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martes, 23 de junio de 2020

Tinkunaco 0924/20 - Re: Boletín diario del Portal Libertario OACA

Boletín diario del Portal Libertario OACA

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  • 2ª Muestra Callejera de Viñetas Libertarias
  • Luchas de ayer, luchas de hoy
  • Mórficos
  • Invitación a reinventar una izquierda emancipadora
  • El errante. Periódico anarco individualista de aparición esporádica nº8
  • ¿Maquinaria de la caridad o solidaridad revolucionaria?
  • Revolución Inteligente
Posted: 22 Jun 2020 05:36 AM PDT
LEÓN–España-septiembre 2020
La 2ª Muestra Callejera de Viñetas Libertarias forma parte de las actividades programadas en el "3º Alcuentru d´escritos llibertarios"una feria autogestionada del libro anarquista y diversas actividades, que da preferencia a los fanzines, cómic y autoediciones:
La pasada edición de 2019 fue un éxito, con 25 participantes y más de 50 obras.
Las colaboraciones recibidas se imprimirán en tamaño A3 color y se pegarán por las calles del centro de León formando un circuito cerrado que podrá seguirse a través de un mapa interactivo en la página del Alcuentru. La ubicación de cada participante se realizará mediante sorteo. Con las obras enviadas se realizará un fanzine digital disponible en la misma página, con licencia creative commons, copyleft o similar y se estudiará su edición en papel para financiar la muestra.
  • Fecha Muestra: 11 septiembre 2020. Presentación en Elektra.
  • Lugar: las calles de León, España.
  • Tema: preferentemente temas cercanos al pensamiento libertario, que provoquen en los espectadores desde la risa a la reflexión. Este año queríamos incidir especialmente en cuestiones relacionadas con la COVID-19, sanidad pública, control social… No obstante, no hay restricciones a la temática ni a la libertad de expresión, esto implica que toda obra será como quieran l@s autor@s con todas sus consecuencias.
PODEÍS CONSULTAR LAS BASES DE LA CONVOCATORIA EN:
¡SI CONOCES A ALGUIEN QUE PUDIERA ESTAR INTERESADO PÁSALE ESTA CONVOCATORIA!
PARA CUALQUIER DUDA O ACLARACIÓN PONEROS EN CONTACTO CON:
El Seta Producciones

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Posted: 22 Jun 2020 05:27 AM PDT
Llevaba varios meses sumido en un círculo vicioso de negación, profundamente decepcionado con la facilidad con la que la gente que me rodea acepta y defiende la represión que estamos viviendo. Esto hasta hace unos pocos días, en los que un buen amigo del otro lado del mar me hizo una pregunta que me animo a abrir los ojos, salir de mi burbuja de pesimismo y autocompasión y mirar a mi alrededor. “¿Qué te parece lo de Capitol Hill?”, me dijo.
¡Capitol Hill! Abrumado como estaba con la sumisión irreflexiva que nos rodea, reconozco que no estaba haciendo demasiado caso al proceso emancipatorio que está teniendo lugar hoy en Seattle. Al parecer, allá, en el contexto de las protestas que llevan semanas dándose a raíz del asesinato de George Floyd a manos de un policía, el pueblo ha rodeado parte de la ciudad con barricadas declarándola zona autónoma libre de policías. Un acontecimiento que recuerda poderosamente al de Comuna de París de 1871.
E igual que la Comuna de París marcó un antes y un después en la forma en que se concebía la lucha contra el poder (pasamos de revueltas lideradas por la burguesía a verdaderos procesos revolucionarios desde el pueblo y para el pueblo), la Zona Autónoma de Capitol Hill (CHAZ en sus siglas en inglés) también podría suponer un punto de ruptura con este capitalismo depredador que hoy comienza a quitarse la camisa del consumismo y a vestirse la de la más cruda desigualdad, sostenida por una represión política disfrazada de seguridad. Eso siempre y cuando seamos capaces de replicar la iniciativa en otros lugares del mundo antes de que la policía y el ejército la borren del mapa y los medios de comunicación hagan su labor de desacreditación, invisibilización y olvido. Algo no del todo inviable, mientras el grito de repulsa por la muerte de George Floyd siga haciéndose escuchar en las calles de distintas ciudades del globo.
Así que, sí, tantos años como pasé admirado por los grandes acontecimientos de un pasado que consideraba más combativo (como la Comuna de París, la Revolución majnovista en Ucrania o las constantes huelgas y revueltas obreras y campesinas de finales del XIX y principios del XX en Europa y América) y pensando que algo así jamás podría suceder en los tiempos que corren, y resulta que ya tenemos nuestra comuna parisiense. Y no sólo eso, sino que, desde hace años, la Revolución de Rojava en el norte de Siria (comparable en muchos aspectos a la majnovista) ha estado resistiendo las agresiones del ISIS y de Turquía, y, desde mediados del pasado 2019, también han venido estallando potentes revueltas en diversos lugares del mundo (Chile me parece el ejemplo más representativo), sofocadas en mayor o menor medida por el reciente proceso represivo de la llamada “crisis del COVID-19”, pero que hoy comienzan a resurgir, a pesar de los esfuerzos de los estados para mantenernos encerradas y amordazados.
¿Qué fue lo que impulsó esos acontecimientos y que es lo que impulsa los actuales? Las grandes revueltas del pasado, a mi entender, se sostenían sobre tres grandes pilares:
1. Las enormes carestías sufridas por el pueblo a causa de un capitalismo en expansión que fomentaba desigualdades abismales entre las personas, desposeyéndolas de sus medios de sustento y obligándolas a convertirse en trabajadoras asalariadas en condiciones deplorables y bajo unos sueldos de miseria.
2. La fuerte represión ejercida por los gobiernos, que, aún autodenominándose democracias, defendían abiertamente los privilegios de las clases dominantes y castigaban con dureza cualquier amago de subversión.
3. La conciencia de clase que, en mayor o menor grado, tenía toda trabajadora asalariada o campesino, ofreciéndole una amplia perspectiva de cuanto sucedía a su alrededor.
¿Y en qué se sostienen los actuales procesos de lucha y emancipatorios?
1. En grandes carestías sufridas por el pueblo, en algunos casos, y en pérdida de eso que llaman calidad de vida, en otros. ¿A qué me refiero con “pérdida de calidad de vida”? Pues, sobre todo, a la desaparición del cacareado estado del bienestar (con la privatización de la sanidad, la educación, el transporte y los servicios sociales, así como la tendencia a desaparecer de las coberturas estatales por desempleo, incapacidad, jubilación, etc.), a una marcada pérdida de capacidad de consumo de la trabajadora o trabajador medio y al creciente monopolio (cuando no rapiña) por parte del capital de elementos esenciales para nuestra supervivencia y desarrollo, como la vivienda, la alimentación, el agua, etc.
2. La represión, en aumento, por parte de los estados contra el pueblo. En los últimos años, más que nunca, ha quedado claro que los gobiernos no dudan en quitarse la careta democrática cuando hace falta y cargar con toda la violencia de que son capaces contra cualquier protesta que se salga un poco de los cauces establecidos (solicitudes al gobierno y respeto de rutas y horarios establecidos). Y no solo eso: a raíz de las fuertes medidas represivas y el establecimiento de estados policiales en todo el globo durante los últimos meses, no somos pocas las personas que hemos empezado a ver lo ilógico que es privar de libertad y de derechos básicos a miles de millones de seres humanos con la excusa de un presunto virus poco más contagioso y letal que el de la gripe y a sospechar que hay algo más detrás de todo esto. Eso por no hablar de todas aquéllas y aquéllos que han sufrido y sufren el confinamiento sin recursos económicos o en situaciones de convivencia o de salud insostenibles.
3. La conciencia de que existen fuertes desigualdades entre distintos sectores de la población, sobre todo en materia de género, raza, origen e identidad sexual. También hay cierta conciencia de desigualdad económica entre ricas y pobres, aunque no demasiado desarrollada. Esto, en principio, me parece bastante positivo, aunque insuficiente. Las desigualdades existen, desde luego, pero, si no las contemplamos a través del prisma de la conciencia de clase, las luchas por eliminarlas no dejarán de ser movimientos aislados que contemplarán con desconfianza al resto de iniciativas similares.
Y sobre este último punto, me gustaría hacer algunos incisos:
¿Feminismo? ¡Por supuesto que es necesario! Pero un feminismo con conciencia de clase, que entienda la emancipación de la mujer dentro de un contexto de emancipación del pueblo. No ese feminismo de corte liberal que sólo busca hacerse con una parte del pastel del poder y los privilegios.
¿Racismo? ¡Desde luego que existe! Y ahora más que nunca, en pleno auge del discurso fascista como nos encontramos. Pero debemos entender la cuestión de la raza desde una perspectiva interseccional. No es lo mismo una persona negra pobre, que una persona negra rica, que una persona blanca pobre, que una persona blanca rica, etc.
¿Xenofobia? Otra constante en nuestra sociedad, donde el discurso fascista, hoy más que nunca, está señalando a las personas inmigrantes como enemigas y origen de todos nuestros problemas. ¿Pero a que no se señala con el dedo a los jeques árabes, por ejemplo, cuando vienen a España a dejarse sus millones en viajes de placer? Otra cuestión que debemos abordar desde la conciencia de clase y la interseccionalidad.
¿Homofobia, transfobia? Aún las hay, y mucho. Pero si no tratamos estas cuestiones desde una perspectiva crítica, antiautoritaria y anticapitalista, corremos el peligro de que las iniciativas de naturaleza LGTBIQ se conviertan en festivales frívolos y consumistas que atraen a más turistas y gente con ganas de fiesta que a personas con verdadero afán combativo y de cambio.
Así pues, creo que sólo nos falta eso, un poco más de conciencia de clase, para que, en todo el globo, la gente abra los ojos y se embarque en procesos similares al de Seattle, al de Rojava o al de Chile, para que las luchas se unifiquen formando un frente común contra los estados y el capital y para que los cantos de sirena de las lideresas o líderes izquierdistas no puedan pastorear la lucha en la dirección que interese al poder. Si no ahora, al menos, cuando los estados y el capitalismo den una nueva apretada de tuerca en este proceso de represión y desposesión que estamos viviendo. Porque te aseguro que la darán.
Y, si para entonces, tampoco reaccionamos, creo sinceramente que nos mereceremos cualquier cosa que nos suceda.
Salud y fuerza.
La Comadreja Ácrata

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Posted: 22 Jun 2020 05:16 AM PDT
HospitalDesde mediados de marzo hasta primeros de abril de 2020 era habitual la entrada relámpago del Jefe Médico en la sala del hospital, señalando con su índice a los pacientes de mayor edad, gruñendo incansable: ¡mórfico, mórfico y mórfico!, y así hasta el hastío.
Tal orden significaba que la enfermera debía aplicar a cada uno de los así sentenciados un chute de morfina que, en pocas horas, liberara camas y material para otros pacientes, con mayores probabilidades de supervivencia.
Morían como ratas, solos y sin acompañamiento familiar, sedados hasta la muerte, sin previo aviso, porque el único criterio válido era el beneficio que se obtenía con su fallecimiento: liberar recursos escasos. Políticos o verdugos usaban así la palabra “beneficio”, en referencia a los pacientes entregados al horror y la indignidad porque tenían que recuperar, en horas, las camas perdidas en los últimos años con tantos recortes.
Enfermeras rotas y jefes divinos, con el poder de negar la vida y dar la muerte.
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Las residencias de ancianos, no preparadas médicamente y sin recursos sanitarios adecuados, veían cómo, día a día, anciano a anciano, se rechazaba sus solicitudes de traslado urgente. Que los aislaran y les dejaran morir. Sin visitas de familiares, sin apenas tratamiento alguno, demasiado caro para nada. Como moscas. Eso sí, ¡en la mejor Sanidad del mundo!, como decía el tarambana covidiota de turno, con irresponsabilidades políticas ilimitadas. Las residencias de mayores fueron abandonadas a su suerte, pésimamente gestionadas por las autoridades responsables, desde Ayuso a Iglesias y Torras, que la incompetencia no diferencia colores ni ideas.
Cuidadores rotos, políticos ineficaces y crueldad innecesaria.
Ayuso lanzó una circular invitando a la selección de los pacientes que debían admitirse en los hospitales, señalando el beneficio que suponía no derivar a los de mayor edad. Y se burlaba de todos nosotros, vivos y muertos, con una sesión fotográfica en la que posaba como mater dolorosa. Indecente e intolerable: nos toman por rebaños. ¿Cómo sigue ahí la tal Ayuso, sin una dimisión inmediata, aunque solo fuera por dignidad propia?
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Hubo veinte manifestantes que fueron detenidos por su participación en las acciones que, el 15 de junio de 2011, querían rodear el Parlament, para evitar una sesión parlamentaria convocada para aprobar unos brutales recortes educativos y sanitarios.
Alguno lleva más de dos años en la cárcel. La razón: oponerse al debilitamiento del sistema sanitario, que iba a provocar esa situación de escasez de camas y recursos que en 2020 ha provocado el espanto de esas condenas a muerte, sin más criterio que el de la edad. Han muerto casi 20.000 ancianos, siete de cada diez víctimas de la pandemia en España.
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En la primera quincena de junio Artur Mas, responsable de esos históricos recortes sanitarios en Cataluña, ha ido a felicitar el 90 aniversario del confeso delincuente y estafador Jordi Pujol que, mediante una mafia familiar impune, protegida por el aparato estatal y del partido, se dedicó a saquear el país catalán durante 23 años. Con el dinero robado por esa mafia no hubieran sido necesario tales recortes sanitarios del 2012, que en 2020 nos habían dejado un debilitadísimo sistema sanitario. Confunden la patria con su patrimonio.
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Hay un hilo directo entre la impunidad del clan mafioso de los Pujol, o los Millet, y la debilidad de la Sanidad catalana y la falta de camas y recursos. Hay un hilo directo que relaciona al ciudadano, preso en la manifestación que intentó rodear el Parlament, para evitar UNOS RECORTES EDUCATIVOS Y SANITARIOS SOCIALMENTE SUICIDAS, con la impunidad de un Artur Mas al que no se piden responsabilidades por su política de recortes. ¿Cuántos quirófanos y cuántas camas de hospital podrían haber sido creadas con los tres mil millones saqueados por el clan de los Pujol? ¿Cuántos mórficos se hubieran salvado sin los recortes de Artur Mas?
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La crueldad vivida en estos últimos meses es más propia de Auschwitz que de una Barcelona por fin descontaminada y libre, sin coches y sin turistas. ¡Tanto inepto metido a irresponsable político nos costará muy caro! ¡Tanto salvapatrias ladrón ya nos ha salido muy caro!
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Pero ahora sabemos que, si hay una segunda oleada, será peor, y que todos podemos ser declarados mórficos, mientras dejemos impunes a los Ayuso, a los Pujol, a los Mas, a los Iglesias y al Doctor Mengele.
Algún día alguien impartirá justicia, o no, y sabrá diferenciar entre profesionales, entregados a salvar a sus semejantes con riesgo de su propia vida, sin apenas medios, con sueldos miserables y contratos precarios y esos sádicos jefazos que despachaban etiquetas de mórficos a diestro y siniestro, sin denunciar nunca las carencias del sistema sanitario, ni plantarse ante políticos criminales y ociosos para cantarles las cuarenta… quizás porque les debían cargos y obediencia y sumisión, o subvenciones a la medicina privada.
La barbarie avanza impunemente entre corruptos, terroristas e incompetentes.
A finales de febrero de 2020 se suspendió el Mobile por decisión de las empresas participantes, en contra del criterio de la alcaldesa de Barcelona (señora Colau) y del presidente de la Generalidad (señor Torra, el vicario nombrado a dedo por el vicario nombrado a dedo por el señor Mas), que sólo veían las pérdidas económicas que ello suponía, sin prever en ningún momento las consecuencias del contagio para la salud de los barceloneses.
Y esos mismos inútiles, incapaces de prever lo previsible, que ya estaba en Italia, son quienes han de gestionar la desescalada y la recuperación económica. Y solo se les ocurre un plan Renove para promover la venta de coches, o promocionar un turismo de masas que ya es imposible e indeseable. El dinero europeo se repartirá en la tómbola de las multinacionales y nadie se acordará de reforzar sanidad y educación.
¡Que nos pillen confesados! Eso que tendremos de ventaja, antes de que alguno de esos covidiotas, disfrazados de autoridad pública y provisto de una coartada de asesoramiento científico nos declaren mórficos y prescindibles. Al menos, ya confesados, nos ganaremos el cielo; que el infierno ya lo hemos sufrido en las ucis y en las residencias de mayores.
Agustín Guillamón

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Posted: 22 Jun 2020 04:54 AM PDT
La hegemonía mundial del capitalismo, como forma de organización  de las relaciones sociales, ya planteaba retos cruciales a la humanidad antes de que la pandemia del coronavirus paralizara -durante más dos meses- la casi totalidad de la actividad económica mundial, con catastróficas consecuencias para el presente y futuro de millones y millones de personas en el mundo. 
La crisis financiera de 2008, como resultante lógica de la desregulación del capital, ya había provocado el desmantelamiento de la « sociedad de bienestar » y puesto en cuarentena las políticas medioambientales necesarias para hacer frente eficazmente al calentamiento global del planeta. 
La vuelta a la normalidad capitalista, en los países que han puesto fin al confinamiento social provocado por la COVID-19, muestra que, a pesar del circunstancial « nada volverá a ser como antes », enfatizado  reiteradamente por políticos y formadores de opinión en los medios de comunicación, son las lógicas neoliberales ultraconservadoras y confusionista las que están prevaleciendo en vez de una « cierta renovación ecológica e individualista-solidaria de la resistencia al capitalismo ». Y eso a pesar de ser este sistema el responsable de los cientos de miles de muertes en el mundo por el coronavirus y de las catástróficas consecuencias económicas y sociales  que la pandemia COVID-19 ha provocado en todos los países por dar prioridad a la rentabilidad del capital sobre la vida de las personas.
Ante un panorama político y social tan desolador, para el présente y futuro de las sociedades humanas, nada es más urgente que la reinvención de una izquierda emancipadora capaz de enfrentarse eficazmente al reto de esta vuelta a la normalidad capitalista en las sociedades actuales. No solo para evitar que la lógica del capital siga primando sobre la de vida en la gestión de la économia sino también para evitar que esta lógica provoque un colapso brutal del planeta que ponga fin a nuestra especie. Pero, por el momento, hasta los gobiernos que se pretenden de izquierda orientan todos sus esfuerzos en la reconstrucción del modelo productivista y consumista neoliberal que nos ha conducido a esta insólita y desastrosa situación. Y, como el mañana depende de lo que se haga hoy, hay, pues, urgencia en reaccionar… Esperar a tiempos mejores sería una insensatez; puesto que ya estamos en situación de emergencia y mañana puede ser demasiado tarde.
De ahí que debamos agradecer a la editorial Dado la edición en castellano del libro INDIVIDUALIDADES, COMÚN Y UTOPÍA - CRÍTICA LIBERTARIA DEL POPULISMO DE IZQUIERDA, por ser una apuesta teórica para la reinvención de una izquierda emancipadora nutrida de postulados y objetivos libertarios, a la vez que de referencias políticas, filosóficas y científicas de pensadores enfrentados a los retos de las sociedades actuales. Pero también porque la trayectoria militante de su autor, Philippe Corcuff, lo sitúa, de siempre, en la oposición al liberalismo económico, y, más recientemente, en la militancia libertaria -con sus afines del marxismo crítico- frente a las corrientes etatistas y nacionalistas de la izquierda francesa y mundial.  
De hecho, este libro es más que una tentativa teórica de reconstruir una brújula para orientar la acción de esa izquierda emancipadora ante los desafíos del capitalismo a los explotados y dominados en nuestras sociedades; puesto que su autor se esfuerza en redefinir el horizonte utópico de la política emancipadora a partir de referencias críticas de ayer, de la lectura herética de Marx y de los aportes de otros pensadores más actuales, como el pedagogo y sicólogo estadounidense John Dewey, el sociólogo Pierre Bourdieu y los filósofos Michel Foucault y Emmanuel Levinas. Un horizonte utópico redefinido a partir del rol preponderante de la individualidad en estrecha relación con el común; pues, a pesar de reconocer que los procesos de individualización están condicionados por soportes sociales y que solo éstos permiten edificar una narrativa original y construir una peculiaridad, esto no invalida la originalidad individual.
De ahí su rechazo a la estigmatización del individualismo en el pensamiento crítico y a la desatención sociológica de las dinámicas individuales; pues, para el autor de este libro, la contradicción capital/individualidad es una de las principales zonas de fragilidad del capitalismo actual; y por ello, en sintonía con uno de sus maestros, el epistemólogo de la sociología  Jean Claude Passeron, considera necesario abandonar la resolución dialéctica de las contradicciones inspirada de Hegel, para valorar -con Foucault- las relaciones entre las limitaciones sociales estructurales y las posibilidades de subjetivación individual. No solo para reconocer la complejidad y la pluralidad social sino también para evitar síntesis superadoras que aplanen las singularidades. Ese aporte de Proudhon, para el que la diferencia es fundamental, y que el autor hace suyo por considerar que no existe una posición que resuma las perspectivas de los contrarios sino arreglos frágiles, que al romperse hacen aparecer la injusticia siempre del lado del más débil. 
En resumen: « inventar vínculos entre la singularidad individual, el mestizaje de referencias culturales y el marco político del vivir juntos, así como entre las luchas contra la dominación (de clase, sexista, poscolonial, homofóbica, culturales, etc.) y las dinámicas universalizantes (de modo que este supuesto universal dado definitivamente no enmascare, una vez más, las dominaciones) ». 
Y ello para proponer una « socialdemocracia » acorde con el pensamiento libertario y capaz de superar « los obstáculos estructurales -que pesan tendencialmente sobre todo el mundo- asociados a la dinámica capitalista pero también de posibilidades de emancipación que deja abiertas ». Pues, a pesar de las sorprendentes « capacidades históricas de metamorfosis del capitalismo y su plasticidad » para « realizar las más diversas hibridaciones », el capitalismo es « una maquinaria cargada de contradicciones y de granos de arena », cuya dinámica (no homogénea ni completamente coherente) está « llena de agujeros a partir de los cuales la emancipación es posible » y, en consecuencia, se puede salir de él. A condición, claro, de no olvidar « la dominación que acarrean los mecanismos de la representación política y de la profesionalización política moderna », y de « darle una tonalidad más libertaria a la cuestión democrática » para evitar las derivas autoritarias colectivista. Además de renunciar a pensar la  emancipación como un marco « armonioso », de « superación » de las contradicciones sociales, para pensarla como un proceso en el que se « asume y se afronta una dinámica infinita de contradicciones entre la lógica de la individualidad y la lógica de lo común », para buscar algo my cercano al « equilibrio de los contrarios » propuesto por Pierre-Joseph Proudhon. 
El libro incluye una critica libertaria de algunas falsas soluciones políticas de moda, inspiradas en el populismo de izquierda de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, y en el concepto de hegemonía de Antonio Gramsci, además de una lectura anarquista de la serie Juego de Tronos opuesta a la conformista de Pablo iglesias. Y finaliza con algunas hipótesis « en caliente » que el autor formula desde Francia sobre la era post-coronavirus. 
Con todos estos materiales el lector tendrá entre sus manos una obra llena de matices sobre una filosofía anarquista para el presente, que se informa en las ciencias sociales y en la tensión que exige romper las fronteras entre sus disciplinas. 
Una obra que seguramente resultará polémica para muchos y muchas anarquistas y marxistas de izquierda; pero que, por movilizar puntos de vista plurales, para ofrecer una visión objetiva, pragmática y erudita sobre la sociedad capitalista de hoy y las posibilidades de salir de ella, incita a los lectores a hacerse su propia opinión y a participar en esta necesaria y urgente reinvención de una izquierda  emancipadora.  
Octavio Alberola

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Posted: 22 Jun 2020 04:49 AM PDT
Anarquistas del dogma y de la fe
Estupefacto me hallo ante los dogmáticos anarquistas que creen tener posesión de fe en lo relativo y según a su "adscripción" anarquista. Mayormente me refiero (suelen ser, más bien) a "adscritos" a formas más "socializadas" de anarquismo, individuos que parten de la fijación con chincheta de la abolición del estado para reemplazarlo por una sociedad que se basará en "el bien común"; concepto erróneo que parte de la creencia de que la anarquía es una forma de lucha contra el estado y que una vez abolido este se forjará un mundo de iguales en una "humanidad libre"...la liberación (en este galimatías) del individuo sólo podrá ser obtenida con la consecución de esta hipotética sociedad de "hombres libres" que conduciría a esa humanidad libre tan anhelada por aquellos profetas libertarios que “parten el bacalao” en asambleas y colectividades; es decir, que para la socialización anarquista la “liberación” del individuo va inexorablemente vinculada al conjunto de esa sociedad que sustituye al estado.
La palabra anarquista se traduce al significado griego de "anarkhia"; esta a su vez se traduce en "sin autoridad" aunque también existen otras interpretaciones derivadas como "sin gobierno-ausencia de gobierno y "sin jerarquía-ausencia de jerarquía"; el concepto anarquista en todo caso no es "contra-estado" per sé, sino contra toda forma de autoridad ya que el monopolio de la autoridad no la tiene el estado, aunque si tenga el monopolio de la fuerza para ejecutar su autoridad pero no la autoridad en sí.
…”Para la socialización anarquista, la “liberación” del individuo va inexorablemente vinculada al conjunto de esa sociedad que sustituye al estado…”
El anarquismo no es homogéneo ni uniforme por tanto ya es un ejercicio de autoridad el imponer una única óptica sentando dogma sobre "el verdadero anarquismo"; es un ejercicio de autoridad en tanto y cuando están sentenciando que la suya es la única legítima razón de ser y de sentir "anárquicamente".
Este anarquismo de "pedigree" es siempre profesado por quienes militan o simpatizan con dichas corrientes "socializadas" que antes mencionaba y reitero.
Los anarquistas socializados ignoran, ya sea deliberadamente (lo más grave) o no, que el individuo es la batería en la anarquía, el individuo no es en modo alguno sujeto subordinado a una base social, si acaso es lo social lo que tendría que subordinarse al individuo pues sin individuos y sin suma de unicidades no aguantarían en pie los cimientos de ningún tipo de forma social ya sea estado o sociedad; todo lo demás son burdas abstracciones. La riqueza en la anarquía radica en su diversidad y pluralidad de sentimientos...todos los individuos deben gozar, disfrutar y experimentar la anarquía como mejor y más les plazca ya sean como anarco individualistas y también como anarco feministas, anarco comunistas, eco anarquistas, paganos anarquistas, anarco nihilistas, insurrecionalistas, anarcosindicalistas, anarco primitivistas…a su vez también, estos tienen total libertad natural para experimentar y disfrutar una sensaciones anárquicas por otras, un o una anarco comunista, harto de recibir muy poco y dar mucho en la colectividad, puede mudar a una posición primitivista con todas las consecuencias a acarrear con ello…la anarquía no es una organización política, ni siquiera es una ideología, como tampoco no es una tendencia, un dogma o esa simple alternativa a la derecha y a la izquierda que siempre nos dicen. Tampoco es la anarquía patrimonio de una mente estrecha.../...

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León Darío
Editor de El errante

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Posted: 22 Jun 2020 04:42 AM PDT
“…establecer, fuera de toda política burguesa, la solidaridad de la acción revolucionaria…”
Las redes de apoyo mutuo, las redes vecinales, el voluntariado (o los asalariados), los bancos de alimentos, todo el inmenso aparato surgido en pocas semanas para contener las desastrosas consecuencias económicas y sociales que la pandemia ha provocado han acaparado la atención de muchas, bien sea por altruismo, bien sea por pura y simple necesidad. Y es normal, dado que como en cualquier crisis que atraviese el sistema capitalista, las consecuencias más graves las sufren en mayor medida aquellos que previamente a la crisis estaban ya jodidos, es decir, los y las pobres, en Madrid o en Sebastopol. Los capitalistas siguen una sencilla lógica: socializar las pérdidas, cuando las haya, y acaparar los beneficios, siempre. Es una de las lógicas que atraviesan una sociedad dividida entre explotados y explotadores, entre gobernados y gobernantes.
Y así nos encontramos con una situación de pobreza y desamparo, de pura y simple necesidad de comer, con los servicios sociales, colapsados, la Iglesia y las ONG, colapsadas o, al menos, lo suficientemente desbordadas como para derivar “casos” a estas redes. Redes compuestas por una variedad de asociaciones de vecinos, activistas de bario, trabajadores sociales haciendo horas extras, colectivos políticos de izquierda, individualidades varias, gente que quiere echar una mano, militantes de izquierda, algún que otro fascista infiltrado, anarquistas, libertarios, cristianos de base, los que pasaban por ahí, y los que simplemente, querían un jodido salvoconducto para esquivar el aislamiento impuesto a base de multa, colleja y bota militar.  Ah, y no podemos olvidarnos de unos cuantos aspirantes a políticos, que no han dudado en chupar cámara cuando la prensa aparecía, ponerse a mandar y erigirse como censores y organizadores de algunas de estas iniciativas, que en algunos barrios de Madrid, exigían cotas de autonomía y señalaban la falta de horizontalidad y claridad. Al final, poco a poco, estas redes están entrando en dinámicas a nivel general de funcionar como meras gestoras de la caridad, de soporte extra de los servicios sociales, de un puntal de emergencia ante un estado del bienestar en desmantelación desde hace tiempo y, ahora, desbordado.
¿Seguimos hablando del sueño húmedo de la socialdemocracia en pleno 2020 y en la nueva era post-covid-19? Parece que sí. El estado del bienestar fue un pacto de paz social firmado por la aristocracia izquierdista con nuestros explotadores, un sueño construido sobre la brutal explotación y expolio de otras regiones del planeta, la dominación y agotamiento de la tierra, la rueda de la esclavitud moderna de la producción y el consumo que pagamos con creces con el adormecimiento de la pacificación democrática, donde la brutalidad represiva del Estado, quedaba justificada y amparada bajo la represión selectiva contra aquellxs aventurerxs que decidían romper los márgenes del consenso democrático. El proyecto de este gobierno, que algún facha de bar puede tildar de “socialcomunista”, no es más que el camino de siempre de seguir por la vía del apuntalamiento de un capitalismo de rostro amable. Y mientas, generar cada vez más excluídos, en una aceleración de este proceso donde la técnica y la el desarrollo tecnológico cumple y cumplirá un importante papel. Cada vez más expulsados al margen y siendo un problema de gestión, con las cárceles debordadas y los servicios sociales haciendo equilibrismos, junto con los diferentes subsidios, los ERTE y colchones varios del sistema. El gobierno progresista es el mayor apuntalador del régimen, siguiendo la tradición histórica de la izquierda de adormecer y pacificar la rabia, con el objetivo de preservar el orden y la normalidad, que es el escenario perfecto para los explotadores locales e internacionales.
Nos parece importante remarcar esto, estando seguros de que las colas para recoger comida en los bancos de alimentos han venido para quedarse, remarcar el rol reproductor del sistema en las que estas iniciativas pueden, y quizás, ya han acabado por cumplir. No nacen de la nada, no solo son un impulso solidario, son la materialización de una mentalidad derivada del proyecto del estado del bienestar. O al menos, creemos, es un factor determinante.
¿Cuándo le quitaron a la avispa el aguijón?
Porque no deseamos contribuir a la espectacularización de la pobreza como hecho derivado de una pandemia, sino como una consecuencia estructural de un sistema que genera pobreza y explotación para el beneficio de una élite. Porque sabemos que tendremos que atender a nuestras necesidades básicas y a las de nuestros amigos, familiares y compañeros, pero nos negamos a que el precio a pagar sea la renuncia a la lucha contra los responsables de nuestra miseria. Porque no queremos amoldarnos a una lógica tranquila y ordenada que viene a encajar perfectamente en mantener el estado de las cosas, que habla el discurso del orden, de la autoridad, de la distancia social en las colas de los supermercados y los bancos de alimentos, estados de excepción, de aplicaciones que controlen nuestros movimientos, de militares y policías en cada esquina, de drones y enjambres de cámaras de videovigilancia y seguridad privada.
Porque queremos establecer la solidaridad como nexo de unión con nuestros iguales, anónimos o no, en clave de lucha contra quien especula en los barrios, contra la propiedad, contra las ratoneras donde vivimos afinados, expuestos a un aire envenenado, contra los controladores, contra la clase política, contra nuestros jefes y patrones, contra las fronteras, los muros de las cárceles, cies y alambradas, contra quién acapara y vive en la opulencia gracias a la explotación. Contra la gestión de la catástrofe del Estado y su jodida distopía llamada “nueva normalidad”.
Tampoco queremos que los capitalistas paguen las consecuencias de la crisis, todo lo que tienen lo han conseguido a través del robo y la explotación de nosotrxs mismos. La mundialización ha hecho de la explotación un proceso no homogéneo, pero mundial, actuando en diferentes capas. Queremos ajustar cuentas. Queremos pelear. Queremos oír hablar de huelgas, saqueos, okupaciones, disturbios, ataques y que su motor sea la solidaridad y el apoyo mutuo.
“La base de la solidaridad revolucionaria radica en reconocer el propio proyecto de rebelión en las luchas y acciones de los demás y, por lo tanto, ver a estos otros, al menos potencialmente, como cómplices en la lucha.”
Nos asquea el asqueroso rol asistencialista que acaba generando instituciones fuera de las instituciones donde se genera una nueva división vertical, entre el que da y el que recibe, generando dependencia y convirtiéndose en regla, rutina y finalmente “normalidad” mientras nuestros explotadores nadan en la abundancia. Los “especialistas de la caridad”, hablando en plata, son gestores de respuestas inocuas e inofensivas a las problemáticas que genera un sistema de raíz. Lo que sea con tal de evitar el conflicto: militares y tecnología, patriotismo barato y un ejército de trabajadores sociales, son los ejes de la pinza de la paz y el control social.
Queremos establecer la solidaridad con otros en clave de lucha, experimentar el apoyo mutuo como impulso para lucha. Porque es una cuestión de necesidad real, siempre lo fue, nunca fue una cruzada idealista, la solidaridad revolucionaria es una necesidad para aquellos que deciden plantarle cara a este mundo de miseria.
La solidaridad que revienta las ilusorias líneas de las fronteras, que tiene en su esencia la negación de falsas identidades como la nación o la raza, conecta a individuos en el lenguaje de la práctica del ataque. Y no nos basta, para nada, con echar a los fascistas de nuestros barrios.
La democracia y el estado del bienestar, como espejismo y cristalización de la autoridad de los poderosos sobre los oprimidos, son el auténtico virus. Y no nos basta, para nada, con echar a los fascistas de nuestros barrios.
¿Y qué significa actuar en solidaridad con otros en lucha? Sobre todo, significa continuar nuestra propia lucha contra  toda forma de dominación y explotación donde estemos. El Estado, el Capital y todas las instituciones a través de las cuales ejercen su poder constituyen una totalidad, y cada  ataque de una parte, incluso la  más pequeña subversión, la menor expresión de una revuelta autoorganizada, es un ataque en general.
Onda Negra

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Posted: 21 Jun 2020 09:08 PM PDT
La desobediencia civil nos sirve no solo para generar una controversia en la sociedad sino también para provocar un cambio dentro de nosotros mismos renovando algo que a primera vista se nos negó, empuñar nuestras manos contra el que llamamos rival y generar rechazo en los que llaman tener la verdad formulara así nuestras condiciones de lucha y como estas serian aplicadas en el futuro, dichas condiciones serán acorde a nuestras capacidades y como están serán llevadas a cabo. Dicha revolución sin una necesidad forzosa de violencia sino de inteligencia alcanzara la táctica perfecta para hacer un cambio ya que esta además de formar una rebelión nos facilitara el pie a la independencia de lo que se conoce como autoridad.
Una sociedad alejada del poder de unos sobre otros entregara un ciudadano que no vive sometido bajo un modelo forzado sino bajo una independencia que sea realmente lo que uno busca, dándonos así un método de defensa ante los que creen tener la razón, formando finalmente actos que conllevaran a una verdadera revolución individual que estará siempre ligada al presente personal.
Esto mencionado le entregara un valor simbólico a nuestro proceso humano retomando así nuestra manera de ver las cosas, dichos ideales siempre buscaran nuestra mejor imagen desechando aquella que perpetué y dañe la libertad, ya que estas impedirán lograr lo que buscamos cómo lo adecuado. Aun así existe una gran duda hacia el símbolo que nos entregan las revoluciones en la sociedad, si estas sirven o no o si solo estas son una guerra mas contra la autoridad sin criterio alguno, entender dicha definición como un sinónimo del avance concluirá llegar a un "camino ideal" donde puede o no cambiar nuestra visión actual de la vida obteniendo la respuesta que tantos estancamientos generaron años tras años.
José Ingenieros en su libro "El Hombre Mediocre" propone un idealismo a base de nuestra experiencia explicada por un moral alejado de dogmas religiosos y apriorismos metafísicos que deterioren nuestro pensamiento, obteniendo así una evolución humana constante convertida en un esfuerzo donde las personas puedan adaptarse a la naturaleza de una manera agradable y no dicha mente forzada, que a la vez le visualice su proceso de conocer la realidad y prever el sentido de las propias adaptaciones de su vida entregando como respuesta una capacidad no necesariamente sesgada ya que esto implicaría vivir en algo ficticio, algo que no se acerca a nuestra realidad ni mucho menos a lo natural degradando nuestra independencia que buscamos.
Este pensamiento impulsa a los que se han asimilado sentir el deseo imperioso de vivir las fases de su vida, fuera de toda autoridad y toda institución impuesta por parte del Estado y sus ramas dando así un pensamiento distinto que forme una verdadera revolución y no atrocidad en la humanidad donde ella deba ser inteligente y partir desde la base individual de lo que nosotros buscamos, apreciando lo que verdaderamente es correcto para nosotros mismos. La revolución es, pues, solamente un movimiento acelerado de la evolución, algo imparable, constante e indeterminado donde no solo es la solución a los problemas sino mas bien un proceso de rebeldía ante las injusticias que dará a los oprimidos la oportunidad de tomar las decisiones de su vida.
Es por esto que al final la revolución no es mas que un sinónimo de nuestra y de sus cambios constantes ya que repercuten a pensar que esta mal y el porque. Esto provoco que al geógrafo anarquista Elliseé llegara a la conclusión que la evolución y la revolución no son mas que dos actos sucesivos de un mismo fenómeno; la evolución y esta precede a una nueva causando revoluciones futuras como una respuesta ideal hacia nuestros proyectos de vida futuros. Nosotros como personas no debemos esperar nada que no estemos dispuestos a trabajar ni mucho menos que las condiciones se generen por sí mismas, nosotros debemos estar dispuestos a esforzarnos por lo que creemos ser el bien y dar el primer paso al cambio sino nadie lo hará por nosotros.
Javier A.

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