Crece la hipoteca
Autor(es): Gambina, Julio C.
Gambina,
Julio C.. Doctor en Ciencias Sociales, UBA. Profesor Titular de
Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
de Rosario. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y
Políticas, FISYP
Con
el acuerdo arribado para cancelar la sentencia de la Justicia
estadounidense con los “fondos buitres”, se consuma un nuevo fraude a la
sociedad argentina.
Esta vez por 15.000 millones de dólares,
que es el monto a pagar en efectivo a los acreedores, y que se obtendrán
de una nueva colocación de títulos de la deuda pública, que alcanzaría
un stock de deuda por 300.000 millones de dólares, y habilita a nuevas
rondas de préstamos que agravará la hipoteca de nuestro pueblo.
Los
especuladores financieros (buitres) compraron bonos depreciados en
plena cesación de pagos de la Argentina, y ahora cobrarán con una renta
increíble que oscila, según sea cada título, entre 400 a 1.000%. Más que
un gran negocio, se trata de una estafa gigantesca.
Una
estafa convalidada bajo un gobierno constitucional, ratificando la
reiterada lógica de todos los turnos gubernamentales desde 1983, quienes
renegociaron la deuda pública surgida de manera ilegal, ilegitima y
odiosa en tiempos de la dictadura genocida.
En rigor, se viene
escamoteando la investigación sobre la deuda, un tema que logró
incluirse en la ley de pago soberano que ahora pretenden derogar para
habilitar el acuerdo con los buitres y la justicia de Nueva York. La
comisión bicameral incumplió con la presentación de un informe a fines
del 2015.
Nuestro país legaliza en cada turno de gobierno el
endeudamiento espurio y se niega a auditar las deudas, desconociendo,
incluso, fallos de la justicia local (sentencia de Ballesteros, del año
2000) y otros procesos judiciales en curso.
Ahora se celebra
el fin del default asumiendo más deuda, con la convicción de que será
punta de partida de un crecimiento que reproduce la lógica de
producción, distribución, intercambio y consumo para beneficio de la
élite empresarial que usufructúa el trabajo social.
Es curioso
como ayer se celebraba el desendeudamiento y ahora se continúa con
pagos y nuevas rondas de deuda. Son relatos de la alegría para
profundizar la pérdida de soberanía a 200 años de la independencia.
Además,
las deudas de hoy se exigirán pronto y restarán recursos fiscales para
satisfacer derechos sociales de alimentación, salud, educación, energía,
entre muchas necesidades insatisfechas. La nueva deuda es una de las
caras del ajuste, aunque el tema se presente como única salida que
convoca al consenso de toda la población.
Ganar en conciencia social movilizada para suspender los pagos, mientras se audita la deuda, sería un camino alternativo.
Buenos Aires, 1 de marzo de 2016
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