Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- La política y la sociedad del espectáculo
- Sigue helando en primavera
- [Madrid] Charla: ¿Cómo hacer objeción a las mesas electorales?
- Elecciones: discursos, legitimidad y poder político
- Cuarta jornada estatal de lucha contra las listas de espera 25 de abril de 2019. LAS LISTAS DE ESPERA MATAN
Posted: 17 Apr 2019 10:44 AM PDT
En no pocas ocasiones, escuchamos mencionar que vivimos en "la sociedad del espectáculo", a veces, da la sensación, sin conocer en profundidad lo que tal concepto significa; un escenario social y político en el que se nos colocan una serie de imágenes para no observar la auténtica realidad.
Recordemos que Guy Debord es uno de los fundadores, y con seguridad el nombre más conocido, de la llamada Internacional Situacionista, es posible que uno de los últimos y más interesantes pensamientos críticos de la Modernidad. Este movimiento, uno de los impulsores junto al anarquismo del Mayo del 68, fue capaz de realizar una primordial crítica a las grandes ideologías modernas y observar la miseria de la vida cotidiana en las sociedades occidentales. Cuando, en 1967, Debord escribe el ensayo La sociedad del espectáculo en las sociedades modernas avanzadas existe un reinado de la economía de mercado, que empuja a la gente a establecer su vida social en base a representaciones. Es muy posible que, cuatro décadas después de aquel análisis de Debord, con la auténtica revolución informativa y tecnológica que se ha producido, el nuevo escenario no haya hecho más que exacerbar aquella situación. No nos enfrentamos a una realidad concreta, nuestra vida está mediatizada por las imágenes. Desgraciadamente, gran parte de los integrantes de las nuevas generaciones parecen totalmente determinados por esta sociedad del espectáculo.
La política, por poner el ejemplo más evidente, pero también el conjunto de la realidad, constituyen un espectáculo interminable, producido y transferido por una serie de códigos y formas. Así, los diferentes ámbitos de la vida serían una especie de escenario donde se nos convoca a todo para asistir como observadores; nuestra mirada se ve seducida y nuestro deseo colonizado, no por las experiencias de la vida real y concreta, sino por una interminable sucesión de representaciones. Por supuesto, Rajoy en su crítica a la estrategia de Pablo Iglesias, ambos importantes actores en este escenario al que pretenden que acudamos como meros espectadores, utiliza frívolamente el concepto de "sociedad del espectáculo", desprendido de su importante significado y hondura crítica. El capitalismo avanzado es tan poderoso, que es capaz de convertir en "espectáculo" incluso las propias teorías críticas. Es posible que Debord, con teoría espectacular, vaya incluso más lejos que el concepto de alienación, que elaboraron autores clásicos como Marx como inherente a la sociedad capitalista. Insistiremos en que el espectáculo no es un simple factor más, sino que se apropia del conjunto de la actividad social; desde la política, o cualquier otra disciplina artística o incluso científica, hasta la vida cotidiana de las personas con sus anhelos y relaciones afectivas. La realidad acaba siendo sustituida por su imagen, y en ese proceso la imagen termina por hacerse real provocando comportamientos reales.
Lo que Debord denominaba "poder espectacular" adoptaba en 1967 para él dos formas: la concentrada y la difusa. La primera, la concentrada, sería propia de los sistema totalitarios, fascistas o estalinistas, en los que se otorga prioridad a una ideología aglutinada en torno a una personalidad dictatorial de carácter espectacular. La segunda, la difusa, incitaba a los trabajadores a escoger libremente entre una gran variedad de las nuevas mercancías; sería propia de la democracias burguesas consolidadas y vendría a ser una muestra de la influencia estadounidense en el mundo. Dos décadas después, en Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, el propio Debord reconocía una nueva forma, consecuencia de la combinación de las otras dos, aunque con base en la que se había manifestado como la más fuerte, la difusa. Esta nueva forma es lo espectacular integrado y se impondría paulatinamente a nivel global. La forma de lo espectacular integrado ha sabido emplear una y otra cualidad de las dos anteriores de forma amplia. En el aspecto de la forma concentrada, su centro director permanece oculto, de forma que ya no hay un líder evidente y conocido o una ideología clara. En lo que respecta a la forma difusa, si anteriormente era incapaz de aglutinar el conjunto de las conductas y objetos producidos socialmente, ahora no es así. En las dos formas previas, al espectáculo se le escapaba parte de la sociedad, en mayor o en menor medida, hoy no se le escapa nada. La sociedad moderna de lo mercantil impregna prácticamente todo en la vida social, no se le escapa nada. Las personas acuden a este representación interminable como meros espectadores pasivos.
La producción de la sociedad del espectáculo se ve incrementada por los avances tecnológicos de las últimas décadas, constitutivos de la sociedad capitalista avanzada, ya que los escenarios para las imágenes son ahora múltiples y variados. Otro importante rasgo de la sociedad moderna espectacular es la fusión de la economía con el Estado, hasta el punto de que es uno de los auténticos motores de desarrollo, en la que ambos ámbitos logran un progresivo beneficio, que favorece además la sociedad del espectáculo. Hay otros tres mecanismos, que Debord observa como instalados y favorecedores igualmente de la producción espectacular. El llamado secreto generalizado, ya que la enorme cantidad de imágenes e información producen una falsa sensación de transparencia en la sociedad del espectáculo; consumimos imágenes sin cesar, pero las decisiones de poder se toman de forma discreta en algún lugar desconocido para el común de los mortales. La llamada falsedad sin réplica es otro de los factores, ya que el espectáculo no permite contestación alguna; no no es posible cambiar muchas veces de espectáculo, ya que estamos íntimamente comprometidos y no no es posible eliminarlos ni cambiar de canal. Un mecanismo, primordial y especialmente significativo en España, es el llamado presente perpetuo. La producción espectacular tiene el afán permanente de seducir el deseo presente, no existe el pasado: probablemente, uno de sus objetivos primordiales sea ese, acabar con el pasado. Tal vez, esto explique la absoluta falta de memoria histórica de este país: no ya sobre lo ocurrido en la Guerra Civil, que se observa como un difuso acontecimiento que acabó enfrentando a "hermanos" (desprendido del más minimo análisis histórico, político y social), también sobre los hechos de hace escasas décadas, alabando a políticos y políticas que, tan sencillo como eso, no han conducido al desastre en que nos encontramos en el presente si establecemos un hilo histórico. Un presente, ensanchado y repetido, que no por casualidad acaba seduciendo frívola y espectacularmente a nivel político a gran parte de la sociedad.
Capi Vidal
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Posted: 17 Apr 2019 10:27 AM PDT
Apuntes al respecto de la crisis que viene y de la que perdura
Iniciamos 2019 con una perspectiva sombría entre nuestra gente. La crisis económica permanente en la que vivimos hace imposible pensar a largo plazo para nuestras vidas particulares. Sin embargo, cuando compartimos espacio con los compañeros y compañeras se hace inevitable compartir inquietudes por la incertidumbre de los tiempos que vivimos. Estas líneas quieren reflejar algunas de las certezas que, a pesar de todo, pensamos que es bueno compartir.
ES EL FIN DE ALGO, TODAVÍA NO SABEMOS DE QUÉ
La crisis económica que arrancó el 2008 dejó claro a todo el mundo que las cosas podían ponerse muy feas. La economía mundial ha cambiado poco desde entonces, por eso hoy nos encontramos ante una economía de nuevo en recesión.
A escala europea, la reordenación que siguió a la crisis de 2008 impuso sobre la periferia de Europa condiciones de sumisión políticas y un nuevo reparto en la división del trabajo. O más bien, una mayor rigidez en una división del trabajo establecida desde Bruselas hace casi medio siglo. La parte que nos toca a las sociedades del sur es ser, por un lado, graneros de recursos energéticos, agroindustriales y de mano de obra barata; y por el otro, parques temáticos para uso y disfrute de las sociedades más industrializadas.
El sector industrial español se mantiene como una bomba de recursos desde nuestros pueblos hacía los centros económicos globales, dado que está compuesto mayoritariamente por capitales extranjeros que aprovechan la dependencia política que han generado a su alrededor para esquilmar nuestros recursos: nuestro tiempo de trabajo, nuestro suelo, nuestro aire…. Es el caso del sector de la automoción, un sector que funciona porque el Estado español y sus sucursales regionales han hecho lo posible para no perder los beneficios políticos que les supone tener sometidas a poblaciones enteras al poder de un pequeño grupo de empresas que luego trasladan sus beneficios de vuelta a sus centros de poder.
2018 ha sido un mal año para este sector, ya de por sí vulnerable. La paralización de los mercados mundiales ha lastrado los resultados de este pasado año. Además, se ha visto perjudicado por el ascenso de una nueva burbuja inmobiliaria. La voracidad inmobiliaria vuelve a coger fuerza una década después, una vez eliminada la competencia que podían hacer las cajas públicas. Ahora, los grandes capitales operan sin problema en las grandes ciudades en las que controlan sin rival el “mercado inmobiliario” como otro sector desde el que vampirizar a la población, extrayendo recursos de la gente por el mero hecho de habitar en una zona y a la vez alimentando la imposición de la turistificación de nuestro entorno.
No podemos dejar de ver aquí lo ocurrido en Madrid con la Operación Chamartín, una operación inmobiliaria promovida desde la banca privada para liberar suelo para el negocio inmobiliario en unas condiciones de escándalo, por los favores realizados, al BBVA, para vergüenza del “municipalismo de izquierdas”. Pero no sólo. En nuestra realidad local (Valladolid, para más señas) el ritmo de construcción de viviendas corre en paralelo al del aumento de los precios de la misma y a la vez, la operación “no-soterramiento” que las izquierdas locales han defendido desde al Ayuntamiento contempla un aprovechamiento inmobiliario en los actuales talleres ferroviarios de Delicias equiparable a todo el barrio de La Victoria.
Diríamos que “todo vuelve”, que “la historia se repite”. Pero sabemos que no es así. Que haya sectores de la patronal pretendiendo rememorar sus buenos años va en su naturaleza. El problema es que no estamos ni en 1970 ni en 1990. Los problemas señalados de la economía mundial tienen explicaciones coyunturales que resultan inquietantes, pero los problemas estructurales que tiene el sistema económico mundial son insalvables. Estos problemas estructurales son en parte propios y en parte ajenos al sistema económico.
Es ajeno al sistema económico, por su propia definición de máquina ciega de generar beneficio, lo que está haciendo con las bases materiales de la vida. La aniquilación de especies, el impacto en el clima y la devastación ambiental son manifestaciones de la degradación del entorno que sostiene la vida en el planeta tal y como la conocemos. La economía capitalista actualmente amenaza con impedir la propia supervivencia de nuestra especie al volver el planeta inhabitable. A la vez, el rendimiento que la economía saca de los recursos naturales cae desde hace una década y por primera vez desde la industrialización del siglo XIX. El cuello de botella por el que el capitalismo está pasando lo imponen los recursos energéticos fósiles, cuyo declive mundial certificado en 2006 marca las olas de inestabilidad que se dan coyunturalmente en las economías particulares de cada región. Este cuello de botella obliga a pasar de una economía consistente en competir por una mayor tasa de crecimiento a una economía de reparto de parcelas de un poder que decrece. Cómo se traduce esto al día a día es algo que vemos a través de los movimientos geopolíticos de los estados capitalistas, pero también en actuaciones más concretas, como la tentativa de los gobiernos europeos de perseguir el consumo particular de gasóleo para beneficiar a los consumidores agro-industriales. Como sabemos, la respuesta a esta tentativa ha sido una imparable rebelión en Francia y una amenaza velada por parte del poder industrial automovilístico español de desinvertir en sus fábricas. Ambos movimientos juegan en el campo de la lucha de clases un reparto de la riqueza energética fósil ya en declive, en el caso francés en favor del pueblo y en el español en favor de la patronal del motor.
Pero la lógica interna del sistema también está mostrando sus costuras. La automatización generalizada de las últimas décadas obliga a una competencia feroz entre empresas por menores beneficios en una huida que ya ha recorrido el mundo. Siendo los beneficios el motor de la acumulación capitalista, que las “revoluciones industriales” tercera y cuarta (informática y automatización respectivamente) estén haciendo desaparecer los beneficios marginales de los procesos productivos condena a este sistema a mutar hacía otra cosa. Esta realidad se impone por encima de las estrategias particulares que en cada sector o empresa se quiera adoptar, si bien por lo general quienes tienen el poder económico están optando por lanzar una ofensiva de desposesión contra las clases trabajadoras para asegurarse el control sobre lo poco que va cayendo.
Ante esta situación, lo que es previsible es que lo que hemos vivido tras la crisis de 2008 se quede como la nueva normalidad en lo que evolucionamos hacia un capitalismo desconocido…u otra cosa.
LA DESCOMPOSICIÓN ES CRUCIAL PARA LA VIDA, PERO HUELE BASTANTE MAL
El efecto del declive civilizatorio generalizado originado por la crisis estructural de la acumulación capitalista tiene un reflejo en los sistemas políticos que administran esta acumulación. Los estados, fieles a su función de asegurar la continuidad de lo existente, no llevan bien la incertidumbre ante el cambio. La crisis por el control de los estados barre el planeta, abriendo una nueva oleada de cambios políticos que sustituye a la que inauguraron hace 40 años el cuarteto Thatcher-Reagan-Gorbachov-Xiaoping.
La época de los gobiernos del neoliberalismo nos ha dejado elementos que ahora tienen que volver a encajarse:
- Un sistema-mundo global, que integra la totalidad del planeta, con sus instituciones políticas e ideológicas globales. Desde la ONU a la OMC, los conceptos hijos de esta globalidad han marcado hasta hoy las políticas de todo el planeta: desarrollo sostenible, gobernanza, libre mercado…
- Un sistema económico global, enmarcado en instituciones de escala mundial (como la mencionada OMC) o continental (con la UE a la cabeza) que ha ido suplantando a los estados-nación anteriores.
- Un equilibrio interimperialista frágil que se ha sostenido estas décadas sobre una dominación militar que cae en cascada desde el gran poder militar mundial hacía el resto de países.
Esta fase expansiva obedeció a la pujanza de las clases altas de los países centrales que tras los años 70 encontraron en los negocios financieros un nicho de beneficios que entonces no concedía ningún otro sector. La naturaleza del sector financiero le obliga a su mundialización, por lo que el poder que confiere el sector financiero a una élite organizada globalmente ha sostenido el entramado institucional global hasta que el sector financiero implosionó en 2008. Desde entonces, las fisuras en ese poder de clase se dejan entrever en los distintos escenarios en los que esta se magnificaba anteriormente. Las cumbres globales no terminan o son meras representaciones teatrales-no hay nuevos acuerdos mundiales de comercio desde el 1994-, se han desatado guerras comerciales contra China y Rusia y el poder militar de EEUU ha quedado muy cuestionado tras su intervención en Ucrania, Siria…y sus intentos de intervenir en Venezuela.
En Europa esta descomposición se manifiesta a nivel interior de los países y a nivel global de la unión. Una unión que asume su declive, con países queriendo salir y crisis de calado sin resolver por el empuje de fuerzas internas dentro de los estados, como la de los refugiados. El desinterés de las clases poderosas de cada nación que conforma la UE por este proyecto va en aumento, debido a la perspectiva que comparten de que hay que atesorar todo el poder posible antes de que empiece la caída.
No nos hace falta irnos a Francia, Alemania o Italia. Con los países peninsulares, sus estados y sus élites tenemos suficientes ejemplos para ver lo que está pasando. La descomposición global se traduce a pequeña escala de manera diferente en cada país ibérico, porque sus estructuras de clase son completamente distintas. Allí donde hay sociedades con clases burguesas y tejido industrial propio, los intereses de estos sectores han permitido que haya una expresión políticamente rentable del hecho nacional consustancial a estos países. Sería el caso catalán, vasco y en menor medida gallego y valenciano. Otros territorios se encuentran, salvando las diferencias que imponen las diferencias institucionales, en una deriva política marcada por la enorme brecha entre unas clases trabajadoras depauperadas, migrantes e hiper-concentradas en zonas urbanas y unas élites rentistas insertas en los circuitos de poder internacionales, gracias a su vinculación con el poder financiero a través de sector inmobiliario. Esta caracterización sirve para explicar lo que ocurre en Portugal, Castilla o Andalucía.
El caso castellano, en el que estamos inmersos, la brecha política abierta con la aparición de sectores a la derecha del PP (dentro y fuera del partido) refleja el conflicto existente principalmente entre las élites urbanas y rurales. El que hasta ahora era el espacio común en el que se repartían el poder las clases rentistas del campo y la ciudad implosiona en facciones internas que dan vigor a las expresiones políticas aparentemente nuevas.
En esta época de conflicto ha emergido una fuerza vinculada a las clases medias universitarias, excluidas de los circuitos económicos principales, que ha llevado a conseguir algunas parcelas de poder a fuerzas que nacieron tras el declive del movimiento popular de los años 2011-2014. El municipalismo de izquierdas y Podemos es una expresión política de una capa social despojada de poder económico que intenta insertarse en unas instituciones que están patrimonializadas por una “aristocracia obrera” criada bajo el ala del PSOE: funcionariado, profesorado, servicios públicos… Mientras tanto, la clase trabajadora carece de fuerza propia como viene ocurriendo en las últimas décadas.
Esta ausencia de expresión política se explica en parte porque el Estado ha generado instrumentos de cooptación que inhiben la organización propia, cuya principal expresión sería la concertación social que realizan CCOO y UGT a través de un modelo sindical a medida.
Y es que, aunque resulte sesgado y tenga limitaciones, la representación de las clases sociales y su reparto del poder tienen bastante relación. Obviamente, el sistema político estatal no busca representarnos. La política se hace para repartir el poder de la sociedad. La representación de sectores, ideologías y valores es un medio para alinear a las masas detrás de determinados proyectos de clase en una disputa por el poder. Por eso, cuando señalamos la composición de clase de las distintas fuerzas políticas que operan en nuestra sociedad, lo que estamos viendo reflejado son los conflictos de clase que realmente van a determinar nuestro futuro en ese escenario de reparto forzado de unos recursos limitados.
Otra cuestión es entrar en leer las posiciones ideológicas, culturales o programáticas de cada sector político presenta ante el público. Sin quitar importancia a la batalla cultural que se libra en la sociedad bajo las posiciones políticas de cada partido, creemos que atender en exceso a esta batalla cultural nos quita capacidad de atender a las verdaderas cuestiones que están en juego. Los movimientos sociales, populares y antagonistas en los que participamos sufrimos un desgaste inasumible combatiendo posiciones ideológicas que se lanzan de manera perversa desde facciones políticas concretas. No es ser conspirativas decir que hay lobbys promoviendo que el movimiento popular asuma causas que le son ajenas, o que se fraccione en conflictos magnificados. No podemos olvidar la irrupción de grandes imperios empresariales basados en el análisis de datos, que se lucran con estudiar el comportamiento de la población para dirigir mensajes concretos que permitan gobernar, esto es, “conducir las voluntandes”.
En el caso del movimiento feminista hemos visto como tras unas demostraciones de fuerza popular imparables en 2018, se lanzaba una contraofensiva para desviar al movimiento hacia posiciones punitivistas, esto es: que el movimiento feminista dejara de pelear por una transformación social y se limitara a conseguir un estado aún más represivo, con la defensa de la cadena perpetua. Nos ocurre también, en el mismo movimiento, con la magnificación del conflicto entre tendencias con temas como la prostitución o la transexualidad, cuando hay suficientes consensos como para mantener espacios de movilización comunes. La intromisión de este tipo de polémicas y posiciones en el movimiento no se produce por una legítima posición de los sectores implicados, sino por el bombardeo de mensajes que se inoculan desde quienes controlan los medios de comunicación.
BATALLA DE IDEAS
Hemos dicho aquí que nuestra obsesión por derrocar a quienes sostienen posiciones aparentemente contrarias a las nuestras es, hoy por hoy, una vía de desgaste inasumible para quienes pelean por la transformación de la sociedad en un sentido liberador y en defensa de la vida. Porque la batalla cultural, simbólica o representativa obvia los intereses de clase que se ocultan tras las posiciones políticas, aunque estas nos sean simpáticas.
Pero no por ello vamos a dejar pasar de largo la batalla de ideas. Circula por nuestro entorno una consigna que no por repetitiva se hace menos falsa: “a los obreros no les interesan los carriles bici, ni los gays, ni el veganismo, ni …” En un intento por acercarse al amorfismo político que, como hemos señalado, caracteriza a las clases trabajadoras, se hacen fuertes posiciones reaccionarias en base a acusar a “la izquierda” de haber abandonado la representación de la clase obrera en favor de “las minorías”. Lo decimos desde ya: esas posiciones son reaccionarias. Pero vamos a entrar al fondo de la cuestión:
1- La clase obrera, como tal, no va a organizarse bajo la tutela de ninguna forma política preestablecida, como las otras clases sociales tampoco lo hacen. La organización de clase adopta formas, registros, códigos muy variados, pero que no se confunda la parte por el todo: la estética que envuelve a los partidos que representan a los intereses de las otras clases no ha emergido de dichas clases y no tiene por qué tener relación. Un partido ideológicamente conservador puede en un momento dado ser el valedor de los intereses más claros de las clases desfavorecidas, porque hay cierta independencia entre los valores que se enuncian y los intereses materiales que en la práctica se ponen en movimiento. Que nadie espere que si emerge una organización masiva de clase obrera lo haga con una bandera roja y negra. Aunque si ocurre, bienvenido sea.
2- La reducción de los intereses de “los obreros” se usa para descartar posiciones en temas particulares que se salen de la agenda de quién utiliza la consigna. Pero esa operación de reducción encierra un mecanismo de simplificación tan perverso como reaccionario. La lógica que se oculta bajo la idea de que “los obreros son más simples que todo eso” es muy sencilla: los obreros lo que quieren es dinero. Y esta enunciación la firma cualquier economista burgués, cualquier banquero, cualquier empresario. Porque esta “verdad revelada” no es otra cosa que la ideología del capitalismo más descarnada.
Confrontamos esta idea porque nos parece que representa un estado de ánimo. Un estado de ánimo de derrota. Un sentido común que dice que las clases populares ya están de facto en manos de un enemigo formidable e invencible. No creemos que sea así, desde luego los datos dicen otra cosa: la clase trabajadora sigue siendo principalmente apática en las elecciones de cualquier tipo. Esto es sólo un indicador, pero ahí está. Por otro lado, dada la necesidad de ampliar el horizonte de lo posible, traemos algunas ideas de los que quieren “los obreros” que contraponer a ese discurso torpe y, repetimos, reaccionario:
1- No queremos dinero. Lo queremos todo. Así de simple. Queremos carriles bici, derechos sexuales, un mundo sin sufrimiento ni explotación y una vida plena.
2- Las personas necesitamos seguridad. Seguridad en que mañana volverá a salir el sol y el cielo seguirá en su sitio, seguridad de que vamos a poder alimentarnos, vestirnos, refugiarnos del frío o del calor. Nos interesa hacer de la seguridad el hilo conductor de nuestra intervención política: queremos seguridad para nuestra gente.
3- Las personas necesitamos pertenecer a un colectivo. Sólo en sociedad nos realizamos. Por eso la soledad que impone el individualismo fruto de la modernidad es devastadora para nuestras mentes. El colectivo al que pertenecemos puede ser más o menos cercano, más o menos concreto y tangible: la familia, la clase, el partido, el país…La necesidad de vincularnos a algo es superior a muchas otras necesidades, incluida la de seguridad. Nos interesa poner la comunidad en el centro de nuestra acción política, explícitamente enfrentada a la comunidad de la mercancía que crea el dinero.
ANARQUISTA, ¿POR QUÉ?
Somos un grupo anarquista. Por eso no nos podemos permitir ser ciegos a la realidad e insensibles a lo que ocurre alrededor. Cuando emitimos comunicados como este lo hacemos con la convicción de que es necesario aportar desde posiciones antagonistas los sentires que nos motivan a continuar con una actividad política libertaria. Que nuestras posiciones se lancen desde un colectivo específicamente anarquista no se debe a una intención de diferenciación y tribalismo ideológico, sino todo lo contrario. Queremos tender puentes, queremos que nuestros análisis y conclusiones sirvan para entendernos con quienes los compartan.
La especificidad de nuestra posición es la hostilidad con las estructuras de la dominación, y en particular con el Estado. No somos especiales en ello, muchas posiciones antagonistas son escépticas al estado por diversos motivos, pero sólo desde el anarquismo la ruptura es total y declarada. Reconocemos que ha habido en el anarquismo un fetichismo del estado, una simplificación inútil de lo que eran y son los estados. Pero no por ello la posición que se ha defendido a dejado de tener validez. Desde el anarquismo se defiende que los movimientos populares conformen fuerzas propias que empujen hacía transformaciones sociales, y en esto no nos diferenciamos de casi ninguna otra fuerza política existente. La diferencia está en que, para el anarquismo, una vez que existe esa fuerza no tiene sentido integrarla en el estado. Esto tiene limitaciones, que conocemos y que hemos vivido. Como también tiene limitaciones, a nuestro juicio más explícitas, integrarse en el aparato estatal.
El futuro está abierto, por eso sostenemos que nuestra tradición política sigue dentro del campo de lo posible y si bien no queremos pecar de ingenuidad suponiendo que la emergencia de un movimiento popular liberador va a venir de la mano de nuestra cultura política, esperamos sembrar en ese sentido.
Ponemos de nuevo el ejemplo del feminismo. En ese movimiento lo valioso es la comunidad que se crea entre personas en principio desconocidas pero cuyo interés por cosas tan básicas como salvar la vida o acabar con la explotación a través de los cuidados son la base de una comunidad que arraiga entre las clases que sostienen el sistema económico trabajando y cuidando, porque son intereses que compartimos. La existencia de esa comunidad de intereses puede mirar más allá de la quiebra del sistema capitalista y hacer realidad nuevas formas de convivencia.
Y este movimiento es una oportunidad, pero de nosotras depende aprovecharla. Tenemos que saber crear y utilizar las herramientas necesarias para cada objetivo que nos planteemos, elaborar una estrategia y crear unas estructuras para que todo el trabajo y vínculos generados no acaben siendo etéreos y estériles, facilitando así la transmisión de experiencias, la continuidad intergeneracional y la creación de proyectos nuevos y más capacitados.
Estos meses estamos siendo ya bombardeados con propaganda electoral, con propuestas a corto y medio plazo. No seremos nosotras quien vengamos con discursos moralistas sobre qué se debe o no se debe hacer.
Asumimos que no tenemos la consciencia colectiva, estructuras (e infraestructura) que nos gustaría para ampliar nuestras capacidades, encontrar las maneras de encontrarnos y crear los presupuestos válidos para tejer las estrategias que nos hagan presentes en la sociedad y que generen nuevas posibilidades de poner en práctica relaciones comunales para hacer posible una determinada organización social en un mundo que ha sido diseñado específicamente para el aislamiento, la soledad y el desencanto.
Así, nuestro papel hoy debe ser fortalecer el contacto directo entre personas y colectivos cuyos intereses van a ser los más justos y necesarios de defender, los intereses de la mayoría social que trabaja y cuida. Un contacto sin intermediación, ni de banderas ni de códigos de conducta preestablecidos. De ese contacto es del que puede salir una comunidad de intereses, que se convierta en una comunidad de lucha, que se convierta en una fuerza social por el cambio. En este sentido, el vacío existente en la constitución de un movimiento político que encarne los intereses de la clase obrera es una oportunidad y una responsabilidad que debemos afrontar, como ya hizo antaño el anarquismo más pragmático. Sin atajos: encarnar los intereses de una clase social heterogénea y diversa no es hacer un programa y repartirlo en un panfleto. Es una responsabilidad mucho más grande y nuestro trabajo es asumir esa responsabilidad en cada lucha que llevemos a cabo.
Valladolid, abril del 2019
grupoanarquistacencellada@riseup.net
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Posted: 17 Apr 2019 10:09 AM PDT
Charla a cargo de las compañeras del MOC: ¿Cómo hacer objeción a las mesas electorales? En esta charla pretendemos dotar de las herramientas y conocimientos necesarios para hacer con tranquilidad y confianza objeción a las mesas electorales.
25 de abril de 2019 a las 19:30 h en Librería Malatesta (C/ Jesús y María, 24. Madrid)
Organiza: Grupo Anarquista Apoyo Mutuo
Frente a las elecciones, Abstención activa
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Posted: 17 Apr 2019 06:38 AM PDT
Introducción. Con la organización y la movilización, se subvierte al poder político y económico.
El Estado no es capaz de resolver nuestros problemas como trabajadores. Esta afirmación podemos reforzarla a nivel histórico y a nivel actual. Este año se han cumplido 100 años de la histórica huelga de “La Canadiense”, donde, tras una larga lucha, se consiguió el establecimiento de la jornada de ocho horas en España. Nosotros no creemos en la mitificación de ciertos sucesos históricos, pero sí en el uso material que tiene aprender de luchas y experiencias pasadas que han condicionado la realidad actual. Lo ponemos de ejemplo para reforzar nuestra afirmación por la importancia que tiene, dado que se consiguió a través de la movilización y la organización al margen del poder político, no a través de la benevolencia de los poderes económicos y políticos. Sin embargo, a día de hoy es casi un lujo tener una jornada laboral de 8 horas al día y 40 horas semanales. Mirando la actualidad, aun siendo menos ambiciosos y algo posibilistas, ponemos de ejemplo el movimiento 15M, que consiguió despertar conciencias y fue germen de movimientos asamblearios como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que ha logrado conquistas en respuesta a la violencia que ejercen los bancos contra los desahuciados, o la lucha feminista en torno a las movilizaciones del 8 de marzo, que ha subvertido el discurso dominante, ha visibilizado el problema real de la desigualdad de la mujer en el mundo laboral y la violencia social que ejerce la sociedad patriarcal, alterando las agendas de los partidos políticos.
Son este tipo de movilizaciones las que han conseguido y consiguen cambiar el panorama social. En el entorno laboral, la huelga es la mejor herramienta con la que contamos los trabajadores para conseguir mejoras o defender las condiciones laborales contra las agresiones de los empresarios, como fue el caso de la huelga de la Canadiense y la conquista de las 8 horas. Las organizaciones y las movilizaciones sociales al margen del poder político son las que han conseguido frenar la sangría de los desahucios, conquistar la dignidad de la mujer o contrarrestar el discurso del poder dominante. Y es importante señalarlo, dado que mientras estas movilizaciones ocurren, ningún partido ha hecho absolutamente nada por los derechos políticos y sociales de los trabajadores. Al contrario, han seguido legislando en contra. No se ha derogado la reforma laboral, no se ha derogado la ley mordaza, el sistema de pensiones se sigue tambaleando, se sigue fomentando la sanidad privada frente a la pública, se ha endurecido la Ley de Enjuiciamiento Civil, la Ley de Enjuiciamiento Criminal y el Código Penal en lo relativo a la ocupación para fomentar los desahucios exprés, y un largo etcétera.
No es nueva la clásica denuncia que hacemos los anarquistas contra el Estado. Pero, con los ejemplos que hemos aportado anteriormente, seguimos afirmando con rotundidad que el Estado solo legisla en beneficio de los intereses del poder económico. Un poder económico liberal que vive a costa del sudor de los trabajadores de todas las partes del mundo, que ha recibido una mejor educación en colegios de élite, que está organizado, que sabe cómo influir en las altas esferas políticas en pos de sus intereses y contra los intereses de los que realmente generamos la riqueza de la que gozan: de nosotros, los trabajadores.
A través de las elecciones y la democracia representativa, se legitima el engranaje de la dominación del poder político y económico, y el monopolio de la violencia. La historia nos demuestra que las conquistas sociales se han hecho y se hacen organizándonos, luchando en la calle, en los puestos de trabajo, en las aulas etc., y que ir de la mano del poder político y económico solo nos lleva a la pérdida de derechos, a la derrota y a la destrucción del planeta.
Discurso y poder. Nada existe fuera del discurso dominante.
Nada existe fuera del poder dominante. Los discursos, ya sean de los anarquistas o de cualquier otro movimiento social o ideología que pretenda superar el capitalismo, se marginan si están fuera del poder dominante.
En la televisión, la radio o la prensa escrita o digital hay un discurso de consenso que se repite continuamente en la totalidad de los medios. En las redes sociales, aunque una vez hubo un hueco donde pudo emerger un contradiscurso que ha tenido calado, este ya ha sido tumbado. Bulos y otras fake news financiadas por el poder económico propagan el racismo y el desconcierto, y desvían cualquier tipo de atención hacia el discurso del poder.
El discurso es mucho más potente y está mucho más desarrollado que hasta hace prácticamente medio siglo. Que el Estado ejerce el monopolio de la violencia no es algo que nos hayamos inventado de pronto los anarquistas, ya lo dicen diversos autores de la sociología clásica del siglo XIX. Pero a la hora de utilizar esta afirmación como argumento para mostrar las injusticias que hay detrás de cargas indiscriminadas y detenciones de manifestantes por derechos que son legítimos e incluso constitucionales, se nos degrada y desprecia prácticamente sin ningún argumento más allá de que están legitimados para ello porque les han votado. Y si intentas aun así justificar tu posición, se reforzarán, te señalarán como parte culpable de los problemas que nos azotan, te llamarán loco, te humillarán y despreciarán. Todo aquello que no forme parte de esta estructura de pensamiento y acción se categorizará de forma peyorativa, con toda la carga de prejuicios posible, y se excluirá. Esto es así porque a través de un conjunto de reglas inconscientes, el discurso determina los límites de nuestro pensamiento y nuestra acción. Así, está determinado desde el primer momento quién puede hablar y quién no.
Aun así, no creemos que la mejor forma de afrontar esta situación sea a través del aislamiento o de eslóganes vacíos. Creemos que se puede subvertir y superar el discurso dominante con ideas firmes y una práctica coherente con nuestra forma de pensar. Las elecciones les dan legitimidad dentro de las reglas del juego de la democracia representativa, pero una puesta en práctica firme y coherente durante el resto del tiempo es la clave para construir alternativas económicas socialistas, y conseguir la igualdad social.
Apoyo, poder y legitimidad: las elecciones.
Dentro de las reglas del juego de la democracia representativa, la legitimidad es crucial para que cierto partido puede ocupar el poder político. Durante el periodo histórico absolutista, y en España hasta no hace mucho tiempo, los monarcas (y Franco en España) encontraban la legitimidad en una divinidad, en Dios. Lo que hace dos o tres décadas llamaban “poder del pueblo”, es esa legitimidad que necesitan los partidos políticos para gobernar en los modernos Estados-nación. Es a través de ese apoyo que le dan los votantes en las elecciones, como pueden formular y ejecutar objetivos políticos. Da igual qué objetivos políticos sean. Los partidos forman programas para convencer al votante. Después del ritual, ya no necesitan justificarse ante sus votantes a la hora de ejercer políticas que atenten contra lo que una vez prometieron.
Para que acudamos a votar, existe una parte importante del discurso que viene determinada por el sentimentalismo. A través del proceso ritual que son las elecciones y la participación en ellas, las personas tejen vínculos emocionales decisivos con el Estado. Muchas personas pueden quejarse día tras día de la represión, las trabas burocráticas, etc., pero se sigue acudiendo a las urnas por ese vínculo emocional con el Estado, con la esperanza de que las cosas cambien, o no. Este vínculo con el Estado, este símbolo que es el hecho de votar, sacraliza la legitimidad del poder político.
Al margen de cualquier vínculo sentimental, el Estado es un conjunto de instituciones que se soportan mediante la legitimidad. A través de su simbología, se perpetúa en el tiempo. El poder económico sigue sosteniéndose a través del poder del Estado, del discurso, y del monopolio de la violencia. Los empresarios, para seguir anclados en el poder, invocan el nacionalismo y usan el racismo para dividir a la clase trabajadora mientras siguen viviendo del trabajo de todos nosotros.
Abstención o no, lo importante es la movilización.
Como anarquistas llamamos a la abstención activa. Esto es, a no participar en el ritual de la democracia representativa y a no olvidarnos de todo durante otros tantos años, hasta las próximas elecciones. Defendemos que las cosas cambian mediante la organización, la movilización y la subversión en todos los ámbitos económicos y sociales de nuestra vida. También somos realistas y conscientes de que las cosas no van a cambiar por no ir a votar un día, pero sí creemos que es necesaria la toma de conciencia de lo que pasa a nuestro alrededor, ya que es cosa de todos el acabar con las injusticias sociales y la desigualdad económica.
La concepción del Estado y la religión son muy similares. Es la cosmovisión de una realidad con la que nos han educado desde jóvenes. Son conceptos que suponen un dogma de fe, más allá de los que no podemos ver, dado que las cosas son así porque así están establecidas. Esto queda reforzado por unos patrones culturales heredado del concepto de Estado-nación nacido en el siglo XIX, que hacen que formemos parte de una ideología y un orden de sociedad establecido por el poder político y económico a lo largo de los siglos.
Nosotros los anarquistas somos contrarios a ese orden social en el que nos han enseñado a creer desde pequeños. Al contrario de lo que afirma el discurso dominante, no somos antisociales ni violentos; al contrario, defendemos el apoyo mutuo entre los seres humanos como el mejor mecanismo de lucha. Además, intentamos subvertir la economía capitalista desde sus cimientos y/o construir estructuras horizontales y federalistas para crear alternativas productivas socialistas. Son el Estado y el capitalismo quienes ejercen el monopolio de la violencia, fomentan conflictos armados, crean estructuras de desigualdad y dominación, y fomentan una concepción de la vida individualista, nihilista y destructiva, para sacar el mayor beneficio posible con el mínimo esfuerzo.
Para acabar con el paro y la precariedad laboral, para luchar contra la privatización de la sanidad y la educación, defender unas pensiones justas que vienen del trabajo realizado durante toda nuestra vida, acabar con las guerras que asolan el mundo, acabar con la deforestación y la destrucción del planeta, y, en definitiva, acabar con las desigualdades económicas y sociales que genera el Estado y el capitalismo, solo nos queda la organización, la movilización y el trabajo en positivo constante al margen de partidos políticos y estructuras del poder dominante.
Por la anarquía
1 Mijail Bakunin. Dios y el Estado. Ed. Terramar Ediciones. Pags. 119 – 120
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Posted: 15 Apr 2019 09:54 AM PDT
En Madrid manifestación el 25 de abril de 2019 a las 19 horas desde la Consejería de Sanidad (C/Aduana) hasta la Puerta del Sol, MOVILÍZATE CONTRA LAS LISTAS DE ESPERA, LAS LISTAS DE ESPERA MATAN.
Según la Administración Sanitaria, casi 600.000 personas están en lista de espera quirúrgica en todo el estado. En 2008 eran 364.000, lo que indica que en estos años de recortes el número casi se ha duplicado. En cuanto a la lista de espera diagnóstica, casi 2 millones de personas esperan una primera consulta con el especialista.
Sin embargo, estas vergonzosas cifras no son reales. El sistema utiliza diferentes estratagemas para falsear los datos: retrasando la inclusión en la lista, bloqueando las agendas, expulsando a los que no aceptan ser intervenidos en centros privados, presionando a los profesionales, etc. Recientemente en Andalucía han aflorado 500.000 pacientes que no figuraban en las listas oficiales. Independientemente de quien gobierne, todas las Administraciones Sanitarias falsean los datos.
Para empeorar la situación, en estos últimos años el “cuello de botella” ha pasado, del quirófano al diagnóstico (primera cita con el especialista). Se retrasa aún más la atención de los enfermos, ocurriendo que hay personas que fallecen antes de ser diagnosticadas o recibir tratamiento.
Este deterioro planificado del sistema, está empujando a sectores de población que aún mantienen cierta capacidad adquisitiva, hacia los seguros privados. Así, en 2017, ya 11,5 millones de personas, (uno de cada cuatro españoles) tenía un seguro privado. Mientras, en 2018, la facturación de la sanidad privada alcanzaba ya los 8.520 millones €(1).
Sin embargo, es posible enfrentar el problema de las listas de espera y reducirlas en gran parte, incluso con menos gasto sanitario. Pero exige tomar una serie de medidas de sentido común, utilizando al 100 por 100 los recursos existentes en el Sistema Nacional de Salud (quirófanos, tecnología, etc.). Y esto colisionará con intereses particulares que están instaurados con mucha fuerza dentro de la Administración Sanitaria.
Proponemos:
1) Creación de un turno de tarde en los hospitales, en las especialidades médicas que sean necesarias, para mantener funcionando a pleno rendimiento todos los recursos hasta las 21 horas. Esto permitiría, contratar a los profesionales que actualmente obligamos a emigrar (cuando su formación nos cuesta hasta 300.000 €) y suprimir las horas extras.
2) Prohibición de los conciertos con centros privados, innecesarios al poner a funcionar los centros públicos al 100 por 100, con el consiguiente ahorro.
3) Incompatibilidad absoluta para que el personal del sector público trabaje en la privada. Ninguna empresa privada permite a sus profesionales trabajar en la competencia.
4) Establecimiento de plazos para la atención, similares en todo el estado, para acabar con las vergonzosas diferencias que se han instaurado en estos treinta años. Financiación sanitaria finalista, para acabar con las enormes diferencias en el gasto sanitario per cápita (2).
5) Entrada en lista de espera automática, tras la decisión clínica de derivación al especialista, petición de prueba diagnóstica o intervención, mediante la asignación y entrega de un código al paciente que garantice el seguimiento y control de la cita.
6) Democratización del sistema. Transparencia absoluta y acceso sencillo a todos los datos de actividad, calidad, gasto y adjudicaciones del SNS.
2) De hasta el 30 % menos en 2018: País Vasco 1.695 euros por habitante, Andalucía 1.158 euros, es decir, una diferencia de 537 euros por habitante.
3) Real Decreto 1039/2011, de 15 de julio, por el que se establecen los criterios marco para garantizar un tiempo máximo de acceso a las prestaciones sanitarias del Sistema Nacional de Salud.
4) País Vasco y Navarra
A nivel estatal, solo existe una norma(3) que “garantiza” un tiempo máximo de acceso para cinco tipos de cirugías: 180 días para cardíaca valvular, cardíaca coronaria, cataratas, prótesis de cadera y prótesis de rodilla. Tras más de 30 años de Ley General de Sanidad, los políticos no han tenido tiempo para garantizar por Ley plazos para el resto de intervenciones quirúrgicas, consultas externas, o pruebas diagnósticas. Cada Comunidad Autónoma ha legislado, o no, normas para sus territorios, lo que ha dado como resultado enormes diferencias en las teóricas garantías de acceso a la asistencia sanitaria. Incluso en aquellas autonomías que disponen de mejores garantías, hay una trampa muy habitual que es dar las primeras citas bastante rápido pero luego las consultas sucesivas o las pruebas diagnósticas se retrasan muchos meses como en el resto del estado.
Contra las vergonzosas diferencias existentes en función del lugar de residencia, proponemos la extensión a todo el estado de las garantías existentes en los territorios con normativa más avanzada (4):
— Consultas preferentes garantizadas en un plazo máximo de 10 días.
— Resto de consultas de atención especializada, plazo máximo de 30 días.
— Pruebas diagnósticas relacionadas con procesos de oncología y cardiología, 30 días.
— Otras pruebas diagnósticas programadas no urgentes, 45 días.
— Cirugía oncológica plazo máximo de 30 días.
— Cirugía cardiaca plazo máximo de 60 días.
— Resto de cirugías 120 días.
LA LISTAS DE ESPERA MATAN
HOSPITALES INFRAUTILIZADOS, PACIENTES ESPERANDO
DEROGACIÓN DE LA LEY 15/97 Y DE TODAS LAS LEYES AUTONÓMICAS QUE PERMITEN LA PRIVATIZACIÓN
(1) https://elpais.com/sociedad/2019/01/28/actualidad/1548704969_178978.html
(2) De hasta el 30 % menos en 2018: País Vasco 1.695 euros por habitante, Andalucía 1.158 euros, es decir, una diferencia de 537 euros por habitante.2 De hasta el 30 % menos en 2018: País Vasco 1.695 euros por habitante, Andalucía 1.158 euros, es decir, una diferencia de 537 euros por habitante.
(3) Real Decreto 1039/2011, de 15 de julio, por el que se establecen los criterios marco para garantizar un tiempo máximo de acceso a las prestaciones sanitarias del Sistema Nacional de Salud.
(4) País Vasco y Navarra
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