Boletín diario del Portal Libertario OACA |
- Los orígenes de la moneda, del crédito y del capitalismo
- Ya está disponible para descargar el nº 86 de Todo por Hacer (marzo 2018)
- El surco feminista
- [Poema] Desde Gaza, con amor
- [Poema] ¡Hasta morir!
- [10 de marzo] Presentación de "Leer en rojo"
Posted: 08 Mar 2018 10:26 AM PST
Puede parecer increíble, exagerado o afición por la paradoja o lo sensacional; pero es justo recordar que el capitalismo es mucho más antiguo que la acuñación de moneda. Economistas, historiadores y arqueólogos están de acuerdo en que la moneda surgió en la cuenca mediterránea a finales del siglo VII antes de nuestra Era, según Heródoto, por obra de los lidios, que habrían creado las primeras monedas con una aleación de oro y plata. Seguramente la moneda surgió cuando algunos de los más importantes imperios de la antigüedad llevaban muertos y sepultados desde hacía mucho tiempo. Anteriormente, para los intercambios y la determinación de los bienes y de los seres humanos, se hacía referencia a objetos de cuenta de los tipos más variados: ganado, cereales, armas, accesorios, esclavos e incluso mujeres, dado el carácter mucho más machista de épocas pasadas respecto a la actualidad. Se han descubierto contratos comerciales y también financieros, redactados en caracteres cuneiformes, asimilados a ciertos productos derivados que se creían prerrogativa de la edad contemporánea o, al menos, del capitalismo moderno. Obviamente, las características del capitalismo de la época eran muy diferentes de las posteriores si se quiere afirmar algún principio del tipo “nada nuevo bajo el sol” o reducir las cosas a la fórmula “todo es igual a todo”.
Pretendemos remarcar que las actividades productivas, financieras y comerciales se sitúan en la noche de los tiempos, y que su reglamentación, gestión y registros son como poco parejos al nacimiento de la escritura, por no decir que están en su origen. Por otro lado, parece que las exigencias de medida, registro y regulación de las actividades agrícolas y, en general, productivas y mercantiles, tendrían que considerarse también como las fuentes primigenias de las matemáticas, la geometría y la astronomía en la Edad Antigua. El tipo y la calidad de las producciones de la Edad del Cobre, del Bronce y del Neolítico, y la existencia de edificios y monumentos megalíticos en épocas en las que se creía que se vivía exclusivamente de la caza y la recolección, obligan a pensar que ya por entonces se produciría actividad de tipo financiero y comercial. Ya en el Neolítico hay quien ha emprendido largos y peligrosos viajes para conseguir obsidiana, utilizada para la producción de objetos que han encontrado después los arqueólogos. Lo mismo sirve, con mayor razón, en épocas sucesivas, para materias primas como el cobre y el estaño, necesarios para la producción de objetos y armas en cobre y bronce, y después en hierro. Obviamente, la capacidad de elaboración y combinación de los metales requería un nivel de conocimiento, y la posesión de tecnología adecuada a la complejidad y dificultad de esos procesos productivos. La obtención de las materias primas comportaba, entre otras cosas, un nivel evolucionado de intercambios, que se extendían desde las Columnas de Hércules hasta las Islas Británicas, y a las costas bálticas, para conseguir el estaño y el ámbar, y hasta la Arabia Feliz y el Extremo Oriente para el incienso y la seda. El desarrollo de tales tráficos implicaba el conocimiento de varios pueblos interesados, y de sus culturas y reglas comerciales, además de la posesión de medios de cambio aptos para servir de contrapartida y, sobre todo, crédito, es decir, confianza recíproca entre las partes para garantizar una razonable probabilidad, si no seguridad, en el resultado positivos de las operaciones de intercambio. De hecho, la reseña de los elementos necesarios en la antigüedad lleva a la inevitable deducción de que incluso entonces existía una especie de globalización ante litteram de las actividades productivas, financieras y mercantiles. Durante la mayor parte de su duración, esta economía carecía de moneda acuñada e incluso de papel moneda, al menos en el sentido estricto y moderno del término. Todo esto no es fruto de opiniones, sino de los datos comprobados de historiadores y arqueólogos. La diferencia más relevante entre el capitalismo moderno y contemporáneo y el de la Antigüedad y Edad Media, parece derivarse sobre todo del hecho de que en los sistemas socioeconómicos recientes y actuales, las clases financieras detentan el poder económico y político ellas mismas, aunque la mayor parte de las veces con numerosas e importante excepciones, no ejerciéndolo directamente los hombres de negocios, banqueros o financieros. En el pasado remoto, por el contrario, y hasta época reciente, esas clases desempeñaban un papel muy importante pero por lo general subordinado a concesiones, caprichos o dictados de los soberanos y jefes religiosos. También existieron en la antigüedad las burbujas y las crisis, incluso la inflación y la pérdida de valor de la riqueza, que no siempre se podían medir en términos de moneda y de precios absolutos que en realidad eran relativos, pero sí en términos de miseria, injusticia y sufrimiento. Es oportuno subrayar que durante mucho tiempo desde su introducción, la moneda acuñada tuvo un papel secundario. Incluso durante largos periodos desapareció casi por completo y, al final, en época relativamente reciente y en pueblos y territorios en notable desarrollo, apenas existía. En todo momento, en ausencia de la moneda se ha encontrado siempre un bien que por sus características resultaba idóneo para servir en los intercambios, medida y reserva de valores. En las diferentes épocas, han servido a ese objetivo mercancías como la sal, la pimienta, las conchas, además de la plata, el oro, el cobre, el hierro. Por no hablar del tabaco, las cabezas de ganado o el whisky, además del papel moneda y los depósitos bancarios. En un libro de 1987, Galbraith recordaba que “en la experiencia americana, entre todos estos géneros, el tabaco ha tenido hasta ahora el mayor éxito. Fue usado en las colonias del Sur como dinero durante alrededor de un siglo y medio, lo que supera considerablemente a los periodos de preponderancia del oro, la plata o el papel moneda y los depósitos bancarios de los tiempos modernos”. Incluso sigue siendo la tendencia más reciente en el sentido del drástico ajuste, si no de la progresiva desaparición del uso de las monedas acuñadas y del papel moneda. Mientras la utilización del dinero en sentido estricto ha tenido altibajos en las diferentes épocas, o ha estado totalmente ausente, la economía, el comercio y la actividad financiera –al menos en la civilización occidental desde sus más remotos orígenes– no han podido prescindir de ninguna forma de crédito que funcionase como medio de intercambio y de finanza, a la vez que de estímulo y catalizador de las actividades productivas. Crédito, precios y teoría cuantitativa de la moneda Las expectativas acerca del futuro de la demanda y, por ello, de lo facturado y de los beneficios, determinan la cifra del crédito que el mundo de los negocios y las finanzas está dispuesto a conceder y utilizar. De las perspectivas de las ventas futuras dependen la cantidad y calidad de bienes y servicios a producir y a ofrecer en el mercado. Determinan contextualmente la cifra del nuevo crédito que será necesario crear u obtener, y que, con el ya existente y el dinero en sentido estricto en circulación disponible para los intercambios, constituirá la contrapartida de la oferta de bienes y servicios. El producto de la cantidad de bienes y servicios intercambiados por los precios relativos es similar al producto de los medios crediticios y monetarios existente para el número de intercambios en que son utilizados, o sea por su velocidad de circulación. Los medios crediticios y la moneda que quedan sin utilizar tienen velocidad de circulación cero y, obviamente, es cero también su producto por la misma razón. Los economistas clásicos y neoclásicos han llamado ecuación de cambio a la igualdad entre los dos productos, aunque en realidad se trata de una identidad. La cantidad de mercancía y su valor monetario, o mejor dicho el valor en precio y el contravalor en dinero, son dos caras de la misma realidad que, para el simple operador se hacen evidentes en dos momentos distintos. Cantidad de mercancía, precio y medios monetarios participantes en el intercambio son todo medidas determinadas por las expectativas de beneficio y, por ello, del volumen de inversiones y de crédito creado en la actividad productiva y financiera realizada para obtener beneficios. En la llamada ecuación del cambio no hay incógnitas ni se puede decir que uno de los términos de la igualdad determine el otro, o sea que la cantidad de moneda determine el nivel de precios o que, a la viceversa, sean los precios los que determinen el complejo monto de la moneda en circulación. En la concepción clásica de la teoría cuantitativa, se razona como si las cantidades de mercancía y los relativos precios se determinaran en dos tiempos sucesivos, o sea como si la ecuación del cambio MV = PQ, fuera equilibrada por las variaciones de precios, sucesivamente a la llegada de las mercancías al mercado. Hay que decir que tal punto de vista no puede infravalorarse, ya que no carece de razones y verosimilitud, aparte de que se sustenta en pruebas históricas relevantes. De hecho, si partimos de la visión del operador estrechamente sujeto a las leyes de la libre competencia, que lleva sus productos al mercado sin tener idea del precio que deberá aceptar y que le será impuesto por la ley de la oferta y la demanda, no se puede llegar a otra conclusión. Tales eran las condiciones en las que tenían que operar las empresas en los tiempos en que la teoría cuantitativa de la moneda fue formulada, si no por primera vez, si de la manera más orgánica y completa. Al mismo tiempo, esa teoría se basa en la experiencia de hechos históricos en que efectivamente el nivel de precios fue fuertemente influido en el sentido del aumento del flujo de grandes cantidades de metales preciosos utilizados para la acuñación de moneda, derivado de la depredación de los pueblos del Nuevo Mundo. Si situaciones históricas precisas y transitorias, o las diferentes modalidades de acción de los operadores se consideran el móvil y condiciones necesarias para la existencia, renovación y perduración de las acciones de producción e intercambios, se llegará a conclusiones muy diferentes. En efecto, producción y venta no se realizan ni reproducen sino de forma efímera y episódica, sin un recargo sobre los costes de los factores productivos que garanticen un volumen de negocios y un nivel de beneficios considerado satisfactorio, y una acumulación de crédito suficiente para la financiación de las actividades productivas, comerciales y financieras necesarias para la consecución de esos objetivos. La imposibilidad de satisfacer tales condiciones coincide con la condena a más o menos breve plazo a la expulsión del mercado, o a la marginación. En el análisis económico es fuente de errores basarse en fenómenos transitorios que desparecerán de la evolución histórica en poco tiempo, y no en datos permanentes referidos a movimientos, factores e instrumentos centrales de las actividades de negocio, o sea, el beneficio, el crédito y la inversión. En cuanto a las anomalías, como un flujo extraordinario de mercancía moneda por la que no se ha pagado un precio por ser fruto de actividad depredadora, o la creación desbocada de medios pecuniarios por parte de la autoridad gubernativa o monetaria, distribuidos sin la adecuada contrapartida, son sin duda causa de aumentos incluso galopantes del nivel de precios, pero no pertenecen a la fisiología sino a la patología de los fenómenos económicos, y no pueden racionalmente entrar en una consideración de los caracteres generales y permanentes de un sistema económico. Los partidarios de la moderna teoría cuantitativa de la moneda, cuyos orígenes pueden señalarse con poco margen de error entre los precursores, en la primera mitad del siglo XVII, conciben la dinámica del mercado como si la cantidad de moneda circulante y los precios fueran fijados en dos tiempos sucesivos y no contextualmente. La concepción de que tales ideas procedían se remontaba a la noche de los tiempos mercantiles. En su primera formulación, preveía que la cantidad de moneda en circulación debía adecuarse siempre a las exigencias del comercio. En caso de insuficiencia de moneda, al Gobierno competía aumentarla deshaciéndose de parte del Tesoro acuñado con metales preciosos. En el caso opuesto, la cantidad excesiva de moneda circulante, se debía proceder a su recogida y sucesiva fundición. Se trataba en cualquier caso de una concepción liberal, pues se consideraba que era la oferta de moneda la que se debería adaptar a las exigencias del comercio y a la propensión al gasto. De acuerdo con esta teoría, corresponde a las fuerzas del mercado determinar la cantidad de moneda en circulación, y a las autoridades monetarias adecuar la oferta de moneda. En una sucesiva y definitiva formulación, obra sobre todo de Thomas Mun y de David Hume, quedó definitivamente anulada, por lo que no se hablaba más de adecuación de oferta de moneda a las exigencias de los negocios, sino que se consideraban las variaciones en los precios como efecto de las variaciones de moneda en circulación. En el siglo XIX, los opositores a la teoría cuantitativa de la moneda se reafirmarán en su primera reformulación, retomando las ideas de Dudley North y las expresadas posteriormente por James Steuart.
Francesco Mancini
Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y Libertad, Marzo de 2018
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Posted: 08 Mar 2018 09:38 AM PST
Todo Por Hacer es una publicación anarquista que se edita mensualmente en Madrid. Se distribuye de forma gratuita en esta ciudad y se puede descargar en www.todoporhacer.org
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Posted: 08 Mar 2018 04:25 AM PST
El hecho de tener que plantearnos si secundar o no la huelga del 8 de marzo a estas alturas lleva implícita su necesidad. Todos los días escuchamos reivindicaciones para promover una mayor igualdad en el acceso a los recursos, se habla de la brecha salarial, se ponen de manifiesto las desigualdades en el entorno laboral, doméstico, se habla de la violencia tanto física como simbólica que vivimos las mujeres día a día, en todos los ámbitos, de cómo la pobreza tiene rostro de mujer, pero sin embargo hay todavía quien piensa que con leer algún artículo de vez en cuando o simplemente trabajando igual que los hombres para demostrar nuestra valía como mujeres (nótese el amargo sarcasmo de esta frase) es suficiente, puesto que “machismo y feminismo son lo mismo” o “ el feminismo implica discriminación para con el hombre”
Nuevamente nos hallamos sin duda ante un problema de significado. La igualdad es una de esas palabras mal entendidas y peor usadas que van a caer en el cajón desastre que habitan sus compañeras libertad y otras ficciones. Y es que la igualdad, en el sentido en el que se la plantea desde las campañas gubernamentales o los medios de comunicación, no hace otra cosa que promover la idea de que existe una norma-lidad jerárquicamente superior y a la que todos los Otrxs, los que se hallan fuera de ella, deben tener el mismo acceso. Es decir, se considera que nosotras, como excluidas, tenemos el derecho de poder participar de ese modelo normativo hegemónico que es el varón, de raza blanca, heterosexual y habitante de ciudades, que, si bien afecta a las mujeres de forma dramáticamente directa, tiene además consecuencias socioeconómicas y políticas de una relevancia a la que cada vez le cuesta más pasar desapercibida. El lenguaje es importante, puesto que encarcela al significado y lo direcciona, y su poder radica precisamente en que las decisiones que se están tomando desde los ámbitos de lo público legitiman y reproducen esta visión de la mujer desvalida como sujeto/objeto de ayuda, que necesita , altruistamente por supuesto, la oportunidad de formar parte de aquello que es causa y consecuencia al mismo tiempo de una opresión que se filtra hasta hacer crecer geranios y rosas sin espinas a través de todo este sistema de significados y significantes manejados como verdades universales. Pues bien, de eso trata el feminismo señores, precisamente de romper esa norma-lidad, de hacer visibles situaciones que permanecían ocultas o que se consideraban como el orden natural de las cosas, de romper la coherencia de los discursos, de replantear cuestiones, sexualidades, modelos normativos, conductas, y un largo etcétera de sentencias que siguen siendo fuente de represión para todas aquellas mayorías alienadas y desposeídas a las que se les acusa de falta de esfuerzo o de voluntad si fracasan cuando su exclusión tiene un nombre estructural. Parece e que el hecho de que estén viendo la luz numerosas situaciones de abuso o acoso es fruto de una moda, de un trending topic que se olvidará al cabo de unos días pero que para nosotras vendrán seguidos de noches e historias interminables. Sin embargo, se trata precisamente de un ser consciente. Se trata de que esos abusos han tenido lugar durante muchos años y se consideraban tan norma-lizados que muchas de las mujeres que los sufrían ni siquiera los percibía como tal, llegando incluso a culparse que por haberlos potenciado ( nótese de nuevo, lo amargo). El feminismo pone de manifiesto la necesidad de visibilizar esas situaciones y de que las mujeres que las sufran sean capaces de reconocerlas para poder hacerles frente, puesto que no se puede luchar contra algo que no se percibe como objeto de lucha. Vivimos en sociedades heterogéneas y diversas, y la dinámica general está siendo cerrarlas en torno a identidades, estáticas y cada vez más excluyentes. El feminismo es una herramienta para romper esta homogeneización y uniformidad, y promover la transversalidad y la multiplicidad a través de una reivindicación que no es un medio para-, sino un fin en sí mismo. Sin este reconocimiento de la diferencia, poco se podrá exigir una igualdad que no trate de ejercer una asimilación forzosa a un modelo normativo que continua siendo un instrumento de dominación. No es igualdad lo que ha de llenar nuestros estómagos, sino paridad y sororidad. Y aquí es donde entra el tema de huelga si o huelga no. ¿Es posible quebrar el discurso hegemónico sin acción directa? Estamos viendo como, en plena era de la información, nunca hemos estado tan desinformados, precisamente por la bruma de datos y opiniones que sobrecodifican un sistema al que no todos los grupos tienen el mismo acceso. Una huelga pone de manifiesto que existe una necesidad de reflexionar sobre ciertos temas, grita el silencio al que están sometidas o descalificadas las alternativas políticas y obliga a un replanteamiento que sin ella no tendría lugar. Se trata de una movilización para romper la rutina que termina envolviendo cualquier protesta, de interrumpir lo cotidiano, donde el simple hecho de intentar posicionarse ya tiene validez. No se trata de que la huelga en si misma sea ya punto y final. Forma parte de las muchas herramientas dentro de todo el entramado de formas de hacer. Es un punto que hace surco. Sin ella, solo habrá palabras vacías, con ella, por lo menos estarán las calles llenas de mujeres que han decidido no quedarse de brazos cruzados mientras sus reflexiones pasean por esos no-lugares reservados para toda alternativa política al orden natural de las cosas.
Marina Sáiz Agúndez
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Posted: 07 Mar 2018 11:42 AM PST
La única verdad es
que amo tanto al ser humano como lo odio,
tanto como odio a capitalistas
sin escrúpulos, y tanto como admiro la solidaridad de la gente.
Espero un momento
hasta que inhalo el humo y agarro tembloroso el ron.
Desde el día en que te vi…
creo que hace ya tres milenios y doscientas primaveras, hiciste florecer en mi una revolución.
Romántica guerrillera
no decaigas en esta, llevas la razón ellos lo saben y por eso te llevan presa.
Resiste hasta que pase la tormenta,
eso solo hará que mejores como persona.
Desde que te vi
anónima luchadora, aun sin verte la cara me pareciste la más hermosa de todas.
Antifascista porque el mundo te necesita,
estoy orgulloso de ti y por eso te amo. Cada vez seremos mas y ya no habrá gobiernos que nos maten ni policías que les ponga cachondos torturarte.
Eres hermosa
anónima con palestina y capucha, desde Catalunya a Euskal Herria, Madrid, Galiza, País Valencià, Italia, Grecia, Donbass Chile, Argentina, Rojava y desde Gaza…con amor. Read more ... |
Posted: 07 Mar 2018 11:26 AM PST
Haciendo la peineta a Jerjes desde el acantilado
dolió mas la despedida que el disparo.
¿Qué mierda han hecho con mi pueblo?
Manos arriba y porras al vuelo, nuestras abuelas tiradas por el suelo.
¿Qué mierda le habéis hecho a mi gente?
¡Adelante gudariak! ¡Los que aman la tierra, la defienden!
Qué pena me dan
los que cantaban ”a por ellos”. Haber que cantan cuando sean ellos los siguientes.
Mientras tanto,
las cárceles se llenan de raperos, sindicalistas y obreros.
La mafia en el gobierno.
Saludos nazis desde el barco de Piolín.
Mientras, milicias kurdas marchan para liberar Afrin.
La poesía ya no sirve para desahogarme.
Todo humano lleva en sí mismo el desastre.
Acabaremos con ellos, como la heroína con Euskal Herria.
Contemplando las estrellas, pero estas ya no nos miran.
Olvídate de mí, no tengo fuerzas para seguir.
Haz de mi cadáver un bonito jardín.
Y planta allí tus geranios.
Riégalos con alegría.
Que no se diga, que fuimos felices hasta morir.
Como Miguel Hernández,
poeta del pueblo,
¡HASTA MORIR!
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Posted: 06 Mar 2018 01:39 AM PST
Sede de la FAL (Calle Peñuelas 41), 10 de marzo, 19:00 horas. El acto contará con la presencia de Alejandro Civantos, autor del libro y Pura Fernández, profesora-investigadora del CSIC.
Frente a los movimientos sociales que consideraban la Cultura como un templo que el obrero tiene derecho a alcanzar, la propuesta anarquista se singularizó por negar que de la Cultura establecida, producida y difundida por la burguesía, se pudiera obtener algo positivo para la emancipación de la clase obrera. Para lograr esto había que crear un modelo cultural propio, totalmente al margen del existente, con nuevos conceptos y procesos de gestión de “lo cultural” y el conocimiento. Aún más, la revolución cultural debía preceder a la social: sólo así vendría para quedarse. Conocer a fondo la realidad para poder transformarla. De ahí la entusiasta explosión de editoriales y publicaciones marginales que se promovieron en las primeras décadas del S.XX, cuyo entusiasta fulgor entusiasmó incluso a la izquierda republicana en un momento crucial para nuestra historia. Leer en Rojo analiza las editoriales y las publicaciones en aquel periodo de excepción cultural en el que los libros habían de ser la argamasa sobre la que se edificara un Nuevo Mundo. Más información sobre el libro: http://fal.cnt.es/blog/es/node/36951 Read more ... |
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