Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- Ensayo: Sociometría, Carácter Arquetípico y el Gran Viaje del Anarquismo. Psicología Social (I/V)
- [Audio] La Nevera: Crits des del No-Res. Eloi Boix
- "Las tres revoluciones que viví". Capítulo 22
- La disciplina social se alimenta de datos
- Amar radicalmente
- Número 9 del periódico anarquista "Aquí y ahora"
- [Vídeo] El caos del orden
- Revolución ecosocial
- Nuestro caos
Posted: 11 May 2020 10:30 AM PDT
Es increíble que una idea tan filosófica, etérea y difusa que desde siempre nos ha intrigado nos haya llevado a estudiar materias tan dispares como psicología, sociología e historia. Sin quererlo así ha sido.
¿Se Puede Cambiar el mundo?
No nos vamos a andar por las ramas cuando hay tantos puntos por estudiar. Si logramos reconocer dónde estamos y dónde queremos llegar tal vez nos resulte más fácil reconocer los pasos que debemos dar y lo que nos encontraremos por el camino. Estos trabajos son el Gran Camino del Anarquismo.
Desde un punto de vista totalmente teórico cambiar el mundo supondría un cambio político, económico y social en función de un nuevo paradigma realizado en la cultura actual. Para ello debemos conocer la cultura de partida, la de llegada y el camino. En la historia han existido puntos de inflexión que han significado el cambio de la cosmovisión y el paradigma de una época. A veces fueron cambios lentos, como el que hizo que los cazadores recolectores nómadas se convirtieran en agrícolas sedentarios. Otro fue el paso de la tribu al estado. Cambios religiosos pueden cambiar de paradigma y de época, como lo que supuso la llegada del cristianismo o el islam. Económicamente la práctica del capitalismo marcó un antes y un después, siendo el socialismo el último paradigma civilizatororio reconocible surgido. Son los motores de la sociedad.
El punto de partida reside hoy en día en una sociedad neoliberal, interpretación actual del capitalismo. Este entiende como norma la jerarquización, la división del trabajo, la propiedad privada, el trabajo asalariado, el dinero como pago, el monetarismos, el interés y un largo etcétera de supuestos que forman parte de una realidad cultural, no material. Un constructo mental no tan antiguo. Un verdadero programa, instaurado, hegemónico, resultado de la preponderancia de unos intereses de control y dominio de pocos indivíduos por medio de la violencia, principalmente ejercida a través de ejércitos, policías e instituciones. Un constructo que llega a su fin de la mano de sus propias crisis sistémicas y la prolongación inconclusa de sus contradicciones.
El punto de llegada deseado es la sociedad anarquista. Anarquismo es el movimiento que sigue la filosofía de organizarse sin jerarquías, conocido como socialismo antiautoritario. Este reconoce que si bien las circunstancias materiales condicionan las forma relacionales interpersonales y económicas, son las relaciones de dominio, y control las que vinculan a ambas; lo que llamamos Poder. Reconoce que la aparición de problemas sociales es producto de estas relaciones, y en concreto de la acaparación y privilegios de grupos o individuos que por unos u otros motivos promueven o impiden su resolución. Reconoce que si lo que se pretende es vivir plenamente esto no se consigue por la apropiación de bienes materiales, sino por medio del desarrollo de sociedades plenas, formadas por seres realizados en que se tiene en cuenta los deseos y necesidades de cada uno de sus individuos. Esto se contrapone a cualquier tipo de obediencia debida, la cual niega el deseo individual y a cualquier la explotación, negadora tanto de deseo como de necesidades individuales.
Por último practicar el nuevo paradigma se debería plasmar en los estilos de vida. El ejercicio del deseo y la satisfacción que se establecen por medio de una toma de decisiones igualitaria, reciprocidad, aumentando la cohesión del grupo, la comunicación y la participación, disminuyendo la carga de trabajo y la polarización social, y cuidando el medio ambiente se pueden paliar, que no acabar, con estos problemas sociales. Todas estas tareas las puede realizar de una forma natural el anarquismo y su filosofía del no forzar-no obedecer; acracia-acuerdo. El conjunto heterogéneo de ideas que abarca la práctica del anarquismo da lugar a movimientos y tendencias que a su vez fomentan unos estilos de vida, unas lógicas, unas formas de hacer las cosas, particulares y completamente divergentes, generalmente contrarias, a las prácticas sociales habituales. Todo esto conforma una visión sobre el movimiento.
El nexo entre el sujeto de estudio y origen de la obra, el anarquista como individuo y como grupo, caracterizado por un modelo, representación idealizada, es el comportamiento y las circunstancias que los generan. Si los modelos se corresponden con individuos y somos capaces de individuar un grupo, podremos deducir el carácter, comportamiento y circunstancia, correspondiente promovido por el grupos. Dicho de otro modo, tanto por su ideario como por su praxis podemos agrupar estas ideas y estilos en modelos, que después categorizaremos para así poder compararlos, reconocer sus dinámicas, patrones y orientar las acciones de modo que tengan el impacto deseado conforme a nuestras metas, evitando circunstancias indeseadas. También comprenderemos cómo encajar nuevos individuos en los grupos, como cambiar el estilo de vida y cómo poder encajar los distintos grupos entre sí hasta lograr grandes federaciones.
Contenido
1 Caracterización del Sujeto, el Grupo y sus Arquetipos
2. Los Arquetipos Universales Individuales
3. Arquetipos Universales Colectivos
4. El Viaje de la Anarquía
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Ensayo: "Sociometría, Carácter Arquetípico y el Gran Viaje del Anarquismo. Psicología Social"
Pablo Herakleo
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Posted: 11 May 2020 10:23 AM PDT
El vigésimo cuarto programa de La Nevera lo dedicamos a conversar sobre el libro "Crits des del No-res". Para ello llamamos a su autor, Eloi Boix, antiguo Neverísta con quien hablamos sobre la artificialización de nuestras vidas a través del uso de nuestros teléfonos móviles; sobre el mito de la democracia; nos hace una crítica al 15M y hablamos sobre el mundo del trabajo; conversamos sobre el conflicto Valenciano-Catalán; tambien nos habla sobre la Historia a través de Lewis Mumford; hacemos una crítica al Progreso, a la mercantilización de todo lo existente, al capitalismo y al mundo tecno-industrial... además de muchísimas cosas más que tendréis que descubrir por vosotros y vosotras mismas compas!. Empieza La Nevera!
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Posted: 11 May 2020 10:18 AM PDT
Vigésima segunda entrega de la serie distópica de Alejandro Gaita 'Las tres revoluciones que viví', publicada originalmente en lamarea.com
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Esto es lo primero que escribo con mis primeras lentes progresivas. ¡Nos hacemos mayores! Creo que el orgullo de ver cómo aquí me han sabido graduar y corregir la vista cansada me hace mucho más efecto que el estar perdiendo facultades. El hacerme mayor es inevitable y ya lo tenía asumido, en cambio el que la gente sea capaz de organizarse y cuidarse es un logro maravilloso, precisamente porque no siempre lo conseguimos.
Aquí en la comunidad autónoma Vicenta está bastante mejor, al menos de momento. Ya volvió a sus dietas de fuertecista valenciana. Temporadas de «crecer» a base de mucho trabajo de alto esfuerzo y mucho arroz con pollo, en homenaje a la paella pero en aburrido. Temporadas de «definir» a base de comer de la huerta, y apreciar los colores en el plato, a falta de carbohidratos.
Yo, ahorita que estoy en zona libre, aunque sea provisional, volví a la dieta vegana a la que me acostumbré en casa. Además, que estamos en el Mediterráneo, ¡el mar que vio nacer al hummus! Y también estoy más animada. Las condiciones objetivas es lo que tienen. Sabes que el fascismo sigue torturando, no sabes si a tu vecina la han apalizado, pero ya comes rico y sano, ya duermes bien por las noches porque no escuchas gritos, y ya pues eres más feliz.
No entiendo cómo puede soportar la gente vivir como viven bajo el fascismo, no entiendo cómo soportan el trabajo. O más bien, entiendo que no lo soporten. Aquí estamos tratando de implantar una ética del trabajo similar a la que llevábamos en las tierras libres. Se considera adecuado entre seis y doce horas al día, incluyendo los trabajos de cuidados, claro está. Excepcionalmente se puede trabajar más, si predomina el trabajo-juego, tareas que te gustan tanto que las harías aunque no fueran útiles. O también excepcionalmente se puede trabajar menos, si predomina el trabajo-sacrificio, tareas duras que se hacen exclusivamente porque alguien tiene que hacerlas. Con ese reparto nos aseguramos de que ni siquiera las personas con una dependencia que precisa cuidados continuos quedan desatendidas, y a la vez el no quemar a los cuidadores.
Ahora que tengo tranquilidad, tiempo y libertad, me estoy dedicando a hacer trabajo teórico. La clave más realista se apoya en lo que hice por el momento, que es hallar la función clásica de las distintas cepas que vaya aislando: cómo responden a distintas combinaciones de inputs metabólicos. En realidad, eso es todo lo que se puede hacer con inputs y outputs clásicos. Cuando consiga integrar bien las proteínas fotoquímicas en mis proteínas de procesado, podré empezar a preparar (y medir) en distintas bases para verificar su comportamiento cuántico. Esa será la parte difícil, la que empezaremos en el Norte. Creo que podemos jugar primero con testigos de la coherencia cuántica de los procesos. No veo claro que nos vaya a ser posible hacer tomografía de estados cuánticos, el examinar en detalle todo lo que se puede saber de nuestros qubits cuando se encuentran en superposiciones coherentes, pero nos podremos arreglar con esas señales indirectas, los testigos de la coherencia.
Es positivo, pero también es el terror de ver cómo pasan las décadas y el proyecto avanza y los años que me quedan de vida retroceden. Y el terror complementario, al fracaso vital si después de tanto sacrificio no lo conseguimos. Un poquito por toda la inversión social, energética y material desperdiciada en mi idea loca, pero sobre todo mi propia vida, mi propio corazón, porque al final sin la dignidad individual, ¿qué nos queda?
Tren al norte, al paso por Tolosa de Lenguadoc, agosto de 2088
Qué paliza. Esto es peor que hace 30 años. Mis rodillas están llenas de piezas mal lubricadas, y hace dos noches me cayó una maleta en la cara y además de magullarme la nariz, que estuvo un rato sangrando, me cascó la lente izquierda, con lo que ahora veo el mundo medio borroso.
Viajan con nosotres desde España dos mujeres de nuestra edad, que parece que tengan el ciclo del sueño cambiado, como Rosario cuando le da por ahí. Pero que no están educadas en convivencia, porque reclinan los asientos como si viajaran solas. Levantan la voz como si nadie entendiera su idioma, y no callan en toda la noche. Ni callan, ni dejan de toser, ni olvidan bajar a fumar en cada parada.
Una contando que si en trece años de casada es la primera vez que viaja sin el marido. Que dejó al niño llorando, mamá no te vayas. Que si calculaba que el marido iba a necesitar cinco dosis de tranquilizante. La otra, que si es que lo tenía mal acostumbrado, que fueron ya trece años de encontrarla dentro de casa cada vez que llegaba y abría la puerta, que hasta cuando salía a comprar ya se le ponía de los nervios.
Es horrendo pensar que es algo menos de trece años también lo que llevamos en territorio fascista, haciendo la revolución de Rosario. Llegamos cuando este matrimonio-prisión arrancaba, y todas las opresiones en las que se basa esta sociedad siguen en marcha. La utopía que hemos dejado tejiéndose en las comunidades autónomas parece ahora una locura. ¿Cómo va a salir algo sano de esta sociedad? Yo ya lo sabía antes de venir, pero ahorita lo veo más claro. ¿Qué utopía van a tejer, con estos mimbres?
Aunque, a la vez, ¿cómo no intentarlo, estando todo por hacer y teniendo todo por ganar?
Alejandro Gaita
Investigador en magnetismo molecular y computación cuántica. Sobre ciencia, racionalidad, mundo académico y temas sociales
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Posted: 11 May 2020 08:59 AM PDT
La disciplina se define como el conjunto de reglas de comportamiento para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de un cuerpo o una colectividad en una profesión o en una determinada colectividad.
Creo que esa definición lo dice todo: orden y subordinación.
En lo social, la disciplina es la fuerza que regula la sociedad. La disciplina social se puede definir como el acatamiento cotidiano al conjunto de reglas para mantener el orden y la subordinación a las normas (legales y morales) entre los miembros de un grupo social. Es la adhesión a normas que garanticen la convivencia. Es decir, el respeto de la Ley. También es la adecuación del individuo al medio social. Parte del proceso de socialización consiste en adquirir conciencia de las obligaciones para con el grupo o sociedad y en la práctica de esas obligaciones para adaptarse a ella. La disciplina social se empieza a construir en el seno de la familia durante los primeros años. El proceso continúa en la escuela y se sigue dando en el resto (y a través de) el resto de instituciones.
Esa disciplina se alimenta de datos. Lo vemos todos los días en esta especie de estado de alarma en el que nuestras vidas han quedado suspendidas.
Muertos, infectados, recuperados, porcentajes… Por país, por región, por municipio… por escalera de vecinos si pudiéramos obtenerlos. Los datos ofrecen certezas, para bien o para mal. Es algo a lo que agarrarse, proporciona una justificación racional frente a la otra cara de la moneda: el miedo. Porque los datos en sí, son meros números pero la utilización que se hace de ellos siempre tiene un propósito. Los datos aportan información y de siempre se ha visto que quien domina la información adquiere una gran ventaja. Los datos los manejan unos pocos pero sus consecuencias las sufrimos todos. El Estado y las grandes empresas manejan los datos, no sólo los controlan sino que los fabrican a su antojo. Nos ofrecen aquellas versiones que interesan a sus proyectos. Incluso nos enseñan cómo debemos reaccionar ante ellos. El fin de todo ello, es alcanzar el objetivo antes mencionado: orden y subordinación. Es decir, que nos mantengamos siempre abaja, siempre agradecidos al poder por protegernos y velar por nuestros intereses.
A día de hoy, podemos ver la ansiedad de millones de personas a la espera de nuevos datos a cada instante. La visceralidad con que se reciben esos datos y, a pesar del teatro político (una patraña que como siempre sólo sirve para mantener alerta al rebaño) la convicción mayoritaria de mantenernos obedientes. Dispuestos a delatar ante las autoridades a cualquiera que no comparta nuestro miedo y decida actuar de otra forma.
Llevamos toda la vida entrenándonos en la recepción acrítica de datos y en la sumisión a las consecuencias que el poder nos indica sobre esos datos.
Los datos están por todas partes. Vivimos en un mundo donde todo se reduce a cifras, incluso las personas. Desde que el dinero y la propiedad privada son los pilares fundamentales del orden social, las personas nos hemos convertido en números, en meros apuntes contables. Lo hemos aceptado e interiorizado y dejamos que nos traten y nos usen de esta forma. Así, la estadística (esa rama de las matemáticas que utiliza los datos para obtener inferencias) se ha convertido en la forma habitual de referenciar cualquier situación social y, por tanto, la mejor forma de mantener el espejismo de este mundo insostenible.
Llevamos toda la vida atendiendo a los datos de empleo y ausencia de él, a los sube y baja de la bolsa, a los datos demográficos, a los salariales, a los índices de precios de cualquier cosa, a los de jubilación y esperanza de vida, a los escolares… Nos hemos especializado en actuar en función de un sinfín de datos que nos proporcionan la certeza de saber en qué posición de la escala social nos encontramos y en cómo debemos actuar para ascender y no caer en el abismo de los que tienen peores números que nosotros.
Pero no sólo sirven para estas justificaciones sino que los datos tienen un uso todavía más perverso. Esa cara oculta que produce verdadero pavor y fortalece esa disciplina social.
Los datos determinan lo normal y, por tanto, establece las bases para la norma. Esto significa que se utiliza para determinar qué principios se imponen o se adoptan para dirigir la conducta o la correcta realización de una acción. Así, la estadística, justifica nuevamente la imposición de criterios de control y selección social. Esto se puede ver en cualquier ámbito de la vida. En el ámbito de la educación, el criterio estadístico sirve para etiquetar (con su consecuente estigmatización) a cualquier joven en función de unos criterios establecidos única y exclusivamente para hacer prevalecer una estratificación social y un sistema de organización social firmemente asentado sobre la base de cada cual ocupe el lugar que tiene asignado. De esta forma, la estadística predice, señala y confirma el destino de cada uno a través de la constante reducción a factores numéricos de la compleja vida de cualquier joven. En el ámbito de la salud, los datos determinan quién tiene derecho a recibir un tratamiento y quién queda desahuciado. Determina quién debe ser considerado como sujeto de riesgo en función de si cumple con los criterios establecidos para actuar en consecuencia. Especialmente, en lo tocante a la salud mental (extendido a todo ese universo de las llamadas ciencias psi) es donde se manifiesta en toda su plenitud el factor estadístico. Permite clasificar a todos los sujetos en categorías, muchas veces totalmente inventadas con el único propósito de patologizarnos; la desfachatez llega al punto en que para decidir si uno sufre alguna enfermedad de este tipo se basan en una simple cuestión de número: si se cumplen un porcentaje aleatorio de criterios estás o no enfermo. También en lo social muchas veces se impone el criterio estadístico. De esta forma se decide quién puede recibir la limosna del Estado o quién debe acudir directamente a la caridad religiosa. Se decide quién está en riesgo o no, o quién es apto para la vida en sociedad y quién no.
Todo se reduce a una cuestión numérica porque en eso nos hemos convertido. Esos números nos definen, nos catalogan y nos ubican en el lugar que nos corresponde. A través de este tratamiento estadístico se obtiene la uniformidad social y la estratificación bien definida que todo Estado necesita para su buen funcionamiento democrático. Es decir, que las ovejas sigan obedeciendo al pastor y que las que no lo hagan sean tratadas como lo que son: descarriadas y, por tanto, abocadas al ostracismo y finalmente, al matadero. Los datos alimentan la disciplina social, la nutren y la engrasan para su buen funcionamiento. Conocer los datos nos da la certeza de saber hacia dónde quieren que nos dirijamos y, por tanto, nos indica cómo debemos actuar. También acrecientan nuestros miedos. Miedo a quedar excluido, miedo a ser diferente a no pasar inadvertido, miedo a sufrir las consecuencias, miedo a morir en vida. Frente a esos miedos, la subordinación, la sumisión y el mantenimiento del orden aparecen ante nuestros ojos como la mejor opción para mantenernos en pie. Lamentablemente, no parece que seamos conscientes de que mantenerse en pie en este lodazal en el que vivimos nos conduce inevitablemente al agujero infecto en el que es imposible desarrollar nada mínimamente humano.
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Posted: 11 May 2020 08:54 AM PDT
Hace unos días compartía por redes sociales un breve fragmento de La palabra como arma escrito por Emma Goldman y que decía lo siguiente:
Este fragmento está inscrito en el capítulo sobre Matrimonio y Amor. Sin embargo, creo que tiene una carga de profundidad demoledora que va mucho más allá de cualquier temática concreta. En mi opinión, es la razón última por la que a lo largo de la historia de la humanidad, ningún jefe, cabecilla, rey, gobierno o el cargo que sea que haya detentado el poder, por inmenso que haya sido, ha podido jamás extinguir las ansias de libertad, la extrema necesidad de poner el amor, en el más amplio de los sentidos, por encima de los intereses de cualquier minoría por muy privilegiada que ésta sea.
Ese sentido amplio del amor que abarca la fraternidad, la solidaridad, el deseo de bienestar, en definitiva, la libertad. Esa libertad que sólo puede ser real cuando es colectiva, cuando traspasa lo individual y abarca lo común. Es un espejismo sentirse libre en una sociedad oprimida, sometida al imperio del salario y el capital. Es en este amor radical en el creo como base de cualquier posibilidad revolucionaria.
Pero no creo que debamos confundirnos.
En estos tiempos de confinamiento y miedo inoculado, se suceden pequeñas muestras de ese amor radical entre iguales, pero quedan siempre sumergidas en la maraña de un individualismo egoísta, de un sálvese quien pueda fruto de una desconexión propiciada e inducida durante décadas por un sistema que necesita del aislamiento social para mantener su hegemonía. De un modelo que requiere de la desaparición por todos los medios de ese amor radical sustituyéndolo por ese otro, hijo bastardo de los tiempos que vivimos, basado en la necesidad de ser reconocidos, de sentirnos aceptados, incluidos en lo que sea. Un amor carente de compromiso y de esfuerzo que es precisamente lo que confiere esa radicalidad que de verdad permitiría dar un vuelco a este absurdo modo de vivir.
Mucha gente está ansiosa por creer, necesitan creer en esas pequeñas muestras de humanidad que se suceden fruto de las actuales circunstancias. Llenos de buenas intenciones están convencidos de que cuando todo esto termine, nada será igual. Yo también lo creo, aunque dudo que tengamos la misma visión sobre el futuro. La mía no es nada idílica, más bien todo lo contrario.
Más allá de las cuestiones de salud (sobre las que nada tengo que decir, sólo que os cuidéis y hagáis lo que creáis conveniente) los Estados están utilizando este momento para ir perfilando el futuro, para ir ensayando las diferentes versiones de lo que está por venir. Tal vez ahora mismo no esté en primer plano pero la insostenibilidad del modelo capitalista sigue estando ahí y lo saben. Saben que el estado de alarma o como quieran llamarlo será cada vez más habitual. De hecho, los gobiernos han adoptado como su forma habitual de funcionamiento la gestión de la crisis permanente, sometiéndonos a la excepcionalidad constante, convirtiéndola así en la norma. De esta forma, la crisis es continua y su gestión imprescindible. En nombre de esta constante urgencia el poder encuentra mil y una oportunidades para reestructurarse y poder modificar sus mecanismos de control una y otra vez mientras la mayoría espera la llegada de mejores tiempos. Tiempos que nunca van a llegar.
Militarización de las calles, estado policial donde unos denuncian a otros adjudicándose el papel de policías y reclusión forzosa mientras dictan leyes por el bien de la nación (que como siempre son unos pocos) y todos a batir palmas hacia el Gobierno. Y cada vez el Estado sintiéndose más imprescindible en el corazón de la gente y cada vez la posibilidad de sentir y vivir el amor radicalmente más lejos.
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Posted: 11 May 2020 08:42 AM PDT
Una pandemia se instaura en nuestras vidas, adueñándose de nuestra libertad más básica, poniendo todo patas arriba, paralizando la economía mundial y avisándonos de que, las consecuencias que tendremos cuando volvamos a la “nueva normalidad”, las pagaremos a un alto precio. Es una pandemia llamada autoridad, que funciona aumentando poco a poco esta olla a presión que estallará en cualquier momento. Este nuevo número del periódico, no se quedará en internet. Nos veremos en las calles.
1.- La salud como proceso: carta de una enfermera familiar y comunitaria
2.- La pandemia de la represión y el estado de alarma
3.- Huelga internacional de vivienda
4.- Historia y significado del 1º de mayo
Anexo: ¿Por qué okupamos? II
Descargar Periódico [PDF]
Puntos de distribución fijos:
- Local Anarquista Motín, C/ Matilde Hernández, 47
- Casa Auto-gestionada del Barrio de Aluche, La CABA, C/ Quero, 37 - Ateneo Libertario de Carabanchel, 2ª planta del Centro Social Okupado “EKO”, C/ Ánade, 10 - Espacio Social Liberado Autogestionado EKO. C/ Ánade s/n - C.S.O.A. (Centro Social Okupado Anarquista) La Gatonera. C/ Antoñita Jiménez, 60 - Bar Río, C/ Halcón, 6
Otros puntos de distribución:
- En los metros de Aluche, Carabanchel, Carpetana, Oporto y Vista Alegre principalmente
- En centros culturales, bibliotecas y demás espacios públicos - En algunos bares y comercios del barrio
Si quieres distribuir, sugerir, aportar o contactar: aquí_y_ahora@riseup.net
Para descargar todos los números y consultar los artículos: www.aquiyahora.noblogs.org
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Posted: 11 May 2020 06:54 AM PDT
Nicole Sirotek, enfermera en Nueva York, habla. No sabe lo que hacer, pero ya lo hace: habla. Testimonio de una enfermera en Nueva York: Cuenta muy claramente el caos del orden. "Son asesinatos, no es el virus."
https://www.youtube.com/watch?v=RqoviddCFcI
Seguimos juntando voces aquí: https://contraelencierro.blogspot.com/
Ojalá no paren de salir.
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Posted: 11 May 2020 06:37 AM PDT
Desde el grupo Higinio Carrocera ponemos en marcha este blog con el objetivo de reflexionar sobre el proceso revolucionario que, entendemos, se abre ante el ya evidente colapso del capitalismo y el estado-nación. A la pandemia del COVID19, de nefastas consecuencias para toda la humanidad, se suman los fenómenos migratorios, el cambio climático y la crisis política, económica y social en todo el mundo, con estallidos de clase en muchos países. Es muy probable que tras el colapso venga la confrontación entre los restos del poder económico y de los estados, que se blindarán con un modelo ecofascista para mantener sus privilegios y acaparar los recursos de todos, cada vez más escasos gracias a su modelo económico depredador. Del resultado de ese choque de fuerzas puede venir una transición ecosocial basada en el decrecimiento y preparar a la sociedad para la autogestión, el apoyo mutuo y el federalismo, es decir, la anarquía, en armonía con la naturaleza y con un modelo radicalmente distinto al actual, que garantice la viabilidad del planeta y la convivencia pacífica de los seres vivos.
Podéis verlo en: https://higiniocarrocera.wixsi
Desde el decrecimiento hacia el anarquismo
Creemos que la revolución que viene ha de ser ecosocial. Y ello porque el colapso actual nos abre el camino, a través del decrecimiento, hacia una sociedad anárquica, en donde la autogestión, el apoyo mutuo y el federalismo pueden servir de base para un mundo en donde se recupere el sentido de humanidad, en armonía con la naturaleza frente a los valores del poder, el dinero y el mercado, que nos han traído a este callejón sin salida.
El colapso (cambio climático, pandemias, crisis económica y social...) está empezando. Los dueños del poder económico, militar y político son también conscientes de ello y saben que su modelo estallará. Para blindar sus privilegios e intereses están ya construyendo lo que se ha dado en llamar el ecofascismo, frente al que no cabrá más solución que una confrontación, una revolución para impedir que se perpetúe un sistema que está destruyendo la vida en este planeta y que se topa con los límites de la biosfera.
Tras la revolución, si esta sale finalmente victoriosa, llegará la transición hacia el nuevo modelo social. Será lenta y difícil (supondrá un cambio radical en la mentalidad de la gente) y tendrá que basarse en el decrecimiento, en el fin del sistema patriarcal, en el abandono paulatino de las ciudades, en el fin del derroche y del consumismo irracional, en la búsqueda de vidas más austeras y de comunidades más sencillas... En definitiva, supóndrá una desaparición programada de la sociedad del crecimiento que nos obligará a renunciar a nuestro modo de vida. El decrecimiento es una necesidad, no un principio ni un ideal, es una fase en la que se pone fin al objetivo insensato del crecimiento por el crecimiento. Para ello hay que abandonar la economía capitalista.
Es cierto que muchas personas, de manera individual, han elegido una ética personal diferente y la practican en su día a día. Sin embargo, aunque su ejemplo puede servir de modelo para otras personas, no cuestionan radicalmente el sistema, y sin ese cuestionamiento estructural, el cambio será un parche.
Entendemos que el anarquismo recoge perfectamente el nuevo modelo que superará al capitalismo y el estado-nación, a partir de una sociedad autoorganizada y cooperativa, o como dice Latouche en donde "el altruismo se anteponga al egoismo, la cooperación a la competencia desenfrenada, el placer del ocio a la obsesión por el trabajo, la importancia de la vida social al consumo ilimitado, el gusto por el trabajo bien hecho a la eficiencia productiva y lo razonable a lo racional".
Con este planteamiento inicial queremos arrancar, abrir el debate y llenar de contenido este blog, enriqueciéndolo con artículos y propuestas que vayan configurando, tanto el análisis de este proceso hacia la revolución ecosocial y el decrecimiento como el de la nueva sociedad que habrá de venir después de la transición ecosocial.
¡Salud y adelante!
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Posted: 10 May 2020 01:21 AM PDT
La palabra ANARQUÍA viene del griego y está compuesta de la partícula privativa a y de arquía, mando, poder, autoridad. Etimológicamente, pues, la palabra ANARQUÍA, que debería escribirse an-arquía, significa estado de un pueblo, o dicho con más exactitud, de un medio social sin gobierno.
Como ideal social y como realización efectiva, ANARQUÍA quiere decir una manera de vivir en la cual el individuo, desembarazado de toda coacción legal y colectiva que tenga a su servicio una fuerza pública no tendrá otras obligaciones que las que le imponga su propia conciencia. Poseerá, por tanto, la facultad de entregarse a las inspiraciones reflexivas de su iniciativa personal; gozará del derecho de intentar todas las experiencias que le parezcan deseables o fecundas; aceptará libremente todos los contratos que le liguen a sus semejantes, siempre de carácter temporal y revocable; y no queriendo hacer sufrir la autoridad de otro, sea quien sea. Así, dueño soberano de sí mismo, de la dirección que dé a su vida, de la utilización que haga de sus facultades, de sus conocimientos, de su actividad productora, de sus relaciones de simpatía, de amistad y de amor, el individuo organizará su existencia como mejor le parezca: desenvolviéndose en todos los sentidos a su manera, gozando, en todo, de su plena y entera libertad, sin más límites que los señalados por la libertad, plena y entera también, de los demás individuos.
Esta manera de vivir implica un régimen social del que está desterrada, de hecho y de derecho, toda idea de salario y asalariado, de capitalista y proletario, de amo y servidor, de gobernante y gobernado.
Se explica que, definida así la palabra ANARQUÍA, haya sido, con el tiempo, insidiosamente desviada de su significación exacta; que haya sido tomada en el sentido de “desorden”, y que en la mayoría de los diccionarios y enciclopedias sólo se mencione esa acepción: desorden, y sus sinónimos: caos, trastorno, confusión, etcétera.
Exceptuando a los anarquistas, todos los filósofos, moralistas y sociólogos, incluso los teóricos de la democracia y los doctrinarios del socialismo, afirman que sin gobierno, sin legislación, sin una fuerza represiva que asegure el respeto a la ley y castigue toda infracción de ésta, no hay, no puede haber más que desorden y criminalidad.
Ahora bien; ¿es que no se dan cuenta, moralistas y filósofos, estadistas y sociólogos, del espantoso desorden que, a pesar de la autoridad que gobierna y de la ley que reprime, reina en todas partes? ¿Tan ayunos están de sentido crítico y de espíritu de observación que no advierten que, cuanto más aumenta la reglamentación, y más se estrechan las mallas de la legislación, y más se extiende el campo de la represión, en mayor grado se multiplican la inmoralidad, la abyección, los delitos y los crímenes?
Es imposible que esos teóricos del “Orden” y esos profesores de “Moral” confundan seria y honradamente lo que ellos llaman “Orden” con las atrocidades, los horrores y las monstruosidades cuyo indignante espectáculo pone ante nuestros ojos la observación diaria.
Y, si hay grados en lo imposible, mayor es aún la imposibilidad de que esos sabios doctores acudan a la virtud de la Autoridad y a la fuerza de la Ley para atenuar y hacer desaparecer a fortiori todas aquellas infamias.
Semejante pretensión sería pura demencia.
La ley tiene un solo objetivo: justificar primero y sancionar después todas las usurpaciones e iniquidades sobre las cuales se asienta lo que los beneficiarios de esas iniquidades y usurpaciones llaman “orden social”. Los detentadores de la riqueza han cristalizado en la ley la legitimidad original de su forma; los detentadores del Poder han elevado a la categoría de principio inmutable y sagrado el respeto debido por las muchedumbres a los privilegiados, al Poder y a la majestad con que se aureolan. Se puede examinar hasta el fondo el conjunto de esos monumentos de hipocresía y de violencia que son los Códigos, todos los Códigos: no se hallará una disposición que no esté en favor de estos dos hechos de orden histórico y circunstancial que se pretende convertir en hechos de orden natural y fatal: la Propiedad y la
Autoridad. Cedo a los hipócritas oficiales y a los profesionales del charlatanismo burgués todo lo que en la legislación se refiere a la “Moral”, ya que ésta no es, ni puede ser, en un estado social basado en la Autoridad y en la Propiedad, más que la humilde servidora y la desvergonzada cómplice de aquélla y de ésta.
A propósito de la palabra ANARQUÍA, tomada en el sentido de caos, nos parece conveniente transcribir estas magníficas palabras de Kropotkin:
«“¿De qué orden se trata? ¿Es de la armonía con que soñamos los anarquistas? ¿De la armonía que se establecerá libremente en las relaciones humanas cuando la humanidad deje de estar dividida en dos clases, una de las cuales es sacrificada en provecho de la otra? ¿De la armonía que surgirá espontáneamente de la solidaridad de intereses, cuando todos los hombres formen una sola familia, cuando cada uno trabaje para el bienestar de todos y todos para el bienestar de cada uno? ¡Claro que no! Los que tachan a la ANARQUÍA de ser la negación del Orden, no hablan de esta armonía de porvenir; hablan del orden tal como se le concibe en nuestra sociedad actual. Veamos, pues, lo que es ese “Orden” que la ANARQUÍA quiere destruir.
“El Orden de ahora, lo que se entiende por “Orden”, es que las nueve décimas partes de la humanidad trabajen para procurar el lujo, los goces y la satisfacción de las pasiones más execrables a un puñado de haraganes. El Orden de la privación, para esas nueve décimas partes, de todo lo que es condición necesaria para una vida higiénica, para un desenvolvimiento racional de las cualidades intelectuales. Reducir a nueve décimas partes de la humanidad a vivir al día, como bestias de carga, sin poder atreverse a pensar jamás en los goces suministrados al hombre por el estudio de las ciencias, por la creación artística: ¡he ahí “el Orden”!”
“El Orden es la miseria, el hambre convertida en estado normal de la sociedad. Es el campesino irlandés muriendo de hambre; es el pueblo de Italia reducido a tener que abandonar su campiña lujuriante para vagar a través de Europa en busca de un túnel cualquiera que perforar, en donde correrá el peligro de morir aplastado, tras haber subsistido unos meses más; es la tierra arrebatada al campesino para dedicarla a la cría de ganado o de caza, que servirá de alimento a los ricos; es la tierra dejada sin cultivar antes de restituirla al que no pide otra cosa que cultivarla”.
“El Orden es la mujer que se vende para sustentar a sus hijos; es el niño reducido a estar encerrado en una fábrica o a morir de inanición; es el fantasma del obrero rebelde ante las puertas del rico, el fantasma del pueblo sublevado ante las puertas de los gobernantes”.
“El Orden es una minoría ínfima elevada a los sitiales gubernamentales, que se impone, por esta razón, a la mayoría, y que adiestra a sus hijos para ejercer más tarde las mismas funciones, a fin de mantener los mismos privilegios por la astucia, la corrupción, la fuerza y la matanza”.
“El Orden es la guerra continua de hombre a hombre, de oficio a oficio, de clase a clase, de nación a nación; es el cañón que no cesa de retumbar; es la devastación de las campiñas, el sacrificio de generaciones enteras sobre los campos de batalla, la destrucción en una año de las riquezas acumuladas durante siglos de rudo trabajo”.
“El Orden es la servidumbre, el encadenamiento del pensamiento, el envilecimiento de la raza humana, sometida por el hierro y por el látigo; es la muerte repentina por el grisú, la muerte lenta por el hundimiento, que hace perecer todos los años, enterrados y destrozados, a millares de mineros, víctimas de la avaricia de los patronos; es la persecución, bayoneta en ristre, de los que se atreven a quejarse. ¡He ahí el Orden!”».
Y para dar mayor fuerza a su pensamiento, Kropotkin continúa en estos términos:
«”Y el caos, lo que suelen llamar caos, es el levantamiento del pueblo contra ese orden innoble, rompiendo sus cadenas, destruyendo sus trabas y yendo hacia un porvenir mejor; es lo más glorioso que la humanidad tiene en su historia; es la rebelión del pensamiento en la víspera de las revoluciones; es el derrocamiento de las hipótesis sancionadas por la inmovilidad de los siglos precedentes; es la aparición de todo un raudal de ideas nuevas, de invenciones audaces; es la solución de los problemas de la ciencia”.
“El caos es la abolición de la esclavitud antigua; es la insurrección de los municipios, la abolición de la servidumbre feudal, las tentativas de abolición de la servidumbre económica”.
“El caos es la insurrección de los campesinos sublevados contra los curas y los señores, quemando los castillos para dejar sitio a las cabañas, saliendo de sus guaridas para ocupar un sitio al sol”.
“El caos, lo que llaman el caos, son las épocas durante las cuales generaciones enteras soportan una lucha incesante y se sacrifican para preparar a la humanidad una existencia mejor, librándola de las servidumbres del pasado. Son las épocas durante las cuales el genio popular cobra su libre desarrollo y da, en pocos años, pasos gigantescos, sin los cuales el hombre permanecería en el estado de esclavo antiguo, de ser rastrero, de animal envilecido en la miseria”.
“El caos es el nacimiento de las más bellas pasiones y de las mayores abnegaciones; es la epopeya del supremo amor a la humanidad”».
N. Converti, S. Faure, P. Gori, P. Kropotkin
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