resumir en dos palabras cual fue la principal aportación de Mayo, diría que fue, simplemente, la de “haber acontecido”. Porque demostró de esa forma que acontecimientos de ese tipo no eran imposibles, aunque todo indicase lo contrario. Jean-Paul Sartre escribió en 1968, lo cito: “Lo importante, es que la acción tuvo lugar, aun cuando todo el mundo la consideraba impensable. Si ha tenido lugar esta vez, puede reproducirse…”. Por supuesto, reproducir no es repetir, y sería absurdo soñar con una repetición de Mayo del 68. Este no puede acontecer nuevamente porque su repetición negaría su singularidad. No se puede repetir algo que se define precisamente, como lo hizo Mayo, por haber escrito su propio guion, sin tomarlo prestado de ninguna fuente externa. Definitivamente irrepetible, lo realmente importante es que Mayo del 68 se reinventa, sin embargo, en cada gesto de colectiva rebeldía. Aunque, en consonancia con lo que fue su singularidad, es decir, en consonancia con su talante libertario, hay que precisar: “en cada gesto de colectiva rebeldía", sí, pero siempre que ese gesto reivindique su plena autonomía, rechazando cualquier supeditación a instancias dirigentes, o cualquier subordinación a planteamientos surgidos desde fuera de su propia andadura. Está claro que hoy nos hacen falta uno, dos, tres... decenas de Mayos, pero cada uno será sui-generis, será singular y único. Y, ya para concluir, solo me queda desear que alguno de ellos, alguno de esos mayos, no tarde demasiado tiempo en estallar, sea donde sea, aunque, claro, muchísimo mejor si es por aquí cerquita, porque uno ya no está para muchos trotes.
Tomás Ibáñez. Intervención en la mesa redonda Vivencias del mayo francés, en las jornadas de debate sobre Mayo del 68 organizadas por la Fundación Anselmo Lorenzo (24-26 de mayo de 2018)
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Posted: 16 Jul 2018 11:59 PM PDT
Incógnitas
Desde que empezó el 15M decenas de miles de personas se movilizaron en España. Hasta ahí bien. La primera pregunta que me surgió entonces, y que me sigue obsesionando, fue ¿por qué tan pocas? El país estaba en la ruina y lo sigue estando —al menos para esa mitad de la población que le cuesta llegar a fin de mes o que directamente no llega—. Las instituciones de gobierno se encontraban y se encuentran en manos neoliberales o en manos corruptas, de derechas o denominadas de izquierdas, quizá sea lo mismo, al menos el resultado final sí lo es. Entonces, qué ha sucedido y qué sucede. ¿Por qué las personas que se manifiestan no son millones? Racionalizar lo que se dice racionalizar —analizar racionalmente— se puede racionalizar todo. Incluso la idea de un dios es razonable. Muchas personas llegan a la conclusión lógica de que dios tiene que existir porque la vida que les toca en suerte es detestable, aunque no sea de las peores. Por eso afirman que tiene que haber un paraíso que les compense de tanto sufrimiento en la vida terrenal, si no están «jodidos». Yo, particularmente, pienso que hagan lo que hagan están «jodidos», pero me apunto al dicho: «Mejor morir de pie que vivir de rodillas.» En esa línea elucubro que aunque en las manifestaciones, asambleas y concentraciones —pasadas y presentes— hay todo tipo de personas, desde criaturas hasta jubiladas, falta mucha gente de diversos sectores de la población que de manera directa sobrelleva los rigores de los ajustes capitalistas. Cito a algunos. Primero, los hombres y mujeres en paro. Es evidente que no están participando en las luchas de manera masiva. Una incógnita. Segundo, las personas con contratos precarios son legión, sin embargo les parece innecesario organizarse y ejercer unos mínimos de resistencia ante la explotación creciente. Tercero, las trabajadoras con puesto fijo, que permanecen impasibles ante una reforma laboral que en la práctica no solo elimina derechos sino que deja las manos libres a las empresas para despedir a quien quiera, cuando quiera y a bajo coste; lo que significa que en cualquier momento pueden estar en la calle; en los últimos tiempos hacen alguna que otra huelga pero siempre relacionada con incrementos salariales y de manera aislada. Cuarto, la población universitaria no ha ocupado ni movilizado las facultades a pesar de que la enseñanza cada vez va a ser más restringida para las clases desfavorecidas y, lo que es peor, cuando terminen sus carreras, después del esfuerzo realizado, se van a incorporar a las filas del desempleo, y si trabajan lo harán con un contrato miserable. Pero sigamos con el repaso. Quinto, ¿qué pasa con el funcionariado en general? Estos poco se van a mover, parece la única salida de vida estable en el país. Su comodidad les convierte en conservadores, les derechiza, da igual su ideología, el mantener su estatus está por encima de todo. Sexto, ¿dónde está el profesorado? También están bajo la nómina del Estado. Hasta hace no mucho eran bastante combativos. Se han abandonado a la abulia general y se olvidan del personal interino, de la privatización de la enseñanza y del menoscabo de la educación pública. Séptimo; como aparte de mano de obra también somos padres y madres —los que lo sean, claro—, me pregunto si no estamos preocupados por el porvenir de nuestros vástagos. Pues parece que no. También he echado en falta a esa parte de la población «con papeles» de otras nacionalidades que brillan por su ausencia, a pesar de tener unas condiciones de vida mucho peores que el resto de la ciudadanía. Tampoco he visto a los «sin papeles» y eso que en cuanto les coge la policía les interna en un «centro de concentración» para más tarde expulsarlos. Me faltan las abuelas y abuelos, y estos sí, con buen criterio se están cuestionando el porvenir de sus familias y se manifiestan con constancia. Yendo más lejos, dado el precio de la vivienda, comprada o alquilada, tendríamos que ocupar la calle en defensa de un techo digno como derecho inalienable; pues tampoco. En fin, como se ve, mucha tiene motivos para «cabrearse», sin embargo parece que no es así. Analicemos por qué. Pueden existir varias explicaciones para cada caso. No se descarta una tara genética de nacimiento en la mayoría de la población mundial que nos impulsa a la sumisión. También puede que seamos simplemente felices y por tanto nos conformemos con lo que el poder nos da porque no necesitamos más. Pero razonemos antes de llegar a simplificaciones arriesgadas. Tal vez la gente en paro no protesta porque quiere dejar de estarlo y piensa que si acosan demasiado a los poderosos la situación va a ser peor; así que a aguantar hasta que lleguen tiempos mejores, es decir, la siguiente burbuja especulativa, o acabar en la indigencia durante la espera. Las personas con contratos precarios es posible que callen por temor a que los echen aunque las sucesivas reformas laborales implican que todos los contratos son ya precarios. Aquellas con contratos fijos quizá cierran los ojos y los oídos a la realidad, y sueñan con que la dirección de turno no considere la posibilidad de pérdidas a corto plazo, quiera mantener el beneficio de la empresa a toda costa y se cuestione reducir la plantilla para prevenir ese riesgo. Con respecto a la masa universitaria, lo más probable es que esté dominada por una fantasía de triunfo antes de los treinta años sin más consideraciones, y eviten como la peste la visión de los contratos en prácticas, el «becariado», y el hecho fehaciente de que vivirán con los padres por tiempo indefinido. En lo que respecta al personal de enseñanza, su filosofía es rotunda: «De aquí no hay quien me eche». ¿Que la enseñanza no tiene calidad?, la culpa es de los padres, o del ministerio o de cómo está el mundo. A fin de cuentas, el sueldo lo cobran todos los meses. Pedagógicamente hablando, no tienen ninguna función, la obvian. La desidia les ha liberado de tal responsabilidad. Del resto de funcionarios se puede decir algo parecido con la salvedad de que ignora que en cuanto Macri en Argentina subió al poder, despidió a miles de funcionarios; «cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar», dice el refrán. ¿En unos años su estatus de seguridad estará en riesgo? Tal vez. En cualquier caso, de momento pueden aguantar. Si hablamos de los padres y madres y de la deuda moral que tienen ante sus hijos, de dejarles un mundo mejor, está claro que hace tiempo que han tirado la toalla por muchas de las razones ya expuestas, sea cual sea su posición social. Viven al día, temerosos de perder lo poco que tienen, aunque muchos de ellos no posean nada porque lo deben todo. Las personas «inmigrantes» bastante tienen con sobrevivir; el problema es que cada vez la situación va a ir a peor y perderán hasta el derecho a tener derechos. No obstante, también sueñan con que las cosas cambiarán para bien. ¿Por qué no? En el fondo, todos estos sectores desmovilizados, esperan «el milagro de los panes y los peces» porque no existe otra explicación. Se encomiendan al altísimo (inclúyase también a PP, Cs, PSOE, Podemos, PNV) y confían en la máxima de que «dios premia a los buenos y castiga a los malos». ¿O era «dios premia a los malos y castiga a los tontos»? Si nos damos cuenta, en toda esta argumentación hay una construcción irracional: desear que las cosas mejoren porque sí, que la situación cambie por arte de magia, o confiar en que instituciones, partidos o personas, nos mejoren la calidad de vida sin pelear. Nos hemos olvidado de la máxima: «La libertad no se pide, se conquista». Llegados aquí queda responder a algunas preguntas, quién pueda: ¿Somos conscientes de que nos autoengañamos? ¿Estamos tarados o tenemos algún tipo de déficit intelectual que nos hace permanecer inmunes a las agresiones de quienes nos oprimen, siempre los mismos? ¿Somos felices a pesar de los pesares? Evidentemente, no tengo las respuestas y eso me aturde. Solo puedo añadir lo que un conocido cercano, de intelecto agudo, me comentó un día sobre la felicidad lo siguiente: «En este mundo solo los gilipollas son felices». Pincha aquí para bajar el número 36
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