Publicado el 31.12.17
Salsa Wolff, o el calvo y el mosquito
Por Jorge Elbaum
El diputado de la Alianza “Cambiemos” recorre los andariveles de gran
parte del periodismo radial y televisivo como un verdadero vocero
político del PRO. Según afirmaciones divulgadas por sus colegas en el
Congreso Nacional y subrayadas por los cronistas de los medios
hegemónicos, el calvo legislador es uno de los voceros oficiosos de la
coalición conocida con el mote de “Los ángeles de Macri”. Wolff comparte
el cartel de comunicador autorizado junto a Eduardo Amadeo y Nicolás
Massot, entre otras espadas verborrágicas de la derecha vernácula.
En una gran parte de las múltiples entrevistas que brinda, el ex
vicepresidente de la DAIA suele referirse a tres denuncias que lo tienen
como protagonista y víctima. En la primera de ellas, se esmera en hacer
hincapié en que “fue denunciado por traición a la Patria por el
gobierno de Cristina Kirchner”. En la segunda insiste habitualmente,
frente a cualquier micrófono que se le interponga, que fue “amenazado
por el Juez Daniel Rafecas”. Y en la tercera —efectuada inicialmente
mediante una cuestión de privilegio parlamentaria— haciendo referencia a
la catalogación realizada por Leopoldo Moreau sobre su íntima
vinculación (la de Wolff) con los servicios de inteligencia extranjeros.
Un análisis pormenorizado de los tres catecismos esgrimidos para su
autovictimización pone en evidencia el perfil poco riguroso del
legislador y su tendencia a transfigurar la realidad para su supuesto
beneficio. Según sus compañeros de bancada, el impulso mendaz que lo
inspira se debe más al intento desesperado por ocupar un estrellato
figurativo que a un real compromiso político.
En el primer argumento, referido a la “causa por traición a la
patria” es fácilmente comprobable que no fue iniciada por ningún
integrante del gobierno de Cristina Kirchner ni nadie que se le
emparente políticamente. Por el contrario, el expediente judicial fue
iniciado por un ferviente militante ligado con los sectores de la
ultraderecha católica que muchas fuentes —entre ellas el inefable Julio
Bárbaro— relacionan con la Triple A en la década del 70, y que se
mantuvieron en una ferviente oposición a los doce años kirchneristas.
Quien se presentó en tribunales fue Juan Gabriel Labaké, quien sustenta,
entre sus antecedentes, una recordada acusación contra Néstor Kirchner,
iniciada el 4 de mayo de 2004 (con el número 6662/04) en la que
imputaba al entonces presidente por malversación de los fondos públicos
de la provincia de Santa Cruz.
La presentación de Juan Gabriel Labaké por “Traición a la Patria”
recayó en abril de 2015 en el juzgado Número 10 de Julián Ercolini, bajo
la fiscalía de Carlos Stornelli, quienes desestimaron la imputación en
septiembre de 2015. Pese a que el proceso no se llevó a cabo, el actual
diputado Wolff comunicó a través de su Twitter oficial que fue “absuelto
x traición a la patria”.
La segunda de las invenciones de Wolff se relaciona con una
comunicación con el Juez Daniel Rafecas, en la que afirma textualmente
que “después de una entrevista con (el periodista) Nelson Castro,
Rafecas me llama, me intimida y me amenaza”. La muletilla de la
“amenaza” queda al poco tiempo reducida por una mutación llamativa: el
propio diputado afirma tiempo después que la “amenaza” no habría
provenido de una voz masculina sino de una femenina, que Wolff
identificaba como la esposa de Rafecas, “que le había arrancado el
teléfono a Rafecas”. Más allá de este dato, aparentemente
intrascendente, el calvo diputado repitió ante el Consejo de la
Magistratura que las amenazas habían provenido del juez.
La tercera de las ficciones políticas de Wolff tiene como
destinatarios al diputado Leopoldo Moreau, quien lo relacionó sectores
de los servicios de inteligencia de Israel, específicamente con el
Mossad, hecho que motivó la airada cuestión de privilegio del diputado
macrista. Frente a la caracterización del dirigente radical del
Movimiento Nacional Alfonsinista, Wolff lo acusó de extranjerizarlo y de
utilizar terminología antisemita, cuando en ningún párrafo de la
aseveración de Moreau existió referencia a lo semita o a lo judío. Este
tercer caballito de batalla —base de su autopromoción periodística—
asocia forzadamente al Estado de Israel con todo lo que tiene que ver
con lo judío, partiendo de la misma lógica utilizada por la DAIA y la
AMIA desde hace medio siglo, consistente en confundir una nacionalidad
con una identidad étnica o confesional. Dicha utilización, de paso, le
ha permitido licuar su íntima relación con los servicios de inteligencia
israelíes con los que trabajó siendo vicepresidente de la DAIA. De
hecho, el cargo asumido por Wolff el 19 de noviembre de 2012 en la
entidad de Pasteur 633 supone la responsabilidad prioritaria de
coordinar oficialmente con la seguridad de la embajada de Israel en la
Argentina. Esos vínculos son los que le permitieron llegar hasta las más
altas esferas del PRO, para garantizarse un sitial en comisión
bicameral de fiscalización de órganos y actividades de seguridad
interior.
La articulación con los servicios de inteligencia queda
(llamativamente) explícita en la declaración de la ministra de seguridad
interior, efectuada al house organ del gobierno, el diario
Clarín, el 24 de julio de 2016 cuando afirma que: “…Estamos trabajando
con la Dirección de Comunicaciones de la Corte (la ex OJOTA, encargada
de las escuchas telefónicas) un establecimiento de protocolos. El otro
tema al que nos estamos dedicando fuerte es el de la creación de un
protocolo unificado de emergencias. El diputado Waldo Wolff lo está
trabajando con expertos de distintos lugares en el mundo, para saber qué
hacer y cómo operar para que no se colapsen las comunicaciones y la
logística”.
Meses después de esta curiosa aquiescencia pública alusiva a un
miembro del poder legislativo —en noviembre de 2016—, el diputado Waldo
Wolff acompaña a Tel Aviv a Patricia Bullrich a la cuarta Conferencia de
Cyberseguridad, evento bienal de exposición y venta de aparatología
informática y militar destinada al control del terrorismo y la seguridad
pública. En dicha conferencia, Wolff interactúa en dos reuniones con
agentes activos de la inteligencia israelí cuyo objetivo incluía evaluar
quiénes tienen posibilidad de acceso a la aparatología ofertada en el
evento. La conclusión previsible es que Leopoldo Moreau continúa siendo
un político muy bien informado.
Varios asesores del bloque del PRO han advertido a los allegados de
Wolff la inconveniencia de repetir públicamente los tres embustes. Sin
embargo, el ex arquero de Atlanta —afirma un empleado administrativo
vecino del despacho 809 del Anexo— está empecinado en comportarse como
el calvo de la fábula de Esopo. Lo pica un mosquito y se pega a sí mismo
en el cráneo lustroso sin lograr matar al insecto: todos sus
pretendidos manotazos inventados terminan dejando variadas huellas
visibles de sus falacias.
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