Resucitar (a Nisman)
Resucitar…
Eduardo de la Serna
Para los cristianos, la resurrección de Jesús es el
punto de partida de nuestra fe. Si no resucitó “somos los más imbéciles delos
hombres”, “vana es nuestra fe”, dice san Pablo. Es que la resurrección revela
el sentido de la muerte (muerte entendida como “palabra” y “resurrección”
entendida del mismo modo): Dios dice… ante la violencia imperial, ante el
silencio impuesto por “el poder de Poncio Pilato”, Dios se reserva una palabra
distinta, palabra de vida.
Resurrección no es volver a “esta” vida (eso sería
la “revivificación”, como la de Lázaro, para usar un ejemplo); Jesús suspende
la muerte “hasta nuevo aviso”. La resurrección para los judíos y cristianos,
marca la llegada del “fin de los tiempos”, de una “nueva era” en la que la vida
vence definitivamente a la muerte. La resurrección de Jesús es la primera de una
lista que nos incluye. Por eso, simbólicamente, estamos llamados a vivir como
resucitados, por ejemplo. La resurrección tampoco es una “vida en la memoria”
(vive en el alma de su pueblo). Sin duda que la memoria es clave, pero lo es en
cuanto revela, hace vivo.
Como era de esperar en estos tiempos caóticos y
electorales, Nisman “ha resucitado”. No porque alguien intentara revivir un
personaje (dejo de lado lo que quizás sientan algunos de sus cercanos y amigos,
si los tuviera); no importa su vida (deplorable por cierto), lo que importa –
eso es lo que se resucita, simbólicamente, aunque la resurrección durara unos
pocos días – es la imagen de su oposición con el gobierno anterior. Importa la
imagen de que pueden haberlo matado (comandos kurdos-iraníes, entrenados en Venezuela
con financiamiento mapuche y con tecnología en teletransportación aportada por
Corea del norte, quizás). Y si pudieron haberlo matado, los medios ya tienen
claro cómo direccionar la imagen hacia una sola persona, la conocemos.
Resulta curioso que antes que empezara la nueva y
sospechosa (y sospechada) pericia, la prensa hegemónica ya hubiera informado
cuál sería el resultado. Tanta impunidad implica que ni siquiera importa un
mínimo de credibilidad. Lo que importa es la posverdad.
En estos tiempos, donde el
juez civil Andrés Guillermo Fraga desvinculó a Mauricio Macri
de los Papamá Papers, donde un ministro (el que se elija, vale para prácticamente
todos) hace lo que quiere, ilegalidades al por mayor, sin que ni un fiscal amague
con investigarlo y donde hay un desaparecido y presos políticos, en estos
tiempos creerle a un peritaje de Gendarmería es una elección. Alguien puede
elegir creerle, “mentime que me gusta”.
Pero en mi caso, que se me perdone, pero creer en la resurrección de Nisman me
resulta tan creíble como el ahogo de Santiago Maldonado, la independencia del poder
judicial de Jujuy, la "dulzura" de Vidal o que Macri es ingeniero.
Foto tomada de https://es.123rf.com/photo_31452617_la-luz-al-final-del-tunel-tumba-la-salvacion.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario