La
globalización de la indiferencia.
Por
Carlos Iaquinandi Castro. Redacción de SERPAL.
______________________________ ________________________
“¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos? Ninguno.
Todos respondemos: yo no he sido, yo no tengo nada que ver, serán otros, pero yo
no.
Hoy nadie se siente responsable, hemos perdido el sentido de
la responsabilidad fraterna,
hemos caído en el comportamiento hipócrita.
“
El Papa Francisco en
Lampedusa, en julio del 2013.
______________________________ ______________________________ _______
>> LA
GLOBALIZACIÓN DE LA INDIFERENCIA
Por Carlos Iaquinandi Castro, redacción de
SERPAL.
>> Casi dos
años han pasado desde aquella jornada en la que el Papa Francisco llegó a la
pequeña isla italiana de Lampedusa, para acompañar a los familiares de
decenas de inmigrantes muertos en su intento desesperado por llegar a Europa.
Era su primera salida oficial y
resultó una declaración de principios. ¿“Quién de
nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas, de todos
aquellos que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres que llevaban a
sus hijos, por estos hombres que buscaban cualquier cosa para mantener a sus
familias?”. Su
comprometido mensaje, los rostros de la alcaldesa socialista y del párroco de
Lampedusa, fueron portada de muchos diarios del planeta. Pero nuevas y más
graves tragedias demuestran que los que tienen el poder para hacer, no solo no
han hecho nada para evitarlas, sino que con sus políticas continúan
incrementando el número de refugiados y de parias que arriesgan sus vidas para
encontrar su lugar en el mundo.
Casi
un millar de víctimas que escapaban
de
la miseria y de las guerras.
Centenares
de seres humanos pueden haber muerto en el canal de Sicilia, cuando se hundió el
viejo pesquero en el que alguna de las mafias de traficantes les prometió que
llegarían a la isla de Lampedusa. Según el relato de uno de los 28
sobrevivientes, podrían ser 950 los inmigrantes que iban a bordo. Como es
habitual, la embarcación era muy precaria, un pesquero más cerca del desguace
que de navegar. Son los “recipientes” habituales que utilizan los traficantes
para su “negocio” de llevar inmigrantes a Europa. Eso, la sobrecarga y la falta
de condiciones seguras de navegación, son las causas que provocan muchas veces
una tragedia anunciada. Si se confirma el número de víctimas, será la más grave que se produce en el
Mediterráneo en la última década. La proximidad de un navío de carga portugués y
la existencia de un puñado de sobrevivientes, ha permitido que esta tragedia no
quedara como la “desaparición” de un barco con un número impreciso de
inmigrantes como suele ocurrir. Esta vez, desde un primer momento se tuvo
conciencia de la magnitud de la tragedia.
Según las últimas
informaciones reveladas por la
Fiscalía de la provincia italiana de Catania, entre los
ocupantes habría unas 200 mujeres y entre 40 y 50 niños. Las víctimas serían de
Argelia, Egipto, Somalia, Nigeria, Senegal, Malí, Zambia, Bangladesh y Ghana.
Por supuesto, no se mencionan europeos ni nacionales de ningún país
“desarrollado”. Uno de los supervivientes relató que la mayoría de los
inmigrantes iban encerrados por los traficantes en los compartimentos más bajos
de la nave, lo que seguramente impidió una posible huída antes del naufragio.
La
tragedia estimula la hipocresía europea y mundial
Como suele ser
habitual, las cancillerías europeas entonaron sus plañideras declaraciones de
rigor. “Lamentable”, “no debe repetirse”, “vergonzoso”…Y todos se sienten en la
obligación de añadir una frase que supone una forma de terminar con las
tragedias.
El secretario de
exteriores británico Phillip Hammond proclamó en Luxemburgo que la solución pasa
por “el ataque contra las redes del tráfico de seres humanos”. No es que sea imbécil. Es la hipocresía
en estado puro. Sabe que no sirve atacar las consecuencias sino el origen del
problema. Y que si hay mafias es porque hay seres humanos desesperados. Y la
causa de su desesperación es el horror de la miseria, de la desigualdad y en
particular de la violencia. Porque en sus lugares de origen, abundan las armas
de todo tipo, y faltan los alimentos fundamentales y hasta el agua. Libia y
Siria se han convertido en escenarios del espanto. Casi dos millones de
habitantes han huido de Siria y más de seis millones son desplazados internos.
Como decía uno de ellos que pudo llegar a España: “Nosotros respiramos pero
no vivimos, vivir es otra cosa”. Su país lleva años en una guerra en
la que hay tantos que matan en nombre del gobierno, de grupos de oposición, de
su religión o de sectas y movimientos minoritarios que han convertido el país en
un escenario bélico permanente donde lo que único que no faltan son las bombas y
las metralletas. En ello contribuyen eficazmente gobiernos de países
“civilizados”, como les gusta autodefinirse. Entre ellos Estados Unidos, Francia,
Reino Unido, España o Israel. A todos los que matan y destruyen poco les
importa el futuro de Siria y de su pueblo.
Y mientras
redacto esta crónica, aviones de Arabia Saudí bombardean población civil de
Yemen, provocando decenas de muertos y heridos. El país atacante decidió
intervenir en una lucha interna y encabeza una coalición que también integran
Qtar, Kuwait, Emiratos y Marruecos entre otras naciones. Los organismos
internacionales “miran hacia otro lado”.
En las últimas
horas barcos de guerra de los Estados Unidos han llegado al Mar Arábigo para
“garantizar la navegabilidad en la zona”. Yemen con 24 millones de habitantes es
uno de los países más pobres de la región. Y como es previsible comienza a
generar decenas de miles de refugiados que intentan escapar de los ataques y
bombardeos. Más refugiados, más desesperados que se sumarán a los que aguardan
en las costas libias para cruzar el Mediterráneo.
Libia afrontó en
febrero del 2011 choques entre el gobierno de Gadafi y grupos opositores. Pero
un mes más tarde, Francia y Reino Unido decidieron tomar partido y comenzaron
a dar apoyo militar a los rebeldes.
En los meses siguientes, creció la intervención con la llegada de la flota
norteamericana y finalmente fue directamente la OTAN la que sumó sus bombas y sus misiles. Entre
los que la prensa europea y norteamericana definía como “aliados” en esta
empresa guerrera también se anotaron las “petromonarquías” de Arabia Saudita y
Qtar.
Nunca se sabrá
cuantos muertos dejó la “liberación” libia. Tras 8 meses de guerra, asesinado
Gadafi y balcanizado el país en áreas controladas por tribus, sectas o
simplemente grupos de delincuentes, Libia se convirtió en un espacio geográfico
ingobernable. Los “civilizadores” se aseguraron el control de los recursos
petroleros de una forma directa o negociando con los ocasionales “dueños” y
luego se “lavaron las manos”. Ahora para ellos Libia es “un estado fallido”. Su
pueblo, como los iraquíes, los afganos, los palestinos, los yemeníes y tantos
otros, son víctimas de las
intervenciones militares extranjeras y de situaciones internas
insoportables.
Otra vez lamentos y
promesas
Las
sucesivas tragedias en el Mediterráneo, son hechos “incómodos” para los
gobiernos europeos y para todos los dirigentes mundiales implicados. En especial cuando ponen en evidencia
que los países por los cuales han pasado con sus bombarderos, sus flotas y sus
“drones”, han dejado caos y destrucción. Y que han provocado que cientos de
miles de hombres y mujeres intenten escapar y encontrar su lugar en el mundo.
Los
protectores de los bancos y los poderes económicos, tan prestos y eficaces en
defender a los mercaderes, resultan inútiles a la hora de preservar vidas o
tomar decisiones que mejoren las condiciones de quienes huyen de la guerra y de
la miseria. Desde sus confortables salas en Bruselas y Luxemburgo vuelven a
convocar solemnes reuniones donde repetirán su compromiso de “tomar medidas”.
Pero es más que improbable que reconozcan sus propias
responsabilidades.
No
admitirán que lo que les preocupa en el área mediterránea es impedir que les
lleguen los “indeseables”, no rescatar a los náufragos. Abren sus fronteras a
los capitales, pero las quieren blindadas para los seres humanos que huyen de la
miseria o de la guerra.
No
reconocerán que sus incursiones neocoloniales para “poner orden” dejan un rastro
de muerte y destrucción en amplias regiones del área mediterránea.
Tampoco
admitirán que sus acuerdos “de cooperación económica y financiera” que imponen a
los países africanos implican una venta de sus materias primas a un precio
inferior al del mercado internacional. Y que para mantener esas relaciones
de explotación no dudan en utilizar directa o indirectamente la violencia,
eliminando a quienes ofrecen resistencia o promoviendo dictadores o gobernantes
sumisos.
Su
discurso mediático estará dirigido -una vez más - a ocultar las causas
estructurales de las corrientes migratorias de las cuales son responsables. Por
sus conductas coloniales en el pasado y por su continuidad en los expolios en el
presente.
Preferirán
centrar su discurso en quienes trafican con los desesperados. Mostrarán
procedimientos policiales, dirán que han desmantelado redes de
traficantes.
Pero
eso no solucionará las causas estructurales. Solo aumentará los riesgos y la
indefensión de los que huyen de la miseria y de la muerte.
Los
mensajes exculparán a los gobiernos europeos. E intentarán aplacar las malas
conciencias de los ciudadanos. Tratarán de imponer la sensación de que las
tragedias en el Mediterráneo son algo natural, como los terremotos o los
tsunamis. En eso contarán con la
colaboración de todos los grandes medios de comunicación. Desde allí, sin
descanso seguirán tejiendo las
redes de la indiferencia.
Contra
esa terrible metástasis tenemos que luchar para considerarnos dignos. Para que
nuestra vida tenga sentido. Que no nos mientan más.
Stéphane
Hessel, uno de los artífices de
la
Declaración de los Derechos Humanos - aquello que se menciona
mucho y se cumple poco - nos decía
que “la indiferencia es la peor de las actitudes”. Antes de dejarnos, proclamó su
propuesta: ¡indignaos!
Pues
sí, tomar conciencia e indignarnos y denunciar a los verdaderos responsables de
tanta muerte y tanto dolor.
“Desgraciados
los tiempos en los que hay que explicar lo obvio”.
* Carlos Iaquinandi
Castro, redacción de SERPAL,
Servicio de Prensa
Alternativa.
____________________________ _
21 de abril de
2015
Enviado por
SERPAL
Servicio de Prensa
Alternativa
Nuestra Página:
www.serpal.info
______________________________ ______________________________ _____________
*
SERPAL no necesariamente comparte en su integridad los artículos
que publica y cuyo autor y origen generalmente se indican.
La línea editorial de SERPAL, en todo caso, queda expresada en la
presentación que suele prologar los artículos, o en la información
preparada exclusivamente por nuestra redacción.
que publica y cuyo autor y origen generalmente se indican.
La línea editorial de SERPAL, en todo caso, queda expresada en la
presentación que suele prologar los artículos, o en la información
preparada exclusivamente por nuestra redacción.
______________________________ _______________________
* Suscripciones gratuitas: solicitarlas al e-mail:
serpal@wanadoo.es
Por favor, citar ciudad y país de residencia, y mencionar si el
suscriptor tiene alguna actividad social ( sindicato, asamblea,
movimiento, organización campesina, estudiantil, etc.) Gracias.
______________________________ ___________________________
Por favor, citar ciudad y país de residencia, y mencionar si el
suscriptor tiene alguna actividad social ( sindicato, asamblea,
movimiento, organización campesina, estudiantil, etc.) Gracias.
______________________________
>> Si Ud. comparte la importancia de
difundir el contenido de este
texto, fotocópielo, circúlelo por Internet, difúndalo por todos los
medios. Gracias. SERPAL, Serv. Prensa Alternativa. /
texto, fotocópielo, circúlelo por Internet, difúndalo por todos los
medios. Gracias. SERPAL, Serv. Prensa Alternativa. /
Contra el " silencio de los
corderos", comunicación
alternativa.
______________________________ ______________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario