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A las barricadas
La privatización del Sol
Las medidas del Ministro de Fomento, José Manuel Soria, penalizan el autoconsumo energético de tal manera que lo hace mucho más caro que pagar la luz a las empresas eléctricas
Las recientes medidas energéticas del Ministro de Fomento, Energía y Turismo, José Manuel Soria, han provocado un aluvión de críticas desde todos los sectores de la opinión pública. No es para menos puesto que penaliza tremendamente el autoconsumo energético de tal manera que lo hace mucho más caro que pagar la luz a las empresas eléctricas mayoritarias en el sector. Esta medida convierte en peligrosos evasores de impuestos a quienes han intentado convertirse en autosuficientes en una materia tan importante como la energía y le da un golpe de muerte a todo un sector económico que había crecido en los últimos años.
Así pues, se trata de una medida al gusto de las grandes empresas energéticas, que penaliza a muchos miles de personas que desde hace unos años están apostando por las energías renovables como forma de energía autónoma, cada día más barata y asequible, y más o menos limpia, que podría llegar a ser una solución a pequeña escala para las necesidades energéticas de una buena parte de la población. Con esta medida se logra paralizar el tremendo auge de industrias como la solar o la eólica, de gran crecimiento en los últimos años, y volver a poner sobre la mesa una posible reapertura de la central nuclear de Garoña en un periodo de tiempo relativamente breve.
Hay una clara correlación entre la clase política y las grandes corporaciones energéticas. Estas medidas que benefician parecen ser el garante de una jubilación dorada para los líderes del PP, ahora que ven que el gobierno se les puede escapar en los próximos años. Demuestran nuevamente para quién gobiernan quienes gobiernan, no importa del signo que sean.
Indagando en otras posibles causas ocultas tras estos decretos, viene a la cabeza el famoso déficit de tarifa, un dinero que supuestamente el estado adeuda a las eléctricas. Y como ocurren en otras medidas del gobierno serán los consumidores quienes terminen pagando la factura. En este caso lo haremos mediante el encarecimiento progresivo de nuestras facturas (como por ejemplo con la última subida de la luz) y mediante ciertos favores a estas empresas. Es evidente que a las eléctricas no les haría mucha gracia tener a miles de hogares desconectados de la red. Ante la generalización de este tipo de servicios y de pequeñas compañías instaladoras de paneles solares, han querido poner el freno y terminar con este aspecto que no controlan.
De poco sirven saber que el estado español no es en absoluto independiente en términos energéticos, ya que importa prácticamente todo el petróleo y una buena parte del carbón del extranjero. A veces viene de países conflictivos en un mundo cada día más revuelto, en otras ocasiones de países como Rusia que en cualquier momento pueden encarecer el precio de la energía por motivos geopolíticos y en otras de nuestros "aliados" que justamente están en fase de exprimir todo lo posible de los estados del sur europeo antes de sacarnos del primer mundo. No es casual que a pesar de que el estado podría ser energéticamente autónomo, estemos importando energía de las centrales nucleares francesas. La línea de muy alta tensión (MAT) que atravesará Catalunya es una prueba más de esta sinrazón que destruye nuestro entorno, que nos ata a una nueva dependencia energética y que no tiene reparos en desplazar o dejar sin su medio de vida a numerosas personas. Es la lógica de un capitalismo autodestructivo, que no conoce el mañana, y que nos dejará un legado ruinoso se mire por donde se mire.
Ante este catastrófico panorama no queda otra que la lucha y la desobediencia civil a gran escala. Es curioso notar que hasta la revista económica americana Forbes, entre otros medios financieros europeos, critica la medida adoptada por el ministro Soria. Anuncia además que provocará una oleada de desobediencia civil que puede llegar a hacer inaplicables estas medidas. De momento comienzan a salir propuestas de corto recorrido como el cambiar de compañía eléctrica y abandonar a las grandes corporaciones promotoras de esta ley.
No es de ser agorero decir que no es suficiente, porque basta que el gobierno les imponga nuevas trabas a estas empresas para que se hundan y todos sus clientes tengan que volver al redil que marca el "mercado". La desobediencia civil y la insumisión tienen que ir a la raíz del problema, que es el enorme e insostenible consumo energético de nuestra sociedad. Reducir el consumo, tener placas solares sin declarar, no pagar las multas, pinchar la luz, o simplemente reclamar cada recibo, es una segunda fase de la resistencia. La tercera fase sería fomentar un movimiento social contra el desarrollismo salvaje del sistema capitalista que no tiene en cuenta el entorno más que como fuente de recursos y de explotación como lo fue el movimiento contra el TAV o lo está intentando la acampada de resistencias contra la MAT en Girona.
Sería bonito ver en los próximos años que las cooperativas de energías "verdes" tengan cientos de miles de usuarios, que los pinchazos se han generalizado, que ya no gastamos tanto como antes y nuestras vidas intentan ser algo más sustentables teniendo en cuenta el consumo, que los actos de acción directa contra las agresiones al territorio (líneas MAT, fracking super-puertos, pantanos, transporte de alta capacidad, etc.) se han extendido por todas partes. Y que todo este movimiento social conecta con los demás movimientos populares (vivienda, sindical, estudiantil, comunitario, ecologista, feminista, juvenil, etc.) en lucha contra el capitalismo. Hoy más que nunca: o nosotrxs o ellxs.
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