CADTM
Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo
Eric Toussaint
La euforia neoliberal y Basilea II
Los acuerdos de Basilea II se concibieron en plena euforia neoliberal, cuando los banqueros capitalistas habían conseguido la supresión de algunas reglas de prudencia que todavía subsistían, provenientes de los años posteriores a la gran crisis de los años 30.
Basilea II corresponde al período en el que Alan Greenspan, presidente en ese momento de la FED —Banco Central de Estados Unidos— |1|, peroraba sobre la capacidad de autoregulación de los mercados financieros y preconizaba la supresión de todas las coerciones que todavía refrenaban, según él, la «creatividad» de los banqueros.
Los acuerdos de Basilea II se comenzaron a aplicar en los años 2004-2005, justo antes del estallido de la crisis que se inició en 2007, que todavía se aplican en 2013 y también se aplicarán en 2014. La concreción de los acuerdos de Basilea III, elaborados en 2010, bajo la presión de la crisis, y revisados en 2011 |2|, continúa siendo objeto de interpretaciones y negociaciones. Los acuerdos de Basilea III no tendrán plena aplicación hasta 2018-2019. Por eso es muy importante tomarse el trabajo de conocer en detalle los acuerdos de Basilea II, a pesar de que la mayoría de los comentaristas dirigen su atención y la de sus lectoras y lectores hacia Basilea III, como si ya se estuvieran aplicando.
Las autoridades de control, los gobiernos en combinación con los grandes bancos privados, los grandes medios de comunicación quieren hacer creer al público que el mundo de las finanzas se verá sometido a unas reglas muy severas. Y eso es falso. Veremos que lo que se ha previsto para Basilea III no modifica en realidad las normas laxistas que permitieron a los bancos hacer lo que les viniera en gana. En efecto, Basilea III permitirá a los bancos continuar con el maquillaje de sus cuentas y de los resultados de sus exámenes, por el sistema de la ponderación de los activos que poseen en función de los riesgos. También podrán continuar utilizando el «fuera de balance» con total legalidad. Eso los alienta a arriesgarse. Pero sólo estos dos elementos ya vuelven ineficaz toda la panoplia de pequeñas medidas económicas anunciadas a bombo y platillos a efectos únicamente publicitarios.
Para que se crea la dureza de estos acuerdos, los bancos protestan un poco y tratan de convencer a las autoridades de flexibilizar Basilea III o de retrasar los vencimientos. ¡Es una verdadera engañifa! Los gobernantes y las autoridades de tutela demuestran así hasta qué punto son cómplices y solidarios con los grandes bancos privados.
Antes de analizar Basilea III, comencemos por los acuerdos de Basilea II, que en este momento son los que están vigentes.
Basilea II: permiso para matar
Basilea II llevó más lejos las desregulaciones que habían sido otorgadas por Basilea I (véase el artículo precedente |3|). Se debe señalar dos puntos importantes en Basilea II: primero, se rebajó el monto del capital de base requerido (o sea, el capital aportado por los accionistas y los beneficios no distribuidos).y segundo, los bancos fueron autorizados a adoptar su propio modo de cálculo de los activos que se consideran para alcanzar la ratio exigida de fondos propios/activos
Basilea II y la reducción del capital de base requerido
El monto del capital de base requerido fue rebajado por pedido de los bancos: ¡Ahora no representa más del 2 % de los activos ponderados! Habéis leído bien: se trata del 2 % del monto de los activos ponderados en función del riesgo. Más allá de ese 2 % de capital de base y con el fin de alcanzar el 8 %, Basilea II le permite a los bancos incluir en su cálculo de fondos propios diversos elementos como, por ejemplo, los títulos de deuda subordinada, que no tienen más que una relación lejana con el capital stricto sensu. Las autoridades nacionales tienen la función de definir lo que puede ser tenido en cuenta por los bancos más allá de ese 2 % de capital de base para alcanzar el 8 %. En otras palabras: la referencia al 8 % de Basilea I se conserva, pero su manera de calcularlo ha cambiado completamente:
.- En el numerador (fondos propios), se han ampliado las categorías de deuda que el banco puede incluir en el cálculo, mucho más allá de los capitales de base.
.- En el denominador, se introdujo la posibilidad para los bancos de definir sus propios modelos de cálculo de los activos ponderados por los riesgos.
En el ejemplo teórico de Banxia (véase parte 8) hemos mostrado cómo un banco ya podía jugar con el denominador (los activos). Después de Basilea II, también se le permite jugar con el numerador (los fondos propios y lo que el banco les puede agregar para llegar al 8 %).
En la jerga de los acuerdos de Basilea, se habla del Tier 1 (nivel 1) y del Tier 2 (nivel 2) |4|. Basilea II considera que el Tier 1 (que representa el 4 % de los activos calculados en función del riesgo) está compuesto por dos partes: una del 2 % (el capital de base), la otra del 2 % también, donde los bancos pueden tener en cuenta diferentes elementos que no constituyen el capital de la empresa en sentido estricto. Los bancos franceses o belgas (con el acuerdo de sus reguladores nacionales) han puesto, por ejemplo, títulos híbridos (mitad capital/mitad préstamo obligatorio). El Tier 2 contiene elementos todavía más alejados del capital en sentido estricto. De este modo, los bancos japoneses en los años noventa habían obtenido de parte de sus autoridades nacionales la posibilidad de poder hacer entrar en el Tier 2 sus plusvalías latentes en bolsa. Algunos años más tarde, en el momento del estallido de la burbuja inmobiliaria japonesa, pasaron de un día para otro a estar por debajo de las ratios reglamentarias. Pero esto no llevó al Comité de Basilea a adoptar una definición más estricta de lo que podía entrar en el Tier 2, e incluso en el Tier 1. Fue necesario esperar hasta 2010 para oír al Comité de Basilea anunciar un endurecimiento en las normas, que entrará plenamente en vigencia el año 2018 o 2019, ¡y si al menos fuera así!
Para hacerse una idea de lo que un banco puede aducir para alcanzar ese 8 % que representa el Tier 1 y el Tier 2, he aquí lo que leemos en el informe anual 2008 del banco Dexia:
«Los fondos propios elegibles según el BPI se descomponen en:
.- Fondos propios de base (Tier 1 capital) que comprenden el capital social, las primas, los remanentes de ejercicios anteriores que incluyen los beneficios del ejercicio, los títulos híbridos, los desvíos de conversión y los intereses minoritarios disminuidos por las inmovilizaciones inmateriales, por los dividendos previsibles, por las acciones propias y de los bienes intangibles.
.- Fondos propios complementarios (Tier 2 capital) que incluyen la parte elegible de las deudas subordinadas a largo plazo, disminuido por las deudas subordinadas y por las acciones de las instituciones financieras.
Los fondos propios de base deben alcanzar el 4 % y los fondos propios elegibles totales deben representar al menos el 8 % del total de activos ponderados» |5|
En el informe de 2012 de Dexia encontramos la misma enumeración. |6|
Basilea II: los bancos pueden determinar por sí mismos el valor de los activos que deben tener en cuenta.
Basilea II concede una confianza total a los banqueros: cada banco puede decidir qué modelo de apreciación de riesgos adoptará. Y es lo que hacen casi todos los grandes bancos, excepto algunos pocos.
En forma más precisa, Basilea II propone a los bancos la elección entre dos opciones: pueden retomar el método de cálculo de los activos ponderados por el riesgo propuesto por el Comité de Basilea II, o pueden definir su propio método de cálculo, lo que es fácil para un gran banco provisto de importantes medios.
El enfoque estandarizado apunta a criterios preestablecidos por el Comité de Basilea |7|, que le da protagonismo a las agencias de calificación. En el ejemplo teórico de la parte 8, retomamos los criterios del enfoque estandarizado. En concreto, las deudas de los Estados y los poderes públicos con la banca con una nota comprendida entre AAA y AA– están consideradas sin riesgo. Por consiguiente, los activos correspondientes no se deben tener en cuenta. Eso significa que los banqueros no tienen necesidad de capital para amortizar las eventuales pérdidas sobre sus acreencias. Las deudas de bancos o grandes empresas |8| con una nota entre AAA y AA– sólo significan un 20 % (el banco puede deducir el 80 % de los activos que corresponden a sus acreencias). Las deudas de bancos y empresas con notas entre A+ y A– sólo un 50 %, pero si la nota está entre BB+ y B– el 100 %. Si sus notan son inferiores a B–, las deudas significan un 150%. Las deudas de los hogares un 75 %. Las deudas de las pequeñas y medianas empresas un 100 %, ya que las agencias de calificación no las consideran...
Dexia: una buena ilustración del laxismo del Comité de Basilea y de las autoridades nacionales de control
Dexia es un buen ejemplo de lo peligroso que es el sistema de ponderación de activos en función de los riesgos, ya se trate de la versión estandarizada o de la calificación interna.
En junio de 2011, Dexia consiguió aprobar holgadamente la prueba de estrés impuesta por la autoridad europea para el control de 90 grandes bancos europeos |9|. Cuatro meses más tarde tenía que ser rescatado de una quiebra por segunda vez en tres años. Es edificante leer el documento presentado por Dexia para aprobar de forma tan brillante su examen |10|.
Mientras el total de activos (no ponderados) se elevaba a 567.000 millones de euros |11|, los activos ponderados por el riesgo sólo representaban 141.000 millones de euros |12|. En el ejemplo teórico de la parte 8, la ponderación de riesgos había permitido al banco ficticio Banxia que sus activos pasasen de 100 a 40. Dexia lo hizo mucho mejor en junio de 2011: sus activos pasaron de 100 a 25. Hay que quitarse el sombrero ante los prestidigitadores de Dexia. La «realidad» ha superado a la ficción.
Dexia afirmaba en un documento remitido a la autoridad europea que su ratio de fondos propios de base/activos ponderados por el riego alcanzaba el 12,01 %. ¡Para encandilar a los reguladores! Si se hubieran considerado los activos no ponderados, esa ratio sería del 3 %, lo que hubiera dado una imagen más próxima a la realidad. Si las autoridades de control no hubiesen permitido a los bancos, como a Dexia, añadir a su capital estricto sensu unos productos financieros que no corresponden al capital, la ratio hubiese sido incluso más inquietante. Es necesario subrayar que Dexia igualmente habría aprobado el test aunque las reglas de Basilea III (que sólo serán totalmente vigentes a partir de 2018-2019) hubieran podido aplicarse, en lo concerniente a la ratio fondos propios/activos no ponderados así como a la ratio fondos propios/activos ponderados. Lo que demuestra que Basilea III tampoco aporta soluciones.
Los bancos engañan enormemente
El caso Dexia no es un caso aislado. Según el informe Liikanen, en 2011, los fondos propios sólo representaban del 2 al 6 % de los activos no ponderados de los grandes bancos. En el caso del Deutsche Bank, sólo representa algo más del 2 % (lo que indica un efecto palanca igual a 50). En el caso de ING y de Nordea (Suecia), representan un poco menos del 4 %. Para el BNP Paribas, Crédit Agricole, BPCE, Société Générale o Barclays, alrededor del 4 % (efecto de palanca 25). En el caso de los españoles Santander y BBVA, de los italianos Intesa Sanpaolo y Unicredit, e incluso del belga KBC, cerca del 6 % (efecto de palanca cerca de 16) |13|.
Ahora bien, todos esos bancos habían aprobado la prueba de estrés de junio de 2011 y presentaban una ratio de fondos propios/activos ponderados superior al 10 %.
Sobre la base de su informe anual 2012, publicado en 2013, hemos calculado las ratios fondos propios/activos ponderados y fondos propios/activos no ponderados para dos grandes bancos europeos con una sólida reputación: BNP Paribas y Deutsche Bank. Como se muestra en la siguiente ilustración, tenemos un resultado que debería alertar a los más confiados.
Si creemos al Financial Times, que no tiene ningún interés en que cunda el pánico en los mercados, la situación del Deutsche Bank es aún más preocupante y escandalosa que lo indicado en nuestra ilustración. La ratio de palanca del mayor banco europeo no sería de un 2,7 % (o sea 1/37) sino solamente de ¡1,6 (o sea, 1/62) |14|! Esto implica que si el Deutsche Bank sufriera una «pequeña» pérdida de 10.000 millones, sobre un total de más de 2 billones de euros de activos, estaría al borde de la quiebra; pero si tuviera que absorber una pérdida de 32.000 millones, ésta se tragaría la totalidad de su capital. En el mismo artículo, el Financial Times afirma que la ratio del UBS (el principal banco suizo) es del 2,5 %, la de la Société Générale (Francia) del 2,8 % y la del Barclays (Reino Unido) del 2,5 % |15|.
Basilea III no propugnará una verdadera disciplina bancaria
Basilea III, cuyos principios generales fueron adoptados en 2010 y que no entrará en plena vigencia hasta 2018 o 2019, en el ámbito mundial, solamente prevé un cambio importante: en lugar del 2 % de capital de base exigido por Basilea II, los bancos deberán reunir un 4,5 % |16|. A este capital se le agregará un 3,5 % de fondos calculados de manera más laxa para poder alcanzar el 8 %, ya exigido por Basilea I y II.
Pero el elemento fundamental que se debe retener es el hecho de que los activos continuarán siendo calculados en función del riesgo que representan. Esto reduce a la nada el discurso sobre la solución aportada por Basilea III a la crisis bancaria. Puesto que el 4,5 % de capital de base en proporción a los activos ponderados por el riesgo, es una broma, todos los maquillajes de cuentas son posibles.
Un estudio realizado por el comité de Basilea en 2012-2013 llegó a la conclusión de que para un mismo tipo de activos, diferentes bancos adoptan cálculos de ponderación de riesgos que pueden variar fuertemente, quizás entre 1 y 8. El banco X puede considerar que le es necesario 8 veces menos de capital que el banco Y para absorber el riesgo que representa una cartera de derivados sobre tipos de interés. Entre 15 grandes bancos (repartidos en 9 países diferentes), la diferencia varía, de media, entre 1 y 3 veces, todos los activos juntos |17|. Un estudio publicado por el banco Barclays muestra que la ponderación de los riesgos es utilizada por los bancos para reducir al mínimo los fondos propios requeridos. Según Barclays, hace 20 años, los bancos consideraban en promedio que los activos ponderados representaban un 53 % de los activos totales mientras que en 2012 sólo representan el 32 % de los activos totales |18|. Por su lado, la autoridad europea de control de bancos (EBA) publicó los resultados de un estudio que muestra que la mitad de las ponderaciones de riesgo calculadas por los bancos no pueden explicarse por factores objetivos. Este estudio fue realizado fundamentándose en las cuentas presentadas por 89 bancos provenientes de 16 países miembros de la Unión Europea. También muestra que la diferencia de ponderación para un mismo tipo de riesgo varía en un 70 % de un banco a otro |19|.
A pesar de estas evidencias, el comité de Basilea mantiene el sistema de ponderación actual. Sin embargo, algunos organismos oficiales, como la OCDE, comienzan a producir documentos que propugnan el abandono de la ponderación de activos por riesgo. En un estudio reciente publicado por esta organización, los autores proponen que se tengan en cuenta los activos sin ponderación por riesgo, con el fin de tener una ratio fondos propios /activos fiable |20|.
Además, una serie de reguladores también lo reconocen. Andrew Haldane, director del departamento de Estabilidad Financiera del Banco de Inglaterra, afirma que el aumento de la ratio fondos propios / balance de los bancos, que estará generalizado en 2018-2019, es totalmente insuficiente y, realmente, no será capaz de disminuir los riesgos y los efectos de una quiebra. Thomas Hoenig, de la US Federal Deposit Insurance Corporation, la institución creada durante la presidencia de Roosevelt para regular el sistema bancario, estima también que el nivel de fondos propios que se exigirá a partir de 2018-2019 debería multiplicarse al menos por tres |21|. Al igual que el autor del informe de la OCDE citado anteriormente, Andrew Haldane y Thomas Hoenig son partidarios del abandono de la ponderación de riesgos en el cálculo de los activos y desean que se instaure una ratio absoluta (es decir sin ponderación) entre el capital y los activos. Dan Tarullo, uno de los gobernadores de la Reserva Federal, declaró que una ratio fondos propios/activos no ponderados por el riesgo fijado en el 3 % (como decidió el Comité de Basilea) es insuficiente. Las autoridades estadounidenses piensan imponer una ratio del 5 % a los bancos más grandes, lo que demuestra hasta qué punto la decisión del Comité de Basilea de fijar, en el marco de Basilea III, la ratio del 3 % |22| peca de minimalista. Recordemos también que la comisión Vickers, encargada por el gobierno británico de hacer las recomendaciones para responder a la crisis bancaria, proponía en 2011 una ratio del 4 %, que el primer ministro británico había considerado demasiado coercitiva. Last but not least, el Finantial Times se la jugó con una editorial sobre el tema. Reclama pasar a una ratio del 6 % |23|.
Conclusiones
A partir de comienzos de los años ochenta, el sector bancario privado consiguió liberarse de las obligaciones que los poderes públicos habían establecido y mantenido durante muchas décadas con el fin de evitar una repetición de la crisis bancaria de los años 30. Los reguladores y los gobiernos que se volvieron adeptos al neoliberalismo aflojaron las bridas que soportaban los banqueros capitalistas, quienes, liberados aprovecharon al máximo la situación. Todo se desarrolló en un contexto donde el gran capital tomó su revancha sobre una serie de conquistas sociales obtenidas por la gran lucha de los trabajadores. La actual crisis que comenzó en 2007-2008 no condujo a los poderes públicos (y por lo tanto a los reguladores) a instaurar una verdadera disciplina para el capital privado. Los mecanismos pensados para poner un poco de orden en el sector financiero privado son totalmente incapaces de impedir nuevas crisis, y también incapaces de poner freno a la búsqueda desbocada del máximo beneficio.
Hay que romper radicalmente con esta lógica y este sistema que hacer pagar la factura de los rescates bancarios a quienes son, en realidad, sus víctimas. Se debe acabar con esta lógica y este sistema que ofrecen la impunidad y los paracaídas de oro a los responsables del desastre.
Los gobernantes están directamente aliados con los grandes bancos y ponen los poderes públicos a su servicio. Hay un vaivén permanente entre los grandes bancos y los gobernantes. La cantidad de ministros de finanzas y de economía, o primeros ministros, que provienen directamente de los grandes bancos o que van allí al quitar el gobierno, no deja de aumentar desde 2008.
Las medidas anunciadas para disciplinar a los bancos son cosméticas, y simplemente inútiles. Por supuesto, es imprescindible imponer verdaderas normas muy estrictas e ineludibles que vayan, en particular, mucho más lejos que las medidas anunciadas en el marco de Basilea III. Pero, digámoslo con toda franqueza, esta crisis debería superarse mediante la aplicación de medidas que afecten directamente a la propia estructura del mundo de las finanzas y del sistema capitalista.
El oficio de banquero es demasiado serio para dejarlo en manos del sector privado, es necesario socializar el sector bancario (lo que implica su expropiación) y colocarlo bajo control ciudadano (asalariados de bancos, clientes, asociaciones y representantes de los actores públicos locales), ya que debe estar sometido a las normas de un servicio público |24| y los ingresos que su actividad generen deben ser utilizados para el bien común.
La deuda pública contraída para rescatar a los bancos es definitivamente ilegítima y se debe repudiar. Una auditoría ciudadana debe determinar las otras deudas ilegítimas y/o ilegales, e impulsar una movilización de tal magnitud que permita constituir una alternativa capitalista.
Estas dos medidas deberían inscribirse en un programa más amplio. |25|
Traducido por Griselda Piñero.
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Los acuerdos de Basilea II se concibieron en plena euforia neoliberal, cuando los banqueros capitalistas habían conseguido la supresión de algunas reglas de prudencia que todavía subsistían, provenientes de los años posteriores a la gran crisis de los años 30.
Basilea II corresponde al período en el que Alan Greenspan, presidente en ese momento de la FED —Banco Central de Estados Unidos— |1|, peroraba sobre la capacidad de autoregulación de los mercados financieros y preconizaba la supresión de todas las coerciones que todavía refrenaban, según él, la «creatividad» de los banqueros.
Los acuerdos de Basilea II se comenzaron a aplicar en los años 2004-2005, justo antes del estallido de la crisis que se inició en 2007, que todavía se aplican en 2013 y también se aplicarán en 2014. La concreción de los acuerdos de Basilea III, elaborados en 2010, bajo la presión de la crisis, y revisados en 2011 |2|, continúa siendo objeto de interpretaciones y negociaciones. Los acuerdos de Basilea III no tendrán plena aplicación hasta 2018-2019. Por eso es muy importante tomarse el trabajo de conocer en detalle los acuerdos de Basilea II, a pesar de que la mayoría de los comentaristas dirigen su atención y la de sus lectoras y lectores hacia Basilea III, como si ya se estuvieran aplicando.
Las autoridades de control, los gobiernos en combinación con los grandes bancos privados, los grandes medios de comunicación quieren hacer creer al público que el mundo de las finanzas se verá sometido a unas reglas muy severas. Y eso es falso. Veremos que lo que se ha previsto para Basilea III no modifica en realidad las normas laxistas que permitieron a los bancos hacer lo que les viniera en gana. En efecto, Basilea III permitirá a los bancos continuar con el maquillaje de sus cuentas y de los resultados de sus exámenes, por el sistema de la ponderación de los activos que poseen en función de los riesgos. También podrán continuar utilizando el «fuera de balance» con total legalidad. Eso los alienta a arriesgarse. Pero sólo estos dos elementos ya vuelven ineficaz toda la panoplia de pequeñas medidas económicas anunciadas a bombo y platillos a efectos únicamente publicitarios.
Para que se crea la dureza de estos acuerdos, los bancos protestan un poco y tratan de convencer a las autoridades de flexibilizar Basilea III o de retrasar los vencimientos. ¡Es una verdadera engañifa! Los gobernantes y las autoridades de tutela demuestran así hasta qué punto son cómplices y solidarios con los grandes bancos privados.
Antes de analizar Basilea III, comencemos por los acuerdos de Basilea II, que en este momento son los que están vigentes.
Basilea II: permiso para matar
Basilea II llevó más lejos las desregulaciones que habían sido otorgadas por Basilea I (véase el artículo precedente |3|). Se debe señalar dos puntos importantes en Basilea II: primero, se rebajó el monto del capital de base requerido (o sea, el capital aportado por los accionistas y los beneficios no distribuidos).y segundo, los bancos fueron autorizados a adoptar su propio modo de cálculo de los activos que se consideran para alcanzar la ratio exigida de fondos propios/activos
Basilea II y la reducción del capital de base requerido
El monto del capital de base requerido fue rebajado por pedido de los bancos: ¡Ahora no representa más del 2 % de los activos ponderados! Habéis leído bien: se trata del 2 % del monto de los activos ponderados en función del riesgo. Más allá de ese 2 % de capital de base y con el fin de alcanzar el 8 %, Basilea II le permite a los bancos incluir en su cálculo de fondos propios diversos elementos como, por ejemplo, los títulos de deuda subordinada, que no tienen más que una relación lejana con el capital stricto sensu. Las autoridades nacionales tienen la función de definir lo que puede ser tenido en cuenta por los bancos más allá de ese 2 % de capital de base para alcanzar el 8 %. En otras palabras: la referencia al 8 % de Basilea I se conserva, pero su manera de calcularlo ha cambiado completamente:
.- En el numerador (fondos propios), se han ampliado las categorías de deuda que el banco puede incluir en el cálculo, mucho más allá de los capitales de base.
.- En el denominador, se introdujo la posibilidad para los bancos de definir sus propios modelos de cálculo de los activos ponderados por los riesgos.
En el ejemplo teórico de Banxia (véase parte 8) hemos mostrado cómo un banco ya podía jugar con el denominador (los activos). Después de Basilea II, también se le permite jugar con el numerador (los fondos propios y lo que el banco les puede agregar para llegar al 8 %).
En la jerga de los acuerdos de Basilea, se habla del Tier 1 (nivel 1) y del Tier 2 (nivel 2) |4|. Basilea II considera que el Tier 1 (que representa el 4 % de los activos calculados en función del riesgo) está compuesto por dos partes: una del 2 % (el capital de base), la otra del 2 % también, donde los bancos pueden tener en cuenta diferentes elementos que no constituyen el capital de la empresa en sentido estricto. Los bancos franceses o belgas (con el acuerdo de sus reguladores nacionales) han puesto, por ejemplo, títulos híbridos (mitad capital/mitad préstamo obligatorio). El Tier 2 contiene elementos todavía más alejados del capital en sentido estricto. De este modo, los bancos japoneses en los años noventa habían obtenido de parte de sus autoridades nacionales la posibilidad de poder hacer entrar en el Tier 2 sus plusvalías latentes en bolsa. Algunos años más tarde, en el momento del estallido de la burbuja inmobiliaria japonesa, pasaron de un día para otro a estar por debajo de las ratios reglamentarias. Pero esto no llevó al Comité de Basilea a adoptar una definición más estricta de lo que podía entrar en el Tier 2, e incluso en el Tier 1. Fue necesario esperar hasta 2010 para oír al Comité de Basilea anunciar un endurecimiento en las normas, que entrará plenamente en vigencia el año 2018 o 2019, ¡y si al menos fuera así!
Para hacerse una idea de lo que un banco puede aducir para alcanzar ese 8 % que representa el Tier 1 y el Tier 2, he aquí lo que leemos en el informe anual 2008 del banco Dexia:
«Los fondos propios elegibles según el BPI se descomponen en:
.- Fondos propios de base (Tier 1 capital) que comprenden el capital social, las primas, los remanentes de ejercicios anteriores que incluyen los beneficios del ejercicio, los títulos híbridos, los desvíos de conversión y los intereses minoritarios disminuidos por las inmovilizaciones inmateriales, por los dividendos previsibles, por las acciones propias y de los bienes intangibles.
.- Fondos propios complementarios (Tier 2 capital) que incluyen la parte elegible de las deudas subordinadas a largo plazo, disminuido por las deudas subordinadas y por las acciones de las instituciones financieras.
Los fondos propios de base deben alcanzar el 4 % y los fondos propios elegibles totales deben representar al menos el 8 % del total de activos ponderados» |5|
En el informe de 2012 de Dexia encontramos la misma enumeración. |6|
Basilea II: los bancos pueden determinar por sí mismos el valor de los activos que deben tener en cuenta.
Basilea II concede una confianza total a los banqueros: cada banco puede decidir qué modelo de apreciación de riesgos adoptará. Y es lo que hacen casi todos los grandes bancos, excepto algunos pocos.
En forma más precisa, Basilea II propone a los bancos la elección entre dos opciones: pueden retomar el método de cálculo de los activos ponderados por el riesgo propuesto por el Comité de Basilea II, o pueden definir su propio método de cálculo, lo que es fácil para un gran banco provisto de importantes medios.
El enfoque estandarizado apunta a criterios preestablecidos por el Comité de Basilea |7|, que le da protagonismo a las agencias de calificación. En el ejemplo teórico de la parte 8, retomamos los criterios del enfoque estandarizado. En concreto, las deudas de los Estados y los poderes públicos con la banca con una nota comprendida entre AAA y AA– están consideradas sin riesgo. Por consiguiente, los activos correspondientes no se deben tener en cuenta. Eso significa que los banqueros no tienen necesidad de capital para amortizar las eventuales pérdidas sobre sus acreencias. Las deudas de bancos o grandes empresas |8| con una nota entre AAA y AA– sólo significan un 20 % (el banco puede deducir el 80 % de los activos que corresponden a sus acreencias). Las deudas de bancos y empresas con notas entre A+ y A– sólo un 50 %, pero si la nota está entre BB+ y B– el 100 %. Si sus notan son inferiores a B–, las deudas significan un 150%. Las deudas de los hogares un 75 %. Las deudas de las pequeñas y medianas empresas un 100 %, ya que las agencias de calificación no las consideran...
Dexia: una buena ilustración del laxismo del Comité de Basilea y de las autoridades nacionales de control
Dexia es un buen ejemplo de lo peligroso que es el sistema de ponderación de activos en función de los riesgos, ya se trate de la versión estandarizada o de la calificación interna.
En junio de 2011, Dexia consiguió aprobar holgadamente la prueba de estrés impuesta por la autoridad europea para el control de 90 grandes bancos europeos |9|. Cuatro meses más tarde tenía que ser rescatado de una quiebra por segunda vez en tres años. Es edificante leer el documento presentado por Dexia para aprobar de forma tan brillante su examen |10|.
Mientras el total de activos (no ponderados) se elevaba a 567.000 millones de euros |11|, los activos ponderados por el riesgo sólo representaban 141.000 millones de euros |12|. En el ejemplo teórico de la parte 8, la ponderación de riesgos había permitido al banco ficticio Banxia que sus activos pasasen de 100 a 40. Dexia lo hizo mucho mejor en junio de 2011: sus activos pasaron de 100 a 25. Hay que quitarse el sombrero ante los prestidigitadores de Dexia. La «realidad» ha superado a la ficción.
Dexia afirmaba en un documento remitido a la autoridad europea que su ratio de fondos propios de base/activos ponderados por el riego alcanzaba el 12,01 %. ¡Para encandilar a los reguladores! Si se hubieran considerado los activos no ponderados, esa ratio sería del 3 %, lo que hubiera dado una imagen más próxima a la realidad. Si las autoridades de control no hubiesen permitido a los bancos, como a Dexia, añadir a su capital estricto sensu unos productos financieros que no corresponden al capital, la ratio hubiese sido incluso más inquietante. Es necesario subrayar que Dexia igualmente habría aprobado el test aunque las reglas de Basilea III (que sólo serán totalmente vigentes a partir de 2018-2019) hubieran podido aplicarse, en lo concerniente a la ratio fondos propios/activos no ponderados así como a la ratio fondos propios/activos ponderados. Lo que demuestra que Basilea III tampoco aporta soluciones.
Los bancos engañan enormemente
El caso Dexia no es un caso aislado. Según el informe Liikanen, en 2011, los fondos propios sólo representaban del 2 al 6 % de los activos no ponderados de los grandes bancos. En el caso del Deutsche Bank, sólo representa algo más del 2 % (lo que indica un efecto palanca igual a 50). En el caso de ING y de Nordea (Suecia), representan un poco menos del 4 %. Para el BNP Paribas, Crédit Agricole, BPCE, Société Générale o Barclays, alrededor del 4 % (efecto de palanca 25). En el caso de los españoles Santander y BBVA, de los italianos Intesa Sanpaolo y Unicredit, e incluso del belga KBC, cerca del 6 % (efecto de palanca cerca de 16) |13|.
Ahora bien, todos esos bancos habían aprobado la prueba de estrés de junio de 2011 y presentaban una ratio de fondos propios/activos ponderados superior al 10 %.
Sobre la base de su informe anual 2012, publicado en 2013, hemos calculado las ratios fondos propios/activos ponderados y fondos propios/activos no ponderados para dos grandes bancos europeos con una sólida reputación: BNP Paribas y Deutsche Bank. Como se muestra en la siguiente ilustración, tenemos un resultado que debería alertar a los más confiados.
Si creemos al Financial Times, que no tiene ningún interés en que cunda el pánico en los mercados, la situación del Deutsche Bank es aún más preocupante y escandalosa que lo indicado en nuestra ilustración. La ratio de palanca del mayor banco europeo no sería de un 2,7 % (o sea 1/37) sino solamente de ¡1,6 (o sea, 1/62) |14|! Esto implica que si el Deutsche Bank sufriera una «pequeña» pérdida de 10.000 millones, sobre un total de más de 2 billones de euros de activos, estaría al borde de la quiebra; pero si tuviera que absorber una pérdida de 32.000 millones, ésta se tragaría la totalidad de su capital. En el mismo artículo, el Financial Times afirma que la ratio del UBS (el principal banco suizo) es del 2,5 %, la de la Société Générale (Francia) del 2,8 % y la del Barclays (Reino Unido) del 2,5 % |15|.
Basilea III no propugnará una verdadera disciplina bancaria
Basilea III, cuyos principios generales fueron adoptados en 2010 y que no entrará en plena vigencia hasta 2018 o 2019, en el ámbito mundial, solamente prevé un cambio importante: en lugar del 2 % de capital de base exigido por Basilea II, los bancos deberán reunir un 4,5 % |16|. A este capital se le agregará un 3,5 % de fondos calculados de manera más laxa para poder alcanzar el 8 %, ya exigido por Basilea I y II.
Pero el elemento fundamental que se debe retener es el hecho de que los activos continuarán siendo calculados en función del riesgo que representan. Esto reduce a la nada el discurso sobre la solución aportada por Basilea III a la crisis bancaria. Puesto que el 4,5 % de capital de base en proporción a los activos ponderados por el riesgo, es una broma, todos los maquillajes de cuentas son posibles.
Un estudio realizado por el comité de Basilea en 2012-2013 llegó a la conclusión de que para un mismo tipo de activos, diferentes bancos adoptan cálculos de ponderación de riesgos que pueden variar fuertemente, quizás entre 1 y 8. El banco X puede considerar que le es necesario 8 veces menos de capital que el banco Y para absorber el riesgo que representa una cartera de derivados sobre tipos de interés. Entre 15 grandes bancos (repartidos en 9 países diferentes), la diferencia varía, de media, entre 1 y 3 veces, todos los activos juntos |17|. Un estudio publicado por el banco Barclays muestra que la ponderación de los riesgos es utilizada por los bancos para reducir al mínimo los fondos propios requeridos. Según Barclays, hace 20 años, los bancos consideraban en promedio que los activos ponderados representaban un 53 % de los activos totales mientras que en 2012 sólo representan el 32 % de los activos totales |18|. Por su lado, la autoridad europea de control de bancos (EBA) publicó los resultados de un estudio que muestra que la mitad de las ponderaciones de riesgo calculadas por los bancos no pueden explicarse por factores objetivos. Este estudio fue realizado fundamentándose en las cuentas presentadas por 89 bancos provenientes de 16 países miembros de la Unión Europea. También muestra que la diferencia de ponderación para un mismo tipo de riesgo varía en un 70 % de un banco a otro |19|.
A pesar de estas evidencias, el comité de Basilea mantiene el sistema de ponderación actual. Sin embargo, algunos organismos oficiales, como la OCDE, comienzan a producir documentos que propugnan el abandono de la ponderación de activos por riesgo. En un estudio reciente publicado por esta organización, los autores proponen que se tengan en cuenta los activos sin ponderación por riesgo, con el fin de tener una ratio fondos propios /activos fiable |20|.
Además, una serie de reguladores también lo reconocen. Andrew Haldane, director del departamento de Estabilidad Financiera del Banco de Inglaterra, afirma que el aumento de la ratio fondos propios / balance de los bancos, que estará generalizado en 2018-2019, es totalmente insuficiente y, realmente, no será capaz de disminuir los riesgos y los efectos de una quiebra. Thomas Hoenig, de la US Federal Deposit Insurance Corporation, la institución creada durante la presidencia de Roosevelt para regular el sistema bancario, estima también que el nivel de fondos propios que se exigirá a partir de 2018-2019 debería multiplicarse al menos por tres |21|. Al igual que el autor del informe de la OCDE citado anteriormente, Andrew Haldane y Thomas Hoenig son partidarios del abandono de la ponderación de riesgos en el cálculo de los activos y desean que se instaure una ratio absoluta (es decir sin ponderación) entre el capital y los activos. Dan Tarullo, uno de los gobernadores de la Reserva Federal, declaró que una ratio fondos propios/activos no ponderados por el riesgo fijado en el 3 % (como decidió el Comité de Basilea) es insuficiente. Las autoridades estadounidenses piensan imponer una ratio del 5 % a los bancos más grandes, lo que demuestra hasta qué punto la decisión del Comité de Basilea de fijar, en el marco de Basilea III, la ratio del 3 % |22| peca de minimalista. Recordemos también que la comisión Vickers, encargada por el gobierno británico de hacer las recomendaciones para responder a la crisis bancaria, proponía en 2011 una ratio del 4 %, que el primer ministro británico había considerado demasiado coercitiva. Last but not least, el Finantial Times se la jugó con una editorial sobre el tema. Reclama pasar a una ratio del 6 % |23|.
Conclusiones
A partir de comienzos de los años ochenta, el sector bancario privado consiguió liberarse de las obligaciones que los poderes públicos habían establecido y mantenido durante muchas décadas con el fin de evitar una repetición de la crisis bancaria de los años 30. Los reguladores y los gobiernos que se volvieron adeptos al neoliberalismo aflojaron las bridas que soportaban los banqueros capitalistas, quienes, liberados aprovecharon al máximo la situación. Todo se desarrolló en un contexto donde el gran capital tomó su revancha sobre una serie de conquistas sociales obtenidas por la gran lucha de los trabajadores. La actual crisis que comenzó en 2007-2008 no condujo a los poderes públicos (y por lo tanto a los reguladores) a instaurar una verdadera disciplina para el capital privado. Los mecanismos pensados para poner un poco de orden en el sector financiero privado son totalmente incapaces de impedir nuevas crisis, y también incapaces de poner freno a la búsqueda desbocada del máximo beneficio.
Hay que romper radicalmente con esta lógica y este sistema que hacer pagar la factura de los rescates bancarios a quienes son, en realidad, sus víctimas. Se debe acabar con esta lógica y este sistema que ofrecen la impunidad y los paracaídas de oro a los responsables del desastre.
Los gobernantes están directamente aliados con los grandes bancos y ponen los poderes públicos a su servicio. Hay un vaivén permanente entre los grandes bancos y los gobernantes. La cantidad de ministros de finanzas y de economía, o primeros ministros, que provienen directamente de los grandes bancos o que van allí al quitar el gobierno, no deja de aumentar desde 2008.
Las medidas anunciadas para disciplinar a los bancos son cosméticas, y simplemente inútiles. Por supuesto, es imprescindible imponer verdaderas normas muy estrictas e ineludibles que vayan, en particular, mucho más lejos que las medidas anunciadas en el marco de Basilea III. Pero, digámoslo con toda franqueza, esta crisis debería superarse mediante la aplicación de medidas que afecten directamente a la propia estructura del mundo de las finanzas y del sistema capitalista.
El oficio de banquero es demasiado serio para dejarlo en manos del sector privado, es necesario socializar el sector bancario (lo que implica su expropiación) y colocarlo bajo control ciudadano (asalariados de bancos, clientes, asociaciones y representantes de los actores públicos locales), ya que debe estar sometido a las normas de un servicio público |24| y los ingresos que su actividad generen deben ser utilizados para el bien común.
La deuda pública contraída para rescatar a los bancos es definitivamente ilegítima y se debe repudiar. Una auditoría ciudadana debe determinar las otras deudas ilegítimas y/o ilegales, e impulsar una movilización de tal magnitud que permita constituir una alternativa capitalista.
Estas dos medidas deberían inscribirse en un programa más amplio. |25|
Traducido por Griselda Piñero.
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Notas
|1| Alan Greenspan presidió la FED desde el 11 de agosto de 1987 hasta el 31 de enero de 2006.|2| BPI: «Basilea III: es un conjunto integral de reformas elaborado por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea para fortalecer la regulación, supervisión y gestión de riesgos del sector bancario», junio de 2011 para el capital, enero de 2013 para la liquidez. http://www.bis.org/bcbs/basel3_es.htm
|3| Eric Toussaint «Los bancos se la juegan con sus faroles y la ley se lo permite», http://cadtm.org/Los-bancos-se-la-j...
|4| Véase la versión Basilea II revisada en 2006: http://www.bis.org/publ/bcbs128fre.pdf pp. 12 à 19.
|5| Véase: http://www.dexia.com/FR/actionnaire..., p. 133
|6| Véase: http://www.dexia.com/FR/actionnaire.... p. 81.
|7| Véase la versión Basilea II de 2004: http://www.bis.org/publ/bcbs107fre....; véase la versión Basilea II revisada en 2006: http://www.bis.org/publ/bcbs128fre.pdf Con respecto a la ponderación de riesgos, léase a partir de la página 20.
|8| Puede tratarse ya sea de préstamos a bancos o a grandes empresas, ya sea de títulos (por ejemplo obligaciones emitidas por bancos o empresas).
|9| Estos 90 bancos representan el 65 % de los activos bancarios europeos. Véase: http://www.lesechos.fr/entreprises-.... Hay que señalar que los bancos chipriotas, en el centro de la crisis de marzo de 2013, también habían aprobado la prueba de estrés sin complicaciones. Entre los 90 bancos, 59 (los mayores) utilizaban sus propios modelos de ponderación de riesgos de activos (modelo IN)
|10| Véase: http://www.eba.europa.eu/pdf/bank/B...
|11| Véase: Dexia, Informe anual 2010, http://www.dexia.com/FR/actionnaire... individuels/publications/Documents/rapport_annuel_2010_fr.pdf, p.102.
|12| Véase: http://www.eba.europa.eu/pdf/bank/B... p. 1.
|13| Este párrafo presenta los fondos propios en relación con los activos. Véase, para Barclays y Deutsche Bank, el Informe Liikanen, gráficos 3.4.18 y 3.4.19.
|14| Véase Financial Times “Banks feeling bruised by new capital ratios”, 5 de julio de 2013, p. 15. El cálculo del FT se remite al cuarto trimestre de 2012. Se trata de la “ratio of adjusted tangible equity to adjusted tangible assets”.
|15| En «Solvabilité réelle des banques systémiques mondiales», Olivier Berruyer establece una tabla útil sobre el efecto palanca de los 28 bancos considerados como sistémicos por el G20, véase: http://www.les-crises.fr/solvabilit...
|16| Para una presentación más bien favorable a Basilea III, véase Finance Watch: «Basilea 3 en 5 preguntas», mayo de 2012 http://pechesbancaires.eu/pdf/Finan.... Dentro de la UE, algunos elementos de Basilea III deberían entrar en vigencia en el curso de 2014. El acuerdo todavía no se ha terminado, aunque el Parlamento Europeo haya adoptado, el 16 de abril de 2013, la reforma de las reglas prudenciales bancarias CDD-IV-CRR. Véase: http://www.europarl.europa.eu/news/.... Hay que señalar que el banco Natixis produjo una síntesis de Basilea III y de la reforma de las reglas prudenciales bancarias CCRD-IV-CRR: http://cib.natixis.com/flushdoc.asp.... Finance Watch también produjo un documento de posicionamiento sobre el tema: http://www.finance-watch.org/press/....
|17| Véase: Brooke Masters y Patrick Jenkins, «Risk models fuel fears for bank safety», Financial Times, 1 de febrero de 2013. Véase también un trabajo que Finance Watch publicó en el marco de la audición en el Bundestag, véase el gráfico de la p. 5. http://www.finance-watch.org/ifile/....
|18| Véase Financial Times, 1 de febrero de 2013.
|19| Brooke Masters, «Bank risk weightings in spotlight after EBA uncovers discrepancies», Financial Times, 27 de febrero de 2013.
|20| OCDE, “Business models of banks, leverage and the distance-to-default”, enero de 2013, http://www.oecd.org/finance/BanksBu...
|21| El resumen de las opiniones de Andrew Haldane y de Thomas Hoenig se apoya en: Financial Times, “Warnings over steps to reform biggest banks”, 28-29 de octubre de 2012, p. 3
|22| Según el Financial Times, a comienzos de julio, el Comité de Basilea habría dado plazo a los bancos hasta 2015 para alcanzar la ratio del 3 %. Véase: Financial Times, «Basel fuels bank safety metric fears», 5-6 julio de 2013.
|23| FT, «In praise of bank leverage ratios», 11 de julio de 2013, p. 8. “… there is a strong case for complementing the risk weighted metric with a blunter tool/ a leverage ratio, limiting how many assets can accumulate on given equity, regardless of the perceived risk. (…) the leverage ratio should be tough enough to bite. A threshold that is twice as high as the one agreed in Basel would not be a scandal”.
|24| El sector bancario debería ser completamente público con la excepción de un sector cooperativo de pequeña talla con el que se podría cohabitar y colaborar.
|25| Véase Damien Millet y Eric Toussaint, «Europa: ¿Qué programa de urgencia frente a la crisis?», http://cadtm.org/Europa-Que-program..., publicado el 22 de junio de 2012.
Eric Toussaint, doctor en ciencias
políticas de las universidades de Lieja y de París VIII, es presidente
del CADTM Bélgica (Comité por la Anulación de la Deuda del tercer Mundo,
www.cadtm.org)
y miembro del consejo científico de ATTAC Francia. Eric Toussaint y
Damien Millet han dirigido el libro colectivo La Deuda o la Vida,
Editorial Icaria, Economía, ISBN: 9788498883848, Año Publicación: 2011,
páginas: 336, que recibió el Prix du livre politique à la Foire du livre
politique de Liège en 2011). Es autor junto a Damien Millet de AAA.
Audit Annulation Autre politique, Seuil, Paris, 2012.
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