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Cuando
los niños demandaron a Estados Unidos
Eduardo
Gudynas
ALAI AMLATINA, 20/10/2017.-
Un grupo de niños y
niñas demandó al gobierno de
Estados Unidos porque los daños ambientales que hoy tolera
afectarán su calidad
de vida en el futuro, y la de sus hijos, nietos y bisnietos. Es
un caso de
equidad de derechos con las generaciones futuras ante el cambio
climático.
En una
conmovedora iniciativa que
abre nuevos escenarios frente al cambio climático, un grupo de
21 niños inició
una acción judicial contra Washington (1). El razonamiento es
claro: estos
niños se presentaron como representantes de las generaciones
futuras,
sosteniendo que en tanto el gobierno permite el avance del
cambio climático
violó sus derechos constitucionales a un ambiente sostenible en
el futuro. Esos
niños una vez adultos, sus hijos, nietos y bisnietos, no
contarán con un
ambiente de adecuada calidad, e incluso sus vidas podrán estar
comprometidas.
La demanda apunta
a que el Estado
falló en controlar las emisiones de gases invernadero, y éstas
desencadenan el cambio
climático, lo que afectará su porvenir. Los niños exigen que
Washington inicie
medidas concretas y efectivas para detener la emisión de gases y
no siga
deteriorando el futuro. Lo que está en juego es la equidad en
los derechos a un
ambiente sano entre las distintas generaciones.
La demanda,
conocida como “Juliana
vs EE UU” (por el nombre de una de las jóvenes), está en marcha
desde 2015, y
tuvo un avance sustancial en 2016 cuando un juez reconoció la
validez del
reclamo (2). Esto hace que ahora sea el gobierno de Donald Trump
el que deberá
responder, justamente un presidente anti-ambiente, conocido por
sostener que el
cambio climático es un invento y que busca reducir las
regulaciones ambientales
en su país.
El principio en
juego es el
derecho de equidad intergeneracional, o sea que nuestros nietos
y bisnietos
también puedan contar con un ambiente adecuado para su calidad
de vida. Esto
impone que el uso que se le da a los recursos naturales en la
actualidad no
implique efectos negativos tan severos que afecte negativamente
a nuestros
descendientes, o que el deterioro ambiental que ahora
ocasionemos finalmente no
estalle de forma irreversible en el futuro.
Los compromisos con el futuro
Más de un lector
podrá pensar que
esta es otra bizarra práctica que puede ocurrir en una corte
estadounidense,
tal como se ve en algunas series de televisión. Ante eso sugiero
precaución.
Por un lado, todos los países de América Latina han adherido a
acuerdos y
tratados internacionales que incluyen compromisos con las
generaciones futuras.
Eso se inició con la firma de la Agenda 21 y la Declaración de
la Eco 1992 de
Rio de Janeiro. Por otro lado, más allá de esas negociaciones
internacionales,
sea el sentido común como los mandatos morales, nos obligan a
asegurar una adecuada
calidad de vida para nuestros descendientes.
Sin embargo, los
deteriores
ambientales siguen su marcha en todos los países y a nivel
global. Hoy contamos
con una mejor base científica que confirma el cambio climático,
los
negacionistas de esos problemas están cada vez más
desacreditados o se
demuestra que trabajan para corporaciones. Sabemos además que la
pérdida de
áreas naturales y su biodiversidad prosigue en todo el
continente, y que la
calidad de las aguas y los suelos se deteriora por una
contaminación que no se
detiene.
También podemos
decir a aquellos
que nos les interesan los temas ambientales pero atienden el
bolsillo, que los
costos futuros del deterioro ecológico serán astronómicos. Por
ejemplo, el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estima
que la adaptación
al cambio climático puede requerir 300 mil millones de dólares
por año en la
década de 2030 y superar los US$ 500 mil millones al 2050 (3).
En Estados
Unidos, el gobierno
planteó que la demanda era improcedente, e incluso las empresas
petroleras
quisieron sumarse en contra de los niños y niñas. Sin embargo,
sucesivamente
dos jueces han rechazado esa postura. Una de las juezas en el
proceso le
respondió al gobierno Trump: “No tengo dudas que el derecho a un
sistema climático
que sea capaz de sostener la vida humana es fundamental para una
sociedad libre
y ordenada”. Así se confirmó que el juicio se iniciará
posiblemente en febrero
de 2018.
Disputas sobre el futuro
Se podrá pensar
que ese tipo de
acciones es propio del sistema judicial de Estados Unidos, pero
hay que
reconocer que es una problemática que no se puede esquivar
también en América
Latina. Tenemos responsabilidades con las generaciones futuras,
y nuestras
acciones o inacciones presentes repercutirán en la vida de
nuestros
descendientes.
Me pregunto si no
es urgente
pensar cuáles serían los reclamos de nuestros niños y niñas en
América Latina,
para que ellos, y sus hijos y nietos, puedan tener una buena
calidad de vida.
¿Habría que
demandar a nuestros propios
gobiernos por haber permitido y tolerado la pérdida de enormes
áreas naturales
con toda su biodiversidad? En algunos sitios, nuestros nietos y
bisnietos ya no
conocerán a la selva amazónica o los bosques chaqueños; en otros
ya no tendrán
a la vista glaciares andinos.
¿Deberían
demandar al Estado por
su ineficacia en frenar el mal manejo de los recursos hídricos?
Todo indica que
en el futuro cercano distintas zonas de Brasil, Chile o Bolivia,
estarán
jaqueadas por la escasez de agua. En otras regiones la amenaza
es por la
contaminación, afectando la salud de las futuras generaciones e
imponiéndoles
enormes costos económicos para acceder a aguas que sean
potables.
¿Habría que
demandar a los
políticos y funcionarios estatales que por su ceguera al aprobar
todo tipo de
explotaciones mineras o petroleras en sitios de fragilidad
ecológica? Lo que
hoy se busca aprobar en sitios como el Yasuní en Ecuador, el sur
de Bolivia o
los páramos de Colombia, tendrá consecuencias negativas que se
extenderán por
décadas.
¿Piensan en el
futuro los que
alientan o protegen el uso de agroquímicos hasta en el último
rincón de las
praderas de Argentina, Uruguay y el sur de Brasil? La obsesión
con monocultivos
como la soja impone deterioros sobre suelos y aguas que serán
difíciles de
revertir.
En fin, hay
tantos problemas
ambientales actualmente en gestación o madurando en cada país,
que requerirían
medidas enérgicas inmediatas, pero que por nuestras
incapacidades en lidiar con
el futuro no son atacados adecuadamente. Pero sepan que las
inacciones de hoy
en día la pagarán nuestros hijos, nietos y bisnietos en un
futuro que está más
cercano de lo que suponemos.
Notas
1. La demanda
original es la de
Rose Juliana Kelsey Cascadia, por medio de su tutor, y otros, en
un caso de
derechos constitucionales, presentado inicialmente en el
distrito de Oregón; la
demanda completa en inglés en:
2. Más
información sobre el caso
en: Juliana vs US climate lawsit, Children’s Trust, https://www.ourchildrenstrust.org/us/federal-lawsuit/
3. The
adaptation finance gap report, UNEP, 2016; http://www.unep.org/adaptationgapreport/sites/unep.org.adaptationgapreport/files/documents/agr2016.pdf
- Eduardo Gudynas es investigador en el
Centro Latino Americano de
Ecología Social (CLAES); twitter @EGudynas
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