Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- La identidad anarquista
- Miradas en resistencia
- Comunicat anniversari Salvador Puig Antich
- III Jornadas sobre la guerra civil y la revolución social en el Alto Palancia
- Existencias conflictivas, existencias políticas: Una respuesta al artículo "Lo personal no es político", de Esteban Vidal
- Derechos humanos
Posted: 01 Mar 2018 11:32 AM PST
Nunca he entendido lo de considerarse anarquista como una identidad. Para mí las identidades colectivas tienden siempre a constreñirnos en compartimentos estancos, en categorías cerradas, cuantificables, cómodamente identificables y asimilables. Respeto todas ellas, siempre y cuando no se configuren en oposición a otras identidades que tengan por inferiores, pero en mi opinión la identidad que verdaderamente nos pertenece y define es la individual, la que desarrollamos aunque nos hubiéramos criado a oscuras y en una isla desierta. Cierto que la identidad se configura con el entorno, a veces absorbiéndolo y otras repeliéndolo (y muchas veces un poco de cada), pero me interesa conocer cuánto de lo que somos sobrevive al contacto con el medio. Siempre he considerado, seguro que erróneamente en opinión de los filósofos y sociólogos, que lo que somos realmente es lo que queda después de ese contacto con el entorno. Lo que el medio pone en nosotros es nuestra identidad social; lo que el medio no puede cambiar, lo que resiste a su contacto, eso es lo que somos. Seguro que para muchas es romanticismo individualista, pero no es mi intención filosofar. Baste con decir que para mí lo que define a una persona es su identidad individual, por encima de la identidad cultural, étnica, genérica, etc., que le hayan impuesto o que haya tenido que escoger entre un número limitado de opciones. A veces esas identidades, como son las políticas, no son neutras, y marcan bastante cómo es la persona en sí (por ejemplo, una identidad política autoritaria), otras están cargadas de unos privilegios de serie (como es la identidad genérica masculina) y hay que declararse en contra o a favor de los mismos, y eso también nos define como individuos. Pero en general, cuando simplemente nos limitan a ser algo circunstancial, que no hemos escogido, que otros eligieron en nuestra cuna por nosotros (identidades nacionales o religiosas), pues todas pueden ser igual de apercollantes. Lo he dicho alguna vez y siempre suena igual de duro, pero me gusta insistir: todas las culturas son iguales, porque todas pueden ser igual de malas. En definitiva, las identidades grupales no me sirven para definir a las personas, su identidad individual sí, del resto hago como hacía Jesús Lizano y sólo “veo mamíferos”. (1)
Para mí ser anarquista es una sensibilidad, una forma de entender la vida y las relaciones sociales que conlleva una práctica real y una propuesta de vida alternativa a lo existente. Es una sensibilidad que existía antes de que se le diera ese nombre y que existirá después de que éste se haya olvidado. Las manifestaciones anarquistas preceden a la etiqueta, son anteriores a que los griegos acuñaran la palabra (2) y a que un francés se autodenominara así como gesto provocativo (3). Se asume el nombre de anarquista porque recoge todo lo que conlleva esa sensibilidad, pero a lo largo de la historia han sido muchos y variados los sustantivos que han intentado definir lo mismo. El que corresponde a la edad contemporánea es ese, no hay más. Es posible que ahora, al no vincularlo con un concepto ideológico o científico, alguien entre por la puerta y me exija el carné de anarquista para rompérmelo en la cara. Pero lo que digo no es nada nuevo ni original y son muchas antes que yo las que han entendido así la anarquía y el anarquismo. Para Malatesta: “El anarquismo es un modo de vida individual y social a realizar para el mayor bien de todos, y no un sistema, ni una ciencia, ni una filosofía” (4). Rocker se explayaba más todavía: Soy anarquista, no porque crea en un futuro milenio en donde las condiciones sociales, materiales y culturales serán absolutamente perfectas y no necesitarán ningún mejoramiento más. Esto es imposible, ya que el ser humano mismo no es perfecto y por tanto no puede engendrar nada absolutamente perfecto. Pero creo en un proceso constante de perfeccionamiento, que no termina nunca y sólo puede prosperar de la mejor manera bajo las posibilidades de vida social más libres imaginables. La lucha contra toda tutela, contra todo dogma, lo mismo si se trata de una tutela de instituciones o de ideas, es para mí el contenido esencial del socialismo libertario. También la idea más libre está expuesta a este peligro, cuando se convierte en dogma y no es accesible ya a ninguna capacidad de desenvolvimiento interior. […] El anarquismo no es un sistema cerrado de ideas, sino una interpretación del pensamiento que se encuentra en constante circulación, que no se puede oprimir en un marco firme si no se quiere renunciar a él (5)El anarquismo ha sido para muchas, que lo han sabido explicar mejor que yo, un anti-absoluto, una sensibilidad especial y concreta ante los problemas reales que ha exigido a su vez una forma específica de confrontarlos: el antiautoritarismo práctico. Es lógico que si eso es el anarquismo a eso, más que a identidades prediseñadas y uniformadas, deba corresponder el anarquista. Es cierto que el anarquismo sí surge como problema identitario en muchas ocasiones. Ya lo he comentado en varios textos. Hay quien necesita asumir una identidad prefabricada que cree que le proporcionará prestigio entre un grupo más o menos amplio de afines. Así se producen fenotipos verdaderamente ridículos: el anti autoritario que defiende con fanatismo la autoridad intelectual de tal o cual santón; el iconoclasta que guarda su reliquia libertaria, en forma de bandera o símbolo, junto al corazón; el herético que encabeza la “congregación de la doctrina para la fe” en pos del dogma libertario. Aberraciones de ese tipo las ahí en todos lados: anticapitalistas especuladores, aliados feministas misóginos, ateos creyentes e intelectuales ignorantes. También hay anarquistas que lo son de forma identitaria, pero para mí, con todos los respetos, esa es una forma muy pobre de ser anarquista. Como considerarse identitariamente ario es una forma muy pobre de ser un humano. Lejos del terreno de las aporías, considero que la sensibilidad anarquista es de vital importancia a la hora de gestionar nuestra propia vida y los conflictos y desigualdades sociales. Una vida sin jerarquías y dónde nuestra supervivencia se vea garantizada por relaciones de ayuda mutua es hoy más necesaria que nunca. Aunque la mayoría de anarquistas podamos coincidir en esto, algunas compañeras han planteado un debate que se podría sintetizar así: ¿debe esta sensibilidad seguir recibiendo el nombre de “anarquista”? Aunque la cuestión parezca meramente formal y no de fondo, la realidad es que las implicaciones, por sus motivaciones y consecuencias, van más allá de una cuestión nominal. Empecemos aclarando que este debate no es nuevo. Ya Ricardo Flores Magón proponía hace más de un siglo: “Solamente los anarquistas sabrán que somos anarquistas y les aconsejaremos que no se llamen así para no asustar a los imbéciles” (6). Varias voces a principios del siglo XX en el Estado español proponían la utilización del término “socialismo libertario” en lugar de “anarquismo” para evitar las connotaciones negativas de este (7) Y el las últimas décadas el término mismo de “libertario” se ha convertido en un eufemismo de anarquista, cuando no en una forma de aclarar que se es anarquista pero de forma light, descafeinada, no inflamable. En realidad el origen de la palabra no tiene nada que ver con la búsqueda de un sustantivo amable y edulcorado para definir al antiautoritarismo. La palabra fue acuñada por el anarcocomunista francés Joseph Déjacque que tituló así a su periódico (Le Libertaire, 1858-1861) y que ya la había usado en 1857 en una carta abierta dirigida contra Proudhon en la que le acusaba de ser “liberal y no libertario” por su machismo (8). El término fue rescatado por Sébastien Faure ante las leyes antianarquistas (conocidas como “leyes perversas”) aprobadas en Francia a partir de 1893 que prohibían expresamente la propaganda anarquista y la inclusión del vocablo en cualquier texto apologético. Así dio vida en 1895 a su periódico Le Libertaire y volvió a popularizar una palabra que había sido olvidada hacía 30 años. El término se usaba como sinónimo de anarquista cuando éste no podía usarse si se querían evitar las consecuencias legales, pero no era necesariamente una graduación de compromiso o autoafirmación. Es con el paso de los años cuando a las manifestaciones y personajes con cariz social que no se declaraban anarquistas pero que se oponían al autoritarismo se les empieza a definir así. Y es con el paso de los años cuando los que no están cómodos con un nombre que toman por agresivo o poco estético empiezan a usar lo de “libertario”. Esta actitud se ha tratado de justificar en la mala prensa que tiene la palabra anarquista, sobre todo atribuida a la oleada de atentados de los años 90 del s. XIX. Es cierto que la palabreja se ha teñido de connotaciones negativas, pero esto surgió mucho antes de que los “propagandistas por el hecho” irrumpieran abruptamente en el tablao de la historia. Durante la Revolución Francesa se usaba el término anarchiste de forma peyorativa para acusar a los opositores políticos radicales, a los partidarios de la “igualación de fortunas” y a los sans-culottes más agitadores (9). Sería exhaustivo e innecesario reproducir todos los fragmentos de la historia de la filosofía en la que el término anarquía o anarquista, de Platón (10) a Bentham (11), ha sido anatemizado. Incluso los primeros clásicos anarquistas, de Godwin (12) al propio Proudhon (13) (que la utilizaba indistintamente), se contagiaban y usaban el término de forma negativa. En conclusión, el nombre no fue maldecido originalmente por lo que hicieran o dejaran de hacer los anarquistas que lo portaban; desde siempre ha existido miedo al término y no tiene más recorrido, en un mundo organizado bajo el ordeno y mando, que su sentido etimológico: ausencia de jefes. No necesito abundar en ello porque los anarquistas llevan siglos explicando la paradoja de vincular anarquía y caos, autoridad y orden. El miedo al horizontalismo, a la autonomía, a la desregularización de la vida cotidiana, a la abolición de la propiedad privada sin subterfugios, es connatural a un mundo cuyo funcionamiento se basa en que unos estén arriba y otros abajo. Lo lógico es que cualquier intento de alterar eso se considere una amenaza. De hecho, en todos lo ejemplos que acabo de mencionar, de Platón a Bentham y de este a las facciones más conservadoras de la Revolución Francesa, la crítica a la anarquía y sus supuestos propagadores no se fundamenta tanto en el miedo a la libertad absoluta como en el miedo al igualitarismo que conlleva la ausencia de autoridad formal. Para los citados la anarquía supondría un inadmisible seísmo igualador que socavaría la jerarquía social, acabaría con la superioridad “natural” de unos individuos sobre otros y nos llevaría al caos. El anarquista, obviamente, no podía caerles más antipático. La palabra anarquista, por tanto, debe ser lógica e impepinablemente negativa en una sociedad donde los poderosos tienen el monopolio del discurso, donde el tabú de la autoridad apenas se cuestiona de forma pública, donde todo sigue girando gracias a que no se alteran ni los privilegios de unos ni los deberes de otros. Lo que las anarquistas hayan hecho con ese nombre puede ayudar más o menos a dar munición al enemigo, pero en modo alguno condiciona las connotaciones del vocablo. Partiendo de esto, hemos de entender que cuando surgen las primeras personas que conscientemente se dotan de este nombre saben perfectamente lo que están haciendo. No están cogiendo una palabra nívea que se manchará con el uso; están cogiendo un insulto, un epíteto peyorativo, un descalificativo político, y lo están reivindicando. Es un acto de provocación, de prestigiar lo mancillado, de revolverse contra lo establecido. Y la provocación, consciente y estratégica, sigue siendo necesaria. Es lo que han hecho la mayoría de colectivos y personas reprimidas y marginadas cuando han vuelto contra sus acusadores sus propias injurias: negro, puta, maricón, paria, han sido dardos que las oprimidas han recogido del suelo para devolvérselos a sus acusadores. Y no son pocas las veces que han dado en la diana del orgullo herido. Dejando atrás esta digresión histórica, que espero haya sido de alguna utilidad, vamos a adentrarnos en lo que más me interesa de la mayoría de asuntos: su dimensión práctica. Ser anarquista, como identidad fetichista, sectaria, como actividad masturbatoria, sí es un estorbo. El anarquismo de esos anarquistas es el que siempre he criticado: el que sermonea a las supuestas masas analfabetas, en el que cree que la verdad absoluta le fue revelada por algún libro polvoriento, el que imagina que puede dar lecciones de superioridad moral, el que piensa que no puede aprender nada de la gente de a pie y sin ideología definida, el que no da un palo al agua porque moverse mancha y la realidad empuja a la contradicción. Pero la sensibilidad anarquista, la forma de definirse anarquista por lo que se siente, se vive, se propone y, sobre todo, se hace, ¿debe dejar de recibir ese nombre? El argumento a favor viene a decir que es un nombre muy impopular, que crea una distinción entre la anarquista y el resto de la gente, que es más fácil introducir nuestras prácticas en las luchas sociales si nos dejamos el nombre en el bolsillo y que es de por sí una marca gastada, obsoleta. Yo no coincido, nunca lo he hecho, con ninguno de esos argumentos. En primer lugar ya he aclarado que la impopularidad de dicho término proviene de su propio significado y de la capacidad que tienen los poderosos de imponer la hegemonía semántica sobre una palabra que supone para ellos un desafío per se, sobre todo si llegara a materializarse como opción mayoritaria. Pero con independencia de esto, hemos de partir de algo que es tan terrible como cierto: no todo lo popular es correcto. Una cosa es enfocar el mensaje de forma que cale en la gente, buscar la mejor manera de expresarse y presentarlo, dejar de creer que todo lo que proponemos es infalible, que es la gente la que tiene que convertirse a nuestro credo, y empezar de una vez a ser conscientes de que es nuestra propuesta la que tiene que dar una respuesta eficaz a las necesidades más inmediatas de la gente. Y otra cosa muy distinta es pensar que nuestro discurso debe seguir la estrategia de la demagogia y adaptarse a lo generalmente aceptado. Nuestro discurso debe ser realista, contrastable en los hechos, pero eso no implica que no sea provocativo, que tenga que ser necesariamente cómodo y que deba ser aceptado sin romper alguna resistencia inicial. Pensar lo contrario es abrir la puerta al maquiavelismo, a la falta de integridad, a decir lo que la gente quiere oír aunque no sea lo que necesita escuchar. Dejarnos llevar por eso plantea un antecedente peligroso: ¿por qué no asumir un discurso racista para poder introducirnos en aquellos barrios obreros donde ha calado la propaganda contra la inmigración? ¿Por qué no aceptar un argumentario machista si queremos meter basa sindical en un curro donde se respira testosterona? ¿Por qué no apoyar el maltrato animal a cambio de compadrear con pibes a los que les gustan las peleas de perros? ¿Por qué no olvidarnos de cuestionar la propiedad privada y el capitalismo para llegar a la peña que inunda los centros comerciales y que tiene como ocio el consumo? Son preguntas retóricas, pero que ejemplifican muy bien el peligro de rebajar la intensidad del discurso en pos del marketing. El fin nunca justifica los medios. Dejarnos arrastrar por lo contrario nos convertirá en unas estupendas publicitas expertas en mercadotecnia, pero seremos nulas como transformadoras sociales. Cuando el humo se disipe no tendremos nada que ofrecer porque ya habremos renunciado a todo para ser populares. Hay una frase de Luther King que lo define muy bien: "La cobardía hace la pregunta: ¿es seguro? La conveniencia hace la pregunta: ¿es políticamente correcto? La vanidad hace la pregunta: ¿es popular? Pero la consciencia hace la pregunta: ¿es correcto? Y llega un momento en que uno debe tomar una posición que no es ni segura, ni políticamente correcta, ni popular. Pero uno debe tomarla porque es la correcta" (14)Hay veces en que se impone hacer lo correcto aunque inicialmente no sea popular. El feminismo, por ejemplo, ha sido durante muchos años un movimiento, una lucha y una reivindicación muy impopular. De hecho lo sigue siendo en muchos y significativos ambientes a pesar de los esfuerzos de las mujeres por no ceder espacio ni conquistas. ¿Deben las feministas darse otro nombre más popular, mejor aceptado, para que los hombres no sientan amenazados sus privilegios o para no lastimar su orgullo masculino? No. Lo que hacen es todo lo contrario: cuanto más incómoda el nombre con más fuerza lo reivindican, disputan la hegemonía de los significados a quienes controlan la lengua y no permiten que sean otros los que decidan cómo deben llamarse. Gracias a esa vindicación son muchas las mujeres que se acercan a un nombre que no necesita adaptarse a las sensibilidades susceptibles y que no renuncia a ser lo que es. Todavía se repite sin cesar que es tan malo ser feminista como machista, que son extremos que se tocan, que no hay que ser ni lo uno ni lo otro. Si las feministas renunciaran al nombre estarían perdiendo una batalla que va más allá de lo formal, estarían dando la razón a quienes las denigran y entregándole la exclusividad de la narrativa a sus adversarios. Lo mismo se aplica en el caso de las anarquistas o de cualquier otra reivindicación demonizada. Por otra parte está el tema de la honestidad. Recuerdo los comienzo del 15M en Las Palmas de Gran Canaria. Inicialmente éramos cuatro anarquistas que irrumpimos en una tranquila acampada con folios que bramaban contra las elecciones o la posibilidad de que los partidos desmovilizaran el movimiento. Los pobres universitarios que entonces llevaban la voz cantante no tenían mucha idea de que era eso del anarquismo, y los que lo sabían no tenían los mejores referentes. El primer día se hizo una asamblea para echarnos. Hoy lo recuerdo con una gran sonrisa. De aquella experiencia surgió que se removiera bastante el ambiente, que la gente con más formación política o con más empatía hacia los perseguidos nos defendieran, que los adversarios se replantearan su supuesto pluralismo y sus convicciones democráticas y que la mayoría se preguntara “¿qué carajo es eso de la anarquía?”. Al final los resultados fueron sorprendentes: mucha gente dejó de juzgarnos por sus ideas preconcebidas y empezaron a juzgarnos por nuestros actos; a los pocos días empezaron a surgir anarquistas de debajo de las piedras, todo el mundo era o había sido anarquista pero nadie se atrevía a decirlo hasta que montamos el revuelo; la gente sin politizar empezó a interesarse por nuestras ideas, a debatir y a formarse; muchas se declararon anarquistas sin serlo previamente (un grupo de 4 anarquistas aisladas se convirtió en un grupo de 20, sin contar simpatizantes, con capacidad para convocar manifestaciones por sí mismo); se hablaba en una plaza pública de anarquismo como quizás no se había hecho en Gran Canaria desde los años 30 del pasado siglo; las banderas negras empezaron a ser un símbolo identificable para la gente (de pensar la mayoría que significaban “luto por la democracia” [esto es totalmente verídico] a aparecer en carteles y proclamas como reclamo para atraerse a las libertarias); las anarquistas daban talleres o se implicaban en las comisiones y en la resolución de conflictos; había asambleas bastante nutridas en las que, sin proponerlo y para mi sorpresa, las libertarias eran mayoría; y así, en pocos meses, nació la FAGC. Había otro factor importante: las anarquistas nunca ocultamos que lo éramos y de forma más errónea o acertada (yo sigo pensando que fue un acierto) decidimos no interferir en las decisiones asamblearias de forma colectiva (no concertar previamente ningún postura común en las votaciones) para preservar la autonomía del movimiento. Otros grupos, por el contrario, sobre todo pescadores políticos, trataban de manipular las asambleas de forma bastante evidente, vetando propuestas y votaciones o generando votos en cascada con estratégicos aplausos compulsivos. Al final la gente podía identificar perfectamente si el Partido Humanista, DRY, o el que fuera, estaba detrás de una propuesta. Lo más curioso es que muchos de los miembros de los distintos colectivos o partidos políticos no se identificaban abiertamente como tal, enredaban siguiendo consignas colectivas pero sin explicitar sus vínculos ni filiaciones. Esto generaba cierta suspicacia y animadversión entre muchos de los asambleados. ¿Es esa la táctica que debe seguir el anarquismo, la del paracaidismo y la infiltración? Siempre he pensado que no. No hay que ser ingenuas, cuando nos declaramos anarquistas la gente de los partidos, los que estaban ahí para sacar tajada personal, los aspirantes a periodistas, los que estaban relacionados con las instituciones o los que aspiraban a convertir al propio 15M en un partido, no pararon de atacarnos y de intentar bloquear o incluso sabotear cualquiera iniciativa lanzada por las anarquistas. La gente puede ser permeable y manipulable, pero no todos y no todo el tiempo. Si el boicot de los partidistas podía funcionar cuando se pedían manifestaciones sin banderas y abuchear o incluso linchar al que las llevara, la misma gente que hacía de turba en una situación era la que nos pedía consejo para saber qué hacer en caso de detención y la que celebraba que hiciéramos muro humano ante los desahucios, que solucionáramos los problemas internos de convivencia en la acampada sin recurrir a la policía o que expusiéramos el cuerpo ante el desalojo de la Plaza de San Telmo. Finalmente esa gente, con independencia del miedo que les metieran los políticos contra nosotras, aprobó por mayoría, sin más brújula que el sentido común, la propuesta de organización para el 15M que se basaba en los principios libertarios expuestos por un libertario (15). Descubrir que las anarquistas no sólo podíamos agitar, sino también construir, proponer y razonar abrió los ojos a mucha gente, sin importar el peso de las leyendas negras y las décadas de telediarios, que formaron sus juicios en función del contacto cercano con nosotras y que dejaron de valorarnos por lo que habían oído y empezaron a valorarnos por nuestra actividad. ¿Es mejor ahorrarse todo esto y no tener que derribar prejuicios iniciales? Considero que no. Cuanto más ocultemos que somos anarquistas más se enconaran esos prejuicios. La gente no es tonta y en cuanto empiecen a vincular nuestras propuestas con determinadas corrientes ideológicas empezarán a definirnos y puede que a sentirse engañadas. El contacto ya habrá derribado el prejuicio, pero no necesariamente la suspicacia ante un grupo de gente que necesita velar, como si se avergonzaran de ello, lo que subyace tras propuestas que hablan de apoyo mutuo, de actuar sin intermediarios, de carecer de líderes, de mantenerse independientes de partidos e instituciones. Por otra parte, esa tensión que he descrito en el anterior párrafo es necesaria. Es importante remover el avispero, que la gente se enfrente a sus miedos e ideas preconcebidas, que tengan que cuestionarse lo enseñado y deconstruir lo aprendido. No toda provocación es gratuita y descerebrada, la hay bien razonada y con fines estratégicos. De todas formas nos nos engañemos: lo importante es lo que hagamos, eso es lo que condicionara la opinión que la gente tenga sobre nosotras, sobre nuestras ideas y sobre cómo nos definimos. Lo esencial es que las prácticas anarquistas abandonen sus espacios afines y que su discurso de la espalda a la hiperretórica. El apoyo mutuo debe verse en el tajo y en los desahucios; el ilegalismo debe dejar de ser una fantasía y debe practicarse en los piquetes y en la socialización de inmuebles; la acción directa debe usarse a la hora de organizarse con las vecinas, las obreras, las desempleadas, las indigentes y las perseguidas. Y para esto no es necesario dejar de definirse como anarquistas; todo lo contrario. Se subestima a la gente cuando damos por sentado su rechazo. Muchas vecinas pasan del término, o no lo conocen o no les importa. Las que a priori están en contra ofrecen una magnífica oportunidad de debatir, de confrontar sus creencias con la realidad de la práctica, de demostrar que tenemos que aprender a olvidar lo que nos han enseñado. Y quizás nos llevemos una sorpresa y nos encontremos con una o dos voces felices de reencontrarse con nosotras, que nos recuerden lo leído sobre 1936 o lo vivido en 1968 y nos presionen para estar a la altura. La experiencia que he descrito con el 15M demuestra que ahorrarnos un nombre no sirve para reducir la distancia con la gente sin ideología concreta, todo lo contrario. Definir la propia sensibilidad sirve para galvanizar resistencias y para imantar a las que están buscando justo lo que estamos ofreciendo. Repito que serán nuestros actos los que nos definan a nosotras y a nuestras ideas anarquistas. Si somos eficaces, resolutivas y prácticas nuestro anarquismo será útil y la gente adoptará la herramienta sin necesidad de proselitismos. Si somos charlatanas, incapaces y abstractas nuestro anarquismo será inútil y la gente lo despreciará sin importarle lo que le diga Tele 5. En nuestra actividad militante en vivienda definirnos como anarquistas nunca nos ha supuesto un problema. Como he dicho antes, la mayoría de la gente desconoce el término y también sus connotaciones (al menos en Canarias, y más hace algunos años). Las personas quieren soluciones a los problemas que les están ahogando, y cuando esas soluciones se logran a través de las armas anarquistas son esas armas las que se ponen en la cintura o entre los dientes sin importarles otras consideraciones. Cuando tu curro social es eficiente y ofrece resultados positivos la gente asocia tu anarquismo a inmediatez y a realismo. Esa es la base de todo. Cuando sigues trabajando en esa línea presentarte como anarquista puede hasta llegar a ser una ventaja. La gente que acude a tus asambleas o que contacta contigo busca primero información en Internet o le pregunta a sus vecinas. Cuando tu discurso y tus logros hablan por sí mismos, y cuando en cada barrio obrero hay alguien que a su vez conoce a alguien cuya prima, hermana o cuñada recibió ayuda de tu colectivo para parar su desahucio o para conseguir vivienda, el término anarquista empieza a abrirte puertas. Hemos llegado a comunidades que iban a ser víctimas de un lanzamiento masivo donde nos han recibido peor cuando creían que veníamos de algún partido o plataforma que cuando se han enterado de que éramos anarquistas. Vecinas que nos miraban con desconfianza cuando pensaban que éramos de Podemos, nos han abierto las puertas de sus casas cuando han descubierto que éramos esas pibas de la FAGC que levantábamos comunidades okupadas, que parábamos desahucios de edificios enteros y que habíamos sido detenidas y torturadas por ello. Al final el término anarquista puede prestigiarse y ser una bonita carta de presentación, sólo hace falta que tus actos estén a la altura. Después está la excusa del desgaste del término. ¿Qué palabras han sido más manoseadas que la igualdad o la libertad, cuáles más manipuladas y dirigidas contra sus propios defensores? ¿Renunciamos a ellas? ¿Las damos definitivamente por perdidas y se las entregamos al poder? Socialismo, autogestión, autonomía y un largo etcétera son términos que también pueden ser acusados de anacrónicos y desfasados. ¿Debemos reactualizarlos con prácticas nuevas o debemos dejar que nuestros enemigos se los apropien para reinventarlos de formas retorcidas o para deshacerse de ellos en el sumidero de la historia? Por otra parte, el anarquismo difícilmente está agotado cuando sus prácticas son más necesarias que nunca en los barrios y cuando éstas revisten formas vivas cada vez que una comunidad humana decide rebelarse y escoge el modelo libertario para organizarse de forma oficiosa. Quizás esto sea lo más alarmante: después de una última década de desprestigio político, de descreimiento de los partidos, nos planteamos ahora si dejar en el cajón de la mesilla de noche el término anarquista, cuando quizás ha sido el mejor momento para explotarlo. Permitimos que se rearme la confianza en las instituciones con los partidos reciclados, dejamos que el patriotismo, especialmente el españolista, vuelva a identificar al pueblo con el Estado y todo ello mientras renunciamos a nuestros discurso comenzando por el nombre. Renunciar al término significa cederlo para que sean otros los que digan qué es y qué no, sin ninguna resistencia por nuestra parte. Si tú no reivindicas tu anarquismo ni lo defines, por miedo a ser impopular o incomprendido, serán otros los que lo definan, y te definan, a su conveniencia. Y ese espacio vacío lo ocupara el poder, siempre dispuesto a meter sus tentáculos en espacios vacantes. Y si no lo hace el poder lo harán los oportunistas. En Gran Canaria volvimos a ratificar la necesidad de definirnos como anarquistas, sin subterfugios ni eufemismos, justamente cuando comenzamos a intervenir en el frente de la vivienda. En un principio, por pudor al protagonismo más que por otra cuestión, no reivindicábamos los desahucios que parábamos o las viviendas que expropiábamos. Hablábamos de asambleas y del pueblo en movimiento, lo cual era cierto y muy honesto por nuestra parte, pero de la actividad de las anarquistas, que habían preparado y organizado la acción, no decíamos nada. Fue así, por nuestra dejación e inhibición, cómo plataformas que ni habían acudido a los piquetes reivindicaban en los medios de comunicación la paralización de desahucios de gente que desconocían o que se habían negado a ayudar (por ser casos de alquiler, precaristas o motivos personales). Fue así cómo se nos llegó a proponer realizar okupaciones siguiendo el modelo de las subcontratas, haciendo nosotras el trabajo sucio y corriendo con todos los riesgos, mientras otros colectivos reivindicaban públicamente la acción y se ponían las medallas. Así llegamos a la conclusión de que si nosotras no reivindicábamos públicamente nuestro trabajo como anarquistas serían otras las que lo harían por nosotras. Y no era una cuestión de ego o primogenitura, de nombre y etiquetas; era una cuestión de fondo. Si nosotras callábamos, el mismo trabajo que se había hecho movilizando a las vecinas del barrio, organizado a través de asambleas en las que participaban migrantes, indigentes y okupas, al margen de cualquier órgano de poder, sin subvenciones, sin ningún tipo de ayuda institucional, en oposición a la ley y a la propiedad privada, fundamentado en relaciones de apoyo mutuo y solidaridad desde abajo, iba a ser reclamado por gente que se estaba convirtiendo en la marca blanca de determinados partidos políticos, que trataban a los desahuciados como “usuarios” a los que se les podía cobrar la ayuda prestada, que defendían las leyes y el Estado de derecho, que confraternizaban con la policía y compadreaban con las instituciones y que no pretendían cuestionar los fundamentos del mundo capitalista. El mismo acto, parar un desahucio o ayudar en un realojo, podía ser reivindicado bajo unas premisas y valores muy distintos, denunciando o defendiendo intereses totalmente contrapuestos, bien suponiendo un desafío para el Sistema, bien intentado simplemente arreglar sus excesos. Tras el nombre había mucho más que el nombre. En conclusión, cada vez que renunciamos a ser lo que somos, a afirmarlo abiertamente, para no escandalizar, para no asustar, para no generar alarma, vamos limitándonos un poquito, replegándonos en el lecho de Procusto de lo conveniencia, rebajando el discurso, moderando las exigencias, edulcorando el contenido, suavizando el programa. Cada vez vamos cediendo más y más terreno, entregando más y más espacio, hasta que ya no nos queda nada. Así ocurre, hasta que un día miras atrás y descubres el mar a tu espalda. Lo que importan son los hechos, esos son los cimientos de la más humilde chabola revolucionaria. Pero los hechos necesitan ser representados y reivindicados, porque de lo contrario, como ya he explicado, serán absorbidos por el enemigo. Y para representarlos no bastan nombres huecos o letras de paja, necesitamos conceptos claros, ideas-fuerza, términos afilados que tajen como hachas. Toca pensarlo bien, o al final, por miedos, complejos y un mal sentido de la estrategia, habremos entregado la narrativa, la semántica, el verbo y la palabra... Y no somos tan fuertes como para permitirnos el lujo de renunciar a nada.
Ruymán Rodríguez
1.Yo veo mamíferos.
Mamíferos con nombres extrañísimos. Han olvidado que son mamíferos y se creen obispos, fontaneros, lecheros, diputados. ¿Diputados? “Yo veo mamíferos” (Jesús Lizano, Novios, mamíferos y caballitos, 2005).
2.Una de las primeras constancias escritas del término nos la ofrece Esquilo en Los siete contra Tebas (467 a. C.) donde pone en boca de Antígona: “No estoy avergonzada de actuar desafiante en oposición a los gobernadores de la ciudad” (“ekhous apiston tênd anarkhian polei”).
3.Pierre-Joseph Proudhon parece ser el primero en definirse así en su obra ¿Qué es la propiedad? (1840).
4.Citado por Carlos Díaz en el prólogo de La Moral Anarquista de Kropotkin, edición de 1978.
5.R. Rocker, “¿Por qué soy anarquista?” (El Pensamiento de Rudolf Rocker, antología compilada por Diego Abad de Santillán), 1982.
6.Citado por L.L. Blaisdell, The Desert Revolution, 1962. En la misma obra se recogen otras recomendaciones de Magón que insisten en el mismo planteamiento: “Todo se reduce a una mera cuestión de táctica. Si desde el principio nos llamamos anarquistas muy pocos nos escucharán. […] Para no tener a todos contra nosotros, continuaremos la misma táctica que nos ha dado tan buenos resultados; continuaremos llamándonos liberales durante la revolución pero en realidad continuaremos propagando la anarquía y ejecutando actos anárquicos”.
7.“Tarrida, hablando en francés conmigo, empleaba los términos: la anarquía sans phrase y la anarquía pura y simple; en 1908, en la reimpresión de su ensayo del certamen propuso, siguiendo a Ferrer (en 1906 o 1907) renunciar a la palabra anarquía, que el público interpreta demasiado mal, y decir socialismo libertario” (M. Nettlau, La anarquía a través de los tiempos, 1933).
8.“Anarquista a medias, liberal y no LIBERTARIO, exige usted el libre cambio para el algodón y otras naderías y preconiza sistemas de protección del hombre contra la mujer en la circulación de las pasiones humanas; clama contra las altos barones del capital y quiere reedificar la alta baronía del hombre sobre la mujer vasallo; filósofo con anteojos, ve al hombre por el cristal de aumento y a la mujer por el reductor; pensador afectado de miopía, no sabe distinguir más que lo que deja tuerto en el presente o en el pasado, y no puede descubrir nada de lo que está arriba o a lo lejos, la perspectiva del porvenir: ¡es usted un lisiado!” (J. Déjacque, De l'être-humain mâle et femelle, carta de mayo de 1857).
9.Ver P. Kropotkin, La Gran Revolución (1789-1793), 1909.
10.En la República (390-370 a. C.) Platón pone en boca de Sócrates: “[Entre los defectos de un joven se encuentran] la soberbia, la anarquía, el desenfreno y la desvergüenza […]. ¡Ah!, querido en tales condiciones la anarquía se adentrará en las familias y terminará incluso por infundirse en las bestias. Nace en el padre la costumbre de que sus hijos sean sus semejantes, y a temer a los hijos, y los hijos adquieren el hábito de ser semejantes al padre, hasta el punto de que ni respetan ni temen a sus progenitores para dar fe de su condición de hombres libres. Así se igualan también el meteco y el ciudadano, y el ciudadano y el meteco; y otro tanto ocurre con el esclavo”.
11.J. Bentham, Falacias anárquicas, 1796. Es un libelo contra la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano aprobados durante la Revolución Francesa. El título lo dice todo.
12.“No se ha comprendido suficientemente la naturaleza de la anarquía. Constituye ciertamente una gran calamidad, pero es menos horrible que el despotismo” (W. Godwin, Investigación sobre la justicia política, 1793).
13.“En el estado actual de la sociedad, el comercio, entregado a la más completa anarquía, sin dirección, sin datos, sin punto de mira y sin principio, es esencialmente agiotista” (Proudhon, De la capacidad política de la clase obrera, 1865).
14.M.L. King, A proper sense of priorities, discurso pronunciado el 6 de febrero de 1968.
15.El modelo aún sigue en la red: https://laspalmas.tomalaplaza.net/2011/08/08/propuesta-para-la-organizacion-de-las-asambleas-en-gran-canaria/
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Posted: 01 Mar 2018 11:20 AM PST
Introducción
Palabras de un caminante que da sentido con su espíritu a cada huella. Una lectura que marca el alma. Retrato de lxs innombrables, lxs olvidadxs, lxs resistentes.Desde el Puelmapu, territorio mapuche, colonia en resistencia contra la ocupación del Estado argentino, las transnacionales y la oligarquía terrateniente, Miradas en resistencia se nos presenta como un grito que es conciencia en un tiempo-espacio universal inmediato dentro de la historia. Una denuncia que no fuerza la puntería, pues como los ríos es certera en su cauce y su caudal. Una mirada que mira esas miradas y las dimensiona, las contextualiza. Responde a las preguntas que nos silencian y que tanto nos hacen falta, aquellas que hablan de la libertad, de la autonomía, de la vida en el territorio, de la vida comunitaria, de un horizonte anticapitalista y de resistencia contra el extractivismo y la violencia estatal de la que se sirve el sistema para funcionar acabando con la Ñuke Mapu y uno de sus más consecuentes hijos-pueblo: el pueblo mapuche. Esta crónica urgente desde comunidades del pueblo mapuche en lucha nos invita a salir de los estrechos márgenes de la esclavitud voluntaria moderna, iluminando la resistencia de aquellxs que viven y luchan por una vida libre. ¡Marichi weu! ¡Marichi weu! ¡Marichi weu! ¡Marichi weu!
Miradas en resistencia
Crónica urgente desde comunidades del pueblo mapuche en lucha
El viento patagónico nos invita a escuchar. La inmensidad de las montañas nos devuelve una mirada penetrante que resignifica nuestros sentidos. La proliferación de lagos y arroyos reflejan un cielo que observa como nuevas voces llenas de rabia, pero también nuevas voces llenas de calma y serenidad, firmes en lo que piensan, en lo que sienten y en lo que accionan, vuelven a resurgir. La libertad vuelve a resurgir. Autonomía y territorio es una dualidad necesaria para volver a ser como pueblo. Más de 130 años de resistencia se condensan en esas miradas que nos invitan a luchar, que nos sugieren organizarnos en la diversidad, que nos plantean defender la tierra y que la lucha es una sola: contra el señor Estado y sus aliados.Los mercenarios de la comunicación, según el escritor y periodista Darío Aranda, “escriben sobre un hecho sin recorrer el territorio. No visitan (ni visitarán) las comunidades indígenas. Son periodistas de escritorio. Y sus mentiras repercuten de la peor manera: legitiman represiones”[1]. Esas mentiras crean un enemigo interno que es funcional a los grupos económicos extractivistas. De esta manera, la sociedad avala despojos, persecuciones políticas y asesinatos. La misma lógica criminal funciona desde el genocidio constituyente perpetrado por el Estado. El asesinato de Rafael Nahuel por la espalda se anuncia como un “enfrentamiento”, la versión de Prefectura posee el carácter de verdad. Las columnas de las instituciones estatales del centro cívico de lo que se conoce como Bariloche, que en realidad es Furilofche (Furi es espalda, Lof es comunidad y Che es gente, “comunidad de gente que vive detrás”, este era el nombre que daban hermanxs de otros territorios) son decoradas con gritos de rabia y de dolor, gritos hacia una justicia ciega al servicio del opresor. “Estado asesino” y “Rafael Nahuel asesinado por Albatros” son algunas de las sentencias que se observan desde una asamblea de vecinxs convocada por los seis meses de la desaparición y asesinato de Santiago en manos del fascismo estatal y empresarial. Desde ese lugar asambleario, desde el contacto cara a cara con gente que resiste, es que comienza nuestro viaje.
Lof en Resistencia Lafken Winkul Mapu
Autonomía y territorio
Una bandera blanca colgada en la entrada de la comunidad mantiene viva la memoria y la resistencia: “Rafael Nahuel Weichafe Newen (fuerza del guerrero), Lafken Winkul Mapu (lago, cerro y tierra) Resiste”. Dentro de la comunidad, otra bandera negra sentencia: “Rafael Nahuel mapuche asesinado por el Estado argentino”. El acercamiento a esta comunidad en resistencia sucede en el marco del continuo amedrentamiento por las fuerzas represivas. Cuando visitamos la LofLafken Winkul Mapu, el día viernes 2 de febrero, unas horas antes, a las 6 de la mañana, se realizaba un nuevo allanamiento violento en el Pu Lof Cushamen y Vuelta al Rio. En distintas recuperaciones autónomas se repite la misma situación de hostigamiento, “el Estado quiere el control de todo, no quieren una autonomía para el pueblo Mapuche”, afirma uno de los integrantes de esta Lof cercana al lago denominado Mascardi por el Estado invasor, pero que en mapuzungun es Relmu Lafken (lago del arco iris). En su discurso las palabras autonomía y territorio son recurrentes, son necesarias para volver a vivir como mapuche: “Nosotros como mapuche estamos firmes y peleamos por el territorio. Nuestra única defensa son las piedras. Luchar por el espacio que nos dejaron nuestros ancestros, cuidar los lagos y las montañas y luchar por un derecho milenario como mapuche y como pueblo. No se puede comparar piedras con un arsenal de guerra, hay una terrible desigualdad. Estamos trabajando el territorio, tenemos animales, tenemos siembra. Son varias familias las que viven y en un futuro queremos llegar a una autonomía. Hacemos nuestra propia vestimenta, cada persona tiene su rol en la comunidad. Queremos llegar a la autonomía y acompañar a las comunidades autónomas que son muchas en el Puelmapu” (tierra del este, territorio que colonizó el Estado argentino).La identidad que intenta recuperar el pueblo mapuche arrebatada por el Poder estatal, colonial y extractivista se reafirma en la lucha por territorios aptos para vivir en armonía con la tierra, defendiéndola y cuidándola para las futuras generaciones: “Esta lucha es justa porque es una lucha contra el capitalismo, contra el Estado, contra el colonialismo, contra Macri y Bullrich y contra todo tipo de político que viene y miente. Ellos manejan los medios, manejan todo, el Estado maneja todo. Entonces, inventan una noticia para venir a allanar, a matar. Ya mataron a un peñi (hermano), Rafael Nahuel. Nosotros queremos justicia para Rafael Nahuel. Esto no termina acá porque el peñi fue asesinado por la espalda por el grupo Albatros. Ellos vinieron a masacrar a la gente de la comunidad, a las mujeres y a los niños los golpearon y les tiraron gas lacrimógeno y los precintaron. El asesino, porque depende del Estado, está libre. Al peñi que quiera recuperar la tierra, derecho a matar, al peñi que quiere ser autónomo, lo encarcelan”. La lucha es por la autonomía y por territorios aptos para vivir en armonía con la tierra, defendiéndola y cuidándola para las futuras generaciones. Pero futuras generaciones no solo del pueblo mapuche, sino también para que puedan convivir con el pueblo no mapuche que entienda y escuche esta lucha digna. Esta es una afirmación que se va a repetir en las diferentes comunidades en lucha. A pesar de que no se reconocen ni argentinos ni chilenos, sino mapuche, no es una lucha contra el pueblo no mapuche, contra lxs trabajadorxs, sino contra el latifundio y contra la avaricia y la desidia capitalista. Tampoco es una lucha contra la pequeña burguesía que se indigna vociferando “yo también quiero tierras” y apela al tan recurrente discurso meritocrático. Como dice Darío Aranda: “Los pequeños burgueses urbanos deben permanecer tranquilos: los indígenas no ocuparán los departamentos en Palermo, Recoleta, Martínez o San Isidro, ni les interesan las mansiones de Nordelta. Solo vuelven a las tierras de sus antepasados que hoy están en manos de grandes empresas”[2] Los defensores de la inmaculada ley también deben permanecer serenos: las recuperaciones territoriales están respaldadas tanto por la Constitución Nacional como por tratados internacionales, que tienen rango superior a las leyes locales: Siempre que sea posible, los pueblos indígenas deberán tener el derecho de regresar a sus tierras tradicionales en cuanto dejen de existir las causas que motivaron su traslado y reubicación”, detalla el artículo 16 del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que tiene rango superior a las leyes nacionales. El artículo 14 también apunta: “Deberán tomarse medidas para salvaguardar el derecho de los pueblos interesados a utilizar tierras que no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que hayan tenido tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia”.Recuperar territorios, vivir en autonomía, practicar la autogestión; premisas de una lucha que se encauza por corrientes de libertad que son ejemplos, sugerencias, alternativas de organización para los pueblos del mundo: el pueblo kurdo, zapatista, nasa y mapuche, son algunas muestras de actuales resistencias frente al Estado-Corporación que no solo se mantienen a la espera, en calma y serenidad, sino que también toman la ofensiva dada la violencia constante de la hidra capitalista. Por estos motivos, el pueblo mapuche intenta recuperar su identidad y encuentra nuevas formas de luchar: “Nosotros no somos ni argentinos ni chilenos porque tenemos nuestra propia lengua, nuestro propio idioma, y a nosotros nos pusieron una lengua, nos vinieron a masacrar a nuestra gente y nos sacaron el territorio, nos tienen de esclavos en la ciudad como peones, como barrenderos, como obreros y nos están escondiendo toda la realidad porque manejan los medios. Alimentan una bronca hacia el pueblo. El verdadero punto nunca lo sacan a la luz, porque ellos matan cuando quieren. Nosotros resistimos a piedras y no nos vamos a ir. Este territorio ya está recuperado hace más de 6 meses. Hace más de 200 años que nuestras comunidades mapuche fueron despojadas de este lugar y nosotros luchamos por un pedazo de tierra cuando Lewis y Benetton tienen millones de hectáreas. El Estado nunca menciona a los poderosos. Afuera del territorio estamos en desigualdad, pero adentro tenemos la verdadera forma de luchar”.
El “boliche” y el Museo Leleque
Entrada gratis
Transitamos la ruta 40 yendo para las Pu Lof en Resistencia Cushamen. Lugar donde la solidaridad con la gente de la tierra se hizo presente. Lugar donde el Estado vestido de verde arrebató la vida de un compañero anarquista. Vislumbramos el camino. Queremos encontrar esa cerca amarilla y alguna bandera pintada que anuncie la resistencia pero no las divisamos. Lo que sí vemos es una entrada a la estancia Leleque del Grupo Benetton. ¿Meterse en la boca del lobo? ¿Por qué no?Entramos por una larga calle de ripio y por fin llegamos al “boliche” (un lugar en el cual funciona una biblioteca, una tienda de artesanías y una cafetería con sus antiguas mesas y sillas). Al lado, el museo del grupo empresarial italiano. En el “boliche” nos encontramos con cuadros de la siguiente magnitud: “La Municipalidad de Lago Puelo adhiere a la iniciativa de la familia Benetton por la preservación de la historia y la cultura de la región”. El “boliche” y el museo son atendidos por una familia que reproduce los inefables discursos incrustados por los medios hegemónicos, por la academia blanca y eurocentrista y por el Estado invasor como “los mapuches son chilenos”, “ya no quedan teheulches”, “Maldonado se ahogó”, “el mapuche, si quiere puede trabajar, ya sea de gendarme, policía o administrativo”. Nos resulta difícil seguir con nuestra posición de simples turistas perdidos, pero lo intentamos. Tragamos saliva y seguimos con el juego. Triste vida la de ese hombre de familia alienado al servicio del opresor. A partir de los recurrentes discursos y relatos sesgados y erróneos sobre la realidad de los pueblos indígenas actuales y sus orígenes, como por ejemplo los de este señor empleado de Benetton, los investigadores nucleados en la Sección de Etnología, perteneciente al Instituto de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires, comunicaron de manera reiterada su preocupación: Numerosas investigaciones antropológicas e históricas contextualizan estos procesos de despojo y permiten explicar por qué Benetton es hoy el mayor propietario de la Patagonia, en tanto que la mayoría de las comunidades indígenas territoriales se encuentran en tierras consideradas fiscales, sin títulos de propiedad comunitaria, bajo la amenaza constante de desalojo. Por lo tanto, las “recuperaciones” no son actos terroristas ni amenazas a la seguridad nacional, tal como sostiene el Ministerio de Seguridad de la Nación.Por otra parte, para sumar más datos con rigurosidad científica, también tenemos el hallazgo en el año 2016 realizado por el equipo de arqueólogos que integra el laboratorio de Etnohistoria del proyecto Lanín-Collón Cura. El enterramiento nativo de una mujer reveló restos con una datación de 900 años en la zona de Chacra 30 de esta ciudad, y ADN compatible con la actual etnia mapuche.[6] Nos estamos yendo del “boliche” luego de conseguir la ubicación certera de las Pu Lof y el empleado de Benetton nos invita a pasar gratis al Museo (del horror). ¿Notó sospechas de nuestra visita y su invitación tomó un aire cínico? No lo sabremos. Sí sabemos que el museo es un canto solapado al exterminio, una glorificación de la identidad blanca conquistadora y la reafirmación del avance de la “civilización” sobre la “barbarie”. En una de las salas denominada “El encuentro entre dos mundos”, encontramos una vitrina que anuncia la “Guerra contra el Indio”: Acentuada la dialéctica entre malones y contramalones, entre indígenas en general contra Blancos en los distintos ámbitos de “la Frontera” […] un día el equilibrio inestable habría de romperse definitivamente. La llamada “Conquista del desierto” significó la ocupación armada de los territorios señoreados por el Indígena; pampeanos primero, neuquinos después y por fin los patagónicos, al Sur de la línea del Limay-Negro.En la mencionada vitrina, además de las palabras citadas enmarcadas en pequeños cuadros, tenemos una muestra del uniforme del soldado de la Conquista y el libro de Estanislao Zeballos, La conquista de 15 mil leguas. Las letras y el fusil como amalgama necesario para el exterminio de los pueblos originarios y para su posterior justificación. Diana Lenton, integrante de la Red de Investigaciones en Genocidio y doctora en Antropología, afirma que el libro de Estanislao Zeballos fue la obra encargada por el ministro de guerra Roca en 1878 para justificar “La campaña del desierto”. El libro de Zeballos contiene el primer discurso carente de documentación que sentencia que los mapuche venían de Chile. Luego, esa creación funesta del enemigo interno no solo la toma gran parte de la sociedad, sino que se intenta hacer pasar por discurso científico, cuando no fue nada más que un encargo del genocida Roca para justificar ante la sociedad el despojo y la matanza de las comunidades originarias.[7]
Pu lof en Resistencia Cushamen
“Todo es Resistencia Ancestral Mapuche”
Atentos a encontrar esa cerca amarilla en la cual se escribieron consignas como “fuera winka” (blanco usurpador), “PuelMapu” (tierra del este mapuche) y “Marichi Weu” (diez veces venceremos), o esas banderas negras que exigen justicia por Santiago y la expulsión del empresariado nacional y extranjero, casi en el cruce con El Maitén, es que por fin giramos hacia la derecha regresando para Furilofche desde la estancia Leleque y nos encontramos con las Pu Lof. Nos recibe Fausto Jones Huala, hermano de Facundo y quien bajó de la montaña el cuerpo herido de muerte de Rafael. A pesar de la diversidad y de la autonomía de las comunidades, la solidaridad entre las mismas permite la unión de la lucha del pueblo mapuche. Mostró su preocupación por la Lof Lafken Winkul Mapu y nos preguntó cómo estaba la gente de esa comunidad. Le comentamos nuestro acercamiento a la Lof y los motivos de nuestro recorrido: seguir manteniendo la visibilización del conflicto por las propias voces del pueblo mapuche.Fausto habló del violento allanamiento del día 2 de febrero, de los animales secuestrado por el Estado hacia un vecino de la comunidad y sobre su preocupación por la prisión de Facundo. Por tal motivo, viajamos a Esquel para recopilar información sobre las novedades de las declaraciones que el lonko tenía que realizar. Facundo Jones Huala estaba convocado a declarar en la causa “instigación a la violencia” por sus dichos contra el presidente y sus funcionarios, que inició el Fiscal Guillermo Marijuan y luego derivó a la fiscalía federal de Esquel pidiendo 20 años de prisión. El lonko se negó a declarar ya que no tiene la certeza y necesita más tiempo para conocer en qué medio fue y cuáles fueron sus dichos. Otro ejemplo de persecución política. Los que instigan a la violencia son ellos: Nocetti, Bullrich y Macri. Ellos son los que justifican la represión, el despojo y la muerte. Ellos son la violencia. Darle 20 años al lonko por no callarse, por sacar a la luz el plan sistemático de exterminio hacia su pueblo y hacia toda persona que se solidarice con su causa es muestra de la persecución fascista del Estado argentino. Volvemos de Esquel con dos noticias: la negación de Facundo a declarar y la acusación hacia Matías Santana por “falso testimonio” en la causa de la desaparición y muerte de Santiago. El Estado corrupto, encubridor y mentiroso no se cansa de amedrentar a un pueblo en lucha, y en este caso particular, a un testigo clave que vio cómo Gendarmería golpeaba y se llevaba a Santiago. Le compartimos estas noticias a otro miembro de la Pu Lof Cushamen. Este integrante, al igual que los compañeros de la Lof Lafken Winkul Mapu, nos recibe protegiéndose el rostro. Esta es una práctica de parte del pueblo mapuche en resistencia que le permite no seguir siendo hostigado y judicializado. No es una práctica delictiva o de terrorismo. Terroristas y subversivos son algunos de los infundados adjetivos que la prensa mercenaria sentencia cada día en sus medios de desinformación. El vergonzoso informe del Ministerio de Seguridad de la Nación se ha encargado de acrecentar ese enemigo interno necesario para perpetrar el despojo funcional a los grandes grupos económicos, a la Sociedad Rural y al extractivismo. Aunque la ganadería es una fuente de ingreso para el grupo Benetton, el miembro de la Lof nos comenta que sus intereses son mucho más profundos, y más destructivos: el Grupo Benetton es el mayor accionista de una corporación megaminera denominada Minsud Resources Corp., con sede central en Toronto, Canadá, la cual posee 180.000 hectáreas de concesiones mineras en las provincias de San Juan, Río Negro, Chubut y Santa Cruz. Además posee 4 proyectos más en avance intermedio (la mina Calqui, en Río Negro; la mina Carlos, en Chubut y las minas San Antonio y La Rosita, en Santa Cruz). La subsidiaria local de Minsud Resources Corp. es la empresa Minera Sud Argentina S.A. situada en Esmeralda 684 piso 15°, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.[8] Los negociados del Estado con los grupos económicos concentrados no es algo que sucede solo en territorios patagónicos ajenos a nuestra realidad cotidiana. La connivencia estatal-empresarial, en este caso entre las familias Macri-Benetton, se profundiza también en las cercanías del centro del poder político para continuar con la lógica estructural capitalista de concentrar la riqueza en pocas manos, siempre manchadas de sangre. Sangre de los pueblos de abajo, sean originarios o no. A mediados del año 2017, Atlantia, una corporación trasnacional perteneciente al Grupo Benetton, a través de Edizione Holding, lanzó públicamente una propuesta de adquisición del Grupo Albertis, una corporación española que actualmente regentea los peajes de autopistas en distintos lugares del mundo, entre los que se encuentran algunas de Argentina, como Autopistas del Sol y Grupo Concesionario del Oeste, entre otras. El dato no menor es que el Grupo Sideco, de la familia Macri, hasta hace poco tenía una participación accionaria del 7% en Albertis, paquete del que se desprendió después de los últimos tarifazos en los peajes, cuando la filial local de la compañía tuvo una fuerte suba del 397% en la cotización de sus acciones en la Bolsa de Valores de Buenos Aires (cada acción pasó de $ 19 a $ 89). Con esto, queda claro que en el aspecto de los negocios, Macri y Benetton tienen intereses particulares comunes, más allá de que finalmente no serán socios comerciales: Benetton estuvo a punto de asociarse con Macri en el negocio de los peajes de autopistas, pero finalmente Macri vendió su parte a Natal Inversiones (otro de los accionistas de Albertis), para eludir conflictos de intereses, no sin antes efectuar la maniobra financiera de inflar las acciones con los tarifazos, desde su asunción presidencial, hasta su venta, un año y medio después.[9]“Todo es resistencia ancestral mapuche”, sentencia el compañero de la Lof. No solo que 7 personas respondan con piedras contra 300 gendarmes y logren mantener el territorio; no solo el sabotaje hacia la maquinaria extractivista que destruye la biodiversidad, sino también la espiritualidad, las plantas, el idioma, el convivir en comunidad autónoma y libre pero en solidaridad con toda la nación mapuche, con el WallMapu. La resistencia de las comunidades es diversa, tienen semejanzas y tienen diferencias, pero la nación mapuche está dispuesta a liberarse del colonialismo capitalista. Por este motivos, las comunidades que integran el MAP (Movimiento Autónomo del PuelMapu) no niegan la Resistencia Ancestral Mapuche, no niegan la ofensiva de abajo hacia la violencia de arriba constante del Estado-Corporación, no niegan esa lucha digna y justa. Lo que sí niegan, es el carácter ridículo, fantasioso y estigmatizante que les ha otorgado la ministra Bullrich y sus súbditos. Carácter fascista y reaccionario de un Estado opresor que se opone a toda autonomía y libertad: Ante el nefasto informe del ministerio de seguridad de Argentina a la cabeza de su ministra, Patricia Bullrich, el cual es avalado por los gobernadores de las provincias de Rio Negro, Chubut y Neuquén El Movimiento Mapuche Autónomo del PuelMapu declara:
Lof en Resistencia HualaWe
“Y un día aprendí a escuchar”
“— ¿Tenés título?”“— No importa si tengo título, realizo control territorial hace dos años”. María Isabel Huala, mamá de Facundo, reproduce ese diálogo que tuvo con un policía en una de las tantas intimidaciones que sufre en su comunidad HualaWe. Las tierras que recupera la Lof formaban parte del Ejército argentino. Antes, nos cuenta Isabel, existían muchas comunidades mapuche: “La mayor población habitaba estas zonas, denominadas Furilofche. Con el tiempo nos desaparecieron de la historia”. Mujer alegre, aguerrida y frontal, dispuesta a dar todo por sus hijxs. También cautelosa. Antes de conocernos, nos había preguntado si eramos de algún partido político y además, en relación con nuestras visitas a las otras comunidades, nos aclaró que esperaba que no se tergiverse nada. Isabel, en compañía de su hija menor, nos recibe con una bebida tradicional de su pueblo: el muday, una bebida de color amarillo-blancuzco que contiene los restos de los granos que se usaron para elaborarla. No pasa mucho tiempo, luego de la presentación y de sentarnos en la mesa, que comienza a informarnos de la situación del pueblo mapuche. Crítica a las invenciones del Ministerio de Seguridad cuya función es la creación del enemigo interno, sostiene lo siguiente: “Existe una constante persecución política, la ministra sigue sosteniendo su demonio, nosotros como mapuche vamos a seguir resistiendo, acá en esta zona, como hace más de 130 años, que no es nada a los miles de años que tiene nuestro pueblo. Por más que inventen lo que inventen, seguiremos resistiendo”. Encamina su charla hacia una de las causas del conflicto: la Conquista. En las tierras usurpadas por Benetton, se realizó en los tiempos de la Conquista “un rejunte de gente que se la llevó caminando desde Neuquén hasta allá abajo (Chubut). A la gente que no podía caminar más se les cortaban las talones, a las mujeres que estaban por parir las dejaban tiradas”. Masacres y despojos son comunes denominadores de toda consolidación estatal. Los Estados nacen y se constituyen a partir de conquistas y genocidios. Un punto fuerte en el discurso de Isabel es la espiritualidad entrelazada con el territorio y la vida del pueblo mapuche: “Al encontrar nuestra propia espiritualidad encontramos todo, el idioma, el territorio y la vida mapuche, porque la misma naturaleza tiene esa espiritualidad, recuperamos el territorio para vivir como mapuche. Espiritualmente tenemos esa necesidad de la tierra, esa necesidad de la naturaleza y de esa espiritualidad que nos cortaron. No es casualidad que mucha gente se esté levantando en estos tiempos porque están renaciendo los guerreros que fueron masacrados cuatro o cinco generaciones atrás. Y es por eso que recuperamos los territorios aptos, porque no podemos recuperar un terrenito en la ciudad que está cooptado por el cemento, por el alcohol, por las drogas, por las iglesias. Por un sistema que te enseña a ser argentinito o chilenito”. Reconoce que hay que conocer otras formas de educación pero “la educación de base tiene que ser mapuche, con la espiritualidad, con el idioma…estamos en un aprendizaje comunitario. Mi padre me enseñó a escuchar el viento, me enseñó de plantas medicinales, me enseñó que tenemos otros sentidos. `Escuche india´ me decía mi padre, `india salvaje´ o `madre selva´ me decían, y yo orgullosa. Yo escuchaba un vecino cortando leña o los ruidos de los autos. Y un día aprendí a escuchar”. Entre risas y focalizando una mirada de añoranza pero también puesta en un nuevo resurgir, es que Isabel nos va contando su camino hacia la elección de vida mapuche. Una vida en autonomía, autogestiva y en respeto con la tierra. Continúa contando su experiencia y su modo de ver la espiritualidad: “No es que hoy me reconozco mapuche y mañana recupero un territorio, hay un proceso para el volver a ser mapuche. Cada cual ve donde encuentra su espiritualidad. Hay algunos que se meten en un partido político y no los sacás de ahí. Después con la edad se dan cuenta de que perdieron mucho tiempo. A mí no me gustan los partidos políticos. Mi identidad la encontré con mi hijo Facundo, la encontré cuando él tenía 11 años y empezamos a caminar este camino que me tiene en este lugar viviendo como mapuche. Con la tristeza de que está encarcelado y esperando que haya justicia en este sistema donde no la hay. No sé lo que pueda llegar a pasar pero soy capaz de cualquier cosa si le pasa algo a mi hijo, eso que lo tengan bien por seguro los gobernantes de turno, los idiotas de turno que estén más adelante porque yo parí mis hijos para que tengan un futuro. Yo sé que no son delincuentes, no somos delincuentes, no somos terroristas, soy bastante pacífica si me buscan por el lado amable y si me buscan por el lado torcido soy bastante violenta también y si me tocan a uno de mis hijos soy capaz de sacarle el ojo a cualquiera”. A pesar de la seriedad y firmeza en sus palabras, nos transmite que la convicción de su lucha la lleva con alegría, con un espíritu en alto que está dispuesto a dar pelea por una causa justa. Isabel nos vuelve a remarcar lo que ya nos dijeron otras comunidades: “La resistencia y la lucha no es en contra de la gente, la resistencia y la lucha es en contra de los que nos negaron, a nuestra gente les negaron hablar mapuzungun, hasta hace 50 años atrás si te encontraban hablando mapuzungun te dejan 3 o 4 días colgado del techo de una cárcel con la cabeza para abajo. No queremos sacarle la tierra a hijos de italianos o a los suizos porque mi familia convivieron con ellos”. Dejar de resistir no es una opción, dejarse callar no está en los planes del mapuche a pesar de la sistemática violencia estatal y empresarial: “No nos vamos a callar, no me voy a callar aunque me tengan apretado el cogote y me estén cortando la lengua. Si puedo seguir hablando voy a seguir hablando, no me voy a callar la boca, porque, ¿qué más nos pueden hacer que no les hayan hecho a nuestros antepasados?, ¿matarnos? No importan si nos matan, volveremos a nacer, ya no les tenemos miedo ni a la muerte. Entonces, eso es lo que a ellos les da miedo”. Como afirmó el comunicado del Movimiento Autónomo del PuelMapu, Resistencia ancestral existió, existe y existirá mientras el pueblo mapuche siga siendo oprimido por el Estado argentino. En relación con este postulado, Isabel nos transmite un concepto de su pueblo: Kiñe Rakizuam (tener un solo pensamiento). La resistencia se hace con piedras frente a la Gendarmería, con sabotajes al empresariado extractivista, pero también recuperando el idioma, la espiritualidad, la cultura, el territorio y la forma de vida mapuche: “Nuestras comunidades son todas diversas, cada Lof es un mundo aparte, como dijo alguien, muchos mundos dentro de un mundo. Sé que venimos resistiendo ancestralmente, no es casualidad que hayan tardado 500 años en entrar la corona española como la República Argentina como la República de Chile. Cada referente mapuche hace lo que puede como puede, porque no estamos financiados por Inglaterra (risas), nos tenemos que manejar por sí solos. Si somos mapuches tenemos una resistencia que la viene sufriendo nuestros abuelos y los abuelos de ellos. Traemos una mochila muy grande y pesada como mapuche porque hay mucha tristeza y mucha tortura hacia nuestra gente; nuestros abuelos fueron esclavos, nuestra gente fue mutilada, nuestros guerreros fueron masacrados y no los pudimos contar. No sabemos cuanta gente quedó dispersa y desparramada por la Pampa. Lo que sí sabemos es lo que contaban los abuelos. Hay historias muy tristes de nuestras comunidades como las que le arrancaban de los brazos a los niños de nuestras hermanas y los clavaban en lanzas, como que los niños a partir de los 8 años pasaban a degüello, los varoncitos, porque podían ser futuros guerreros, hoy diría la Bullrich futuros terroristas, le falta poco para llegar a eso. Ella mata por la espalda. Tenemos una mochila muy pesada, y la que tenemos que llevar hacia adelante también es pesada pero tenemos que resistir para que nuestros futuros hijos, nietos, bisnietos puedan volver a ser mapuche. Entonces, desde la mirada que vos lo pongas, el peso que traemos es mucho. La prisión digna que está llevando adelante mi hijo es porque está pensado en las futuras generaciones”. Nuevamente surgen intimidaciones de la PDI (Policía de Investigaciones) de Chile hacia familiares suyos y extorsiones de los gobernantes locales hacia parte del pueblo mapuche para callar y amedrentar. Por ejemplo, el ofrecimiento de una casa a una ex pareja de Fausto Jones Huala para que declare en su contra. En este sentido, Isabel afirma que “eso se llama persecución, se llama terrorismo de Estado, se llama plan sistemático. ¿Quiénes son el grano en el culo de Bullrich y Macri?, somos nosotros los mapuche, porque no nos callamos. Por eso el invento de subversivos, terroristas. Aprendimos a defendernos con sus propias armas, con sus propias leyes, por eso tienen que violar sus propias leyes, tienen que mandar a matar a Rafael por la espalda para demostrar que somos `terroristas´. A mí me gustaría tener a la Bullrich de frente, me gustaría traerla una semana acá y que haga el trabajo que yo hago, porque para ella va a ser una tortura; me gustaría tenerla una semana acá, que venga y corte leña con el hacha, que mantenga el fuego prendido día y noche porque hay una criatura que tiene que tener calor, que le dé de comer a esos animalitos que tengo afuera todos los días, a la mañana y a la tarde y que sin estar financiada por Estados Unidos tenga que conseguir el alimento para esos animales, eso le haría yo a la Bullrich, a Macri también. Los invito a venir de vacaciones a mi comunidad, pero a trabajar. Lamentablemente no van a venir”. Quizás la elección de hospedaje de estos funcionarios sería más bien la humilde morada de su colega Lewis. La lucha por una causa en común es una de las miradas constantes en Isabel: “Yo viví la época de la dictadura, por eso no les tengo miedo, ¿que más pueden hacernos?, matarnos. Mucha de nuestra gente murió por luchar. Este exterminio y este plan sistemático no nos pasan solo a nosotros, en el mundo también están pasando. Por eso hay que unirse, hay que tomar conciencia, hay que hacerles pensar a los jóvenes, a los niños, que ese señor Estado es uno solo, ese señor Estado está allá arriba porque nosotros le permitimos que siga estando. Es una pirámide, si la parte de más abajo se retoba y se mueve, los de allá arriba caen solos. En mis últimos viajes me gustó que se esté tomando conciencia en Buenos Aires. Pude hablar y dar a conocer nuestra lucha. Pero también hay mucha cosa de llevar agua para su molino, cada organización busca llevar agua para su molino y que la gente tenga una sola idea. Acá no se trata de ser de éste, de aquél o del otro, sino que acá se trata de liberarnos, de liberarnos como pueblo oprimido, de liberarnos como mapuche nosotros, de liberarnos de la pobreza que se viene si no se para esto y no estar todo el tiempo buscando ventaja. Hay que juntarse, unirse y luchar con las diferencias. Siempre va haber diferencias, nosotros las tenemos como comunidades. Pero si a mi hermano lo están cagando a palos, o lo están cagando a tiros, no me voy a preocupar porque no me gustó el discurso que hizo la semana pasada, me voy a preocupar por ayudarle y por ir a ver cómo está y salvarle la vida, si es necesario. Las comunidades nos juntamos más allá de las diferencias, las diferencias quedan de lado. En estos momentos yo creo que estamos todos unidos sabiendo quién es quién. Si me necesitan, estoy”. El diálogo con el Estado, mientras no reconozca el genocidio y la posterior usurpación de tierras hacia los pueblos originarios, carece de seriedad para Isabel: “El diálogo se podría dar si el Estado reconoce el genocidio, con un diálogo serio. No me puedo sentar a dialogar con alguien que no dialoga con nuestra gente. Porque son ellos los que mandan a matar a las comunidades, son ellos los que hacen que los niños sufran desnutrición, muertes, enfermedades. Son ellos los que van a talar los bosques y dejarlos sin animales para que nuestra gente coma. Son ellos los que llevan los agrotóxicos, porque ellos ponen la firma, el sello. Entonces yo no me sentaría a hablar con el enemigo porque así uno está avalando que sigan matando”. Sin embargo, Isabel acepta a quienes creen que así se puede conseguir algo. No quiere tener relación con personalismos que se casan con el señor Estado, pero sí apoya las luchas de otros pueblos, por ejemplo, las luchas del pueblo qom y del pueblo wichí. La diversidad del pueblo mapuche encuentra a los mismos enemigos tanto de este lado como del otro de la cordillera, los Estados y los grupos económicos concentrados: “Nuestro pueblo mapuche es amplio, es diverso, es grande, no somos solamente acá mapuche, del otro lado hay miles y a nosotros nos dividen dos aduanas, no nos divide la cordillera. Nos dividen las aduanas y las leyes que no cumplen. Atrás del Estado está la Sociedad Rural y los grandes empresarios”. Las últimas palabras de Isabel nos dejan ese nudo en la garganta que aparece cuando revivimos que lo injusto, lo que no entiende de solidaridad y de libertad, corporizado en este caso en mercenarios de verde oliva serviles al Estado y a Benetton, nos arrebató la vida de un compañero. La bronca y las lágrimas interrumpen en la charla y nos dejan atónitos, pero sin lugar a dudas, nos vamos de la comunidad HualaWe (como dijo un compañero), un poco más sabixs y con mucha más newen: “Hay que luchar, la única manera de cambiar el mundo para las futuras generaciones es luchando. No permitiendo la megaminería, las hidroeléctricas, las forestales, los agrotóxicos, las papeleras. Luchando y defendiendo la mapu, defendiendo la tierra, defendiendo los espacios naturales que todavía nos quedan para desarrollarnos. Volver a ser mapuche nosotros los mapuche y ustedes poder construir sobre las diferencias que hay entre el pueblo mapuche y el pueblo no mapuche, y se puede, Santiago lo demostró. Santiago demostró que se podía acompañar. Lástima que este sistema de muerte lo arrebató. Quisieron matarlo porque lo confundieron con un mapuche. Ellos pensaron que era un mapuche que habían atrapado. Se equivocaron muy feo, porque en vez de desaparecerlo, lo que hicieron es revivirlo y que en cada uno de nosotros y cada uno de ustedes y cada una de las personas que entienden la lucha reviva y siga viviendo. Entonces, le debo un abrazo a esa madre, a ese padre, a esos hermanos y hubiese sido un hijo del corazón si hubiese estado vivo. Porque a él lo desaparecieron pidiendo la libertad de mi hijo, entonces, hay que seguir luchando”. Roscigna Nota: este trabajo fue realizado gracias a la iniciativa de medios autogestivos como Periódico Gato Negro, Encapuchad(A) No TV, Editorial Kakuy y a la colaboración solidaria y desinteresada de diversas individualidades que construyen, bajo las cercanas ruinas de la inercia capitalista, un mundo nuevo donde se respiran aires de libertad. Notas [1] Aranda, Darío. “¿Qué hay detrás de la campaña antimapuche?” Lavaca [en línea]. 27 de noviembre de 2017. Fecha de consulta: 18 de febrero de 2018. Disponible en: http://www.lavaca.org/notas/que-hay-detras-de-la-campana-antimapuche-extractivismo-medios-y-un-genocidio-que-no-termina/ [2] Aranda, D., ibíd. [3] Aranda, D., ibíd. [4] “Normativa de pueblos indígenas”. Argentina.gob.ar [en línea]. Fecha de consulta: 18 de febrero de 2018. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/trabajo/pueblosindigenas/normativa [5] Investigadores del CONICET. “Los mapuches no son `indios chilenos´, sino pueblos preexistentes”. ANRed [en línea]. 15 de enero de 2017. Fecha de consulta: 18 de febrero de 2018. Disponible en: http://anred.org/spip.php?breve12253 [6] Editorial Río Negro S.A. “Una doncella mapuche de 900 años”. Ríonegro.con.ar[en línea]. 28 de mayo de 2016. Fecha de consulta: 18 de feberro de 2018. Disponible en: http://www.rionegro.com.ar/sociedad/una-doncella-mapuche-de-900-anos-MA424439 [7] Lenton, Diana. “Entrevista a Diana Lenton, antropóloga especialista en genocidio y políticas indígenas”. “Punto de Vista” (2017) en Canal Abierto. Disponible en: https://youtu.be/lAZikxH7G7M [8] Minsud Resources. (2011). Fecha de consulta: 18 de febero de 2018. Disponible en: http://www.minsud.com/en/2018. [9] Soria, Federico. “Benetton: el mayor terrateniente de Argentina”. Federico-Soria.blogspot.com.ar [en línea]. 15 de agosto de 2017. Fecha de consulta: 22 de febrero de 2018. Disponible en: http://federico-soria.blogspot.com.ar/2017/08/benetton-el-mayor-terrateniente-de.html [10] Red de apoyo comunidades en conflicto-MAP. “Comunicado público 10 de enero de 2018”. Red de apoyo comunidades en conflicto-MAP [en línea]. 10 de enero de 2018. Fecha de consulta: 18 de febrero de 2018. Disponible en: https://www.facebook.com/ApoyoMap/ Read more ... |
Posted: 01 Mar 2018 11:03 AM PST
Salvador Puig Antich. Presó Model de Barcelona. 2 de març de 1974- 2 de març 2018. Passats 44 anys del seu assassinat: NI OBLIT NI PERDÓ!!!
La lluita que en Salvador amb molts altres companys vam pendre i pel que el van matar continua ara en contra d'aquest capitalisme cada cop més salvatge i en contra de les repressions dels Estats i les seves servituds i esclavatges. La lluita continua: guerra al capital, guerra social i guerra als Estats. Els amics i excompanys del Salvador i del MIL et recordem avui pel que vas viure, pel que vas lluitar i pel que et van matar. Ni un pas enrere, salut i anarquia!!! Read more ... |
Posted: 01 Mar 2018 10:37 AM PST
Por fin podemos anunciar las "III Jornadas sobre la guerra civil y la revolución social en el Alto Palancia" que se van a celebrar en Segorbe el viernes 2 y el sábado 3 de Marzo. Para esta nueva edición tenemos la suerte de contar con tres ponentes como Carlos García, Harald Piotrowski y Lluis Rajadell. La primera conferencia se celebrará el viernes en el Edificio Glorieta a las 19:00h y la del sábado por la mañana será en el Bar Homer a las 12:00h.
En segundo lugar, el sábado a las 12:00h, el periodista Lluis Rajadell nos presentara el libro "La ternura del pistolero. Batiste, el anarquista indómito". Juan Bautista Albesa Segura, controvertido anarquista de Valderrobres, fue responsable de una de las unidades guerrilleras del Ejercito Republicano conocidas como los "Hijos de la Noche", grupos especializados en infiltraciones tras las lineas enemigas con labores de desgaste del enemigo, espionaje, rescate de compañeros, sabotajes, golpes de mano...etc. Enemigo acérrimo del comunista Enrique Líster, elaboró un plan para eliminarlo que fue rechazado por el Comité Nacional de la CNT. Read more ... |
Posted: 01 Mar 2018 06:19 AM PST
Nota previa: Me ha parecido importante y necesario elaborar un escrito de réplica al mencionado texto de Esteban Vidal, aun a pesar de ser consciente de que lo hago desde la perspectiva de un hombre cis blanco que vive en Europa. Sé que para el tema a abordar estaría mucho mejor que otras voces no blancas, no masculinas, no cis, en definitiva, voces más involucradas en algunas de las opresiones y luchas que se nombran. No obstante, he intentado citar a personas que sí vivieron en primera persona esas experiencias, y tampoco pretendo usurpar ninguna voz ni es mi intención hablar por nadie. Simplemente, he querido aportar mi punto de vista, pero si alguien conoce respuestas a ese mismo texto que partan de voces no cismasculinas, no blancas etc. le agradecería mucho que me las enviase al mail del blog para poder contribuír a su difusión.
Hace algunas semanas, apareció publicado en el sitio web anarquista Portal Libertario Oaca un texto firmado por Esteban Vidal y con el título “Lo personal no es político”. Mediante unos argumentos redundantes y huecos, y utilizando una dialéctica a la defensiva, pretende rebatir la conocida máxima feminista (atribuída a diferentes autoras, desde Carol Hanisch hasta Kate Millet) de “Lo personal es político”, que revolucionó sin lugar a dudas la teoría y la práctica no sólo del feminismo sino de todos los movimientos sociales y luchas revolucionarias, impulsándolos hacia una crítica no sólo de las estructuras materiales del sistema dentro del cuerpo social sino también de nuestros propios actos y valores, entendiendo que, al ser personas socializadas dentro de un sistema como éste, en función de nuestras características personales (raza, nacionalidad, sexo y género, orientación sexual, cultura, capacidades físicas o psicológicas…) hemos adquirido una serie de privilegios que, a su vez, marcan nuestra existencia en todos sus aspectos, ya que son el factor que determinará nuestra visibilidad y reconocimiento como sujetos válidos en multitud de ámbitos, las opresiones y agresiones a las que tendremos que hacer frente, la cantidad de violencia que nos enseñarán a naturalizar o a ejercer hacia otres etc., y que por eso es fundamental cuestionar y revisar también nuestros propios procesos de socialización, nuestra cultura, nuestros valores, nuestros actos, preferencias, deseos, y nuestra manera de relacionarnos con el entorno y con les demás, desde lo social pero también desde dentro.
El autor de este escrito viene a decir que este planteamiento supondría, a su modo de ver, que todo cuanto atañe a la esfera personal de cada individue se convierta en algo de interés social/colectivo, debido a que sólo entiende la política en esos términos. Primer error. Entender la política en términos estrictamente sociales y colectivos significa obviar lo antes mencionado, que somos producto de un sistema y de una realidad políticas, que nuestras existencias son existencias políticas, que desde la ropa que vestimos, hasta la comida que comemos, el lenguaje que utilizamos o los lazos que construímos, son cuestiones políticas. En ningún momento las autoras que usaron esta frase dijeron nada sobre anular a les individues ni sobre privarles de su intimidad, ni de su identidad como tales. Tampoco dijeron nada sobre que la gestión de su esfera personal de repente le corresponda a la sociedad o al Estado. Por el contrario, reconocían la importancia de sabernos como sujetos políticos, cada une de nosotres, como individues, y desde ahí, luchar. Lo que yo creo que pretendían (y esto lo digo siendo consciente de que hago una lectura masculina y cis, lo cual también es un factor a tener en cuenta) era precisamente reconocer que cada sociedad o colectividad se encuentra formada por personas con muchas diferencias entre sí, diferencias que en este mundo conllevan posiciones de opresión o de privilegio, diferencias que definen quiénes somos a nuestros propios ojos y a ojos del resto, y a qué tenemos derecho, en un mundo de fronteras y muros, de jerarquías y barreras. Por eso, de igual modo que luchamos desde lo colectivo, entendiéndonos como parte de diferentes comunidades históricamente oprimidas y violentadas por las normas de los Estados, del Patriarcado y del Capital, también es importante luchar desde lo individual para revisar y destruír todos aquellos aprendizajes que nos hacen comportarnos como aquello que combatimos. Porque de nada valdrá derrocar a ningún Estado opresor, ni derribar el orden patriarcal instituído, ni cortarle la cabeza a ningún explotador capitalista si acto seguido vamos a comportarnos como él.
Vidal acusa a las autoras que popularizaron la frase Lo personal es político de pretender transformar la esfera individual en algo político. No obstante, no entiende que lo personal ya era algo político antes de que Hanisch, Millet y compañía hiciesen popular esa frase. Lo único que ellas hicieron fue señalar una obviedad . Lo personal no es político, dice Esteban Vidal. Yo digo que…
Lo personal es político porque nuestra manera de percibir el entorno, de relacionarnos, de entender nuestros deseos, nuestras emociones, nuestra autoestima y nuestra propia autopercepción, están marcadas por las condiciones políticas vigentes. Porque la separación entre lo personal y lo político sólo les interesa a quienes quieren mantener la política en manos de sus profesionales, polítiques, estadistas, economistas, juristas, pedagogues y hombres de partido que nos sigan diciendo lo que debemos hacer, cómo debemos vivir, interactuar con otres y con nuestro alrededor, sentir, alimentarnos, disfrutar y hasta respirar. Es decir, sólo le interesa al Estado y a sus representantes.
Lo personal es político porque el amor, el deseo sexual, el erotismo, fueron históricamente enajenados por la cultura patriarcal imperante. Por lo tanto, aprender a amar(nos), a cuidar(nos), a relacionarnos fuera de esas lógicas patriarcales y de poder es fundamental si aspiramos a un mundo sin autoridad. Y eso también es una lucha política.
Lo personal es político porque para todas aquellas personas cuyo cuerpo no encaja con lo establecido, porque son gordas, porque son trans, porque son diverses…, su cuerpo es otro campo de batalla, cargado de oscuras cicatrices que contienen recuerdos todavía más oscuros. Porque la manera de entender el cuerpo propio (¡y el ajeno!) y nuestra relación con él no es más que pura política, y ¿qué hay más íntimo y personal que nuestros cuerpos?
Lo personal es político porque lo personal no es neutro. Porque si nos expresamos de un modo, si nos juzgamos, si reproducimos roles autoritarios y oprimimos a otres constantemente y si a veces sentimos que tenemos al enemigo en la lengua y en el gesto, no es por casualidad, sino porque nos han educado para ello. Porque este mundo se nutre de ese poder que nosotres mismes ejercemos, muchas veces sin querer, sobre otres. Porque el poder, en todas sus formas, no es un ente abstracto o un ser divino omnipotente que determina nuestros destinos desde algún plano de realidad paralelo. Es un complejo de relaciones sociales que van desde lo personal hasta lo colectivo y vice-versa. Porque el modo en el que actuamos es lo que mantiene en pie (o lo que podría derribar) las estructuras de este mundo. Porque quien pretende mantener lo personal en un lugar de supuesta “neutralidad” es por la simple razón de que jamás ha tenido que enfrentarse a una situación de violencia política por su simple razón de ser.
En su texto Teoría de la Mujer Enferma (sin duda recomendadísima lectura), Johanna Evda escribe lo siguiente:
Touché, Evda. Claro y conciso. Y es que, ¿cómo no plantearse lo político desde lo personal cuando hasta el hecho de comer cada día o de dormir cada noche bajo un techo, forma parte de un privilegio determinado por un sistema político? ¿Cómo no plantearnos que lo personal es político cuando mientras nosotrOs, hombres cis blancos de la clase media de las urbes occidentales, estamos encerrados en nuestros locales “anarquistas” discutiendo sobre política, historia, economía, o hablando sobre (y en nombre de) la lucha de otras personas de territorios lejanos (y no tan lejanos) cuya existencia supone hacer frente a un nivel de agresión extremadamente alto (y cuya opresión, de hecho, se nutre de nuestros privilegios), en otros lugares ya no del mundo sino de nuestras propias ciudades hay personas que están destrozadas, personas abandonadas en la calle, personas que aunque quieran trabajar para obtener dinero con el que sobrevivir no pueden porque sus problemas mentales o físicos no se lo permiten, o porque simplemente, su color de piel genera desconfianzas, personas que aunque quieran alquilar un piso no pueden porque no tienen papeles, personas que ya quisieran poder salir a apedrear bancos o a hacer pintadas, a construir huertos urbanos o a liberar espacios de la especulación, a atacar a la policía o a intercambiar fanzines, pero que viven aterrorizadas de simplemente poner un pie en la escalera que hay más allá de la puerta de sus casas?
Peggy McIntosh, mujer feminista negra de EE.UU., dijo esto:
Esto debería ayudar también a que nos planteemos desde qué posición y desde qué vivencias emitimos según qué críticas.
Creo que ya es hora de dejar de escribir chorradas victimistas para acomodar nuestros privilegios en una nueva dialéctica reaccionaria con tintes “libertarios”, confundiendo la libertad individual con el margen de elección que permita dañar a otres. También creo que ciertos sitios web anarquistas deberían tener un poquito más de criterio antes de publicar según qué posicionamientos que, de hecho, agreden a multitud de compañeres y de personas, menospreciando sus luchas, ridiculizando las amenazas y agresiones a las que han de hacer frente. Y por último, creo que antes de permitirnos la licencia de dar lecciones a nadie sobre lucha, sobre guerra social o revolución, quizá deberíamos empezar por un esfuerzo personal para librarnos de la mierda autoritaria que aprendimos y que llevamos con nosotres. No se trata de entender la “coherencia” como un nuevo dogma o como un requisito. Todes tenemos contradicciones, fallos y actitudes que dejan entrever privilegios. En revisarlo y en entender esa batalla como un esfuerzo permanente y agotador por intentar romper con la dominación en nuestras vidas está el auténtico peso y el significado y valor real de toda nuestra teoría y de ese supuesto mundo nuevo que llevamos en los corazones. Se trata de entender la coherencia y la sobriedad en nuestras vidas y en nuestras luchas como un compromiso y como un camino largo, y no como un sacrificio, aunque tampoco como una frivolidad.
Y sobre todo y por encima de todo, debemos entender que es urgente construir espacios inclusivos y seguros para todes, y que cualquiera para quien ésto no sea una prioridad, no tiene nada que hacer a nuestro lado.
Porque mandar nos repugna tanto como obedecer.
Porque la anarquía no es la meta, es el camino de nuestros pasos. Procuremos que viva…
Rebelión de las Palabras
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Posted: 28 Feb 2018 09:13 AM PST
A Emilio Madrid, in memoriam
¿Qué son los derechos humanos? En las revoluciones burguesas de Francia y Estados Unidos de finales del siglo XVIII, los llamados derechos del hombre aparecen configurados como derechos políticos. Los derechos del hombre se diferencian de los derechos del ciudadano. El hombre tiene unos derechos naturales por el mero hecho de haber nacido (aunque inicialmente se excluía a la mujer y a los esclavos); el ciudadano tiene unos derechos como hombre que vive en sociedad. Los derechos del hombre se reconocían como tales porque se consideraba que existían previamente a la Revolución francesa, eran unos derechos universales y naturales que se reconocían como tales en la Declaración de derechos del hombre. Debe constatarse que los llamados derechos del hombre, diferenciados de los derechos del ciudadano, no son sino los derechos del individuo burgués, del miembro de la sociedad civil, vale decir, del hombre egoísta, del hombre separado de los otros hombres y de la comunidad. La constitución más radical, la Constitución de 1793, decía en su artículo 2: “Estos derechos, (los derechos naturales e imprescriptibles) son: la igualdad, la libertad, la seguridad, la propiedad”. ¿En qué consiste la libertad? En su artículo 6 afirma: “La libertad es el poder que pertenece al hombre de hacer todo lo que no perjudique los derechos de otro”; o, según la Declaración de los derechos del hombre de 1791: “La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a otro”. La libertad es, pues, el derecho de hacer y de ejercer lo que no daña a otro. El límite es establecido por la ley, del mismo modo que se delimitan dos campos: mediante una cerca. Se trata de la libertad del hombre como un individuo, aislado y autosuficiente, replegado sobre sí mismo. Por esta razón, el derecho del hombre a la libertad no se basa en la relación del hombre (individuo) con otro individuo, sino más bien en el aislamiento del individuo respecto de otro individuo. Es el derecho al aislamiento, el derecho del individuo limitado: limitado a sí mismo y separado de la comunidad. La aplicación práctica del derecho del hombre a la libertad es el derecho individual a la propiedad privada. ¿En qué consiste el derecho del hombre a la propiedad privada? Según el artículo 16 de la Constitución francesa de 1793: “El derecho de propiedad es el que pertenece a todo ciudadano de gozar y disponer a su antojo de sus bienes, de sus rentas, del fruto de su trabajo y de su industria”. El derecho a la propiedad privada es el derecho a gozar arbitrariamente del propio patrimonio. Dicha libertad individual es el fundamento de la sociedad civil, dejando que cada hombre encuentre en otro hombre no la realización, sino más bien el límite de su libertad. El derecho a la propiedad es el derecho fundamental de la sociedad burguesa y del capitalismo. Quedan todavía los otros derechos del hombre: la igualdad y la seguridad. La igualdad no es sino la igualdad de todos los individuos ante la ley. El artículo 3 de la Constitución de 1795 la define de este modo: “La igualdad consiste en que la ley es la misma para todos, sea que proteja o que castigue”. La igualdad es siempre igualdad jurídica, nunca una igualdad económica, social o política. ¿Y la seguridad? En el artículo 8 de la Constitución de 1793 es definida así: “La seguridad consiste en la protección acordada por la sociedad a cada uno de sus miembros para la conservación de su persona, sus derechos y sus propiedades”. La seguridad es el supremo concepto social de la sociedad civil burguesa, el concepto de la policía como garante y sustento del orden social: que toda la sociedad existe sólo para garantizar a cada uno de sus miembros la conservación de su persona, de sus derechos y de su propiedad. El concepto burgués de seguridad le reafirma en su esencial egoísmo. La seguridad es más bien el seguro de su egoísmo, el derecho a su propiedad. De la gloriosa trilogía del lema de la Revolución francesa, en sus inicios: libertad, igualdad y fraternidad, ya se había sustituido a la fraternidad por la propiedad. En el invierno de 1795-1796 la reivindicación de los sans-culottes del derecho a la vida, esto es, del derecho a no morirse de hambre, había sido derrotada a cañonazos en las calles de París. Prevalecía el derecho a la seguridad de los burgueses: la propiedad era prioritaria, sagrada e inmutable. Esos mismos cañones asentaban la democracia representativa como la única posible y arrasaban con la práctica de democracia directa que ejercían los sans-culottes. Así, pues, ni uno solo de los llamados derechos del hombre va más allá del hombre egoísta, del individuo aislado y replegado sobre sí mismo, sobre su interés privado y su arbitrio privado, y siempre separado de la comunidad. La sociedad, aparece como un marco exterior a los individuos, como restricción de su independencia originaria. El único vínculo que les mantiene juntos es la exigencia natural, la necesidad y el interés privado, la conservación de su propiedad y de su persona egoísta. Esta visión del hombre como individuo aislado, egoísta, y siempre preparado para satisfacer insolidariamente sus necesidades individuales no se corresponde de ningún modo con los datos que nos revelan la antropología y la historia. Es imposible concebir al hombre de la prehistoria como individuo aislado de la comunidad, sin relación con el grupo tribal y ajeno a los intereses de la especie humana. Los llamados derechos humanos, tan mitificados como manipulados, que nos quieren hacer aceptar como algo bueno que debemos defender y como algo propio del hombre por el sólo hecho de ser hombre; que por tanto son naturales porque nacieron con el hombre y morirán con él, son simplemente los derechos del hombre burgués y como tales ni son proletarios ni éstos tienen ninguna razón para defenderlos; que los tales derechos de igualdad, libertad, seguridad, propiedad, son específicos del burgués y que como tales tienen un origen histórico y tendrán un final; que por tanto, tampoco son intrínsecos al hombre en general, ni por consiguiente inmutables y eternos. La igualdad no debe ser puramente aparente, no debe realizarse sólo en la esfera del Estado, sino en la realidad; es decir, en el terreno social y económico. El verdadero contenido de la reivindicación proletaria de la igualdad es la abolición de las clases sociales. La idea de igualdad, tanto en su forma burguesa como en su forma proletaria, es un producto de la historia y supone necesariamente circunstancias históricas determinadas. Queda claro el carácter burgués de los derechos del hombre y su carácter histórico, temporal, que no forman parte de la naturaleza humana. La defensa de los derechos humanos y de la democracia es divulgada incesante y machaconamente por los mismos que ostentan el poder político y económico en los países más desarrollados y que continuamente provocan del modo más despiadado todas las guerras que hay en el mundo y que causan hambre, sed, miseria, enfermedades, miedos y opresiones sin fin. Divulgan aquella ideología supuestamente pacifista de defensa de los derechos humanos y de la democracia precisamente para desarmar a aquellos mismos a los que han de explotar y masacrar. Por eso hay que denunciar esa ideología pacifista como lo que es: un arma del enemigo para vencernos. La única solución para terminar con toda clase de calamidades y miserias es la de eliminar a quien las engendra permanentemente, a saber, el capitalismo, ya sea en su forma democrática o fascista, pues ambas formas no son más que manifestaciones de la dictadura del Capital. Y la única forma de acabar con el Capital es luchando por una sociedad sin clases, es decir, la sociedad comunista e igualitaria. No se trata de defender unos derechos humanos ficticios, sino de examinar la situación actual y ver qué intereses reales defienden todos esos Estados democráticos y otras instituciones, tras la máscara de los derechos humanos que dicen defender. Las leyes propias del mercado crean las condiciones aptas para el surgimiento de regímenes dictatoriales, necesarios para el sometimiento y explotación de las poblaciones de los países pobres. Hay que investigar qué causas materiales, qué condiciones históricas permiten y hasta favorecen el surgimiento de las dictaduras y los dictadores, pues no son éstos los que moldean la historia sino que es, muy en primer lugar, el desarrollo de las fuerzas productivas el que da origen a una u otra clase de gobierno, teniendo en cuenta el contexto general, histórico y geográfico. El carácter abstracto de la libertad y de la igualdad bajo el Capital no impide que tales nociones tengan un contenido real. El capitalismo es el régimen que impone la esclavitud asalariada y la marginación de aquellos miserables que no pueden acceder a ser explotados. Dinero y Estado se imponen como los grandes mediadores sociales: el dinero como medida del valor de todas las mercancías (incluida la mercantilización de las relaciones humanas); el Estado como árbitro que impone la defensa del orden democrático y burgués, así como las sanciones contra sus adversarios. La democracia no es un dogma, ni una realidad inmutable a la que se puede recurrir como a algo permanente, intrínsecamente igual a sí misma, como algo separado de lo demás, como algo metafísico. Por el contrario, la democracia es un producto de la Historia, es el fruto de la evolución de la sociedad a través del tiempo. En los tiempos modernos, el liberalismo (que a fines del 19 derivó en democracia) nació como oposición al régimen que le precedía, el feudalismo, un régimen ya caduco históricamente, lo que hacía que fuese revolucionario al nacer, porque alumbraba una sociedad nueva, opuesta y superior a la precedente. Económicamente superaba al feudalismo, desarrollando extraordinariamente los medios de producción, y políticamente, liberando a los individuos del vasallaje feudal y creando un Estado “neutral” en el que todos los ciudadanos eran jurídicamente iguales. El pleno desarrollo de la democracia corresponde al pleno dominio de la burguesía como clase, cuando ésta, a través del pleno desarrollo del capitalismo, lo somete todo a su poder y no deja que nadie se lo dispute. Para conservarlo, se vuelve conservadora, reaccionaria, y para conseguirlo no duda en destruir su misma razón de ser: el desarrollo histórico de las fuerzas productivas en proporciones gigantescas. Hoy, el capitalismo destruye y degrada los recursos naturales, los bosques, los océanos, la tierra, la atmósfera, los alimentos, la existencia de millones de personas, no dudando en aplastar y masacrar la fuente que le da vida: el trabajo vivo, la fuerza de trabajo, de cuya explotación extrae la plusvalía que es al Capital lo que el oxígeno para el ser humano. Llegada a este punto, la democracia no es revolucionaria como lo fue al nacer, ni siquiera está justificada históricamente como en su etapa de esplendor, de desarrollo de las fuerzas productivas. Se ha vuelto reaccionaria, y para poder alargar algo su existencia recurre a ardides tales como la hoja de parra de los supuestos “derechos humanos” que tape sus vergüenzas ante millones y millones de explotados y oprimidos, vergüenzas que no pueden tapar porque están tan a la vista como lo están la explotación, la represión y toda clase de injusticias y sufrimientos de la mayor parte de la población mundial, causados precisamente por los mismos que se proclaman defensores de la democracia y de los derechos humanos, como son todos los Estados capitalistas desarrollados, cuyos dirigentes son destacados campeones de tales consignas. Y es lógico que así sea, porque la democracia es el régimen político de la burguesía, clase explotadora por excelencia, y los derechos humanos no son más que los derechos del hombre burgués, del hombre egoísta, del individuo aislado e insolidario. Así pues, lo que hay que defender no es la democracia, ni los derechos humanos, de carácter burgués, sino el derecho de los explotados y oprimidos a rebelarse contra el dominio y la esclavitud del Capital y de establecer una nueva sociedad sin clases, sin explotación, sin dinero, sin ejércitos, sin plusvalía, sin opresión, sin Estados.
Agustín Guillamón
Publicado en catalán en Catalunya núm. 173 (juny 2015)
Catalunya es el órgano de la CGT catalana
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