LaHaine.org
Deirdre Griswold
¿Qué más se puede esperar de una clase que obtiene ganancias enormes de la maquinaria de guerra e incluso de la privatización de las prisiones?
Por mucho tiempo, a lxs trabajadorxs nos han
dicho que este sistema capitalista bajo el que vivimos funciona para
nuestro beneficio. Claro, los jefes ganan más que nosotrxs, pero todo es
por el bien de todxs y que no podría haber ninguna producción sin sus
conocimientos — y su capital.
Existen varios argumentos aquí que necesitan ser rotundamente refutados. Uno es que los capitalistas tienen la experiencia especial necesaria para la producción de bienes y servicios.
El desastre financiero del 2008 y el consiguiente desastre para la clase obrera demostraron una vez más que cualquier destreza — legal o ilegal — que los patronos tengan con el fin de hacerse ricos, no son las destrezas necesarias para dirigir una economía saludable — una que ponga las necesidades del pueblo como su objetivo principal.
Desde luego, fueron muy buenos en averiguar cómo romper las hipotecas en pequeñas partes y venderlas en los mercados financieros. O mejor dicho, los asesores financieros que contrataban eran muy buenos en hacer esto. Pero, ¿crear casas para que las personas vivan en ellas? Las habilidades financieras de los capitalistas realmente terminaron dejando a millones de personas en la calle mientras que lo que una vez fueran sus hogares — hipotecados, por supuesto — muy a menudo se arruinaban.
En este periodo, los salarios de lxs trabajadorxs que tienen la suerte de tener empleos, se han estancado o han disminuido. Pero después de unos cuantos billones de dólares en rescates gubernamentales, el capital de los empresarios está haciendo una vez más a los muy ricos aún más ricos.
¿Cuánto más ricos?
Estudio confirma que brecha entre ricos y pobres es aún más amplia
Más de la mitad del ingreso en el año 2012 fue a sólo el 10 por ciento de la población de Estados Unidos, según un nuevo estudio por el economista Emmanuel Saez de Berkeley titulado “Enriqueciéndose aún más: La evolución de los ingresos altos en Estados Unidos (actualizado con las estimaciones preliminares del 2012)”. Poniéndolo de otra manera, el 10 por ciento más rico del país ganó cerca de 10 veces más el ingresos de lxs otrxs en el 90 por ciento.
Pero eso es sólo la mitad de la historia. El más reducido 1 por ciento abarcó más del 20 por ciento de los ingresos totales del país, uno de los niveles más altos registrados desde 1913. Esto significa que el 1 por ciento más rico de este país ha obtenido 25 veces lo que el 99 por ciento obtuvo.
Y eso no es toda la historia, porque mientras que los ingresos del 99 por ciento, en promedio, se han mantenido iguales desde el 2008, los ingresos de los mucho más ricos — el 0,01 por ciento — se han triplicado.
Recordemos, sólo estamos hablando de ingresos. Los activos de los muy ricos, que se acumulan durante décadas, incluso generaciones e incluyen mansiones, carísimas obras de arte, aviones privados y coches lujosos, etc., además de los miles de millones en capital que invierten para ganar aún más dinero — son monumentales en comparación a lo que podría poseer un/a trabajador/a promedio. Lo cual es muy cercano a cero.
De hecho, cuando estalló la crisis financiera en el 2008, la proporción de deuda de los hogares con los ingresos disponibles (lo que queda después de pagar los impuestos) en los Estados Unidos había alcanzado su punto más alto en la historia. Fue el 128 por ciento, lo que significa que lxs trabajadorxs debían mucho más de lo que ganaban y estaban en una carrera sin fin de pagos de deuda que podría durar para siempre. Lo que pasó fue que mientras la economía se hundía, millones de ellxs perdieron lo que pensaban que poseían cuando los bancos y las financieras embargaron sus hipotecas, sus coches, etc.
El panorama no podría estar más claro. El capitalismo en los Estados Unidos — y en gran parte del resto del mundo — es muy eficiente en hacer a los ricos mucho más ricos, pero fracasa miserablemente cuando se trata de satisfacer las necesidades de los pueblos para tener una vida estable.
¿Es esto el resultado de políticas fracasadas o es parte del mismo sistema? ¿Si tal cosa como un/a capitalista con sentimiento y comprensivo/a llegara, él o ella serían capaz de cambiar el sistema?
Una persona que intentó reformar
En una época hubo personas así. Uno era el fabricante Robert Owen, de 29 años, que vivió a principios del siglo XIX y dirigió una fábrica grande de algodón en New Lanark, Escocia, en un momento cuando la vida de lxs trabajadorxs industriales era atroz. Federico Engels, colaborador más cercano de Marx, se refirió a Owen en el libro “Socialismo: utópico y científico”.
Engels describió cómo, bajo el liderazgo de Owen, la fábrica se convirtió en una colonia modelo. Lxs trabajadorxs que se habían desmoralizado por la pobreza y las largas horas de trabajo fueron capaces de estabilizar sus vidas y criar familias saludables.
Esta fábrica modelo tenía una jornada de 10 horas y media cuando todas las demás exigían 13 y 14 horas. Tenía las primeras guarderías de infantes, donde fueron atendidxs niñxs de apenas dos años en vez de quedarse solxs mientras sus padres y madres trabajaban. Cuando hubo una crisis de sobreproducción en el sector textil, que se prolongó durante cuatro meses, lxs trabajadorxs recibieron su salario completo.
Pero Owen mismo se dio cuenta de que incluso este gran éxito, que demostró que podían ser instituidas condiciones humanas y la fábrica aún podía producir ganancias considerables para los dueños, no cambiaría la industria. La gran riqueza creada por lxs trabajadorxs utilizando la nueva tecnología de fabricación seguía siendo la propiedad privada de los dueños.
Engels dijo que Owen llegó a darse cuenta de que “las gigantescas fuerzas productivas recién creadas, utilizadas hasta ahora solamente para enriquecer a los individuos y para esclavizar a las masas, ofrecieron a Owen las bases para una reconstrucción de la sociedad; estaban destinadas, como propiedad común de todos, a que fueran trabajadas por el bien común de todos”.
Tan pronto como Owen, quien había sido lisonjeado en la “sociedad” como un gran filántropo, apareció con este punto de vista comunista, fue atacado por todos lados. Finalmente decidió que la única manera que la sociedad podía avanzar era a través de la lucha de lxs propixs trabajadorxs.
Owen renunció a su puesto en la fábrica y pasó el resto de su vida luchando del lado de lxs trabajadorxs. Debido a esto, fue elegido presidente del primer congreso de los sindicatos ingleses, donde se unieron en una sola gran asociación para luchar mejor contra los patronos.
El capitalismo no va a reformarse desde dentro
Hoy en día, los capitalistas “reformistas” crean fundaciones y hacen discursos bonitos, pero ¿dejaría alguno de ellos sus fortunas para luchar por los derechos de lxs trabajadorxs?
Hoy en día, el mundo está enfrentando el “desastre natural” más grande de la historia: el calentamiento global. La industria es responsable de la mayoría de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Pero ni una sola corporación capitalista está dispuesta a renunciar a sus ganancias, ni siquiera para salvar al mundo. En cambio, han puesto nuevos mercados para el comercio — y para ganar dinero — vendiendo créditos para contaminar.
Y estamos supuestxs a creer que ellos pueden reformarse cuando se trata de la creciente pobreza de lxs trabajadorxs. Pero, ¿qué más se puede esperar de una clase que obtiene ganancias enormes de la maquinaria de guerra e incluso de las prisiones donde millones de trabajadorxs, la mayoría de ellxs gente de color e inmigrantes, son hacinadxs o mantenidxs en confinamiento solitario, básicamente por ser pobre y no poder pagar un abogado?
Unidos en la lucha, el poder de la clase obrera organizada —todos los géneros, todas las nacionalidades, empleadxs o desempleadxs, documentadxs o indocumentadxs, adentro de o luchando por tener sindicatos, junto a las comunidades oprimidas — es la única manera probada y verdadera para revertir la degradación de los salarios y las condiciones laborales.
Tal lucha también lleva en su interior la posibilidad de reconstruir el movimiento para librar al mundo de este sistema arcaico, cruel y destructivo del capitalismo de una vez y por todas.
www.workers.org
Existen varios argumentos aquí que necesitan ser rotundamente refutados. Uno es que los capitalistas tienen la experiencia especial necesaria para la producción de bienes y servicios.
El desastre financiero del 2008 y el consiguiente desastre para la clase obrera demostraron una vez más que cualquier destreza — legal o ilegal — que los patronos tengan con el fin de hacerse ricos, no son las destrezas necesarias para dirigir una economía saludable — una que ponga las necesidades del pueblo como su objetivo principal.
Desde luego, fueron muy buenos en averiguar cómo romper las hipotecas en pequeñas partes y venderlas en los mercados financieros. O mejor dicho, los asesores financieros que contrataban eran muy buenos en hacer esto. Pero, ¿crear casas para que las personas vivan en ellas? Las habilidades financieras de los capitalistas realmente terminaron dejando a millones de personas en la calle mientras que lo que una vez fueran sus hogares — hipotecados, por supuesto — muy a menudo se arruinaban.
En este periodo, los salarios de lxs trabajadorxs que tienen la suerte de tener empleos, se han estancado o han disminuido. Pero después de unos cuantos billones de dólares en rescates gubernamentales, el capital de los empresarios está haciendo una vez más a los muy ricos aún más ricos.
¿Cuánto más ricos?
Estudio confirma que brecha entre ricos y pobres es aún más amplia
Más de la mitad del ingreso en el año 2012 fue a sólo el 10 por ciento de la población de Estados Unidos, según un nuevo estudio por el economista Emmanuel Saez de Berkeley titulado “Enriqueciéndose aún más: La evolución de los ingresos altos en Estados Unidos (actualizado con las estimaciones preliminares del 2012)”. Poniéndolo de otra manera, el 10 por ciento más rico del país ganó cerca de 10 veces más el ingresos de lxs otrxs en el 90 por ciento.
Pero eso es sólo la mitad de la historia. El más reducido 1 por ciento abarcó más del 20 por ciento de los ingresos totales del país, uno de los niveles más altos registrados desde 1913. Esto significa que el 1 por ciento más rico de este país ha obtenido 25 veces lo que el 99 por ciento obtuvo.
Y eso no es toda la historia, porque mientras que los ingresos del 99 por ciento, en promedio, se han mantenido iguales desde el 2008, los ingresos de los mucho más ricos — el 0,01 por ciento — se han triplicado.
Recordemos, sólo estamos hablando de ingresos. Los activos de los muy ricos, que se acumulan durante décadas, incluso generaciones e incluyen mansiones, carísimas obras de arte, aviones privados y coches lujosos, etc., además de los miles de millones en capital que invierten para ganar aún más dinero — son monumentales en comparación a lo que podría poseer un/a trabajador/a promedio. Lo cual es muy cercano a cero.
De hecho, cuando estalló la crisis financiera en el 2008, la proporción de deuda de los hogares con los ingresos disponibles (lo que queda después de pagar los impuestos) en los Estados Unidos había alcanzado su punto más alto en la historia. Fue el 128 por ciento, lo que significa que lxs trabajadorxs debían mucho más de lo que ganaban y estaban en una carrera sin fin de pagos de deuda que podría durar para siempre. Lo que pasó fue que mientras la economía se hundía, millones de ellxs perdieron lo que pensaban que poseían cuando los bancos y las financieras embargaron sus hipotecas, sus coches, etc.
El panorama no podría estar más claro. El capitalismo en los Estados Unidos — y en gran parte del resto del mundo — es muy eficiente en hacer a los ricos mucho más ricos, pero fracasa miserablemente cuando se trata de satisfacer las necesidades de los pueblos para tener una vida estable.
¿Es esto el resultado de políticas fracasadas o es parte del mismo sistema? ¿Si tal cosa como un/a capitalista con sentimiento y comprensivo/a llegara, él o ella serían capaz de cambiar el sistema?
Una persona que intentó reformar
En una época hubo personas así. Uno era el fabricante Robert Owen, de 29 años, que vivió a principios del siglo XIX y dirigió una fábrica grande de algodón en New Lanark, Escocia, en un momento cuando la vida de lxs trabajadorxs industriales era atroz. Federico Engels, colaborador más cercano de Marx, se refirió a Owen en el libro “Socialismo: utópico y científico”.
Engels describió cómo, bajo el liderazgo de Owen, la fábrica se convirtió en una colonia modelo. Lxs trabajadorxs que se habían desmoralizado por la pobreza y las largas horas de trabajo fueron capaces de estabilizar sus vidas y criar familias saludables.
Esta fábrica modelo tenía una jornada de 10 horas y media cuando todas las demás exigían 13 y 14 horas. Tenía las primeras guarderías de infantes, donde fueron atendidxs niñxs de apenas dos años en vez de quedarse solxs mientras sus padres y madres trabajaban. Cuando hubo una crisis de sobreproducción en el sector textil, que se prolongó durante cuatro meses, lxs trabajadorxs recibieron su salario completo.
Pero Owen mismo se dio cuenta de que incluso este gran éxito, que demostró que podían ser instituidas condiciones humanas y la fábrica aún podía producir ganancias considerables para los dueños, no cambiaría la industria. La gran riqueza creada por lxs trabajadorxs utilizando la nueva tecnología de fabricación seguía siendo la propiedad privada de los dueños.
Engels dijo que Owen llegó a darse cuenta de que “las gigantescas fuerzas productivas recién creadas, utilizadas hasta ahora solamente para enriquecer a los individuos y para esclavizar a las masas, ofrecieron a Owen las bases para una reconstrucción de la sociedad; estaban destinadas, como propiedad común de todos, a que fueran trabajadas por el bien común de todos”.
Tan pronto como Owen, quien había sido lisonjeado en la “sociedad” como un gran filántropo, apareció con este punto de vista comunista, fue atacado por todos lados. Finalmente decidió que la única manera que la sociedad podía avanzar era a través de la lucha de lxs propixs trabajadorxs.
Owen renunció a su puesto en la fábrica y pasó el resto de su vida luchando del lado de lxs trabajadorxs. Debido a esto, fue elegido presidente del primer congreso de los sindicatos ingleses, donde se unieron en una sola gran asociación para luchar mejor contra los patronos.
El capitalismo no va a reformarse desde dentro
Hoy en día, los capitalistas “reformistas” crean fundaciones y hacen discursos bonitos, pero ¿dejaría alguno de ellos sus fortunas para luchar por los derechos de lxs trabajadorxs?
Hoy en día, el mundo está enfrentando el “desastre natural” más grande de la historia: el calentamiento global. La industria es responsable de la mayoría de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Pero ni una sola corporación capitalista está dispuesta a renunciar a sus ganancias, ni siquiera para salvar al mundo. En cambio, han puesto nuevos mercados para el comercio — y para ganar dinero — vendiendo créditos para contaminar.
Y estamos supuestxs a creer que ellos pueden reformarse cuando se trata de la creciente pobreza de lxs trabajadorxs. Pero, ¿qué más se puede esperar de una clase que obtiene ganancias enormes de la maquinaria de guerra e incluso de las prisiones donde millones de trabajadorxs, la mayoría de ellxs gente de color e inmigrantes, son hacinadxs o mantenidxs en confinamiento solitario, básicamente por ser pobre y no poder pagar un abogado?
Unidos en la lucha, el poder de la clase obrera organizada —todos los géneros, todas las nacionalidades, empleadxs o desempleadxs, documentadxs o indocumentadxs, adentro de o luchando por tener sindicatos, junto a las comunidades oprimidas — es la única manera probada y verdadera para revertir la degradación de los salarios y las condiciones laborales.
Tal lucha también lleva en su interior la posibilidad de reconstruir el movimiento para librar al mundo de este sistema arcaico, cruel y destructivo del capitalismo de una vez y por todas.
www.workers.org
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