http://www.momarandu.com Corrientes, Argentina
REPRESIÓN EN EL PUENTE-ANIVERSARIO
Las cruces que diciembre no olvida
Se ve acercarse una bicicleta por la calle Chaco. Atraviesa la Avenida 3 de abril y casi sin que nadie lo advierta, el hombre que iba en la bicicleta se detiene en las dos cruces silenciosas que se levantan sobre el parterre de una de las bandas de la avenida. El hombre, alejado del mundo, se baja, mal apoya su bicicleta...no le importa...y no le importa porque solo mira las dos cruces que le recuerdan a Mauro César y a Francisco y el dolor de una represión que sin duda, también lo ha atravesado. Aquel hombre acaricia las cruces como si rezara y reza como si acariciara el cielo al que dirige sus manos. Y pide. Pide por aquellos muchachos dueños de toda pobreza, que se quedaron tendidos en la violencia y en el olvido. Aquel hombre en bicicleta ha recordado el 17 de diciembre de 1999.
Fue un día como este 17, caluroso, con un sol de flecha que quemaba. Sin embargo, fue un 17 de diciembre que venía de una madrugada feroz y cerraba un fin de siglo por demás doloroso.
Aquellos eran tiempos ruidosos, de una extrañeza a la cual nos estábamos acostumbrando, eran tiempos de un poder que con máscara democrática, sonreía, y sin que se le viera la mueca, escupía para el costado la pobreza que le entraba por la boca.
Aquel año de 1999 del siglo pasado, la provincia era gobernada por Pedro Braillard Poccard, pero el poder, ese poder que obsesiona y que hace parir ambiciones infinitas, quién lo duda, lo tenía, lo guardaba para sí, Raúl Rolando Romero Feris con su Partido Nuevo que nunca fue nuevo.
Aquel año, durante varios meses, correntinos marcharon una y otra vez por las calles de nuestra ciudad y de la provincia. Y cuando se cansaron de marchar...en verdad, cuando se cansaron de no ser escuchados comenzaron a acampar en la Plaza 25 de Mayo y cuando se cansaron de acampar en la Plaza 25 de Mayo...en verdad, cuando se hartaron de seguir sin ser escuchados, ocuparon el puente General Belgrano.
Parece que ahí los políticos comenzaron a oír y Buenos Aires giró su cabeza hacia el litoral.
En ese puente hubo varias represiones, pero la del 17 de diciembre de 1999 fue tan salvaje que se hace difícil olvidar. Sin embargo, ¿cuántos serán los que recuerden estos históricos acontecimientos de nuestra provincia? Peor aún, ¿cuántos correntinos desconocen esta historia? ¿Qué saben de este Correntinazo los chicos de las escuelas? Y digo “de este Correntinazo” porque no hay que olvidar que hubo otro en 1969 durante la dictadura de Juan Carlos Onganía y que costara la vida del estudiante de Medicina libreño, Juan José Cabral.
Curiosamente, ambos “correntinazos” fueron la ficha de dominó que empujó al resto del país a sublevarse. En 1969 dio origen al Rosariazo, al Cordobazo y a tantos otros “azos” en el resto de un país castigado, que terminó con la dictadura de Juan Carlos Onganía. En 1999 se abrió la puerta al espanto dormido que se despertaría en 2001 y nos dejaría el debut y despedida de un presidente, Fernando de la Rua y tantas otras cosas que millones de argentinos sabemos de memoria.
Lo cierto es que el recuerdo nos remonta a un diciembre de fin de siglo sobre un puente ocupado por personas que solo querían respuestas a sus concretos y reales reclamos: no se pagaban los sueldos, la educación se desnutría, la precarización laboral sacudía una provincia devastada detrás de los telones que intentaban ocultar la miseria, el poder omnipotente y omnipresente. Las ojos de la pobreza miraban sobre los hombros de todos los políticos que pretendían sentarse en el sillón de Ferré con la misma locura afrodisíaca del poder que criticaban.
Aquel 17 de diciembre de 1999, en medio del puente, en mitad de la madrugada una represión obscena mató a Francisco Escobar de veintitantos años, quien en su vida, lo más cierto que había tenido fueron cartones, cartones que juntaba para malamente sobrevivir y que aquel día, tenía que recoger rápido antes de que el camión de la basura se los llevara.
Esa misma represión se cargó también a César Mauro Ojeda junto con sus 18 años y una bala certera en el corazón. Igual que Francisco, conocía el rostro de la precariedad acorralándole los sueños.
Además, esa ferocidad de botas que le gusta estrenarse con las represiones, dejó decenas de heridos. Actualmente, muchos de ellos siguen sin poder trabajar, a la inmensa mayoría de estos heridos se les arruinó la vida y nadie responde por ello.
Y fue sobre este puente también donde el flamante gobierno de Fernando de la Rua decidió la Intervención Federal a la provincia. Y así siguió esta parte de la historia correntina que no sabemos cuántos la conocen.
Nino Córdoba, “se escribe así, como la provincia”, dice, y recuerda y cuenta lo vivido aquel 17 de diciembre. Por aquel entonces era agente de tránsito y partícipe activo en las protestas. “No se me olvida nunca los cuerpos de los muchachos...uno estaba tendido allí –señala con el dedo- ...impresionante...el otro tenía una bala acá -y se toca el lado izquierdo, donde late el corazón-. Tiraron a matar”, sentencia.
“Recuerdo a los gendarmes subidos a las terrazas de los edificios y la alerta que nos dábamos unos a otros: ‘¡Hay francotiradores!’, decíamos.”
Nino habla y no puede evitar que se le caliente la sangre: “Yo viví todo eso, estuve en el puente. Me acuerdo que cuando nos empezaron a tirar gas con humo negro, ya me daba cuenta de que nos querían liquidar. El gas negro lo que hace es cerrarte la garganta y no te deja respirar.”
Y Nino sigue allí, mirando hacia las cruces y lamentando que tan pocos recuerden aquellos días de revuelta popular. “Cada año son menos las personas que se acercan. Los familiares, por supuesto, siempre están”, dice con resignación.
Pero este 17 de diciembre de 2015, dos cruces solas se yerguen como recuerdos olvidados en un alzhéimer colectivo. Familiares y amigos no olvidan acercarse a estas cruces que son llagas en la historia correntina. Pocos. Solos. Sin respuestas. Cada tanto, alguien, como el ciclista, acariciará las cruces y rezará el rezo de los que nada tienen. Quizá alguien lo vea. Quizá, no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario