Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- [Libro] La rebelión en cuarentena: Una guía anarquista de acción en tiempo de pandemia
- El caballo de Troya del coronavirus: Estado de Alarma y normalizar la represión
- El virus llamado capitalismo
- [Vídeo] Anarquía, acracia o ideas libertarias
- Quizás esto sirva de ayuda...
- Convocatoria de Huelga de Alquileres - 1 de abril
- El Covid-19 es solo el primero: 5 Claves en la Lucha contra las Pandemias de esta Fase Terminal del Capitalismo
- Coronavirus, Col·lapse i Autogestió
Posted: 26 Mar 2020 11:49 AM PDT
Una guía práctica de sobrevivencia, acciones de seguridad y prevención social frente a una pandemia como el coronavirus COVID -19 y como combatir sus desastrosas consecuencias en un orden social que nunca fue diseñado para preservar nuestro bienestar.
Diseño, Ilustración y Diagramación: Jorge Enkis
"Agradecemos a Crimethinc y al Colectivo Four Thieves Vinegar por el material informativo y a los miles de voluntarios que trabajan en el sistema sanitario de la salud y a las redes de apoyo mutuo internacional contra la pandemia."
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Editorial SDA
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Posted: 26 Mar 2020 11:37 AM PDT
En el año 2007, Naomi Klein publicó La Doctrina del Shock: el Auge del Capitalismo de Desastre, un importante estudio que explicaba que las reformas más impopulares del neoliberalismo (diseñadas por Milton Friedman y la Escuela de Chicago) se lograban imponer después de acontecimientos traumáticos que impactaban la psicología social (shocks). Perturbaciones mundiales como la Guerra de las Malvinas (1982), el Tsunami de Indonesia (2004), el 11-S (2001) o el huracán Katrina que arrasó Nueva Orleans (2005) se aprovecharon para profundizar las diferencias de clase mediante la aprobación de reformas socioeconómicas ultraliberales que minaban el Estado del bienestar.
https://www.youtube.com/watch?v=Nt44ivcC9rg
Trece años después, la pandemia del coronavirus se está considerando en muchos países del mundo (sobre todo europeos) como “la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial”. Es decir, el mayor shock social a escala global en setenta años.
En el momento en que escribimos estas líneas un tercio de la población del planeta está confinada, habiéndose sumado La India a las órdenes aprobadas por la mayoría de los Estados occidentales y habiendo pasado China por ellas. Estas medidas de contención de la epidemia se están implementando gracias a recursos jurídicos extraordinarios como los estados de alarma y vienen acompañadas de otras decisiones que, en otras circunstancias, jamás se hubieran tolerado: la geolocalización de nuestros teléfonos móviles para estudiar el comportamiento poblacional, la creación de una base de datos biológicos sin precedentes (sobre todo en Corea del Sur) y la salida del ejército a la calle, por citar algunos ejemplos.
El estado de alarma en el estado español
El gobierno decretó el estado de alarma el 14 de marzo, bajo el cual controla los movimientos de toda la población. En lugar de centrar esfuerzos en un plan de choque social a las consecuencias de este panorama, su labor más destacada en la calle es la detención, en muchos casos con gran violencia por parte de la policía, de cientos de personas (929 detenciones en la primera semana del estado de alarma) e imponer decenas de miles de multas (102.000 en ese tiempo). Nos exigen que nos quedemos en casa y, sin embargo, muchas personas son obligadas a ir a trabajar sin tener un puesto laboral de relevancia ante la situación social que vivimos. Nos prefieren muertas antes que improductivas [1].
En las escuelas hemos podido aprender que si no haces lo que el profesor o la profesora ordena, tiene unas consecuencias negativas por el castigo que está vinculado a ello. Ni rastro de la responsabilidad colectiva, ni de aprender a hacer algo por más motivo que porque se imponga una reprimenda. ¿Y de verdad nos exigen que con esa educación que se nos ha dado en los colegios respondamos socialmente desde la autonomía personal? ¿No sería más fácil pensar que la mayoría de la gente actuamos bajo esas circunstancias solamente guiados por el miedo? El gobierno toma decisiones ajeno a los ritmos de la propia sociedad, pero a quién le sorprende, si esos mismos gobiernos son los que nos ejecutan día a día con desahucios, desmantelando la sanidad pública, o incrementando precios de productos de necesidad básica. Amenazan otra vez con la llegada del lobo para tratar de ocultar que estamos entre sus fauces.
Solo nos obligan y exigen moralmente a cumplir la norma, no sin tener en cuenta situaciones de riesgo para la salud mental, sin confiar en absoluto en la responsabilidad colectiva ni la efectividad de los grupos de apoyo que surgen en muchos lugares. Y sin embargo, más peligroso que el coronavirus es que el pueblo asuma e interiorice las medidas represoras del Estado como propias. Increpar a tu vecina desde el balcón, salir con inseguridad a la calle por si te multan, ver al ejército paseándose por nuestros barrios como si nada, eso sí que da miedo. El mensaje social más extendido debería ser que nos quedemos en casa por cuidado personal y colectivo, pero matando al policía interior que nos quieren colar dentro de nosotras. Frenar la deriva autoritaria también es un compromiso social necesario por parte de todas.
Agamben y la teoría de los Estados de excepción
Según el filósofo italiano Giorgio Agamben, el estado de excepción (graduación de un marco similar en el que se encontraría también nuestro actual estado de alarma) constituye un punto de desequilibrio entre derecho público y hecho político, que se sitúa en una franja ambigua e incierta, en la barrera entre lo jurídico y lo político. Son medidas jurídicas que se encuentran en la paradójica situación de que no pueden ser comprendidas en el plano del derecho habitual. El estado de excepción se presenta como la forma legal de aquello que no puede tener forma legal.
Un estado de excepción es lo contrario a un estado de normalidad, es una respuesta inmediata del poder estatal a conflictos internos o externos de gravedad. En el siglo XX se ha ejercido eficaz y legalmente un estado de excepción perpetuado en el tiempo, como por ejemplo en el régimen de la Alemania nazi. El totalitarismo moderno se puede definir como la instauración, a través del estado de excepción de una guerra civil legal, que permite la eliminación física no solo de adversarios políticos, sino de categorías enteras de ciudadanos que por cualquier razón resultan no integrables en el sistema político. Desde entonces, la creación voluntaria de un estado de emergencia permanente, aunque no declarado técnicamente, ha derivado en una de las prácticas esenciales de los estados contemporáneos, aun de aquellos autodenominados como democráticos.
Su origen se sitúa en el decreto del 8 de julio de 1791 de la Asamblea Constituyente francesa, que establece tres situaciones posibles: estado de paz, estado de guerra y el estado de excepción, donde todas las funciones civiles del estado pasaban temporalmente a manos de un comandante militar que ejerce la autoridad bajo su exclusiva responsabilidad. Según el propio Agamben, el significado político viviente del estado de excepción (cuyo nombre puede variar en cada país: estado de necesidad, de alarma, de sitio, Ley Marcial, Decreto de Urgencia, etc.) permite arrebatar toda identidad jurídica a un grupo social determinado en nombre de la seguridad y la emergencia.
El estado de excepción se situaría sobre la expresión de “plenos poderes”, lo cual implica un retorno a un estado original de absolutismo en el que no se realiza la separación y distinción de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Las leyes de “plenos poderes”, instituidas desde las guerras mundiales, otorgan al ejecutivo un poder de reglamentación excepcionalmente amplio, favoreciendo en una progresiva erosión del poder legislativo parlamentario, que se limita a menudo a ratificar disposiciones emanadas del ejecutivo en forma de decretos de ley. Una tendencia a transformarse en indefinida praxis de gobierno, borra las invisibles líneas de ficción política democrática y reluce mucho más autoritaria. Las disposiciones casi dictatoriales de los sistemas constitucionales modernos, no pueden realizar controles efectivos sobre la concentración de los poderes. En consecuencia, todas estas instituciones corren el riesgo de ser transformadas en sistemas totalitarios, si se presentan condiciones favorables para ello.
Existen muchos ejemplos en la cultura pop de una transición de democracia a dictadura totalitaria mediante el uso de leyes de excepción en momentos de shock social. Quizás el más conocido sea el de la saga de Star Wars, cuando el Canciller Palpatine acumula poderes especiales (“plenos poderes”) durante las Guerras Clon y termina por coronarse como Emperador.
Benjamin y la subjetividad histórica
Es conveniente en estos tiempos rescatar algunas de las ideas en la obra del filósofo Walter Benjamin, quien explica en la misma –a través de un brillante análisis sobre el cúmulo de experiencias subjetivas y las inconsciencias que arrastramos– por qué interiorizamos con facilidad la tiranía, encarnada en la figura del Estado, y la culpa por discrepar de sus postulados. Para las oprimidas la historia es, por lo tanto, un estado de excepción permanente.
Benjamin advierte de la necesidad de una toma de conciencia histórica, una terapia social y colectiva para hacer consciente lo inconsciente, y partiendo de este punto para liberarnos de esta ley de tiranía.
Los oprimidos deben plantearse un cambio verdaderamente rupturista que no genere una nueva forma de opresión.
La suspensión de la ley ordinaria en el estado de excepción (o de alarma) se realiza para garantizar la continuidad de esa ley habitual. Benjamin propone la suspensión de la ley pero no para restaurarla posteriormente garantizando su perpetuidad, sino abolirla gracias a la revolución social, creando un estado de excepción de la ley, la jerarquía y la dominación.
La militarización del espacio público y de nuestro imaginario colectivo
En algunas situaciones de crisis a gran escala los gobiernos aprovechan para decretar algunas normas represivas, políticas de desigualdad social que enriquecen aún más a los ricos y empobrecen a la población más precaria y vulnerable. Y algunas de estas cuestiones que se impulsan en momentos de excepcionalidad, suelen ser más tarde muy difíciles de tirar abajo nuevamente. Ya lo hemos dicho: así actúa habitualmente el capitalismo, aprovecha los momentos de mayor shock para ampliar su dominación.
La UME paseando por Madrid. Foto de Álvaro Minguito (El Salto)
El lenguaje castrense se está normalizando a través de los medios de comunicación y las ruedas de prensa a la hora de enfrentarnos a la emergencia sanitaria y social internacional, pero debemos negarnos a aceptar esto como una guerra, porque si no estaremos permitiendo que la terminología y el esquema mental militarizante se instale en nuestro imaginario. Utilizar continuamente un vocabulario relativo a esta coyuntura como si de un conflicto bélico se tratase no hace más que banalizar la guerra como concepto y perder de vista cómo y quiénes verdaderamente nos conducen a la miseria. Nos negamos a ser militarizadas y aceptar este estado de represión generalizada, que puede polarizar la sociedad hasta tal punto que nos lleven a creer que determinados grupos de población disidente a este pensamiento único son el enemigo. Adaptarnos a una maquinaria social y política militar es una peligrosa senda que no debemos estar dispuestos a asumir. No obedecer las reglas impuestas no es tener falta de sensibilidad, pues quien decide qué debemos o no debemos hacer seguramente haya tomado decisiones arbitrarias y contrarias a las verdaderas necesidades sociales, por lo tanto, no cumplir una norma puede incluso significar tener una sensibilidad mucho más desarrollada y humana.
Rueda de prensa del general Villarroya
Se crea un ambiente de inseguridad, y en este tiempo de fake news comienzan a correr rumores o leyendas urbanas de lo que está permitido hacerse y lo que está vetado. Criminalizamos a nuestras vecinas e increpamos dejándonos llevar por el señalamiento generalizado, sin hacer un ejercicio mental razonable y sensible. Nos presentan comportamientos humanos desprovistos de razones responsables con las que bien pudiéramos empatizar si nos paramos a pensar calmadamente. Por ejemplo, personas que pasean por el campo solas sin poner en riesgo a nadie para sobrellevar las consecuencias de estar confinados; personas que acceden a alimentos básicos más allá de desplazarse a un supermercado como por ejemplo ir a una huerta; quienes son obligados a ir al trabajo y deciden hacerlo en bicicleta en lugar de transporte público. Familias que necesitan apoyos y deciden estar juntas y que no son población de riesgo, o personas con adicciones o problemas psicológicos que necesitan salir de sus hogares, u otras personas que no ven en su hogar un espacio de seguridad en absoluto.
La vigilancia y el control social dominan la situación cuando se alimenta a la sociedad con el miedo al otro, frente a esto debemos fortalecer las redes de apoyo, seguir considerando el contacto humano, y mantenernos fuertes mentalmente con la ayuda de nuestras personas de confianza y de afinidad. De lo contrario estaremos aceptando como regalo un caballo de Troya que viene profundamente envenenado.
[1] Este espíritu lo encarna mejor que nadie el vicegobernador de Texas, que apareció en televisión el 23 de marzo diciendo que prefiere que las personas mayores mueran a frenar la economía de Estados Unidos. “Deberíamos sacrificarnos por mantener el país que conocemos. Estoy dispuesto a sacrificar mi superviviencia y muchos abuelos también. Mi mensaje es: volvamos al trabajo, volvamos a vivir, seamos listos con todo esto y los mayores de 70 ya cuidaremos de nosotros mismos. No sacrifiquéis el país, no sacrifiquéis el gran sueño americano”.
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Posted: 26 Mar 2020 11:30 AM PDT
El nacimiento de los miedos
El mundo en crisis no es una novedad. La historia, normalmente contada por los vencedores, lo sabe. El tema es que hoy las dificultades son duraderas, efectivas y mortíferas. Y tal como está el asunto, dudo mucho que esto se termine, pues el gran virus que se llama Capitalismo, muta, se recicla, y salta cualquier vacuna constantemente.
Cuando nos largamos a caminar dieron comienzo los miedos, los primeros fueron en relación al cosmos, luego a la naturaleza, más tarde a los múltiples dioses y cuando las guerras y las cruzadas comenzaron a frecuentar las tierras, el miedo se centro en un dios. Los portadores de su palabra repetían a grito pelado, que el susodicho nos mandaba plagas para jodernos la vida por querer ser libres.
Es muy larga la lista de mecanismos de miedos con el fin de apalear libertades y acusarnos de vivir en pecado como en el jardín de la delicias del Bosco. Pasaron reyes, revoluciones, autoritarismos, fascismos, dictaduras; gobiernos tras gobiernos los miedos se fueron afinando.
Hoy los miedos son decenas. Hay uno muy amplio, es el digital y tiene una particularidad, anuncia el suceso antes que este ocurra, no hay pandemia que no tenga nombre y número. Los medios de comunicación portadores de cierta cepa viral reproducen el veneno al cerebro paralizando toda acción y pensamiento sobre quién nos metió en este hoyo.
Todos a bordo rezan cuando se esta por hundir el barco, aunque en los papeles y en la acción siempre aclaran, los de primera clase más los oficiales y altos rangos son los que se suben a los botes. Varios ricos en estos tiempos de reiteradas convulsiones salieron a tirar solidaridad desde la comodidad de sus salas, mayormente acompañados por su familia cual foto de navidad, sonrientes y relajados metiendo frases como “ de esto salimos todos juntos”.
Quién no se emociona cuando un millonario te dice “quedate en casa” que un virus anda suelto en el barrio. Para qué pensar en la explotación de la naturaleza, en la desigualdad social, en los millones de personas que salen todos los días a parar la olla y, por efecto del sistema, reproducen a un millonario que parlotea su frase desde su piscina.
Con lo que viene pasando en el mundo, no justamente y sí ahora también, nos tendríamos que poner en pie de resistencia y en definitiva terminar con este modelo de nuestro propio expolio.
En un muro de la ciudad de Zurich alguien escribió “ la humanidad es el virus, el corona la solución”. No comulgo con ese arrebato expresivo y provocativo, pero podemos pensar cierto problemas que apuntalan el asunto (por ejemplo el tema “medio ambiente”).
Cuando se agudizó la cosa en Italia, las imágenes periodísticas salieron por miles, la desolación de muchas ciudades, la quietud, y claro la paradoja, en muchos lugares volvió la vida, el lento cause de la naturaleza, en Venecia volvieron los peces, las aguas claras donde los cines las surcaban nuevamente. Hay un antecedente cercano de observación y reflexión del asunto de equilibrio...muerte y vida, es la catástrofe de Chernobyl . Mucho se a escrito sobre lo sucedido. Acá un documental. https://youtu.be/AkaoA3mFqY4
Aviones de Papel
En el edifico escucho a un niño correr, retumba el piso, me lo imagino tirando de un lado a otro un avión de papel. Y un buen día los aviones en su mayoría dejaron de surcar los cielos, no fue por una decisión de salvar el planeta de la contaminación y mostrar las ventajas de viajar en tren o en grandes buses o en bicicleta, o caminar, nada de eso. Fue por una falla, un corto circuito humano en esto de andar rápido a cualquier precio, se multiplicaron las toces, los estornudos, las fiebres, el intruso se extendía en los viajes propagando dolores de cabeza y llegó el momento que todo se detuvo, trayendo incertidumbre en las empresas con la pregunta ¿hasta cuando?.
Hubo fiesta en la naturaleza, los pájaros volvieron a ser reyes de los cielos, las tibias ventolinas maravillaban a las flores, los ratones dormían hasta tarde pues no había contaminación acústica, los halcones dejaron de ser vigilantes de aeropuertos y volvieron a los bosques, hubo un inmenso silencio que lo invadió todo, repuntando las canciones de los insectos poco escuchadas por el ruido de motores, el sol puso a disposición de todos su calor sin molestas sombras que lo taparan y en el fondo muy en el fondo todos saben que esta fugas, juerga en un mundo largamente enfermo, será recordada por muchos siglos.
Máscaras que viajan
Las guerras biológicas fueron creadas para los más crueles exterminios. Cuando los conquistadores pisaron América además de sus espadas, estandartes y cruces, traían el gen del exterminio del otro. Las estrategias fueron muchas, una muy usada fue en los encuentros “amistosos” con los originarios, a quienes les obsequiaban espejos, alcohol y frazadas contaminadas con pestes que allí no se conocían.
Saltando los siglos en la primera guerra mundial se comenzó a probar todo tipo de venenos, las guerras evolucionaron así como el odio, hay una foto que muestra a una niña desnuda corriendo y gritando luego de ser alcanzada por el Agente naranja en Vietnam, una imagen que llega hasta nuestros días, reproduce y amplia el dolor, la impotencia del mundo ante esta violencia, el cine de EEUU siempre quiso corregir el asunto mostrando que todo su accionar era por la libertad, cabe recordar que la empresa encargada de la producción de este químico mortífero fue Monsanto.
Hoy las guerras biológicas pueden ser fácilmente trasladadas por los turistas, el mundo se atrinchera cierre de fronteras, estados policíacos, seguridad, vigilancia, cuarentenas, decretos, máscaras de todos los colores, los mercados que se desploman; otros también se benefician como las farmacéuticas, sufre lo público recortado año a año por las políticas neoliberales. La vida social, ya herida, hace mucho definitivamente se apaga, estamos a punto de tocar la lona y esto no se resuelva cantando en los balcones o aplaudiendo. Y tal vez habrá que esperar como la alfalfa buenos soles. El tiempo dirá cuales son las preguntas correctas que tenemos que hacernos para que las respuestas sean correctas y soñar que la acción sepulte el virus del capitalismo.
Rosalino Rodríguez
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Posted: 26 Mar 2020 11:16 AM PDT
Insistimos mucho en ello, y si ningún ánimo de ser victimistas; la profunda desvirtuación y gran ignorancia sobre las ideas anarquistas. Es así hasta el punto que la difusión cultural, junto a prácticas en proyectos de todo tipo, son muy necesarias en el movimiento anarquista. Todavía hoy, insistimos, tal vez demasiado, en depurar los nombres de la "anarquía" y del "anarquismo", que para muchos siguen invocando el peor de los males (desorden, caos…). Las explicaciones, muy sintetizadas, no tardan en llegar para aclarar lo que ha sido y es el anarquismo. De hecho, ante el grado de error que supone el etiquetarse como "anarquista", preferimos no pocas veces otros vocablos, sinónimos, pero de acogida más "amables", como "libertario" o "ácrata". "Libertario", por ser de la familia de la libertad, aunque su significado está siendo también algo pervertido por aquellos liberales radicales que no parecen renunciar a la explotación del trabajo ajeno (una concepción de la libertad, por supuesto, ajena al anarquismo). En cuanto a "ácrata", que particularmente es muy del gusto del que suscribe, resulta que causa no poca empatía en nuestro interlocutor hasta el punto de afirmar no pocas veces que él también se lo considera; sin embargo, algunas piezas no encajan al comprobar que su concepción política (tan importante o más que de otro tipo) nada tiene que ver con el anarquismo.
https://www.youtube.com/watch?v=P6x4R9svdfQ
Sitios web:
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Posted: 26 Mar 2020 11:10 AM PDT
Desde muy joven mucha gente me ha tratado como una mierda y yo casi nunca he creído que lo fuera, pero ha habido momentos de mi vida, sobre todo a partir de mi primera gran implosión en 2010, que me he sentido como un guiñapo escupido fuera de esta vida y fuera de la sociedad.
No es que acepte a esta sociedad, esta sociedad, casi siempre, me ha apartado a un lado y me ha dicho que soy inútil, que no valgo para nada, que las ideas que creo sostener sólo son pajaritos en mi cabeza y que más me valdría tener los pies en la tierra.
Pero lo que sí que creo es una cosa: si no hubiese sido por mi capacidad de hacer que todo me resbalara y mi propia resiliencia ante los peores sucesos que me dejaron desecho, y la fortaleza de mis principios, no hubiese llegado a la estabilidad ni madurez que ahora siento como persona y no hubiese logrado nunca jamás superar unos miedos que se me comían por dentro.
Digo esto porque creo que es importante reflexionar sobre nosotros mismos de vez en cuando y hacer balance de lo negativo y de lo positivo que nos ha pasado en la vida, así como cuestionarnos como sujetos activos en esta sociedad y civilización, así y como la sociedad nos influye y como la influimos a ella, para llegar, de esta forma, a conclusiones críticas que nos pongan en un sitio preciso y que nos ayuden a mejorarnos y a crecer como personas en un camino que para mí sólo se acaba con la muerte.
Como he intentado escenificar en otros lugares no soy perfecto; como supongo que todo el mundo, tengo mis defectos y mis carencias, mis aciertos y mis errores, y al final me siento como un reflejo de la época que me ha tocado vivir que no se siente ni superior ni inferior a nadie (por muy buena mentalidad que haya llegado a conseguir) y que, en realidad, cada vez tiene menos cosas seguras y cada vez se fía menos de las personas que dicen tenerlo claro todo... Pero creo que la duda me beneficia en muchas cuestiones.
El hecho de vivir dentro de la civilización occidental regida bajo la bandera capitalista (del tipo que sea) nos ha hecho creer que todo estaba asegurado para todo el mundo y que si metíamos la tarjeta al cajero nos daba dinero, y que si íbamos al supermercado, íbamos a conseguir comida; y que si abríamos el grifo iba a salir agua... y así hasta creernos que estábamos seguros y a salvo. Pero eso parece que está cambiando (y aunque alguien no lo crea, aún va a cambiar más) por nada más y nada menos que por un virus que no se sabe de dónde ha salido (eso sí que lo tengo claro, creo que ha salido como consecuencia de la acción humana en el planeta, pero eso es otro tema). Y ahí es precisamente donde me beneficio de mis incertidumbres y de mi inseguridad.
En realidad, mi realidad después de esta crisis, ha cambiado poco o nada, y me refiero a mi realidad interior, puesto que concibo que nada permanece en el tiempo y (creo) que mi lucha está en huir de las comodidades y necesidades superfluas (que también las tengo -como el ordenador desde el que escribo estas lineas y mi buena conexión a internet-), y buscar mi libertad y mi vida más allá de las zonas de confort que ofrece esta sociedad, en busca de esos pensamientos, esos sentimientos, esas emociones y esos impulsos que mucha gente considera utópicos o imposibles pero que a mí (y sobre todo en los momentos que vivimos) me parecen los únicos que me han aportado una esencia y una realidad donde poder vivir.
En definitiva vivo estos días de reclusión con optimismo y de manera positiva, y creo que son momentos para darnos cuenta de muchas cosas: historias, sensibilidades y hechos que suceden a nuestro alrededor y que nunca nos hemos parado a pensar o hemos obviado por el mero hecho de estar alienados de una forma u otra en unos compartimentos artificiales e irreales (nada es verdadero, todo es una ilusión -diría yo en otra época-...) y afianzar nuestras posiciones como elementos meramente esenciales para nuestra propia existencia y en constante interacción con multiplicidad de mundos, sin depender de las élites ni de las vanguardias, ni de los ricos ni de los amos, sino por nosotras y nosotros mismos siendo conscientes de nuestras potenciales capacidades (que es para lo que sirve esta reflexión) y aportando (como mucha gente lo está haciendo ya) su granito de arena en relaciones de solidaridad y apoyo mutuo, de comprensión y empatía, en unidad y fraternidad con lo que consideremos que es nuestro pueblo y con todos los demás pueblos del mundo y en comunión intima para salir de este apuro y, ya de paso, conseguir otro mundo mejor al que tenemos, eso sí: siendo conscientes de que en esta existencia, y como bien dice un buen compañero y amigo mío, “lo único que permanece es el cambio”.
(26-03-2020)
-Richie punk-
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Posted: 25 Mar 2020 08:21 AM PDT
Desde el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria convocamos a toda la clase obrera e inquilinaria a secundar la Huelga de Alquileres General e Indefinida que declaramos a partir de este 1 de abril de 2020.
La situación actual no puede ser más alarmante, y no sólo a niveles sanitarios sino también económicos y sociales. Las medidas adoptadas por el ejecutivo en relación al “Estado de Alama” decretado por el Covid-19, son medidas marcadamente anti-obreras (flexibilización de los ERTE) y que tocan la superficie (moratoria limitada de las hipotecas) ignorando lo básico: miles de familias que viven al día, que sobreviven con trabajos sin nómina, que han sido despedidas fraudulentamente y en cuyas casas no entra ningún ingreso debido al confinamiento, se exponen a la imposibilidad de hacer frente al pago del alquiler.
Los sectores más empobrecidos de la población, como arrendatarias, migrantes, personas sin hogar, trabajadoras domésticas, precarias, han sido completamente relegados e ignorados, como siempre.
Por todo esto, invitamos a todos los colectivos, plataformas y sindicatos a secundar esta Huelga de Alquileres, convocada también a nivel internacional (desde Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Suecia, Chile y los que se irán sumando).
Nuestras exigencias básicas son claras:
1º Suspensión inmediata del pago de la renta, especialmente para arrendatarios en situación de vulnerabilidad y para arrendadores que sean multirentistas o personas jurídicas (la minoría que no cumpla estos requisitos que reclame una Renta Básica Universal). Mientras no se adopte esta medida, sin ingresos suficientes y regulares, no pagaremos.
2º Que las viviendas abandonadas en manos de fondos, entidades financieras y bancarias (sobre todo las que han sido rescatadas con dinero público) sean socializadas y puestas a disposición de las miles de personas y familias que hoy carecen de hogar.
Nos sobran los motivos para proclamar a partir de este 1-A: ¡Huelga de Alquileres General e Indefinida!
NO COBRAMOS, NO PAGAMOS.
Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria
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Posted: 24 Mar 2020 01:23 PM PDT
El covid-19, como exponente de la actual desintegración del sistema, ha hecho que las pandemias sean vistas como hechos habituales. Han conseguido su normalización y la asunción de su inevitabilidad. Se suma una preocupación más a los múltiples eventos de escala global capaces de resignadamente borrarnos de la faz de la tierra. Este es el primer virus global de una tendencia que no va a parar sola si no la paramos.
Si queremos aprender de la actual situación de pandemia que azota el mundo y evitarlas en un futuro debemos reconocer dónde estamos y a dónde vamos, para saber dónde podemos intervenir.
Esta crisis sanitaria, al ser una más del actual sistema, incide en todos sus problema, aumentando la presión sobre el e impulsándolo a una transformación. Esta transformación va en contra de los poderes e intereses establecidos, cuya tendencia es a aumentar la presión sobre los mecanismos actuales para mantener el sistema y con el sus privilegios. El choque con estas élites incapaces de asumir pérdidas está servido. No parecen dispuestas a ceder. Cuanto más se tarde en abordar el cambio mayor será el choque.
La buena noticia es que las posibles soluciones a los actuales problemas son coincidentes con soluciones adoptadas para paliar otras crisis concomitantes: desigualdad, inequidad, destrucción ambiental, migraciones, desastres climáticas y humanos. Todo ello lleva a reforzar la idea de que el problema no es el mundo, sino la forma en el que en él nos movemos.
Dónde estamos
La OMS registra al año alrededor de 10 amenazas a la salud mundial a través de su organismo GAR. A los brotes estacionales cada 2-5 años nos depara una pandemia. En los últimos 20 años china ha logrado contener unas 4 epidemias de las 9 que se han declarado en el mundo. Estos datos son totalmente erróneos y subestimados, ya que no tienen en cuenta las amenazas biológicas y de salud pública de origen humano. Por ejemplo no se reflejan amenazas tales como la enfermedad de las vacas locas, los 10 ataques en japón en los 90, el Ataque de antrax de 2001, de origen militar y quién sabe cuántos más que se queden en el tintero.
Se apunta a que un factor clave para el desarrollo de las epidemias es el factor medioambiental, ya que influye tanto en la calidad del entorno como refleja la actividad y modo de habitabilidad humana y sus condiciones de vida. Sabido es que el hacinamiento de las ciudades modernas es un reservorio infinito de patógenos. Cuanto más avanza el capitalismo y más se concentran los capitales menos espacio queda para cada una de nosotras, hasta el punto en que solo podamos vivir en zulos.
Los múltiples contactos en los desplazamientos son un factor clave en la dispersión de las epidemias.
Es un hecho que hay una guerra híbrida entre potencias que por ahora no son formalmente enemigas sino competidoras y que dirimen sus diferencias ya no en campos de batalla, sino en espacios políticos, económicos y sociales, informativa, influencial, electrónica y biotecnológica a lo largo del mundo. No se puede descartar que la actual epidemia de covid-19 no se trate de otro movimiento de esta guerra.
Dónde vamos
El sistema productivo va a seguir concentrándose, desarrollando el sector terciario y disminuyendo en densidad de trabajadores tanto el primario como el secundario. En concreto los avances en agricultura actualmente impulsan a grandes masas de personas que pervivían en economías de subsistencia a producciones agrícolas de mercado bajas en densidad de mano de obra y muy mecanizada. El hacinamiento aumentará, al igual que la suciedad. Esto debilita los ecosistemas circundantes empeorando las condiciones de vida.
Otros factores de hacinamiento son los desplazamientos humanos por causas económicas, guerras o catástrofes. En tal caso es de esperar que las alteraciones climáticas sigan desplazando grande poblaciones, empeorando la situación.
La guerra híbrida arreciará y empeorará en la medida que el imperio cadente se revuelve en su caída. Es indudable que el ritmo actual de pandemias aumentará, obligando a los países a normalizar e incluirá el riesgo de pandemia como una más de las catástrofes a las cuales se tienen que preparar. Pero el problema no es ese, el problema es que seguirán llegando en oleadas. con equipos ni con medidas se palían, pero no se frenan. Hemos tenido
Dónde intervenir
Los estados intentarán mantener su status quo al máximo, lo que indican que harán lo necesario para no matar al huesped mientras sacan ventaja de su situación. Las medidas aparentemente benignas reformularán con cada crisis la situación para que el poder no caiga en las mayorías.
Los estados se encargarán de la vigilancia y preparación para los casos de epidemia, gastándose millones mientras mantienen las condiciones económicas y sociales que producen tales males. Mejorar los servicios asistenciales son inútiles si la economía se ve azotada por constantes crisis biológicas.
1- Lucha contra el sistema productivo y de consumo. Tal vez sea el punto central de nuestra misión. Reconvertir empresas e industrias, desconcentrando, descentralizando, redistribuyendo. Frenando la agricultura intensiva y potenciando la extensiva, minorista y localista. Mejorando las condiciones habitacionales y ambientales, lo cual choca tanto con el modelo industrial de producción como con el modelo hiperconsumista. Este camino es relativamente sencillo de reivindicar ya que va acorde con las peticiones de defensa ambientales. Pero tal vez el más difícil de realizar, porque va en contra núcleo lógico propio del sistema.
2- Lucha contra el hacinamiento. El ser humano necesita espacios limpios, abiertos, biodiversificados y sobre todo naturales. Esto choca de frente con el actual sistema de propiedad y uso de los terrenos, el sistema habitacional, de movilidad y producción. Miles de pequeños terrenos deben volver a ser espacios protegidos. Las condiciones habitacionales deben ser restablecidas: aumento de los metros de vivienda por persona, disminución de la densidad de población de las ciudades, disminución de la distancia a los puestos de trabajo, del consumo por persona empezando por las necesidades secundarias creadas por el marketing, y un largo etc de medidas que por desgracia se oponen frontalmente a la tendencia estabuladora actual. Esto no se logrará sin un estudio profundo de las situaciones particulares, lo que llevará inevitablemente a una redistribución equitativa de bienes y a un choque con las élites.
3- Lucha por servicios Sanitarios Universales y de calidad. Un desastre es por definición un evento que supera las capacidades de los servicios que se dispones. La actual pandemia a puesto de relieve las fallas de los distintos sistemas de salud. Mientras unos han mantenido relativamente buenos estándares otros han colapsado por falta de personal, equipos e instalaciones. Lo que es evidente es que en todos los países sin excepción los recortes en los servicios de salud pública sumado a la incapacidad técnica de la sanidad privada, cara e ineficiente, han sido determinantes en el abordaje de este desastre mundial. Pero lo mismo podríamos decir de las situaciones de catástrofe por tormentas, incendio e inundaciones. La reivindicación de una sanidad universal, bien dotada, eficientes será determinante para superar posibles retos que sin duda llegarán. Esto nos enfrenta por desgracia a una caterva de agentes y operadores privados que muchas veces forman parte medular del propio sistema sanitario público.
4- Lucha Antimilitarista y contra las bioarmas. Por último hay que recordar sea o no sea el covid-19 un arma biotecnológica estas son consideradas armas de destrucción masiva. Lugares que, como en la caja de pandora, encierran todos los males esperando a ser destapados a la orden del general de turno: cepas de viruela, antrax, ébola, Gripe A, y ahora coronavirus. A parte de instalaciones secretas y militares, muchos países poseen laboratorios de contención de nivel 4 con supuestas actividades civiles pero numerosos contactos militares.
En este caso es problema es claro, hay que parar la cadena de producción, empezando por cerrar instalaciones y detener a sus promotores: los laboratorios en que se producen, los colaboradores, las clínicas donde se practican ensayos, a los agentes dispersores, promotores, financiadores y a los mercaderes de armas.
Esta tarea antimilitarista deberá ejercerse en todo el mundo, de forma similar a la forma en que nos oponemos a las armas y centrales nucleares, solicitamos el cierre de sus instalaciones.
5- Lucha de Apoyo Internacionalista. Para tal lucha antibiocida mundial es crucial el apoyar y coordinar las luchas locales de nuestras compañeras situadas en aquellos países donde se dispone de este tipo de instalaciones, en particular en China, Rusia, EEUU, UK, Japón o Francia, los países más proclives a utilizarlas, y una larga lista de países con capacidad de generar bioarmas. Nada justifica su existencia criminal. Cada uno tendrán que cerrar las instalaciones en sus países, sabiendo que la supervivencia de una sola instalación es una amenaza real para todo el planeta.
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Para Saber más
Fuente original - El Covid-19 es solo el primero: 5 Claves en la Lucha contra las Pandemias de esta Fase Terminal del Capitalismo 20.3.2020
Fin de la Hegemonía Estadounidense: Guerra de Petróleo y Covid 19 para un Giro Global a China 14.3.2020
Los Puntos Débiles del Capitalismo, Radiografía del Colapso y perspectivas Revolucionarias 26.8.2019
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Posted: 24 Mar 2020 12:05 PM PDT
A parte de lo obvio, hay razones para preocuparse por el virus Covid-19 más allá del colapso del sistema sanitario, en la que gobierno, instituciones y sociedad luchan por “frenar la curva”, para que las víctimas más graves de la pandemia puedan ser más o menos atendidas , al mismo tiempo que se le da cobertura al resto de problemas sanitarios que no han dejado de existir. Una curva que habrá que frenar mucho más de lo esperado, pues la capacidad de nuestro sistema de salud disminuye a medida que enferma también el personal y se reducen las existencias.
Aunque haya fórmulas matemáticas y diversos cálculos para predecir cuanto va a durar la pandemia, no queda claro del todo teniendo también de ejemplo a diversos escenarios adelantamos como Italia o como China y Corea del Sur, pues es un virus nuevo del que no se conocen sus secuelas y evoluciones a medio y largo plazo. Teniendo de ejemplo a China, que el 17 de noviembre se establece como el primer caso posible de coronavirus, ha tenido un crecimiento exponencial de infectados hasta el 20 de febrero aproximadamente, donde ya ha conseguido contenerlo en 81.000. Eso es una diferencia de 81 días para contener el contagio en dicho territorio. Si lo extrapolamos a España, el primer caso registrado como tal fue el 31 de enero, deberíamos estabilizar los contagios para mediados o finales de abril; en caso de tener y poder imitar circunstancias similares.
Independientemente de aquello, las restricciones de movilidad y el estado de alarma durarían bastante más; en China aún dura el confinamiento y el control en las zonas más afectadas y vulnerables, pues lo están rebajando gradualmente. Si contamos desde el 23 de enero como fecha en la que se empezaron a implementar los controles chinos, a día de hoy llevan casi 3 meses de movimientos restringidos y aún les quedan unos cuantos. No será raro imaginar mínimo 5 meses de estado de alarma en el estado español, teniendo en cuenta que aquí el virus se está propagando mucho más rápido.
En realidad, a día de hoy bajo su propia lógica, no tiene sentido que el gobierno quite las prohibiciones, pues no hay vacuna, no hay cura y no hay inmunidad desarrollada. Por tanto si se aflojara un poco el puño sobre la vida social y económica de la población, el virus volverá a propagarse con la misma violencia que al principio, hasta que haya infectado a casi toda la población o a gran parte de ella, tal y como empiezan a soltar algunos políticos. Ya hay multitud de laboratorios por todo el mundo que están probando distintas vacunas, pero hasta entonces ningún gobierno levantará las prohibiciones, a no ser que este busque deshacerse de ciertas poblaciones. Como por ejemplo de la propia población carcelaria, que teniendo una pésima o nula cobertura médica, restringen todo tipo de contacto con el exterior con el supuesto objetivo de protegerlos de la pandemia, mientras funcionarixs pueden circular libremente por las cárceles. O a gran parte de la propia clase trabajadora que aún esta obligada a ir al tajo ¿A quiénes están protegiendo realmente?
Hay algunos dirigentes como los del Reino Unido*, Países Bajos y en menor medida Francia y EEUU que han preferido no arriesgar en exceso a la producción económica en detrimento de la salud de las personas. Básicamente prefieren que la población se contagie lo más rápido posible, que las personas más débiles se mueran y seguir con la marcha, para en la medida de lo posible evitar el parón económico que están realizando sus territorios vecinos, por tanto de esta manera poder aprovechar la situación y adelantarse a estos. Pero queda por ver la verdadera cifra de muertos que puede dejar tras de si la pandemia gracias al ahogamiento de sus sistemas sanitarios, y en un mundo hiper-globalizado como este difícilmente puedes crecer mientras tu entorno queda estancado y decrece. Es bastante probable que, como en multitud de casos, el caos actúe por encima de la mano del gobierno y la población acabe pagando más consecuencias de las que incluso a los gobernantes les gustaría.
En el blog de CrashOil se explica las consecuencias de la pandemia en el contexto del descenso de la producción de petróleo barato, y de cómo este nuevo episodio mundial llevará consigo un cambio irreparable en el bienestar económico de occidente. En resumen, la conclusión que trae el artículo es la de que nada va a ser como antes.
Estamos entrando más rápidamente en una nueva fase en la que los estados recobrarán su papel más paternalista, subvencionando a gran parte de la población para que al menos no dejen de ser consumidores, mientras que el sector productivo cada vez maneja menores márgenes de beneficio y busca desesperadamente nuevos mercados. Todo para seguir alimentando ese crecimiento económico, necesario a su vez para mantener toda la burocracia e infraestructura que se genera gracias a este.
En relación con la crisis sanitaria y el estado de alarma, la crisis económica de 2020 será lo que se prolongue más, así lo declara nuestro querido presidente. Basta con echar un vistazo a los movimientos bursátiles de las principales bolsas del mundo, en las que se perciben las primeras consecuencias de una pandemia que solo ha empezado. Después de una primera fase paternalista, nos están preparando ya para una buena dosis de recortes sociales y económicos, en la que el estado se encargará de darnos protección, aunque no la queramos.
También hay buenas noticias detrás de todo esto, algunas obvias, otras temporales. La polución en China se ha reducido a escalas nunca vistas gracias a la paralización del tráfico aéreo y de parte de sus industrias. Los cielos azules vuelven a sobrevolar las grandes ciudades chinas. Lo mismo está ocurriendo en Italia, donde la naturaleza recobra (temporalmente) parte de su territorio en Venecia por ejemplo, incluso Madrid y Barcelona también disfrutarán por unas semanas de aires mucho más limpios, para sus habitantes (humanos y no humanos) y los de sus alrededores. Lo que no ha podido realizar el capitalismo verde y la eco-burocracia de rostro humano y clase media, lo ha realizado el caos, el embotamiento y la histeria colectiva.
Todo esto va a tener indudablemente efectos positivos sobre la salud de las personas, y obviamente sobre la salud de la propia naturaleza. Nunca será suficiente decir que la contaminación generada es, en la práctica, directamente proporcional al consumo energético, incluso con renovables.
Por otro lado, aunque los estados, con toda su sanidad y sus ejércitos en marcha, estén experimentando con la sociedad la gestión del desastre y del colapso a una escala gigante, la población, las ciudades, los barrios y las personas a título individual también están experimentando nuevas formas de relacionarse; claro esta, dentro de los márgenes que permiten las circunstancias actuales. Se están formando por todas partes redes de apoyo y de solidaridad allá donde la comunicación es posible. ONG’s, comunidades de vecinxs, redes sociales, asociaciones de barrio, sindicatos, grupos de afinidad, partidos y gente en solitario ponen en marcha mecanismos para ayudar de forma directa a aquellas personas que no pueden valerse por si mismas, más aún en las circunstancias actuales.
Y sí, también es cierto, estas formas de cooperación se dan en un contexto mucho más amplio y complejo de individualismo y de chovinismo, donde la sociedad coopera también para controlarse a si misma, colaborando con sus propios controladores a modo de chivatos y denunciantes de cualquier tipo de práctica (disidente o no), que pueda poner en peligro, o en entredicho la estrategia del confinamiento total que se aproxima a lo totalitario. Diferenciar entre aquello realmente útil para la salud de la población y la psicosis colectiva, se torna un ejercicio a veces surrealista, cuando no totalmente injusto y opresivo. Gente deseando multas para otras personas, más autoridad y más centralismo. Un síndrome de Estocolmo disfrazado de eficiencia y necesidad. Al final de toda esta historia, lo que contará será el número de muertos, queda por ver si el autoritarismo nos va a ayudar a ello más que la cooperación.
Y a pesar de todo aquello, la ayuda horizontal, descentralizada y mutuamente acordada puede brotar en cualquiera de las situaciones, y son dinámicas y estructuras que debemos mimar y cuidar con empeño, perfeccionar y corregir los evidentes errores que se cometerán, ser ágiles y creativxs a la hora de solventar problemas, como forma de superar el centralismo y el autoritarismo a donde nos arrastra la peor de las corrientes.
Hay que buscar proteger estas nuevas relaciones sociales que buscan constituirse pues, como pasa en cada nueva situación, el estado y la autoridad buscarán introducirse y ampliar su poder político, con más verticalismo y más leyes. Tal es la guerra social que se libra en cada detalle de nuestra vida. Sobre todo en estas situaciones de crisis es cuando tenemos la tarea de, ya no solo vigilar la acción del estado, sino de ganarle terreno donde es posible hacerlo.
Es casi seguro que gran parte de esas redes de apoyo desaparezcan y que la contaminación ahorrada vuelva a niveles previos, una vez que se haya reconstituido “cierta situación de normalidad**”, pero es más importante que cumplan su papel como solución social efectiva a los derrumbes, de forma que mucha gente pueda entender estas herramientas como propias para sus intereses. Todo ello, para que en la siguientes situaciones de derrumbe, no pille tan desprevenido y podamos prepararnos mejor para sobrevivir y vivir mejor con menos, para nuestro bienestar y el de la naturaleza salvaje.
*Algunos países que han declarado funcionar con esta estrategia han reculado en parte y empiezan a tomar medidas más fuertes de contención, otra cosa es que las lleguen a aplicar a tiempo y en profundidad.
** Esto será así mientras el capitalismo tenga recursos para seguir creciendo al ritmo que necesita, cosa que cada vez más será más difícil por el descenso progresivo de energía barata disponible. Por tanto, la cooperación y la solidaridad pueden germinar ahí donde el capital flaquea o se ausenta.
Juventudes Libertarias Valencia
Fuente: https://juventudeslibertariasvalencia.wordpress.com/2020/03/24/coronavirus-col·lapse-i-autogestio/
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