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Ramón Pedregal Casanova
Con un pequeño golpe
como contraseña acordado para esa noche llamaban, y el soldado
telemetrista abría la puerta de hierro de aquel recinto militar,
especialmente oculto en la montaña a la vista del posible enemigo.
El telemetrista abría despacio, sólo el paso suficiente para una
persona, tratando de evitar que se escuchase el más pequeño ruido.
De la oscuridad llegaba el vocear “¡centinela alerta!” una vez
tras otra desde las garitas. Los soldados cruzaban el umbral y
cerrada de nuevo la puerta, el telemetrista encendía su pequeña
linterna. En el espacio de forma circular, estaba instalado el
telémetro apuntando con su forma de cañón al mar abierto, junto al
gran ojo y su maquinaria de calcular millas marinas había un asiento
y la mesa de operaciones con una mapa de la zona; detrás quedaba un
despacho con mapas llenos de indicaciones precisas, además de varias
pantallas y un proyector, una mesa alargada y ancha con punteros
encima y material diverso de oficina. Fuera del despacho, siguiendo
el círculo de la pared, una barandilla de hierro coronaba el tubo
que era una escalera de caracol; el soldado recién llegado bajaba
por ella hasta acabar en la séptima y última planta bajo tierra de
aquel bunker. Allí, como una raíz profunda, 11 soldados,
clandestinamente, se metían cada tanto para hacer crecer las
acciones contra la dictadura.
Las reglas eran: no se
fumaba, se hablaba en el tono más bajo posible, se llevaba
información y se tomaban decisiones y encargos, todo rápido, y en
el menor tiempo posible se empezaba a salir de igual manera a como se
había llegado. En caso de detención al venir o ir, cada uno cargaba
con su responsabilidad sin implicar a ningún otro, por lo que debía
prepararse una coartada. Si los localizaban en el telémetro la
coartada colectiva era que estaban viendo revistas como play boy, y
el telemetrista sabía que le iba a tocar la peor parte. El telémetro
era un centro de operaciones y sólo él y un oficial podían emplear
la llave para entrar.
El último soldado en
llegar, entró mordiéndose los labios, apretándose las manos una en
otra, diciendo “¡tengo una noticia!”, se había retrasado pero
es que tenía algo importante. El telemetrista cerró con todo
cuidado, dio las vueltas de llave correspondientes, puso la alarma, y
fueron bajando por la escalera de caracol. Metidos en la oscuridad de
la tierra habían alcanzado el séptimo anillo donde alumbraba una
pequeña bombilla. El último en aparecer, un soldado raso, flaco,
muy moreno, de pelo negro cortado al cero, con un bigote en el que
había más pelo que en la cabeza, sin haberse sentado aún, tomó la
palabra de manera apresurada para decir:
- ¡Han dado un golpe!
El gran escritor Alejo
Carpentier (1904-1980) tiene entre su obra literaria un relato
titulado “Semejante a la noche”, en el que cuenta las últimas
horas de un soldado del rey Agamenón antes de embarcar para ir a la
guerra contra Troya. A los que se han apuntado voluntariamente les
han convencido con una campaña de desinformación en la que los
troyanos eran mostrados como secuestradores de Elena. Todo el aparato
de fuerza de Agamenón había construido al enemigo. “Durante días
y días nos habían hablado, los mensajeros del rey de Micenas, de la
insolencia de Príamo, de la miseria que amenazaba a nuestro pueblo
por la arrogancia de sus súbditos, que hacían mofa de nuestras
viriles costumbres; … Y fueron clamores de furia, puños alzados,
juramentos hechos con las palmas en alto, escudos arrojados a las
paredes, cuando supimos del rapto de Elena de Esparta. A gritos nos
contaban los emisarios de su maravillosa belleza, de su porte y su
adorable andar, detallando las crueldades a que era sometida en su
abyecto cautiverio, mientras los odres derramaban el vino en los
cascos. Aquella misma tarde, cuando la indignación bullía en el
pueblo, se nos anunció el despacho de las cincuenta naves negras.”
El soldado, que
contempló la llegada de los barcos venidos de diferentes lugares,
cuyos marineros se trataban con desprecio unos a otros, arremetían
unas naves contra otras y se amenazaban a gritos, contempló cómo
los jefes no hacían por pacificarlos, y la llegada que esperaba con
emoción le causo un profundo desanimo. Él, que había llegado a
pensar que iba a exponer su vida por una causa justa, sintió que su
mente se deslizaba hasta recibir el impacto brutal, casi paralizante,
del dolor que causaría a sus padres la posible noticia de su muerte.
Pero entonces le alcanzó el ruido de la fiesta preparada como
recepción a los recién llegados, los cantos y bailes en honor de
los soldados, la participación del sacerdote que los bendeciría, la
atención atraída de la gente, los tambores y trompetas de desfile,
el sentimiento de ser algo importante.
Carpentier, a
continuación, ha trasladado el escenario, y traslada también a
quien lee, barcos, soldados, enseres, a un contingente mercenario que
se prepara para emprender viaje a la conquista de lo que llamaron
América, “las Indias”, de modo que une dos guerras, dos
invasiones. En este caso el soldado cuenta de su padre: “Al verme,
me tomó en brazos con serena tristeza, recordando tal vez la
horrible muerte de Cristobalillo, … que había sido traspasado por
las flechas de los indios de la Boca del Drago. Pero él sabía que
era locura de todos, en aquellos días embarcar para las Indias –
aunque ya dijeran muchos hombres cuerdos que aquello era engaño
común de muchos y remedio particular de pocos.”
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obama habla de
conquistar Troya. El 11 de septiembre de 1973 kissinger, otro premio
Nobel de la Paz, cubierto por la espalda de los militares chilenos
con pinochet a la cabeza, desató un crimen histórico, un genocidio,
por el negocio. Ahora kissinger, despreciado y denunciado por
criminal, no sale de eeuu porque la justicia internacional le
reclama.
obama quiere seguir los
pasos de kissinger.
En España ha salido
antes el psoe que el gobierno del pp en favor de la guerra. ¿Alguien
creyó que eran distintos más allá de sus nombres?. Finalmente el
ppsoe ha integrado la fuerza militar en el ejército de eeuu y ha
dispuesto las bases militares para la intervención. Lo hemos sabido
por el comunicado del gobierno de obama, el gobierno del régimen de
España ha declarado que participa en la conquista de Siria. “Los
cuatro jinetes del apocalipsis”, en esa novela pacifista Vicente
Blasco Ibañez cuenta el rastro de la “primera guerra mundial”.
Pero los violentos
encabezados por obama, han fracasado. Rusia no entra en el negocio, y
obama, viéndose incapaz de convencer a Putin, sintió que todo su
poder era poca cosa para no quedar en la Historia como lo que es, y,
frustrado en su propósito, al final de la reunión del G 20 ha
insultado a Putin llamándole “idiota”, “eres idiota”, para
inmediatamente después, como un niño miedoso y chivato encubrirse
declarando que “eso es lo que piensan también Merkel, Cameron,
Hollande, … pregúntales, pregúntales”, esos que también cobran
por mandar gente a la guerra. Putin contestó a los periodistas sobre
la rabia y el insulto del matón estadounidense: “Yo no peleo con
un hombre flaco, yo peleo con osos”. ¡Oh! ¡Qué dolor debe sentir
obama en el pecho! ¡tan teatralmente arrogante, tan dominante como
se muestra siempre! ¡tan ciego como es a los pueblos que oprime!;
flaco, muy flaco como ser humano, y es que aún no ha alcanzado esa
condición, de la misma manera que después de esto no alcanza las
palabras que le permitan recobrarse, ahora se siente un chulo
haciendo el ridículo en el patio del colegio, y se refugia en el
grupo armamentista. obama no encuentra la manera de rehacer su misma
mentira, y es que ante el mundo sólo ha quedado su arrogante
soberbia.
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- ¿Pero qué golpe?
- ¿Aquí?
- ¿Golpe militar?
- Chsss. Hablad bajo. ¿Qué ha pasado?
- Estaba escuchando la radio antes de venir cuando han cortado lo que estaban diciendo para dar paso a una noticia de urgencia: los militares chilenos han dado un golpe de estado y han matado a Allende. Han bombardeado la casa de la presidencia y detienen en la calle a cualquiera; han decretado el esto de sitio.
Estaba todavía
hablando cuando varios soldados hicieron gestos con las manos para
que se callase. En aquella profundidad se oía como un trueno
amenazante el cerrojo de la puerta de hierro dando vueltas sin
cuidado para abrir el paso; se escuchó con toda nitidez que daban
los primeros pasos con botas militares y la bajada de la pestaña de
la alarma.
El telemetrista se
levantó sin hacer ruido y apagó la pequeña luz, mientras, siete
pisos arriba encendían la primera planta y empezaban a bajar por la
escalera de caracol, anunciándose los pasos como campanadas lentas,
los pasos que iban dando vueltas, retumbantes, como un taladro hacía
su espiral bajo el suelo conforme los peldaños entraban en el vacío.
Quedaron todos a oscuras y a la escucha, con un caballo a galope en
cada lado izquierdo del torax.
Bajaban las escaleras
del primer piso, ya estaban en el rellano y emprendían con paso
marcado la bajada por el segundo. ¿Qué podían, qué iban a hacer
aquellos soldados que desde lo más profundo saltaban al horizonte?,
¿esperar sin más?
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“... había querido
saber algo de ese mundo de allende el mar, hacia el cual marcharía
yo ahora, y, tomando los ensayos de Montaigne, en el capítulo que
trata de los carruajes, había leído cuanto a América se refería.
Así se había enterado de la perfidia de los españoles, de cómo,
con el caballo y las lombardas, se habían hecho pasar por diosos, …
“nos habíamos valido de la ignorancia e inexperiencia de los
indios, para atraerlos a la tradición, lujuria, avaricias y
crueldades, propias de nuestras costumbres.”
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El tiempo de la fiesta
guerrera que pensaba dar obama se marchita, los banderines de sus
batallones pierden el tinte, las medallas fabricadas se quedan en los
cajones. ¿Qué hará ahora que los reyes medievales de arabia saudí,
qatar, jordania, ...le prometen financiar la guerra en la que van a
hacer negocio las tituladas democracias sionazis, turcas y europeas
junto con los reynos? Unos y otros sueñan con la conquista de Troya,
de América del Sur que escribía Alejo Carpentier en su relato
“Semejante a la noche”; pero Siria ya no es Troya ni América del
Sur.
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Los pasos alcanzaron el
tercer tramo de la escalera, se escuchaban con toda nitidez en la
última planta, la séptima, parecían campanadas secas, sonaban en
la oscuridad donde se habían enterrado los 11 soldados que,
inmóviles, en sus asientos, apenas respiraban con las bocas
entreabiertas, los cuerpos rígidos, los ojos detenidos en la
dirección de la escalera conforme contaban el piso en el que estaba.
Los pasos llegaron a la
cuarta planta subterránea subterránea, ya se le oía la
respiración, entonces se le escuchó soltar un improperio con voz
ronca, “¡vaya a tomar por …”, y dando un manotazo en la
barandilla que retumbó en las paredes e hizo tensarse a los de la
séptima, sus botas pisaron de nuevo los escalones que uno tras otro
anunciaban ir subiendo con más rapidez de la que habían bajado.
Ninguno de los 11 se
movió hasta que oyeron cerrar la puerta.
- Los militares han dado un golpe en Chile -el soldado pronunció las primeras palabras como si no hubiese pasado nada – Anda que vaya susto.
Entonces el
telemetrista encendió la luz que dejó que se viesen unos a otros
parpadeando, y con un aire de esperanza dibujada en el rostro se
echaban las manos a la cabeza repitiendo las últimas palabras.
- Hay que hacer un panfleto, me lo llevo y mañana lo recogemos donde siempre y como siempre, por turnos y llevándolos inmediatamente a los demás puntos. En el sitio de seguridad a la hora que tiene cada responsable. Ahora hay que salir de aquí. Cuidado con el oficial que puede que esté haciendo la ronda. Seguiremos adelante.
Al Al abrir la puerta se escuchaba el ¡centinela alerta! que desde
las garitas voceaban los soldados de servicio.
Era 11 de septiembre de
1973.
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“Un soldado viejo que
iba a la guerra por oficio, sin más entusiasmo que el trasquilador
de ovejas que camina hacia el establo, andaba contando ya, a quien
quisiera escucharlo, que Elena de Esparta vivía muy gustosa en
Troya, … que toda la historia del doloroso cautiverio de la hija de
Leda, ofendida y humillada por los troyanos, era mera propaganda de
guerra, alentada por Agamenón, con el asentimiento de Menelao. En
realidad, detrás de la empresa que se escudaba con tan elevados
propósitos, había muchos negocios que en nada beneficiarían a los
combatientes de poco más o menos. Se trataba sobre todo -afirmaba el
viejo soldado- de vender más alfarería, más telas, más vasos con
escenas de carreras de carros y de abrirse nuevos caminos hacia las
gentes asiáticas, amantes de trueques, acabándose de una vez con la
competencia troyana.”
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obama ha perdido el
impulso primero, “Intervención inmediata”, sus periódicos
pretenden que olvidemos sus intenciones al margen de toda ley
poniéndole careta de ariete de la paz. Ha perdido con todo el
ridículo mundial acuestas.
Maplight, observatorio
que sigue el poder de los lobis multinacionales en los órganos de
gobierno estadounidenses, ha rebelado que los senadores que forman la
Comisión de Asuntos Exteriores, que son los que unánimemente
firmaron el comienzo de la guerra dispuesta contra Siria, antes de
dar su autorización habían cobrado de los financieros armamentistas
un monto de 728.497 dólares. ¿Cuánto han recibido kerry, hollande,
cameron, rajoy, rubalcaba, …? ¿Cuánto ha ingresado obama?
Ramón Pedregal
Casanova es autor de “Dietario
de crisis”, te lo puedes bajar de Libros
libres, en rebelion.org, y es autor de “Siete Novelas de la Memoria
Histórica. Posfacios”, editado por la Fundación Domingo Malagón.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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