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martes, 5 de mayo de 2020

Tinkunaco 0626/20 - Re: Boletín diario del Portal Libertario OACA

Boletín diario del Portal Libertario OACA

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  • [Vídeo] Antología del teatro anarquista
  • Yo decido sobre mi salud
  • (Ex)Presión Nº 11
  • [Viñeta] Malavid-19
  • Ludd, Hipermodernidad y neo-totalitarismo en tiempos de COVID-19
  • [Poema] Petricor, melancolía de un piano
  • La envidia del fascista
  • Perder regularización de papeles por amor a un hijo
  • [1 de mayo] Si el trabajo no genera beneficios colectivos no es más que explotación
Posted: 04 May 2020 09:23 AM PDT
Antología del teatro anarquista (1882-1931), de Juan Pablo Calero Delso, recién editada por LaMalatesta en abril de 2020, recoge una serie de obras dramatúrgicas de intenciones libertarias precedida de un ensayo donde se indaga en los orígenes en España del teatro político, social y, finalmente, con rasgos inequívocamente anarquistas.
Los anarquistas siempre se han esforzado en divulgar sus ideas a través de la palabra, hablada o escrita, la revolución social debía ir precedida de una transformación de la conciencia por medio de la educación y la cultura. Por ello, sorprende la cantidad de libros, folletos y publicaciones de todo tipo, que los libertarios difundieron, a pesar de las penurias económicas y la persecución estatal. Incluso, los más destacados pensadores dejaron obras literarias destinadas también a la divulgación del ideal libertario. El teatro no podía tampoco pasar inadvertido, máxime si tenemos en cuenta las posibilidades que brindaba su representación colectiva; infinidad de agrupaciones culturales y recreativas se dedicaron a escenificar obras escritas por obreros y anarquistas. De esa manera, se fue fraguando un teatro específicamente anarquista, que puede inscribirse dentro del llamado teatro social y que presentaba ciertos rasgos diferenciadores respecto a autores de otras corrientes.
https://www.youtube.com/watch?v=cdRsFDmWG2I

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Posted: 04 May 2020 09:19 AM PDT
La salud no es y no debe ser bajo ningún concepto responsabilidad del Estado, de las empresas, de los médicos o de los expertos. La salud es y debe ser en todo tiempo y lugar una responsabilidad de la persona. Es su responsabilidad cuidarse a sí misma y mantenerse sana en la medida en que ello sea posible para que la enfermedad sea la excepción. Al fin y al cabo, la enfermedad forma parte de la vida, pero depende de la persona el tomar las medidas preventivas de autocuidado para que la enfermedad sea un estado esporádico.
La salud pertenece al ámbito de lo prepolítico, y hoy asistimos a su completa politización a manos del Estado, de las empresas, de los médicos, de los expertos y de los medios de comunicación. Se trata de una agresión sin precedentes contra las personas, a las que nos es negada y expropiada nuestra facultad para autocuidarnos, para autogestionar nuestra salud. Somos reducidos a la condición de números en estadísticas y tratados como si fuéramos ganado con todo tipo de imposiciones.
Lo que hoy vemos es la expresión de un fenómeno más profundo que es el de las sociedades de la modernidad con su tendencia a expandir la dominación y el control a todos los ámbitos de la existencia humana. La obsesión por politizarlo todo, tan popular en ciertos círculos del radicalismo político, conduce a la destrucción del individuo y al sometimiento completo de la sociedad. Esto es la consecuencia de convertir lo personal en político, porque lo personal, como es la salud, no puede y no debe ser nunca una cuestión política. Porque precisamente lo político, en una sociedad libre, debe ser un ámbito limitado para que las personas tengan el mayor espacio posible para desarrollarse plenamente en el ejercicio de sus facultades. Sin individuos libres no hay sociedad libre.
La cuestión sanitaria ha sido convertida en una cuestión política. Y hoy vemos cómo es utilizada como pretexto para presentar la problemática de la pandemia como un asunto de seguridad nacional. De esta forma el Estado se afirma a sí mismo como ente responsable de brindar seguridad al público y, así, establecer todo tipo de medidas excepcionales con las que imponer un creciente control social. Medidas que presenta como necesarias y que son hechas, afirma, por el bien de quienes hoy las padecemos.
Lo cierto es más bien todo lo contrario. El Estado, desde el primer momento, nos ha regalado miedo a través de la atmósfera de pánico creada a través del ministerio de sanidad y de los medios de comunicación para, acto seguido, vendernos seguridad. Pero lo único que ha generado es inseguridad. Desde el principio ha sido, es, y seguirá siendo, una máquina implacable de matar. Esto lo vemos en cómo el Estado ha sido desde el primer momento, y sigue siéndolo, el principal propagador de la pandemia que dice combatir. Prueba de ello es que el 20% de los infectados son sanitarios, a muchos de los cuales el ministerio de sanidad les ha obligado a seguir trabajando a pesar de tener síntomas de estar enfermos, además de no brindarles de los medios necesarios para protegerse. A esto se suma el hacinamiento en las salas de espera, donde gente atemorizada por el clima de pánico creado acudió en tropel a los hospitales siguiendo las directrices del ministerio en caso de presentar síntomas compatibles con el covid-19. A esto le siguió la propagación a gran escala de la enfermedad.
El Estado no está salvando vidas, las está segando. Están quienes se contagiaron de covid-19 en hospitales y murieron, pero también están quienes estando enfermos les dejaron morir bajo el pretexto de carecer de recursos suficientes. El Estado ha aprovechado esta situación para deshacerse de población que considera un lastre por ser improductiva, como sucede con ancianos, enfermos crónicos, deficientes mentales, etc. Sus protocolos de actuación son bastante claros a este respecto: aplicar la ética utilitarista que consiste en buscar el bien del Estado, no el bien de la persona enferma. Esto significa sacrificar a esas personas que no son útiles para el Estado.
Tampoco hay que olvidarse de todas aquellas personas que, sin estar infectados de covid-19, no han podido recibir atención médica cuando lo necesitaban y que murieron por ello. A esto hay que sumar los graves trastornos que tiene para la salud el estado de alarma. En lo emocional y anímico nos encontramos con que el miedo destruye las defensas de la persona y le producen inseguridad, haciéndola enfermar y en muchos casos morir. En el plano físico aquellas personas que estaban enfermas, se ponen todavía peor debido al confinamiento, y en no pocas ocasiones eso ha producido la muerte. Pero lo peor está todavía por venir, y es el caos económico generado por esta situación que hará que muchas otras personas mueran por ver empeoradas sus ya maltrechas condiciones de vida, y que por ello enfermen y mueran. O simplemente decidan suicidarse antes que vivir en un infierno permanente. El Estado no salva vidas, las está segando a marchas forzadas.
Permitir que el Estado se haga el responsable de la salud de las personas es una completa y absoluta insensatez, además de una temeridad, que conduce a situaciones como la que hoy vivimos. La responsabilidad personal, tanto en la salud como en cualesquiera otros ámbitos de la vida humana, es esencial. Ser unos irresponsables, que es en lo que nos convierte el Estado cuando gestiona nuestras vidas, es convertirse en esclavos, y con ello vivir arrodillados frente al Estado y sus máximos representantes.
El fin de la epidemia no va a depender de lo que haga el Estado y sus funcionarios, tampoco de lo que digan o hagan médicos, expertos o medios de comunicación, ni de una vacuna o nueva medicina. De ningún modo. El fin de la epidemia, tanto de esta como de las que estén por llegar, dependerá de lo que hagamos las personas. Las personas somos las que tenemos el control, y las que debemos afirmar nuestra facultad para cuidar nuestra salud sin injerencias externas. Y con ello tomar las medidas que consideremos más adecuadas para preservar nuestra salud y la de quienes nos rodean. Si no lo hacemos nosotros, nadie más lo hará en nuestro lugar, y aprovecharán esta circunstancia para someternos, tal y como ahora lo hace el Estado. Nosotros decidimos sobre nuestra salud.
Asistimos a un proceso de autotransformación consciente y activa del Estado liberal-constitucional en Estado totalitario que imita en todo lo que puede al régimen chino. El grado de brutalidad y barbarie que está demostrando sobrepasa con creces los estándares de las sociedades de este rincón del planeta. La nueva normalidad que nos anuncian es espeluznante desde todos los puntos de vista, pues las pocas libertades de las que aún disfrutábamos serán liquidadas. De hecho ya están liquidadas por este estado de excepción encubierto. Por eso debemos dejar de lado las lamentaciones y  actuar de una vez por todas mediante TODOS los medios de lucha que estén a nuestro alcance en defensa de la libertad.
“No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”.
Epicteto
Esteban Vidal

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Posted: 04 May 2020 09:09 AM PDT
1º de mayo en confinamiento
mártiresHoy se me ha hecho muy raro no haber salido a la calle a protestar con mis colegas. No sé, he echado de menos actos como ocupar la carretera, despotricar contra la patronal, los partidos políticos, la violencia policial y los mamarrachos del gobierno.
Desde joven, el movimiento huelguístico de 1886, el verdadero socialismo, el anarquismo, Louis Lingg, los camaradas ahorcados en Chicago el 11 de noviembre de 1887 (George Engel, Adolf Fisher, Albert Parsons y August Spies) y todAs lAs luchadorAs caídAs por la libertad, me hicieron forjar mi carácter contestatario. De hecho, las palabras de Spies: “llegará un día en que vuestro silencio será más sonoro que las voces que hoy en día tratáis de ahogar” – que un siglo después EZIN IZAN cantarían en el tema ‘Erresistentzia’ -, resuenan en mi cabeza cada vez que me acuerdo de los Mártires de Chicago.
Personalmente, siempre he ido a mi bola y nunca he considerado este día como “la fiesta del trabajo” que reclaman los sindicatos traidores y la gran mayoría de partidos políticos.
Bien, hoy nos dicen que tendremos que arrimar el hombro para salir de la crisis económica que vendrá. “¡Y una mierda! ¿Juntos con vosotros? Nunca. ¡Escoria!
Nuestras inquietudes serán vuestros problemas.

Descargar (Ex)Presión Nº 11



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Posted: 04 May 2020 08:59 AM PDT
Título: "Malavid-19".
Nueva viñeta del compañero Alfonso "El Seta" de El Seta Producciones.
Idea original: Octavio Alberola.

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Posted: 04 May 2020 04:15 AM PDT
Hace poco más de dos siglos, allá por el año 1811 y durante los cinco años posteriores, Inglaterra fue el escenario de una potente revuelta social conocida como la Rebelión de los Luditas —en alusión a su protagonista epónimo Ned Ludd— que destruyó parte de la novedosa maquinaria textil cuya instalación eliminaba puestos de trabajo y condenaba a la miseria parte de la población. Miles de soldados fueron necesarios para aplacar la insurgencia que, lejos de obedecer a motivaciones tecnofóbicas, se enmarcaba en el ámbito laboral y pretendía oponerse a las consecuencias más lesivas de los “progresos” de la explotación capitalista. 
Hoy resulta imprescindible “reinventar” ese tipo de revuelta, desplazándola desde el ámbito de las reivindicaciones meramente económicas al ámbito, más directamente político, de las luchas por la libertad y contra el totalitarismo de nuevo cuño que se está instalando desde hace ya algún tiempo, y que encuentra en la presente crisis de la COVID-19 abundante carburante para acelerar su desarrollo.
Desplazarla del ámbito económico no implica desestimar al capitalismo como enemigo principal porque el totalitarismo de nuevo tipo al que hago referencia constituye una pieza absolutamente fundamental de la nueva era capitalista alumbrada por esa enorme innovación tecnológica que fue, y que sigue siendo, la revolución digital.
Al igual que ocurrió con la Rebelión de los Luditas, tampoco esta imprescindible revuelta descansa sobre motivaciones tecnófobas, sino que tiene la reivindicación de libertad y de autonomía como principal acicate, desde la clara conciencia de que, si no conseguimos parar los avances del nuevo totalitarismo, las posibilidades de lucha y de resistencia contra la dominación y la explotación quedarán, o bien anuladas, o bien reducidas a la insignificancia.
Resulta superfluo relatar aquí el conjunto de instrumentos y de procedimientos de vigilancia que ya están funcionando a gran escala, o que se están empezando a implementar; la información al respecto es abundante y esta al alcance de todos. También resulta prescindible el relato de las luchas que se desarrollan frente a la expansión y a la generalización del control social. Estas son bien conocidas y van desde las actuaciones de los hackers, hasta los sabotajes de las antenas 5G, pasando por las prácticas de dejar el móvil en casa y de desengancharse de su uso, hasta las actividades más colectivas que consisten en construir redes locales y comunitarias. 
Sin embargo, sí me parece conveniente recalcar la continuidad que subyace en los cambios experimentados por el sistema económico, al menos en occidente, desde que la razón científica fue creando las condiciones para que las técnicas, en manos de productores y de artesanos, se transformasen en tecnologías cuyo uso sobrepasaba el tamaño y las capacidades de las entidades locales y se integraba tanto en el sistema productivo a mayor escala como en las estructuras de poder estatales.
Es esa estrecha vinculación entre razón científica, tecnologías y estructuras de poder, económicas y políticas la que corre a través de toda la historia de la Modernidad y del capitalismo y la que da cuenta de esa Hipermodernidad donde la revolución digital fortalece la vinculación entre las tres entidades que he mencionado. Eso impulsa una transformación del capitalismo, convertido ahora en un capitalismo digital y en un capitalismo de la vigilancia, que avanza hacia un totalitarismo de nuevo tipo en la esfera política. A diferencia de anteriores regímenes totalitarios son los propios sujetos quienes proporcionan constantemente, mediante todos y cada uno de sus comportamientos, los elementos que posibilitan su sujeción integral. Es su propia vida la que nutre los dispositivos de control y de normalización en un entorno sin exterioridad que no tiene la represión sino la incitación como primera herramienta.
La COVID-19 ha venido a dar alas al desarrollo de sofisticadas medidas de control social gracias a la demanda de bioseguridad suscitada por el temor de la población ante los riesgos biológicos. Lo ocurrido desde la declaración de pandemia y posterior decreto de excepción, concretado en el Estado español en la fórmula de estado de alarma, deja pocas dudas a que buena parte de las personas no solo no se opondrían, sino que aceptarían de buen grado ser vigiladas y someterse voluntariamente al imperativo de autovigilarse para prevenir la enfermedad.
Este coronavirus anticipa, asimismo, la más que probable sucesión de nuevas pandemias de parecido o mayor peligro. Sin duda, el riesgo biológico forma parte de la propia condición humana, aunque su probabilidad de acontecer y sus consecuencias se ven favorecidas por las actuales condiciones de vida. Enormes aglomeraciones humanas hacinadas en ciudades gigantescas, una globalización que propicia constantes y veloces intercambios mercantiles a nivel planetario, medios de transporte que favorecen incesantes flujos poblacionales, reducción de las inversiones en los servicios sanitarios públicos y, por supuesto, degradación medioambiental.
Vale la pena subrayar que el último de los factores que he citado es tan solo uno más y, probablemente, no el más importante entre los que favorecen las pandemias. Eso no quiere decir que no haya que luchar contra los riesgos medioambientales, pero la excesiva focalización sobre ellos puede contribuir a enmascarar la mayor y más inmediata amenaza ligada al riesgo biológico, y desviar la atención de los avances del neo-totalitarismo obviando que, si no logramos parar la amenaza totalitaria que toma impulso en las amenazas biológicas, ni siquiera podremos seguir luchando contra la degradación del planeta.
Han transcurrido ya unos cuarenta años desde que Michel Foucault avanzó el concepto de biopoder para caracterizar la nueva modalidad de gubernamentalidad articulada por el neoliberalismo, y parece que la gestión de la vida, la bioseguridad, y el control de las poblaciones a los que entonces se refirió han pasado a ocupar un lugar preferente en la agenda del capitalismo digital propio de nuestra Hipermodernidad.
El nuevo totalitarismo tiene a su disposición todo el arsenal de control social proporcionado por la tecnología digital, a la vez que esa misma tecnología le abre el inmenso campo de la ingeniería genética. Si relacionamos riesgos biológicos, biopoder, capitalismo digital, biotecnologías y neo-totalitarismo resulta fácil intuir que uno de los efectos de las pandemias consistirá en predisponer las poblaciones a aceptar, más pronto que tarde, la intervención biogenética para hacernos “resistentes” a los coronavirus y otras plagas víricas. Eso no ocurrirá mañana, claro, sino en un lejano futuro distópico donde el transhumanismo posibilitará la modificación “racional” de la especie humana. He dicho “lejano”, sin embargo, al ritmo al cual van las cosas, ese futuro quizás no se haga esperar si no conseguimos torcer el rumbo.
Por suerte, la larga historia de la humanidad nos enseña que siempre han permanecido bolsas de resistencia y energías insumisas que han sabido promover prácticas de libertad hasta en las situaciones mas inhóspitas. Son esas prácticas y las luchas que alientan las que permiten albergar cierto optimismo… a pesar de todo.
Tomás Ibañez

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Posted: 03 May 2020 05:38 AM PDT
La bota dentro de la huella de los jabalíes.
Los paisajes pianísticos en pantallas.
Hubo tiros de escopeta.
Liebres cabeza abajo.
Aviones militares
cerca del tejado
y golondrinas.
Mientras un caos de cables autopistas.
Y el tomillo silvestre en la memoria.
Legislar el tacto es vivir sin piel.
Los almendros están de fiesta.
Yo no acepto instrucciones.
La chaparrita daba sombra
para una cabezada de versos.
La pareja de mulos blancos
con la crin trenzada
¿sentirán soledad?
¿seguirán en semi libertad?
La gente es domada con el miedo.
Ya no sé lo que aplaudimos: si el vernos.
Tal vez olvidar que el poder se ríe de tod@s.

Suena el fascismo bajo la tapa abierta
de un piano secuestrado.
Un puñado de tierra.
Petricor.

Tu hermano en la contienda
te traiciona
la Graja

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Posted: 03 May 2020 05:34 AM PDT
Fascismo resquicios de envidia de nuestro ideario. El primer hecho a desmontar es el ilógico espectro de gente votante que intenta abarcar el fascismo intentando meter en el mismo barco incoherentemente los intereses de banqueros, ricos y empresarios junto a proletarios y campesinado. Intentan pescar el voto obrero y eso ya es el síntoma innegable de que el fascismo es una mentira. Trasladamos otro ejemplo el de una pegata de la falange encontrada que decía que sólo los ricos pueden permitirse vivir sin estado. Argumento bien patético y ridículo pues deduzco que ya quisieran ellos vivir sin estado pues veneran la gloria de las instituciones y existen por obra y gracia de la jerarquía más pura y dura. Por otra parte bastante gracia ha tenido la nueva A de la junta, muy bonita si cambiamos de color y la rodeamos entre todes con un círculo perfecto. Otro ejemplo típico de mítines es pregonar que son mujeres libres amén de la parodia pues ya quisieran. Para empezar están siempre por detrás de los hombres y la mentalidad machista que los gobierna les hace ser dóciles y decentes.  La supuesta idea de feminismo que mantienen es obtener poder para mandar sobre otras, completamente ilógico de nuevo y entiendo que rabian por ser criaturas libres. En los tiempos convulsos por la lucha del anarquismo en Barcelona, el bando nacional intentó tirar de filas anarquistas porque sabían de nuestra bravura y valentía. La envidia se manifiesta por todas partes, mal copian igual que Policías del Pensamiento (Orwell 1984). Las mismas tretas (la historia se repite), el mismo estado de terror manipulando la alegría connatural de las personas, lo único que puede hacer el fascismo es ponerse verde de envidia y mentirnos… lo único.
la Graja

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Posted: 03 May 2020 05:26 AM PDT
Historia de E. Nuestra compañera trabaja desde hace años en España. Hace casi una década que no ve a su hijo que dejó en Paraguay así que viaja dos meses a su país y se reencuentra con él y su familia que lo ha criado mientras tanto con el dinero que ella ayudaba, luego regresa a España y lo trae pues es el deseo de cualquier madre estar junto a su hijo y darle lo mejor. Aquí en España ha rehecho su vida y vive en pareja con un compañero que trabaja en la obra. El piso lo comparten con otros familiares cercanos. En medio de la crisis del coronavirus E. es avisada de que los trámites para la nacionalización se han perdido debido a que estuvo fuera dos meses y es consecuencia del paro interrumpido y la burocracia. Por estar en Paraguay y traer a su hijo ésta trabajadora que además es una excelente cuidadora ha perdido todos los papeles. Para más inri, cada vez que sale a la calle está siendo vigilada por la policía, le ordenan confinarse y tiene que ir diciendo que sólo va a comprar, le siguen los pasos, le obligan a que debe permanecer en casa. De este modo no sale tranquila ni ella ni sus familiares. En éstos momentos no entran ingresos a su hogar. Además han pasado todos el coronavirus a base de paracetamol y en el domicilio, claro. Ya están bien y viven de un colchoncito de dinero ahorrado, que apenas da para todos los miembros bajo su techo. ¿Cómo es la situación de éstas personas en éstos tiempos tan complicados? Imagínense, ahora sin papeles, sin ingresos, con el doble estigma de haber pasado ésta gripe, reiniciando todos los trámites para seguir peleando por vidas dignas y cuidándose de no ser blanco de alguna estratagema para ser deportados. E. es un ejemplo de trabajadora y un ejemplo de madre ¿por qué cerrar los ojos a estos abusos del poder patriarcal? ¿Acaso unos papeles saben de la Vida? Este sistema es una amenaza para la libertad y nos enreda a obedecer de un modo perverso, aquí está el ejemplo. Mucha fuerza E.: (¡te queremos!)
la Graja

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Posted: 30 Apr 2020 07:08 PM PDT
Como por arte de magia el gobierno nos dice que la pandemia esta controlada y que debemos comenzar un proceso escalonado a la normalidad. Las calles llenas de policías y militares hacen creer al estado que la revuelta ha sido pacificida, de modo que pretenden llevarnos a la situación anterior al 18 de octubre, despues de todo, creen que estamos divididos gracias al distanciamiento social instalado como prevención al virus. 
Pero ¿que ha cambiado desde octubre? La razones para la revuelta se encuentran más vigentes que nunca, y es que como ha sido históricamente lxs muertxs lxs ponemos nosotrxs, lxs de abajo, a quienes se nos niega la cuarentena pues debemos seguir saliendo a las calles a buscar sustento, quienes no tenemos acceso a una salud digna pues hace años que los hospitales están colapsados -no es nuevo que se niegue la ventilación mecánica a ancianxs suponiendo que algún/x jovén la necesitará-, y sobre todo, a quienes seguimos sufriendo las consecuencias de la versión neoliberal del capitalismo chileno que lleva al estado a poner la billetera para salvar a las grandes empresas, las cuales tienen carta blanca para despedir a miles de explotadxs, así como para destruir y saquear nuestros territorios.
La normalidad capitalista nos mata y su trabajo nos enferma. Frente a la crisis y la precarización de nuestras vidas con la excusa de la pandemia llamamos a no bajar los brazos y continuar la lucha. Ante el distanciamiento social, creemos es momento de usar nuestra creatividad destructora y comenzar a construir nuestra propia normalidad, nuestra autonomía, un nuevo mundo de libertad y dignidad.
En un nuevo aniversario del asesinato de lxs mártires de Chicago, decimos que la memoria y la acción no se separen. Sin dejar de lado el autocuidado colectivo, llamamos a recordar a nuestrxs compañerxs caídxs desde cualquiera de la múltiplicidad de formas en que la rabia puede transformarse en acto. El capitalismo es catástrofe por lo que invitamos a continuar nuestros esfuerzos por poner fin a la sociedad del trabajo, su propiedad y su Estado. Por comunidades libres sin explotación ni opresiones sexuales, raciales y ecocidas. Que este 1ro de Mayo sea el día de lxs trabajadores cooperativxs y libertarixs. 
LaPeste.org
1ro de Mayo, 2020
Santiago, Región Chilena

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