Mensaje a los europeos:
"Si quieren ver como
será su sanidad en 20 años,
tomen un vuelo a
Lima".
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Giancarlo
Castiglione, líder de Forum Solidaridad Perú, asegura que Europa vive una
repetición de lo ocurrido en América Latina: "La gente dice que crecimiento
económico es igual a desarrollo social, y es falso". "Los Estados están adelgazando y son
cada vez más porosos a los intereses
corporativos".
- Por Ana Requena Aguilar.
Giancarlo Castiglione lidera Forum Solidaridad Perú,
una institución que cumple 25 años y que trabaja sobre presupuesto público,
fiscalidad y desarrollo. Ha pasado por España para participar en un encuentro
organizado por Oxfam Intermón sobre justicia fiscal en el que han participado
organizaciones españolas e internacionales. "Vinculamos lo local con lo global a
través de redes, y les ayudamos a hacer propuestas de incidencia política.
Fortalecemos redes existentes y en algunos casos ayudamos a crear otras
temáticas o locales, eso nos permite tener información muy concreta sobre la
problemática de la gente", explica. El Forum forma parte de la Red
Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos
(LATINDADD).
Su
organización busca unir lo local con lo global, pero también involucrar a la
gente en asuntos a veces complejos como los presupuestos públicos o la
fiscalidad, ¿cómo lo hacen?
Hay un discurso predominante que dice que eso son
temas políticos, técnicos, y eso, en realidad, esconde un discurso político. Al
decir que es técnico parece que no se necesita la deliberación. Hemos demostrado
que las orientaciones del presupuesto se hacen bajo criterios políticos, aunque
se le dé una forma técnica. Además, el presupuesto es una herramienta de
desarrollo fundamental, puede definir si invertimos más en el núcleo de defensa
o más en sanidad o educación. El presupuesto impacta en la realidad de la vida
de la gente y, si impacta en su calidad de vida, la gente tendría que saber cómo
se formula, qué implicaciones tiene.
Aunque empezamos hablando del gasto, llegamos a un
punto en el que se requieren más recursos. La plata está ahí, hay unos niveles
de evasión y elusión enormes y ese dinero podría financiar un Estado de
bienestar más o menos sólido. Desde 2009 en adelanto hicimos un presupuesto
alternativo al del Ministerio de Economía. Hay un trabajo de educación popular y
de incidencia con algunas propuestas. Lo que era un grupo de análisis y
propuestas ha tratado de convertirse en un sujeto social que se ha movilizado y
ha logrado algunos cambios.
Cuente
alguna de esas movilizaciones, alguno de esos
resultados.
Nosotros en Perú, por ejemplo, nos jactamos de tener
una comida muy rica, así que hicimos una campaña en la que denunciamos que la
comida es rica pero el agricultor es pobre. Es una contradicción porque casi el
20% de la población activa está en agricultura, que es una actividad de poca
productividad y con poca asistencia del Gobierno, frente a la minería, que
emplea a menos del 1% de la población pero genera una gran renta, así que el
Gobierno promueve la actividad minera y no le interesa qué sucede con los
agricultores. Con esa campaña logramos que en 2012 se hiciera un censo agrario y
pudimos detectar concentración de tierras y otras
problemáticas.
¿Ha
crecido Perú en los últimos años?
Perú ha tenido un crecimiento económico entre el 2001
y el 2011 que fue de los más altos del mundo, entre el 6% y el 9%, el segundo de
América Latina después de Panamá. En el año 2008 llegamos a crecer un 9,8%, pero
en 2009, tras la crisis mundial, se quedó en un 0,8%. Fue una caída drástica
pero nos recuperamos rápidamente porque EE UU comenzó a emitir dólares que se
refugiaron en los minerales, nuestra principal
exportación.
¿Y ese
crecimiento se tradujo en desarrollo y reducción de la desigualdad? Una de las
cosas que se achaca a España es que, durante sus años de bonanza, la incidencia
de la pobreza apenas se redujo.
Hay que diferenciar las cosas. Las mediciones que
presenta el Gobierno son de disminución de pobreza monetaria durante esos años,
pero hubo una disminución mucho más modesta de pobreza multidimensional. Esta se
mide mediante los años de escolarización, nivel de provisión de agua potable,
acceso a salud... Es decir, cuando el indicador es más complejo, se ve que el
retroceso de la pobreza es muy lento. Lo que decimos es que, mientras que el
crecimiento económico fue en un tren bala, el desarrollo iba en burro.
Generalmente, la gente dice que crecimiento económico es igual a desarrollo
social; y es falso, las evidencias lo demuestran.
¿Por qué
se produce entonces esta disparidad entre crecimiento y
desarrollo?
Lo que tenemos en los últimos años es que hay una
instrumentalización de los Gobiernos e incluso de las instituciones
multilaterales. El mercado es el actor predominante e instrumentaliza a los
Gobiernos para que se saquen normas favorables a las empresas y de alguna manera
manipula a la ciudadanía a través de los medios de comunicación. Cada vez más,
las normas se han ido aprobando para promover las inversiones. ¿Cómo?
Desmantelando derechos laborales, desregulando temas medioambientales o de
patrimonio cultural. Todo para hacer el país atractivo a las
inversiones.
¿Para quién se hacen las reglas, para beneficiar a
quién? Ahora lo que sucede es que las empresas no tributan donde hacen sus
actividades económicas, que es América Latina o África, ni tampoco en el país
donde tienen su matriz. Y lo que está pasando es que los Estados están
adelgazando, son cada vez más porosos y penetrados por intereses corporativos, y
con menos recursos porque mucho dinero está en paraísos
fiscales.
¿Se trata
ya de un problema global, este tipo de fenómenos suceden ya en todas
partes?
Totalmente; hay un nexo común. Por ejemplo, el tema
de la deuda: antes era un tema de expoliación del Norte sobre el Sur. Ahora,
América Latina está muy bien en deuda externa, y los países más altamente
endeudados son los del Norte. Es un problema global, porque en el caso de los
países latinoamericanos, con el pretexto de la deuda, se desmanteló lo poquito
de Estado de bienestar que teníamos y que estábamos copiando de ustedes. Por eso
digo que los de América Latina venimos del futuro de los
europeos.
¿Cree
entonces que Europa vive ahora un proceso parecido al de América
Latina?
Hasta 2008 ustedes eran nuestro futuro, queríamos
construir su Estado de bienestar, ese Estado que nos quitaron en los años
noventa con el argumento de la deuda impagable, cuando nos hicieron recortes en
salud, en educación, en protección social. Por eso cuando veo el caso de España,
digo: eso ya lo vimos en América Latina, es un cuento conocido. Lo que digo a
los compañeros aquí es que, si quieren saber cómo va a ser su sistema de salud
en veinte años, tomen un vuelo a Lima y vayan a un hospital público. La gente se
muere porque no tiene plata, la cobertura es bajísima, si tienes un cáncer te
mueres. Así de dramático es el asunto. A veces en Europa la gente cree que el
Estado de bienestar es sólido e invulnerable, pero lo que está pasando en España
o Grecia es el inicio del desmontaje. ¿Por qué? Porque hay un nicho enorme de
negocio en sanidad y educación.
De hecho,
las negociaciones entre Europa y EE UU por el Tratado de Libre Comercio (TTIP)
están siendo polémicas por su opacidad y porque lo que se ha conocido apunta a
una liberalización de algunos servicios.
Eso ya lo hemos vivido también a comienzos de los
años 2000, con el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA). EE UU
planteaba un área comercial para todas las Américas con condiciones terribles.
Se opusieron Venezuela, Brasil y Argentina, hasta el punto de que se rompe el
acuerdo continental. EE UU hace entonces un tratado con América Central y México
y acuerdos bilaterales. Tenemos una América Latina dividida en dos, un
territorio en disputa. Esto es una estrategia de EE UU frente a la hegemonía de
China, tanto con América Latina como con Europa. En algunos momentos, América
Latina ha sido el experimento social y económico para cosas que se van a hacer
en otros lados.
¿Y qué
puede hacer la sociedad civil al respecto?
Hay puntos de partida que ustedes tienen y nosotros
no: mejor calidad de educación, mejores presupuestos de salud... Eso puede hacer
que la gente despierte más rápidamente. Cuando nosotros empezamos con estos
problemas no teníamos identificadas con claridad qué empresas operaban y cuántos
impuestos evadían. Ahora sí tenemos esa información, la estamos construyendo,
tenemos más evidencias que antes.
En 2011 denunciamos, por ejemplo, el caso de
Telefónica, que despedía a gente aquí, en España, vulneraba derechos laborales
en el Norte y no pagaba los impuestos que debería en el Sur. Ahora, en el
informe de Oxfam se ve que hay filiales de Telefónica con presencia en paraísos
fiscales. Por eso, cuando nos dicen que no hay plata para educación, sanidad o
protección social es mentira, la plata está, está en los paraísos fiscales y los
Gobiernos no quieren hacer nada porque tienen temor de que las inversiones se
vayan. Tiene que haber decisiones nacionales, pero también
internacionales.
¿Cómo
definiría entonces justicia fiscal, que es precisamente de lo que están hablando
aquí estos días?
De forma sencilla, es que los que tienen más, paguen
más en proporción a sus ganancias. Lo que pasa ahora es que las empresas tienen
una tasa impositiva del 30% y de forma efectiva pagan el 5%. Entonces ni
siquiera estamos hablando de liberalismo, sino de mercantilismo para las grandes
empresas. Las reglas no son iguales para todos. Si hay un problema económico, se
socializan las pérdidas, pero si hay ganancias, se
privatizan.
¿Y en
términos más complejos, qué significa, cómo puede
materializarse?
Hay temas macro que tienen que ver, por ejemplo, con
hacer una cumbre fiscal de carácter internacional que hable de un rediseño de
las normas internacionales, que están muy por detrás de la evolución real de la
economía. Lo segundo son decisiones a nivel país y lo tercero, una acción
ciudadana decidida. Vamos a ver las organizaciones del Norte y del Sur cómo
podemos hacer campañas de desprestigio a empresas grandes que están operando en
paraísos fiscales, que sacan la plata de nuestros países y que luego invierten
desde ahí. Tienes a gente que trabaja en condiciones de semiesclavitud en
Bangladesh o Perú, por ejemplo, en la industria textil, y esas prendas están
luego carísimas en Europa y EE UU. O empresas que evaden impuestos mientras
destruyen trabajos. Y sí, hay cosas que pueden ser legales, pero no
legítimas.
Pero ¿cómo
hacer para que la gente se involucre aún más?
La gente tiene que vincularlo con su cotidianeidad.
En Perú lo que hemos hecho es que en los gremios de los trabajadores se metan
este tipo de discusiones y hemos logrado cambiar algunas políticas con
movilizaciones. Por ejemplo, los adultos mayores se movilizaron por una pensión
no contributiva, y lograron un programa social, no era lo que queríamos pero
lograron algo. La gente tiene que movilizarse por estos temas y tiene que saber
que lo que tiene ahora lo van a seguir perdiendo, las cosas no son inmóviles. Si
la gente no quiere perder lo que todavía tiene, debe movilizarse y analizar las
propuestas de gobierno; y si el Gobierno no cumple, movilizarse para que lo
haga.
Fuente:
eldiario.es
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06 de abril de
2015
Enviado por
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